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El recuerdo de un misionero

Puede decirse de Reinhardt Hetze: “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Apoc. 14:13). En la opinión de una de sus nietas, el abuelo había sido un gran misionero que condujo a muchas personas a Cristo y a la iglesia. Tuvo el privilegio de ser autorizado a bautizar a muchos de ellos. Vivieran cerca o lejos, hubiera buen tiempo o lluvia y frío, nada impedía a los Hetze dirigirse a la iglesia para adorar al Creador. Como era frecuente entre los primeros adventistas de Sudamérica, Reinhardt fue un hombre dadivoso y entregado. Envió dinero en 1905 para la adquisición de una imprenta en Chile. En 1906 participó de una memorable reunión en Gualeguay donde se decidió la creación del Sanatorio Adventista del Plata. Tal vez no disponía de dinero, pero prometió donar una cuadra de lino para el proyecto. Su espíritu misionero se perpetuó en muchos de sus descendientes, dado que más de 50 de ellos han trabajado o trabajan como obreros en la causa de Dios.

Francisco H. Westphal lo consideró un apóstol. Su hermano José W. Westphal escribió acerca de él: “Por muchos años sirvió como uno de nuestros cuidadosos y eficientes ancianos”.30 Para el adventismo sudamericano, fue un ejemplo de lo que todo verdadero creyente debe ser en este tiempo, un defensor y propagador entusiasta del evangelio de Jesucristo.

21 Reinhardt Hetze nació el 21 de enero de 1851, en Dreispetz, Saratow, Rusia, y murió el 15 de diciembre de 1939, en el Sanatorio Adventista del Plata, pocos días antes de cumplir 89 años.

22 María Gerlach de Hetze nació el 8 de septiembre de 1856 y falleció el 8 de septiembre de 1911, a la edad de 55 años. El Dr. Roberto Habenicht habló en la casa de duelo. Reinhardt y María se habían casado en 1873.

23 Gottlieb Hetze (1848-1927), también nacido en Dreispetz, sobre el río Volga, en Rusia, emigró en 1883 a los Estados Unidos, donde vivió en Kansas y en Oklahoma. Falleció en Okeene, Oklahoma.

24 Reinaldo Hetze, La revista adventista, 30 de enero de 1933.

25 Los hijos de su primera esposa fueron David, Santiago, Alejandro, Amalia, Catalina, Julia, Emilia y Ana. David se casó con María Nuss, Alejandro con Paulina Lust, Amalia con Juan Ziegler, Catalina con Andrés Lerke, Julia con David Heinitz, Emilia con Godofredo Klos y Ana con Alfredo Bernhardt. Reinhardt volvió a casarse con María Schott.

26 En 1961, el anciano pastor Godofredo Block condujo una serie de conferencias bíblicas a lo largo de seis meses. Al concluir se había organizado una Escuela Sabática de 100 miembros y se impulsó la construcción de un nuevo templo, que habría de inaugurarse en 1964.

27 Santiago Bernhardt Hetze, “Yo soy tu ángel”, Revista adventista, Mayo 1982, 13.

28 Ibíd.

29 Ibíd.

30 J. W. Westphal, The Advent Review and Sabbath Herald, August 12, 1920, 6.

Capítulo 3


Francisco H. Westphal

“Yo lo miraba asombrado”

Francisco H. Westphal llegó al puerto de Diamante, Entre Ríos, Argentina, en agosto de 1894.31 Nadie lo esperaba. La carta donde avisaba de su arribo no había llegado. Solo y sin conocer el idioma local, dio los primeros pasos de un fructífero ministerio de casi treinta años en los comienzos de la obra adventista en Sudamérica. “Fue un privilegio –escribió después– ser el primer ministro ordenado de los Adventistas del Séptimo Día para trabajar en Sudamérica”.32

Los primeros misioneros de la iglesia en estas tierras fueron algunos residentes ruso-alemanes que habían conocido el mensaje mientras vivían en el estado de Kansas, Estados Unidos y habían retornado a la Argentina para compartir su nueva fe. El hermano Jorge H. Riffel había escrito a la Asociación General solicitando un misionero que hablara el alemán.

Su llegada a Sudamérica

El pastor Westphal, con su esposa María Thurston y dos hijos, arribó a la Argentina el 18 de julio de 1894, luego de un mes de viaje. La travesía iniciada en Nueva York los había llevado por Inglaterra, Francia, Portugal, Cabo Verde y Brasil antes de concluir en la ciudad de La Plata, en la provincia de Buenos Aires. William H. Thurston, hermano de la esposa de Westphal, quedó en Brasil junto a su esposa, como misionero de sostén propio. El hermano R. B. Craig, un colportor llegado el año anterior para ayudar a E. W. Snyder, C. A. Nowlen y A. B. Stauffer, estaba en el puerto para recibirlos.

Westphal permaneció en Buenos Aires unos pocos días para establecer a su familia. Llegó al puerto de Diamante sobre el río Paraná a medianoche. Durmió en un hotel y se alojó luego en el hogar de un hombre que hablaba alemán y lo había invitado a su casa.33 Un carro que contrató al día siguiente lo trasladó hasta el lugar donde vivían los hermanos en las cercanías de la ciudad de Crespo, en la provincia de Entre Ríos.

La primera reunión terminó muy tarde esa noche, porque los creyentes y los vecinos invitados le pidieron que les hablara una y otra vez. Así lo narró el pastor Westphal: “Cuando supieron de mi llegada, inmediatamente dieron la noticia a sus vecinos. Temprano esa primera noche, se reunió mucha gente proveniente de todas direcciones. Fui notificado que habían llegado para escucharme. Yo estaba realmente feliz de que vinieran tan temprano, pues deseaba terminar temprano la reunión, cambiarme de ropa y así librarme de los ‘animalitos’ [piojos y pulgas] que se me habían pegado durante la noche y el día.

“Después de hablar por una hora, terminé la reunión con un himno y una bendición, e informé a la audiencia que podían retirarse y regresar temprano la tarde siguiente para otro servicio de culto. Pero la congregación se arrodilló a orar, cantaron varios himnos por iniciativa propia, y luego se sentaron y me miraron con los ojos hambrientos de la verdad, deseando escuchar más. Así que hablé durante otra hora, y una vez más se cantó el himno final y se pronunció la bendición. Pero para mi consternación una vez más se arrodillaron en una sesión de oración, cantaron más himnos, y se sentaron a escuchar más de la preciosa verdad. Me sentí impelido a predicar un tercer sermón, el cual escucharon con un interés cabal. Era la una de la mañana cuando terminó esta memorable primera reunión, de la cual, de mala gana, los presentes consintieron en retirarse: ‘Nos retiraremos para poder venir mañana de noche otra vez’”.34

La primera iglesia se organizó sólo algunas semanas después. Esa congregación de 36 miembros habría de ser la primera iglesia adventista organizada en el territorio de la División Sudamericana. Pero el mensaje encontró aceptación y pronto la membresía aumentó a más de 200. Otras iglesias fueron organizadas por Westphal en un plazo relativamente corto. La segunda surgió ese mismo año en San Cristóbal, provincia de Santa Fe, con sólo diez miembros. A su regreso a Buenos Aires en el verano de 1895, organizó la tercera iglesia con unos doce miembros. En la segunda mitad del año inició sus actividades la iglesia de Felicia, provincia de Santa Fe, con 25 miembros. Fue en ese lugar donde el pastor Westphal oró en español por primera vez, al implorar por la sanidad de una niña. Nueva Helvecia, en la República Oriental del Uruguay, habría de ver el surgimiento de otra iglesia en 1896.

Las responsabilidades de los primeros misioneros eran muchas, los recursos pocos y las comodidades casi nulas. La Junta de las Misiones Extranjeras de la Asociación General había nombrado a Francisco H. Westphal presidente de la Misión de la Costa Este de Sudamérica (Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil). Cuando los recursos se terminaron, el pastor O. A. Olsen, presidente de la Asociación General, le escribió diciéndole que no podían enviarle dinero. Westphal entendió –según las palabras del pastor Olsen– “que nosotros estamos tan cerca del Señor en Sudamérica como lo están ellos en Norteamérica”.35

Otros obreros se sumaron al trabajo del pastor Francisco H. Westphal. Como evidencia del apoyo que se dio a las misiones extranjeras, el congreso de la Asociación General –celebrado en Battle Creek en 1895– decidió enviar a la Argentina a Lucy Post como instructora bíblica, a Ole Oppegard como misionero de sostén propio para trabajar con los escandinavos, y a Jean Vuilleumier como pastor y evangelista para la gente de habla francesa. Lucy Post fue la primera instructora bíblica de Sudamérica. En Nueva Palmira, Uruguay, organizó una Escuela Sabática y posteriormente trabajó por seis años en Buenos Aires.36 Jean Vuilleumier vino de Suiza con suficiente conocimiento de idiomas como para dirigir reuniones en francés, alemán, español e inglés. “En 1896 llegó para engrosar las filas de los misioneros en la Argentina un personaje inolvidable, con una pierna de palo y un corazón de oro: Nelson Z. Town”.37 Había sido enviado como secretario tesorero de la Misión de la Costa Oriental, pero fue además el creador de la primera revista en español de Sudamérica, el primer director de la escuela de Las Tunas, provincia de Santa Fe y del Colegio Camarero (luego Colegio Adventista del Plata), presidente de la Asociación del Río de la Plata (Argentina, Paraguay y Uruguay); dirigió el Departamento de Publicaciones de la Asociación General y volvió a la Argentina para presidir la Unión Austral.38

Una labor fructífera

Ya en 1895, Francisco H. Westphal había viajado al Brasil para bautizar conversos y organizar congregaciones. Dos veces fue librado de peligrosos ataques de los enemigos de su obra. Luego de la gira de cinco meses regresó a Buenos Aires, para enterarse que su hija Helen había muerto hacía dos semanas, luego de padecer sarampión y fiebre escarlatina. Las cartas donde la señora Westphal relataba su odisea nunca llegaron. Un matrimonio de misioneros de otra denominación la acompañó en esos momentos de dolor y soledad.

La señora Westphal no era sólo una sacrificada esposa de misionero; ella misma sirvió como secretaria del Departamento de Escuela Sabática y de la Sociedad de Tratados y como tesorera de la obra en la Costa Este. En Chile trabajó como secretaria de la Escuela Sabática por diez años, fue preceptora en el colegio por cinco años y tesorera por otros cinco. También fue secretaria misionera del campo por varios años. Por un tiempo los Westphal se establecieron en el campo cerca de Crespo, junto al primer grupo de hermanos. Al principio vivieron en una pequeña casa de adobe con un sólo cuarto y piso de tierra.

En 1898, a sólo cuatro años de los comienzos de la iglesia, Westphal estimuló el surgimiento de la obra educativa. La llegada de Luis Ernst desde Uruguay en busca de una institución que lo preparara como misionero decidió el asunto. Con unos 250 adventistas en toda la provincia de Entre Ríos, la mayoría de ellos humildes campesinos, se decidió la creación de la primera escuela. Allí enviaron a sus hijos para formarlos como predicadores del pronto regreso de Cristo. Entre los primeros alumnos que llegaron a ser misioneros podría recordarse a Santiago Mangold, Godofredo Block, Ignacio Kalbermatter y Pedro Kalbermatter.

Luego de su regreso a los Estados Unidos, Westphal recordaría esos primeros días y esos años bendecidos. Nombres y ocasiones quedaron grabados en la mente del pionero. No olvidó el bautismo de la familia de Luis Kalbermatter en los alrededores de San Cristóbal, provincia de Santa Fe, realizado en una cisterna a la que bajó en un balde. Recordaba también el bautismo de casi todos los integrantes de la familia Mangold, también en San Cristóbal y el bautismo de los Peverini. Westphal permaneció dos semanas en la casa de campo de Guillermo Mangold. A uno de los hijos de 23 años no le resultó grata la prolongada presencia del pastor. Cuenta el propio Santiago: “Yo era un gran fumador, me gustaban las carreras de caballos, y me decía: ‘Si este hombre queda aquí voy a tener que cambiar de vida’, y no tenía muchas ganas de hacerlo”.39 Pero el pastor Westphal supo hablar a su corazón con perseverancia y discreción. Santiago Mangold llegó a ser pastor y misionero en Argentina, Chile, Ecuador y Paraguay.

Westphal tuvo en su mente un lugar especial para los primeros adventistas sudamericanos: Jorge Riffel y su esposa, los primeros en recibirlo a su llegada; Osvaldo Frick, que también había aceptado el mensaje en Kansas y había viajado a Sudamérica; el hermano Reinhardt Hetze, el primero en aceptar las enseñanzas de Riffel y anciano de iglesia por muchos años. Westphal recordaba a Conrad Keip que una vez lo socorrió con alimentos en un momento de necesidad; a Jorge Lust que donó tierras para el colegio y construyó una casita de dos habitaciones para la familia del pastor. Consideró a Ernesto Roscher y a José Weiss como pilares de la obra. También a Godofredo Block que se proyectó como pastor y ganador de almas. No olvidó al hermano Hugo y su esposa, de Nueva Helvecia, Uruguay.

Nuevos horizontes

La salud de los Westphal los obligó a trasladarse por tres años a los Estados Unidos en 1900, dejando una obra establecida en Argentina, Uruguay, Chile y Brasil, con más de mil miembros bautizados.40 El Dr. Roberto H. Habenicht vino como fundador de la obra médica misionera. El pastor José W. Westphal, hermano de Francisco, llegó en 1901 como administrador de la iglesia en Sudamérica.41 Fue probablemente el más destacado organizador de la iglesia en estas latitudes. En reemplazo de la Misión Sudamericana, organizó y presidió la Unión Misión Sudamericana, en 1901. En octubre de ese año se organizó la Asociación del Río de la Plata. En marzo de 1906, José W. Westphal organizó y presidió la Unión Asociación Sudamericana, en Paraná, provincia de Entre Ríos, con la presencia de W. A. Spicer, secretario de la Asociación General.42 Continuó como presidente de la Unión Austral, desde 1916, cuando se organizó la División Sudamericana; fue luego secretario consejero de la División Sudamericana, y en 1930 fue secretario de la Asociación General.43 Se lo vio como un dirigente espiritual y un poderoso predicador. Tres de sus hijos fueron pastores, uno médico y una hija fue educadora.

El año 1904 encontró a Francisco H. Westphal de nuevo en estas tierras. Se estableció por dieciséis años en Chile, la mayor parte como presidente de la obra en ese país. Los colportores Thomas H. Davis y Frederick W. Bishop habían iniciado la predicación diez años antes. Westphal recordaba a Víctor, Eduardo y Walter Thomann, lo mismo que a Carlos Krieghoff, ordenado luego al ministerio. Los hermanos de la Argentina lo volvían a ver en las reuniones generales de la iglesia. Para visitarlos cruzó dos veces la cordillera de los Andes a lomo de mula. Otras iglesias fueron organizadas en Chile, como aquella en el lejano sur, sobre el Estrecho de Magallanes. Desde Chile tuvo la oportunidad de visitar Perú y Ecuador predicando y bautizando.

Westphal había llamado a Sudamérica un “continente descuidado”. Finalizada su misión escribió: “El continente sudamericano se está convirtiendo rápidamente en el ‘continente de la oportunidad’”.44

Tal como se lo recuerda

Tan impactante como el modesto relato de su propia tarea es el recuerdo de aquellos que conocieron de cerca a Francisco H. Westphal.45 Se ha dicho que Westphal era “un hombre de condiciones de pionero auténtico: sencillo, sincero y resuelto, un hombre de una sola pieza, que no retrocedía en el desierto ni se hundía en el mar; que respetaba a los humildes y no temía a los grandes, que amaba al prójimo y confiaba en Dios”.46 El pastor Chester Westphal, hijo de José Westphal, describió una vez a su tío con un toque de humor: “Él era el santo de la familia”, dijo. La misma opinión tenía María Kremer de Stein, en 1968, cuando afirmó: “Era un santo, una verdadera criatura de Dios”.47 El Dr. Herbert Westphal, otro de sus sobrinos, narró acerca de los últimos años de Francisco Westphal. Ya jubilado en Glendale, California, no se cansaba de realizar visitas y de dar estudios bíblicos. Con él se inició la iglesia hispana de la ciudad de Los Ángeles.

Susana Block de Beskow, a pesar de sus 96 años, tenía presente al pastor Westphal. Dijo ella: “Cuando era una niña hasta me sentaba en su falda”. El pastor Niels Wensell contó en su ancianidad de su contacto con Westphal. “En mayo de 1918 asistimos a unas conferencias presentadas por el pastor Francisco Westphal en Punta Arenas, Chile. El pastor Westphal había organizado una iglesia pequeña que por mucho tiempo fue la iglesia más austral del mundo”. Agregó entonces: “Desde la primera conferencia ya quedamos convencidos de que ese era el camino del Señor. Tanto a José como a Francisco los tenemos en el más alto concepto como siervos de Dios que verdaderamente han sido una inspiración”.

A los 79 años, el pastor Santiago Bernhardt, nieto de Reinhardt Hetze, valoraba la sencillez y amigabilidad del pastor Westphal, quien había compartido muchas veces la mesa de su familia. El pastor José Riffel, nieto de Jorge Riffel, a los 80 años, no podía ocultar su admiración. Su abuelo había sido el primer misionero de sostén propio y había escrito a los Estados Unidos pidiendo un pastor. Antes de la llegada de Westphal él mismo había instruido y bautizado a los primeros creyentes. Fue luego primer anciano de la primera iglesia.

Recordó José Riffel: “Entonces el pastor Westphal comenzó a predicar y vivía en el campo, en una chacrita con una casita humilde. En el invierno siguiente empezó a llover y a llover y estuvo así como quince días sin salir, y un converso llamado Conrad Keip, a quien mi abuelito adoctrinó y bautizó, tuvo la impresión de que la familia Westphal no tenía alimentos. Y le dijo a la esposa, “–Vamos a tener que llevar comida al pastor”. Cargaron papas, leche, manteca, huevos y verduras, y en el barro, soportando el frío, llevaron los alimentos al pastor que los necesitaba. El pastor Westphal se sorprendió: “–¿Cómo supo Ud. que no tenemos alimentos?”. Carlos Westphal era un niño entonces, pero no olvidó el gesto. Después de muchos años, siendo médico y director del sanatorio adventista recibió al hermano Keip, viejo, enfermo y pobre, lo atendió y suplió sus necesidades hasta el final de sus días.

Agregó el pastor Riffel: “Me acuerdo mucho del pastor Westphal. Él estuvo muchos años acá. Tenía una barbita larga, blanca [...] En el fondo de nuestra casa, en Aldea Jacobi, cerca de Crespo, se edificó la primera capilla, hecha de adobe de barro. Pero después había más adventistas cerca de Camps y construyeron la siguiente capilla que todavía está allí y ahora se usa como museo. A esa capilla asistí yo hasta los quince años. También fui a la escuela primaria de la iglesia”. Entonces evocó sus nueve años en el colegio adventista y sus felices 42 años como misionero.48 Pero la impresión causada por el pastor Westphal estaba intacta: “Yo lo miraba asombrado, y observaba su rostro, su bondad. De los sermones habré entendido muy poco, pero su ejemplo, su cariño, su sonrisa, su vida [...]”.

Los años pasaron. Godofredo Dalinger fue testigo de la organización de la primera iglesia cuando tenía trece años. Ochenta años después podía recordar aquellos días y ciertamente no había olvidado al pastor Westphal: “El pastor Westphal predicaba con elocuencia y convicción. ¡Era un pastor tan fervoroso! Yo creo que nunca más en la vida tendremos un pastor como era este pastor Westphal”. También llegó el centenario en 1994 y con él un nuevo recuerdo de aquel misionero que en 1894, cansado del viaje, predicó en alemán tres sermones la primera noche y condujo personas a Cristo en ese primer encuentro.

De las palabras recogidas surge tal vez el perfil de aquel misionero, y de todo verdadero misionero: consagración, fervor, sencillez, valor, bondad, amor y pasión por las almas necesitadas de Cristo y de la esperanza de su regreso.

31 Frank (Francisco) Henry Westphal (1858-1944), nacido en New London, Wisconsin, era el segundo de los once hijos de Gustavo Westphal y Enriqueta Maas. Se convirtió en adventista a los 19 años, asistió al Colegio de Battle Creek e ingresó al ministerio pastoral, siendo ordenado en 1883. Enseñó en el Union College, Lincoln, Nebraska. Se casó a los 28 años con María Thurston y tuvo cuatro hijos: Carlos, Elena (fallecida en 1895), Rut y Gracia. Era pastor en Illinois cuando en 1894 fue llamado a Sudamérica donde fue el primer ministro ordenado de la denominación y fundador de la primera iglesia. Vendió enseguida su chacra de 24 hectáreas. El 18 de julio de 1894 se embarcaron a Southampon, Inglaterra, y de allí a La Plata, Buenos Aires. Regresó definitivamente a los Estados Unidos en 1920. A la muerte de su esposa en 1932, volvió a casarse con Dena Barr. Francisco falleció a los 85 años, el 25 de febrero de 1944. Don F. Neufeld, ed., Seventh-Day Adventist Encyclopedia, Second Revised Edition (Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association, 1996), 2:870-871.

32 Francisco H. Westphal, Pionero en Sudamérica, Trad. Silvia C. Scholtus de Roscher (Libertador San Martín, Entre Ríos: Centro de Investigación White, 1997), vii.

33 El pastor Westphal describió la forma de vida de los alemanes del Volga de la zona en la que trabajó. Estos se organizaban en colonias compuestas por un grupo de quince a treinta familias. Sus casas se construían de adobes secados al sol, tenían pisos de tierra alisada y se techaban con paja brava. En general contaban con dos ambientes, uno para comer y dormir, y el otro para cocinar. En una cocina de esas y cubierto con una frazada vieja intentó dormir el pastor Westphal antes de trasladarse a Crespo. F. H. Westphal, “Argentine Republic”, The Review, 30 octubre 1894.

34 Westphal, Pionero en Sudamérica, 6-7.

35 El pastor O. A. Olsen fue presidente de la Asociación General entre 1888 y 1897.

36 En 1903 retornó a los Estados Unidos, donde murió en 1937 a los 92 años de edad.

37 Héctor J. Peverini, En las huellas de la Providencia (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1988), 84.

38 La revista El faro apareció en 1897; la escuela de Las Tunas ofreció breves cursos desde 1899 y el Colegio Camarero inició sus clases en 1900. Town presidió la Asociación del Río de la Plata desde 1901; trabajó en la Asociación General de 1908 a 1930 y su presidencia en la Unión Austral se extendió hasta 1933.

39 Peverini, 57.

40 Francisco H. Westphal enseñó por tres años en el College View, Nebraska, hasta que la recuperación de su salud le permitió regresar a Sudamérica.

41 Joseph William Westphal (1861-1949), también nacido en New London, Wisconsin. Convertido en 1879, comenzó su ministerio a los 22 años y fue ordenado en 1891. Se desempeñó como pastor y presidente de la obra en Kansas. Trabajó en Sudamérica desde 1901 hasta 1930 cuando regresó a los Estados Unidos. Fue a España por dos años y se retiró a la edad de 71 años.

42 También en 1906 se creó la Misión del Alto Paraná (Paraguay, Corrientes y los territorios nacionales de Misiones, Chaco y Formosa).

43 Delegados de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay, con la presencia de W. W. Prescott, se reunieron en La Plata, Buenos Aires, Argentina, en febrero de 1916, para organizar la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, con oficinas en Buenos Aires. Fue elegido presidente el pastor O. Montgomery. En la misma sesión se organizó la Unión Austral (Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay) con oficinas en Buenos Aires y la presidencia de José W. Westphal. En 1921, la Asociación Argentina se divide en Asociación de Buenos Aires, Misión Argentina Central, Misión de Mendoza y Asociación del Norte Argentino. En 1926 se crea la Misión Magallánica que desaparece en 1943. En 1950 existían la Asociación Bonaerense, la Misión de Cuyo, la Asociación Argentina Central y la Misión del Norte. En 1961 se creó la Misión Patagónica. En 1971 se creó la Asociación Argentina del Sur. Terminó la Misión de Cuyo, que se integró a la Asociación Argentina Central. En 1984 se creó la Misión Argentina del Sur. En 1988 se creó la Misión Argentina del Noroeste y la Asociación Argentina del Norte.

44 Su libro se llamó originalmente Pioneering in the Neglected Continent (Nashville, Tennessee: Southern Publishing Association, 1927).

45 Entrevistas realizadas por el Dr. Víctor Casali, del Centro de Investigación White, a Herbert y Chester Westphal en 1994, y a Susana Block de Beskow, Niels Wensell, Santiago Bernhardt y José Riffel en 1991.

46 Peverini, 53.

47 Ibíd., 63.

48 El pastor José Riffel, fallecido en 2006, y su esposa Lidia Kremer de Riffel fueron misioneros en Argentina, Uruguay, Chile y Perú.

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