Kitabı oku: «Buscando un bebé», sayfa 3
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Cady
Logro llegar hacia el estacionamiento de mi trabajo y me estaciono en mi lugar designado antes de rendirme. Apago mi coche mientras las lágrimas calientes y saladas caen por mis mejillas.
Por supuesto, el objetivo es no llorar… pero si tengo que hacerlo, este es el lugar. Sola en mi coche, en la oscuridad del estacionamiento, aquí estoy segura. Me inclinó y apoyo mi cabeza en mis brazos, los cuales están sobre el volante de mi Mercedes. Mientras lloro, mis lágrimas caen en mi regazo y mojan mi vestido blanco de seda.
Estoy llorando porque acabo de visitar a la Dra. Altman, ella es mi endocrinóloga reproductor, es decir, mi gurú de la fertilidad. Desafortunadamente, a pesar de lo buena que es, no hay una buena forma de hablar sobre mi situación. Vi moverse la boca de la Dra. Altman, pero todo lo que escuché es, “¡¡TE ESTÁS QUEDANDO SIN TIEMPO, CADY!!”
El resumen de mi situación es que mis folículos ováricos se han reducido con la edad. Basándose en algunas fotografías de mis ovarios y de esos folículos en especial, la Dra. Altman predice que solo me quedan tres buenos años de fertilidad.
Sentada en el duro plástico de la silla de su oficina de influencia sueca, yo comencé a hacer el cálculo. Aunque quedara embarazada hoy de alguna forma, eso me quitaría un año antes de pensar en volver a quedar embarazada. En mi cabeza tenía la familia perfecta planeada, tres niños con dos años de diferencia.
Incluso tenía sus nombres: para niñas y niños.
Asentí mi cabeza mientras la doctora intentaba consolarme, pero yo sé lo que estaba diciendo.
Me estaba quedando sin tiempo.
Todos los años en la universidad y en la escuela de leyes. Todas las noches que pasé intentando destacar como socia los primeros tres años. Todas las veces que doblé mis métodos anticonceptivos porque quedar embaraza hubiera sido un desastre…
Todos esos momentos regresaron a mi mente en la oficina de la doctora Altman. Ella aprieta mi codo y me dice por última vez que todo estará bien. Me encuentro preguntándome cuántas veces le dice eso a los pacientes mientras avanzo por el vestíbulo.
Entro en mi Mercedes, cubriendo mis ojos por el sol y haciendo una mueca por lo calientes que están los asientos. Sé que estoy en shock. Solo me toma un momento antes de asimilarlo. Veinte minutos para ser exactos.
Y ahora aquí estoy, buscando en mi guantera el paquete de toallitas que guardaba ahí. Las encuentro y las saco, limpiándome los mocos y las lágrimas en la delgada toalla.
¿Qué se supone que haga con esa información?
No es como si pudiera regresar algunos años en el tiempo. Esa no es una opción.
Lo único que puedo hacer con esas noticias es apresurarme y embarazarme. Olviden eso, lo que necesito es apresurarme y encontrar un tipo estable con buenos genes que quiera casarse, tener hijos y luego embarazarme.
Me dejo caer en mi asiento y sigo llorando más fuerte. El tipo de llanto en el que tengo hipo e intento respirar y llorar al mismo tiempo y no logro hacer ninguna bien.
Alguien toca mi ventana, fue un sonido ligero. Juro que salté tan fuerte que casi salgo de mi asiento y mi corazón estaba acelerado. Me limpio el rostro con furia por un segundo antes de escuchar una vez un poco distorsionada por la ventana.
“Es Olive”, dice ella. “¿Estás bien?”
Suelto mi aliento en un suspiro y entrecierro los ojos. Olive me mira preocupada.
“¿Qué haces aquí?” dice Olive, señalando el estacionamiento oscuro.
Me estiro y presiono el botón para desbloquear las puertas y le señalo para que suba. Ella rodea el coche, sus Manolo Blahniks sonaban en el pavimento. Ella entra, su largo cabello rojo caía a la perfección sobre su vestido pegado de flores.
Me siento como un desastre a su lado y las lágrimas comienzan a caer de nuevo.
“¡Dios mío!” exclama Olive y se acerca a abrazarme. “Ven aquí.”
La dejo hacerlo y me doblo de forma incómoda por encima de la consola del centro. Intento que ninguna de mis lágrimas caiga en su vestido súper suave, alejando mi rostro un poco mientras ella me abraza. Pero no permito que se salga de control. Nada de hipos y llantos ruidosos.
Cuando mis lágrimas se secan, me alejo, lista para recuperar lo poco que queda de mi dignidad. Olive encuentra las toallitas y me entrega una y yo hago lo mejor que puedo para limpiar mi rostro. No había considerado mi maquillaje hasta ahora, pero estoy segura de que mi rímel y mi delineador lucen horrorosos.
“¿Estás bien?” pregunta Olive, colocando su mano en mi hombro. Me aprieta un poco y me recuerda a la doctora Altman. ¿Esa es la respuesta universal a las lágrimas de una mujer o qué?
Yo aclaro mi garganta. “Estoy bien. Es solo que… acabo de regresar de la doctora de fertilidad.”
“Dios mío. ¿¿Eres… infértil??” La expresión de Olive es de preocupación y ella susurra la palabra infértil.
“No, no exactamente”, digo yo y sacudo mi cabeza. “Solo acaba de poner un tiempo límite. Si quiero un bebé, debo comenzar ahora.”
“Bueno… ¿no se supone que para eso es una experta en fertilidad?” Olive arruga su cara. “¡Pensé que estabas lista para comenzar!”
“Es solo que… pensé que estaba lista para comenzar a… mirar muestras de pintura para su habitación o para comprar un libro para bebés. No para embarazarme, no todavía. Pero ahora no tengo elección. Mis estúpidos folículos ováricos no están interesados en otra cosa.”
Yo sollozo y señalo las toallitas. Ella me los entrega con una mueca.
“Cielos, tengo un año más que tú. Tal vez debería revisar mis folículos”, dice ella. “Nunca había considerado no poder tener hijos.”
Yo parpadeo. “Lo siento, no quería contagiarte mi fiebre de bebés.”
Ella sonríe y sacude su mano.
“No es gran cosa. Estamos hablando de ti, ¿cierto?”
Yo respiro hondo y me recuesto en mi asiento.
“Sí. Supongo… no lo sé. Supongo que tendré que realizarme una inseminación artificial.”
“O podrías tener una noche y esperar lo mejor”, especula Olive. “¡Ooooohhhhh! Podrías pedirle a alguien que sea el papá de tu bebé. Ya sabes, redactar varios documentos legales para que no pueda reclamar nada.”
“Sí, pero tendría que encontrar a alguien y preguntarle. No suelo conocer muchos hombres”, digo yo.
“Umm, tienes una cita con un tipo súper apuesto mañana, duh. No tendrás algo más fácil que eso. ¡Pregúntale!”
Le dedico a Olive la mirada más asqueada que tengo. “Sí, claro. Le pediré a Jett que sea mi donante de esperma. Estoy seguro de que eso le gustará.”
“¿Por qué no? ¿Qué tienes que perder?”
“Hmmm, para comenzar, mi dignidad.”
Ella hace un sonido de pppppppffffffttttt que suena como un pedo. “Hazlo. Tus folículos dicen que lo hagas. Mira, deja de hacer esa cara, deja de reaccionar y piensa por un segundo. ¿No fuiste tú la que dijo que probablemente no quería ningún compromiso?”
Yo pauso y entrelazo mis dedos en mi regazo. Tiene razón, yo dije eso. “Bueno, sí.”
“Entonces… ¡solo pregúntale! Mira lo que dice. Si no sale bien, te servirá de práctica para cuando le preguntes al hombre que eventualmente se convierta en el padre biológico de tu bebé.”
Yo exhalo. “No lo sé.”
Olive mira su delgado reloj dorado. “De acuerdo. Tengo que ir a la corte y tú debes tener mucho trabajo. Solo piénsalo, ¿de acuerdo?”
“De acuerdo. Oye, gracias por saber que estaba entrando en pánico aquí.”
Ella se ríe, el sonido es como un burro rebuznando. Le sonrío.
“No sabía que estabas entrando en pánico, solo pensé que tal vez tendrías un tampón en tu coche.”
Yo sonrío. “¡Sí tengo! Revisa la guantera.”
Olive abre la guantera y comienza a revisar hasta tener éxito. Luego sacude varios envoltorios.
“¡Aquí están! Gracias.”
“Me tengo que ir”, dice ella y abre la puerta. “Piensa lo que te dije. Jett James sería un excelente padre para tu bebé.”
Intento contestarle, pero ella cierra la puerta y se aleja. Me quedo en mi coche por un rato más mientras lo considero.
5
Jett
Me muevo en la banca de madera gastada en la que estoy sentado mientras miro la calle a través de la ventana. Muevo la pesada cortina a un lado para tener una mejor vista, pero no ayuda. Una mujer mayor se acerca al bar y abre la puerta.
Me recuesto con un suspiro. Puedo admitirlo, estoy ansioso porque Cady aparezca.
Dentro la decoración está repleta de brocados y terciopelos, la luz es tenue. Es un bar de citas, puedes notarlo por los muebles victorianos y por el precio de los tragos.
Bebo del old-fashioned que estaba tomando y me tomo las últimas gotas. Miro mi reloj, pero no se supone que llegue todavía.
¿Por qué decidí venir temprano? Me pregunto a mí mismo por tercera vez.
Pero sé por qué. ¿Por qué hago cada cosa? Porque soy un idiota caliente, por eso.
Miro la ventana y esta vez veo a Cady. Me silbo a mí mismo.
Demonios.
La primera vez que la vi probablemente estaba vestida para el trabajo. Pero esta noche está usando un increíble vestido rojo con los brazos descubiertos. Miro su figura de arriba abajo, particularmente las largas piernas que está mostrando.
Cady no me ve cuando se detiene afuera. Me tomo un momento para mirar sus rasgos, su nariz respingada, sus caderas anchas y sus pómulos altos. Ella pasa su mano por su cabello, el cual lo tiene detrás.
Es muy hermosa. Me adelanto y acomodo mi pene en mis jeans, ya sé que va a querer ponerse atento muy pronto.
Cady pasa sus manos por su vestido, alisándolo. La veo respirar hondo y luego abrir la puerta. Me volteo un poco para que no pueda notar que la estaba mirando por la ventana.
“Hey”, digo yo cuando me ve. Me levanto. “Llegaste.”
Cady se sonroja y se para a mi lado. “Así es.”
“¿Qué tal un abrazo? Es importante el tacto en nuestra relación”, bromeo yo.
Un ligero rubor cubre sus mejillas, pero Cady abre sus brazos para mi abrazo y presiona su cuerpo contra el mío. Es mucho más pequeña que yo, es casi delicada en mis brazos. Aunque eso me hace pensar cómo se sentiría debajo de mí o encima, gimiendo mi nombre.
Mi pene se pone atento. La suelto y retrocedo rápidamente.
“Aquí, ven a sentarte. Tenemos una mesera…” le digo y la llevo hacia mi pequeña cabina en la esquina con una mano en su espalda. Miro alrededor y le hago una señal a la mesera.
La joven que nos atenderá se acerca. Ella tiene rizos dorados, un vestido de cuero negro y algunos tatuajes muy interesantes.
Si no estuviera tan ocupado intentando follarme a Cady, seguramente estuviera hablando con ella.
“¿Necesita ver un menú?” le pregunta a Cady.
Veo que Cady observa a la mesera, pero no puedo leer ninguna reacción. ¿Qué está escondiendo? Me pregunto.
“Quiero un vodka y una gaseosa con limón extra”, dice Cady.
“Yo quiero otro old-fashioned”, digo yo con una sonrisa.
Mientras la mesera se dirige al bar, puedo ver esa mirada calculadora de nuevo en el rostro de Cady. La misma mirada calculadora de antes, solo que esta vez fue por la interacción que tuve con la mesera. No sé lo que está pensando, pero es mejor no arriesgarme.
Necesito algunas preguntas para distraernos a ambos.
“De acuerdo. Algunos datos rápidos sobre mí”, digo yo. Su mirada gris ahora está atenta, tanto que parece quemarme.
“¿Oh?” dice Cady, arqueando una ceja.
“Sí. Nací en Asheville, Carolina del Norte. Mis padres son un contratista y una maestra de escuela. Tengo un hermano menor por dos años.” Pauso por un momento. “Tengo treinta y cinco años y creo que ya te dije cuál es mi trabajo.”
“Sí, lo hiciste”, dijo Cady y se recostó en su asiento. Luego escondió un poco de su cabello oscuro detrás de su oreja. Pienso que luce como una modelo, con su labial rojo y su cabello peinado.
“Dame tus datos rápidos”, sugiero yo. “Ya sabes, para que nuestra ‘relación’ pueda continuar.”
Cady sonríe al ver mi uso de las comillas en el aire.
“Es justo. Nací en Santa Fe” dice ella. “Crecí en el sistema de acogimiento familiar, enviada de un hogar a otro. Tengo treinta y tres y ya te conté cuál es mi trabajo.”
“Una abogada, ¿cierto?” pregunto yo.
“Mmmmm. Una litigadora civil”, afirma Cady.
Noto que cuando se mueve, Cady me permite echarle un vistazo a su escote. No me voy a quejar por algo como eso. La mesera trae las bebidas y yo no le doy ni un vistazo.
Veo un poco de satisfacción en su sonrisa. Bingo, pienso yo. Así que te gusta ser el centro de atención, ¿eh?
Escondo mi sonrisa detrás de mi trago. Cady bebe del suyo y deja una marca perfecta de labial en el borde del vaso.
“¿Supiste algo de tu ex?” pregunta Cady.
¿Mi ex? Comienzo a recordar la noche y luego recuerdo lo que le dije. Mentí sobre que Emily estaba ahí, pero dudo que a Cady le importe.
“Ni una palabra. Me hiciste un gran favor”, digo yo y me acerco. Casi estoy tocando su brazo. El próximo paso es pasar mi brazo casualmente por alrededor de su hombro.
Pronto.
“Tendré que recordarlo”, dice Cady y me sonríe. “Para extorsionarte.”
Yo sonrío. “Definitivamente. Siéntete libre de extorsionarme lo que quieras. Soy todo tuyo.”
“¿Ah sí?” dice Cady y se sonroja.
“Oh sí. Soy un buen tipo para… ya sabes.”, digo yo con un guiño.
“Ya veo. Entonces si le pregunto a la mesera y al bartender cuántas chicas has traído aquí antes…”
Atrapado. Así que notó el tipo de bar que era.
“Me apego a la quinta enmienda con eso”, digo yo y levanto mi mano derecha.
“Sí, este lugar me da una sensación de ser para citas de Tinder. Un lugar en el que no me gustaría sentarme si no estuviera usando bragas, solo para asegurarme”, bromea Cady.
“¿Entonces estás usando bragas?” digo yo y sonrío. No puedo evitar coquetear con Cady. Ella logra que lo haga muy seguido.
Cady luce avergonzada. “Quizás.”
Estiro mis brazos casualmente y luego deslizo uno alrededor de sus hombres y me acerco un poco. Sus pechos y sus exuberantes caderas están tocando mi brazo y mi pierna. Cady me mira con sus enormes ojos grises. Sus labios rojos son una tentación perfecta.
Pronto.
“Déjame adivinar”, digo yo. “¿Unos shorts? O… no, tengo tu número. Una pequeña tanga negra.”
Cady se sonroja hasta el comienzo de su cabello.
“Una dama no habla de su ropa interior en público.”
Yo me inclino a su oído y le susurro. “Lo descubriré tarde o temprano, ¿cierto?”
Desearía poder tomar una fotografía de su expresión en ese momento. La combinación perfecta de shock y lujuria suprimida en su rostro.
Casi se me rompe el corazón cuando Cady se voltea y toma de su bebida. Pero estoy a un paso de descubrir lo que le gusta. Creo que le gusta que le hable sucio y eso me ha puesto incluso más duro que antes.
Me relajo, mantengo mi brazo sobre sus hombros y cambio el tema. Hablamos sobre mis tatuajes y un poco sobre nuestros trabajos.
Parece aliviada, aunque noto que la tensión no ha abandonado su cuerpo. Hablamos un poco y pedimos más bebidas. Le coqueteo y ella se sonroja.
Me gusta la forma en que logro hacerla sonrojar una y otra vez. Me hace preguntarme cómo luce su cara cuando tiene un orgasmo. Apuesto a que hace una increíble O con su boca.
Planeo descubrirlo en persona esta noche.
Estoy un poco distraído mirando su cuerpo mientras hablamos. Sus piernas son largas y tonificadas, cada centímetro que está mostrando es perfecto. Usualmente prefiero las mujeres bajas, pero las largas piernas de Cady me tienen pensando todas las posiciones en las cuales quiero colocarla.
¿Me montaría como un semental o le gustaría que la follara por atrás?
Y no me hagan hablar de sus tetas. Son más grandes que algunas de las mujeres con quien salgo y me imagino que sus pechos desnudos deben ser fantásticos.
“Lo siento, ¿qué preguntaste? Estaba ocupado mirándote”, dije yo, encogiéndome de hombros.
Cady se sonroja. “Pregunté si en tu familia hay enfermedades del corazón. O alguna enfermedad genética.”
Paso mi mano por mi boca y mi barba mientras pienso. ¿Creo que no?
“No lo creo, no. ¿Por qué tantas preguntas médicas?”
Pero ella no responde mi pregunta y sigue con otra pregunta.
“Umm. ¿Tú estás… limpio?” Pregunta Cady con la cara roja como un tomate. “Me refiero a si te has hecho alguna prueba recientemente de infecciones de transmisión sexual.”
Esta es la primera pregunta que me ha hecho que me ha hecho sentir extraño. La miro de forma sospechosa.
“¿Por qué?” pregunto yo directamente.
Cady coloca una mano en mis bíceps para calmarme.
“Solo dime. Una chica merece saber con quién… tal vez… podría hacer cosas, ¿cierto?”
Mis cejas se arquean. “Me hice pruebas el mes pasado y salí perfecto.”
Su rostro sigue encendido. Cady muerde su labio por un segundo.
“De acuerdo. Hmmm… quiero preguntarte algo”, dice Cady y apresura sus palabras. Abro mi boca para decir algo, pero Cady me detiene. “No, déjame terminar. Comprendo si es demasiado, pero… estoy intentando quedar embarazada.”
“Whoa… ¿qué?” Digo yo, sorprendido. “Estás… ¿qué?”
“Estoy intentando pedirte… ya sabes… que seas mi donante de esperma. Excepto que quiero…” Cady se detiene y entierra su cara en sus manos por un segundo. “Esto es más difícil de lo que debería.”
“¿Estás preguntándome… estás preguntándome si te puedo embarazar?” Digo yo. Las palabras suenan muy extrañas saliendo de mi boca.
“¡Sí!” dice Cady, hablando muy rápido. “Puedo saltarme todo lo de la clínica de fertilidad si encuentro a alguien… que me guste lo suficiente.”
Retiro mi brazo que tenía alrededor de sus hombros y me rasco la nuca. ¿Qué debo responder a eso?
“No lo sé…” logro decir. “Yo… no lo sé.”
“Escucha”, ruega Cady y coloca una mano en mi muslo. “Sabes que soy abogada. ¿Quieres libertad? Redactaré los papeles para asegurarnos de que quedes libre. Me aseguraré de que el acuerdo se cumpla.”
Cady me ve desviando la mirada y se desespera un poco.
“Jett, por favor, mírame.” Yo la miro y Cady sonríe. “Hola. Lo siento. Es solo que… eres muy caliente y saludable. Obviamente tienes buenos genes. Solo puedo imaginarme que nuestro… nuestro sexo sería… preferible a lo que me pueda ofrecer la clínica de un banco de esperma. Básicamente te pregunto…” dice Cady y se pone roja de nuevo. “Básicamente te pregunto si quieres tener sexo sin protección conmigo.”
“Es que… es demasiado para procesar”, digo yo mientras dudo.
Por un lado, ella me está rogando que me corra en su interior. Por otro lado, yo no sé qué pensar sobre tener un hijo. Aunque no fuera responsable de darle mi dinero o mi tiempo, ¿qué haría? ¿Podría caminar como si nada sabiendo que estaba ahí afuera?
“Sé que estoy pidiendo mucho. Es un gran favor. Comprendo que necesites pensarlo.”
La miro por largo rato. Es demasiado tentadora en ese pequeño vestido rojo y con sus largas piernas cruzadas. Quiero experimentarla, sentir sus labios carnosos alrededor de mi pene, sentirla retorciéndose alrededor de mi pene. Quiero verla sonrojarse como una rosa con su orgasmo y ver la tormenta pasar por esos enormes ojos grises.
Mi lado salvaje me susurra solo hazlo. Pero mi lado razonable me dice por favor, por favor piénsalo bien.
“¿Puedo pensarlo?” digo yo.
Cady respira, aliviada. “¡Por supuesto! Piénsalo, consulta con un abogado… lo que necesites.”
Cady se mueve un poco y abre su cartera. Ella lanza un billete de cien en la mesa. Aparentemente ella pagará por las bebidas esta noche.
Nunca me había sentido como una prostituta, pero la situación se estaba pareciendo a eso. Me había dejado sin palabras.
“Yo… estoy…” digo yo, sacudiendo mi mano.
“No necesitas explicarme. Solo… tómate todo el tiempo que necesites. Tienes mi número”, dice Cady.
Se inclina hacia adelante y coloca una mano en mi pecho. Me besa gentilmente en la mejilla. Gruño y atrapo sus labios con los míos, incapaz de aguantarme después de fantasear con follármela todo el maldito día.
El beso es dulce y gentil, solo un pequeño beso. Sus labios son más suaves de lo que haya imaginado. Aumenté de intensidad el beso, pasé mi lengua por sus dientes. Cady hizo un ligero gemido que era parte lamento y parte lujuria animal.
Juro que ese sonido me puso duro en segundos.
Cady se abrió para mí y mi lengua entró en su boca. Jesús, sabe más dulce que cualquier maldito caramelo.
Siento que está presionando mi pecho y la dejo ir mientras dudo. Nos quedamos ahí por un segundo, solo mirándonos a los ojos e intentando leer la mente del otro.
Luego Cady muerde su labio y limpia mis labios con sus dedos. “Me temo que te manché de labial.”
“Puedo usarlo como una marca de honor”, bromeo.
Cady sonríe y se escabulle, luego se levanta.
“Estaré esperando tu llamada”, dice Cady. “Buenas noches.”
“Buenas noches”, digo yo.
La miro salir del bar y luego la miro por la ventana. Cady luce increíble en la calle oscura, una dama elegante de rojo.
Me siento con un suspiro. ¿Qué demonios acababa de suceder?
Yo he hecho muchas proposiciones. Demonios, incluso me han pedido sexo muchas veces.
Pero nunca en mis treinta y cinco años me han pedido que embarace a alguien. Juro que eso es algo único.
Me levanto y me voy unos minutos después que Cady, mi cerebro estaba funcionando horas extra.
Sí, era Cady. Tengo un buen presentimiento sobre ella. Esa lujuria puede ser su propia recompensa, honestamente.
¿Pero qué me estaba pidiendo? ¿Quería crear vida? Eso es algo serio.
Tengo mucho que pensar sobre Cady y su propuesta.
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