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SUS CAMINOS NO SON NUESTROS CAMINOS ¡GRACIAS A DIOS!

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor.” Isaías 55:8

¿A quién iba dirigido el Sermón del Monte?

¿A los cinco mil espectadores? ¿A ti? ¿A mí? ¿A todos nosotros? Cada una de esas respuestas es correcta, por supuesto, porque el Espíritu Santo ha estado cambiando corazones con esas palabras desde que el Señor las habló. Sin embargo, cuando Jesús pronunció su Sermón del Monte, les estaba hablando primero a sus discípulos. Mateo presenta el Sermón del Monte con estas palabras: “Al ver las multitudes, [ Jesús] subió al monte, y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo…” (Mateo 5:1, 2). El Sermón del Monte fue un sermón de discipulado, y lo dirigió en primer lugar a las doce líderes que Jesús había escogido. Obviamente, estaba consciente de la multitud que lo escuchaba en esa ladera, pero el objetivo número uno eran los Doce.

De hecho, si estudia detenidamente la vida de Cristo en las Escrituras, verá que la mayor inversión del Señor en lo que respeta a hacer discípulos fue la que hizo desarrollando el liderazgo. En realidad se centró en entrenar a tres grupos específicos de líderes. Los discipuló, los desarrolló, y en su ascensión los desplegó. ¿Cuáles fueron los tres grupos? Lo puedes ver claramente en los Evangelios: los Setenta, los Doce y los Tres. Él definió el liderazgo por medio de sus acciones y enseñanza. Luego desarrolló estas personas como líderes a través del discipulado, y después los desplegó por el mundo. Transcurridos 25 años, el mundo civilizado sería trastornado por ellos.

El Modelo de Liderazgo Encarnado

Cuando el Señor Jesucristo vino a este mundo, tomó sobre sí un cuerpo físico, y Dios se hizo un verdadero hombre. En ese cuerpo él era totalmente Dios y totalmente hombre y en ese cuerpo fue a la cruz para redimir a su pueblo, para derrotar a Satanás y a los principados de las tinieblas, y para comprar una iglesia triunfante. En el cumplimiento de esta misión también desplegó un modelo de liderazgo y simultáneamente implementó una estrategia para la multiplicación del liderazgo. Este es el modelo de liderazgo que la iglesia estadounidense necesita hoy, un modelo que si se implementa impactará al mundo. Es el modelo bíblico implementado por el Señor Jesucristo hace casi dos mil años. Jesús inició el modelo de liderazgo de las Tres D, él definió, desarrolló y desplegó a líderes que a su vez implementaron el mismo modelo con el que dentro de menos de una generación el mundo conocido fue puesto de cabeza.

Piense en lo que, como Campeón del Cielo, hizo nuestro redentor en el cumplimiento de su triple misión en su encarnación. En primer lugar, vino al mundo para salvar a los pecadores. “Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús”, dice Mateo 1:21, “porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” 1 Timoteo 1:15 también indica este aspecto de su misión con plena claridad: “Palabra fiel es ésta, y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores...” En segundo lugar, vino a destruir las obras de Satanás, los principados y potestades de las tinieblas. “El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo”, de acuerdo a 1 Juan 3:8. El tercer objetivo de la misión de Jesús fue que vino a comprar su iglesia militante y triunfante, y finalmente victoriosa, tal como es descrita en Efesios 5:25-27: “Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella... a fin de presentársela a sí mismo una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. También Hechos 20:28: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”.

Salvarnos a nosotros pecadores. Destruir las obras de Satanás. Establecer su victoriosa iglesia en la tierra. E incrustada en el logro de su triple misión, está la estrategia de la multiplicación del liderazgo de líderes siervos para el reino.

Satanás, viendo el plan de Cristo y la prioridad que le daba al plan de multiplicación del liderazgo, no solamente ataca la adoración de Dios y la misión de la iglesia sino también ataca a los líderes de la misma. Por eso es que el Apóstol Pablo advertía a los ancianos en Éfeso (ver Hechos 20:17-34 que Satanás trataría de infiltrar el liderazgo de la iglesia. “Yo sé que después de mi partida, vendrán lobos feroces entre vosotros que no perdonarán al rebaño; y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar a los discípulos tras ellos”. Pablo los llamó a ser pastores fieles y no permitir a Satanás infiltrarse con fasos maestros y líderes egocéntricos. La victoria de Cristo en el cumplimiento de su misión se declaró en la resurrección, la Gran Comisión se inició en su ascensión y el modelo para el liderazgo y la multiplicación del liderazgo se desplegó a través de todo su ministerio. El resultado fue un mundo trastornado (Hechos 17:6) en menos de 25 años. Casi se puede sentir la frustración del hombre que pronunció esas palabras al analizar lo que había ocurrido mediante el poder del Evangelio, del Espíritu Santo y una iglesia misionera. Iglesia cuya misión incluía la multiplicación de líderes siervos transformadores cuyo modelo era Cristo mismo. Todo esto ha tenido un impacto causado por Dios como ninguna otra cosa que haya pasado en la historia de la humanidad y eso que era solo el principio. Incontables millones de personas han sido transformadas de la muerte espiritual a la vida por el Evangelio de Jesucristo. Se han establecido, reformado y a veces hasta destruido naciones por su impacto. Debido a su influencia, han surgido, cambiado, disminuido o desaparecido, sistemas políticos y económicos. Movimientos ministeriales han transformado vidas y culturas por todo el mundo y a través de los siglos. El evangelio, movido por el modelo de liderazgo de Dios, ha resonado a través de la historia, tanto así que el mundo occidental ha dividido el tiempo en A.C. Y D.C. (antes de Cristo y después de Cristo). Mientras tanto, el cuerpo de Cristo, la iglesia, por la gracia de Dios ha resistido un amplio rechazo, la persecución, el martirio en masa, fallas internas y seguidores infieles.

Si un líder mundial humano o una corporación multinacional trataran de afectar al mundo hoy en día de una manera comparativamente menor, se convocarían asesores para desarrollar una estrategia internacional de mercadotecnia. Tendría que construirse una base de datos mundial y hacer uso de los medios de comunicación: campañas de publicidad, sitios web, tácticas de multimedia, herramientas de mercadotecnia, enlaces con medios noticiosos, desarrollo de una marca, correo electrónico directo. Todos estos, métodos de comunicación moderna del hombre. Pero eso no es lo que Jesús hizo. De hecho, Jesús repetidamente se alejó de las multitudes y le dijo a la gente que callara sobre lo que había hecho. Personalmente nunca escribió una sola cosa con excepción de una vez que escribió en la arena. Los caminos de Dios y los caminos del mundo no son iguales. La Palabra de Dios dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice El Señor” (Isaías 55:8).

Jesús tenía a los Setenta, llamó a Doce y centró su atención en Tres (Pedro, Santiago y Juan). Luego ellos continuaron el modelo implantado por Cristo. Uno de los tres –Pedro, junto con Bernabé- ayudó a definir, desarrollar y desplegar a un futuro líder llamado Saulo de Tarso, que se convirtió en Pablo. A su vez, con el tiempo el equipo de liderazgo de Pablo fue grande, profundo y eficaz. No contento con eso, cuando su hora de dejar este mundo se acercaba, él preparó a otro nuevo líder para llevar adelante su ministerio. Su nombre era Timoteo. Y con estas palabras inspiradas, Pablo le encargó continuar la definición, desarrollo, despliegue. “Tú pues, hijo mío, fortalecido por la gracia que es en Cristo Jesús, lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:1,2) Todo esto que se registra en el Nuevo Testamento tiene un precedente en el Antiguo.

La providencia de Dios desde antes de enviar a Cristo al mundo había promovido a través del Antiguo Testamento, este ejemplo de definición, desarrollo y despliegue de líderes. Moisés definió, desarrolló y desplegó líderes tales como los ancianos y obviamente, a Josué y Caleb. David tenía a sus tres valientes y sus treinta hombres de renombre. Elías tuvo a su Eliseo y su escuela de profetas. El modelo de Cristo revelado en su encarnación había sido integrado en el Antiguo Testamento y fue plenamente implementado en el Nuevo. Su efectividad como estrategia fue confirmada aún por sus frustrados adversarios y necesita ser restablecida en la iglesia de hoy. Tenemos hoy en día la oportunidad de hacerlo.

Me gustaría mucho volver a oír que un adversario frustrado diga: “Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá”. Si deseamos escuchar esto, debemos exaltar a Cristo no solo de palabra y obra, también debemos dar prioridad a definir, desarrollar y desplegar líderes. Estas personas que trastornaron el mundo no se produjeron de la nada. Fueron desarrollados intencionalmente y han aparecido una y otra vez a lo largo de la historia.

El Modelo en Funcionamiento

La Biblia no solamente registra este modelo divino de liderazgo sino que, en la providencia de Dios, lo vemos en acción a través de la historia de la iglesia. Dios levantó a Martín Lutero para iniciar la Reforma. Lutero desarrolló líderes como Ulrico Zwingli, Felipe Melanchton y cientos de otros que hicieron de la Reforma un torrente rugiente de la verdad del evangelio que reformó la iglesia y se extendió por todo el mundo. La devoción de Juan Calvino a producir líderes para la evangelización mundial fue extraordinaria: desarrolló mil trescientos misioneros sólo para Francia e incluso envió un equipo de líderes entrenados para llevar el Evangelio a lo que es hoy Río de Janeiro, Brasil. John Knox multiplicó su liderazgo con su “milicia vestida de negro”, predicadores del evangelio vestidos con túnicas de Ginebra a quienes entrenó para vivir su oración en la que pedía a Dios “que me diera Escocia” (para Cristo).

Al multiplicarse los líderes a partir de la Reforma, a tiempo para la época de los descubrimientos, el reavivamiento saltó el Atlántico y se derramó en América del Norte. Puso los cimientos de la cultura para las trece colonias y las llevó al Gran Despertar en la América del Siglo XVIII. Providencialmente, ese notable avivamiento preparó a los estadounidenses para la independencia y puso un fundamento espiritual para la cultura y el gobierno de los Estados Unidos. También llevó una bendición para Inglaterra salvándola del humanismo que sofocó a Francia en la Revolución Francesa, estimulando aún más obra de evangelismo desde Inglaterra. A su vez, como líderes multiplicadores de líderes, la iglesia cristiana en los Estados Unidos dio lugar a un movimiento misionero masivo que finalmente cubrió la mayor parte del planeta y que aún al día de hoy está transformando a África, América del Sur y, sorprendentemente, Asia.

Es muy cierto, los caminos de Dios no son nuestros caminos. Es por eso que los líderes de la iglesia contemporánea de Estados Unidos deben volver al modelo de liderazgo dado por Cristo y a la multiplicación de liderazgo de líderes transformadores que también multipliquen a otros. Líderes identificadores de líderes, moldeando líderes y multiplicando líderes. Es la estrategia de Dios de la cual Cristo es el modelo. Dicha estrategia está incrustada en el Antiguo Testamento, fue implementada por los Apóstoles, reclamada por la Reforma y gloriosamente puesta en práctica en el Gran Despertar. A diferencia de cualquier cosa que podamos copiar del mundo, producirá fruto. Ahora que lleguemos a un nuevo comienzo, supliquemos al Señor Nuestro Dios con esta oración: “Señor, por favor lanza un movimiento de gracia para el Reino de Dios. Hazlo en medio de nosotros el día de hoy. ¡Padre! ¡Por Favor! ¡Hazlo de nuevo y hazlo con nosotros!”.

¿Y cuáles son las características de esos líderes multiplicadores? Gracias a Dios, otra vez, las Escrituras no guardan silencio. Cristo, en su vida y con su Palabra, no solamente nos ha dado una estrategia efectiva, sino que también ha sido el modelo donde vemos estas características. Así que primero lo primero. Antes de que podamos desarrollar y desplegar a estos líderes que hacen temblar al mundo, el primer paso es definirlos. Las marcas de tales líderes dirigidos por el Evangelio están profundamente definidas en la Palabra de Dios. Echémosles un vistazo.

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LA DEFINICIÓN DE UN LÍDER

“El pueblo tuvo ánimo para trabajar… y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá.”Nehemías 4:6, 16

A los predicadores les encanta Pedro.

Es el más conocido de los doce apóstoles no sólo por sus logros, sino también por sus errores. Sus varios tropiezos nos recuerdan a aquellos de nosotros que estamos en el liderazgo cuan fácil es equivocarnos. El relato bíblico de sus pecados, errores y flaquezas humanas nos dan un rico registro de ejemplos erróneos que nos advierten a vivir con cuidado. Su rápido arrepentimiento y sus declaraciones transparentes nos animan a todos. Con frecuencia Pedro parecía tener un problema ya que con solo abrir la boca, metía la pata (sólo a Pedro dijo el Señor en Mateo 16:23, “¡Quítate de delante de mí, Satanás!”). Pero realmente el problema no estaba en sus pies sino en su corazón. Pedro era un creyente bien intencionado que actuaba por impulso y pasión y por lo tanto estaba en una desesperada necesidad de que se le disciplinara, no solamente como un seguidor de Cristo sino como un futuro líder para Cristo. El Señor corrigió y redirigió a Pedro con más frecuencia que a cualquier otro discípulo en el registro bíblico. Y sin embargo, muchas veces el corazón de Pedro sí estaba en armonía con la voluntad de su Salvador. Un ejemplo de esto es cuando muchos discípulos estaban alejándose, el Señor preguntó a los Doce si ellos también querían irse. “Señor, ¿a quién iremos?” Dijo Pedro. “Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente” ( Juan 6:68-69). ¿Por qué se quedaron Pedro y los demás? ¿Por qué no lo dejaron para seguir a alguien más? Uno de los elementos de la respuesta es el liderazgo del Señor que les inspiró para mantener el rumbo y dar su vida sin reservas a él y a su misión.

La misión es la Gran Comisión de “hacer discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19), y la historia de la iglesia indica que casi todos ellos dieron su vida por seguirla. Estos hombres obstinados, que eran diferentes política, económica, regional y religiosamente, vinieron a Cristo, quien les dio nueva vida y luego siguieron su liderazgo con un enfoque notable. Uno ( Judas) se perdió en la apostasía, pero los otros once (junto con Matías, Pablo y los hermanos de Jesús recién convertidos) se entregaron a la misión y junto con aquellos desarrollaron y desplegaron líderes que “trastornan el mundo entero” (Hechos 17:6). ¿Qué lección podemos aprender de esto? Nosotros aprendemos y aplicamos el liderazgo en primer lugar, al abrazar a Cristo como el modelo de un líder que desarrolla y da poder a otros líderes.

Hacia una Definición de Liderazgo

Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron le adoraron, pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y de Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todo lo que os he mandado, y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. (Mateo 28:16-20)

En su ministerio terrenal, Jesús nos mostró lo que es un líder, como este, de manera planeada, produce otros líderes y como permanecen enfocados y unidos en su misión. Mateo 28:16-20 contiene el concepto de un líder como aquel que es escogido por Dios. A estos líderes desarrollados se les da una misión no solo para alcanzar logros en Cristo sino también para darse a otros hasta “el fin del mundo” y el regreso de Cristo.

Un líder influye en otros para lograr juntos una misión definida

Pensemos en esta frase. Tres palabras clave destacan en la definición y la observación del liderazgo que Jesús implantó. Esas tres palabras son influencia, efectividad y unión. Vamos a examinarlas una por una.

La Influencia


La primera palabra clave es influencia. Este es un sencillo diagrama de lo que se necesita para ser un líder efectivo e influyente en otras personas que a su vez se convierten también en líderes influyentes.

Puedes ver que un influyente debe cumplir cinco tareas en un orden específico. Cada tarea requiere también cinco habilidades de liderazgo.

Primero, los líderes influyen en otros por medio de la personificación con el propósito de aprovechar nuestro innato deseo de imitación. Un líder debe desarrollar la habilidad de ser un modelo. Por ejemplo, si un líder no es un modelo de integridad, él o ella podrían ser ignorados como hipócritas sin importar lo que enseñen acerca de la integridad. El dicho “que tus acciones hablen más que tus palabras” es verdadero. Los líderes cristianos deben vivir lo que enseñan, el ejemplo es crucial para hacer líderes y de hecho es la clave para la oportunidad de guiar y enseñar a líderes. En Hechos 1, Lucas se refiere a la vida de Jesús, la cual él reseñó en el Evangelio de Lucas como un registro de lo que “empezó a hacer y a enseñar”. Jesús para hacer discípulos claramente fue primero modelo y luego maestro. Por ejemplo, cuando vieron a Jesús orar le pidieron “enséñanos a orar”. Para hacer discípulos de manera efectiva en general y discipular para el liderazgo en particular, se requiere ser un modelo eficiente para abrir la puerta y solidificar una enseñanza efectiva. “Hacer” en la vida de un líder es la puerta para la “enseñanza” en las vidas de futuros líderes.

Consideremos esta ilustración: Los bebés tienen la capacidad de comunicarse pero no tienen un gen particular de lenguaje programado en su ADN. Sin embargo, en pocos años aprenden a hablar una lengua madre. Se les enseña un lenguaje por parte de alguien no profesional (usualmente su madre) que típicamente no estaba entrenado para esta asombrosa tarea. ¿Cómo es posible esto? Primero, el niño es alimentado y animado por el amor perseverante de una madre. Segundo, todos los humanos nacen imitadores. Pablo escribe en 1 Corintios 4:15,16 “pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. Por tanto, os ruego que me imitéis”. Según algunos cálculos, el 80 por ciento de lo que se aprende viene por imitación y 20 por ciento por instrucción. El 20 por ciento es crucial porque establece lo que debe de imitarse y cómo conservarlo, ya que la mayor parte de lo que aprendemos lo adquirimos por imitación. Por tanto, es una prioridad ser un modelo con carácter íntegro.

Segundo, un líder influye en otros por la educación. La gente no puede hacer lo correcto, sin importar lo mucho que admire en la vida de otro, hasta conocer qué es lo correcto, por lo tanto los buenos líderes influyen por medio de la educación con el propósito de dar instrucción. Para hacer esto, un líder debe desarrollar las habilidades de un maestro. Por ejemplo, el libro de los Hechos nos dice que el evangelista Apolos era un inspirado y apasionado por la obra del Señor, pero tenía un conocimiento inadecuado. Dos líderes que habían sido desarrollados por Pablo (Aquila y Priscila) “tomaron a Apolo y le explicaron (lo instruyeron) el camino de Dios con mayor precisión” (Hechos 18:26). Así ellos influyeron en él. Los grandes líderes se hacen hábiles mentores para poder influir en los demás por medio de la educación con el propósito de instruir.

La tercera tarea de un influyente es inspirar a los nuevos líderes por medio del empoderamiento. Un líder que quiere influenciar e inspirar debe también desarrollar la habilidad de ser motivador. En la trinchera mortal de la Primera Guerra Mundial, el coronel Douglas MacArthur, quien después sería general y arrojaría a las fuerzas imperiales japonesas del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial, recibió la orden de cruzar la “tierra de nadie” y tomar por asalto una fortificada posición alemana. Todos los esfuerzos anteriores para tomar la posición habían fracasado. MacArthur sabía que el éxito y la supervivencia dependían de su liderazgo. Le asignó a su segundo al mando, un Mayor del ejército, la tarea de dirigir el ataque contra el flanco izquierdo de la posición enemiga. “Señor, lo pongo en el lado izquierdo”, explicó MacArthur. “Yo dirigiré desde el centro.” Entonces, después de haber sido un modelo de liderazgo y haber instruido a su joven líder a seguirlo mientras él dirigía desde el centro, pasó de ser modelo y maestro a ser un motivador. “Yo sé que eres capaz de llevar a los hombres a la victoria”, le dijo al mayor. Luego señaló a una medalla al valor que llevaba en su propio uniforme. “Cuando la batalla haya terminado”, dijo, “me encargaré de que recibas una de estas.” Se dio la vuelta y se alejó, pero giró de regreso y se paró de frente al joven oficial. Se quitó la medalla y la pegó en el uniforme del sorprendido mayor. “Sé qué clase de hombre eres,” le dijo MacArthur “No voy a esperar hasta el final de la guerra para darte esta medalla. Te voy a dar la mía ahora. Nos veremos en la cumbre. “¿Qué crees que logró el hombre? Tomó la posición enemiga, en parte porque MacArthur lo había influenciado a través de la personificación, la educación y el empoderamiento.

La cuarta estrategia de influencia es equipar con el propósito de implementar. A fin de equipar, el líder debe convertirse en un buen gerente. Como gerente, el líder proporciona los recursos necesarios para que la gente haga lo que han sido llamados a hacer. Nada es más frustrante que llamar a la gente a una misión sin equiparlos para hacer el trabajo. Un líder efectivo se encargará de la entrega total de los recursos y el equipo necesarios para completar la misión.

Quinto: Un desafío final de la estrategia de un influyente es la evaluación con el propósito de mejorar. Los líderes deben amar a aquellos a quienes dirigen, lo suficiente para hacer tiempo tanto para la celebración como la evaluación cuando una tarea de liderazgo se ha logrado. Esto requiere el corazón y la habilidad de un ministro/servidor y asegura el desarrollo personal y la mejoría. Está mal, tanto moral como afectivamente que los líderes de otros líderes pasen a la siguiente tarea sin promover la celebración de un esfuerzo ya completado y no hacer una evaluación para una mejoría en las vidas de aquellos que sirvieron en el equipo de líderes. Seguir adelante sin tomarse el tiempo para celebrar y evaluar es desmoralizador y por lo tanto contraproducente. El liderazgo cristiano celebra tanto la gloria de Dios como el éxito de los demás. Los líderes cristianos evalúan a fin de que aquellos que sirvieron eficazmente puedan hallar formas para su mejoría y crecimiento. La evaluación revela fuerzas y debilidades y sirve para establecer planes para el desarrollo personal y el crecimiento. No debe omitirse este paso crítico en aras de seguir hacia el siguiente objetivo y debe implementarse tanto para mejorar la moral como para dar oportunidad de que haya un crecimiento significativo en las vidas de aquellos que están en desarrollo como líderes.

La Eficacia

La segunda palabra clave para el desarrollo de líderes es la eficacia. El corporativismo en Estados Unidos destaca la eficacia. El liderazgo cristiano promueve, primero la fidelidad, luego la eficacia y después y sólo entonces, la eficiencia. La eficiencia es inútil si no se es eficaz y para ser eficaz se requiere fidelidad. Los siguientes cuatro pasos pueden lograr el desarrollo de futuros líderes que son lo que a mí me gusta denominar “FEE” –Fieles, Eficaces y por lo tanto significativamente Eficientes

1. El principio de eficacia: aprender a hacer las cosas correctas.

2. El principio de la excelencia: aprender a hacer las cosas correctas de la manera correcta.

3. El principio de la eficiencia: aprender a hacer las cosas correctas de la manera correcta en el momento correcto.

4. El principio de la exaltación: aprender a hacer las cosas correctas de la manera correcta en el tiempo correcto por las razones correctas.

El primer principio es el de la eficacia, un compromiso de hacer las cosas correctas. En la sociedad actual, se alienta a los líderes a aprender la eficiencia con el fin de realizar múltiples tareas, pero hacer lo correcto es más importante que hacer muchas cosas. Considere este ejemplo modificado del libro Primero es lo Primero2: Un profesor pone un cilindro grande de vidrio enfrente de su clase. Adentro había varias piedras grandes, y sobre el escritorio del profesor había dos piedras aún más grandes que no cabían dentro.

“¿Está lleno el frasco?” preguntó a la clase, “¿o puedo poner las piedras adicionales dentro del recipiente? La mayoría de los estudiantes estuvo de acuerdo en que el frasco estaba lleno.

El profesor agitó el frasco e hizo que las rocas se asentaran y se hizo lugar para una más. “¿Esta ahora lleno el frasco?”, se preguntó.

“Sí, ya no caben más piedras en el frasco”, concluyeron los estudiantes.

El profesor sacó un recipiente con arena de debajo de la mesa y echó la arena en el cilindro. La arena llenó los espacios entre las rocas.

“¿Está ahora lleno el frasco?”, preguntó.

“No,” dijo la mayoría de los miembros de la clase, que habían descubierto la técnica del profesor. Efectivamente, el próximo paso fue echar agua en el frasco. El agua empapó la arena y, finalmente, llenó el cilindro.

“Entonces, ¿qué lecciones aprendieron?”, preguntó el profesor. Un estudiante sugirió que siempre hay espacio para meter apretadamente un poco más.

“Cierto”, estuvo de acuerdo el profesor, “esa es la lección de la eficiencia, usualmente uno se puede forzar a tener un poco más de actividad en la vida, pero esa no es la lección principal.” Los estudiantes estaban perplejos. “El punto principal aquí” concluyó el profesor, “es que las piedras grandes deben ir primero. Ese es el principio de la eficacia. Para ser realmente eficaz, deben identificar las piedras grandes en su vida y ponerlas como una prioridad en el calendario de su vida finita”.

Entonces, ¿cuáles son las “piedras grandes” en su vida, es decir, aquellas que deben tener el primer lugar en el calendario de su vida? Para los líderes cristianos las piedras grandes son las responsabilidades reveladas bíblicamente y las relaciones que son cruciales para vivir efectivamente para la Gloria de Dios. No pueden ser forzadas en la vida como una ocurrencia de último momento. Se les debe asignar su espacio como una prioridad. Por ejemplo, un cristiano se da cuenta de que el tiempo diario con el Señor en la oración y en la Palabra es una de sus piedras grandes. Así como también lo es la adoración en el día del Señor. Pasar tiempo con el cónyuge también es una piedra grande. También lo es la relación padre hijo. En otras palabras, las prioridades de Dios, tal como se enseñan en Su Palabra, son las piedras grandes a las que hay que dar el primer lugar en los calendarios de nuestra vida. Esto es lo que establece el principio de la eficiencia: hacer y mantener el compromiso de hacer las cosas correctas. Tome su calendario y ponga las “piedras grandes” primero.

El segundo principio de liderazgo eficaz es un compromiso a la excelencia: hacer las cosas correctas de la manera correcta. Cuando estemos delante de nuestro Salvador, ¿qué es lo que queremos oírle decir? “Bien, buen siervo y fiel”, ¿no es así? Ese es nuestro deseo según Mateo 25:21. Observe que la primera palabra de esa declaración es bien, el principio de la excelencia. Esta palabra denota algo más que simplemente haber completado algo, es más que ser aceptable o mediocre. “Bien hecho” es lo que queremos escuchar que el Señor nos diga. Pocos de nosotros seremos alguna vez el mejor en algo, pero todos podemos hacer nuestro mejor esfuerzo. Eso es lo que hacemos cuando hacemos las cosas correctas de la manera correcta como una ofrenda de alabanza a nuestro glorioso Salvador.

Mis padres, y probablemente los suyos también, acostumbraban decir: “Hijo, si vale la pena hacerlo, vale la pena hacerlo bien.” Ese es el principio de la excelencia. Lo correcto (eficacia) vale la pena hacerlo, y vale la pena hacerlo de la manera correcta, (excelencia).

El siguiente es el principio de la eficiencia: hacer lo correcto de la manera correcta en el momento correcto, o hacer más de una cosa a la vez, cuando sea apropiado. Hoy en día se le llama “multitarea”, pero si se hace correctamente, sigue siendo el principio de la eficiencia. Por ejemplo, cuando yo era niño, mi padre, jugador de béisbol, me consiguió un permiso de la escuela por dos semanas para que lo acompañara en una gira. Fue emocionante verlo en acción y pasar tiempo con él. Cuando tuve mis propios hijos, esta era una de las cosas en la que quería imitar a mi padre. Por lo general trataba de llevar a uno de mis hijos conmigo a una conferencia o a un corto viaje misionero o a una visita de hospital. Esto me permitió cumplir mi llamado como un pastor/maestro y pasar un tiempo significativo con uno de mis hijos, lo cual fue una de las bendiciones del principio de eficiencia aplicado meticulosamente. Otra manera en que he tratado de aplicar este principio es extenderlo a hacer discípulos y llevar a otros conmigo en visitas de hospital, viajes misioneros y oportunidades del ministerio. Normalmente invito a los miembros de nuestro equipo de liderazgo de la iglesia a que me acompañen, con lo que no sólo cumplo con mi ministerio pastoral, sino que incluyo a otros, lo cual bendice y ayuda mi eficiencia ministerial al mismo tiempo que ellos afinan sus habilidades de liderazgo y aprovechan la experiencia y consideramos las bendiciones del Señor y las lecciones de vida.

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