Kitabı oku: «Un mensaje de @Dios para ti», sayfa 9
3 de marzo
Los héroes de Chernobyl
«Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguien tuviera el valor de morir por el bueno. Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros». Romanos 5:7, 8, RV95
Cuando explotó el reactor número 4 de la Central Nuclear de Chernobyl, toda Europa quedó bajo amenaza de contaminación. Se necesitaba voluntarios dispuestos a entregar su vida para salvar a muchos más. Los dos primeros en ofrecerse fueron Alexei Ananenko y Valeriy Bezpalov. Alexei Ananenko era un prestigioso tecnólogo de la industria nuclear soviética, que había participado en el desarrollo y la construcción del complejo electronuclear de Chernobyl. Él cooperó con el diseño de las esclusas y sabía dónde estaban ubicadas exactamente las válvulas. Era casado y tenía un hijo. Valeriy Bezpalov era uno de los ingenieros que trabajaban en la central, ocupando un puesto de responsabilidad en el departamento de explotación. Estaba también casado, y era padre de una niña y dos niños de corta edad.
Ambos eran ingenieros nucleares. Los dos comprendían más allá de toda duda que no saldrían vivos de aquella misión tan peligrosa. Mientras se ponían sus trajes, observaron que necesitarían un ayudante para sujetarles la lámpara subacuática desde el borde de la piscina mientras ellos trabajaban en las profundidades. Y miraron a los ojos a los hombres que tenían alrededor. Entonces, uno de ellos, un joven trabajador de la central, sin familia, llamado Boris Baranov, se levantó y dijo:
—Yo iré con ustedes.
Los tres caminaron los 1,200 metros que había hasta el nivel afectado. Y bajo aquel cielo gris y los restos fulgurantes de un reactor nuclear, los dos ingenieros se sumergieron en la piscina de burbujas del nivel –0,5 mientras Boris Baranov les sujetaba la lámpara subacuática. La lámpara estaba dañada, y falló poco después. Desde el exterior, ya nadie podía oírlos ni verlos. Pero, de pronto, las esclusas comenzaron a abrirse, y 1,000,000 de metros cúbicos de agua radioactiva escaparon en dirección al estanque preparado para tal efecto. Lo habían logrado. Alguien murmuró que los tres héroes acababan de salvar a Europa.
Hay versiones contradictorias sobre lo que sucedió después. La versión más extendida dice que jamás regresaron, y siguen sepultados allí. Esta es la historia de los tres héroes de Chernobyl, que escogieron morir para salvar a mucha gente que quizá no lo merecía. Eso mismo hizo Jesús por la humanidad entera: vino a este mundo contaminado y murió en la cruz para salvarnos del pecado. Pero a diferencia de los tres héroes, @Jesús no quedó sepultado para siempre, hoy él vive y te dice: «Así como yo vivo, tú también vivirás».
4 de marzo
Rescate del exterior
«No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno». Romanos 3:10-12, RV95
El submarino «Kursk» se hundió durante unos ejercicios de rutina en el mar de Barents. Oficialmente, el accidente fue causado por una explosión en el compartimiento de torpedos del sumergible. Este submarino, uno de los más modernos y seguros, era considerado prácticamente invulnerable. Su tripulación pertenecía a la élite de la Fuerza Naval Rusa.
El 12 de agosto de 2000, el submarino participaba en unos ejercicios de rutina. Según el escenario, tenía que atacar un grupo de portaaviones. El ataque debía comenzar a las 11:30 a.m. Pero en vez de un lanzamiento de torpedo, a la hora señalada se produjo una explosión. El torpedo detonó dentro del sumergible, provocando la explosión del resto de las municiones. A causa de esta explosión, el grueso casco del Kursk, capaz de soportar el impacto de un torpedo, se deformó cubriéndose de pliegues y agujeros. Casi toda la tripulación murió al instante. Los 23 sobrevivientes se encerraron en los compartimientos de atrás. El teniente capitán Dmitri Kolésnikov escribió pocas horas antes de su muerte: «12:08… No hay luz para escribir, pero trataré de hacerlo a tientas. Parece que no tenemos muchas probabilidades de supervivencia. Espero que alguien lea estas líneas. Aquí viene una lista de quienes nos encontramos en los compartimientos ocho y nueve, y trataremos de salir. Saludos a todos. No se desesperen. Kolésnikov».
¿Por qué no salieron nunca? Lamentablemente, no tenían acceso a la cámara de rescate. Para colmo de males, pocas horas después del accidente se descompuso la placa regeneradora de oxígeno. Solo podían ser rescatados desde afuera, pero como el rescate no llegó a tiempo, después de unas doce horas, los 118 marineros murieron.
El incidente del Kursk ilustra la deprimente situación en la que quedó la humanidad después de la entrada del pecado. Todos hemos sido afectados y no podemos hacer nada para salvarnos a nosotros mismos. Al igual que la tripulación del Kursk, nuestra salvación debe venir de afuera. ¿Y sabes qué? ¡Así fue! Dios envió a su Hijo Jesús para salvarnos del pecado y de la muerte. Hoy, gracias a él, tú y yo podemos ser libres. El mensaje de @Dios para ti hoy es: «La salvación está aquí. No desesperes».
5 de marzo
Vivir por fe
«Pues el evangelio nos muestra de qué manera Dios nos hace justos: es por fe, de principio a fin. Así lo dicen las Escrituras: “El justo por la fe vivirá”». Romanos 1: 17
El tema de la seguridad de la salvación causa mucha duda y preocupación en el creyente. Muchos cristianos suelen buscar seguridad en sí mismos y en sus obras, pero al ver sus errores, las caídas constantes y la inestabilidad espiritual que tan a menudo nos caracteriza, dudan de su salvación. Otros llegan a la conclusión de que nunca fueron realmente salvos. He visto a millones de personas en esta misma situación en mi país: suben el cerro de Monserrate de Bogotá de rodillas mientras otra persona les va colocando arena en cada escalón. En Cartagena suben al cerro de la Popa de espaldas. En Santo Tomás se hacen crucificar de manera real. En Buga caminan largas distancias a pie y descalzos, también se hacen flagelar y mil cosas más, buscando paz con Dios.
Se cuenta que Martin Lutero vivió gran parte de su vida asaltado por las dudas y preocupaciones que le ocasionaba el tema de la salvación. Su pecado le hacía sentir culpa, al punto de que vivía constantemente deprimido. Sentía que no era lo suficientemente bueno y que no merecía el perdón de Dios. Por eso se flagelaba y se imponía severas penitencias. Un día, mientras estudiaba las Escrituras en su oficina en Wittenberg, leyó Romanos 1: 17: «El justo por la fe vivirá». Aquel día se inició un cambio en su interior. Pensó toda la noche en ese pasaje. El Espíritu Santo obró en él de una manera tal que no pudo contenerse ante tal verdad.
Lutero entendió que la salvación solo se obtiene por gracia. Nosotros no la merecemos y nunca podremos hacer algo para ganarla o merecerla. La salvación solo puede obtenerse mediante la fe en Cristo Jesús. Después de recibir tan grande convicción y seguridad en la Palabra de Dios, encontró la paz tan esquiva que había buscado por tanto tiempo y estuvo dispuesto a dar su vida por esa verdad.
¿Y tú? ¿En quién confías? Hoy amanece un nuevo día, y la gracia de Dios está al alcance de todos. Basta solo con hacer de Jesús tu Salvador personal y Señor de tu vida. @Dios te dice hoy que «el justo vivirá por la fe».
6 de marzo
El secreto de la paz interior
«¿Podrá, pues, un simple hombre ser puro e inocente frente a Dios?». Job 25:4
La búsqueda de justicia por parte del ser humano es tan antigua como nosotros mismos. Desde el día en que nuestros primeros padres violaron la ley de Dios y quedaron sometidos a la muerte eterna, la humanidad ha estado buscando con ansias la manera de recuperar el estatus de pureza e inocencia frente a Dios. O sea, la reconciliación con Dios.
Era lunes y el pastor inició su jornada de atención en la oficina pastoral allí en la iglesia. Abrió su Biblia y comenzó a leer el capítulo correspondiente al año bíblico de ese día. Apenas había leído la mitad cuando lo vio aparecer. Caminó hasta el centro del patio, se arrodilló frente a la puerta principal de la iglesia y comenzó a llorar mientras golpeaba su cabeza contra la reja protectora. El pastor hizo su Biblia a un lado, salió de su oficina y llegó hasta donde estaba aquel extraño arrodillado.
—¿Le puedo ayudar en algo? —le dijo mientras colocaba su mano en el hombro.
Con los ojos bien abiertos y con una expresión de espanto en el rostro el hombre se levantó y empezó a correr hacia la salida. El pastor le dijo:
—No se vaya, aquí es el único lugar donde puede encontrar solución a su problema, de nada le sirve escapar, permítame ayudarle.
El hombre se detuvo, miró al pastor y, regresando, se arrojó a sus pies llorando desconsoladamente. Acto seguido le confesó al pastor que una semana atrás había asesinado a dos personas que habían entrado a su negocio de ropa usada para robar. Luchó contra ellos y en el forcejeo los había matado.
—Nadie me vio, porque era de madrugada pero desde entonces no puedo dormir, no me siento tranquilo, siento un peso en el corazón que me está matando y no sé qué hacer. ¡Ayúdeme, por favor!
Aquel día el pastor lo acompañó a la policía, allí el caballero confesó su crimen y se declaró culpable. Entonces vino la sorprendente respuesta del comandante del destacamento policial:
—Obviamente este es un caso de defensa personal. Hace varios meses le venimos dando seguimiento a esos delincuentes. Eran violentos y de seguro le hubieran quitado la vida. Váyase en paz, no presentaremos cargos contra usted».
Hoy, ese mismo caballero es cristiano y comparte el evangelio con otros. ¿Era inocente? No, pero fue perdonado y absuelto. Hoy @Dios te dice: «¿Quieres sentirte puro? ¿Quieres ser declarado inocente? Ven a mí, yo puedo darte el perdón y la paz que buscas».
7 de marzo
El perdón es gratuito
«Pero Dios, en su bondad y gratuitamente, los hace justos, mediante la liberación que realizó Cristo Jesús». Romanos 3: 24
¿Has escuchado hablar de la Kaaba? Es una estructura que se encuentra en la ciudad de Meca, en Arabia Saudita. Según la tradición islámica, allí se encuentra la piedra negra, que Gabriel le entregó a Abraham. Cada año, millones de musulmanes peregrinan hasta este lugar recorriendo grandes distancias para presentarse allí delante de Alá y cumplir así con el hach, la peregrinación anual. En la India, los peregrinos asisten desde diferentes partes del mundo para bañarse en las aguas milagrosas del río Ganges. Lo mismo buscaban los miembros de la tribu de los Huicholos cuando hacían nudos en un conjunto de cuerdas para luego arrojarlas en el fuego y de esa manera deshacerse de la culpa y de sus pecados.
Parece que en el interior de cada ser humano, independientemente de la cultura o etnia, se encuentra el deseo de encontrar la solución a la culpa. Por eso muchos encienden cirios y velas, llevan a cabo las más difíciles y penosas penitencias, otros dan cuantiosas ofrendas, construyen y donan. Pero al final siguen sufriendo bajo la pesada carga que castiga la conciencia.
En realidad podemos dividir las religiones en solo dos grandes grupos, dos grandes métodos para obtener la salvación. Uno de estos métodos fue ideado por Dios: la salvación por medio de la fe; y el otro, por los seres humanos: la salvación por medio de las obras y el esfuerzo personal. El primer método dice que la salvación es un regalo divino y que la única manera de alcanzarla es por medio de la fe, aceptando el ofrecimiento que Dios nos hace. El segundo camino enseña que la salvación es algo que debe forjarse, ganarse y que nosotros debemos lograrla por nuestros propios esfuerzos y méritos. Por eso, tanto en los países más civilizados como en las comunidades más sencillas vemos el incansable esfuerzo de muchos por merecer el favor divino.
¿Por qué nos cuesta tanto creer en la promesa divina? ¿Será por orgullo? @Dios dice por medio del apóstol Pablo: «Pero Dios, en su bondad y gratuitamente, los hace justos, mediante la liberación que realizó Cristo Jesús» (Romanos 3: 24). ¡El perdón es gratuito! ¿Tendrás el valor de aceptarlo por fe?
8 de marzo
¿Qué es la justificación?
«Puesto que Dios ya nos ha hecho justos gracias a la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo». Romanos 5: 1
Anteriormente te he contado un poco sobre cómo me encontré con el Señor (25 y 27 de enero). Hoy permíteme contarte un poco más sobre mi testimonio personal. Pocas semanas después de haber entregado mi vida a Jesús y de haber sellado un pacto con él en las aguas del bautismo sentía una felicidad indescriptible. Me sentía livianito, como si estuviera a punto de flotar en vez de caminar. Le conté a mi pastor cómo me sentía y él resumió todo lo que le dije en una sola frase:
—Has sido justificado.
¡Claro! ¿Cómo no lo había pensado antes? Ahora sentía el deseo de que todos lo supieran. Como en aquellos tiempos no había Facebook ni Instagram empecé a compartir mi experiencia de forma personal. Primero fui donde mi hermano por parte de madre, que era mayor que yo, y con mucho entusiasmo le dije:
—He sido justificado, me siento feliz, es una sensación maravillosa. Tú también puedes ser justificado, te invito para que lo seas.
Pero mi alegría chocó de frente contra su escepticismo:
—¿De qué disparate me estás hablando? ¿Qué es ser justificado?
Allí terminó mi alegría de un solo golpe. ¿Qué es «justificación»? Yo no lo sabía, así que tuve que reconocer que no lo sabía. Imagínate las burlas. Pensé que sencillamente él no estaba listo para las cosas de Dios, así que fui donde mi madre. Ella era una mujer muy sencilla, sin preparación académica. Con el mismo gozo le conté lo que estaba experimentando y le dije que ella podía ser justificada, que todos podían serlo en casa. Con la tranquilidad que siempre la caracterizó me miró a los ojos y me dijo:
—¿De qué disparates me estás hablando? ¿Que cosa es esa de la “justificación”?
Dado que la Biblia presenta este tema de forma tan prominente es importante que comprendamos qué es la justificación por la fe. @Dios contestó esta pregunta mediante una declaración de Elena G. de White que me gusta mucho: «Es la obra de Dios que abate en el polvo la gloria del hombre, y hace por el hombre lo que este no puede hacer por sí mismo» (Testimonios para los ministros, p. 410). ¡Qué gran mensaje! Dios hace por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos.
9 de marzo
Ropas de salvación
«En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios: porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia». Isaías 61: 10, RV95
Isaías utiliza la metáfora de ser vestidos con ropas para presentar la salvación. Esto contrasta con la desnudez que caracterizó la caída. Estas vestiduras de salvación que el profeta menciona han sido confeccionadas en el cielo y tenemos acceso a ellas gracias a la muerte de Cristo Jesús. Pero la adquisición de esta maravillosa vestidura que Cristo nos ofrece requiere el reconocimiento de nuestra propia pecaminosidad, impotencia e indignidad. En otras palabras: un arrepentimiento sincero.
Era el momento culminante de la predicación de esa noche. El evangelista estaba a punto de hacer el llamado para que los asistentes tomaran la decisión más importante de su vida: aceptar la salvación. De pronto, un hombre visiblemente borracho comenzó a caminar por el pasillo central del templo hacia la plataforma. El predicador miró hacia todos lados buscando la ayuda de los diáconos. Pero era demasiado tarde, el borracho llegó hasta donde él se encontraba, le arrebató el micrófono de las manos y tambaleándose comenzó a hablar:
—Lo que este señor acaba de decir en esta noche aquí es la purísima verdad. Todos los seres humanos estamos perdidos y necesitamos ayuda, no hay duda, no hay duda de eso. Por lo tanto, señores, háganle caso a este hombre, que bien ha hablado, porque de otra manera lo que nos espera es candela. He dicho.
Entonces le devolvió el micrófono al predicador y salió dando tumbos del lugar. El auditorio quedó en silencio. Entonces los presentes comenzaron a caminar hacia la plataforma. Al otro día, el evangelista se llevó una gran sorpresa, el borracho de la noche anterior estaba sentado en la primera fila de las bancas, visiblemente apenado. Cuando terminó la exposición de la noche, una dama se acercó al expositor y le dijo:
—Pastor, mi esposo es el borracho de anoche, llevo más de veinte años orando por él para que se convierta. Él está aquí y quiere pedirle disculpas.
Casi sin levantar la mirada, aquel hombre se excusó por lo que había hecho en la noche anterior y entonces dijo lo que no había dicho en veinte años:
—Yo soy la primera persona que necesita ayuda, necesito a Jesús. Por favor ayúdenme.
Al finalizar las conferencias, aquel hombre fue bautizado. Hoy es un miembro activo en aquella congregación. ¿Te gustaría a ti vestirte con las ropas celestiales de la salvación? Hoy @Dios te dice: «Ven a mí y te revestiré con mi justicia y perdón».
10 de marzo
Las cuerdas que nos atan
«Pero el Señor es bueno; cortó las cuerdas con que me ataban los impíos». Salmos 129: 4, NTV
Hace mucho tiempo que leí una frase impactante: «La justicia por la cual somos justificados es imputada; la justicia por la cual somos santificados es impartida. La primera es nuestro derecho al cielo; la segunda, nuestra idoneidad para el cielo» (Mensajes para los jóvenes, p. 32). Hoy deseo invitarte a meditar en una de las dos caras de la moneda que presenta este texto. Mañana reflexionaremos en el otro aspecto.
«Nos es imputada», es decir, se nos acredita, se nos cuenta gratuitamente, sin merecerla. Ya hemos hablado de este tema anteriormente, sin embargo es una de las verdades cardinales de las Escrituras. ¡La salvación es gratuita! Pablo escribió que «por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios. No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede gloriarse de nada» (Efesios 2: 8, 9).
Escuché de un caballero al que le costaba comprender que la salvación es gratis. Él había llegado a convertirse en un exitoso hombre de negocios y donaba generosamente a las obras de caridad de su ciudad. Con el tiempo comenzó a pensar que algunos líderes religiosos estaban destruyendo la verdadera religión. Entonces gastó miles de dólares en una campaña para denunciarlos. Trató de mostrarles cómo hacer las cosas correctamente. Pero no importó lo mucho que dio y se sacrificó. No parecía ser suficiente. El sentimiento de culpa persistió y finalmente tuvo que internarse en una institución mental. Mientras estuvo allí quemaba sus manos y pies, e incluso se hacía agujeros en los pies y las manos, imitando la crucifixión.
¿Cuándo comprenderemos que nuestros esfuerzos no bastan, que no son suficientes? Mis contribuciones a obras de caridad pueden ganarme el favor de la comunidad, el psicólogo puede ayudarme a lidiar con mis inseguridades, pero solo la Cruz de Cristo y la gracia que él nos ofrece puede darnos paz y seguridad. El mensaje de @Dios para ti hoy es el siguiente: «Hoy te regalo mi justicia, ella es tu derecho de entrada al cielo».