Kitabı oku: «Desde cabina», sayfa 5
Universidad Aeronáutica en Querétaro viii Los nuevos retos en el plan de vuelo
Pensar en una institución universitaria que no busque perdurar, que no quiera tener más impacto, es como sentarse a ver pasar aviones, imaginar volar en ellos y jamás atreverse a surcar el cielo al mando de la aeronave.
La historia de la unaq ha estado plagada de retos y ha generado paradigmas; sin embargo, no se puede mantener un plan de vuelo en medio de grandes turbulencias y condiciones adversas —incluso, no se debe—, es por tal motivo que nuestra institución en el 2010 sentó las bases de su crecimiento en un Plan de Desarrollo Institucional (pdi) cuya visión la posiciona como una referencia nacional e internacional debido, entre otras cosas, a los positivos impactos educativos, económicos y sociales que ha producido hacia el final de la década.
Para hacer realidad esa visión, la Universidad emprendió una serie de estrategias que detonaron la creación de nuevos programas educativos, la implementación de un sistema integral de gestión y la búsqueda de relaciones nacionales e internacionales, entre otras cosas, que le permitieran generar capacidades académicas y de gestión que la posicionarán hacia una consolidación institucional. Sin embargo, como normalmente sucede en la vida real, los planes deben adaptarse durante la ejecución debido a imponderables diversos y hoy la institución debe sumar nuevos retos al plan de vuelo.
Uno de estos retos es la viabilidad financiera. Es importante reconocer el apoyo financiero que la unaq ha tenido siempre por parte de todos los niveles de gobierno; sin embargo, soy un firme creyente de que las propias instituciones deben generar la capacidad para financiar una buena parte de su desarrollo y no permanecer a expensas de los subsidios. Hoy, gracias a la venta de servicios tecnológicos, de educación continua y de consultoría, en conjunto con las cuotas estudiantiles, la universidad genera el equivalente a una tercera parte de lo que recibe en subsidios. El plan para el final de la década es que se genere la mitad de lo que la institución gaste, por lo que la estrategia de consolidar una unidad de negocios para venta de servicios es parte de las acciones que se refuerzan y amplían de manera consistente.
Contar con los recursos para consolidar el área académica es vital para proyectar a la institución hacia su reconocimiento académico internacional, esto conlleva una permanente inversión en el desarrollo de las capacidades docentes, en infraestructura educativa y sobre todo en la estandarización de procesos académico-administrativos que promuevan la permanencia y éxito de los estudiantes durante su trayecto universitario. Este es justamente el reto sustancial de la universidad, consolidar capacidades académicas que permitan un crecimiento de la oferta educativa, de manera ágil pero ordenada, manteniendo siempre la pertinencia de opciones educativas y utilizando nuevas tecnologías de enseñanza que permitan ampliar las capacidades y cobertura de la institución.
No menos importante es la consolidación organizacional de la Universidad; sobrevivir a los cambios y mantener la esencia deberá ser una premisa permanente en la vida institucional; contar con las condiciones de desarrollo, reconocimiento y sentido de pertenencia de todos los trabajadores sin duda permitirá no sólo construir un excelente lugar para trabajar, sino seguir siendo relevante para la sociedad en su conjunto. Por ello, no dejaremos de construir, con el apoyo de las autoridades, un modelo organizacional que permanentemente se adapte y crezca con el sector al que atiende.
Sin duda queda mucho por volar, mucho por consolidar, pero lo alcanzado en esta primera década deja constancia del trabajo, cariño y pasión de muchas personas y de muchas familias que han contribuido a crear este cielo de oportunidades llamado Universidad Aeronáutica en Querétaro.
Seguimos tomando altura, gracias por volar con nosotros. ¶
5 de diciembre de 2017
Ampliar círculos, no sólo cerrarlos
Qué importante es concluir aquello que se inicia, cuánta falta hace a muchos de nosotros —me incluyo, por supuesto— esa disciplina para terminar un proyecto, acabar una tarea postergada, tomar aquella decisión pendiente o simplemente cerrar un capítulo en nuestras vidas. Sin embargo, más allá de sólo cerrar un círculo, deberíamos de ampliarlo, siempre y cuando, exista una justificación para hacerlo.
El pasado viernes, en nuestra primera ceremonia de graduación del año, tuvimos la oportunidad de entregar a la sociedad mexicana 93 graduados de formaciones universitarias de Técnico Superior Universitario (tsu), Ingeniería (ing) y Maestría; y digo sociedad mexicana porque nuestros graduados no sólo se incorporan de cualquiera de las 32 entidades de la República Mexicana para estudiar en la unaq, sino porque además cuando concluyen su formación, se ubican, un 86 % de ellos, en posiciones laborales igualmente en cualquier lugar de la República o incluso en el extranjero. Estos 93 graduados cerraron un círculo importantísimo en su vida: la conclusión de sus estudios universitarios. Y sin embargo, están abriendo uno nuevo o, mejor, ampliando ese que abrieron cuando decidieron formarse en esta institución educativa para el sector aeroespacial mexicano
Fiel a mi costumbre de invitar a la reflexión en mis colaboraciones, quiero extrapolar este tema para contrastar todo aquello que sigue pendiente en muy diversas agendas y que, sin esperar que tales círculos se cierren —algunos círculos no deben cerrarse—, más bien que se amplíe su diámetro de influencia, como ya he mencionado. Particularmente me refiero a la posibilidad y oportunidades de empleo que se vislumbran en nuestro país para un sector como el aeroespacial. El replanteamiento del programa estratégico para esta industria en su segunda versión (Pro Aéreo 2.0)1, es un claro ejemplo de esta situación. Sin entrar en mayor detalle, el documento —aún se encuentra en franca etapa de integración— deberá replantear nuevos esquemas para la formación del personal técnico, ampliando tanto el espectro de formaciones, como una idea más abierta, pero sobre todo más flexible de lo que deberán ser las formaciones y programas que buscarán atender esas necesidades de empleo en los años por venir, un gran reto si se considera que este sector crece, desde hace casi dos lustros a tasas de dos dígitos respecto de otros sectores industriales de nuestro país. En esta importante tarea, agrupaciones de industriales del sector, instituciones educativas, centros de investigación, organizaciones civiles y militares y oficinas gubernamentales, participamos denodadamente en actualizar este instrumento guía para lo que se considera deberán ser los esfuerzos para seguir construyendo este sector estratégico para nuestro país.
“Ampliar círculos” —si me permiten la expresión—, debe llevarnos a entender la vida como un ir y venir, a replantear nuestra propia visión sobre los círculos; debe invitarnos a entender cuáles son los proyectos o actividades profesionales que requieren ser concluidos y cuáles, por su naturaleza, deben ser ampliados o reorientados, y que el esfuerzo de continuidad deberá ser mucho más que únicamente identificar nuevos actores o nuevas acciones. El esfuerzo de ampliar círculos deberá propiciar un crecimiento en espiral en el que en cada “vuelta” o iteración se confirmen o rechacen aquellas hipótesis u objetivos que dieron origen al círculo y en el que la mejora y el aprendizaje sean la bandera que justifique seguir transitando y viviendo ese camino interminable del círculo, en nuestra vida personal y profesional. ¶
13 de febrero de 2018
1 Pro Aéreo 2.0 es un programa de la Secretaría de Economía para la Industria Aeroespacial en México. Lo puedes encontrar disponible en https://bit.ly/2XuXc5Y
Crear competencias relevantes. El valor de la pertinencia
En repetidas ocasiones me han preguntado cuál es la fórmula para desarrollar competencias relevantes en el personal técnico para los diversos sectores industriales; siempre respondo que no hay tal fórmula, pero que si existiera alguna, hay una serie de elementos que deberían estar presentes en ella.
Esta semana inicia el circuito de eventos con enfoque y participación del sector aeroespacial que se presentarán en Querétaro a lo largo del año, el primero de ellos: B2b Aerospace Meetings, un evento que promueve encuentros de negocios muy enfocados entre quienes buscan ofrecer sus servicios para el sector y quienes demandan esos servicios. El segundo: Industrial Human Capital Summit, un evento que, sin ser exclusivo para el sector, sin duda que por su temática es relevante también para el sector aeroespacial de la región y con la cual tengo mucho que ver, sin duda.
Con el ánimo de compartir mi punto de vista respecto a la pregunta con que inicié esta colaboración semanal, quiero dar un rápido repaso a esos retos que se viven en el proceso que las instituciones educativas ejecutamos para desarrollar competencias y capacidades destinadas a satisfacer las necesidades de los diversos sectores industriales y de negocios. Hoy debemos reconocer que la relación entre la academia y la industria ha evolucionado abismalmente, pero aún quedan algunos cabos sueltos. La participación industrial debe pasar de recibir estudiantes para prácticas o estancias técnicas a integrarlos en procesos que involucren el desarrollo de proyectos relevantes, a promover la participación tanto de los estudiantes como de los profesores, en proyectos en donde se evalúen tanto las competencias duras (las habilidades técnicas en el saber y saber hacer) como las suaves (habilidades de comunicación, liderazgo participativo, trabajo en equipo, por mencionar algunas); se debe también contar con una participación más permanente y relevante en el diseño curricular por parte de los diferentes sectores —hoy ya se lleva a cabo, por supuesto, sólo pretendo diferenciar la manera en que debería hacerse— no de manera aislada y sin retroalimentación constante, sino con mecanismos claros de retroalimentación y actualización permanente —lo que constituye un gran reto—. Por otro lado, la creación de espacios relevantes para la generación de experiencias significativas es un gran tema aún pendiente en la política pública de nuestras instituciones educativas, y existe justificación para ello; contar con infraestructura física de laboratorios, talleres, software y equipos que reproduzcan la realidad de las industrias es sin duda en reto —principalmente económico—; es por eso que se deben mejorar los modelos de enseñanza, aprovechando la tecnología existente para construir escenarios, acordar alianzas, compartir infraestructura, por solo mencionar algunas posibles iniciativas, que hoy por fortuna algunas organizaciones educativas ya han implementado, pero que necesitan generalizarse y afinarse a través de la evaluación permanente y sobre todo con el respaldo de presupuestos tanto privados como públicos.
Construir competencias debería ser entonces el resultado de un conjunto de esfuerzos y estrategias que, por un lado, faciliten el acceso a la formación académica a aquellos que cumplen con el perfil y vocación correctas, y por el otro que desarrollen capacidades en las instituciones para construir esas competencias de manera relevante para los sectores industriales. Se dice muy fácil, pero es sumamente retador generar valor significativo para la sociedad. Mi palabra clave: la pertinencia. ¶
20 de febrero de 2018
El poder de la consistencia
Hace algunas semanas leí un interesante artículo compartido en redes sociales por un reconocido ingeniero, egresado de mi alma máter; el artículo se titula “The Profound Power of Consistency”.1 El texto está dirigido a todos aquellos que desean generar cambios profundos en sus comportamientos, cambios que de ejecutarse de manera consistente llegan a transformarse en hábitos, los cuales a su vez pueden cambiar la realidad de la propia persona. Estos pequeños hábitos pueden ser desde algo muy simple o poco significativo hasta algo muy profundo y relevante en la vida de las personas.
Sin embargo, aun cuando en lo personal creo que el texto es interesante, también creo que es muy posible relacionarlo con una gran variedad de escenarios y situaciones. En la colaboración de esta semana quiero tomar algunas ideas del artículo referido para ubicarlas en el contexto de esfuerzos sostenidos y consistentes que se llevan a cabo desde muy diversas trincheras para mantener la operatividad de los programas públicos y la importancia de su apoyo a lo largo de los años.
La ejecución consistente de programas públicos de atracción de inversión y de desarrollo de capacidades educativas técnicas y científicas son únicamente un ejemplo, sin los cuales no podríamos platicar de un estado como el nuestro, que crece anualmente, de manera consistente, a tasas superiores a la media nacional; no podríamos platicar de la variedad de comunidades internacionales que ya tienen una presencia relevante en la entidad gracias a la certeza jurídica construida y defendida a lo largo de los años; o incluso sería sumamente complicado sostener la aseveración de que Querétaro se ha posicionado como la cuarta región en el mundo con mejor imán para atraer inversión extranjera directa del sector aeroespacial; o comentar que el estado cuenta con una sólida industria de autopartes líder en el país.
Los anteriores resultados, y otros tantos más, son el fruto del esfuerzo de muchos, de la visión de las autoridades, del compromiso de funcionarios y empresarios, de la creatividad de múltiples actores para concebir y ejecutar proyectos y acciones que promueven credibilidad por sí mismos. Podría listar aún más razones del porqué las cosas funcionan bien en nuestro querido estado, sin embargo, en esta ocasión me interesa resaltar la consistencia con que esto se ha hecho durante largo tiempo, esa consistencia en la ejecución de los programas, en la adaptación de los esfuerzos y apoyos —lo mismo a instituciones educativas y centros de investigación que a grandes grupos industriales, empresariales y organizaciones no gubernamentales—, han sido (lo considero de manera personal), un elemento vital en la fórmula del éxito en la entidad, que sin importar la alternancia en las administraciones estatales o municipales, ha sabido adaptarse, ajustarse o reforzarse para mantener de manera consistente el ritmo del progreso de los diversos sectores económicos; consistencia que se ha convertido ya en un hábito de la sociedad queretana y que, sin duda alguna, ha transformado profundamente la realidad del estado. ¶
23 de enero de 2018
1 Nota del autor: este es el enlace, por si interesa a los lectores el artículo completo, lo recomiendo ampliamente en https://bit.ly/3ka7K2M
El poder de las alianzas
Según el Diccionario de la Lengua Española (dle) de la Real Academia Española (rae), aliarse es la acción de unir personas o cosas para un mismo fin. Para mí es mucho más que eso y permítanme explicar por qué en las líneas siguientes #DesdeCabina.
Las alianzas son mucho más que unirse para lograr un fin; en primera, aliarse demuestra madurez, ya que se reconoce la propia capacidad y limitaciones, y se evidencia además la existencia de voluntad y visión para dar el paso hacia la búsqueda del crecimiento, hacia el encuentro con el “de enfrente”, con el “de a lado”, para construir acuerdos, para colaborar —una de mis palabras favoritas— y resolver cosas juntos, y en este proceso descubrir nuevas potencialidades y nuevos horizontes. Aliarse es también entender que el pastel se puede, pero quizá no se deba, comer solo —exagerando el uso de la expresión coloquial—. Es decir, cuando se trata de buscar más mercado, cuando éste es suficientemente grande, es necesario identificar actores serios que ya tienen presencia en él y entender que puede ser mejor “juntarse” para incorporarse y lograr una participación, que buscar el camino en la soledad que muchas veces la soberbia mal aconseja.
Hago las puntualizaciones anteriores respecto de las alianzas en lo general, ya que muy recientemente en la Universidad Aeronáutica en Querétaro tuvimos la fortuna de materializar una relación estratégica con el Centro Internacional de Instrucción de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ciiasa), con la intención de promover servicios de educación continua, poniendo de manifiesto la relevancia como centro de formación y sobre todo nuestra intención de ampliar la cobertura y el alcance de nuestros servicios educativos en lo general. La alianza estratégica firmada con ciiasa, en lo específico para la promoción del curso de formación de sobrecargos de aviación, nos permite, como ya he señalado, ampliar nuestra cobertura a otras latitudes y promover nuestra institución. Los resultados no se han hecho esperar, la visibilidad y alcance de la unaq se ha incrementado de manera importante en entre rubro.
Nuestra institución ha firmado más de un centenar de relaciones a lo largo de sus casi once años de vida como organismo público; muchas de estas alianzas, por fortuna, tienen esa óptica, la potenciar las propias capacidades en colaboración con otros actores que buscan potenciar las suyas propias y que en ese trayecto se construyan escenarios de aprendizaje y de crecimiento para todos.
La gratitud, la humildad, el profesionalismo y la responsabilidad, son los pilares fundamentales para hacer vivas y duraderas las relaciones con aquellas organizaciones —nacionales o extranjeras, públicas o privadas— con las que establecemos acuerdos; con este estado de ánimo es como transitamos hacia la construcción de alianzas que en resumidas cuentas nos permitan acelerar el paso en la habilitación de nuestras capacidades, en el posicionamiento de nuestra organización educativa pública dentro de un mercado tan especializado como el aeroespacial, con la sociedad y con todos aquellos interesados o involucrados (los llamados stakeholders) con la institución, pero sobre todo nos potencian y ubican en una espiral de mejora y liderazgo para que nos integremos al selecto grupo de organizaciones que perduran. El esfuerzo para construir alianzas es muy grande y de largo alcance, pero sin duda vale la pena. Las alianzas empoderan a sus actores. ¶
28 de agosto de 2018
El Modelo Mexicano de Formación Dual, los retos que vienen
La semana pasada participé en el evento de firma del Convenio entre la Secretaría de Educación Pública federal y el Consejo Coordinador Empresarial (cce), organismos encabezados por el maestro Otto Granados y el actuario Juan Pablo Castañón, respectivamente. El protocolo se llevó a cabo en el emblemático edificio de la sep ubicado en el centro histórico de la cdmx; el convenio es el resultado de los acuerdos establecidos entre el titular del ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto, y la canciller alemana Angela Merkel en la pasada feria industrial Hannover Messe 2018, en la que México fue el país invitado. A la firma del citado convenio asistimos un grupo de rectores y autoridades educativas de las entidades federativas que habremos de participar en la implementación del Modelo Mexicano de Formación Dual en el nivel superior.
Dicho convenio busca sentar las bases y, sobre todo, los compromisos que juntos, sector empresarial y académico, habremos de materializar de cara a la implementación del modelo de formación dual universitario de nuestro país. El próximo mes de septiembre del presente año, 117 universidades tecnológicas, 62 universidades politécnicas, 32 institutos tecnológicos del Tecnológico Nacional de México y 30 universidades públicas estatales, habrán de iniciar esta importante empresa: ofrecer modalidades educativas versátiles, pertinentes y estrechamente vinculadas con al menos mil empresas pertenecientes a la diversidad de sectores e industrias que componen la economía nacional. Se dice muy rápido, pero el trayecto se antoja retador.
En primera instancia, la implementación del modelo conlleva la adaptación de programas educativos para que se impartan de manera “compartida” entre empresas e instituciones universitarias; para tal efecto deberán acordarse aquellos ejes temáticos relevantes para las empresas, y alcanzables y medibles por parte de las instituciones educativas. El reto no sólo radica en adaptar la currícula, sino también en el paradigma de formación y enseñanza que los profesores, en los ámbitos universitario y empresarial, deberán vivir a lo largo del trayecto educativo de los estudiantes, que dicho sea de paso, en este paradigma de formación dual, dejan de ser estudiantes que trabajan y se se convierten en trabajadores que estudian. El chip en este modelo es otro en definitiva.
La formación dual universitaria en nuestro país es, entonces, una apuesta más del Estado mexicano para emular y “mexicanizar” —si me permiten la expresión— una opción educativa sumamente exitosa del país germánico; se trata de una apuesta en la que, ante la creciente demanda de opciones educativas para la sociedad y la complejidad industrial que aborda nuestro país, podamos reducir las brechas de ocupación y trabajos bien remunerados, satisfacción personal de los profesionales por haber estudiado algo útil y demandado por la industria y sobre todo, el incremento de empleo gracias a la pertinencia de la formación recibida.
Los retos son grandes y sobre todo complejos de ejecutar, pero cuando nuestro pueblo se empecina en hacer que las cosas sucedan, damos rienda suelta a nuestra creatividad, a nuestro talento, y sobre todo a la construcción de acuerdos que exhiban la grandeza de nuestra nación, que lucha por ganarse un lugar en los escenarios mundiales, en donde no sólo la creatividad y el talento son suficientes, en donde se gana con disciplina, con soluciones de fondo y sobre todo, con la participación decidida de sociedad y gobierno. ¶
19 de junio de 2018
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