Kitabı oku: «El corazón de la pastoral», sayfa 3
Antes de irnos le damos un beso a la mamá de nuestro amigo. Pues en la misa, antes de terminar, rezamos a la Virgen María, la madre de Jesús y nuestra madre. Somos enviados a llevar a los que nos rodean esta eucaristía que hemos celebrado en comunidad.
Momento «Rey león»
En el sacramento del bautismo les pido a los padres, días antes de la celebración, que preparen una oración de presentación de su hijo o hija a la comunidad cristiana para el inicio del rito. Algunos hacen unas oraciones preciosas, sentidas y llenas de contenido. Recuerdo la de los padres de Sara, cuya mamá tuvo problemas durante el embarazo. Todo cambió cuando la pequeña estuvo entre sus brazos:
Señor, aquí tienes a nuestra hija Sara.
Después de una larga espera,
sentimos que es lo mejor que tenemos
y que es el regalo más bonito que hemos recibido de ti.
Nos la has dado para que la amemos con el mismo amor
con que nos sentimos amados por ti.
Vivir será para nosotros amar a esta hija,
manera concreta de hacer vida el mandamiento nuevo.
Haz que ella responda también a tu amor
y a nuestro amor, amando al estilo de tu corazón.
Tú, Señor, lo eres todo para nosotros,
cuida de nuestra familia
y de nuestra pequeña siempre. Amén.
Hace unos años, unos amigos, Rocío y Salvi, me pidieron que bautizase a su segunda hija, Celia. Me comentaron que les encantaría que, después del bautismo y la unción con el santo crisma, hiciera una presentación a la asamblea, como al inicio de la película El rey león. Los vi con tantas ganas que me fui luego a ver la escena. Hago un pequeño resumen y subrayo algunas relaciones con la Biblia.
Desde todos los lugares vienen animales de diferentes especies a reconocer como rey a Simba. Nos recuerda este pasaje: «¡Señor, mi fuerza y mi fortaleza, mi refugio cuando llega el peligro! Acudirán a ti los gentiles de los confines de la tierra, y dirán: “Nuestros padres nos legaron la mentira, la vaciedad, pues son cosa inútil”» (Jr 16,19).
Una vez concentrados los animales en el mismo lugar, donde nace el pequeño rey león, se procede al ritual para consagrarlo rey, que es el mismo que aparece en el Antiguo Testamento: «Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu del señor vino sobre David desde aquel día en adelante» (1 Sam 16,13).
Tras ser consagrado rey, el mono, que hace de sumo sacerdote, lo presenta ante todos los animales allí congregados. Hallamos aquí dos referencias bíblicas. Primera, al bautismo de Jesús: «Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”» (Mt 3,16-17). El momento en que se abre el cielo es aquel en el que Dios Padre reconoce a Jesús como Hijo. Paralelamente, el cielo se abre también cuando Simba es elevado a lo alto. A continuación, se arrodillan todos los animales ante él: «Póstrense ante él todos los reyes y sírvanle todos los pueblos» (Sal 72,11).
En fin, que Celia tuvo su «momento Rey león», donde la comunidad de la parroquia de San Pablo, de Jerez, acogió con gran cariño a la pequeña, que hoy adolescente sigue saboreando las aguas bautismales con las que un día nació a la vida de la fe.
Ponerse en los zapatos del otro
En la Exhortación pastoral Amoris laetitia, el papa Francisco propone que se ofrezca a los novios la posibilidad de preparar el matrimonio a través de los elementos necesarios para recibir el sacramento, que lleve a iniciar la vida familiar con solidez, recalcando los valores del matrimonio, la comunidad de fe, la importancia del amor en la construcción de una familia. De ahí que nos fijemos en tres tiempos:
– Preparación remota. Se parte de la experiencia de cómo ha calado en cada uno los valores del matrimonio vividos en la propia familia, sobre todo cómo han vivido la experiencia del amor. Señala el papa: «Probablemente, quienes llegan mejor preparados al casamiento son quienes han aprendido de sus propios padres lo que es un matrimonio cristiano, donde ambos se han elegido sin condiciones y siguen renovando esa decisión».
Se ha de tener presente también la situación de aquellos novios que han experimentado las separaciones de sus progenitores o provienen de familias monoparentales. Ello requiere una sensibilidad especial por parte de los agentes de pastoral que acompañan estos procesos.
Es necesario que los que se preparan al matrimonio recuerden el bagaje de lo recibido en la escuela, en la catequesis con motivo de los sacramentos, para ver cómo les ha influido en sus vidas.
– Preparación próxima. Se realiza a través del diálogo con personas, individualmente o en grupo, que brinda la posibilidad de reflexionar sobre los temas fundamentales de la vida conyugal. Temas que los novios no suelen reflexionar por sí mismos. En este sentido, cada vez se están cuidando más los cursos de preparación al matrimonio, llamados antes «cursillo», que adquieren un porte más sólido.
En Málaga, por ejemplo, el equipo de pastoral familiar de la parroquia de Nuestra Señora de la Amargura ha comenzado una iniciativa semestral. Se han reunido en doce sesiones de trabajo los domingos por la tarde en la parroquia para profundizar en temas como el «Diálogo en el matrimonio», «La afectividad, las emociones y los sentimientos», «La Iglesia y los sacramentos», «Jesucristo», «Ser padres», «La familia cristiana en medio del mundo», «Nuestro proyecto de matrimonio y familia» y «Preparamos la boda», entre otros. Las sesiones han estado dirigidas por varios matrimonios, el párroco, Salvador Gil, y un diácono. Nuria Caro, miembro de este equipo, subraya que la idea no es solo la preparación, sino que después continúen en los grupos de matrimonios de la parroquia. «Casi todos son alejados. Se dan cuenta de que los cristianos somos gente normal y que la Iglesia no es un tostón», remarca Nuria. De esta edición han destacado en la evaluación el valor del diálogo y de perdonarse. Juan Carlos Ramos y Virginia Villodre, coordinadores del curso, se han traído a sus tres hijos, que están entre los 17 y los 21 años, para explicar su vida de fe en familia, cosa que ha llamado mucho la atención a los asistentes. Toñi Echevarría y Cristóbal Ruiz, para abordar el asunto del amor y la comunicación en pareja, han propuesto la dinámica de intercambiar los zapatos en la pareja. De ahí han extraído conclusiones prácticas: la principal, lo difícil que es ponerte en el lugar del otro a lo largo de la vida.
Me gustaría destacar un material editado de manera sencilla por la Delegación Diocesana de Pastoral Familiar del arzobispado de Barcelona, que lleva por título «Orientaciones para el diálogo de preparación al matrimonio. Según el espíritu de Amoris laetitia». Puede ser de gran utilidad para los cursos de preparación al matrimonio, con un buen resumen de contenidos y unos cuestionarios interpeladores que provocan el diálogo.
A través de YouTube podemos acceder a un material muy recomendable: «Cursillo de preparación al matrimonio de Pixar», con escenas de la película Up. En poco más de cuatro minutos se repasan diferentes asuntos: el mañana (quererte más), la austeridad, reservar tiempo para hablar en un escenario diferente, cómo afrontar los malos rollos, pequeños proyectos, afrontar las crisis, luchar contra la rutina, solo hay aventura cuando se apuesta todo por la otra persona, con Dios es más fácil vivir las alegrías y los dolores.
– Preparación inmediata. Es la relativa a la celebración litúrgica, a la comprensión y vivencia de su contenido sacramental, de las diferentes palabras y gestos que acompañarán al consentimiento. El acompañamiento que haga el sacerdote puede ser significativo. No solo porque les dará tranquilidad para el día del enlace, sino porque así los contrayentes pueden preparar su boda con detenimiento, no solo externamente, sino en su interior.
Personalmente, me gusta hacerles a los novios algunas preguntas cuando llegan los momentos de los preparativos: ¿quién es el novio para la novia y la novia para el novio? Es decir, sus características, lo que más valoran, lo que aprenden y las propias limitaciones. En la preparación se suelen emocionar con esta dimensión. Pero he de decir que ha habido algunos novios que no sabían decir nada del otro, que no se les ocurría, que estaban nerviosos... Hay preguntas que son significativas. Advierte Francisco: «Lamentablemente, muchos llegan a las nupcias sin conocerse. Solo se han distraído juntos, han hecho experiencias juntos, pero no han afrontado el desafío de mostrarse a sí mismos y de aprender quién es en realidad el otro».
Elegir las lecturas, los cantos y los otros elementos de la celebración ayuda a crear un ambiente de contemplación y de conexión con el misterio de la Trinidad, que es el culmen del amor. Escuchar los criterios para la elección de las lecturas puede ser muy útil de cara a la homilía, así como la pregunta en torno a qué papel va a jugar Dios en el matrimonio.
Seguramente, a pesar de las críticas que ha tenido, una de las homilías de boda que más se nos ha quedado grabada ha sido la del arzobispo Michael Curry en la boda del príncipe Harry y Megan Markle. Podríamos titularla: «Imaginad un mundo en el que el amor fuera el camino». La forma de decirlo, con su tableta en el histórico templo y su pasión, despertaron el interés mundial. Probablemente dijo cosas básicas, pero muy bien dichas y sentidas en un altavoz mediático único: «Imaginad nuestros hogares y familias donde el amor fuera el camino. Imaginad nuestros vecindarios y comunidades donde el amor fuera el camino. Imaginad nuestros gobiernos y naciones donde el amor fuera el camino. Imaginad los negocios y el comercio donde este amor fuera el camino. Imaginad este viejo mundo cansado donde el amor fuera el camino».
Unción o «tabernáculo sagrado»
Los equipos de pastoral de la salud de las parroquias saben bien de la necesidad de acompañar a los enfermos, de visitarlos, de compartir diálogos, de «llevarles la comunión», de leer juntos la Palabra y hacer presente a la comunidad eclesial en medio de la etapa de enfermedad que vive la persona destinataria de esta atención, que entronca con la cercanía de Jesús por los enfermos. Además, esta pastoral es «magisterio mariano», porque, como afirma Jesús Martínez Carracedo, «María, la Madre, encarna la moral de la responsabilidad en el cuidado, es decir, la que se caracteriza por una gran proximidad a la realidad cotidiana, unas relaciones más afectivas, un lenguaje concreto (“No tienen vino”), una cercanía intuitiva y práctica».
La unción de enfermos, celebrada en torno a la Virgen de Lourdes o en la Pascua del Enfermo, en medio de la comunidad cristiana, es un momento significativo de la vida parroquial en el que nos abrimos al misterio de la esperanza. Acompañar es clave. Ungidos por Jesús, que nos acompaña en el dolor y en la enfermedad. La comunidad queda también ungida y urgida en ese acompañamiento. Así lo experimenté hace años en la parroquia de Ntra. Sra. de la Candelaria, de Sevilla, donde su equipo de pastoral de la salud mimaba la visita a los enfermos, y el día de la unción comunitaria entregaban un clavel a cada una de las personas que recibían el sacramento y luego ofrecían una merienda preparada con esmero.
Con ocasión de la Pascua del Enfermo de 2018, la diócesis de Málaga publicó en su canal de YouTube una entrevista al sacerdote José López Solórzano, párroco de Ntra. Sra. de la Encarnación, de Marbella, y padrino del joven Pablo Ráez, donde cuenta con sencillez su historia, su relación con Pablo y lo que él le enseñó. Es un testimonio precioso para acompañar. Lleva por título: «El legado íntimo de Pablo Ráez». En un determinado momento, el joven que comienza a ser mediáticamente conocido por su lucha contra la leucemia y el trasplante de médula, da gracias a la vida. El sacerdote le dice: «¿Por qué no das gracias a Dios? Yo sé que tú eres creyente». De hecho, Pablo ha comulgado y recibido la unción de enfermos administrada por el propio sacerdote. Responde el enfermo: «Pepe, yo no quiero que nadie se sienta excluido, ni siquiera por Dios. A mí Dios no me ha dado la médula, me la tiene que dar la gente. Dios es mi fuerza».
El joven destaca en un documental que se hizo viral la cercanía de su párroco: «Pepe es mi padrino, pero es mucho más que mi padrino. Es mi amigo. Realmente, Pepe es un gran amigo para mí. Ha estado muy presente en mi enfermedad. Ha sido de las personas que más cercanas han estado. Siempre, siempre, siempre que ha podido ha estado para venir a verme. Siempre que he necesitado algo ha estado para dármelo».
En los momentos más duros también estaba el sacerdote. Así lo recordaba Pablo: «Lo más importante de todo fue el día en que yo me estaba trasplantando. Tenía muchísimo miedo. Él apareció por allí y, cuando le vi, me inflé a llorar, estuve un rato llorando y supe que me iba a recuperar e iba a ir bien». Es tan importante aparecer, estar, compartir... Solo así se puede acompañar la pasión de los que sufren. El párroco de la Encarnación revela que, «cuando Pablo está más malito, su casa se convierte en un tabernáculo sagrado con su padre, su madre, su hermana y un servidor. Pablo se va muy en paz. No se va derrotado. Ha derrotado a la enfermedad, porque la enfermedad no ha podido con él ni le ha quitado la esperanza ni las ganas de hacer el bien». Y como colofón: «La leucemia no pudo con Pablo. Pablo venció a su enfermedad muriendo».
Podríamos decir que hay un denominador común a la hora de preparar bien los sacramentos, que es que el sacerdote conozca y tenga trato con aquellos que van a recibirlos. En ocasiones puede suceder que alguien esté en un proceso para recibir algún sacramento y las circunstancias de la vida le lleven a encontrarse con Jesús en otro de los siete signos. Esto ha sucedido hace unos meses en Francia. Un terrorista tenía como rehenes, en un supermercado, a cuatro hombres y una mujer. El gendarme Arnaud Beltrame se ofreció para ocupar el puesto de la mujer y, en el intento de reducir al terrorista, recibió varios disparos, que le causaron la muerte unas horas más tarde. Arnaud iba a contraer matrimonio canónico con Marielle. El padre Jean-Baptiste, de los Canónigos Regulares de la Madre de Dios, en la abadía de Santa María de Lagrasse, conocía muy bien a ambos. Prueba de ello son algunas de sus palabras en la homilía del funeral: «En el hospital estábamos reunidos los tres como para el matrimonio que debía celebrarse próximamente, y lo que celebramos en su lugar fue la unción de enfermos. Dentro de dos meses debería haber presidido la alegría del matrimonio de Arnaud y Marielle, y aquí estoy, celebrando su funeral».
Sentados en la hierba
Me gustaría terminar estas pinceladas en torno a preparar los sacramentos con otra reflexión del bisbe Toni que me parece ciertamente inspiradora en torno a la multiplicación de los panes y los peces. Celebramos los sacramentos en comunidad, nos sentimos hermanos, somos Iglesia en salida que comparte la vida y la intemperie con los otros.
Escribe Toni:
Jesús bendijo el pan y lo partió, solemne eucaristía del prado; y animó a los apóstoles a que indicaran a la gente que se sentara en el suelo. «Había mucha hierba en aquel sitio»: siempre me ha sorprendido esta descripción del evangelista. ¿Por qué este detalle de la hierba? Quizá simplemente para indicarnos que podían sentarse cómodamente en el suelo. Y resulta que aquí está otra clave significativa de este milagro, que para mí le da el título, ya que se trata de un detalle importante.
Y prosigue el joven bisbe sobre el sentido de este sentarse en la hierba:
Cuando uno se sienta en el suelo y deja la silla, descubre que el vecino, sentado también en el suelo, es igual que yo, y juntos, cara a cara, sentados cómodamente en la hierba, podemos compartir de corazón a corazón. Sentarse en el suelo significa abandonar la silla, la cátedra, el trono, que me hace diferente, por el título, la clase social, la casta, etc. Porque sentado en el suelo poco importa lo que tienes, solo cuenta quién eres. La silla y el trono no permiten intimar, porque siempre me sitúan en una altura, rango o categoría diferente. La intimidad es posible sentado sobre la hierba.
Ojalá, al celebrar los sacramentos, creemos un ambiente de familia, de estar sentados en la hierba, junto a Jesús, que en medio de nosotros apuesta por el milagro de la fraternidad. Solo así la existencia se transforma con una extraña felicidad que lo impregna todo, dándonos el impulso de la esperanza y emplazándonos a vivir la alegría del Evangelio.
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SIGNOS QUE OXIGENAN.
LA SANA RELACIÓN ENTRE ORTOGRAFÍA Y EVANGELIO
El diálogo con la cultura y la sociedad actual es urgente. Recientemente, un profesor de Secundaria de mi colegio, Xavier Oller, me comentaba: «La Sagrada Familia de Gaudí es una maravilla, pero, si alguien no te explica el significado religioso que contienen las fachadas y el conjunto, no le sacas todo el partido». Es cierto. Esto mismo podríamos aplicarlo a otros campos en que el binomio fe-cultura es tan esencial: la música, la literatura, el cine, la geografía, las tradiciones, las ciencias o la lengua, por nombrar algunas disciplinas. En este intento se inspiran las páginas siguientes, en lo fecunda que puede ser la relación, por ejemplo, entre los signos ortográficos y la propuesta evangélica.
Estas ganas de relacionar se activaron al finalizar un día de tantos de los que se compone la trajinada vida de cualquier docente, cuando fui a darle un repaso al periódico. Me llamó la atención una columna titulada «Signos ortográficos», del pintor Joan Pere Viladecans. Un pintor que escribe de ortografía. En medio del cansancio vespertino resonaba una sugerente invitación para respirar, tomar aire y aplicar dichos signos a la vida cotidiana, con algunos aspectos que iremos comentando o saboreando. Afirma Viladecans:
Los signos ortográficos tienen mucho que ver con la existencia; veamos: hay quien pone un punto en la curva de su vida, un punto y aparte, un punto y seguido; el punto final... ya no depende de uno. Y todos vivimos prisioneros de un paréntesis. Sobre todo, las comas son un matiz donde, dicen, está la sabiduría. Aunque a veces tenga mala leche, el interrogante cae simpático, más que la admiración, que parece arrogante, quizá altivo. ¿Se inventaron los puntos suspensivos para ganar tiempo, para anunciar o alargar? Los paréntesis dotan de autoridad y de documentación a quien los usa. Y las comillas, de precaución. Los dos puntos aseveran... (La Vanguardia, 15 de abril de 2016).
Relacionemos estos signos con las diferentes señales o necesarias indicaciones para vivir una vida cristiana desde la ortografía evangélica inserta en el discurso de Jesús. ¡Qué importante es que la comunidad eclesial se convierta en un texto bien leído, vivido y pausado! ¡Qué necesario que cada uno de nosotros interioricemos trascendentemente el discurso de nuestra vida, poniendo puntos, comas y pausas en el encuentro con el Señor!
Podríamos preguntarnos: ¿cómo es el decir y hacer de nuestra vida? Por el Evangelio sabemos que Jesús va y viene, se retira, busca momentos de sosiego, oración y pausa. Nos enseña a no vivir como papagayos, sin pausas y sin capacidad para separar ideas.
Puntos y zonas verdes
Comenzaremos por ello con los puntos ortográficos, que representan la necesidad de saber parar en la vida, de frecuentar los espacios o zonas verdes. Es necesario que nuestras parroquias, capillas, monasterios, santuarios y comunidades sean realmente, como quería Jesús, casas de oración, de encuentro con Dios y de cultivo de la interioridad, al estilo de la Virgen María. Si se truecan en lugares de simple relación social o «cueva de bandidos» (Mc 11,17), la casa de Dios será atrozmente profanada. Igual que necesitamos espacios verdes para contemplar la naturaleza, respirar aire puro y esparcirnos, del mismo modo aspiramos a que nuestras iglesias sean cada vez más zonas verdes para atisbar el susurro de Dios en medio de la historia, elevar juntos como hermanos nuestras plegarias y dar gracias al Dueño de la vida por el don de la existencia. Y todo ello envuelto en el ambiente de la fraternidad, el silencio y el canto, nunca en el ajetreo que proporcionan los grandes almacenes o el ritmo imparable de la cultura digital.
Me gustaría observar dos puntos relevantes que aparecen en la Biblia: en el Génesis y en el evangelio de Lucas. En el relato creador de los dos primeros capítulos del primer libro del Antiguo Testamento, Dios pone un punto al culminar el séptimo día. Podríamos decir que es un punto y aparte. Un punto para releer la acción creadora, para recapitular, para admirar la grandeza de una obra surgida del decir divino, para subrayar la necesidad del descanso, de la pausa, de la invitación a la contemplación: «Para el día séptimo había concluido Dios toda su tarea; y descansó el día séptimo de toda su tarea. Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque ese día descansó Dios de toda su tarea de crear» (Gn 2,2-3).
La manera de actuar de Dios nos muestra a nosotros posibles formas de gestionar nuestro tiempo, nuestra semana, dando espacios a relecturas, análisis, reflexión y oración. Ese punto del Dios creador supone nuestro punto de partida, donde habremos de volver para seguir transitando por la ortografía vital. Releer la vida de una manera creyente es una sana práctica que puede entroncar con el «proyecto de sentido», como gusta llamarlo Juan Antonio Estrada, de lo que es la existencia diaria con su fin último. Como ocurre cuando escribimos un texto, que, al releerlo, descubrimos matices que faltan o ausencias que hemos de cubrir hasta que queda completo, así sucede también con esa mirada hacia la propia vida en clave de revisión.
Otro punto a modo de parada lo hallamos en casa de Marta y María (cf. Lc 10,38-42). La amistad es un don precioso para Jesús. Las personas experimentamos la necesidad de un ambiente donde expresarnos con libertad, con confianza, con naturalidad y sentirnos queridos. En casa de Marta y María se ofrece a Jesús la oportunidad del diálogo hondo, del descanso y de la mesa compartida. Marta y María son dos figuras complementarias para la vida cristiana. Necesitamos ser activos, entregados, serviciales, como Marta, y, al mismo tiempo, cuidar espacios para la oración, el diálogo, la intimidad con el Señor. María a los pies de Jesús nos transmite paz. Necesitamos escuchar al Señor, pararnos, para recibir ese don y saciar nuestra hambre de sus palabras. ¡Qué gracia poder contar con hermanos y hermanas para dialogar, sin mirar el reloj, sobre la oración, el compromiso, nuestra vida! Ojalá cultivemos estos puntos, transformados en espacios como aquella casa de Betania, símbolo de acogida y de oración.
Tras la pausa del punto: en mayúscula
El punto se va repitiendo a lo largo de nuestra trayectoria vital. El punto y seguido queda impreso en lo cotidiano, en todo lo que hacemos. Va separando los diferentes enunciados de nuestro día a día, dándoles conexión, por lo que supone una pausa que oxigena nuestros pulmones y nos impulsa hacia adelante. Después de un punto, recuerda el dibujante Fano, se escribe con mayúscula: «Te vas de retiro y escribes con mayúscula. Haces un buen rato de oración y escribes con mayúscula. Cultivas la interioridad y escribes con mayúscula, porque comienzas de otra manera, con una nueva idea, un nuevo propósito».
Continuemos con los tipos de puntos. El llamado punto y aparte lo instalan las circunstancias que conducen a cambiar de rumbo, los inicios de las diferentes etapas que jalonan la existencia, reconociendo que se deja algo atrás y que se inicia algo nuevo, esto es, un antes y un después, que sellan los encuentros que nos han ido transformando. Podríamos hacer un ejercicio de memoria de los distintos puntos y aparte de nuestra vida. Si, por ejemplo, leemos la biografía de algún santo, descubriremos también esas etapas. Recomiendo esta actividad con la novela El olvido de sí, de Pablo d’Ors, que desarrolla las varias etapas del beato Carlos de Foucauld: la confusión del vizconde de Foucauld, el explorador de Marruecos, el converso francés, el novicio de Akbés, el jardinero de Nazaret, el ermitaño del Sahara, el hermano universal y el místico itinerante. Al ir contemplando esos puntos y aparte en la vida de este apasionado por Dios caeremos en la cuenta de que toda ella estuvo atravesada por puntos y seguidos de singular hondura, como remarca d’Ors: «El mejor termómetro para una vida de oración es la actitud del orante en sus tareas domésticas».
Puntos y aparte: las etapas de la vida
También podemos asociar los puntos y aparte a cada una de las etapas de la vida. Lo haremos centrándonos en el texto de la adoración de los Magos (cf. Mt 2,1-12), que hace ver cómo la salvación que trae el Mesías es para todos los pueblos, no solo para los judíos. Los Magos, venidos de Oriente, representan a los paganos que se han puesto en camino y han descubierto a Jesús a través de los judíos. La tradición, por eso, los ha representado de distintas razas, de los tres continentes entonces conocidos. Pero, se pregunta Poldo Antolín, párroco de la parroquia de Virgen del Camino, de Málaga, esta interesante cuestión: «¿No podría entenderse que este Dios encarnado, Emmanuel, que viene para ser el Mesías de todos los pueblos, está emplazado a ser también el Mesías para todas las edades?».
En efecto, la iconografía pictórica los ha representado, en muchos casos, no solo de tres razas, sino de tres edades, las tres edades de la vida: juventud, vida adulta y ancianidad. Podemos comprobarlo en La adoración de los Magos de pintores de la talla de Andrea Mantegna, Pedro Berruguete o Hans Memling. Las tres adoran precisamente a la primera de todas: un Mesías-niño. Tres edades caminan juntas buscando lo mismo: su fin es adorar al Mesías. Han visto salir su estrella y vienen a adorarlo. La búsqueda de un interés común les ha permitido mantenerse unidos en un admirable viaje que seguro no ha estado exento de dificultades, pero que han sabido recorrer juntos hasta llegar a la meta. ¿Qué actitudes por parte de cada uno lo habrán hecho posible? ¿Qué ha podido aportar cada cual como propio de su edad y beneficioso para el conjunto?
Nuestro rey mago anciano es el que verdaderamente adora, ha dejado su corona al pie del Niño y le ofrece su regalo. Al agacharse se coloca por debajo del Mesías y deja verlo. Contemplad la escena en la Adoración de los Magos (1424) de Gentile da Fabriano. Los tres se encuentran juntos en el portal, mostrándonos quizá el mejor ejemplo de una comunidad intergeneracional donde cada cual, saliendo de sí, ha contribuido a recorrer el camino. Han llegado a la meta y lo han hecho juntos. Un movimiento de descenso –que podemos llamar kenótico–, de abajamiento, entrega y humildad se ha ido produciendo al paso del tiempo.
Punto final: cambio de cromatismo
La Ortografía de la lengua española, de la Real Academia, nos recuerda que «si aparece al final de un escrito o de una división importante del texto (un capítulo, por ejemplo), se denomina punto final». ¿Puede existir un punto final para los creyentes? Probablemente, lo que existe es un cambio de color, pero nunca un final, porque la misericordia de Dios no tiene fin. Se entenderá con esta anécdota que supuso toda una revelación en una mañana dominical, cuando veía la emisión del programa Últimas preguntas, el 17 de julio de 2016, que dirige Mª Ángeles Fernández en TVE. En esta ocasión, la entrevistada era Verónica Macedo, fundadora de Saniclown, la Asociación Nacional de Clowns para la Sanidad, que trabaja para multiplicar sonrisas en los hospitales. Verónica ha vivido de cerca el dolor y la muerte de algunos pequeños. Hace tiempo le pasó algo muy especial con una niña de cinco años que estaba en cuidados paliativos. Es una de las formas más bonitas que he visto de transmitir el significado del punto final. Le administraban ya morfina. Estaba muy cerca su final. Verónica, vestida de payaso, fue a visitarla con otra compañera y con la doctora que atendía a la enferma. Al verlas, con su sonrisa y su chupete, les dedicó a cada una un piropo: a una, que iba vestida como el cielo azul; a la otra, como un arco iris, y a la tercera, como un sol. En el momento en que falleció, Verónica soñó con ella. En el sueño estaba la niña y su mamá. La niña le dice: «Mamá, solamente voy a pasar de un cielo azul clarito a un cielo azul oscuro lleno de estrellas». O como canta Rosana: «Quiero, quiero, quiero... empezar en la tierra y seguir en la orilla del cielo».
Otra tipología del punto es el punto y coma. Muchos se preguntan: ¿para qué sirve el punto y coma? Se da una ambivalencia, ya que puede aproximarse al uso de la coma o al del punto. Echando nuevamente mano de la Ortografía de la lengua española, nos marca su capacidad para jerarquizar la información y ser buen indicador de la vinculación semántica entre las unidades lingüísticas. Me gusta la imagen que utiliza la periodista Tamara Cordero Jiménez para aplicarla a este signo: «Vas corriendo a un ritmo acelerado. No terminas una acción y comienzas otra. Ahí necesitas de una pausa mayor que la de la coma (de la que hablaremos a continuación) y menor que la del punto». También es útil para hacer enumeraciones, planificar u ordenar. Así, si hiciéramos relación de los diferentes acontecimientos de la pasión de Jesús, nos vendría bien el uso del punto y coma para secuenciar las diferentes partes e irnos preparando a adentrarnos en el misterio de su muerte y resurrección.
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