Kitabı oku: «Fotografía Macro», sayfa 5
Rango dinámico
Los sensores que empleamos son ineficaces para captar todo el rango tonal que vemos directamente, si bien lo hacen mucho mejor que las emulsiones químicas (aunque le pese a mucho nostálgico de aquellos tiempos). Las películas de diapositivas son capaces de captar un rango tonal de unos cinco puntos. Es decir, que entre el gris neutro y el blanco muy brillante hay 2,5 puntos. Y también habrá esos 2,5 puntos entre el gris neutro y el negro sin detalle. En los sensores digitales el rango puede ser de unos 12 a 15 puntos. El concepto de punto es el mismo que el de valor de exposición, como hemos visto al hablar de exposición.
La capacidad de recoger información tonal es, pues, muy superior en los sensores digitales que la que existía con la tecnología química y es uno de los grandes retos actuales de los fabricantes. Cada vez podemos adquirir nuevas cámaras con mayor rango dinámico, con mayor solvencia para mantener detalle en las luces y en las sombras.
El rango dinámico del sensor no cubre la gama tonal de la escena. Si se expone para la zona que está ardiendo la cerilla saldría completamente negra. La única opción es exponer para la zona amarilla e iluminar el resto de la escena con flash.
Nikon D800 con fuelle PB6 y Nikkor 35 mm 1:2 invertido a f/5,6 y 1”. Flash rebotado en difusor a la izquierda para mantener textura.
Debemos tener claro que nosotros somos los que tenemos que decidir el aspecto de nuestra foto y no limitarnos a ser siervos del fotómetro ni de la realidad. Cualquier sujeto lo podemos oscurecer o aclarar compensando la exposición, si consideramos que creativamente tiene justificación. Determinar la exposición es en última instancia una cuestión estética, no meramente técnica.
Si trabajamos con JPEG o formato químico adaptaremos los tonos de la escena a los reales o a los que nosotros queramos representar, pues es muy difícil modificarlo posteriormente. Es decir, que el histograma ha de coincidir fielmente con la realidad o con nuestra forma de interpretarla.
Si estamos manejando una cámara con formato RAW nos podemos encontrar con varias posibilidades.
Cuando la gama tonal que registra el sensor coincide con la que posee la escena, la opción es ajustar la exposición todo lo posible sin que se queme ninguna zona que deba conservar detalle ni quede demasiado oscura la sombra.
Canon 650D con Tamron 90mm 1:2.8 a f/6,3 y 1/125.
El rango dinámico del sensor es ligeramente superior al de la escena, la opción es incrementar la exposición todo lo posible sin que se queme ninguna zona que deba conservar detalle, con ello ganamos una mejor calidad en las sombras.
Nikon D800 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/8 y 1/350. Reflector para aclarar las sombras y flash a través de difusor.
La primera es que la cámara tenga un rango dinámico superior al rango tonal de la escena. En este caso hemos de mantener, siempre que sea posible, el histograma lo más a la derecha posible. Si predominan los tonos claros hemos de incrementar la exposición recomendada por el fotómetro, pues los convertirá en tonos gris neutro. Si abundan los tonos oscuros el fotómetro ya se encargará de llevarlos al centro del histograma, pero nosotros hemos de conseguir que lleguen totalmente a la derecha. Recuerda que en RAW el histograma ha de llegar siempre a la derecha de todo sin que parpadee en el patrón de cebra ninguna zona importante en la que haya que preservar detalle. Será luego en el procesado donde determinemos el tono con que se reproducirá la escena. Si en ella había tonos muy claros no será necesario reducir la exposición y si no existen tonos claros simplemente necesitaremos mover el tirador de exposición a valores negativos.
La segunda posibilidad es que la escena tenga un rango tonal que el sensor sea incapaz de igualar. En estas fotografías hay varias opciones:
•Conservar detalle en las sombras y sacrificar las luces que saldrán sin detalle (el histograma comenzará con suavidad y acabará sin información en los blancos).
•Preservar detalle en las luces y dejar que las sombras salgan negras por completo (el histograma acabará con suavidad pero en el lado izquierdo las barras mostrarán una saturación tonal).
Un monitor de calidad es imprescindible
Si no disponemos de un buen monitor para evaluar la toma, puede que su gama tonal (su gamut) sea inferior al de la captura y por tanto las zonas cercanas al blanco y al negro pierdan detalle. Si nos pasa con frecuencia es el momento de plantearse la compra de un monitor de calidad. Mientras, podemos ajustar la foto con ayuda del histograma; si este muestra información en luces y sombras ahí estará aunque no podamos verla.
Más problemático suele ser el momento de imprimir o copiar nuestras fotos. Los papeles apenas suelen tener una gama tonal de unos 8-9 puntos. La imprenta todavía menos. Hemos de considerar con atención el destino de nuestras fotos para realizar un ajuste adecuado en nuestro programa de edición.
•Colocar un filtro degradado que absorba parte de este enorme contraste, lo que puede ser imposible si no existe una clara línea de separación.
•Realizar dos tomas, una para las luces y otra para las sombras y recurrir al ordenador para mezclarlas.
•La última opción, y que suele ser la más sencilla, es la de recurrir al flash para aclarar las sombras y de esta forma disminuir el contraste hasta que coincida con el que puede captar el sensor.
El rango dinámico del sensor es de gran importancia para captar información en tomas de gran contraste, manteniendo información en las luces y en las sombras.
Nikon D800 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/13 y 1/2. Luz natural y flash a contraluz rebotado en difusor para dar volumen y textura.
La exposición idónea
Hemos visto que la forma correcta de exponer un archivo RAW es llevando el histograma lo más a la derecha posible, hasta empezar a perder información en zonas que nos interesen. Veamos ahora por qué.
Todos nuestros sentidos reaccionan a los estímulos de forma logarítmica. Si doblamos la cantidad de luz que aportamos no vemos el doble; si aplicamos dos terrones de azúcar al café no sentimos que esté el doble de dulce. Y como el ojo humano responde a la luz de forma no lineal, las películas se desarrollaron para conseguir una respuesta similar.
Pero los sensores digitales tienen una respuesta lineal. Si abrimos un punto la velocidad el sensor recibe el doble de fotones, y si abrimos dos puntos el sensor recibirá cuatro veces más fotones. Este comportamiento lineal de la toma tiene una enorme repercusión a la hora de exponer nuestras fotos cuando hemos optado por trabajar en formato RAW.
Las cámaras actuales, en general, tienen una profundidad de color de 12 bits. Eso quiere decir que cada canal puede tener 212 niveles distintos de luminosidad, que es capaz de registrar 4.096 tonos distintos de los canales rojo, verde y azul que capta el sensor. Sin embargo el formato JPEG sólo puede contener 8 niveles por canal, 256 tonos. Un motivo importante para utilizar siempre RAW.
Supongamos que tenemos esa latitud de 12 puntos, por lo que entre las sombras más densas y las luces más altas hay 12 diafragmas de diferencia. En realidad una cámara de gama alta llega a los 13 o 14 EV y un respaldo puede alcanzar los 16, pero utilizaremos una latitud de 12 puntos para simplificar los cálculos, ya que lo importante es el concepto y no la base matemática.
Al ser la respuesta lineal la cantidad de luz que recibe, se distribuye de la siguiente forma entre los 4.096 niveles disponibles.
Luces más altas | 2.048 |
Luces altas | 1.024 |
Tonos medios | 512 |
Sombras | 256 |
Sombras densas | 128 |
Sombras casi sin textura | 64 |
Por cada valor de exposición que incrementamos, penetra en la cámara el doble de luz. Los fotones excitan los circuitos electrónicos del sensor y generan una tensión eléctrica proporcional a la estimulación lumínica que perciben. De esta forma la mitad de todos los niveles disponibles son necesarios para captar el rango tonal de las luces más altas. La mitad de los que quedan para las luces altas y así sucesivamente hasta llegar a las sombras más oscuras.
El problema reside en que para registrar las luces disponemos de 2.048 niveles, mientras que para las sombras tan sólo 64. Esta es la razón por la que si necesitamos corregir la exposición incrementándola de forma importante durante la edición nos encontraremos con que las sombras tienden a posterizarse; al amplificarlas, la poca información disponible no puede cubrir todo el espacio en el histograma que le exigimos. Como consecuencia, los archivos que generan las cámaras digitales disponen de muchísima más información para ajustar las luces que las sombras.
Nikon D300 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/11 y 1/5. Flash a través de difusor ligeramente desde atrás.
Es mucho mejor ajustar la exposición para que el histograma quede lo más a la derecha posible, pero sin que se corte, es decir, sin que acabe de forma brusca. De esta forma permitimos que alcance el sensor la máxima cantidad de fotones que aportarán el mayor nivel de información sobre las diferentes partes de la escena. Toda esta quedará desplazada hacia la derecha en el histograma, pero al contar con más fotones que definan las partes más oscuras podremos editar la fotografía con el máximo de calidad posible en todo su rango tonal. Simplemente hemos de usar nuestro software de revelado para llevar el rango tonal a los valores adecuados.
Incluso podemos permitirnos perder algo de información en las luces por dos motivos:
•El histograma que se nos muestra suele estar influido por los parámetros de saturación, brillo, contraste… de la cámara, y como se suele aplicar una curva tonal en forma de S para aumentar el contraste, el resultado es que las luces se muestran más altas de lo que en realidad están.
•Los programas de revelado logran recuperar información de una zona quemada si al menos uno de los canales conserva datos, pero no pueden rescatar información de las sombras, pues disponen de muy poca información adicional para lograrlo sin aumentar al mismo tiempo su ruido.
Como podemos observar no debemos caer en la tentación de subexponer para conservar detalle en las luces o perderemos la mayor parte de la información que contienen las sombras. En caso de que la escena tenga poco contraste y quepa sobradamente en la latitud del sensor, procuraremos sobreexponerla hasta que el margen derecho del histograma se acerque suavemente al borde. Si la escena es demasiado contrastada y excede el rango dinámico de nuestra cámara, hemos de optar por perder las luces o las sombras. En general será mejor exponer dejando el histograma sin reventar por la derecha, aunque perdamos detalle en la zona de sombras, pues en esa parte no solemos mirar demasiado, porque nos sentimos mucho más atraídos por las luces. La excepción será cuando nuestro sujeto sea oscuro; en este caso el histograma ha de tener bastante información en las sombras, iniciarse de forma suave, aunque sea a cambio de perder tonos de luces.
El aspecto que presenta un archivo RAW correctamente expuesto es muy desvaído y sin contraste. En la edición podemos distribuir los tonos de la forma que más se adapte a nuestra visión, manteniendo una alta calidad.
No debemos exponer jamás para las zonas de la foto que deseamos que salgan quemadas, ni pretender que tengan detalle.
En esta toma se midió la luz en el prado y se disparó con esa lectura. Las zonas más finas de los bordes salen como blanco puro y permiten aislar la planta del fondo.
Nikon D300 con MicroNikkor 60 mm 1:2.8 a f/8 y 1/160. Reflector blanco para aclarar el contraluz; se buscó la posición en que iluminaba lo justo y necesario.
La mejor manera de exponer en digital sobre formato RAW es analizar la escena y detectar cual es la parte más clara que deseamos mantener con detalle. Con el fotómetro midiendo en modo puntual sobreexpondremos esa zona entre dos y tres puntos (dependiendo de las características de cada cámara) respecto al valor que nos recomiende y verificaremos a continuación que el histograma acaba suavemente justo en el borde derecho, de la toma. Si el histograma se prolongase más allá del borde derecho lo que perderíamos serían precisamente las zonas donde optamos por no conservar detalle a la hora de medir la luz. Si el borde izquierdo arranca suavemente (sea donde sea, incluso por la mitad) tenemos la foto perfectamente expuesta. Si el lado izquierdo ha perdido información, y la queremos preservar, tendremos que sacrificar luces o elegir un método de los descritos en el apartado en que hablábamos del rango dinámico: HDR, flash o filtro degradado.
Si estamos trabajando en formato JPEG debemos determinar con precisión que tono tiene el sujeto que fotografiamos y compensar la exposición para que salga rigurosamente de ese tono y no más claro o más oscuro. Esto es debido a que al tener mucha menos información tonal que el RAW los ajustes posteriores pueden deteriorar mucho la imagen.
Ajuste de blancos
Con la llegada de las cámaras de vídeo nos acostumbramos a este ajuste que permite equilibrar la temperatura de la luz para que los resultados sean adecuados en cuanto a dominantes cromáticas.
El ojo y el cerebro se complementan para lograr que una superficie blanca sea apreciada como tal con independencia de la luz que incide sobre ella. En la fotografía clásica teníamos película para luz natural y artificial, en función de cual fuera la fuente de luz de la toma. Cuando fotografiábamos a la sombra, como la temperatura de la luz no era la misma que la de la película, debíamos colocar un filtro cálido 81A o 81B para que los colores fueran fidedignos y no saliera todo con una dominante azulada. Si nuestro objetivo eran las calles nocturnas iluminadas con lámparas de incandescencia, entonces necesitábamos un filtro frío 80C o 80B para lograr el efecto contrario.
Incluso en condiciones de estudio donde es presumible que el ajuste de blancos para luz de flash dará buenos resultados, es conveniente realizar un ajuste personalizado. Todavía sería mejor calibrar la cámara, pues en muchas ocasiones las telas de los difusores no son todo lo neutras que prometen los fabricantes o las lámparas están envejecidas.
Nikon D300 con MicroNikkor 60 mm 1:2.8 a f/11 y 1/60. Flash de estudio para iluminar el fondo, otro para iluminar desde atrás la figura y un tercero para dar volumen.
Las cámaras digitales incorporan este ajuste de tal forma que podemos disparar en casi cualquier situación luminosa con un resultado adecuado en cuanto a reproducción cromática.
A pesar de que el ajuste de blancos se puede modificar sin problema en el revelado, es conveniente valorar el histograma con un valor cercano a la temperatura de la escena. De esta forma evitamos que las dominantes de color sean muy marcadas e influyan en nuestra valoración de la exposición.
Si trabajamos en formato RAW no habrá ningún problema si nos equivocamos al tomar la fotografía y tenemos seleccionado un modo diferente al más adecuado para esa situación. El programa que usemos para revelar el archivo RAW nos permitirá un cambio de temperatura de color y una mayor precisión de la que nos ofrecen los menús de la cámara sin modificar para nada los demás parámetros de la toma y sin las pérdidas de calidad que suponían los filtros de corrección de color. Por eso mi consejo es dejar este parámetro en automático y no volver a modificarlo nunca más mientras disparemos en RAW en situaciones normales. Si la cámara acierta con el ajuste de blancos será perfecto y en caso contrario lo podremos modificar en la edición sin que exista ninguna merma de calidad. Cuando la situación sea compleja, con fuertes dominantes de color, lo ideal será realizar un ajuste personalizado de blancos con ayuda de una tarjeta de grises, o mejor aún, con una tarjeta blanca.
Si por el contrario, optamos por el formato JPEG será casi imposible o muy difícil corregir a la perfección una temperatura de color inadecuadamente seleccionada. En este caso deberemos seleccionar con cuidado el ajuste de blancos idóneo para la luz disponible. Si la situación es compleja, por la mezcla de luces de diferentes tipos (incandescente, diurna, fluorescente…) lo más acertado será realizar un ajuste manual sobre una tarjeta de gris neutro o sobre una superficie blanca que reciban exactamente la misma luz que la escena (para la perfección total necesitaremos una tarjeta de calibración para nuestra cámara y realizar un perfil ICC). Existen unas tarjetas que nos permiten efectuar un ajuste de blancos a medida; utilizo desde hace años la plegable de Lastolite y la que incorpora la X-Rite ColorChecker Passport, que además posibilita generar perfiles de color específicos para nuestra cámara. Con su ayuda es fácil obtener una medida precisa de la temperatura de color que tiene la luz de la escena. Hago una fotografía con la tarjeta bajo la misma iluminación que tiene la composición, la retiro y realizo la toma. Luego en el programa de revelado del RAW uso los píxeles que reproducen la tarjeta para el ajuste de blanco y lo copio al resto de la serie. Con las cámaras Nikon realmente no es preciso realizar la toma, basta con proceder al ajuste de temperatura de color personalizado para ella, pero aún así prefiero hacerla, lo que me permite un mejor flujo de edición. En las Canon una vez obtenida la fotografía efectuamos un ajuste de blancos personalizado basado en esa toma. Cuando fotografiemos la tarjeta es mejor hacerlo siempre sobre el lado blanco, ya que el error relativo del muestreo es menor que al calcularse sobre el gris. Hemos de ser cuidadosos para que no salga quemada o no servirá para nuestro propósito y ha de ocupar la mayor superficie posible de la composición.
Los límites del ajuste de blancos
Cuando las dominantes de color de la luz son muy marcadas es habitual que alguno de los canales se sature mientras que el resto están mucho menos expuestos. En la edición se bajará el canal más alto y se suben los otros, lo que origina que el ruido pueda ser muy evidente. En estos casos la mejor opción sigue siendo la de colocar un filtro de color complementario al de la luz en el objetivo para conseguir una luz neutra y unos histogramas uniformes.
Si las dominantes son muy marcadas es conveniente aplicar en la toma ese ajuste de temperatura de color y no otro, pues de esta forma podemos valorar más adecuadamente el histograma. Si no lo hiciésemos así el canal más dominante podría verse más saturado de lo que en realidad está y tenderíamos a subexponer la toma sin ser necesario; con el problema que ello puede conllevar en los otros canales menos dominantes.
Incremento de la exposición en macro
Las lentes de aproximación, simples o acromáticas, no precisan un incremento del tiempo de exposición, ya que no reducen la luz que llega al plano de la película o al sensor. Los anillos y fuelles, sin embargo, sí que producen una disminución de la luz que incide sobre ellos, lo que conlleva un incremento de la exposición proporcional al aumento y a la extensión que estemos empleando. Esta ampliación de la exposición es corregida por las cámaras réflex actuales, cuyos fotómetros miden exactamente la luz que llega a la película o sensor digital y, por tanto, tienen en cuenta la pérdida de luminosidad inherente a la extensión o a los filtros que hayamos utilizado. Este sistema de medir la luz se denomina TTL (Trough The Lens), que significa a través de las lentes.
A pesar de que en el objetivo estaba seleccionado un diafragma de f/11, la extensión necesaria para realizar esta toma supone una pérdida de luz de 2EV, con lo que el diafragma real es de f/22.
Nikon D300 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/8 durante 1/10. Difusor y anillos de extensión.
En caso de trabajar con flashes compatibles con la tecnología TTL la cámara también se encarga de corregir esta pérdida de luz, midiendo la que llega al obturador, con independencia de cuál sea su origen. Para ello los últimos modelos de flash de las principales marcas recurren a una serie de predestellos que emite el flash y son detectados por la cámara, que los cuantifica y analiza para determinar cuál es la duración exacta que ha de tener el destello a fin de obtener una perfecta exposición.
Sin embargo, si trabajamos con flashes manuales, o con cámaras que no puedan realizar mediciones TTL, deberemos calcular el incremento que sufre la exposición para corregirla y evitar fotografías subexpuestas. Como aproximación a la exposición correcta podemos utilizar la siguiente fórmula:
Número f efectivo = número f x (ampliación +1)
Así, por ejemplo, para una ratio de 3 con un diafragma de f/4 el diafragma efectivo con el que deberemos realizar los cálculos de exposición será de 4(3+1) =16.
Partiremos del resultado obtenido al aplicar esta fórmula como punto inicial y probaremos con varias fotografías, por encima y por debajo de esta exposición, que nos servirán para elaborar una tabla con los resultados que consideremos idóneos, referencia para nuestras futuras fotografías. Esta compensación debida a la extensión es independiente de la que habrá que hacer en función del tono que presente el sujeto, como ya hemos visto con anterioridad. Funciona de forma acumulativa. Es decir, que si tenemos un sujeto oscuro para el que hemos de compensar la exposición en -1EV, si queremos mantener su tono original, pero además, y teniendo en cuenta que por la extensión que empleamos hemos de incrementarla en +3 EV, tenemos que la compensación total ha de ser:
No, mi cámara no hace eso
Ya sé que después de leer esto mucha gente dudará de lo expuesto. Dirá que no puede ser así. En su caso al usar un macro e ir aumentando su ratio hasta llegar a 1:1 no se pierde luz por ningún lado. Además, los datos del objetivo indican que su apertura es fija, no varía como en algunos zoom al modificarse la focal.
Esto es una cuestión de marketing, como tantas otras. En las cámaras Nikon equipadas con ópticas MicroNikkor si ponemos un diafragma, por ejemplo f/4, veremos que va cambiando a medida que enfocamos más y más cerca hasta que al llegar a 1:1 se obtiene el resultado que hemos descrito (en realidad varía un poco porque también cambia la focal al enfocar más cerca).
En otros equipos quizá no variará el diafragma que nos presenta en pantalla, pero eso no significa que no se modifique. Simplemente no lo comunican al fotógrafo como hacen las Nikon que recalculan f a medida que incrementamos la extensión del propio objetivo y deberemos hacerlo nosotros si es necesario.
Este fenómeno sólo es perceptible al trabajar con bastante extensión, por lo que será despreciable en condiciones normales en las que representará un incremento menor a un 2%. Cifra muy inferior a 1/3 EV.
Simplificando mucho las fórmulas, podemos considerar que cada vez que se agrega a un objetivo una extensión equivalente a su longitud focal perdemos dos puntos de luz.
-1 +3 =+2 EV