Kitabı oku: «Mensajes para los jóvenes», sayfa 4
Hacia alturas cada vez mayores
Por grandes o pequeños que sean los talentos de ustedes, recuerden que lo que tienen es de ustedes, pero que sólo lo tienen en custodia. Dios los prueba así, dándoles la oportunidad de mostrarse fieles. Le son deudores por todas las aptitudes que poseen. Las facultades del cuerpo, la mente y el espíritu le pertenecen, y han de usarlas para él. Ante aquel que lo da todo deben rendir cuenta del tiempo, la influencia, las aptitudes, la habilidad. El que por esfuerzos fervientes trata de llevar a cabo el gran plan del Señor para elevar a la humanidad, es quien mejor usa sus dones.
Perseveren en la obra que han empezado hasta ganar victoria tras victoria. Edúquense para un fin. Tengan en vista la más elevada norma para que puedan realizar cada vez mayor bien, reflejando así la gloria de Dios (The Youth’s Instructor, 25 de enero de 1910).
11 1 Juan 3:2, 3.
12 Juan 17:18.
Sección II
El ejemplo de Cristo nos muestra que nuestra única esperanza de victoria está en la continua resistencia a los ataques de Satanás. Aquel que triunfó sobre el adversario de los hombres en el conflicto de las tentaciones, comprende el poder de Satanás sobre el género humano, y lo ha vencido en favor de nosotros. Como vencedor, nos ha dado la ventaja de su victoria, para que, en nuestros esfuerzos por resistir las tentaciones de Satanás, podamos unir nuestra debilidad a su fortaleza, nuestra indignidad a sus méritos. Y sostenidos por su constante poder, bajo la fuerza de la tentación, podamos resistir en su nombre todopoderoso y vencer como él venció (The Signs of the Times, 4 de marzo de 1880).
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Satanás es un poderoso enemigo
El hombre caído es el cautivo legítimo de Satanás. La misión de Jesucristo fue libertarlo de su poder. El hombre se inclina naturalmente a seguir las sugerencias de Satanás y por sí mismo no puede resistir con éxito a un enemigo tan terrible, a menos que Cristo, el poderoso Vencedor, more en él, guiando sus deseos y dándole fuerza. Sólo Dios puede limitar el poder de Satanás. Éste anda en la Tierra de aquí para allá. Ni por un momento deja de estar alerta por temor a perder una oportunidad para destruir a los hombres. Es importante que el pueblo de Dios entienda esto, para que pueda evadir sus trampas.
Satanás disfrazado
Satanás está preparando sus engaños para que en su última campaña contra el pueblo de Dios, éste no lo reconozca. “Y no es de extrañar, el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz”.13 Mientras algunos seres engañados alegan que no existe, él los toma cautivos y trabaja en extenso grado por medio de ellos. Satanás conoce mejor que los hijos de Dios el poder que pueden tener sobre él cuando su fuerza está en Cristo.
Los más débiles creyentes en la verdad, cuando piden humildemente ayuda al poderoso Vencedor, pueden, confiando firmemente en Cristo, rechazar con éxito a Satanás y a toda su hueste. Él es demasiado astuto para presentarse abierta y osadamente con sus tentaciones, pues se despertarían entonces las adormecidas energías del cristiano, y confiaría en el fuerte y poderoso Libertador. Pero Satanás se presenta inadvertidamente y trabaja disfrazado a través de los hijos de la desobediencia que hacen profesión de piedad. Satanás hará uso de todo su poder para acosar, tentar y descarriar al pueblo de Dios.
Quien se atrevió a hacer frente, tentar y vituperar a nuestro Señor, y tuvo poder para tomarlo en sus brazos y llevarlo a las almenas del templo y a una montaña muy elevada, ejercerá su poder hasta un grado sorprendente sobre la presente generación, que es muy inferior en sabiduría a su Señor, y que ignora casi totalmente la sutileza y la fuerza de Satanás.
Afectará de un modo maravilloso los cuerpos de quienes se inclinan naturalmente a ejecutar sus mandatos. Satanás se congratula, por amor a su propia causa, de que se lo considere una ficción. Le conviene que se burlen de él, que lo representen con figuras infantiles, o como un animal. Se lo considera tan inferior, que las mentes no están preparadas para hacer frente a sus planes sabiamente trazados, y casi siempre tiene mucho éxito. Si se comprendiese su poder y sutileza, las mentes estarían preparadas para resistirlo con éxito...
La batalla por cada ser humano
Vi a ángeles malos que contendían por las personas, y ángeles de Dios que los resistían. El conflicto era recio. Los ángeles malos se amontonaban alrededor de los hombres, corrompiendo la atmósfera con su influencia venenosa y adormeciendo su sensibilidad. Los ángeles santos observaban ansiosamente a estas personas y aguardaban la oportunidad para hacer retroceder a la hueste de Satanás. Pero no es tarea de los ángeles buenos manejar las mentes contra la voluntad de los individuos. Si ceden al enemigo y no hacen ningún esfuerzo por resistirle, poco más pueden hacer los ángeles de Dios que contener las huestes de Satanás para que no destruyan, hasta que los que están en peligro reciban conocimiento adicional que los haga despertar y dirigir la vista al cielo en procura de ayuda. Jesús no comisionará a los santos ángeles a que saquen de apuros a los que no hacen esfuerzo alguno por ayudarse a sí mismos.
Si Satanás ve que está en peligro de perder a una persona, se esfuerza hasta lo infinito por conservarla. Y cuando el individuo se percata del peligro, y con aflicción y fervor mira a Jesús para obtener fuerza, Satanás teme perder un cautivo y pide un refuerzo de sus ángeles para cercar al pobre ser humano y formar a su alrededor un muro de tinieblas con el fin de que no reciba la luz del cielo. Pero si el que está en peligro persevera, y en su impotencia y debilidad confía en los méritos de la sangre de Cristo, Jesús escucha la ferviente oración de fe y envía un refuerzo de sus ángeles, que sobresalen en fuerza, para librarlo.
Satanás no puede soportar que se apele a su poderoso rival, pues teme y tiembla ante su fuerza y majestad [la de Cristo]. Toda la hueste de Satanás tiembla al sonido de la oración ferviente... Y cuando los ángeles todopoderosos, vestidos con la panoplia del cielo, acuden en ayuda del ser desfalleciente, perseguido, Satanás y su hueste retroceden, pues saben bien que su batalla está perdida (Review and Herald, 13 de mayo de 1862).
13 2 Corintios 11:14.
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El carácter del conflicto
La voluntad del hombre es agresiva y está constantemente esforzándose por doblegar todas las cosas a sus propósitos. Si está alistada de parte de Dios y la justicia, los frutos del Espíritu aparecerán en la vida; Dios ha señalado “gloria, honra y paz a todo el que obra el bien”.14
Cuando se permite que Satanás amolde la voluntad, él la usa para llevar a cabo sus fines. Fomenta teorías de incredulidad e incita al corazón humano a guerrear contra la Palabra de Dios. Con esfuerzos persistentes, perseverantes, trata de inspirar a los hombres con sus propias energías de odio y antagonismo contra Dios, y de ponerlos en orden de batalla contra las instituciones y los requerimientos del cielo y las operaciones del Espíritu Santo. Alista bajo su estandarte a todos los agentes del mal, y los lleva al campo de batalla bajo su mando, para oponer al bien el mal.
Llamamiento a oponerse a las fuerzas del mal
La obra de Satanás es destronar a Dios del corazón y moldear la naturaleza humana conforme a su propia imagen deforme. Excita todas las malas propensiones, despierta las pasiones impuras y las ambiciones. Declara: “Te daré todo este poder, estos honores, estas riquezas y estos placeres pecaminosos”. Pero pone por condición que la integridad sea sacrificada y la conciencia embotada. De ese modo degrada las facultades humanas, y las hace cautivas del pecado.
Dios llama a los hombres a oponerse a los poderes del mal. Dice: “No reine el pecado en vuestro cuerpo mortal, para obedecer a sus malos deseos. Ni tampoco ofrezcáis vuestros miembros como armas al servicio del pecado, sino ofreceos a Dios, como quienes han vuelto de la muerte a la vida; y ofreced vuestros miembros a Dios por instrumentos de justicia”.15
La vida del cristiano es una lucha. Pero “no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra dominadores de este mundo de tinieblas, contra malos espíritus de los aires”.16 En este conflicto de la justicia contra la injusticia, sólo podemos tener éxito mediante la ayuda divina. Nuestra voluntad finita debe ser sometida a la voluntad del Infinito; la voluntad humana debe unirse a la divina. Esto traerá al Espíritu Santo en ayuda de nosotros, y cada conquista tenderá a la recuperación de la posesión comprada por Dios, a la restauración de su imagen en el ser.
La ayuda del Espíritu Santo
El Señor Jesús actúa mediante el Espíritu Santo, pues éste es su representante. Por su medio infunde vida espiritual en el ser, avivando sus energías para el bien, limpiándola de la impureza moral, y dándole idoneidad para su reino. Jesús tiene grandes bendiciones para otorgar, ricos dones para distribuir entre los hombres. Es el Consejero maravilloso, infinito en sabiduría y fuerza, y si queremos reconocer el poder de su Espíritu y someternos a ser amoldados por él, nos haremos completos en él. ¡Qué pensamiento es éste! En Cristo “habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. Y vosotros estáis completos en él”.17 El corazón humano nunca conocerá la felicidad hasta que se someta a ser amoldado por el Espíritu de Dios. El Espíritu conforma el ser renovado al modelo, Jesucristo. Mediante la influencia del Espíritu, se transforma la enemistad hacia Dios en fe y amor, el orgullo en humildad. El ser humano percibe la belleza de la verdad, y Cristo es honrado por la excelencia y perfección del carácter. Al efectuarse estos cambios, prorrumpen los ángeles en arrobado canto, y Dios y Cristo se regocijan por las personas formadas a la semejanza divina...
El precio de la victoria
La lucha entre el bien y el mal no se ha vuelto menos fiera de lo que era en los días del Salvador. El camino al cielo no es más liso ahora que entonces. Debemos apartar todos nuestros pecados. Debemos abandonar toda indulgencia predilecta que obstaculice nuestro progreso espiritual. Si el ojo derecho o la mano derecha son causas de ofensa, debemos sacrificarlos. ¿Estamos dispuestos a renunciar a nuestra propia sabiduría y a recibir el reino de los cielos como niñitos? ¿Estamos dispuestos a deshacernos de nuestra propia justicia? ¿Estamos dispuestos a sacrificar la aprobación de los hombres? El premio de la vida eterna es de valor infinito. ¿Estamos dispuestos a dar la bienvenida a la ayuda del Espíritu Santo y a cooperar con él, haciendo esfuerzos y sacrificios proporcionales al valor del objeto a obtenerse? (Review and Herald, 10 de febrero de 1903).
14 Romanos 2:10
15 Romanos 6:12, 13.
16 Efesios 6:12.
17 Colosenses 2:9, 10.
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El esfuerzo especial de Satanás
Me ha sido mostrado que debemos estar en guardia por todos lados y resistir con perseverancia las insinuaciones y estratagemas de Satanás. Él se ha transformado en un ángel de luz y esta engañando y llevando cautivos a miles. Es tremenda la ventaja que saca de la ciencia de la mente humana. Aquí, bajo la apariencia de serpiente, se arrastra imperceptiblemente para corromper la obra de Dios. Hace humanos los milagros y las obras de Cristo.
Si Satanás hiciese un ataque abierto y atrevido al cristianismo, llevaría al cristiano afligido y agonizante a los pies de su Redentor, y el poderoso y fuerte Libertador haría huir atemorizado al osado adversario. Pero Satanás, transformado en ángel de luz, obra sobre la mente para seducirla y apartarla del único camino seguro y recto. Las ciencias de la frenología, la psicología y el mesmerismo han sido el conducto por el cual Satanás se ha allegado más directamente a esta generación, y ha obrado con ese poder que iba a caracterizar su obra hacia el fin del tiempo de gracia.
Al acercarnos al fin del tiempo, la mente humana es afectada más fácilmente por los ardides de Satanás. Este induce a los mortales engañados a atribuir las obras y los milagros de Cristo a principios generales. Satanás ha ambicionado siempre falsear la obra de Cristo y establecer su propio poder y sus pretensiones. Por lo general, no lo hace abierta y osadamente. Es astuto, y sabe que el medio más eficaz de efectuar su obra consiste en presentarse al pobre hombre caído, en forma de ángel de luz.
En el desierto, Satanás se presentó ante Cristo en forma de hombre joven y hermoso, más parecido a un monarca que a un ángel caído. En su boca traía las Escrituras. “Escrito está”, etc., le decía. Nuestro Salvador, doliente, le hizo frente con la Escritura, diciendo: “Está escrito”.18 Satanás sacó ventaja del estado débil, doliente de Cristo, quien tomó sobre sí nuestra naturaleza humana...
La confianza propia es fatal
Si Satanás consigue nublar y engañar la mente humana de tal manera que induzca a los mortales a pensar que hay en ellos poder inherente para realizar obras grandes y buenas, éstos dejan de confiar en que Dios hará en favor de ellos lo que creen poder hacer por sí mismos. No reconocen un poder superior. No dan a Dios la gloria que él reclama y que se debe a su grande y excelente majestad. De este modo se realiza el intento de Satanás. Se alegra de que el hombre caído se exalte presuntuosamente, así como él se exaltó en el cielo y fue expulsado. Sabe que si el hombre se exalta a sí mismo, su ruina es tan segura como lo fue la suya.
La destrucción de la confianza
Él [Satanás] ha fracasado al tentar a Cristo en el desierto. Se ha consumado el plan de salvación. Ha sido pagado el caro precio para la redención del hombre. Y ahora Satanás trata de arrancar el cimiento de la esperanza del cristiano, y dirigir las mentes de los hombres por otro cauce, de modo que no sean beneficiados ni salvados por el gran sacrificio ofrecido. Él induce al hombre caído, mediante “todo tipo de maldad”,19 a creer que puede muy bien arreglarse sin propiciación; que no necesita depender de un Salvador crucificado y resucitado; que los méritos propios del hombre le darán derecho al favor de Dios; y luego destruye la confianza del hombre en la Biblia, sabiendo bien que está seguro si tiene éxito en esto, y es destruido el detector que lo señala.
Afirma en las mentes la ilusión de que no hay demonio personal, y los que creen esto no se esfuerzan por resistir lo que no existe y luchar contra ello; así, los pobres y ciegos mortales adoptan finalmente la máxima: “Todo lo que existe está bien”. No reconocen regla para medir su conducta. Satanás induce a muchos a creer que la oración a Dios es inútil, que no es sino una forma. Bien sabe él cuán necesarias son la meditación y la oración para mantener despiertos a los seguidores de Cristo para que resistan su astucia y sus engaños. Los ardides de Satanás apartarán la mente de estas prácticas importantes para que la persona no se apoye en el Poderoso para recibir ayuda y obtener fuerza para resistir sus ataques...
Convendrá a sus propósitos que descuidemos la práctica de la oración, pues entonces se aceptan más fácilmente sus maravillas mentirosas. Al presentar sus tentaciones engañosas al hombre, Satanás cumple el objeto que no pudo realizar al tentar a Cristo. A veces se presenta bajo la forma de una hermosa persona joven, o de una bella sombra. Efectúa curaciones y es adorado por mortales engañándolos como benefactor de nuestra raza...
El dominio de la mente
Me ha sido mostrado que Satanás no puede manejar las mentes a menos que ellas cedan a su dominio. Los que se apartan de la rectitud están ahora en serio peligro. Se separan de Dios y del cuidado vigilante de los ángeles de Dios, y Satanás, que siempre está en acecho para destruir a los seres humanos, empieza a presentarles sus engaños y los pone en extremo peligro. Y si ellos se dan cuenta, y tratan de resistir a los poderes de las tinieblas y de libertarse de la trampa de Satanás, no les resulta tarea fácil. Se han aventurado a penetrar en terreno de Satanás y él los reclama. No vacilará en emplear todas sus energías y en llamar en su ayuda a toda la hueste del mal para arrebatar a un solo ser de la mano de Cristo.
Quienes han incitado al demonio a que los tiente, tendrán que hacer esfuerzos desesperados para libertarse de su poder. Cuando empiecen a trabajar en favor de sí mismos, acudirán a rescatarlos los ángeles de Dios, a quienes han entristecido. Pero Satanás y sus ángeles no están dispuestos a perder su presa. Luchan con los santos ángeles y es severo el conflicto. Y si los que han errado continúan suplicando y confiesan con profunda humildad sus errores, los ángeles de irresistible poder prevalecerán y los arrebatarán del poder de los ángeles malos.
El velo se levanta
Al levantarse el velo y mostrárseme la corrupción de esta época, mi corazón enfermó y mi espíritu casi desfalleció dentro de mí. Vi que los habitantes de la Tierra estaban llenando la medida de la copa de su iniquidad. Se encenderá la ira de Dios, y no será apaciguada hasta que los pecadores sean eliminados de la Tierra.
Satanás es el enemigo personal de Cristo. Es el originador y director de toda clase de rebelión en el cielo y en la Tierra. Su furia aumenta, y no nos damos cuenta de su poder. No nos sentiríamos tan seguros si pudieran abrirse nuestros ojos para discernir a los ángeles caídos cuando trabajan con quienes viven descansadamente y se consideran seguros. En todo momento los ángeles malos siguen nuestros pasos. Esperamos en los hombres malos una disposición a actuar de acuerdo con las sugerencias de Satanás; pero mientras nuestra mente no esté en guardia contra los agentes invisibles de Satanás, éstos ganarán nuevo terreno y obrarán maravillas y milagros a nuestra vista. ¿Estamos preparados para resistirlos por la Palabra de Dios, única arma que podemos usar con éxito?
Algunos serán tentados a aceptar estas maravillas como procedentes de Dios. Los enfermos serán sanados ante nuestros ojos. Se realizarán milagros a la vista de nosotros. ¿Estamos preparados para la prueba, cuando sean exhibidas más plenamente las maravillas engañosas de Satanás? ¿No serán entrampadas y tomadas muchas personas? El error, en sus distintas formas, el alejamiento de los claros preceptos y mandamientos de Dios y el prestar oídos a las fábulas, son cosas que preparan las mentes para estas maravillas engañosas de Satanás. Todos debemos tratar ahora de armarnos para la lucha en la cual deberemos empeñarnos pronto. La fe en la Palabra de Dios, estudiada con oración y aplicada prácticamente, será nuestro escudo contra el poder de Satanás, y nos hará salir vencedores mediante la sangre de Cristo (Review and Herald, 18 de febrero de 1862).
18 Mateo 4:4, 7, 10.
19 2 Tesalonicenses 2:10.
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La tentación no excusa el pecado
No hay en nuestra naturaleza impulso alguno, ni facultad mental o tendencia del corazón, que no necesite estar en todo momento bajo el dominio del Espíritu de Dios. No hay bendición alguna otorgada por Dios al hombre, ni prueba permitida por él, que Satanás no pueda ni desee aprovechar para tentar, acosar y destruir a la persona si le damos la menor ventaja. En consecuencia, por grande que sea la luz espiritual de uno, por mucho que goce del favor y de las bendiciones divinas, debe andar siempre humildemente ante el Señor, y suplicar con fe a Dios que dirija cada uno de sus pensamientos y domine cada uno de sus impulsos.
Todos los que profesan la vida piadosa tienen la más sagrada obligación de guardar su espíritu y de dominarse ante las mayores provocaciones. Las cargas impuestas a Moisés eran muy grandes; pocos hombres fueron jamás probados tan severamente como lo fue él. Sin embargo, ello no excusó su pecado. Dios proveyó ampliamente en favor de sus hijos; y si ellos confían en su poder, nunca serán juguetes de las circunstancias. Ni aun las mayores tentaciones pueden excusar el pecado. Por intensa que sea la presión ejercida sobre el ser, la transgresión es siempre un acto de nosotros. No puede la Tierra ni el infierno obligar a nadie a que haga el mal. Satanás nos ataca en nuestros puntos débiles, pero no es preciso que nos venza. Por severo o inesperado que sea el asalto, Dios ha provisto ayuda para nosotros, y mediante su poder podemos ser vencedores (Patriarcas y profetas, p. 446).