Kitabı oku: «Sacrilegio y redención en la Florencia del Renacimiento», sayfa 2
NOTA SOBRE EL CALENDARIO
Durante el Renacimiento, en Florencia se utilizaba el calendario juliano: compuesto de 365 días, doce meses y un año bisiesto cada cuatro años. Sin embargo, al mismo tiempo, como en tantas otras zonas de Europa, en Florencia el año comenzaba el día 25 de marzo, día en que se celebraba la Anunciación a la Virgen María. De manera que los documentos florentinos fechados entre el 1 de enero y el 24 de marzo aparecen con el año anterior al que correspondería en el estilo moderno (calendario gregoriano). Por lo tanto, en el presente estudio hemos convertido todas las fechas según el estilo moderno. En el caso de las transcripciones de documentos cuyos años no coincidían con dicho estilo, se señalará la fecha en ambos estilos. Por ejemplo, si un documento está fechado el «10 de enero de 1497», y según el estilo moderno debería ser 1478, la fecha aparecerá como «10 de enero de 1497/8».
Con el fin de alcanzar una mayor precisión en la datación de documentos oficiales, tanto en Florencia como en gran parte de Europa, durante el Renacimiento se utilizaba un segundo método para medir el paso del tiempo: el sistema de indicción. De acuerdo con este sistema, cada año era numerado progresivamente del 1 al 15, para luego volver a comenzar desde el 1. En Florencia se seguía lo que se conoce como el sistema cesáreo de indicción, en el que el año de indicción se iniciaba el 24 de septiembre. La fecha del arresto y juicio de Rinaldeschi, 21 de julio de 1501, de hecho, debería ubicarse en el cuarto año de indicción, teniendo en cuenta que el quinto año de indicción comenzaba apenas dos meses después, el 24 de septiembre de 1501.1
1. Con respecto a la forma de medir las horas del día, véanse aquí pp. 30-31.
NOTA SOBRE EL SISTEMA MONETARIO
En Florencia, durante el Renacimiento, circulaban dos monedas. El florín de oro era utilizado por los comerciantes, en especial en el comercio internacional, mientras que las monedas de plata y cobre, conocidas como monete di piccioli, eran usadas sobre todo para las transacciones locales. Las unidades en las que se medían dichas transacciones eran «lira», «soldo» y «denaro»: la «lira» era el equivalente a 20 «soldi», y el «soldo» el equivalente a 12 denarios.
Hacia el año 1500 el florín de oro se convirtió en moneda corriente con un valor de aproximadamente 7 liras. Los florines de oro que circulaban en Florencia en los días en los que se desarrollan los eventos del caso Rinaldeschi, denominados fiorini larghi di oro in oro, comenzaron a circular en el año 1471. Su valor era un 20 % superior a los todavía en circulación fiorini di suggello (‘florines sellados’), llamados así porque venían en bolsas selladas por el Estado. Como parámetro puede tenerse en cuenta que el salario diario promedio para un trabajador no cualificado era de aproximadamente 9 soldos.1
1. Ya en el siglo XVI, una nueva moneda de oro, el ducado, llegó a tener una mayor circulación: su valor era casi equivalente al florín y podía cambiarse por unas 7 liras di piccioli.
1. EL ACUSADO Y SUS DELITOS
En el verano del año 1501, en la ciudad de Florencia, concretamente el día 11 de julio, un ciudadano llamado Antonio Rinaldeschi perdía una buena cantidad de dinero y varios objetos personales mientras apostaba en una taberna llamada El Ficho (‘La Higuera’). Al salir de la taberna, y mientras cruzaba la pequeña plaza frente a la iglesia de Santa Maria degli Alberighi maldiciendo a la Virgen, se detuvo y recogió del suelo un puñado de estiércol de caballo. Sobre una de las entradas laterales de la iglesia que daba a una estrecha callejuela de la plaza había una hornacina1 que contenía un affresco con la representación de la Anunciación de la Virgen, conocida como la Madonna o Santa Maria de’ Ricci.2 Rinaldeschi, entonces, enfurecido, arrojó el puñado de estiércol sobre el rostro de la Virgen y luego decidió abandonar la ciudad, refugiándose en una finca rural, en donde se supone que permaneció recluido durante varios días.
Probablemente, Rinaldeschi pensara que con el correr de las horas el estiércol que había arrojado sobre la pintura terminaría cayéndose y que, por tanto, nadie se enteraría de lo que había ocurrido. Pero no fue así. Restos del estiércol, que incluso parecían formar una cucarda de revoque o de yeso («quasi pareva una rosetta secha»), no solo no se desprendieron, sino que quedaron pegados a la diadema o corona de la Virgen, por detrás de su cuello. Como era de esperar, la pintura profanada llamó la atención de todo el mundo; incluso el propio arzobispo acudió en persona para observar lo que había ocurrido. Y delante de la pintura, que en poco tiempo se convertiría en objeto de devoción popular, se colocaron de inmediato cirios e imágenes sagradas.
Mientras tanto, los Otto di Guardia se encargaron de llevar adelante la investigación para encontrar al culpable.3 Quizá fuera después de realizar las pesquisas correspondientes en El Ficho, y de haber conocido el testimonio de un niño que había presenciado el hecho, asegurando que el autor era un hombre adulto, cuando los Otto di Guardia comenzaran a sospechar que Rinaldeschi podía ser el autor de los hechos. Tras tomar declaración a todas las personas que le conocían, finalmente, algunos días después, se pudo dar, hay quien dice que milagrosamente, con el paradero de Rinaldeschi; se encontraba en el jardín del convento franciscano de San Francesco al Monte alle Croci. Al darse cuenta de que sería capturado, Rinaldeschi intentó suicidarse clavándose una daga en el pecho, pero la daga chocó contra una costilla, impidiendo así que pudiera quitarse la vida. Malherido, fue arrestado y se cree que fue encarcelado en el Palacio del Podestà o Bargello,4 donde fue interrogado por los Otto di Guardia el 21 de julio, probablemente a últimas horas de la tarde.
El acusado se declaró culpable y, según algunas fuentes, pidió que se le ejecutara de inmediato para evitar que el pueblo lo linchara. Temiendo precisamente que la multitud impidiera que la ejecución se realizara como era habitual, en las afueras de la ciudad, el reo, al que le fueron confiscadas sus propiedades, fue condenado a ser colgado de las ventanas del propio Bargello esa misma noche. Después de confesarse con un sacerdote y recibir la absolución, miembros de la Compagnia dei Neri, la confraternidad que acompañaba a los condenados en sus ejecuciones, lo escoltaron hasta una de las ventanas del palacio, donde fue finalmente ahorcado. Su cuerpo permaneció colgado hasta el mediodía del día siguiente. El día 22 de julio el Podestà había organizado en Florencia una serie de procesiones, campanadas y una carrera de caballos con motivo de la festividad de Santa Maria Maddalena, por tanto, según una fuente, ese día fue «doppia festa». Esa misma mañana, y dado que ya no era necesario conservar la prueba del delito, el vicario del arzobispo ordenó limpiar la pintura. Es posible que la tarea no se realizara adecuadamente, puesto que parecía como si la rosetta de estiércol siguiera allí o que hubiera reaparecido como segno de la profanación. Finalmente, más tarde, aquel mismo día, el cuerpo de Rinaldeschi fue descolgado y enterrado.
La reconstrucción de los hechos que acabamos de presentar ha sido posible gracias al hallazgo de una serie de fuentes extremadamente relevantes. La sentencia original de los Otto di Guardia contra Rinaldeschi, en la que se describe cómo se desarrollaron los hechos, se conserva actualmente en el Archivio di Stato de Florencia (figura 11).5 Es importante señalar que el manuscrito permite reconocer que el texto fue escrito de un modo apresurado, hecho que reflejaría muy probablemente la urgencia con la que los Otto di Guardia se vieron obligados a redactar la sentencia durante la misma madrugada del día 22. Junto a la sentencia, además, puede verse un informe oficial de la ejecución de Rinaldeschi. Este texto guarda cierto interés porque nos permite observar cómo el copista se aparta intencionalmente del modo habitual de registrar la ejecución de una sentencia. Era habitual que el cumplimiento de los términos de una sentencia quedara registrado con la palabra paghò en el margen del acta judicial respectiva. En este caso, sin embargo, junto al nombre de Rinaldeschi, el copista anotó «paghò contanti» (‘pagó en efectivo’), que no era sino una manera de dejar bien en claro que Rinaldeschi había recibido el castigo «que se tenía más que merecido».6
El relato de los hechos relativos a la profanación del affresco de Madonna de’ Ricci y a la ejecución de Rinaldeschi se encuentra también en el llamado codex Sanminiatese, que está formado por los registros que realizara la Compagnia dei Neri de todas las condenas a muerte ejecutadas en Florencia entre los años 1423 y 1759.7 La ejecución y el entierro de Rinaldeschi son descritos en al menos dos versiones distintas en otros registros de la Compagnia dei Neri.8
Podemos encontrar también otra descripción del caso Rinaldeschi en el libro de cuentas que Giovanni Landi redactara para una opera (una asociación de fieles), creada por el rector y los miembros más importantes de la parroquia de Santa Maria degli Alberighi con el objetivo de promover el culto a la pintura profanada.9 La primera anotación del libro es del 26 de julio de 1501, apenas cuatro días después del ejecución de Rinaldeschi y es un fiel testimonio de la rapidez con la que los miembros de la opera intentaron aprovechar el incidente. El registro, actualmente propiedad de la Bancroft Library de la University of California (Berkeley), contiene, si bien con algunos intervalos, anotaciones que llegan hasta el año 1542. Por otra parte, algunos pasajes de otros dos libros de cuentas, actualmente perdidos, que en algún momento pertenecieron a la opera, fueron publicados por el anticuario del siglo XVIII Giuseppe Richa.10
Descripciones adicionales del caso Rinaldeschi aparecen también en un pasaje fechado el 21 de julio de 1501, copiado en 1630 de un priorista11 que pertenecía en ese momento a Matteo Segaloni. Este pasaje nos brinda un detalle inédito que no aparece en ninguna otra fuente: Rinaldeschi, en realidad, no habría podido abandonar la ciudad porque padecía los dolorosos síntomas de la sífilis.12 El caso de Rinaldeschi también aparecerá descrito en el Diario de Luca Landucci, que luego copiará para su propio Diario, con pocas diferencias, Agostino Lapini. También lo copiará Carlo Strozzi, para incluirlo en su compilación de documentos relativos a las iglesias, monasterios, hospitales y confraternidades de Florencia. De acuerdo con el relato de Landucci, después de que un niño presenciara el crimen, el culpable fue codiato (‘perseguido’) y arrestado ese mismo día.13
En cualquier caso, sin embargo, la fuente más importante del incidente es sin duda una pintura, que se encuentra en el Museo Stibbert de Florencia y que representa en nueve paneles los eventos que llevaron a la muerte de Rinaldeschi (figuras 1-10).14 Es importante señalar que esta excepcional pintura no debería ser entendida como un ejemplo más de la tradición de las pitture infamanti [‘denigratorias’] (retratos públicos y semioficiales de famosos delincuentes que eran representados en las paredes de las sedes del gobierno de la ciudad [figura 12]),15 sino más bien, como veremos, como una suerte de crónica de una cause célèbre que terminaría inspirando un culto popular. Por ejemplo, si observamos el último panel, veremos que en el centro no nos encontramos con el cuerpo de Rinaldeschi, sino con el enfrentamiento entre ángeles y demonios que luchan por su alma junto a la inscripción «SIGNIOR MIO GIESV CHRISTO AB(B)I MISERICHORDIA DE L’ANIMA MIA» (figura 9).16 Según el equipo encargado de realizar la más reciente restauración de la pintura, entre 2005 y 2006, esta sería la única inscripción original.17 Las otras inscripciones fueron agregadas en los siglos XVII o XVIII, probablemente en la medida en que se iba perdiendo el recuerdo de los hechos y se iba haciendo cada vez más necesario, por tanto, tener algún registro escrito que ayudara a entenderlos.18 La pintura, que tiene casi el aspecto de una tira cómica, algo por cierto poco habitual aunque no sin precedentes en la época,19 ha atraído considerable atención en los últimos años, incluso en la denominada prensa sensasionalista.20 Se ha destacado de la pintura el cuidado con el que se retratan algunos aspectos de la vida cotidiana, como por ejemplo la cocina de la taberna (y, efectivamente, la taberna «El Ficho» estaba ubicada muy cerca de la iglesia),21 así como las calles y las edificaciones. Es muy probable, por cierto, que el erudito florentino Iodoco del Badia, en su edición del Diario de Landucci de 1883, se estuviera refiriendo a la pintura Stibbert cuando afirmaba que del caso Rinaldeschi «si è conservata la memoria fino ai moderni tempi, esponendosi tutti gli anni in quel giorno, sotto le loggie della Chiesa della Madonna de’ Ricci, un’antica tavola appresentante il fatto» [ʿaún hoy se recuerda, puesto que todos los años, ese día, se expone bajo el pórtico de la Iglesia de la Madonna de’ Ricci un antiguo cuadro que reproduce los hechos’.]22
Es importante destacar que la pintura relata los hechos de una manera muy particular. Las tres escenas del nivel superior presentan el desarrollo de la acción de derecha a izquierda, en contra de la dirección de los paneles, mientras que en los otros dos niveles el desarrollo de la acción va de izquierda a derecha, en la misma dirección de los paneles. Este hecho se explicaría teniendo en cuenta que la valoración que se hace de las acciones de Rinaldeschi en cada caso es distinta: en los paneles del nivel superior es representado como un mal hombre que ha sido tentado por el diablo, mientras que en los paneles de los niveles medio e inferior los demonios han sido expulsados y han sido reemplazados por ángeles. Podríamos decir, pues, que en el nivel superior se representaría el pecado de Rinaldeschi, en el del medio su redención y, finalmente, en el nivel inferior su salvación.
Como bien se recordará, el camino que va del pecado a la salvación es la secuencia natural de la tradición del «Buen Ladrón»: de los dos ladrones que fueron crucificados con Cristo, el bueno se arrepintió y se le concedió la salvación eterna. Durante la Baja Edad Media, por cierto, las representaciones de esta tradición eran muy comunes. La pintura Stibbert, de hecho, especialmente en la última escena, con la plegaria que pareciera estar asegurando la salvación de Rinaldeschi, da muestras de estar muy influenciada por esta tradición.23 Sin embargo, es muy posible también que quien realizara la pintura se guiara al mismo tiempo por otros modelos iconográficos contemporáneos. Algunos de los paneles se asemejan a escenas de la vida de Cristo y de los santos, como por ejemplo San Pedro en la cárcel (figuras 6 y 13).24 Los paralelos cristológicos incluyen no solamente el arresto de Rinaldeschi en un jardín (figuras 4 y 14)25 y la herida sangrante que reaparece (quizá milagrosamente) en la última escena (figuras 4 y 9), sino también la soga que el mismo Rinaldeschi lleva en sus brazos (figura 8) y que probablemente sea la misma con la que será colgado en la siguiente escena, en la que la batalla entre los demonios y los ángeles parece representar el Juicio Final (figura 9). Entre otras características de la pintura, que abunda en tópicos iconográficos, están la pose contemplativa (imitando algunas personificaciones de la Filosofía) del jugador que se encuentra sentado a la derecha, que bien podría estar usando el manto que Rinaldeschi habría apostado y perdido en la taberna (figura 1); la inversión de las espadas cruzadas en el escudo (figura 4) y las que sostienen los ángeles (figura 9); el curioso sombrero de Rinaldeschi (figura 5), que parece una réplica en negro del sombrero rojo que lleva puesto uno de los oficiales, y finalmente el ángel que escolta a uno de los miembros de la Compagnia dei Neri (figura 8).
Si bien la pintura había sido no hace mucho tiempo atribuida al estudio del pintor Bartolommeo di Giovanni,26 con el descubrimiento del registro Berkeley, sin embargo, hay razones fundadas para suponer que su autor fuera en verdad Filippo di Lorenzo Dolciati, quien recibiera pagos por varios trabajos realizados en 1502, momento en el que se estaba construyendo el oratorio que serviría de marco a la pintura de la Virgen y que precisamente recibió el nombre de Santa Maria de’ Ricci o Madonna de’ Ricci en honor a la imagen profanada por Rinaldeschi. En realidad, originalmente, la imagen había sido ubicada en una hornacina que había sido encargada en el siglo XIV por Rosso de’ Ricci para la antigua iglesia de Santa Maria degli Alberighi (figura 22), y fue a raíz de esto que la esquina de esa calle comenzó a ser conocida como el «canto de’ Ricci».27 Con la rápida construcción del oratorio entre los años 1501 y 1502, por tanto, la opera buscaba crear un lugar apropiado para el culto de la Madonna. El pintor encargado del proyecto, Filippo Dolciati, recibió 12 liras el 24 de febrero de 1502 en concepto de las pinturas necesarias para el «soprac(c)ielo», una «spalliera» y tres «Profeti». El 24 de marzo recibió 7 liras por una predela que iba sobre el altar, una «Piatà» en la fachada del altar y otros tantos adornos, como estrellas de color azul y oro para el techo, así como 7 liras y 7 soldos en concepto de reembolso por la compra de otros elementos necesarios para realizar el trabajo.28 Es probable que la predela no fuera otra que la pintura Stibbert, que siendo un poco más alta de lo normal ocupara un espacio mayor al habitual entre la Madonna que se encontraba sobre el portal lateral de la iglesia y el propio portal.29 Si bien no conocemos con exactitud la fecha en la que la pintura Stibbert fue retirada de su posible ubicación original bajo la Madonna de’ Ricci, es probable que esto sucediera como consecuencia de las posteriores refacciones que sufriera el oratorio y que terminarían incorporando por completo a la originalmente lindante Iglesia de Santa Maria degli Alberighi. Por otra parte, si bien este hecho no aparece registrado en el libro de cuentas, es muy probable que Dolciati fuera contratado nuevamente para pintar la Madonna, como prueban los registros de un proceso judicial que se llevó a cabo en 1545.30 Por lo tanto, la fecha «21 luglio 1501», que aparece en el primer panel (figura 1), estaría haciendo referencia a la fecha en la que ocurrieron los hechos y no al momento en el que la pintura fue realizada, cuya probable datación corresponda al año siguiente, a 1502.31
En cuanto a Filippo Dolciati podemos suponer que no gozaba, por cierto, de gran prestigio. Hasta donde hemos podido saber se conocen solo dos obras de su autoría (figura 21), y no se sabe casi nada de su carrera artística.32 Sabemos que nació en 1443, que era hijo de un pintor, que se inscribió en la Compagnia di San Luca en 1460 y que murió en el año 1519.33 Es probable, en consecuencia, que Dolciati fuera uno de los tantos pintores profesionales especializados en imágenes sagradas que en la Florencia de la época eran llamados madonnieri. Es también probable que hubiera tenido algún tipo de vínculo de carácter familiar con la parroquia de Santa Maria degli Alberighi. Por un lado, los Dolciati eran propietarios de una de las viviendas que tuvo que ser derrumbada para construir el oratorio,34 y por otro lado los registros de la opera de la Madonna de’ Ricci mencionan la existencia de un mausoleo a nombre de Dolciati (fechado en 1533).35
Volviendo a la narración de los hechos, las versiones que encontramos en los diferentes documentos que hemos consultado no presentan importantes diferencias. No sería nada improbable, entonces, que quien redactara la sentencia oficial, pocos días despúes de la profanación, conociera el testimonio del párroco o de otros miembros de la comunidad eclesiástica, ya que las dos versiones, la sentencia latina de los Otto di Guardia (doc. I) y la narración en vernáculo que se encuentra en el libro de cuentas de la Opera (doc. II), son muy similares. La prueba más concluyente, de hecho, sería que mientras que en el libro de cuentas se afirma que el estiércol de caballo «rimase un pocho apichata nella (sic) diadema» [‘se quedó pegado a la diadema’], en el registro de los Otto di Guardia se dice que «parte dicti sterchoris, ut vulgariter dicitur [‘como se dice en lengua vernácula’], rimase un pocho apichato nella (sic) diadema».
Por tanto, el desacuerdo en las fuentes que hemos analizado es más bien mínimo. Aunque la sentencia de los Otto di Guardia, el libro de cuentas de la opera y la pintura Stibbert concuerdan en llamar «Antonio» al reo, Landucci lo llama «Rinaldo», una forma abreviada del apellido «Rinaldeschi», lo que demostraría que Landucci habría tenido conocimiento de esta historia de manera indirecta, gracias, por ejemplo, a que la noticia de los eventos se había difundido por las calles de Florencia. Sí hay cierta discrepancia en cuanto al nombre del padre de Antonio; mientras que en las actas de los Otto di Guardia aparece como «Giovanni» («Antonius Iohannis»), en la pintura su nombre es «Giuseppe». En cualquier caso, el texto de los paneles, como hemos mencionado, fue agregado probablemente mucho más tarde y hay pocos motivos para otorgarles alguna autoridad en esta cuestión. En todas las fuentes consultadas, por cierto, Rinaldeschi aparece como hijo de Giovanni, y es poco probable que el amanuense se equivocara. Por otra parte, «Giuseppe» era un nombre poco común en Florencia en el siglo XV, probablemente por la ambivalencia con la que la tradición popular juzgaba a San José, alguien a quien, en definitiva, le habían «puesto los cuernos» con Dios.36
Con una sola excepción, las fuentes concuerdan en que Rinaldeschi fue juzgado y colgado en el Palacio del Podestà. En uno de los relatos, que tendría su origen en los registros de los Neri y que ha llegado hasta nosotros en una copia del siglo XVII, se dice en cambio que Rinaleschi fue juzgado «al Tempio» [‘en el Templo’], que pidió ser colgado allí y que también allí mismo fue sepultado. Según los documentos contemporáneos, «il Tempio» era la forma en que se conocía a una de las dos iglesias asociadas con la Compagnia dei Neri: la iglesia de Santa Maria della Croce al Tempio, que era donde los Neri se reunían regularmente y que estaba ubicada al inicio de la Via de’ Malcontenti, en el camino que los condenados debían seguir hacia el cadalso (de ahí el nombre de «Via de’ Malcontenti» [‘calle de los amargados’]).37 También se conocía con el nombre de «il Tempio» un oratorio que se encontraba en un cementerio (cuyo mantenimiento estaba a cargo de los Neri), ubicado del otro lado de las murallas de la ciudad, cerca precisamente del cadalso, y donde los condenados recibían la extremaunción y la correspondiente cristiana sepultura (figura 15).38 Si bien la idea de que Rinaldeschi fuera sentenciado y ejecutado «al Tempio» es posible que se deba a un error del copista, la indicación de que Rinaldeschi fue enterrado «al Tempio» (dato que no aparece en ninguna otra fuente), refiriéndose así al cementerio y al oratorio que se encontraban extramuros, probablemente sea correcta: hipótesis que quedaría al menos en parte probada por la inscripción que observamos en el último panel de la pintura Stibbert, en el que se indica que Rinaldeschi fue «seppellito», y por cierto, el lugar más apropiado habría sido, sin duda, el cementerio de los Neri.
Bien es cierto que es más difícil comprender que, por un lado, en el libro de cuentas de la opera se afirme que no hubo ningún testigo que viera a Rinaldeschi llevar a cabo la profanación que tuvo lugar el día 11 de julio (doc. II), diez días antes de su arresto, mientras que, por otro lado, en el Diario de Landucci (doc.V) se sostenga, como ya hemos mencionado, que un niño había visto a un hombre profanar la pintura y que fue entonces, a partir de este testimonio, cuando las autoridades decidieron arrestar y condenar a muerte a Rinaldeschi el mismo 21 de julio. Aunque en el relato del códice Sanminiatese se dice que Rinaldeschi fue descubierto por un milagro de la Virgen, en realidad, teniendo en cuenta las fuentes que hemos consultado, no es nada fácil explicar cómo fue el proceso que terminó culpando a Rinaldeschi de la profanación. La fuente más cercana a los hechos, el registro parroquial del manuscrito Bancroft, dice claramente que desde que se cometió el delito hasta que Rinaldeschi fue arrestado pasaron diez días. En suma, no siendo improbable que el testimonio del niño terminara siendo decisivo para incriminar a Rinaldeschi, es más fácil imaginar que los agentes de los Otto di Guardia, gracias a los correspondientes interrogatorios entre los vecinos, terminaran descubriendo que Rinaldeschi había apostado y perdido en la cercana taberna «El Ficho» a la misma hora en la que se había producido la profanación.
Finalmente, existen algunas discrepancias acerca de la hora en que Rinaldeschi fue ajusticiado. La sentencia de los Otto di Guardia establecía que Rinaldeschi debía permanecer colgado hasta la hora decimocuarta del día siguiente, mientras que en los registros de Santa Maria degli Alberighi, donde no consta la hora de ejecución, se dice simplemente que Rinaldeschi permaneció colgado hasta la mañana del día siguiente. Según el códice Sanminiatese y uno de los registros de los Neri, Rinaldeschi fue colgado «all’ora una della notte»; según otro de los registros de los Neri, a la «ora seconda della notte del 21 luglio 1501»; según el Diario de Landucci, simplemente durante «la notte», y, «alla settima ora delle notte», según la pintura Stibbert, donde se puede ver a un hombre sosteniendo una antorcha desde una de las ventanas (figura 9), aunque antes, en el séptimo panel, se decía que había sido condenado «a 24 ore di notte» (figura 7). Debe recordarse que, por lo general, en la Italia del siglo XV el día estaba dividido en veinticuatro horas, comenzando media hora después del atardecer. Al mismo tiempo, en algunos casos el día estaba dividido en dos periodos, uno de doce horas diurnas y otro de doce horas nocturnas.39 Sea como fuere, recordando una vez más que es posible que las inscripciones en la pintura Stibbert hayan sido agregadas posteriormente, es del todo probable que Rinaldeschi fuera juzgado a última hora del día 21 de julio y que fuera, por tanto, también colgado esa misma noche. Según el sistema horario moderno, podemos conjeturar con cierto grado de precisión que Rinaldeschi habría sido juzgado y ajusticiado a las once de la noche del día 21 de julio o a las cuatro de la mañana del día 22 de julio, permaneciendo colgado hasta las once de la mañana de ese mismo día.40
En cuanto a Rinaldeschi, las fuentes que hemos consultado nos brindan una información más bien escasa. Sabemos, gracias a la pintura, por ejemplo, que era «nobile», y es verdad que sus ancestros pertenecieron a una familia de la nobleza de la ciudad de Prato.41 En la segunda mitad del siglo XIV algunos de los miembros de la familia Rinaldeschi se trasladaron a Florencia, donde construyeron un mausoleo en la iglesia de Santa Maria Novella, y una de las ramas de la familia adoptó el apellido más plebeyo «Naldini».42 Un tal Antonio Rinaldeschi, probablemente el nieto o sobrino de un tal Giovanni, vivió en Bolonia alrededor del año 1400, siendo posible entonces que estos fueran los ancestros directos de nuestro Antonio, cuyo padre, Giovanni, con toda seguridad se había establecido en Florencia antes de 1481.43
Sabemos gracias al testamento que Giovanni Rinaldeschi redactara el 5 de diciembre de 1499 en la enfermería de la Badia Fiorentina, que esta rama de los Rinaldeschi poseía una casa en la Via dell’Alloro, así como una tumba en la iglesia de Santa Maria Maggiore. Nuestro Antonio, que debía de tener al menos 30 años en el momento de los hechos aquí narrados, era hijo de la primera esposa de Giovanni, Alessandra, y tuvo varias medio hermanas gracias a dos matrimonios posteriores de su padre, uno con Bartolommea y otro con Angela. Ahora bien, sabemos también que debido a sus deudas Antonio estaba enfrentado con su padre, hasta tal punto que este, en su testamento, terminaría declarándolo «heredero indigno» (heredi inmerito).44 Una vez fallecido su padre, el 29 de marzo de 1500,45 Antonio inició una disputa legal por su herencia contra su madrastra Angela y sus medio hermanas. Al parecer se llegó a un acuerdo después de que Antonio interpusiera una demanda en la Corte del Podestà y una vez que estas, a su vez, le contrademandaran ante la Corte della Mercanzia.46
Aunque en la sentencia que dictaran los Otto di Guardia se diga que Antonio Rinaldeschi era «ciudadano florentino» (civis Florentinus), y en la pintura Stibbert aparezca, según Del Migliore (doc. X), vestido como un ciudadano de gran prestigio, su ascendencia provincial probablemente fuera un elemento que terminaría perjudicándole. No solo se trataba de que los Rinaldeschi hubieran dejado Prato para instalarse en Florencia hacía muy poco tiempo, sino de que además la abuela de Antonio era hija de un herrero de Empoli, ciudad donde la familia todavía tenía propiedades. Registros notariales de los años 1500 y 1501 permiten corroborar que Antonio ejerció en Florencia la abogacía, representando legalmente a una serie de personas de la periferia del Estado florentino: un mercenario de Cortona, un hombre y una mujer de Barga y un hombre de Montepulciano.47 Todo parece indicar, por tanto, que Antonio habría intentado convertirse en una suerte de intermediario ante algunos sectores provinciales, a quienes tal vez les habría hecho creer que tenía importantes relaciones en Florencia, o que, peor aún, pertenecía directamente a la clase dirigente florentina.
Como podemos ver, en cualquier caso, Antonio era un personaje de dudosa reputación. Esto podría explicar que ningún florentino quisiera ayudarle o intentara interceder en su nombre ante los Otto di Guardia. En uno de los documentos de la Compagnia dei Neri, como ya hemos mencionado, se le denomina «un gran bestemmiatore (e) battirore di Padre»; el autor del priorista Segaloni (doc. VII) afirma que Rinaldeschi padecía sífilis y lo llama «uomo bestiale» [‘hombre violento, cruel e inhumano’], mientras que Landucci afirma que era un jugador empedernido. De hecho, ninguna de las fuentes dice nada en su favor. La única posible excepción sería la compasión con la que su figura es tratada en los últimos paneles de la pintura Stibbert. Sin embargo, eran tantos los pecados que se le atribuían a Rinaldeschi (algunos, probablemente, fruto de la imaginación) que es del todo razonable suponer que se hubiera convertido en una suerte de un chivo expiatorio y que su ejecución terminara siendo algo así como un acto comunitario de purificación.48 Ahora bien, la cuestión que nos interesa señalar aquí es que, hasta donde sabemos, sin embargo, ninguno de los delitos por los que se acusaba a Rinaldeschi era de una gravedad tal como para merecer la pena de muerte, así como tampoco, por cierto, sus virtudes (más allá de su aparente arrepentimiento) fueron en lo absoluto suficientes como para atraer la intervención divina. Por lo tanto, no es nada sencillo entender por qué motivos Rinaldeschi fue finalmente ejecutado, ni tampoco, en realidad, la naturaleza del milagro y ni del culto que se desarrollaría posteriormente a la imagen que él profanara.