Kitabı oku: «Las miradas múltiples», sayfa 7

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Mélinton Eusebio Ordaya


Estudió derecho en la Universidad San Cristóbal de Huamanga. Es abogado. Fue guionista, director artístico, productor y actor de Lágrimas de fuego (1996). Ha dirigido Qarqacha, el demonio del incesto (2002), Almas en pena (2005) y Bullying maldito, la historia de María Marimacha (2015). En el 2012 ganó uno de los premios en el concurso convocado por el Ministerio de Cultura para Desarrollo de Proyectos de Largometrajes, con Mi nombre es Bullying. La entrevista fue realizada el 28 de mayo del 2013, en Lima.

¿Cuántos años tienes, dónde naciste, a qué se dedican tus padres?

Acabo de cumplir treinta y seis años. Vengo de Ayacucho, nací en 1977, en una localidad de la provincia de Vilcashuamán que se llama Pomacocha. Mis padres son Benigno Eusebio Bautista y Emilia Ordaya Sosa. Mi padre se dedica al comercio y mi madre a la casa.

¿Tus estudios?

Inicial, primaria y secundaria los realicé en Ayacucho. Estudié derecho en la Universidad San Cristóbal de Huamanga, e hice un posgrado en Derecho Civil y Comercial en Lima, en la Universidad de San Marcos. Soy abogado de profesión, pero cineasta de pasión. Hay etapas en las cuales vivo de mi carrera de abogado, hay etapas en las cuales hago negocios con mi empresa, y hay etapas en las cuales también vivo del cine, como ahora, que he vuelto.

¿Qué negocios tienes?

Tengo un hotel en Ayacucho.

¿Puedes mencionar tu filmografía?

Mi primera película fue Lágrimas de fuego; mi segunda película fue Qarqacha, el demonio del incesto; la tercera película, Almas en pena. Y bueno, pronta a estrenarse, María Marimacha. Aparte, tengo un cortometraje que he realizado hace dos años, pero que todavía no ha salido a la luz.

En el cine, ¿tu formación es autodidacta?

Sí. Cuando terminé el colegio yo estaba muy seguro de que quería estudiar cine, pero mis padres optaron por inducirme a que estudie derecho.

¿Cómo nació tu afición por el cine?

De pequeño leí muchas historietas, leía bastante El llanero solitario, por ejemplo. Con mi hermano mayor coleccionábamos esas pequeñas obras, y, sin darme cuenta, iba creando historias en mi cabeza. También hacía teatro en el colegio. Entonces, en un momento me dije: “Si tengo un grupo que actúa, y tengo historias en la cabeza, ¿por qué no me consigo una cámara y esto lo plasmo en una película?”. Así va surgiendo la idea de hacer una película.

¿Qué tipo de películas veías en esa época escolar?

Las películas que llegaban a Ayacucho. Había tres cines. Entonces en el cine Municipal se presentaban películas clásicas, películas hindúes como Joker, 200 millas en busca de mamá. Todas esas películas dramáticas.

LÁGRIMAS DE FUEGO

¿Puedes contarnos cómo fue la realización de Lágrimas de fuego?

La realización de esa película ha sido accidentada, pues se aprendió cine haciendo cine. No teníamos los medios, no conocíamos de realización, no había muchas películas que tuviéramos de referencia. Simplemente había esas ganas, esa obsesión de poder realizar una película. Por todo ese desconocimiento es que hemos tenido problemas, y también hizo que se alargara más de un año el rodaje.

¿Pero cómo fue que surgió la idea de hacer la película?

Bueno, en verdad, sin pecar de egocéntrico, yo he realizado esa película. He escrito el guion, y he buscado a José Huertas para que pueda producirla junto conmigo. Tenía dieciséis años, era jovencísimo para realizar una película y para poder manejar a la gente.

¿Por qué buscaste a José Huertas?

Lo busqué porque él tenía experiencia en teatro, y convoco a un casting para poder realizar la película. A ese casting asisten Lucho Berrocal y mucha gente que ha apoyado en la película. En el transcurso de la filmación, José Huertas abandona el proyecto y me deja. Yo seguí porque era un joven obsesionado por terminar la película. Y, ya casi para estrenarla, vuelvo a convocar a Huertas porque no me parecía que yo debía estrenarla solo, porque sentía que la habíamos empezado los dos, que bien o mal habíamos tenido un trato. Y, bueno pues, vuelve. Es así como estrenamos la película. Yo estoy bien agradecido del trabajo de Luis Berrocal, pero en Lágrimas de fuego él participó como asistente de producción y como actor. Yo no desmerezco su trabajo, pero creo que, cuando hay que decir la verdad, hay que hacerlo. En ningún momento ha sido parte de la producción ni de la dirección. En la película él figura como asistente de producción o como coordinador general, algo así.

Cuando la película se exhibió en Lima, en el Cafae, la trajeron José Huertas y Luis Berrocal. En los créditos de esa versión el director es José Huertas. Tú no apareces como codirector.

Lo que pasa es que esa es una versión de la película que ellos realizaron. Me parece que eran como unas dieciséis cintas en VHS las que teníamos. Nos repartimos con José Huertas: ocho para él y ocho para mí. Esas eran las originales. Y ambos sacamos una copia de todas las imágenes que habíamos seleccionado. Ese fue nuestro último encuentro. Allí nos separamos.

En la copia que estrenaron en Ayacucho, ¿salías tú como director en los créditos?

Claro, por supuesto. Salíamos tanto Huertas como yo.

O sea los dos figuraban como codirectores.

No, no figuraba como codirector. Nosotros no sabíamos el término. Él aparece como productor y director, y yo aparezco como productor y director artístico. Algo así.

¿Director artístico estaba referido a la dirección de actores?

En verdad nosotros la hemos dirigido con Huertas. En el tiempo que no estaba yo, él lo hacía. Pero más es mi trabajo porque, como te digo, Huertas en un momento abandonó el proyecto.

¿El guion era tuyo?

El guion es mío totalmente. Todavía guardo algunos manuscritos del guion. Yo respeto mucho a Lucho Berrocal y estoy muy agradecido de su trabajo, pero creo que hay cosas que no se pueden decir. Lucho y José Huertas han seguido trabajando juntos. Hay trabajos que han realizado con su productora, Pasión sangrienta, Gritos de libertad. Esas películas yo las he visto en el cine, pero la dirección la ha tenido José Huertas. Por eso me sorprendió cuando me enteré de que las presentaron en Cafae, y Lucho figuraba como director. A mí me parecía raro eso. Tuve la ocasión de preguntarle qué pasó. Lucho me dijo que Huertas ya no quería dedicarse al cine y que le había cedido los derechos de sus películas, que le había manifestado: “Explótalas de la forma que te convenga”. Entonces me imagino que, como con José Huertas teníamos la coproducción de Lágrimas de fuego, él podría creer que también estaría cediendo los de esta película; pero no es así. Cuando ellos se hicieron socios, fue después de Lágrimas de fuego. Un poco por todos esos problemas fue que yo me alejé. Dije: “Nunca más una sociedad”. Ellos sí se asociaron y formaron una empresa. Y bueno, aunque no lo creas, esas cositas hasta ahora son delicadas de tocar entre nosotros y, a veces, cuando estamos juntos, preferimos hablar de otros temas.

¿Cómo se conocieron tú, Huertas y Berrocal?

Nos conocimos porque Palito Ortega hizo una convocatoria, un casting. Palito tenía un proyecto de hacer una película; pero el proyecto se iba alargando hasta que él lo abandonó. Entonces es cuando yo empiezo a escribir mi propio guion. Tenía diecisiete años, y debía buscar la ayuda de alguien. Es así como convoco a José Huertas. Y cuando nosotros ya estamos a punto de terminar la película, es por nuestra motivación que Palito empieza nuevamente a hacer cine. Eso es algo de lo que, creo, no se ha hablado. Es a consecuencia de que se enteró de que estábamos haciendo una película que él, me imagino, ha dicho: “No me voy a quedar, yo también voy a hacer mi película”. Después de Lágrimas de fuego Palito saca su Dios tarda pero no olvida, pero siempre con esa motivación de que había chicos que estaban con ese sueño de estrenar una película.

Digamos que cuando la película se estrenó, Huertas y tú todavía estaban de acuerdo. ¿En qué momento viene la separación?

No, no, las diferencias ya venían desde la producción. Lo que pasa es que yo era muy joven, y José Huertas quiso manejarme, manipularme, de alguna manera. Yo siempre he sido una persona a la que le gusta trabajar de una manera correcta. Por eso, después de que Huertas abandona, le pido que vuelva y terminemos la película, porque me parecía correcto terminarla de esa forma. Pero ya había unos resquebrajamientos, justamente por la forma de plantear la película. Huertas decía una cosa, yo decía otra. No hablábamos el mismo lenguaje. En el título también tuvimos discrepancias. En principio, la película se iba a llamar Lágrimas de sangre. Y, bueno pues, sucedió algo curioso. Estábamos en la edición, llega la hora de almuerzo y cada uno se va. Quedamos como a las cuatro o cinco de la tarde para continuar con la edición. Ya al final, estábamos poniendo títulos, créditos y todo eso. Y, bueno, me sorprendió que cuando yo quise darle una revisión final, Huertas no quería que lo hiciera. Me pareció raro; pero, bueno, yo era el director y tenía que verla. Y la vimos. Había cambiado el título, la tipografía, o sea muchas cosas que a mí me disgustaron. Y se lo dije allí, ¿por qué hacía eso?, le dije que estaba completamente mal. Entonces comenzó la riña.

Pero faltaba muy poco para el estreno.

Sí, estrenamos.

¿Pero cómo estrenaron? ¿Sin acuerdo sobre el título?

Lo que pasa es que ya teníamos fecha. Ya teníamos fecha en el cine y, recuerdo, la película la terminamos de editar a unas horas del estreno. La edición se terminó prácticamente el día del estreno, y ya no podíamos hacer nada. Era cumplir con el público. Recuerdo que, en el cine, yo estaba disgustado con esas cosas y Huertas me dijo: “Oye, chibolo de mierda, si sigues así te voy a sacar la mierda”. Entonces, bueno, llegamos a un extremo en el cual lo mejor era esa separación de las cintas. Él se llevó ocho, yo me llevé ocho. Y esa es la razón por la que, a partir de esas cintas, ellos hacen una nueva versión, con otros créditos.

¿Qué te motivó a escribir Lágrimas de fuego?

Después de la etapa del terrorismo, en Ayacucho otro mal social fue el pandillaje. Era un problema gravísimo, fuerte. Era el otro Sendero. Entonces no era difícil crear sobre ese tema. Estaba en el ambiente. El guion lo escribí yo solo, y con el guion en la mano lo busco a Huertas.

¿El guion no sufrió transformaciones durante todo el año que duró el rodaje?

Sí, pero mínimas. Justamente allí se dieron los encuentros con Huertas, porque él tenía otra visión, y yo quería ceñirme al guion.

¿Cuál fue la participación de Jaime Pacheco?

Yo tuve un primer camarógrafo, Emerson Quispe. Era corresponsal del canal 9 y nos dijo que había estudiado en la Charles Chaplin, pero al final no nos gustó su trabajo. Lo cambiamos. Después estuvo un tal Flavio, también cambiamos. Y yo, con el guion en la mano, busco a Pacheco, después de tener dos camarógrafos. Es así como lo conozco y es así como él entra, de alguna forma, en el mundo del cine. Su apoyo ha sido valioso, pero igual, dejamos de trabajar con él y buscamos otro camarógrafo.

¿Y quién editó?

También ha sido por etapas. Yo y Huertas hicimos una preedición, apoyados por Luis Enrique [Berrocal]. Teníamos dos VHS, pegábamos y copiábamos. Después hicimos la edición con el señor Flavio, que editaba matrimonios, quinceañeros, porque para nosotros era un poco difícil darle el acabado, el post, por decirlo de esa manera.

¿Cómo fue el estreno?

La estrenamos junto con Huertas y también con un productor. En verdad, ya no teníamos dinero para exhibirla. Entonces, como necesitábamos dinero, buscamos a un productor para la exhibición. Era una persona que también hacía fotografía, videos de matrimonios, quinceañeros. Le interesa la idea y se hace parte de nuestra productora. Él era Machi Miranda. Era muy alejado del cine. Su intención únicamente ha sido: invierto para el estreno, sale algo, y me beneficio. Después no se ha sabido más de él.

La película fue un éxito.

Sí, fue un éxito. Fue una novedad. Definitivamente, la gente se identificaba con la película, que era una película ayacuchana. Y la prensa estuvo allí presente. Yo guardo esos periódicos, en los que se me hacía entrevistas, se hacía la publicidad y todo eso.

¿Tuvieron una ganancia importante?

No hubo ganancia porque el tiempo de rodaje se alargó a más de un año. Debíamos a todo el mundo. Prácticamente, lo obtenido ha sido para pagar las deudas que teníamos. Se les hizo una pequeña fiesta a los actores. No hubo ganancia, pero tuvimos la gran satisfacción de haber realizado una película.

QARQACHA, EL DEMONIO DEL INCESTO

Tu siguiente película fue Qarqacha, el demonio del incesto, ¿en qué momento comienzas a hacerla?

Después de Lágrimas de fuego, yo estaba asustado con las coproducciones, por la mala experiencia que había tenido, y me dije: a producir solo. Pero paralelamente estaba en la universidad; mi familia me exigía, querían que fuera abogado. Es así que ni bien termino la carrera, inmediatamente produzco Qarqacha, el demonio del incesto. La estreno en el año 2002. Ya desde el año 2001 venía escribiéndola, venía con las ideas.

¿Cómo financias Qarqacha, el demonio del incesto?

Recursos propios, apoyo de algunos amigos, la familia. Recuerdo que tenía una deuda hasta con mi enamorada.

¿Cómo aprendiste a escribir guiones?

Como les decía, he leído bastante desde muy pequeño. También, soy una persona muy metida en mí mismo, siento esa satisfacción de escribir. Los guiones siempre los estructuraba por escenas, siempre los trabajaba de esa manera. Recuerdo que en Lágrimas de fuego había hecho unos ficheros, y en cada fichero había una escena.

Estrenas en el 2002, pero hay todo un conflicto con Palito Ortega. Palito ha dicho varias veces, en distintas entrevistas, que él había anunciado Jarjacha antes que tú, y que aprovechaste la publicidad que él hizo del lanzamiento de su Jarjacha, para hacer tu propia versión y estrenarla antes que él.

Mira, eso es completamente falso. Lo que pasa es que a Ortega nunca le ha gustado el éxito de Qarqacha. Después de Lágrimas de fuego, él estrena su película Dios tarda pero no olvida. Tuvo éxito, pero la respuesta masiva que tuvo Qarqacha era incomparable con sus trabajos anteriores. La he pasado diez semanas en salas; en cada función entraban ochocientas, mil, mil doscientas personas. Era increíble de verdad. Prácticamente todo el mundo sabía de la película, toda la gente quería verla, y, obviamente, eso a Palito nunca le ha gustado, nunca lo ha aceptado. Él hace ver que también tenía en mente hacer Jarjacha, que no era un proyecto de él, sino de su hermano, ya fallecido. Él hace saber que yo tuve un encuentro con su hermano, y que su hermano me cuenta el proyecto, y yo lo tomo. Yo le he dicho a Palito: “Palito, yo nunca tuve la ocasión de conversar con tu hermano, mal haces en meter a tu hermano fallecido en esto”. Él encontró esa fórmula para defenderse de una actitud inadecuada que tomó. Lo que pasa es que el actuar de Palito fue el siguiente: Qarqacha es todo un éxito y obviamente anuncio la segunda parte, como pasa con toda película exitosa. Yo ya estaba escribiendo el guion para la segunda parte de Qarqacha, y entonces lo que hace Palito es presentar su Jarjacha como una segunda parte. Y a la gente no le interesa quién realiza una película, Palito o Mélinton; la gente quiere ver la segunda parte. Eso es algo totalmente cuestionable, y yo se lo hice saber en su oportunidad. Entonces él tenía que encontrar una justificación a todo su actuar. Pero el año pasado nos tomamos unas cervezas, hablamos y dijimos las cosas como tienen que ser. Y Palito, en su momento, me dijo: “Pero dime la verdad, ¿mi hermano no te dijo…?”. “Te lo estoy diciendo, Palito, nunca he tenido la oportunidad de hablar con él”. “Ah ya, entonces allí nomás quedamos, el conflicto terminó”.

¿Las películas no fueron hechas simultáneamente?

No, para nada. Palito estrena el 2003. Yo estreno en noviembre del 2002. Palito habrá estrenado en abril o mayo del 2003. Filma primero Jarjacha 1, y la 2 la filma de corrido. Entonces pasa la primera semana Jarjacha 1, y la segunda semana presenta Jarjacha 2. Pero en todo momento su publicidad ha sido: Jarjacha 2. Y mal que todavía diga que yo lo he copiado, o cosa parecida. Tampoco tendría por qué hablar eso porque ya antes de que yo haga Qarqacha, más o menos unos tres o cuatro años antes, ya se rumoreaba que querían hacer Jarjacha. Cuando yo todavía estaba en la universidad, se decía que la iban a hacer Luis Enrique Berrocal con un tal Miguel Báez, que tenía un canal en Ayacucho. Luis Enrique me dice, inclusive, que empezaron a filmar, que hay escenas, no sé cuántos minutos; pero que lo dejaron porque no podían realizar los efectos que eran necesarios. O sea, ya era un tema que sonaba, tanto Jarjacha como Pishtaco, porque en Ayacucho, pues, es común hablar de eso, es como desayunar.

¿Cómo fue la producción de Qarqacha? ¿Cómo reuniste a los actores, a los técnicos para hacer la película?

Bueno, ya conocía a Jaime Pacheco por la experiencia con Lágrimas de fuego. Lo busco y firmo un contrato para que me haga la cámara y la edición. Hago un casting, y nos vamos a un pueblo a filmar la película. El rodaje lo hicimos en cuatro semanas.

¿Corridas?

No, no, en tiempos. Más o menos en un promedio de cinco meses, cinco a seis meses.

¿No tuvieron problemas en el pueblo?

En el pueblo tuvimos problemitas, pero ya después del estreno, porque la gente del otro pueblo empezó a fastidiar a la comunidad, a decirles jarjachas. Me buscaron y me dijeron: “Pucha, lo que has hecho”.

¿Pero durante el rodaje no tuviste problemas?

En la producción, ya no. Ya había tenido una experiencia, había firmado contrato con los técnicos. El problema que tuve fue con los actores, porque yo no me imaginaba la respuesta masiva que iba a tener Qarqacha. También tuve una diferencia con Jaime Pacheco, porque él, antes de que se estrene la película, me pide que le pague, que cumpla con el contrato. Me imagino que él pensaba: “Si no sale bien, tal vez no me pagan”. Entonces, yo cumplo con pagarle antes del estreno. Y se estrena, es todo un éxito, y a la tercera semana busco a Jaime y le entrego dinero fuera del contrato. Bueno, fue mi voluntad. Me dijo: “Mélinton, bacán, bien, bien”. Pero la película seguía pues, quinta, sexta, séptima semana, y nuevamente Jaime me buscó, y me dijo: “Mélinton, lo que me has pagado es nada con todo el billete que te estás llevando”. Entonces, no me pareció adecuado. “Jaime, yo cumplí; si las cosas hubieran sido malas, yo creo que no hubieras ayudado con las deudas”. Se lo dije de una manera adecuada, pero él no lo entendió; entendió que su trabajo no estaba siendo valorado. Y bueno, pues, convocó a los actores y azuzó a la gente; había extras que querían cobrarme tres mil soles. Entonces hubo un pequeño conflicto por ese lado, pero no de autoría, simplemente por el lado de que Jaime sentía que no estaba siendo remunerado.

Ya en Qarqacha hay un cambio tecnológico. ¿Con qué cámara la hiciste?

Con una cámara Hi8 3CCD. Era de una ONG que nos la alquiló. La sacábamos en la mañana y teníamos que devolverla en la tarde.

¿Cuánta gente vio Qarqacha?

Yo me imagino que en sala de cine deben de haberla visto, sin exagerar, unos cien mil espectadores.

¿Estás contando no solo Ayacucho, sino a todos los otros departamentos adonde has ido?

Claro.

¿Además de Ayacucho, a qué otras ciudades fueron?

Huanta, Abancay, Andahuaylas, Huancavelica, Huancayo, todas sus provincias…

¿Tú has hecho todo ese recorrido llevando la película?

Todo. En verdad con Qarqacha pensaba recorrer todo el Perú. Mi ruta era Abancay y llegar a Puno, y proyectar en todos esos lugares. Pero cuando estaba por Abancay, yendo para estrenarla en Cusco, sale la copia pirata, y allí ya me frenaron.

¿Cuánto cobraban por entrada?

Esa vez era, creo, dos o tres soles.

Pero cuando la diste en Ayacucho, cuando la estrenaste, ¿cuánto cobrabas?

Creo que cobré cinco soles adulto y cuatro niño, me parece.

¿Exhibías no solo en las salas de cine, también en los colegios?

Sí, en los colegios, los pueblos…

¿Llevabas tu propio proyector?

Claro, llevábamos dos palos, luego poníamos el telón, al aire libre. Realmente toda esa experiencia duró más o menos un año. Me pareció bien asombrosa porque yo, de verdad, jamás me hubiese imaginado ver así personas, en la sierra, con su hijitos, estar allí sentadas viendo una película. Realmente para mí es una gran experiencia. Y es otro tipo de público, totalmente diferente. Cuando leo una crítica a las películas regionales, siempre he dicho que los críticos deberían ver la realidad de una película regional, porque su público tiene una mirada diferente, y su comunicación también es diferente. Por ejemplo, cuando las películas regionales son reiterativas, los espectadores las entienden mejor; pero cuando el lenguaje es un poco difícil, muy lejano a ellos, no entienden la película. Yo creo que se tiene que ser más realista para poder hacer una crítica a una película regional.

Qarqacha fue bastante rentable entonces, a pesar de que la piratería le cortó el circuito.

Sí, definitivamente, se recuperó la inversión, y hubo un dinero para la siguiente película.

Pero en alguna entrevista dijiste que en el rodaje se te acabó la plata, y no llegaste a rodar todo el guion que tenías escrito.

Sí, en verdad Qarqacha es solamente el setenta y cinco por ciento de lo que es el guion. Nunca llegué a terminarlo, justamente por falta de dinero. Le pedí a mi hermano, a mi familia, le pedí a mi enamorada; estaba endeudado por todos lados. Incluso yo decía: “Si no sale lo de la película, tendré que trabajar un año solo para poder pagar la deuda”. Hubo un momento en el cual ya no se podía, los actores te pedían pasajes, comida, tantas cosas que realmente ya se hacía difícil continuar. Aparte de que en el cine regional los actores, como no hay un compromiso de por medio, como no hay un contrato, no están obligados a terminar la película, y generalmente pasa eso: después de terminar de grabar la mitad de la película se hacen las estrellas, dicen: “búscame”, y saben que tienes que hacerlo.

¿Te pasó eso?

Sí, me pasó.

¿Y te seguían reclamando cuando la película seguía exhibiéndose?

Lo curioso es que te reclamaban los extras. Los protagonistas no. El problema es que no les hice un contrato a los actores. El trato era que después de exhibida la película se hiciera el pago. Se hizo el pago a todos los actores en la primera función. Pero la película seguía dando dinero, y despertó cierta ambición.

¿Tienes un cálculo de cuánto costó Qarqacha, el demonio del incesto?

Unos diez mil soles.

Luego viene Almas en pena, que la estrenas en el 2005. O sea, pasaron tres años desde el estreno de Qarqacha, ¿por qué tanto tiempo?

Porque mi proyecto era Qarqacha 2; yo estuve ocupado en eso. Pero Palito estrenó su Jarjacha 2, y abandoné el proyecto. Entonces empiezo a escribir el guion de Pishtaco, pero igual, aparecieron como tres Pishtacos.

ALMAS EN PENA

Cuéntanos cómo le fue a Almas en pena.

Fue también un éxito tremendo. En Ayacucho hay un cine que se llama Cavero, tiene tres pisos. Almas en pena es la primera película que ha llenado todo el tercer piso. Nunca se abría, pero en el estreno hubo tanta gente que tuvieron que abrirlo. A Almas en pena también quisieron piratearla, el editor, un tal Roel. Un par de meses después del estreno, me entero de que el editor tenía una copia de la película. No llegó a circular porque hice una intervención. Fui a la comisaría e hice una intervención a su domicilio, no estaba él, pero su mamá salió y tuvo que entregarme la copia. Pero tengo miedo de que por allí haya sacado otra copia, aunque hasta ahora Almas en pena no ha circulado en versión pirata.

¿Cuántas semanas estuvo Almas en pena en cartelera?

Almas en pena ha estado más que Qarqacha. Muchos creen que Qarqacha ha sido la película que más éxito me ha dado en taquilla, pero en verdad es Almas en pena. Habremos estado unas quince o dieciséis semanas. Hasta ahora la sigo estrenando. Por ejemplo, este sábado y domingo, 7 y 8 de junio, estamos presentándola en Huanta. Será, en Huanta, la sexta o séptima vez que se estrena.

¿Por qué no la has estrenado en Lima?

Por mi temor a que me la pirateen. Bueno, iba a ver la posibilidad de pasarla en los cines Star. Ya tenía, inclusive, fecha. Entregué la película y me pidieron que la rebajara a una hora y veinticinco de duración, me parece. La película dura hora y cincuenta.

¿Y no quisiste?

Me enteré de que me la iban a copiar. Después de todo lo que me ha pasado, yo he sido muy desconfiado. Me enteré de que ya le habían pedido la copia de la película al programador. Hay gente en las regiones que vive de eso, o sea que presentan películas, por aquí, por allá; ya tienen contactos con los administradores de los cines. Me dije, entonces: “Primero todas las provincias y luego en Lima”.

¿Dónde la has presentado hasta ahora? ¿En qué provincias?

En casi toda la sierra. Solo creo que de la sierra me falta Cajamarca. He presentado en Huaraz, Cerro de Pasco, Huancayo, Huancavelica, Abancay, Cusco. Puno me falta también.

O sea, si calculas cien mil espectadores para Qarqacha, para Almas en pena habría más de cien mil espectadores.

Definitivamente más. Yo soy una persona a la que no le gusta exagerar, pero yo creo que deben haberla visto unos trescientos mil espectadores. Lo que pasa es que, después de presentarla en los cines, yo la exhibo en los colegios. Como en cada departamento se hace publicidad, entonces toda la población ya sabe de la película; pero no toda la población va al cine, hay gente que se queda con ganas de verla, ya sea por el precio o por otras circunstancias, entonces, yo llevo la película a los colegios, casi a todos. Trabajo con las promociones que buscan financiarse su viaje de estudios: tantos boletos, tanto porcentaje para ti, tanto porcentaje para mí. Con Almas en pena he formado un circuito alternativo de exhibición que ahora lo están siguiendo varios.

¿Cómo fue el rodaje, lo hiciste de un solo tirón o también por partes?

También lo hice por partes. También tuve problemas con los actores, pero sobre todo por tiempo. Como la mayoría eran universitarios, no encajaba su tiempo, eso hacía que el rodaje se alargara un poco más. En cámara, en fotografía, igual; tuve que trabajar con tres personas.

Pero allí sí tenías recursos económicos.

En Almas en pena prácticamente no he tenido problemas económicos. El único problema ha sido el tiempo; el tiempo de las personas con las cuales he trabajado. La habré filmado en un promedio de ocho meses.

¿Con qué cámara trabajaste?

He trabajado con una Digital 8.

¿Tienes un cálculo de a cuánto asciende el presupuesto de Almas en pena?

Un poco más que Qarqacha. Me imagino que unos treinta mil soles.

¿La hiciste también en un pueblo?

No, la he filmado alrededor de Huamanga, en una zona un poco alejada.

¿Tus películas han participado en algún festival nacional o internacional?

Almas en pena se proyectó en Buenos Aires. Me pidieron la cinta y la envié. Tengo familia allá, una prima. Ella la recogió y la llevó.

MARÍA MARIMACHA

Tu último proyecto es María Marimacha

Sí. He tenido problemas con la protagonista. Viajó y se demoró mucho. Falta poquísimo. Tengo que preparar todo para el estreno en agosto, ya tiene fecha; pero en estos días ha aparecido otra María Marimacha1. Estoy muy decepcionado porque la están anunciando personas que eran parte de mi proyecto, de mi producción. Dos de ellos han trabajado conmigo, en la misma película María Marimacha que estoy haciendo. Eran actores de El Supay. Estoy muy decepcionado de esa actitud. O sea, sí me parece que uno puede hacer las versiones que quiera de la leyenda; pero, sabiendo que hay una producción en camino, sabiendo que iba a ser lanzada en agosto, me parece antiético, amoral.

APOYO INSTITUCIONAL

¿Alguna vez has buscado algún tipo de apoyo institucional o auspicios para tus producciones?

Sí, yo busqué en Ayacucho, en mis inicios; pero sabemos que el cine está en la cola, no lo ven como algo cultural. Siempre te dicen: “Regrésate tal fecha, vamos a reunirnos, vamos a hablar”. He perdido fe en eso.

Allá en Ayacucho ¿a quiénes les has pedido apoyo?

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