Kitabı oku: «La alhambra; leyendas árabes», sayfa 37
Otro sobrino del rey, Ebn-Ozmin, que estaba en Almería, al saber el descontento con que los principales de Granada miraban al rey, se trasladó secretamente á la córte, y comprando á fuerza de oro al populacho, escitando las pasiones y el descontento de los nobles, produjo un alboroto, se apoderó de la Alhambra y demás fortalezas de Granada, prendió á su tio el rey Muhamad-Al-Hayzarí, y le puso en prision.
Era la tercera vez que este desgraciado príncipe se veia depuesto despues de trece años de reinado, y Muhamad-Ebn-Ozmin-el-Ahnaf fué proclamado, aunque no por la voluntad de todos, puesto que le abandonaron muchos, entre ellos el wazir Albdelbar, que se retiró á Montefrio con todos sus parientes y amigos.
Tuvo lugar la tercera deposicion de Al-Hayzarí el año ochocientos cuarenta y nueve110.
XIII
Conociendo el wazir Abdelbar, que tomar el nombre del preso rey Al-Hayzarí, para reponerle en el trono, era causar su muerte, escribió al otro sobrino del rey, Ebn-Ismail, que estaba en Castilla, ofreciéndole el trono, y para que pudiese venir sin que el rey de Castilla se lo estorbase, le envió las cartas escritas en cifra por medio de dos caballeros parientes suyos disfrazados.
Recibió á estos mensajeros el infante, pero en vez de recatarse del rey de Castilla, le confió el secreto, y don Juan el II, no solamente le concedió licencia para ir á apoderarse del trono de Granada, sino que le prometió su ayuda y le dió cartas para que los adelantados de la frontera le ayudasen en su entrada.
Partió el infante Ismail con todos los caballeros moros que estaban con él al servicio del rey de Castilla, y desde la frontera le acompañaron los adelantados castellanos con numerosa y escogida caballería: llegó á Montefrio, donde le recibieron alegremente Abdelbar y los de su bando, y le proclamaron rey de Granada.
Ebn-Ozmin, entretanto, pensó en vengarse de los cristianos que ayudaban á su competidor, y con un poderoso ejército acometió las fronteras castellanas, se apoderó de Benamaurel, pasó á cuchillo y cautivó á los cristianos que defendian la villa, entre ellos á su alcaide Herrera, y los fronteros de Andalucía no se atrevieron á ponerse delante del rey Ozmin, aterrados por la violenta entrada de Benamaurel.
Entretanto Ebn-Ozmin, se puso sobre la fortaleza de Aben-Zulema, que estaba defendida por una fuerte guarnicion de castellanos, y por medio del cautivo alcaide Herrera, les intimó que se rindiesen evitando la desdichada fortuna de los de Benamaurel. Pero los de Aben-Zulema resistieron, y acometidos con ardor por los moros á escala franca, fueron entrados, pasados á cuchillo y cautivados, despues de lo cual Ebn-Ozmin se volvió á Granada triunfante con una riquísima presa de ganados, armas y cautivos.
En el siguiente año, el rey Muhamad-Ebn-Ozmin, dividió en dos ejércitos sus fuerzas.
El un ejército marchó sobre la frontera cristiana, y el otro contra su primo Ismail.
El rey se puso en persona á la cabeza del que marchaba sobre la frontera, y tomó las villas de Huesca, Veladabiad y Veladalhamar, ocupó sus fortalezas, taló y quemó la tierra, cautivó hombres y mugeres, apresó gran cantidad de ganado, y contento y rico se volvió á Granada.
Para vengarse mas del rey de Castilla, por la proteccion que dispensaba á su primo el infante Ismail, envió ricos presentes á los reyes de Aragon y de Navarra, que estaban en guerra con don Juan el II, y aliándose con ellos, estipuló que mientras aquellos reyes acometían al de Castilla por sus fronteras naturales, él le embestiria por las de Granada.
El año siguiente, cumpliendo la oferta, entró Ebn-Ozmin por la frontera de Murcia, taló y quemó sus campos y alquerías, y venció á los cristianos que le salieron al encuentro acaudillados por Tellez Giron, matando y prendiendo á muchos que llevó en triunfo á Granada.
Durante dos años aun, los dos reyes rivales Ebn-Ismail en Montefrio, y Ebn-Ozmin, en Granada, conservaron sus mútuas posiciones: Ebn-Ismail, defendia los pueblos que le habian proclamado de las correrías de Ebn-Ozmin, y este talaba contínuamente las fronteras castellanas.
El wisir Abdelbar por su parte, servia eficazmente á Ebn-Ismail, escitando contra Ebn-Ozmin por medio de agentes secretos, la odiosidad de los caballeros de Granada, descontentos la mayor parte de Ebn-Ozmin: ensoberbecido este por sus triunfos sobre los cristianos, se habia hecho altanero y soberbio y tan sanguinario, que con el mas leve pretesto, mandaba matar á los caballeros mas principales del reino, despojaba de sus alcaidias y empleos á los leales y viejos caballeros que los tenian para premiar á los arrayazes que le acompañaban en sus afortunadas correrías. Del mismo modo hacia los matrimonios de la juventud á su antojo y forzaba á los padres á dar sus hijas contra su voluntad á quien él queria.
Aborrecíale por lo tanto la nobleza, y el resto de sus vasallos le temia mas que le respetaba, por su crueldad.
Estas cosas facilitaron y abrieron camino á sus enemigos para llevar sus intentos adelante, y habiendo concluido el rey de Castilla su guerra con los de Aragon y Navarra, con ansia de vengar el daño que le habia causado Ebn-Ozmin, envió un grueso ejército á Ebn-Ismail que con este auxilio y sus gentes marchó ya decididamente sobre Granada.
Salióle al encuentro Ebn-Ozmin, y se trabó en la vega una reñidísima batalla, en que ambos primos pelearon con heróico valor; pero al cabo Ebn-Ozmin fué vencido y obligado á huir con los escasos restos de su caballería á Granada.
Llamó nuevas gentes, que enemistadas con él por su crueldad, le acudieron en corto número, y comprendiendo que la fortuna le volvia las espaldas, mandó que se le presentaran gran número de caballeros, los metió en el alcázar de la Alhambra y se fortificó en él; pero viendo que Granada se alborotaba y que proclamaban á su primo Ebn-Ismail, no se atrevió á esperarle y huyó con unos pocos caballeros que se le habian mantenido leales, metiéndose en las sierras, en las que desapareció.
Fué esta huida del rey Muhamad-Ebn-Ozmin, el año ochocientos cincuenta y nueve111.
Habia reinado diez años.
XIV
Entró Ebn-Ismail en Granada, que le recibió en triunfo.
Despues de su solemne proclamacion, tanto en Granada como en las demas ciudades, villas y lugares del reino, envió embajadores al rey de Castilla, declarándose su vasallo, y demostrándole su agradecimiento con un magnífico presente de telas de oro y seda, caballos y jaeces preciosos: pero cuando poco despues murió el rey don Juan el II de Castilla, no renovó la tregua y el vasallaje con su hijo don Enrique IV por no disgustar á sus vasallos, que estaban descontentos y humillados con la amistad y vasallaje que rendia á los reyes de Castilla.
Dió, pues, licencia á sus fronteros de talar las tierras castellanas, y fué grande la presa de cautivos y ganados que se hicieron en las primeras correrías, porque los castellanos, confiados en la buena inteligencia que existia entre su rey y el de Granada, tenian desarmada la frontera.
No habiendo dado motivo los castellanos para este rompimiento, el rey don Enrique mandó levantar un ejército y fué sobre Granada con catorce mil caballos y un formidable número de peones, llevándolo todo á sangre y fuego, quemando las mieses, arruinando los árboles y destruyendo cuanto encontraba de muros á fuera de las poblaciones.
Ebn-Ismail temió esponerse al éxito de una batalla de poder á poder, y solo permitió que taifas ó compañías sueltas de campeadores saliesen á escaramuzar contra los cristianos, á los que llevaban mucha ventaja en estos ataques parciales, mientras en la ciudad todos estaban apercibidos para rechazar un ataque del ejército cristiano.
Al fin don Enrique, viendo que los moros no le presentaban batalla, que en sus escaramuzas mataban á sus mejores caballeros que salian del campo á medirse con ellos, y no atreviéndose tampoco á acometer la ciudad, que estaba muy bien defendida, taló la vega, y se retiró volviendo á aparecer de nuevo al año siguiente con un ejército tan poderoso como el pasado; y como salieran á su encuentro los campeadores de Granada á estorbar á los cristianos el daño que hacian, se fué trabando tan recia escaramuza, que, sin que lo pudiese impedir el rey de Castilla, toda su caballería peleaba en trozos acá y allá con la caballería de Granada, muriendo en una de ellas Garcilaso de la Vega, que era muy querido del rey de Castilla, que en venganza de su muerte hizo una cruelísima tala en la vega, cercó á Gimena, la tomó con su fortaleza y pasó á cuchillo á sus habitantes.
Al fin, deseoso el rey Ismail de poner término á tantos desastres, y no lográndolo por medio de las armas, envió embajadores al rey de Castilla, y con gran dificultad se pactó una tregua de cierto tiempo por entrambas partes, quedando esceptuada de la tregua la frontera de Jaen, que quedó abierta á la guerra.
Aprovechando esta circunstancia los campeadores de Granada, entraron por la parte de Jaen, causaron gran daño á los cristianos, prendieron al adelantado Castañeda, y le llevaron en triunfo á Granada.
Ismail, entretanto, aprovechando la tregua, gobernaba en justicia á sus vasallos, plantaba arbolados, mejoraba los edificios y casas de campo que la guerra habia maltratado, y entretenia á sus caballeros con justas y torneos, entrando algunas veces en sus parejas, y luciendo su maestria en manejar el caballo.
Tenia dos hijos. El mayor era ya mancebo y se llamaba Cid Abul-Hhacem, muy buen caballero, valiente y animoso. El menor Cid Abd-Allah. El príncipe Abul-Hhacem, deseoso de manifestar su valor en alguna jornada contra los cristianos, sin respetar la tregua que su padre tenia con ellos, cayó con un escuadron de caballería, escogida sobre la frontera de Andalucía, robó ganados en la comarca de Estepa, y cautivó y mató los habitantes de las aldeas.
Salieron contra él los fronteros de Osuna, y despues de una reñida pelea, le fué preciso al príncipe Abul-Hhacem, abandonar la presa para volverse á Granada.
El año de ochocientos sesenta y cinco112, hizo el príncipe otra correría que le fué mas útil y menos peligrosa. Pero entretanto, los cristianos acaudillados por el duque de Medinasidonia tomaron á Gibraltar, y por otra parte don Pedro Giron tomó la fortaleza de Archidona.
Estas pérdidas obligaron de nuevo al rey Ismail, á pedir treguas al de Castilla, y al fin los dos reyes se vieron en la vega, y trataron amistosamente y comieron juntos en una magnífica tienda el año ochocientos sesenta y ocho113, y despues de haber cambiado algunos ricos presentes, pactaron unas paces sólidas de tal modo, que los caballeros de Granada entraban y salian libremente en la corte de Castilla, y de igual modo los cristianos en la de Granada.
Ismail, en fin, acabó pacíficamente su reinado, muriendo en el alcázar de Almería el año ochocientos sesenta114.
Al rey Ismail, sucedió su hijo Muley Abul-Hhacem.
XV
Hasta aquí la cronología de los reyes de Granada, desde el rey Abul-Walid Abu-Sayd, hasta Muley Abul-Hhacem.
La historia de éste, la de su hermano Abd-Allah-el-Zagal, y de su hijo Abd-Allah (Boabdil), será la introduccion de la leyenda siguiente, última de nuestro libro.
Nuestros lectores nos perdonarán si les hemos robado algunas páginas de novela para copiar las crónicas moras de los reyes de Granada: pero nosotros hemos creido que tratándose de la Alhambra, debiamos dar á conocer á todos los reyes que se sentaron en su trono.
LEYENDA VII
EL PATIO DE LOS LEONES
I
El patio de los Leones del alcázar de la Alhambra es la joya mas rica que ha sobrevivido á la ya centenares de años hace pasada arquitectura árabe.
En vano querreis dominar un sentimiento de doloroso entusiasmo, al ver de repente desde el magnífico arco festonado que sirve de entrada al patio de los Leones, yendo del del Mexuar, ó de los Arrayanes, las ciento veinticuatro esbeltas y bellísimas columnas que sostienen sus galerías y sus templetes, sus arcos apuntados ó redondos, de herradura ó semicirculares, estucados labrados, cubiertos de inscripciones bajo aleros de alerce tallados, pero áridos, secos, rotos, torcidos por el tiempo: la gran pila de su fuente de mármol, sostenida por doce leones, y sus estanques de mármol, por donde corre el agua de la fuente115 una habitacion que con su hermosura sirve de adorno á las demás habitaciones.
Y si no, ahí está ese vergél en que hay maravillas que no ha permitido Dios haya otras que las igualen, ni aun en los dos santuarios.
Y un monton de trasparentes perlas, cuyo brillo resplandece con los saltos del aljófar, contínuamente agitada.
Y no sabemos cuál de los dos es el que mengua.
......
¿No ves con qué confusion corre el agua, y sin embargo caen sobre ella otras corrientes?
A manera de un amante que se deshace en lágrimas por miedo de que haya quien las haga manifiestas.
......
......
Y quizá no es en realidad mas que una blanca nube que se desprende sobre los leones.
De tal modo se estiende la mano liberal del califa, que cuando franquea sus beneficios, alcanzan á los furiosos leones de la milicia.
¡Oh tú, que miras á esos leones, á quienes la falta de vida impide ejercer la furia!
¡Oh heredero de la sangre de los Nazeritas! No hay gloria que se iguale con la de haber heredado el poder y grandeza que te hará despreciar á los mas encumbrados magnates.
La paz de Dios sea contigo perpetuamente, teniendo en sujecion á tus súbditos, y domando á tus enemigos.
Traduccion de Castillo.
Bendito sea aquel que dotó al adelantado rey Juçuf, de gracias que adornan su hermosura á las cosas preciadas. E sinó, ved como en este jardin hay riquezas, que Dios no permite que en la hermosura haya otras tales; de las cuales es esta hechura de aljófar de resplandeciente luz, cuyos estremos adornan los bailes del blanco aljófar, que cae sobre ellos en el círculo plateado, que á un mismo tiempo parece que se derrite en las claras é albísimas piezas de mármol, que con su hermosura y lustre parece á la vista que con ella se deshace la piedra dura, é no se entiende cuál es el licor que ansí se deshace. ¿Pues no ves como el agua corre al rededor de ella, é sobre ella hay otros profluvios? En semejanza de un apasionado amante que de sus ojos echa lágrimas, é por temor de su émulo, disimulando su afecto se las vuelve á tragar. E si bien la queremos comparar, no es la pila de esta fuente sino una roca blanquísima, de la cual salen profluvios de mantenimiento á los leones, en semejanza de la liberal mano de Juçuf, que reparte á los leones de la milicia sus tesoros. Pues ¡oh tú que ves los leones que están en guarda, á los cuales el no tener vida les hace no ejecutar su furia! Por tanto, ¡oh heredero de la sangre de los Naçere! Siéndote, como es tan congénito en ella, heredais alteza y poderio, con que á los grandes reyes tendreis en menos. La salud sea con vos perpetuamente, con triunfo é victoria de tus enemigos.
La diferencia que se nota entre estas dos traducciones consiste: primero, en que la de Lozano es libre, y la de Castillo sujeta servilmente á la letra, y además en la múltiple y maravillosa variedad de la acepcion de las palabras de la lengua árabe, acaso la mas rica de todas. Hay además que tener en cuenta lo caprichoso de los caractéres, que desempeñan el doble objeto de espresar el concepto y de contribuir al adorno. Por tanto, las inscripciones de la Alhambra, especialmente las cúficas son de dificilísima interpretacion.
116, son tan lindos, tan bellos, las paredes tan armónica, tan deliciosamente ornamentadas, tan caprichosas sus cenefas, tan magestuosa, tan variada, tan caprichosa su cúpula de estaláctitas, sostenida sobre veinticuatro columnas, entre las cuales se abren ajimeces calados; tan poética, tan misteriosa la luz que la inunda, que mas bien que una obra de los hombres parece el sueño realizado de un poeta117.
Por el arco de frente al de entrada se pasa á una magnífica antesala, y de allí al mirador de Lindaraja.
III
El mirador de Lindaraja es perfectamente cuadrado, y da vista al patio que lleva su nombre, tiene un ajimez al frente y dos á cada costado.
Estos ajimeces son muy bajos, es decir, su alfeizar está muy poco levantado del pavimento, sin duda para que sentados sobre los almohadones se pudiese ver el valle del rio y el frontero Albaicin.
Ahora esto no puede verse, porque en tiempos de Cárlos V se construyó con parte de las columnas y materiales ornamentados del palacio árabe de invierno, que destruyó el buen emperador, por no decir otra cosa, para construir un palacio plateresco que podia muy bien haber construido en otra parte, en vez de echarse encima la calificacion de bárbaro que pueden aplicarle las artes. En vez de ese patio que hoy existe, y que se llama de Lindaraja, solo existia un jardin, y en ese jardin un adarve bajo que permitia ver la poblacion cercana.
Este mirador, así como la parte interior y alta de la sala de las Dos Hermanas, por la delicadeza de los adornos, por sus dimensiones, por su carácter general, por sus comunicaciones con los baños y jardines, parecian estar destinados á la mansion de las sultanas ó favoritas. Las celosías que cubren sus ajimeces, lo reducido de los retretes, su media luz lánguida, dan fundamento bastante para esta opinion.
IV
Frente á la sala de las Dos Hermanas, en el centro de la galería de la derecha del patio, está la cámara de los Leones, llamada hoy de los Abencerrages, en memoria del sangriento suceso que tuvo lugar en aquella sala y que consignaremos mas adelante.
Esta sala es muy semejante á la de las Dos Hermanas: diferénciase en que en vez de los dos arcos que tiene aquella á los costados, y que corresponden á dos alcobas ó alhamíes, tiene dos especies de cenadores sostenidos por una columna en el centro, y con techos planos de ensambladura en el interior; y en que la cúpula, en vez de ser octógona, es estrellada. Además, la fuente de la sala de las Dos Hermanas, está formada por un rebajo del pavimento, y la de los Abencerrages está levantada medio pie sobre el suyo.
Además, esta cámara, tal como está hoy, no tiene comunicacion con ninguna otra del alcázar.
En la fuente de su pavimento hay grandes manchas rojas.
Es tradicion, dice, que aquellas manchas rojas son el resultado de un horrible crímen.
Sobre aquellas manchas rojas se ha escrito la leyenda de que vamos á ocuparnos.
V
Granada estaba mas que nunca dividida en bandos.
Se acercaba la hora de que los cristianos se apoderasen al fin de aquella Alhambra tan codiciada, de aquella fortaleza cuyo dueño era el dueño de Granada, la cándida y la clara.
Habia en Granada tres reyes á un tiempo.
Uno en la Alhambra, otro en el palacio del Gallo de viento en el Albaicin, y el tercero en Málaga.
Era el uno el viejo rey Muley-Hhacem, hijo de Ismail.
El otro Muley Abu-Allah-al-Zagal118, su hermano.
Y el tercero, hijo del uno y sobrino del otro, Muley Abu-Abd-Allah-al-Ssagir-al-Zogoibí119, conocido mas vulgarmente por Boabdil, ó por el rey Chico de Granada.
Estos sobrenombres eran cosa de los bandos, para conocer á cada uno de los reyes.
Llamaban á Muley-Hhacem, el Viejo: á Muley Abd-Allah, el Mozo: á Muley Abu-Ebn-Allah el Chico.
Esto era muy cómodo, porque no podian equivocarse.
VI
La muerte del rey de Castilla, Enrique IV; la reunion de las dos coronas de Aragon y Castilla, por el casamiento de Isabel I y Fernando V; el formidable carácter del rey de Granada Abul-Hhacem, y la desunion de sus vasallos, habian marcado al momento en que debia sucumbir Granada.
Añadíanse otras ambiciones secundarias á las del hermano y el hijo de Muley-Hhacem, y otras rivalidades terribles.
Estas ambiciones eran las de dos hijos de Abul-Hhacem, llamados los infantes Cidí Yahye y Cidí Al-Hhamar, hijos de una renegada cristiana que Abul-Hhacem habia cautivado en su juventud en la frontera de Martos, por lo que habia repudiado á su prima la sultana Aixa-la-Horra120, lo que habia establecido odios y banderías entre las dos sultanas, Aixa-la-Horra y Zoraya121 la renegada122.
Ayudaba la poderosa familia de los zegríes á la sultana Zoraya: la no menos poderosa de los abencerrages, á la Horra: los Zenetes, los Masamudes, los Mazas, los Gomeles, todas las familias, en fin, estaban entre sí enemistadas y divididas.
Los Reyes Católicos eran demasiado políticos para no volver en su provecho estas disensiones de Granada, y á su advenimiento al trono, al pretender Muley-Hhacem ratificar con ellos las treguas que habian tenido con Enrique IV, Fernando é Isabel le habian impuesto como condicion, que se confesase su vasallo y les pagase tributo.
La respuesta de Muley-Hhacem fué altiva y dura.
«Id y decid á vuestros reyes, dijo á los embajadores castellanos que habian ido á hacerle tal proposicion, que ya murieron los reyes de Granada que pagaban tributo á los cristianos, y que en Granada no se labra sino alfanges y lanzas contra nuestros enemigos.»
Dicho esto despidió á los embajadores y mandó hacer los preparativos para una guerra con Castilla, á pesar de que los Reyes Católicos concedieron la tregua sin otra condicion.
Pero no tardó él mismo en romperla: en el año de ochocientos ochenta y seis123, aprovechando el descuido de los cristianos en la frontera, entró por ella á sangre y fuego; se puso sobre Zahara, villa situada entre Ronda y Medina Sidonia, y á pesar de que estaba bien guarnecida, la sorprendió durante las tinieblas de una noche oscurísima y tempestuosa, en que se desplomara el aguacero y bramaba el huracan. Los cristianos, á quienes la tregua y lo tempestuoso de la noche, hacian creerse seguros, despertaron despavoridos y pasaron del sueño á la muerte.
Al regresar Muley-Hhacem á Granada y en medio de los plácemes de sus cortesanos, dicen que el anciano fakí Al-Macer dijo con sobrado valor al salir del alcázar:
– «¡Las ruinas de Zahara caerán sobre nuestras cabezas! ¡Ojalá mienta yo, que el ánimo me dá que el fin y acabamiento de nuestro señorío en España es ya llegado!»
A pesar de esto, el rey Abul-Hhacem sin hacer caso de los alimes124 y de los fakies125 seguia en sus algaras y cabalgadas y amagaba á las villas fronterizas aunque no podia tomarlas, porque los cristianos, con el escarmiento de Zahara, estaban prevenidos, contentándose con talar la tierra y cautivar y robar lo que encontraba de muros afuera.
No se hizo esperar mucho tiempo la venganza de los cristianos por la desgracia de Zahara. A principios del año de ochocientos ochenta y siete126, don Rodrigo Ponce de Leon, señor de Marchena, con gentes de Sevilla, se encaminó á la frontera con el bravo intento de tomar la ciudad de Alhama: á media legua de la ciudad, se detuvo con sus ginetes y peones en unos profundos valles rodeados de recuestos y collados muy altos, y oculto en aquel lugar esperó á la noche; cuando esta hubo llegado, y por cierto densa y oscura, se encaminaron á Alhama, y como al acercarse notasen que todo estaba tranquilo en el castillo, algunos de los cristianos pusieron con gran silencio escalas á la muralla, subieron con gran ánimo á ella, mataron los centinelas que encontraron dormidos, abrieron las puertas que daban al campo, y dieron entrada al resto de sus gentes. Los moros, sorprendidos por aquella hazaña, resistieron muy poco, y los mas se salieron del castillo, bajaron á la ciudad y cerraron sus puertas, procurando defenderse con palizadas y barreras.
A la venida del dia, los cristianos emprendieron el asalto; pusieron escalas por diferentes puntos, y á pesar de que los moros se defendian bravamente, los cristianos, aunque á costa de una gran mortandad, lograron penetrar en Alhama.
El combate duró todo el dia y parte de la noche.
Los moros se defendian de calle en calle, en las que hacian barreras con los muebles, con las puertas, con los carros, con cuanto encontraban á mano; pero la llegada de un refuerzo de cristianos, decidió en favor de estos la victoria.
Los moros fueron casi en su totalidad degollados.
Las mugeres, los viejos y los niños, que se habian acogido como débiles é inermes á la mezquita principal, fueron muertos sin compasion, y casas y calles y mezquitas solo mostraban cadáveres.
La venganza que los cristianos tomaron por el desastre de Zahara, fué completa y horrible.
La noticia de este desastre llenó de luto á Granada, los fakies cruzaban por las plazas y por las calles llorando á voces y pronunciando las mas terribles y funestas profecías: el pueblo estaba espantado, y aumentaba el espanto la llegada de los habitantes de las villas fronterizas que venian desalados á encerrarse en Granada con sus haberes, temerosos de una suerte igual á la de Alhacen.
Pero Muley-Hhacem no se aterró; reunió de golpe tres mil caballos y cincuenta mil peones y marchó sobre Alhama, pero con la precipitacion se habia olvidado de llevar artillería y no pudo recobrar la ciudad.
Mas adelante volvió á cercar á Alhama, y ya casi estaba á punto de rendirse cuando le avisaron de que su presencia era necesaria en Granada.
Su hijo y su hermano se le habian rebelado cada cual por su parte, y era llegado el momento en que los bandos interiores no le dejasen tiempo ni fuerza para atentar á la defensa de sus fronteras.
TRADUCCION DE LOZANO.
Bendito sea el que dió al príncipe Mohamad164164
Mohamad VI.
Las en verso han sido traducidas en metros castellanos, no sabemos por quién, que encontramos en el libro del viajero de Granada del señor la Fuente Alcántara.
Hélas aquí:
Soy de forma muy preciosa;son prodigio mis laboresy belleza;Soy creacion maravillosa:¿de quién no arranca looresmi grandeza? —Contemplad la piedra duraya desbastada y bruñidadiestramente,Cómo brilla en mi estructura:fuí tiniebla en luz vertidaprontamente. —Las mármoles mas preciadosen mi alcázar se pusieroncon ingenio:No bien fueron colocadosdel príncipe relucieroncon el génio. —Mis esplendores deslumbrantanto que son envidiadospor el cielo:Luceros que en él alumbranson por mi luz sombreadosen el suelo.Y estas otras, sobre los arcos:¿Has visto mucha grandeza?pues es mayor mi belleza. —Y dice al verme la gente:¡qué linda! ¡qué clara fuente! —Otro me vé, se recrea,y me llama: Mar que ondea. — Hé aquí la inscripcion en prosa:
Solo Dios es vencedor: Dése gloria á nuestro señor Abu-Abd-Allah, conceda Dios su perpétuo auxilio á nuestro señor Emir de los fieles.