Kitabı oku: «Historia de la industria papelera valenciana», sayfa 4
Durante el período revolucionario abierto por las Cortes de Cádiz, se construyó un segundo molino papelero. Al poco tiempo, su propietario lo vendió a Juan Bernat y Joaquín Mezquita92. Restaurado el absolutismo, el duque de Medinaceli pretendió que los propietarios, Juan Bernat y Manuela Renal (viuda de Joaquín Mezquita), “demuelan el precitado molino”, pues “dicho establecimiento ninguna utilidad reporta y si puede acarrear perjuicios de consideración a los regantes de la acequia de donde se toma el agua”93. El pleito se prolongó hasta el año 1833 cuando, por sentencia firme, el duque perdió el pleito y, en consecuencia, el molino continuó con su actividad94.
Unos años más tarde, Madoz asegura que Fanzara contaba con un único molino de papel de estraza, con dos prensas, pero bastante deteriorado. En 1862, también consta una sola fábrica, que contaba con una tina y empleaba 8 operarios. Los Bailly-Bailliere de los años1885 y 1888, igualmente, mencionan una fábrica de papel, propiedad, por aquel entonces, de Antonio Traver.
Onda
El término de Onda está recorrido por diversas corrientes fluviales, entre las que destacan los ríos Sonella y Millars, así como diversos barrancos, que hacían posible la instalación de diversas manufacturas. Cavanilles no alude para nada a la fabricación de papel en Onda, ciudad a la que describe en los siguientes términos: “Los edificios anuncian un pueblo acomodado y numeroso, que pasa de 1000 vecinos, todos labradores, á excepción de los empleados de la fábrica de loza, semejante pero inferior á la de Ribes-albes”95. Tampoco lo cita Ricord ni Laborde. Es cierto, sin embargo, que ninguno de estos autores aluden tampoco a otros artefactos, como el molino de yeso, propiedad de Juan Bautista Guinot96. La única referencia que tenemos del molino papelero procede de Castelló, quien afirma: “En ella, en nuestros días, se ha establecido fábrica de loza fina mui parecida a la de la Alcora97, pero de inferior calidad, aunque se asegura que así la tierra de que se hace el barro, como el barniz, llevan ventaja a los de la Alcora y con el tiempo se prometen que la llevará igualmente su loza; igualmente se ha construido una fábrica de papel blanco, con lo que diariamente aumenta su población”98.
Vallat
La primera referencia que tenemos a la fabricación de papel procede de Madoz, quien menciona una fábrica de papel de estraza99. Según el Bailly-Bailliere de 1883, en Vallat, funcionaban dos fábricas de papel, pertenecientes la primera, a Bautista Agustina y, la segunda, a Vicente Ortells Cervera. El mismo número recoge el Bailly- Bailliere de 1888, aunque el titular de la propiedad de una de ellas había cambiado, pues si una aún pertenecía a Bautista Agustina, la otra había pasado a ser propiedad de Joaquín Monferrer. En el Bailly-Bailliere de 1900, ya no figura ninguna fábrica pero si en la Geografía de Castellón de Perales, del año 1912, donde se nombra una fábrica de papel de estraza.
Ribesalbes
Con fecha 8 de julio de 1816, Miguel Ribes, labrador y vecino de la villa de Lucena, obtuvo la oportuna escritura de establecimiento para construir un batán de papel de estraza, lindante con el río Millars, en el término de la baronía de Ribesalbes, partida de la Rambleta.
El molino, para dar movimiento a las pilas, tomaba el agua de la acequia antigua, denominada «de los Moros» y, sin variar su curso, devolvía a la misma acequia el agua que, posteriormente, servía para dar riego a las huertas, situadas en la partida del mismo nombre.
No obstante, Miguel Ribes entró en conflicto con la baronesa que, al construir un molino harinero, dejaba sin agua al papelero. De entrada, la baronesa se comprometió a construir un partidor, pero al no cumplir lo prometido, se inició un pleito. La baronesa alegaba, en su defensa, que su molino harinero se construyó con anterioridad al papelero. Ribes, por el contrario, defendía la continuidad de su manufactura respecto a otra instalación preexistente. Sin embargo, la baronesa cuestionaba esa presunta continuidad, porque “haunque se conservaran algunos vestigios de aver avido otro, sus ruinas de nada servían”100. Posteriormente, Ribes entró en conflicto con los regantes pues, al construir el partidor, no podían regar sus tierras, “por motivo que desiende al cubo que le da movimiento”. En el proceso, actuaron como testigos del papelero varios fabricantes de loza, en concreto, Ramón Montañés, Rufo Tarazona y Antonio Bonet101.
Acaso, por dificultades financieras, Miguel Ribes cedió el cuarenta por ciento de su propiedad a otro labrador de Lucena, Ramón Nebot Porcar. Aun así, la continuidad del molino resultó inviable, de forma que sus propietarios decidieron ponerlo en venta. El molino fue adquirido por Benito Tarazona, con fecha 13 de setiembre de 1819102. Una de las cláusulas del contrato contemplaba la posibilidad de que el comprador no pudiese satisfacer la cantidad acordada en el plazo fijado, en este caso, se le consideraba como un simple arrendatario y se le podía obligar a dejar el molino. Al darse, precisamente, estas circunstancias, la escritura definitiva de compra está datada el 29 de enero de 1823. En esta fecha, se firmó la escritura de compra-venta del molino de papel y tierras anexas, ante el fiel de hechos de Ribesalbes. Por ella, Miguel Ribes y Ramón Nebot Porcar vendían a Benito Tarazona, fabricante de papel de la baronía de Ribesalbes, el molino y sus dependencias por precio de 650 libras, que se debían satisfacer de la siguiente forma: “las 260 libras á Ramón, en enero de 1824 y las 390 libras á Miguel Ribes, en tres tercios el uno de 130 libras en enero de 1824, el segundo, en el 25 y el tercero, en el de 26” 103. En el momento de efectuarse la transacción, el molino, situado en la partida de la Rambleta (término de Ribesalbes) lindaba con tierras de los herederos de Lecha, con el río Mijares, con Ramón Tarazona y con la acequia «de los Moros» y fabricaba papel de estraza, con una tina y cuatro pilas. Junto al molino, en la parte de arriba, se emplazaba una taona, propiedad de Josef Vicent y Bonet, que también se beneficiaba del mismo caudal, por lo que ambos se comprometieron a pagar todos los jornales que se emplearan cada año en la composición del azud y acequia.
En el año 1827, Benito Tarazona, papelero de la villa de Onda, presentó una solicitud, ante las autoridades correspondientes, “sobre pretensión de rebaxa de canon en el molino de papel sito en Ribesalbes y loación del mismo”, alegando que “se pagan anualmente 180 reales de vellón; mas como esta pensión sea en tan grado excesivo atendida la estrechez y cortedad del mismo, pues apenas produce para subvenir a los gastos, no puede menos de acudir á V S solicitando rebaja proporcionada á la utilidad de dicho artefacto”.104 Tarazona consideraba excesivo el canon anuo 12 libras, porque “esta finca es de muy corto valor y producto, consistiendo en un edificio pequeño de mediana construcción; posehe una sola tina, y padece el cauce de la acequia mucho en las abenidas del Mijares de modo que por lo menos dos años que está sin uso (año 1828)”. Además, se le exigió el luismo, que no había satisfecho, por la compra del molino. Finalmente, con fecha 7 de setiembre de 1833, Tarazona pago los censos y demás cantidades que adeudaba.
La fábrica de Benito Tarazona tuvo su continuidad, pues Madoz registra la existencia de una fábrica de papel. El Indicador de 1864, dice que pertenecía a Juan Tarazona. Posteriormente, cambió de manos pues, según el Bailly-Balliere de 1888, su propiedad correspondía a Vicente Cardá.
Puebla de Arenoso
La única noticia sobre este molino procede del Bailly-Bailliere de 1883, donde se asegura que, en ese año, estaba en activo una fábrica de papel de estraza, perteneciente a Manuel Romero Moñón.
Sierra Engarcerán
En el Indicador de Viñas Campi de 1864, se menciona una fábrica de papel, propiedad de Joaquín Martí, sita en Masada, quizás, junto a la Rambla de la Carbonera, principal corriente fluvial de esta localidad.
Castellón
Las primeras noticias sobre fabricación de papel en Castellón provienen de Madoz, quien asegura que funcionaba un molino de papel de estraza105. Según los Bailly- Bailliere de los años 1883 y 1888, ya ascendían a dos las fábricas de papel activas, pertenecientes, respectivamente, a Domingo Cervera y Tomás Aen. Además de los molinos papeleros, debemos considerar tres talleres de libritos de papel de fumar, propiedad de la Viuda de Basabes, Manuel Bazares y Viuda de Pascual Soler. El Anuario de Londres de 1891 también menciona las fábricas de Tomás Aen (que, con dos tinas, elaboraba papel de envolver), Domingo Cervera (que producía el mismo tipo de papel, con cuatro tinas), así como las de libritos de Viuda de Basabes, y el taller de Martí y Candela. En el Bailly-Bailliere de 1900, figuran dos fábricas de papel de fumar, propiedad de Plácido Gómez y Compañía, y Francisco Martí. Según el Bailly-Bailliere de 1917, una nueva fábrica se sumó a las anteriores. De las tres fábricas de papel, una se dedicaba a la producción de papel de estraza (la perteneciente a Vicente Renal) y las otras dos, propiedad de José Arbona y Plácido Gómez, producían papel para embalajes. Igualmente, estaban en activo tres talleres de libritos de papel de fumar, propiedad de José Arbona y Plácido Gómez.
Almassora
La primera mención de una fábrica de papel procede de Madoz, quien asegura que fabricaba de papel de estraza. Según El Indicador de Viñas y Campi de 1864, pertenecía a Francisco Moragrega. Esta fábrica se abastecía de la acequia partidor del medio y disponía de un caudal de 200 l/s.106
Villarreal
En 1896, Daniel Abad Torregrosa (abogado de Valencia), Francisco Pérez Puchol (del comercio de Valencia), Delfín Alis Agulló (del comercio de Requena), Manuel Vellón Tarín (de Villarreal), Francisco Coloma Ibáñez (médico-cirujano de Caste- llón de la Plana) y Plácido Gómez Pérez (del comercio de Castellón de la Plana) constituyeron una compañía, con la finalidad de erigir una fábrica de papel. Dicha fábrica debería emplazarse en la partida Pinella (o del molino del Llop), junto al río Millars. Para financiar su construcción, solicitaron y recibieron de José Todo Soler, un préstamo de 16.500 pesetas, a un 8% de interés, en anualidades anticipadas y a devolver en dos años. Como garantía del préstamo, hipotecaron un molino harinero (de dos muelas) que habían adquirido, sobre el que pensaban construir la fábrica de papel, lindante, por el norte, con el azagador, por el sur, con terreno de los otorgantes (antes de la sociedad “Martínez Vellón y Compañía”) y, por el este y oeste, con terrenos de Concepción Fraud.107. El inmueble estaba compuesto de planta baja y dos pisos altos con más 16 metros de terreno por cada uno de los cuatro lados o puntos cardinales del citado edificio. La hipoteca incluía también toda la maquinaria instalada y que en lo sucesivo se instalase para la fabricación de papel y, además, la acequia o canal (que medía, desde el punto de presa hasta la salida del río, 1340 metros y 769 mm) por donde circulaban las aguas para dar movimiento al artefacto y maquinaria.
El proyecto para construir la primera fábrica de papel en término de Villarreal no cuajó y, a principios del año 1900, Delfín Alis Agulló y Francisco Pérez Puchol vendieron a Luis Layana Alcina, el citado molino harinero en Villarreal108. Posteriormente, con fecha 15 de octubre de 1900, también le vendieron algunas tierras, cerca del molino de Barba y del molino harinero de don Francisco Pérez Puchol109. Luis Layana, que tenía un taller de libritos de papel de fumar en Valencia, pretendía plantificar una fábrica de papel en Villarreal. Hubo de desistir de su proyecto de instalarse en dicha localidad de la Plana, pero no de construir una fábrica de papel, que, finalmente, se construyó en Valencia (en el Camino de Penyarroja, detrás de la ermita del Ave María).
El tercer proyecto, sin embargo, concluyó con éxito. Carreras Candi asegura que la primera fábrica de papel de Villarreal, se situó junto al río Mijares y contaba con un caudal de 8 l/s y un salto de 3,73 metros de altura 110.
En la década de los 60, estaba en activo la «Papelera del Palancia», propiedad de Pallarés Girona, Pallarés Picón y Aleixandre, que fabricaba cartón, según el Catálogo de 1966. En este mismo año, se constituyó «La Clariana del Palancia, S.A.», por fusión de «Papelera del Palancia, S.A.» y por «La Clariana, S.A.», de Ontinyent, que aportó su máquina de sedas y manilas. La nueva empresa, en los 70, diversificó los tipos del papel.
A principios de la década de los 80, entre las empresas autóctonas, sólo dos habían sobrevivido a la crisis del sector, «Vicente Aleixandre S.L.» y «La Clariana del Palancia, S.A.», que todavía sigue en activo. «La Clariana del Palancia, S.A.», una de las empresas tradicionalmente exportadoras111, en el año 1991, facturaba por valor de 4.500 millones de pesetas y daba empleo a 215 personas. En la actualidad, fabrica papel para escritura e impresión, y cartón, contando con 170 empleados112. Por el contrario, otros fabricantes se vieron obligados a vender sus empresas, como Pallarés Soldevila (cuya fábrica fue adquirida por la multinacional finlandesa Polacup) y Pascual Aguililla (después Pagui-Anoia). La industria del manipulado está representada por Ramos Garijo y «Caixes» que transforman cartón o hacen envases de papel y cartón.
Burriana
La exportación de naranjas desarrolló una importante demanda de papel. Al igual que ocurrió en Alzira, estas necesidades estimularon el establecimiento de fábricas de papel. En Burriana, se erigieron dos, «Papelera de El Mijares» y «Papelera de El Cid», que se situaron entre las empresas papeleras valencianas tradicionalmente exportadoras.
La «Papelera del Cid», ubicada junto al río Anna y dedicada a la fabricación de papel de seda para envolver naranjas, fue fundada por Francisco Granell Felis, empresario burrianense, que estuvo a su frente hasta su fusilamiento durante la Guerra Civil113. Esta fábrica, activa en 1918, abastecía de papel de seda a los 9 timbrados de la localidad. Sin embargo, los timbrados consideraron excesivo el precio del papel. Por ello, “Los timbrados se constituyeron en una sociedad anónima, denominada Timbrado Burrianense y posteriormente fundaron la Papelera del Mijares, por no convenirles el suministro que les realizaba Papelera del Cid” 114.
Al acabar la guerra, la fábrica fue adquirida por José Ramón Calparsoro Perot, empresario e ingeniero vasco, cuya familia poseía una fábrica de papel en Berástegui (Guipúzcoa). Según la Estadística del año 1943, la fábrica de «J.R. Calparsoro, S.A.» poseía una máquina plana de 2,10 ctms de ancho y una producción de 3 toneladas diarias de sedas y manilas. Calparsoro pertenecía a la Central de papeles seda y manilas y colaboraba con el Boletín-revista del Sindicato Nacional del papel. Según el Catálogo de 1966, la «Papelera del Cid» de Borriana, disponía de 2 máquinas planas que fabrican sedas y manilas, ocupando a 120 trabajadores.
A comienzos de la década de los 70, fue adquirida por el empresario catalán Vicente Piera, también propietario, desde 1968, de la «Papelera de El Mijares». El cierre de ambas empresas se produjo en la década de los 80.
La «Papelera de El Mijares», emplazada en el Camino de la Estación, fue fundada, en 1931, por diversos comerciantes naranjeros que trataron de obtener papel timbrado a precios más bajos. El alma de la empresa fue Manés Vila, quien había fundado el Banco de Burriana (1922) y el Timbrado Burrianense (1927). La «Papelera de El Mijares» se constituyó con un capital fundacional de 1.000.000 de pesetas, bajo la gerencia de Monés Vila. La empresa decidió levantar dos naves, en las que se montaron “dos máquinas que construye Francisco Blanes; se contratan 110 productores que sólo trabajarían nueve meses, iniciando la labor en septiembre. Se fabrican solamente dos calidades de 12 gramos. Será la primera manufactura valenciana en capacidad y segunda en rendimiento unificado”115. Tenía una capacidad de producción de 960 toneladas anuales y elaboraba papel de fumar, sedas y manilas. El proceso de constitución de esta empresa fue paralelo y semejante al desarrollado en Alzira, cuando los exportadores de naranjas constituyeron «PAPENSA»116.
Durante la guerra continuó produciendo bajo la dirección de un Consejo de Administración, controlado por la CNT, puesto que el papel timbrado era necesario para seguir vendiendo naranjas al extranjero, de lo que se ocupaba el Consejo Levantino Unificado de la Exportación Agrícola (CLUEA), intervenido por los sindicatos. En 1938, se empezó a elaborar manilas y papel de seda de color.
Después de la guerra, se amplió la fábrica, pasando de dos a cinco naves, lo que permitió almacenar mayor cantidad de materia prima y dar desahogo al manipulado. En el año 1942, dirigía la empresa Traver (presidente del Consejo de administración), que, a su vez, ostentaba la presidencia de la Central de Sedas y Manilas. En el año 1942, la fábrica fue visitada por el secretario del Sindicato del papel, quien pudo admirar “no solamente la perfecta organización industrial de la misma, sino también las mejoras introducidas, tanto en su funcionamiento como en su producción, desde la terminación de la Cruzada”. Según la Estadística de 1943, contaba con una máquina plana de 2,40 centímetros de ancho, que producía diariamente de 4 a 6 toneladas de sedas y manilas. La empresa se adaptó a las necesidades del mercado, así, cuando decayó la demanda de papel para envolver la naranja, se comenzó a producir papel para las artes gráficas. El cambio de producto exigió una modificación de la maquinaria, pues se trataba de un papel de mayor gramaje. La materia prima siguió siendo, fundamentalmente, paja de arroz, palmito y esparto (que se traía de Murcia y Zaragoza). En 1944, la empresa fue adquirida por un grupo catalán que había obtenido la concesión de las cartillas de racionamiento y, después, de nóminas y que mantuvo su propiedad mientras duró dicha concesión. A finales de los 40, un grupo de fabricantes vascos compró la papelera, cuya dirección entregaron a José Armendáriz, quien procedió a la renovación de la maquinaria.
Según el Catálogo de 1966, fabricaba distintos tipos de papel y empleaba a 255 personas. En el mes de febrero de 1967, se produjo la primera suspensión de pagos de la empresa que finalizó con su compra por parte de un empresario catalán, Vicente Piera Santacana, quien reflotó por completo la empresa y adquirió muy buenos clientes, entre los que se contaban la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, y Loterías y Apuestas del Estado. En estas condiciones, la nueva papelera fue capaz de alcanzar una producción de 60.000 toneladas anuales de papel. A principios de los 70, el grupo empresarial propietario de la «Papelera de El Mijares» compró también la otra papelera burrianense, la de «El Cid». Las dos papeleras, conjuntamente, empleaban a unos 300 trabajadores.
A comienzos de la década de los 80, la empresa, afectada por la crisis del sector papelero, se vio abocada a la suspensión de pagos. Los trabajadores, que adquirieron en pública subasta la factoría, constituyeron una Sociedad Anónima Laboral, con acciones nominativas. La empresa cooperativa pasó a denominarse «Papelera Río Anna, S.A.». Posteriormente, un grupo catalán se interesó por la empresa, pero en lugar de invertir 500 millones de pesetas, como habían prometido, dejaron descapitalizada la empresa, pues, en realidad, sólo les interesaba especular con su solar. En estas condiciones, la viabilidad de la empresa se reveló como imposible, de forma que la papelera cerró definitivamente en 1988. A partir de entonces, se inició con-flicto entre la propietaria de la «Papelera de El Mijares», Promotora de Desarrollos Urbanísticos, y el ayuntamiento por el solar de la misma, que finalizó en mayo de 2010, cuando, por consenso de las partes, se decidió ejecutar la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana. En la actualidad, el sector está exclusivamente representado exclusivamente por «Kartogroup España SL», que fabrica cartón.
Betxí
La principal corriente fluvial de la localidad de Betxí es el río Sec o Sonella, que recorre todo su término de noroeste a este y desemboca en el Grau de Burriana; no obstante el aprovechamiento de los recursos hídricos para usos industriales fue tardío. Betxí puede considerarse la más reciente incorporación de una localidad de la Plana al mapa papelero, con la fundación de «Cartonajes de la Plana S.L.», que fabrica cajas y embalajes de cartón. En la actualidad, constituye la empresa de Betxí más importante del sector y una de las principales de la localidad, dando empleo a más de 200 trabajadores117.
4.3. La cuenca del Palancia
El río Palancia nace en la provincia de Castellón (en El Toro), a la que recorre por el sur, a través de un ancho valle delimitado por las sierras Espadán y Calderona, para desembocar en el mar, entre Canet d´En Berenguer y El Port de Sagunt (Valencia). En tiempos modernos, prácticamente, todo su cauce ha estado jalonado de molinos papeleros: en el curso alto, Bejís, Teresa, Caudiel y Jérica; en el curso medio, Navajas, Altura, Segorbe, Castellnovo y Soneja, y, en el curso bajo, Sagunt y Alfara de Algimia (ambas localidades pertenecientes a la provincia de Valencia).
4.3.1. Los molinos papeleros en los siglos XVI-XVII
La demanda de papel para escribir e imprimir por parte de sus principales consumidores, monjes y libreros, impulsó la creación de nuevas manufacturas valencianas, en la cuenca del Palancia, concretamente, en Altura. En efecto, ya en el año 1593, está documentado un molino propiedad de la Cartuja de Vall de Cristo, origen probable de este núcleo papelero118. Con fecha 28 de agosto de 1593, el librero Gabriel Ribes119 reconoce deber 99 libras al prior de la Cartuja, Fray Gerónimo Amigó, por el pago de varias “raimes de paper vos ut priorem dicti conventus michi tradit et per me a vobis hubiti et recepti ad opus imprimendi libros, de cujus bonitate et valore fui et sum contentus et satisfectus” 120.
Durante el siglo XVII, el núcleo papelero del Palancia se consolidó, al erigirse un molino en la ciudad de Segorbe y otro en la Cartuja. En un cabreve correspondiente a esta ciudad, fechado en el año 1661, se reseña un molino que fabricaba papel, a la vez que molturaba cereal121. Este molino estaba sujeto a la enfiteusis, por lo que la viuda de Joseph Valero, su propietaria, estaba obligada a satisfacer un canon anual de 60 sueldos122. En el año 1683, está documentado un nuevo molino papelero, propiedad de la Cartuja de Vall de Cristo. En este año, parte de las instalaciones pertenecientes a un batán de paños (activo ya en el año 1470), situado en la partida de Abrotón, en el camino de Altura a Segorbe se destinaron a la fabricación de papel de estraza123. En el Manual de Consejos de Segorbe consta un acuerdo tomado el día 22 de agosto de 1685, para exigir a la Cartuja de Vall de Cristo que pagase el derecho de papel de estraza124. Naturalmente, la Cartuja no aceptó la decisión del ayuntamiento de Segorbe y recurrió ante las autoridades reales. La Cartuja reclamaba el derecho de vender papel, libremente, en Segorbe y en todo el reino de Valencia, aferrándose a las exenciones que beneficiaban al estamento eclesiástico. El documento, conservado en el archivo de la Real Cancillería, lo reproducimos a continuación: “Señor. El real Convent de ValdeCrist del orde de la Cartuja a fabricat en lo terme de la vila de Altura un moli ab lo fa paper de estraza, y havent portat a esta ciutat carregues de dit paper per a vendreles los Administradors eo Arrendadors dels drets Reals del Peatge el han obligat a pagarlos ab motiu de que este genero de tracte seria mercaderia, y que per dita rahó no seria exempt per ecclesiastich dit conbent. Y havent considerat que en este in exemplar perjudicial a la inmunitat ecclesiastica perque esta no es mercaderia sino artifici permés y decent al estat ecclesiastich per mudar de especie y mes largament se funda en lo memorial adjunt que remetem a vra Magestat. Y també attenent a que dit Real convent de Valldechrist es una de les vens que componen el estament ecclesiastich deste regne, y que esta a concurregut en tots los servicis que se han fet a vra Magestat ab fidelitat corresponent a les obligacion y estat dels que han servit dita veu, ens a paregut molt propi de nostra obligació esposar en la gran consideracio de V Mag.t el fet referit y suplicarli com ho fem ab tot rendiment es servixca de donar el orde combenient pera que el dit combent de Valldechrist puixa librement introduir en la present ciutat y en qualsevol part del Regne y vendre el paper fabricat en lo dit molí del dit Combent manat que aixi per part dels Arrendadors o administradors com de la Junta Patrimonial no se li posse impediment algu ni se li obligue a pagar cantitat alguna com a exempt y liure y aixi ho esperam de cel catholich de vra Mag.t sent com es protector de la inmunitat ecclesiastica y de totes les comunitats y veus que formen lo present estament. Nostre Señor g.de La Catholica y real persona de vra Mag.t com la christiandat a menester. Valencia y dehembre a 22 de 1685.
Los elets dels estaments ecclesiastich del regne de Valencia. En la parte de atrás: Pásese a la junta patrimonial el miércoles”125.
Por lo tanto, el Alto Palancia contaba al menos con dos molinos papeleros en activo, a finales del seiscientos, cuando devino el principal núcleo papelero del reino de Valencia.
4.3.2. Los molinos papeleros en el siglo XVIII
En el año 1728, los cartujos decidieron establecer un nuevo molino de papel en Altura, dedicado a la fabricación de papel blanco, que se sumó a los dos ya existentes. Desde entonces, el crecimiento de la manufactura papelera fue vertiginoso, pues llegó a contar, a finales de siglo, con 16 (o más) molinos de papel activos, simultáneamente. Sólo Segorbe contaba con ocho en la propia ciudad y otros cinco en sus alrededores (los de Altura, Jérica, Castellnovo, Soneja) y tres más en su entorno, uno en Caudiel y dos en Bejís.
Varios de los apellidos presentes entre los fabricantes de Segorbe y su comarca manifiestan su clara ascendencia catalana, entre ellos, Tort, Frigola y Romaní. Según Gutiérrez i Poch, “Dos factors varen facilicitar aquesta emigració: la pressió a la zona d´origen i el prestigi dels operaris”126. Las relaciones con el lugar de procedencia no se interrumpían, facilitando la difusión de las nuevas tecnologías. En una carta, fechada en 1818, conservada en el Archivo Municipal de la Pobla de Claramunt, un papelero de Segorbe, Miguel Tort Leal, pedía a Jeroni Tort que le enviase formas127. A su vez, especialistas de este núcleo se desplazaron a los nuevos focos papeleros. Al poco de comenzar la construcción del primer molino de Buñol, en 1752, su propietario, Gaspar Solernou, constituyó una compañía temporal con Juan de Rojas, vecino de Jérica, profesor de matemáticas y arquitectura128. Entre los principales fabricantes de papel blanco de Buñol sobresalen los Bolumar, una familia de papeleros procedentes de Peñalba (Cárrica). Esta emigración persistió en el tiempo129. Igualmente, en la construcción del primer molino papelero de Alcoi, propiedad de Vicente Albors Gisbert, intervinieron especialistas del molino de la Cartuja de Vall de Cristo130.
La comarca de Segorbe se especializó en la producción de papel blanco, relegando a un segundo plano al papel de estraza. Parte del papel fabricado en Segorbe, Altura, Jérica y Rossell -aunque en menor medida que Alcoi- se destinaba para la exportación a México. En el año 1772, el virrey Bucareli firmó una contrata con los fabricantes que exportaban papel a Nueva España por el puerto de Valencia, la mayoría valencianos aunque no todos131, concretamente, con fray Lamberto Navarrete (en representación de la Cartuja de Vall de Cristo), Juan Bautista Loustau, Gerónimo Silvestre, Juan Carroset, Tomás Tornal, Julián Fuertes (en representación de la marquesa de Cruillas), Francisco Ferreras, Jaime Tort y Francisco Albors. Como puede apreciarse, los fabricantes segorbinos -Jaime Tort, Julián Fuertes, Francisco Ferreras-, así como la Cartuja, están bien representados132. En el año 1782, al menos cinco fabricantes de la comarca de Segorbe enviaron papel de encigarrar con destino a Nueva España: Jayme Tort, Xavier Bolumar, Frigola (manufactura de la marquesa de Cruillas)133, Francisco Ferreras y Cartuja de Vall de Cristo134.
Cavanilles, al referirse al Alto Palancia, subraya su abundancia en aguas y su prosperidad económica, también su importante actividad industrial: “Vénse á muy corta distancia Altura, Segorbe y la Cartuxa, cuyo conjunto de edificios resaltan sobre la verde alfombra de sus dilatadas huertas; luego se pisa un suelo mucho mejor que el antecedente, y más proporcionado para variedad de frutos; hállanse aguas abundantes y claras; y por todas partes industria, actividad y cuidado”135. El crecimiento de la industria papelera, en el segundo tercio del siglo XVIII, fue tal que convirtió a la cuenca del Palancia en el más importante núcleo papelero del reino de Valencia136. El núcleo del Alto Palancia, sin embargo, fue perdiendo terreno a medida que prosperaban otros núcleos papeleros valencianos. Por supuesto, Alcoi y su comarca, en primer lugar, Buñol y Ontinyent, inmediatamente detrás. A finales del siglo, el Alto Palancia producía sólo entre el 8% y el 10% del papel elaborado en tierras valencianas137.
Los molinos de la Cartuja de Vall de Cristo en Altura
En Altura, la propia Cartuja estableció un nuevo molino papelero, en el año 1728, que se emplazó en la partida de Abratón, junto al secular molino cartujano conocido como el “batán de los frailes”. En Las Relaciones Geográficas del Reino de Valencia, se describe con detalle su entorno: “Al Mediodía, a la izquierda, a un quarto de legua de Altura, hai una fábrica de papel mui crecida, que es de dichos PP. Cartuxos, y para entrar en ella hai dos puentes, para pasar dos arroyos”138.
