Kitabı oku: «A Dios lo que es del César», sayfa 2
Capítulo I
La Iglesia católica en el mundo (primera parte)
Cristinos y católicos
A través de esta tabla2, el lector tendrá una aproximación sobre las diferencias entre cristianos y católicos, aun cuando éstos puedan considerarse una especie de aquéllos.
Cristianos | Católicos | |
---|---|---|
Creencia | Religión monoteísta mesiánica basada en la vida y acciones y mensajes de Jesús de Nazaret. | |
Jerarquía y estructura organizativa | Estructura descentralizada.Depende de cada doctrina. | Estructura centralizada (el Papa como autoridad máxima).Papa.Cardenales.Obispos.Presbíteros.Diáconos.Monjas. |
Posición respecto al Papa | Ortodoxos: solo reconocen al papa en calidad de patriarca de Occidente, pero no como figura superior.Otras confesiones: la mayoría no reconoce al Papa. | El Papa es la máxima autoridad y se considera infalible. |
Texto sagrado | Diferentes versiones según la confesión:Cristianos protestantes: canon hebreo o palestinense, compuesto por 65 libros.Otras confesiones: canon alejandrino y pueden incluir algunos textos adicionales, como el salmo 151. | La Biblia (72 libros. Se agregan los libros de Tobías, Judit, 1º y 2º libro de los Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc). |
Dogmas centrales | Ortodoxos: tienen las mismas creencias que los católicos, excepto el dogma de la Inmaculada concepción.Protestantes:Sacerdocio universal, que implica la libre interpretación de las escrituras.Justificación solo por fe. | Transustanciación.La Iglesia como autoridad para la interpretación de las escrituras y la absolución de los pecados.La fe debe estar acompañada por buenas obras.Mediación de la Virgen María y los santos ante Jesucristo.Dogma de la Inmaculada concepción. |
Sacramentos | Dependen de cada confesión.Ortodoxos y coptos: mismos sacramentos que católicos (7 en total).Anglicanos y protestantes:Bautismo.Cena del Señor | Bautismo.Confirmación.Eucaristía.Reconciliación.Matrimonio.Unción de los enfermos.Orden sacerdotal. |
Celibato sacerdotal | No existe o no es obligatorio. | Es obligatorio. |
Posición con respecto a María | Protestantes: se reconoce como la madre de Dios, pero no creen que haya sido virgen después del nacimiento de Jesús. Tampoco se admite su veneración ni su adoración.Demás confesiones: es la madre de Dios y es intermediaria ante su hijo Jesucristo. Se admite su veneración, no su adoración. | Es la madre de Dios y es intermediaria de su Hijo. Se admite su veneración, no su adoración. |
Posición con respecto a los santos | No está permitida su veneración ni su adoración. | Se permite su veneración, pero no su adoración. |
Posición con respecto a las imágenes | Protestantes: no están permitidas o están restringidas a ciertos lugares y funciones.Ortodoxos: están permitidas y son consideradas un vehículo de teología. No se admite su adoración pero sí su veneración a través de los iconos. | Se permite su uso, pero no su adoración. Suelen promoverse como instrumento didáctico para la enseñanza de la doctrina. |
Vida después de la muerte | Creen en dos destinos posibles para el alma humana:Cielo.Infierno. | Creen en tres destinos posibles para el alma humana:Cielo.Purgatorio (destino transitorio).Infierno. |
Juicio final | Fin del mundo conocido. Dios juzgará a los vivos y a los muertos. |
El cristianismo es una religión de carácter monoteísta fundada en las enseñanzas de Jesús de Nazaret, así como en su vida, muerte y resurrección. Tiene varias vertientes, conformadas por diversas comunidades e iglesias:
Iglesia católica: es la corriente con más adeptos en el mundo. El Papa es la máxima autoridad eclesiástica. Plantea que la Iglesia es la representación de Dios en la tierra. Por lo tanto, media entre Dios y los hombres a través de la interpretación de las escrituras y de la absolución de los pecados. Se rige por las enseñanzas de Jesucristo, compendiadas en el Nuevo Testamento de la Biblia, así como por las enseñanzas del catecismo
Iglesia ortodoxa: surge después del Cisma Oriental del año 1054. Es bastante extendida en los países de la Europa oriental y en algunos países del Medio Oriente. Las más conocidas son la rusa y la griega, pero también existe la siria, la libanesa, la rumana, etc.
Iglesias protestantes: surgen después del cisma impulsado por Martín Lutero en el siglo XVI, llamado la “Reforma”, cuyo propósito era reformar a la Iglesia católica que, para entonces, enfrentaba una crisis de legitimidad en diversos ámbitos. A diferencia de la Iglesia católica, creen en el sacerdocio universal, esto es, en la libre interpretación de las escrituras y en el perdón de los pecados por la fe justificadora. Dentro del protestantismo destacan la iglesia luterana, anglicana, pentecostal, evangelistas, cuáqueros, entre otros.
Para los católicos, el origen de la Iglesia se remonta al siglo I, cuando Jesús nombró a Pedro como “piedra de la Iglesia”, de modo que lo consideran el primero de los Papas. Tras siglos de predicación y persecuciones, el emperador Teodosio oficializó el cristianismo mediante el edicto de Tesalónica, promulgado en el año 380. A partir de ese momento se usó el calificativo “católica” para describir a la Iglesia, el cual significa “universal”. Este apelativo acogía a todas las comunidades creyentes dispersas en los dominios del imperio romano3.
Referencias históricas
Gran parte de la historia de la humanidad en los últimos veinte siglos, podría decirse con bastante certeza, está relacionada con la historia de la Iglesia católica.
Según Kenneth Shouler, en el mundo existen hoy cerca de 4.200 religiones vivas4, y si bien es casi imposible determinarlas con precisión, esa estimación es la más aceptada a nivel mundial.
Podríamos mencionar como las principales, sin que el orden tenga ninguna valoración ni cronología, el cristianismo -en la que se incluye el catolicismo como una de sus especies-, el judaísmo, el hinduismo, el islamismo, el budismo, el taoísmo, el sintoísmo, el sijismo, el brahmanismo.
El cristianismo es la religión fundada por Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. Los cristianos -discípulos de Cristo- se incorporan por medio del bautismo a la comunidad visible, que lleva el nombre de Iglesia.
“En una hora precisa del tiempo y en lugar determinado de la tierra, el Hijo de Dios se hizo hombre e irrumpió en la historia humana. El lugar de nacimiento de Jesús fue Belén de Judá; la hora, cuando reinaba en Judea Herodes el Grande y Quirino era gobernador de Siria, bajo la autoridad suprema del emperador de Roma, César Augusto. La vida de Dios entre los hombres se prolongó hasta otro momento de la historia, bien preciso también: la Pasión, Resurrección y Muerte de Jesucristo tuvieron lugar en Jerusalén, a partir del día 14 del mes de Nisán del año 30 de la Era Cristiana. Caifás desempeñaba el cargo de Sumo Sacerdote, gobernaba Judea el “procurador” Poncio Pilato y reinaba en Roma el emperador Tiberio” 5 .
Por aquél entonces, reinaba entre el pueblo judío una concepción político-nacional de un esperado Mesías, al que consideraba una especie de caudillo terrenal que habría de liberar la nación del yugo romano y restaurar el Reino de Israel6. Pero Jesús no respondía a esa imagen, su reino no era de este mundo, por eso fue rechazado por el pueblo y condenado a morir en la cruz.
Jesucristo no sólo fundó una religión -el cristianismo- sino además una iglesia, cimentada sobre el apóstol Pedro, a quién Cristo prometió el primado (“Y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”) y lo confirmó después de la Resurrección cuando le dijo “apacienta mis ovejas”.
Así la describe Jesse Lyman Hurlbut: “La iglesia cristiana en toda época ya sea pasada, presente o futura, ha consistido y consiste en todos los que creen en Jesús de Nazaret como el Hijo de Dios, que le aceptan como Salvador personal de su pecado y que le obedecen como a Cristo, el Príncipe del Reino de Dios sobre la tierra”7.
“La constitución de la Iglesia se consumó el día de Pentecostés, y a partir de entonces comienza propiamente su historia”, escribe José Orlandis Rovira8.
Intentaremos efectuar un breve repaso de su historia y lo haremos con el esquema propuesto por Hurlbut para una mejor comprensión.
Los seis grandes períodos históricos de la Iglesia católica
En la obra que mencionamos, Hurlbut agrupa en seis períodos los tiempos de la iglesia, fundado en los grandes acontecimientos de la historia cristiana, a saber:
1 La iglesia apostólica: desde la ascensión de Cristo (30 d.C.) hasta la muerte de San Juan (100 d.C.).
2 La iglesia perseguida: desde la muerte de San Juan (100 d.C.) hasta el edicto de Constantino (313 d.C.).
3 La iglesia imperial: desde el edicto de Constantino (313 d.C.) hasta la caída de Roma (476 d.C.).
4 La iglesia medieval: desde la caída de Roma (476 d.C.) hasta la caída de Constantinopla (1453 d.C.).
5 La iglesia reformada: desde la caída de Constantinopla (1453 d.C.) hasta el fin de la guerra de los treinta años (1648 d.C.).
6 La iglesia moderna: desde el fin de la guerra de los treinta años (1648 d.C.) hasta la actualidad.
1. La iglesia apostólica
El punto de partida de la iglesia de Cristo es el Monte de los Olivos, muy cerca del muro oriental de Jerusalén. En ese lugar, alrededor del año 30 d.C., después de resucitar en el huerto, Jesucristo dio sus últimos mandamientos y ascendió a su trono celestial.
Durante el ministerio de Jesús, sus discípulos creyeron que él era el esperado Mesías de Israel (“Mesías”, palabra hebrea, y “Cristo”, palabra griega, significaban “El Ungido), por ello prohibió a sus seguidores que lo proclamasen cómo el Mesías hasta su resurrección.
La iglesia comienza el día de Pentecostés (tradicional celebración judía establecida en el Viejo Testamento), cincuenta días después de la Resurrección y diez días de la Ascensión.
Bajo la dirección de San Pedro9, San Pablo y sus inmediatos sucesores, la iglesia se estableció durante dos generaciones en casi todos los países, desde el Eufrates hasta el Tíber y desde el Mar Negro hasta el Nilo10.
Pero, en rigor, la iglesia comenzó en Jerusalén y se limitó a la misma ciudad durante los primeros años. Sus integrantes eran, en ese entonces, exclusivamente judíos, nadie imaginaba que los gentiles (no judíos), formarían parte.
La iglesia pentecostal era relativamente pequeña, todos eran de una misma ciudad, de una raza común, y los doce apóstoles administraban su gobierno. Durante ese período primitivo, el práctico Simón Pedro era el líder de la iglesia, y al lado estaba el espiritual y contemplativo Juan.
Durante los discursos de Pedro, podrían advertirse tres doctrinas según Hurlbut: la primera y la más importante era “el carácter mesiánico de Jesús”, la segunda la “resurrección de Jesús” y la tercera la “segunda venida de Jesús”.
La Resurrección de Jesucristo, según Orlandis Rovira11, constituye el dogma central del cristianismo y la prueba decisiva central de su doctrina. “Si Cristo no resucitó -escribió San Pablo-, vana es nuestra predicación y vana nuestra fe” (I Cor, XV, 14). Desde entonces, los apóstoles se presentarían a sí mismos como “testigos” de Jesucristo resucitado, y lo anunciarían al mundo entero.
Dice Hurlbut12 que “al principio de este grandioso esfuerzo, este puñado de gente sencilla necesitaba ayuda sobrenatural pues se proponía, sin armas ni prestigio social, transformar una nación, a pesar de que tenía que afrontar los poderes de la iglesia nacional y del estado”.
Los primeros cristianos eran perseguidos por el Sanedrín (órgano establecido por la ley judía cuya misión era administrar justicia interpretando y aplicando la Torah, la ley sagrada), y pronto se desvincularía de la Sinagoga. La muerte del diácono San Esteban, lapidado por los judíos, marcó el inicio de una gran persecución y la separación definitiva entre judaísmo y cristianismo.
Por oposición a un carácter nacional y cerrado de la religión judía, el cristianismo se mostró universalista y abierto a los gentiles (no judíos), quienes fueron declarados libres del cumplimiento de la Ley Mosaica.
A Antioquía de Siria, una de las grandes ciudades de la antigüedad, llegaron discípulos de Jesús, fugitivos de Jerusalén, y es allí donde comenzaron a llamarse cristianos. Muchos de ellos eran judíos helenistas, más abiertos que los judíos palestinos, que comenzaron a anunciar el Evangelio a los gentiles.
En Jerusalén, la noticia de que Pedro había suministrado el bautismo a gentiles incircuncisos causó estupor. Allí comenzaron a comprender que el cristianismo era universal y que la Iglesia estaba abierta a todos.
Pero la definitiva victoria del universalismo, la determinación de las relaciones entre la vieja y la nueva ley, y la independencia definitiva de la iglesia respecto de la sinagoga, se produjo a partir del primer “concilio”, que se realizó en el año 49 en la ciudad de Jerusalén, siendo conocido como el “Concilio de Jerusalén”.
A propuesta de Santiago, obispo de Jerusalén, el concilio acordó no impone cargas superfluas a los conversos gentiles, como la circuncisión, quedando de esa manera resuelta la disputa y separada definitivamente la religión cristiana de la judía. “Los gentiles podían entrar al redil cristiano mediante una fe sencilla en Cristo y una vida recta, sin someterse a requisitos legales”13.
Los grandes propulsores de la expansión del cristianismo fueron los apóstoles, aunque no los únicos, también fueron hombres desconocidos, humildes -funcionarios, comerciantes, soldados, esclavos-, los portadores de las primicias del Evangelio, lo que determinaría que en el siglo IV la penetración cristiana se había producido en gran parte del mundo conocido.
Los cristianos paulatinamente fueron formando comunidades locales, iglesias en todo el imperio, bajo la autoridad de un obispo. Ya por ese entonces, se estableció el “primado romano”, que atribuía el obispo de Roma el carácter de sucesor de Pedro y, consecuentemente, la autoridad máxima de la iglesia.
En esos tiempos primitivos, la iglesia estaba formada principalmente por gente de condición humilde, aunque estaba abierta a judíos y gentiles, pobres y ricos, libres y esclavos.
Cuando se celebró el Concilio de Jerusalén, ningún libro del Nuevo Testamento se había escrito y la Iglesia se guiaba por las memorias de los primeros discípulos. Sin embargo, en el 68 d.C. (martirio de San Pablo), una gran parte del Nuevo Testamento estaba en circulación, incluyendo las epístolas de San Pablo y Santiago, Primera y tal vez Segunda de Pedro14.
En una segunda etapa, que va hasta la muerte de San Juan, se escribieron los últimos libros del Nuevo Testamento: Hebreos, tal vez Segunda de Pedro, las Epístolas y el Evangelio de Juan, Judas y Apocalipsis, aunque el reconocimiento universal de estos libros como inspirados y canónicos vino más tarde.
Durante ese período comienzan a acentuarse las persecuciones, primero con Nerón y luego con el emperador Domiciano, aunque en ese tiempo eran esporádicas y locales.
Este primer período culmina con la muerte del último de los apóstoles, San Juan, que ocurriría alrededor del año 100 d.C.
2. La iglesia perseguida
Orlandís Rovira nos expresa que “el Cristianismo nació y se desarrolló dentro del marco político-cultural del Imperio Romano. Durante tres siglos, el Imperio pagano persiguió a los cristianos, porque su religión representaba otro universalismo y prohibía a los fieles rendir culto religioso al soberano”15
Durante los siglos II y III, el hecho más relevante en la historia de la iglesia fue la persecución que los emperadores romanos llevaron a cabo sobre los cristianos. Aunque no fue continua, siempre se esperaba que estallara de un momento a otro y adquiriera formas terribles.
La unidad del mundo greco-latino conseguida por Roma, creaba un amplísimo espacio geográfico de orden y paz que favorecieron la circulación de las ideas. Facilitaba la comunicación y el entendimiento entre los hombres la existencia de una unidad lingüística, sobre la base del griego primero y del griego y el latín después.
La crisis del paganismo ancestral generaba el anhelo de genuina religiosidad de gran parte de la gente, todo lo cual sumó para la propagación de la doctrina de Cristo.
Pero la adhesión a la fe cristiana implicaba también dificultades, porque significaba apartarse de las prácticas tradicionales de culto a Roma y al emperador.
Los autores señalan una variedad de causas de la existencia del antagonismo entre los emperadores al cristianismo. Alguna de ellas, las principales, fueron que el paganismo adoptaba nuevas formas y objetos de adoración, la idolatría al emperador constituía una prueba de lealtad y las diferencias entre los hombres (fundamentalmente por la esclavitud) fueron las bases de la sociedad romana; mientras que el cristianismo excluía la simbología pagana, no aceptaba la adoración al emperador y no hacía diferencia entre los hombres.
La religión cristiana fomentaba el respeto y obediencia a la legítima autoridad. El mismo Cristo dijo: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Así San Pedro exhortaba a sus discípulos: “temed a Dios, honrad al rey”.
Las circunstancias que rodearon a la primera persecución, la neroniana, fueron pródigas en consecuencias, pero limitadas geográficamente. No parecieron extenderse más allá de los muros de Roma.
El cristianismo fue considerado desde el siglo I como “superstición ilícita”, por lo que su práctica fue considerada delito. Ello trajo aparejado que en el siglo II las persecuciones se originaron, no tanto en la acción de emperadores y magistrados, sino en denuncias populares. Por esa razón, la persecución no fue general ni continua, a tiempos de tensión sucedían largos períodos de tranquilidad, sin que por ello no vivieran en situación de zozobra permanente.
En el siglo III, las persecuciones tomaron un nuevo cariz, porque, luego de un período de anarquía militar, se buscó dar un nuevo impulso al Imperio, y por ello la restauración del culto a los dioses y al emperador, como expresión de fidelidad hacia Roma y sus autoridades.
La nueva oleada de persecuciones, fueron ahora promovidas por la autoridad imperial, se hicieron más generales y continuas y consecuentemente de mayor rigor.
La mayor persecución se llevó a cabo en los comienzos del siglo IV, en el marco de las reformas llevadas a cabo por el emperador Diocleciano. Cuatro edictos contra los cristianos fueron dictados entre enero del 303 y febrero de 304, con el propósito de terminar de una vez y para siempre con el cristianismo y la iglesia. Muchos mártires se hicieron a lo largo y lo ancho de todo el Imperio.
Sin embargo, todo terminó en un absoluto fracaso, el cristianismo continuaba extendiéndose y Diocleciano terminó por renunciar al trono imperial.
Si bien sus sucesores, Galerio y Constancio, continuaron con las persecuciones por seis años más, fue Constantino (el hijo de Constancio), que no profesaba la religión católica, el que expidió su famoso “Edicto de Tolerancia” en el año 313 d.C. que legalizó el cristianismo y concluyó con las acechanzas.
Aunque el hecho más sobresaliente de la historia de la iglesia durante los siglos II y III lo constituyeron las persecuciones, puede decirse que también se produjeron grandes adelantos en la organización y doctrina cristianas.
Los libros del Nuevo Testamento se terminaron al principio del siglo II, pero no fueron inmediatamente aceptados como canon o regla de fe con autoridad divina. No puede fijarse una fecha precisa, pero su reconocimiento completo, tal como lo tenemos en la actualidad, no puede fijarse antes del 300 d.C.
El crecimiento y el alcance que tuvo la iglesia hizo necesarias la organización y la disciplina. Llegó a ser tan vasta, que excedió los límites del imperio, llegando hasta la India. Ello hizo necesario la existencia de líderes locales.
Hay que destacar que el cristianismo no nació en una república sino en un imperio, dónde las autoridades no se elegían en forma democrática. Su organización, por ello, adquirió una tipología algo autocrática, con una estricta jerarquía y obediencia.
Otra característica de este período fue el desarrollo de la doctrina. “… la fe poco a poco llegó a ser mental, una fe del intelecto. Una fe que creía en un sistema de doctrina riguroso e inflexible”16.
La más antigua y sencilla declaración de fe, el credo de los apostoles, compuso su doctrina durante este período, en el que hubo tres escuelas teológicas: la de Alejandría, fundada en el 180 d.C. por Panteno, la de Asia Menor y la del norte de África, con sede en Cartago.
Sin embargo, los cristianos de ese tiempo no sólo debieron luchar contra los enemigos externos, sino además contra lo que denominaban “sectas” o “herejías”, grupos y doctrinas que se apartaban de la visión oficial.
Orlandís Rovira17 las distingue en tres grupos de “herejías”: de una parte, un judeo-cristianismo herético, negador de la divinidad de Cristo y de la eficacia redentora de su muerte; un segundo grupo, de un fanático rigorismo moral, estimulado por la creencia de un inminente fin de los tiempos, en el que el “montanismo” fue uno de sus principales manifestaciones; y un tercero, que para este autor fue la mayor amenaza, el “gnosticismo”, que era una corriente ideológica tendiente al sincretismo (hibridación o amalgama), muy de moda en los finales de la Antigüedad, que se presentaban como expresión de la tradición cristiana más sublime y reservada a unos pocos.