Kitabı oku: «Julito Cabello contra las tribus urbanas», sayfa 2

Yazı tipi:

4

MAÑANA DEL TERRORF

Como estábamos en una situación crítica (y pobre), ese lunes no fuimos al colegio con el Beltrán. Había que mantener a la familia unida (en la pobreza), creo yo. Y así estábamos, tomando desayuno (puro pan con té, pobre) y buscando soluciones a este problema.

–Tenemos que hacer algof -dijo mi papá.

–Sí, genio -dijo mi mamá.

–Primero que nada, debemos reescribir nuestros libros, ¿no?

–Y ¿dónde lo vamos a hacer, si tu hermano está roncando en la pieza que usamos para escribir? Además, no olvides que ya no tenemos computadores.

–Ah, verdad. Entonces tendremos que escribirlos a mano. Y en cualquier lugar.

–Ya. ¿Y cuándo sería eso?

–A partir de ahora mismo. Fighting!

Explicación ñoña:


Como mi papá consume todo tipo de mangas y también series coreanas, se le ha pegado eso del Fighting!, que es la versión oriental del ¡Vamos que se puede!

Explicación ñoña

–Sí, claro, Fighting!

Y en ese preciso instante mi hermanita María levantó su pequeño puño y dijo:

–Fighting!

Awhl! A mis papás se les pusieron altiro las pupilas gigantes, como de mono animado. Y la María, cínica ella, porque ya sabe hablar y no lo saben, como que emitió un gorgorito y se rio.

Bien sicóloga ella, porque les levantó el ánimo a mis papis. O a lo mejor quería decir que estaba fighting con un tremendo mojón, porque de inmediato el ambiente se puso termonuclear.

Mientras mi papá se la llevaba al baño (piedad), mi mamá como que se quedó pensando en voz alta.

–A ver. Hay que poner orden en el jardín (es que así habla ella, florido). Vamos a tener que buscar más pega para sobrevivir mientras tanto.

Y tenemos que reabrir el restaurante lo antes posible. Pero lo más importante es ponernos súper ahorrativos.


Justo en ese instante apareció el tío Rodrigo en la cocina y, en menos de medio minuto, ya se había cocinado todos los huevos del refrigerador, se había tostado una marraqueta medio dura que quedaba, le había echado medio pan de mantequilla y se había tragado casi un litro de leche.

–Uf. Pero qué hambre tenía. ¿Les aproblema que me sirva alguna cosita?

Si hubiera visto la cara de mi mami, que yo creo que ni intentó mirar, se habría encontrado con UN problema.

Les juro que parecía un emoji de agujero negro.

Brrrrr.

5

SOLUCIONABERTOS

Al rato llegó a la cocina toda la gente de El inka guatón: los Bertos (Edelberto, Gilberto, Norberto, Wilberto y Alberto) y la Laura y la Antonia, las jefas del grupo. Y una de ellas fue la que puso orden porque estaban súper inquietos, como perro en bote (me encanta esa metáfora, guau).

–Ya, silencio. Señora, ya revisamos el restaurante y les faltó barrerlo no más. Quedó entero vacío. Estos canallas…

–Ya, Laura, esperemos que la policía recupere nuestras cosas…

(Ahí se escuchó una risa entre los Bertos. Gente de poca fe).

–Ya, ok. Lo primero es ordenar y poner nuevas chapas y candados. ¿Conocen a alguien que pueda ayudarnos?

–Sí, dijo Berto 5, yo conozco a alguien, señora.

–Muy bien. Y díganme qué necesitan para volver a abrir el restaurante, porque no podemos irnos a la quiebra.

–¿Tan mal estamos, señora?

–Siendo sincera, sí. Lo único que nos queda son los ahorros para el dentista de los niños. Y para su universidad. El resto es pura deuda.

¿O sea mi mamá nos iba a dejar sin frenillos y con los dientes chuecos para toda la vida? ¿Y no íbamos a poder estudiar al terminar el colegio?

Yes! Genial.

Pienso como niño, ¿ok? No esperen que sea “maduro”.

–Muy bien señora. Le diremos en una hora qué necesitamos para funcionar. Y ustedes, Bertos, ¡a moverse! ¡¿Qué están esperando?!

–¡A su orden! -dijeron, y salieron ordenaditos en fila hacia el restaurante.

Apenas desaparecieron, mi papá volvió con la María a la cocina. Mi mamá le explicó lo que había pasado recién. Y mi papá, que no sabía que nos quedaba tan poca plata (es que vive como en Urano), como que se urgió.

–O sea, tendremos que conseguir plata como sea. Me quedó claro.

–Yo los puedo ayudar -dijo el tío artista con la boca llena de migas.

–¿Y cómo sería? -dijo mi mamá, sin comprarle nada.

–Bueno, puedo vender alguna de mis pinturas. Aunque tendría que pintarlas primero, porque dejé todo lo que tenía, que era casi nada, en España. Hasta se me quedó mi cenicero favorito. ¿Tendrían algo para prestarme, para comprar pinturas y pinceles, plis?

Buena tu ayuda, tío.

¿Y cómo serán sus cuadros?

¿Tendrán olor a pucho también?

6

WINTER IS COMING

Durante la mañana la casa comenzó a parecerse a un castillo. Bueno, a uno medio rasca, porque es una casa no más, pero le estaban poniendo hartas rejas y unos candados como de medio kilo.

Mi mamá andaba dando órdenes a los amigos de los Bertos que entraban y salían con sus herramientas. Entre medio había un par de señores negros muy flacos y de peinado raro que hablaban en un idioma intergaláctico. Creo que los había visto trabajando en el edificio del frente. Y no les entendía nadanadanada. Pero de repente mi mamá les hizo unas preguntas y ellos se las respondieron.

¿Mi mamá trabajó alguna vez en Star Trek?

–Mamita linda ¿hay algo que quieres decirme y que nunca me habías dicho?

–Algo como qué.

–Que te abdujeron alguna vez.

–¿Que qué?

–Que alguna vez te llevaron de paseo en un ovni. O que naciste en un planeta con dos lunas, por ejemplo.

–No seas leso Julito. ¿Es que me escuchaste hablar recién?

–Sí. Y vengo en son de paz, por si acaso.

–No seas tan ignorante. Fue en francés.

–O sea, ¿esa es la lengua diplomática interplanetaria?

–No, nerd. Es que la gente de Haití habla un idioma que se llama creole, que es una versión rara del francés. Y como yo aprendí ese idioma en el colegio, ahora me sirvió.

–¿Y qué otros idiomas hablas, mamá?

–Bueno: inglés, alemán, latín, serbio y esperanto.

–¿Y por qué no lo sabía?

–¿Quieres que te cuente un chiste en latín?

–Ya, entendí. Es porque soy tan egocéntrico que nunca se me ocurrió que tuviste una vida antes de nosotros, tus hijos.

–¿Quiere pañuelitos el niñito llorón?

Aaaaaahgr. ¿Por qué tengo una mamá que me está criando para cuando los robots intenten eliminar a los humanos?

Es dura, pero igual la quiero. Aunque a veces duele, auch.

7

EN CONSTRUCCIÓN

Todo el día fue puro ruido, con sierras eléctricas y soldadoras que tiraban chispas. La gente entraba y salía, hasta que Laura entró y le pasó a mi mamá una lista.

Después de leerla, se le abrió la boca hasta que le crujió algo en la mandíbula.

Quedó como difunta de la película El aro.

–Ay, ay, ay. Qué caro todo, pero habrá que pagar no más. No podemos dejarnos morir. Tengamos cerrado el restaurante solo por hoy. Déjame ir al banco y te paso la plata.

–Muy bien, señora. Y hemos hablado entre nosotros y le cobraremos la mitad del sueldo este mes.

–Ay, no. Bueno ya.

–Y estamos preparando un plan de negocios con nuestro contador y nuestro abogado, para proponerle una sociedad.

–What?

–Es que tenemos nuestros ahorros y esta es una oportunidad de mercado inmejorable para rentabilizar nuestro capital. Espero que le parezca.


–Bueno ya. Yo no tengo ni contador ni abogado, pero feliz me junto con ustedes a escuchar su propuesta.

–Muy bien. Me retiro.

Mi mamá quedó como plastificada. Creo que le pasó algo parecido a lo que a mí: no tenía idea de que la gente de El inka guatón tuviera una vida afuera del restaurante.

Altiro me imaginé a todos los Bertos adentro de una limosina, tomando whisky y fumando puros.

Pero estarían muy apretados, porque son muchos.

Y eso pasaba por mi imaginación cuando mi papá entró a la cocina.

–Sabes, Rosa, tendremos que hacer algo urgente: se acabó el papel higénico en el baño.

–¿Y algo más, cariñito? (voz irónica).

–Bueno, tenemos que ponernos a escribir, ¿no?

–Ah. Y ¿quién debiera ser el primero?

–Ehhhhhh. ¿Las damas primero? ¿O ese comentario es poco feminista?

Tal vez un perro, con sus oídos supersónicos, habría podido escuchar todos los crujidos de los dientes de mi mamá en ese instante. De más que se le quebró hasta una tapadura.

–Tienes razón, Julio… escribe tú no más.

–Uf, por un instante creí que estabas enojada. Qué alivio. Voy a ver si mi hermano me hace un huequito en la pieza para ponerme a escribir.

–Y a propósito, ¿dónde está el artista?

–Durmiendo. Es por esa cosa del cambio de hora.

–Pobrecito.

–¿Cierto? Qué agotador eso de viajar tan lejos. Y ya: voy a verlo.

Julito Investigador, muy escondido, siguió a su padre para ver esta negociación entre hermanos.

Pero al final no alcanzaron a negociar nada, porque cuando mi papá abrió la puerta le llegó una nube tufienta de humo que lo tuvo tosiendo como una hora.

Un horrorf.

8

HUM

Como yo andaba un poquitito traumado, me comuniqué con mi amigo Aarón. Es que estaba más cerca, porque la Andrea anda en Argentina visitando a su papá. Aunque al final da lo mismo, porque esta cosa es por internet, ¿no? Pero qué nerd que soy.

Julito: ¿Aaaaaarooooooón?

Aarón: ¿Sí?

Julito: Ayer entraron a robar a mi casa. Se llevaron todo, menos al Beltrán y a la María .

Aarón: Qué pena.

Julito: No dejaron nada en el restaurante. Y lo peor de todo es que se llevaron los libros de mis papás.

Aarón: ¿Y no los tenían en la nube?

Julito: Obvio que no. Son vejetes .

Aarón: Hum.

Julito: Opino lo mismo. Y te invitaría a mi casa para que veas el desastre, pero están poniendo rejas y cadenas y candados y no vas a poder ni entrar.

Aarón: Ah, bueno.

Julito: Tan emotivo que eres.

Aarón: Hum.

Julito: Ya, me aburrí, porque necesito algo de empatía en este momento.

Aarón: ¿Hum?

Julito: Ya, chao. Voy a buscar cariño en otra parte.

Julito: ¿Andreaaaaaaaaa?

Andrea: Julitooooooooo.

Julito: ¿Qué tal Argentina, che?

Andrea: Bien. Hoy anduve en Bond Street, que es como el Portal Lyon y el Eurocentro juntos.

Julito: ¿Y te hiciste un tatuaje de letra china?

Andrea: Pero qué rancio.Y tampoco puedo, porque soy menor de edad. Estuve conversando con la gente que andaba por allí. Muy simpáticos.

Julito: ¿Con unos punkis mechadeclavo, unos emos con el pelo planchado, algún guatón trash y alguna vegana furiosa?

Andrea: Sí, con seres humanos, Julito. No seas tan prejuicioso, hombre.

Julito: Ay, bueno, pero no se enoje.

Andrea: Él poh, el Chavo del 8

Julito: No contabas con mi astucia.

Andrea: Fome fome, Chapulín.

Julito: Es que ando medio depre ·

Andrea: ¿De nuevo no existís?

Julito: No, pero ayer entraron a robar a la casa y se llevaron todo todo.

Andrea: Ay, cuánto lo siento.

Julito: Yo no puedo, porque se robaron hasta la silla (yo “me siento”, en la silla, jajaja).

Andrea: Uf, parece que no se robaron tu sentido podrido del humor. Qué pena. En fin, que tengo que ponerme algunas cosas que compré en Bond Street. Nos vemos, Cabello.

Julito: Ya. Nos vemos.

Andrea: Chau.

Julito: Chau.


9

LUNES DEL TERROR,
MARTES DEL HORROR

Ese lunes fue muy movido. Cada miembro de la familia, menos la María y el tío, iba descubriendo cosas que no se podían descubrir, porque se las habían robado. Se habían llevado hasta mi Snorlax mascota. Y mi sacapuntas emoji de mojón. Qué depresión.

Al restaurante llegaban bolsas y bolsas de comida, y sartenes y ollas.

Y mi kétchup (yes!).

Los dos señores de Haití trabajaban muy serios.

Mi papá había logrado entrar a la pieza donde estaba mi tío. Y se escuchaban puras risas adentro. A lo mejor estaban recordando aventuras fósiles de su infancia, cuando se arrancaban juntos de los velocirraptores.

Mi mamá seguía al mando desde la mesa de cocina, sacando cuentas con una calculadora de Hello Kitty que no se habían llevado.

–¿De dónde sacaste esa calculadora, mamá?

–Es mía. Si igual soy femenina, Julito.

Raro. Rosado y raro. Hasta me acordé de la Marilú rosada del colegio ¿En qué cosas rosadas andará, ah?

Y mientras tanto la María nos miraba desde su corral y el Beltrán andaba como en shock, dándose vueltas en silencio. Es que había perdido todas las formas de conectarse con el mundo virtual y se encontró con una dura realidad real donde Mario no existe.

Yo en cambio tenía celular, ja.

Y en eso se pasó este día muy laaargo.

En la noche mi mamá pidió pizzas. Las más baratas y en promoción, sin palitos de ajo y sin bebida, porque estamos pobres. Y lo dejó muy en claro.

–Familia, estas son las últimas pizzas que pedimos, porque son muy caras. A partir de ahora tenemos que ahorrar hasta el último centavo.


–En este país no existen los centavos -dijo mi papá.

–Ay, Julio, ay. Y tú, deja un poco de pizza para el resto -le dijo a mi tío, que se estaba atragantando con un pedazo de un cuarto de pizza. -¿Umpfs?

–Lo que te dije, Rodrigo. Mastica y no tragues, que todos tenemos que comer.

–Es que en España se come así.

–Ah, ya. Y a propósito, ¿cuánto tiempo vas a estar con nosotros? -Oh, mira por la ventana. Hay un extraño eclipse lunar.

–Rodrigo, ¿cuánto tiempo te vas a quedar?

Oh, y un ovni está pasando por afuera.

–Ro-dri-go.

–¿Qué, Rosa?

–¿Cuántos días te vas a quedar acá?

–Ese no es problema -dijo mi papá, que antes no estaba escuchando (él sí que estaba en la nube)-. Porque donde comen cuatro, comen cinco.

–Pero apenas tenemos para comer, Julio.

–Entonces, nos ponemos a dieta.

–Eso. Buena idea -dijo el tío.

–Humpf -gruñó mi mamá.

Y después nos fuimos a acostar todos protegidos por las nuevas rejas en toda la casa.

Y como no se habían robado los uniformes, igual fuimos al colegio la mañana siguiente.

Malditos ladrones.

Ücretsiz ön izlemeyi tamamladınız.