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El fotómetro y la exposición correcta: entendiendo la luz

Todas las cámaras réflex SLR modernas cuentan en su interior con un dispositivo llamado fotómetro que mide la cantidad de luz reflejada por el sujeto que fotografiamos y llega al plano del sensor. Este mismo dispositivo nos recomienda la combinación de diafragma y velocidad que le parece más adecuada. Por eso es preferible hablar de exposímetro, pero esto ya es otra guerra de conceptos…

Existen varios tipos de exposímetros atendiendo al área de medición que cubran:

•Puntual o spot: abarca unos pocos grados de la escena.

•Ponderado al centro: establece la medición en torno a la superficie central del fotograma.

•Multiáreas: mide varias áreas del fotograma y las compara con un patrón que guarda la cámara en su memoria (normalmente su base de datos contiene varios cientos miles de casos típicos) y determina la exposición correcta, que sería fruto de la interacción de la medida proporcionada por el fotómetro y la comparación con los casos típicos. Este sistema se llama matricial en Nikon y evaluativo en Canon. Suele dar buenos resultados en cerca de un 90% de las ocasiones. Pero su sistema de funcionamiento en situaciones complejas es imprevisible, pues no conocemos con qué patrón lo asemeja. Por ello en los casos en que veamos que no funciona como esperábamos, será mejor utilizar otros sistemas de medición y hacernos responsables de esas decisiones vitales para que la estética de nuestra toma sea la que deseamos.


Cada fabricante identifica y denomina los diferentes tipos de modos de medición del fotómetro de forma diferente, pero en esencia son lo mismo.

La información del fotómetro puede transmitirse directamente a la cámara, y que ésta, atendiendo a los programas automáticos de que disponga, tome todas las decisiones por sí misma y realice la foto. Para saber qué hace exactamente cada programa deberemos leer con atención el manual de la cámara. En general, tenemos programas donde elegimos un diafragma y la cámara elige la velocidad que estima oportuna, programas donde elegimos la velocidad y la cámara el diafragma, programas donde la cámara elige los dos parámetros y un último programa que apenas nadie utiliza ya y que es, sin duda, el más adecuado y eficaz: el manual, donde somos los fotógrafos y no los ingenieros los que decidimos qué velocidad y qué diafragma son los idóneos para transmitir nuestras ideas.

Si queremos que las cosas salgan como nosotros imaginamos, no podemos dejar que la cámara, por muy sofisticada y avanzada que sea, tome una decisión tan importante por sí misma. Es el fotógrafo quien debe elegir cuál es el mejor diafragma para su particular composición y cual es la velocidad más adecuada. Por ello es fundamental trabajar con exposición manual o con programas que nos permitan seleccionar la combinación de velocidad y diafragma que consideremos oportuna.


Trabajar con fotómetro en modo matricial funciona razonablemente bien en la mayoría de las ocasiones, pero debemos aprender a utilizarlo en modo puntual para ser capaces de exponer con la máxima precisión.

Pero hay otro motivo fundamental para no fiarse de los automatismos: incluso los fotómetros más sofisticados son engañados cuando las condiciones no son aquellas para las que han sido diseñados. Los fotómetros de todas las cámaras están calibrados para medir sujetos ideales que reflejan aproximadamente el 18% de la luz que incide sobre ellos. Si medimos la luz sobre cuerpos que posean la misma reflexión de luz, como un prado de hierba, todo irá bien. Los automatismos funcionarán correctamente y obtendremos una toma perfectamente expuesta. Dado que no existe una norma internacional que determine como debe medir la luz el fotómetro de nuestra cámara, es habitual que ante una misma escena dos cámaras distintas recomienden valores de exposición diferentes.

Pero, afortunadamente, no todos los sujetos que hay en la naturaleza tienen este tono neutro que refleja un teórico 18% de luz… y al intentar fotografiarlos empiezan los problemas. Cuando hablamos de tono neutro debemos pensar en un tono que no es ni demasiado oscuro ni demasiado claro, con independencia de su color. Siempre hablamos de un tono gris neutro, quizá por la influencia del blanco y negro y el Sistema de Zonas de Ansel Adams, pero hemos de pensar siempre en tonos de cualquier color que no sean ni oscuros ni claros, sino neutros, situados en el centro de la escala tonal de ese color.

La cámara solo ve tonos medios

Cuando fotografiamos un cuerpo oscuro, el fotómetro interpreta que es un sujeto de tono medio al que le llega poca luz y recomienda una exposición superior a la adecuada para intentar que el modelo aparezca exactamente de tono medio. Sucede justo lo contrario con sujetos que reflejan más del 18% de luz; el fotómetro interpreta que llega demasiada luz y recomienda una exposición demasiado corta para intentar que ese sujeto, más claro de lo habitual, salga como si tuviese ese tono gris que tanto le gusta.

Esta obsesión compulsiva de los fotómetros de intentar obtener tonos neutros es común a todos ellos, con independencia de su precio. Es posible que el lector se deje llevar por el sentido común y crea que su cámara de varios miles de euros no puede sufrir esta ceguera cromática de nacimiento. En ese caso le recomiendo colocar su cámara en el trípode y realizar una toma de una tela o papel blanco. Apunte el valor del fotómetro y sustituya la tela por una negra. Compare los valores y reflexione sobre lo que ha sucedido. Si no ha cambiado la luz ¿por qué la exposición recomendada sí ha variado? Por último compare en el ordenador ambas tomas. Si ha logrado que su cámara haya conseguido captar los tonos blanco y negro como realmente son y no como un magnífico tono gris, seguramente este libro tenga ya demasiado polvo acumulado.


Calculando la exposición sobre un tono gris neutro.

Para conseguir que nuestras fotos salgan con el tono que deseamos y no como si todo el universo fuese triste y gris, tenemos varias opciones.


El botón de bloqueo de la exposición permite cambiar la composición sin que la cámara realice una nueva lectura de la escena; es útil, pero mucho menos interesante que trabajar directamente en modo manual.

La primera es medir con el fotómetro puntual sobre otro motivo que tenga un tono medio y la misma iluminación que nuestro sujeto, una vez medido bloquearemos la exposición recomendada por el fotómetro (si trabajamos en manual no será necesario), compondremos nuestra escena y efectuaremos el disparo. Para bloquear la exposición suele ser suficiente mantener ligeramente presionado el botón de disparo. Algunas cámaras cuentan con un botón específico para esta misión. El manual de su cámara le informará de cómo lograrlo.


Los sujetos que presentan tonos ni muy claros ni muy oscuros no suelen dar problemas de exposición.

Nikon D300 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/5,6 y 1/100. Flash a través de difusor.

Si no tenemos a mano un sujeto gris medio, o no sabemos valorar si los que hay cerca lo son, podemos adquirir una carta de gris neutro de Kodak, o las flexibles de Lastolite y medir sobre ella. Esta carta cumple los valores estándar de reflexión sobre los que se calibran los fotómetros. De esta forma si medimos la luz sobre esta tarjeta utilizando la misma iluminación que tiene nuestro modelo y con el mismo enfoque con el que vamos a realizar la toma, no habrá problemas. Hemos de tener cuidado, eso sí, de que el reflejo de la carta gris no se dirija hacia la cámara. Para ello la situaremos en un ángulo de un tercio de la amplitud del que separa la luz principal del sujeto. Bloquee la exposición si es que, a pesar de nuestras recomendaciones, no trabaja todavía en modo de exposición manual y dispare.

Una tarjeta siempre a mano

Podemos medir también la luz sobre la palma de nuestra mano. Casi todo el mundo tiene una palma de la mano con un tono que refleja +1 punto respecto al tono medio que miden nuestros fotómetros. Si trabajamos en manual actuaremos sobre los diales de diafragma y velocidad hasta que el fotómetro nos dé una lectura de +1 al medir la mano y compondremos a continuación la fotografía, verificando que la cantidad y calidad de la luz que hemos medido sobre nuestra mano sea la misma que la que ilumina la escena. Si trabajamos con la cámara en automático situaremos el dial de compensación en +1, mediremos sobre la palma de la mano, bloquearemos esta exposición y encuadraremos a nuestro gusto. En cualquier caso, al igual que con la tarjeta gris, habrá que evitar que la luz se refleje sobre nuestra mano y alcance la cámara, ya que nos daría medidas erróneas y también hemos de tener el objetivo en la misma posición de enfoque que la que usaremos en la toma final, aunque veamos nuestra mano desenfocada no importa.

Estos sistemas son muy efectivos siempre y cuando encontremos un tono medio que ocupe la mayor parte de la composición (si nuestra cámara no dispone de fotómetro puntual), que reciba la misma luz que nuestro sujeto, que no hayamos variado el enfoque y que no tengamos las dos manos ocupadas…


Calculando la exposición sobre la palma de la mano, seleccionando el fotómetro puntual.

Lo ideal es que aprendamos a compensar de forma reflexiva la aproximación que nos ofrece el fotómetro. Si sabemos que un paisaje nevado bajo el sol es dos puntos más brillante que el tono neutro y que la cámara lo subexpondrá para llevarlo a este tono, deberemos compensar la exposición en +2. De esta forma el tono de la nieve saldrá justo como le corresponde, al igual que el resto de los elementos. Por el contrario, si fotografiamos una corteza de pino ennegrecida que consideramos es un punto inferior al tono neutro tendremos que subexponer en un punto para evitar que el fotómetro lo convierta en un color desvaído y grisáceo. Estas compensaciones las podemos realizar directamente sobre la medición que nos da el fotómetro si trabajamos en manual o sobre el dial de compensación si lo hacemos en automático. Para estas mediciones es idóneo el fotómetro puntual, ya que nos permite aislar perfectamente cada elemento de la composición y valorar por separado su tono. Si no contamos con un fotómetro puntual, deberemos acercarnos al sujeto lo suficiente para que la superficie que queremos valorar ocupe la mayor parte del visor. Eso sí, sin variar el enfoque, porque si lo modificamos puede cambiar la luz que llega al fotómetro debido al incremento de la propia extensión del objetivo.


Si hemos fotografiado un sujeto muy claro el fotómetro considerará que en realidad es gris y que le llega mucha luz, por ello disminuirá la exposición hasta dejarlo en tonos medios. Es imprescindible aumentar la exposición para conseguir un archivo JPEG perfectamente expuesto.

Nikon D300 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/6,3 y 1/500. Difusor para suavizar la dura luz de mediodía.

Otro sistema para medir la luz es emplear un fotómetro de luz incidente, también llamado fotómetro de mano. Estos fotómetros miden la luz que llega al sujeto, no la que refleja, para evitar que la medición se vea afectada por su tono. Al medir la luz que llega al sujeto la exposición no necesita compensarse (a no ser por motivos creativos). El inconveniente de estos fotómetros es que hay que adquirirlos aparte y no son precisamente baratos. Además, no siempre es posible medir la luz que incide sobre lo que queremos fotografiar; pensemos en una libélula al sol mientras nosotros nos encontramos a la sombra de un árbol. Podemos alargar el fotómetro y medir la luz que incide sobre la libélula, pero ella también puede decidir que ya es hora de marcharse… Otro gran inconveniente es que no tienen en cuenta la pérdida de luz ocasionada por la extensión o por el uso de filtros. En caso de usar estos elementos deberemos compensar la exposición propuesta por el fotómetro de luz incidente. Para ello comprobaremos cuál es la pérdida de cada tubo de extensión y de cada filtro para poder sumar esta pérdida a la exposición del fotómetro y obtener la exposición idónea. También hemos de considerar que los objetivos macro varían su luminosidad a medida que enfocan más cerca, debido a la pérdida de luz que supone alargar la helicoidal de enfoque. Si nuestra cámara no asume este efecto deberemos determinar la pérdida de luz que se produce en estas circunstancias y compensar en consonancia. La mejor forma de ver si nuestra cámara se adapta al diafragma real a medida que giramos el anillo de enfoque, es observar el diafragma que nos muestra. Si éste varía, simplemente habrá que trasladar este diafragma al fotómetro de luz incidente para calcular la velocidad de disparo. Desde luego en macro el uso de un fotómetro de mano no soluciona mucho el problema, sino que nos obliga a realizar constantes cálculos.


Dial de control de la compensación de la exposición.


El fotómetro puntual me permitió realizar una medición de la zona más clara de la escena para evitar que saliese quemada y sin textura.

Nikon D800 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/11 y 1/60. Flash y reflector.



Si en la composición predominan los tonos muy oscuros el fotómetro interpretará que es un sujeto gris al que le llega poca luz e incrementará la exposición hasta lograr reproducirlo en tonos medios. Es necesario disminuir la exposición para conseguir un JPEG bien expuesto.

Nikon D300 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/11 y 1/25. Flash rebotado en reflector muy de lado y arriba por la izquierda para resaltar la textura. Luz natural subexpuesta en 2,5 EV.

Entender el histograma

El histograma es una poderosa herramienta para poder ajustar nuestras imágenes en programas de edición y para exponer con total precisión. El histograma nos muestra una representación estadística de los colores que forman una imagen. Está formado por un gráfico de barras en cuyo eje horizontal se disponen las tonalidades de la fotografía. Los valores de luminosidad mínima, el negro, se ubica en el lado izquierdo y el máximo nivel de luminosidad, el blanco, en el lado derecho; el gris medio se situaría en el centro. El valor tonal más repetido en la toma alcanza el máximo nivel de altura en las barras. A partir del número de píxeles que tienen ese valor se calcula el porcentaje relativo de todos los demás tonos, y por tanto su altura en el histograma.

Es decir, que siempre habrá un valor tonal que alcance la parte superior del histograma, porque siempre habrá uno más relevante que el resto. Si sólo tenemos un tono, por ejemplo un gris medio, aparecerá una línea en el centro del histograma que alcanzará su parte superior. Si dividimos la imagen en dos partes iguales y pintamos la mitad en gris oscuro aparecerá una segunda barra a la izquierda del primer tono que también llegará a la parte superior del histograma. Ambas tienen el mismo porcentaje relativo de píxeles en la imagen y ambas tienen el máximo, por tanto las dos llegan arriba de todo. Si este segundo tono lo volvemos a dividir en dos partes iguales y lo rellenamos de gris más oscuro aparecerá a su izquierda una nueva barra. Ahora tenemos la primera barra que sigue llegando a la parte superior del histograma y las dos tonalidades más oscuras que alcanzan justo la mitad de su altura. Quiero insistir en el concepto de que el valor más repetido, con independencia del número de píxeles que tengan ese valor, siempre llega arriba de todo. Los dos nuevos tonos ocupan la mitad de su superficie y por tanto en el histograma también llegan a la mitad del tono más repetido. ¿Qué sucedería si dividiésemos uno de estos tonos que ocupan un cuarto de la superficie de la imagen y la pintásemos con un tono más claro que un gris medio?

Algunas cámaras nos ofrecen sólo el valor de luminosidad de los píxeles, pero cada vez son más las que permiten ver los tres histogramas que componen la imagen RGB, uno para el canal rojo, otro para el verde y otro para el azul. Evidentemente conocer cómo se distribuyen los colores nos proporciona más información que ver simplemente la suma de los tres canales.

Si la imagen tiene una gran cantidad de tonos claros será normal que las barras alcancen una mayor altura a la derecha del histograma y quede vacía la parte izquierda, ya que no hay tonos oscuros. Lo contrario sucederá en una toma donde predominen los tonos oscuros y no contenga tonos claros. Esto es lo normal es imágenes en clave alta y baja, respectivamente.



Este histograma nos indica claramente que no existe información perdida en la zona de los tonos más claros pues finaliza de forma suave. Al tener una pequeña distancia al borde izquierdo interpretamos que no existen tonos completamente negros.

Nikon D300 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/5,6 y 1/1.000. Flash rebotado en reflector blanco en modo de alta velocidad.

Sin embargo, si en la derecha del histograma, en el valor más a la derecha, el que corresponde al blanco sin detalle, se acumulan las barras, tenemos un indicio de que puede haber un exceso de exposición en la toma. Si existe una barra de gran altura en el extremo de la derecha del histograma tendremos zonas sobreexpuestas, ya que alcanzan su valor máximo de blanco. Si además son los tonos más representativos de la toma (en caso de que alcancen la parte superior del gráfico), tendremos una toma quemada en alguna zona. Es importante entender que esto no tiene por qué ser incorrecto. Imaginemos una foto de producto sobre fondo blanco en el que éste ocupa una porción importante del encuadre. La única forma de que el fondo sea blanco inmaculado es que en el histograma aparezcan barras en los valores situados en su extremo derecho. Sería el histograma adecuado para esta fotografía, cualquier otro nos indicaría que está subexpuesta para los fines que buscamos.

Ahora podemos imaginar una foto con una gran riqueza tonal, con muchos matices en degradado con algún elemento pequeño que produce reflejos especulares. Estos brillos se capturan como blanco puro. Las barras se apelotonarían a la derecha del histograma también, dado que hay muchos tonos que ocupan una pequeña porción y que los reflejos son el tono más repetido. Recuerde que tener la zona derecha del histograma llena de valores tonales altos no significa que haya muchos píxeles quemados (eso dependerá de la riqueza tonal de la escena), ya que la altura de las barras es proporcional al valor más repetido, no se trata de valores absolutos.

Valorar el histograma

En las cámaras digitales podemos disparar y a continuación evaluar el histograma de la toma, en algunos modelos incluso podemos evaluar el histograma antes de disparar. Esta función es un importante avance y parece increíble que no se haya incorporado hace tiempo a todas las cámaras dada su gran importancia. Si observamos que el histograma no se inicia y finaliza de manera suave es posible asegurar que en la toma hemos dejado tonos que no se registraron adecuadamente. De esta forma si toda la información del histograma aparece desplazada a la izquierda y hay una zona vacía a la derecha hemos de incrementar la exposición, bien sea utilizando una velocidad menor, un diafragma más abierto o una sensibilidad mayor. Si aparece agolpado a la derecha y disponemos de una zona vacía en la izquierda de la gráfica la toma puede estar sobreexpuesta y actuaremos al revés: utilizando una velocidad mayor, un diafragma más cerrado o una sensibilidad menor. La decisión la tomaremos en función de nuestros intereses en lo que a profundidad de campo, congelación del movimiento y control del ruido se refiere.


Cada vez es más frecuente disponer de la posibilidad de ver el histograma en tiempo real a través de la pantalla de la cámara. En algunos modelos incluso lo podemos consultar a través del visor.

En caso de que predominen los tonos oscuros puede parecer adecuado que el histograma esté acumulado en la izquierda, sería un histograma que reflejaría la realidad de la toma y el que deberemos de conseguir si disparamos en formato JPEG; pero si lo hacemos en RAW es mejor llevar el histograma hacia la derecha, sin sobreexponer zonas importantes de la escena y luego reducir la exposición en el programa de revelado.

En la mayoría de modelos de cámaras digitales podemos examinar el resultado con el llamado patrón de cebra, que indica con un parpadeo que zonas de la toma están sobreexpuestas (su tono es blanco puro) para poder solucionarlo si lo estimamos necesario. Es de gran ayuda al llevar a la derecha el histograma sin quemar zonas importantes. Hemos de valorar la información que nos proporciona este patrón adecuadamente, y es que no nos indicará jamás si la exposición es la adecuada, tan sólo si hay tonos demasiado claros y fuera de rango. Hemos de considerar que si existen zonas de resaltes quemados, como brillos especulares en la piel de un anfibio o sobre un espejo, no solucionaremos nada subexponiendo y será normal que el patrón de cebra parpadee a pesar de que la exposición sea correcta. En este caso seguimos actuando igual: que no parpadee nada que deba tener detalle y recordando que los brillos especulares nunca tienen detalle. Y si una zona de brillo especular no parpadea significa, por el contrario, que la foto está tremendamente subexpuesta. Esto seguirá siendo así hasta que las cámaras ganen muchísimo rango tonal y sean capaces de mantener detalle en estas zonas, pero me temo que será mucho después de la fecha de impresión de este libro.


Es muy importante configurar los ajustes de escena de nuestra cámara de la forma más neutra que permita para que el histograma que se genera sea lo más fidedigno posible.

Exponer correctamente

Trabajando en RAW aplicaremos el mismo principio sea cual sea el tono dominante de la escena: llevar el histograma lo más a la derecha posible sin que se quemen partes importantes. Esta forma de trabajar nos garantizará el mínimo ruido y la mayor calidad posible.

Si trabajamos sobre formato JPEG debemos valorar los tonos de la escena y ver si el histograma es un fiel reflejo de los mismos; si no es así variaremos la exposición para lograrlo.

Es vital examinar el histograma en las cámaras digitales ya que si nos fiamos de la imagen que se muestra en el visor LCD estaremos evaluando la toma bajo la luz que incide sobre el visor. De esta forma si hay demasiada luz tenderemos a ver la imagen demasiado desvaída y si el ambiente tiene poca luz la veremos muy brillante. Es por ello recomendable ajustar el brillo del visor en función de la luz que recibe. Valorar el histograma nos informará sin lugar a dudas si el problema es de la toma o de su representación en el LCD.

La posibilidad de estudiar el histograma por canales nos permite observar si alguno de ellos está fuera de rango. Es frecuente en fotos en las que predomina un color que ese canal esté mucho más a la derecha que el resto. Surge la duda de si entonces hemos de disminuir la exposición hasta que no se vea cortado o permitir que se sature. Mi experiencia me demuestra que es mejor dejar que se recorte el canal dominante siempre que se mantenga información en las zonas de interés en los otros dos canales. En el procesado ajustaremos la foto para reducir el canal quemado. La opción de disminuir la exposición sólo consigue una toma con dos canales subexpuestos y un incremento de ruido en las sombras. Obviamente en escenas sin tonos oscuros lo mejor será mantener información en los tres canales ya que en ningún caso se producirá ruido en los tonos que no existen y los tonos medios y claros tienen suficiente señal para que tampoco se haga evidente.

El histograma, por desgracia, lo calculan los fabricantes a partir del JPEG que se generaría con los parámetros que tengamos configurados en la cámara, como contraste, saturación, nitidez… La realidad es que estos parámetros, que no afectan al RAW sí influyen sobre el histograma que genera la cámara a partir del JPEG que se incrusta en el RAW. Por lo tanto recomiendo que se ajusten a la posición más neutral posible. Otro problema de esta forma de calcular el histograma es que el rango tonal de un archivo JPEG es inferior al de algunos sensores actuales. Por ejemplo en mi Nikon D800 la pantalla parpadea en las luces quemadas un valor EV antes de que los datos estén realmente sobreexpuestos. Es cuestión de comparar el histograma en la cámara con el que aparece en el ordenador y actuar en consecuencia, o utilizar la posibilidad de ver el histograma en tiempo real con la función de live view.


Los resultados que obtenemos al trabajar correctamente en formato RAW aparecen como desvaídos. Es lo deseable, signo inequívoco de que hemos alcanzado el límite derecho del histograma.

Nikon D300 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/11 y 1/40. Flash a través de difusor como luz principal y otro rebotado en reflector de contraluz.



Cuando trabajamos con luz de contra y queremos mantener detalle en las partes más luminosas de la escena, se hace imprescindible analizar detenidamente el histograma para comprobar que no finaliza de forma abrupta en su lado derecho.

Si esto sucede, es un signo de que el archivo ha perdido información en las luces. En este caso el canal rojo está sobreexpuesto, pero se conserva suficiente información como para imprimirse con calidad. Si sólo mirásemos el canal de luminosidad, el de arriba de todo, al derechear el histograma también perderíamos información en el canal verde, ya que el azul no contiene datos en las partes importantes de la toma.

Nikon D800 con MicroNikkor 105 mm 1:2.8 a f/6,7 y 1/125. Reflector para aclarar las sombras.

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