Kitabı oku: «Caballeros del rey», sayfa 9
Al lado de los cortesanos también hemos de incluir a los cavallers, donzells y patges de la Casa Real quienes comparten condición nobiliaria y servicio político-militar. De hecho, pajes, escuderos y caballeros de casa son los rangos inferiores en la promoción interna hacia oficios cortesanos. Su presencia en la Casa Real deriva del funcionamiento de la misma en términos específicamente feudales, como cualquier otra corte nobiliaria que acogía a jóvenes de linajes menores, dependientes o clientes. La domus regia repoducía las pautas de educación nobiliaria a la mayor escala. La Casa o corte del rey de Aragón, como la del rey de Inglaterra, Francia o Castilla, funcionaba, en cierta medida, como el principal espacio educativo de linajes nobiliarios de los territorios de la Corona de Aragón, donde podían acceder jóvenes de la nobleza, pero también del patriciado urbano. Tradicionalmente, cavallers y fills de cavallers podían ser acogidos en la misma con regularidad, educándose en la cort reial, en la proximidad al rey y al conjunto de sus cortesanos, y formarían el grupo de milites de domo regis, un séquito y escolta militar documentado desde el siglo XIII.[154] A partir de Pedro el Ceremonioso, las ordenanzas de la Casa Real prescribieron un mínimo regular de 20 fills de cavallers como guardia palatina. Y en la Casa de Alfonso V vemos vint escuders qui fills de cavallers són apellats, tasados con una quitació diaria de 3 ss. por el caballo que cada uno de ellos estaba obligado a aportar a la cort, aunque, como los cortesanos, quizás hubiese más de 20 fills de cavallers de Casa Real.[155] Con todo los donzells, escuders y cavallers de Casa Real frecuentarían muy raramente la cort, tal y como revela el escaso número documentado incluso en momentos de articulación del ejército –como la primera mitad de 1429–, la coyuntura teóricamente más representativa de su función.[156] Todo apuntaría a que, en el reinado de Alfonso el Magnánimo, ser caballero, doncel o escudero de casa del rey era una titulación honorífica, carente de la función de compañía, escolta y contingente militar. La existencia de un colectivo importante de caballeros y escuderos de la Casa Real respondería a un modelo de corte más tradicionalmente feudal, propio de los siglos XIII y XIV, cercano a la domus regia de Pedro el Grande, a finales del Doscientos donde los militi de domo regis sí cumplirían funciones de compañía, como escolta y séquito armado;[157] o a la casa de grandes aristócratas, como la corte del marqués de Villena y del duque de Gandía a fines del XIV e inicios del XV, donde sí puede verse a un destacado grupo de caballeros y escuderos de casa con servicio rotario pero continuo en la corte y operativos en la guerra.[158] El silencio documental respecto a los caballeros y donceles de la domus regia podría deberse a que hubieran sido desplazados en su servicio de compañía personal del monarca por otro oficio de la Casa Real, los patges.[159] A diferencia de los escasos cavallers y donzells de casa localizados, sí que consta un colectivo regular de patges percibiendo quitacions por su servicio en la Casa Real entre 1424 y 1431: 23 en 1424, 40 en 1427, 55 en 1428 y 44-45 en 1429 y 1431.[160] Es más que probable que, al menos en la casa de Alfonso V, el cargo de patge, ausente en su reglamentación pero vinculado al servicio en la cambra real, suplantase el lugar que caballeros y escuderos de casa poseían anteriormente.[161]
A nivel social, el grueso de los patges pertenecen a jóvenes de linajes nobiliarios vinculados a la monarquía (valencianos como los Boïl, Ciscar, Corella, Mercader, Soler, catalanes como los Erill o Batle, sicilianos como Vintimiglia por citar algunos), todos en su fase de aprendizaje en el privilegiado espacio de la cort real.[162] A nivel funcional, el colectivo de patges servía en la cambra del monarca –a modo de escolta doméstica–, siguiendo de forma regular la cort, como revela su presencia fija en las cuentas del tresorer cobrando sus quitacions.[163] Como los cortesanos, los patges participaban en el ejército real al frente de hombres de armas: 15 de los 44 patges documentados en 1429 comandaron efectivos en la entradas a Castilla del verano de 1429.[164] Y también, al igual que cualquier otro caballero cortesano, junto a sus quitacions percibían pensiones, ayudas y donativos del monarca, para sufragar sus gastos en la corte y, sobre todo, para equiparse de monturas, armas y armaduras.[165] La pertenencia al colectivo de patges, como donzells, cavallers de casa del rey, abría la posibilidad de promoción en la domus regia al colectivo de oficios cortesanos.[166] De hecho, la trayectoria tipo de los miembros de la nobleza integrados en la Casa Real era su ascenso desde el cargo de patge, durante su proceso educativo en la cort sirviendo en la cambra real, al de cambrer como caballero vinculado a la cámara, pero también a otros oficios como los de uixer o armer. Obviamente no todos los patges ascendieron a oficios cortesanos, al depender de la política regia de recompensas. Incluir un joven noble entre los patges, donzells o cavallers de la corte regia, gratificaba los servicios prestados por un linaje y se reservaba a familias con tradición de servicio y fidelidad.[167] Pero también podía ser una recompensa a nuevos linajes para asegurar su fidelidad futura.[168] Un reclutamiento de nobles y caballeros para la Casa Real que, dentro las pautas del servicio feudal, dependía por igual de relaciones personales y de la propia tradición familiar.
Analicemos finalmente el grupo más representativo de los agentes externos a la Casa Real de remuneración monetaria, el colectivo de pensionados por el rey: individuos de diferente condición social, nobles y ciudadanos, que frecuentaban la domus regia sin pertenecer a la misma y recibían periódicas rentas de la tesorería real mediante las cuales el monarca buscaba recompensar o asegurar servicios, suyos o de su linaje. Entre esos pensionados cabe destacar, como antes comentamos, el grupo de napolitanos de origen noble, pero también algunos burgueses e incluso eclesiásticos, sustentados por la tesorería real entre 1424 y 1432. Representarían a aquellas familias napolitanas que apoyaron la causa de Alfonso V en su primera campaña (1421-1423) y que tras el regreso del monarca a sus dominios ibéricos abandonaron Nápoles para seguir en servicio del rey de Aragón como refugiados político. Su apoyo a las pretensiones del Magnánimo por conquistar el reialme de Nàpols no sólo les forzaría a abandonar su tierra, regresando con el rey a la península ibérica a fines de 1423. También les ocasionaría pérdidas que su nuevo patrón, Alfonso V, se encargaría de recompensar.[169] Los napolitanos que acompañaron al monarca no constituían un colectivo muy numeroso, rondaban los 40 individuos: en 1425-1427 documento a 31 napolitanos pensionados mientras que en el primer semestre de 1429 figuran 14.[170] Todos eran mantenidos por el rey con donativos de la tesorería real, como gràcies genéricas o gràcies per lur susteniment o per sustentació de sa vida, con cantidades que oscilabaºn entre los 25 y 100 flor.[171] Un reducido grupo de esos napolitanos de condición noble, al menos siete caballeros documentados, concentraba los donativos de mantenimiento de mayor cuantía y de carácter más regular y difrutaban de un equipamiento militar sufragado por la tesorería.[172] Esos caballeros napolitanos encarnarían el modelo típico de pensionados o retainers: servían al monarca y su corte, sin ser miembros de ella, a cambio de pagos monetarios periódicos, frecuentarían la corte con asiduidad y muchos militaban en el ejército como hombres de armas o a cargo de comitivas. En último extremo, detrás de esos napolitanos pensionados habría que ver una política de Alfonso V dirigida a crearse una clientela propia entre la nobleza napolitana. Una política que le dotase del necesario sustento militar en tierras italianas cuando esos linajes se movilizasen en la conquista del reino Nápoles, como así sucedió.
[1] Al respecto remito a las siguientes síntesis: Ch. Allmand, «New Weapons, New Tactis», en G. Parker (ed.), The Cambrigde Illustrated History of Warfare. The victory of the West, Cambridge, 1995, pp. 92-105, sobre todo, pp. 98-99; Ph. Contamine, La guerra en la Edad Media, Barcelona, 1984, pp. 169-170; J. A. Fernández de Larrea, «Guerra y sociedad en Europa occidental durante la Baja Edad Media (siglos XIIIXV)», en La guerra en la Historia. Décimas Jornadas de Estudios Históricos, Salamanca, 1999, pp. 45-94, especialmente, pp. 47-76; J. Flori, Caballeros y caballería en la Edad Media, Barcelona, 2001, pp. 116-120; Id. La caballería, Madrid, 2001, pp. 82-83; F. García-Fitz, Ejércitos y acividades guerreras en la Edad Media europea, Madrid, 1998, pp. 30-34; J. Hale, Guerra y sociedad en la Europa del Renacimiento, 1450-1620, Madrid, 1990, p. 63; B. S. Hall, Weapons & Warfare in Renaissance Europe, Baltimore-Londres, 1997, pp. 9-40; M. Keen, La caballería, Barcelona, 1986, pp. 287-297; M. Vale, War and Chivalry. Warfare and Aristocratic Culture in England, France and Burgundy at the End of the Middle Ages, Londres, 1981, pp. 100-128. Sobre la mejora del equipo del hombre de armas, vid. A. Ayton, «Arms, Armour and Horses», en M. Keen (ed.), Medieval Warfare. A History, Oxford, 1999, pp. 186-208, sobre todo, pp. 203-206; D. Edge y J. Miles, Arms & armour the medieval knight, Nueva York, 1993, pp. 96-135. El peso de las tropas de caballería en los ejércitos italianos, navarros, franceses e ingleses puede seguirse respectivamente en: M. Mallet, Signori e mercenari..., op. cit., pp. 150-153; J. A. Fernández de Larrea, Guerra y sociedad en Navarra durante la Edad Media, Bilbao, 1992, p. 75; Ph. Contamine (dir.), Historie militaire de la France, 1. Des origines a 1714, París, 1992, pp. 183-184; M. Prestwich, Armies and Warfare in the Middle Ages. The english experience, Londres, 1995, pp. 52-56; A. Curry, «English Armies in the Fifteenth Century», en A. Curry y M. Hughes (ed.), Arms, Armies and Fortifications in the Hundred Years War, Londres, 1994, pp. 44-47.,
[2] El mito de una «decadencia» de la caballeria bajomedieval basado en argumentos culturalistas (la cultura caballeresca como evasión e idealización de un pasado de hegemonía perdida) comenzó con las tesis de Huizinga (J. Huizinga, El otoño de la edad media. Estudio sobre las formas de vida y el espíritu durante los siglos XIV y XV, Madrid, 1981 (ed. orig. 1919) e influyó en la polarización de estudios culturales e ideológicos sobre la caballería bajomedieval, sobre todo entre la historiografía franco-italiana (F. Cardini, Guerre di primavera. Studi sulla cavalleria e la tradizione cavalleresca, Florencia, 1992). La revisión del mito vino con las aportaciones de una historiografía anglosajona (M. Vale, M. Keen) que defendió la correspondencia entre el apogeo de la cultura caballeresca y una guerra bajomedieval en la que la caballería sigue estando altamente presente y valorizada, vid. A. Barbero, «Guerra, nobiltà, onore fra Trecento e Quattroceno nella storiografia anglosassone», Studi Storici, 27 (1986), pp. 173-201.
[3] Sobre los ejércitos y la caballería en la Corona de Aragón y el equipo del cavall armat (con arnés de mallas o lorigas) y del alforrat (con cubiertas de cuero y montado a la gineta, derivado de la guerra de frontera contra el Islam) vid. M. de Riquer, L’arnès del cavaller. Armes i armadures catalanes medievals, Barcelona, 1968, pp. 67-68; M.ª T. Ferrer i Mallol, «La organización militar en Cataluña en la Edad Media», en Conquistar y defender. Los recursos militares en la Edad Media Hispánica. Revista de Historia Militar, n.º extraordinario (2001), pp. 119-222; J. Sáiz, «La organización militar en la expansión mediterránea de la Corona de Aragón, siglos XIV-XV», R. Narbona (ed.), en XVIII CHCA. La Mediterrània de la Corona d’Aragó, segles XIV-XVI vol. I, Valencia, 2005, pp. 737-764; J. Sáiz, «Los ejércitos de caballería de la Corona de Aragón en las guerras de Alfonso el Magnánimo», en Fueros y milicia en la Corona de Aragón, s. XIV a XVIII, Valencia, 2004, pp. 29-53. Sobre los ejércitos y caballería en Castilla: A. Ladero Quesada, Castilla y la conquista del reino de Granada, Granada, 1987, pp. 13-14; id., «La organización militar de la Corona de Castilla durante los siglos XIV y XV», en La incorporación de Granada a la Corona de Castilla. Actas del Symposium Conmemorativo del Quinto Centenario, Granada, 1993, pp. 195-227, p. 212; id., «Recursos militares y guerras de los Reyes Católicos», en Conquistar y defender..., op. cit., pp. 383-420, sobre todo, pp. 391-392.
[4] El análisis del equipamiento de combatientes a caballo en 1430, en la única nómina completa disponible (445 combatientes), confirma que un 95 % son hombres de armas (425 de ellos, la mayoría, armats de totes ses armes a la guisa y unos pocos sólo ab cuirasses) frente a sólo 20 hombres armats a la gineta: AMV, PC, YY-14, fols. 42r-71v. El arnés y armamento a la guisa, es una terminología del ámbito peninsular que equivale a llevar el arnés complit o armadura completa.
[5] Véase la tabla 1 de J. Sáiz, «La organización militar en la expansión mediterránea...», cit., pp. 741-742.
[6] A partir de los registros de la Tesorería de ese bienio: ARV, MR, n.º 8.774, 8.777, 8.778 y 8.779. Aplicamos los cambios monetarios contenidos en dichos registros unificando todos los pagos (en doblas, florines, sueldos de Barcelona, sueldos de Jaca, ducados, etc.) a sueldos de Valencia (ss.). Los datos fueron presentados en J. Sáiz, «Estado y poder militar en la Corona de Aragón...», cit. y publicados en id., «Los ejércitos de caballería de la Corona de Aragón...», cit., p. 34.
[7] Analizando los asientos de dates de la contabilidad de ese periodo (ARV, MR, n.º 8.791, fols. 161r476r) que concentra, con poquísimas excepciones, los pagos realizados en ducados. Aunque el cambio de un ducado en 1446 oscilaba de 15-16 ss., aplico el cambio más elevado, 18 ss.; sobre el cambio de ducados a sueldos, vid. W. Küchler, Les finances..., op. cit., pp. 428-429.
[8] Incluso sería mayor, ya que ni se contabiliza en 1429-1430 el gasto de las contabilidades paralelas a la Tesorería ni en 1446-1447 se consideran los pagos en especie, en paños (draps): la tesorería repartió draps para pagar soldadas por 42.838 duc. (771.084 ss.), por lo que el dispendio total en soldadas de compañías de lanzas supuso 196.600 duc. (3.538.800 ss.), un 21 % cubierto por pagos en draps: ARV, MR, n.º 8.791 fols. 235r-240r, 338r-340r, 358r-373v, 394r-401v y 435r.
[9] ARV, MR, n.º 8.780, fol. 88r; ACA, MR, n.º 422, fol. 65r e ibid., CR, n.º 2797, fol. 67r. El pillart equivaldría al coutillier, el combatiente auxiliar principal que con al paje acompañaba al hombre de armas en la caballería francesa del XV: Ph. Contamine, La guerra..., op. cit., p. 163.
[10] Variados ejemplos en: ARV, MR, n.º 44, fol. 327r; ibid. n.º 8.760, fols. 96r-v, n.º 45, fol. 355r; ibid., n.º 9.823 (3), fol. 41r; Ibid. n.º 8.774, fol. 107r; ibid., n.º 9.358, fol. 87v y n.º 8.777 fol. 55v; ibid., n.º 8777, fol. 107 y ss. y 8.778 fol. 61r y ss.; ACA, CR, n.º 2.797, fol. 80v.
[11] Se limita en 1425-1429 a las convocatorias en Cataluña y algunos pagos de soldada a combatientes castellanos: ACA, CR, n.º 2.797, fol. 23v y 49v; ARV, MR, n.º 8.760, fol. 96r, ibid., n.º 8.777, fols. 69r-v y 98v; ibid., n.º 9.386, fols. 26v y 28v.
[12] Ph. Contamine, La guerra..., op. cit., p. 163; M. Mallett, Signori e mercenari..., op. cit., p. 153; M. A. Ladero Quesada, «La organización militar de la corona de Castilla...», cit., p. 212.
[13] ACA, CR, n.º 2.797, fol. 49v; ibid., n.º 2.684, fol. 26v; ARV, MR, n.º 8.760, fol. 96r. Ph. Contamine, La guerra..., op. cit., p. 163; M. Mallett, Signori e mercenari..., op. cit., p. 153.
[14] Sobre los caracteres de la lancia en Italia, y la organización de las tropas de caballería e infantería remito a los tratados de dos nobles que militaron en los ejércitos de Alfonso V: P. Pieri, «Il ‘Governo et exercitio dela militia’ di Orso Orsini e i ‘Memoriali’ di Diomede Carrafa», ASPN, 19 (1933), pp. 99-212, especialmente, pp. 108-114. Sobre la organización de la caballería en Italia vid. M. Mallett, Signori e mercenari..., op. cit., pp. 153-156; A. Barbero, «L’organizzacione militare del ducato sabaudo durante la guerra de Milano (1449)», Società e Storia, 71 (1996), pp. 1-38, sobre todo, pp. 4-8.
[15] Aunque las compañías de lances de Francia y Borgoña sólo integraban hombres de armas y sus servidores y auxiliares, toda relación de combatientes de caballería contabilizaba igualmente a arqueros y ballesteros a caballo cuya importancia táctica provocaría su plena integración en las lances franco-bogoñonas desde mediados del Cuatrocientos, llegando a lanzas (lances fournie o lance guarnie) de más de 3 caballos, de 6 en Francia y hasta de 9 en Borgoña; vid. J. Hale, Guerra y sociedad..., op. cit., p. 64; M. Vale, War and Chivalry..., op. cit., pp. 121-125; Ph. Contamine, Guerre, État et société a la fin du Moyen Âge. Études sur les armées des rois de France, 1337-1494, París-La Haya, 1972, pp. 278-282 y 466-482.
[16] Como los diversos casos de los pagos de soldada en las campañas entre 1441-1447: ARV, MR, n.º 8.790, n.º 8.791.
[17] Con lancie de 4, 5 y hasta 6 caballos: M. Mallett, L’organizzacione militare di Venezia.., op. cit., pp. 94-96; id., Sigrnori e mercenari..., op. cit., pp. 153-154; M.ª N. Covini, L’esercito del Duca. Organizacione militare e istituzioni al tempo delgi Sforza (1450-1480), Roma, 1998, pp. 365-366.
[18] El término paghes era asimilable a un pequeño grupo de infantes (2 y 3) y así lo recogen los asientos de la contabilidad de la Tesorería al remunerar las soldadas de los condestables según el número de paghes (o pagens) a su cargo: vid. variados ejemplos en ARV, MR, n.º 9402 s. f., ibid. n.º 9.385 s. f.; n.º 8.791 passim. Sobre la terminología y organización de la infantería italiana: P. Pieri, «Il ‘Governo et exercitio dela militia’...», cit., pp. 113-114 y 140-142; M.ª N. Covini, «Guerra e ‘conservazione dell stato’. Note sulle fanterie sforzesche», Cheiron 23, (1995), pp. 67-104. Los infantes provisionats constan en el ejército del Magnánimo tras la conquista de Nápoles, en 1445-1446: ARV, MR, n.º 9.385, s. f. e ibid. n.º 9.407 fols. 195r-v y 202r.
[19] Variados ejemplos en ARV, MR, n.º 9.407, fol. 195r-v; ibid. y n.º 9.408, n.º 8.790 y 8.791. También se documenta ello en el ejército veneciano de la segunda mitad del XV: M. Mallett, L’organizazione militare..., op. cit., p. 108.
[20] Por ejemplo en la guayta de porta Petruxa se desplegó 284 hombres de armas liderados por 4 nobles y 200 ballesteros a cargo de 9 condestables; y en las guardias contra el castillo hubo turnos de ataque, cada uno con 100 hombres de armas y 100 pillarts capitaneados por un noble y 120 ballesteros liderados por 5 condestables: vid. Dietari del Capellà..., op. cit., pp. 121-123.
[21] A saber, 440 paghens (330 infantes) comandados por 5 conestables, 26 ballesters a cargo de 3 conestables y 78 cavalls liderados por 18 hòmens d’armes: ARV, MR, n.º 9.403, s. f.
[22] Como el ejemplo que recoge el Panormita del ataque al castillo de Benalbergo en 1440: A. Becadelli, Dels fets e dits del gran rey Alfonso. Versió catalana de Jordi de Centelles, ed. de E. Duran, Barcelona, 1990, p. 227.
[23] Sobre esta nueva infantería ligera (que combate a la usança de Itàlia) y, en general, sobre la renovación de la infantería y la presencia de escopeteros, vid. P. Pieri, «Alfonso V d’Aragona e le armi italiane», en IV CHCA, vol. I, Palma de Mallorca, 1959, pp. 121-126; M. Mallett, Signori e mercenari.., op. cit., pp. 158-164.
[24] Sobre las transformaciones en las estructuras de reclutamiento, vid. J. Sáiz, «La organización militar en la expansión mediterránea...», cit., pp. 750-754 y 761-762. Para las modalidades de servicio obligatorio, incluyendo el de host o movilización general, a nivel de la Corona y para el caso valenciano, remito a: BCCV, Fondo Mayans, n.º 622, fols. 175r, 186r-188v; L. Klüpfel, «El règim de la confederació catalano-aragonesa a finals del segle XIII», Revista Jurídica de Catalunya, 35 (1929), pp. 298-308; 36 (1930), pp. 298-331, sobre todo n.º 36, capítulo VI «Exèrcit., i flota», pp. 298-308; M.ª T. Ferrer i Mallol, Organització i defensa d’un territori fronterer. La governació d’Oriola en el segle XIV, Barcelona, 1990, pp. 225-235; id., «La organización militar de Cataluña...», cit., pp. 156-166; L. Querol Roso, Las milicias valencianas desde el siglo XIII al XV. Contribución al estudio de la organización militar del antiguo reino de Valencia, Castellón, 1935, pp. 49 y 88.
[25] El servicio militar de feudatarios (poseedores de cavalleries) perdió su valor militar entre la conquista de Sicilia de 1282 y la guerra con Castilla de 1356-1365, cuando incluso en contextos defensivos se prioritarizaba la contratación a sueldo. A fines del XIV era un recurso secundario y residual, un mero patrón de movilización para la defensa local, a diferencia de Castilla donde los feudos-renta (pagos por tierra y acostamiento) mantuvieron su importancia militar. Al respecto y una comparación con Castilla, vid. J. Sáiz, «La organización militar en la expansión mediterránea...», cit., pp. 750-751 y 761; id., «Una clientela militar entre Castilla y la Corona de Aragón...», cit., pp. 116-124.
[26] ARV, GOV n.º 4.255, fol. 113r.
[27] ARV, MR n.º 9.386, fols. 1r y 2v; ibid, n.º 8.777, fols. 12r, 13r-15r, 21v-23r. Este tipo de servicio de nuevo demostró su inoperatividad en el verano de 1430, cuando otra convocatoria de hosts en Aragón y de Princeps namque en Cataluña fracasó, por lo que el rey cobró cuantiosas multas a ambos territorios: ARV, MR, n.º 8.779, fols. 32r, 35v-36r, 39r-40v y 42v; Ryder, p. 218, nota 115 y p. 225, nota 9.
[28] Sobre la movilización de la caballería, vid. J. Sáiz, «Del amprament al acorriment. La movilización de tropas de caballería en las campañas de Alfonso el Magnánimo (1420-1432)», en El Mediterráneo: hechos de relevancia histórico-militar y sus repercusiones en España. V Jornadas Nacionales de Historia Militar, Sevilla, 1997, pp. 329-352; id., «La organización militar en la expansión mediterránea...», cit., pp. 742-753.
[29] Como el consell del senyor rey resident en la ciutat de Valencia: vid. C. López, «Notas en torno al Consejo Real de Valencia entre la guerra de Castilla y la conquista de Nápoles (1429-1449)», en XV CHCA..., op. cit., t. I, vol. 2, pp. 255-274.
[30] En la expedición de 1420 los registros de cancillería informan de deliberaciones de lo que podríamos considerar como un consell constituido ex profeso e integrado por el rey ab sos barons, cavallers, ciutadans e altres experts en los affers de Cerdenya: ARV, RC, n.º 622, fol. 221v. Más explícito, en la expedición mediterránea de 1432, consta el Consell dels Fets de la armada compuesto por persones ordenades en los dits afers per lo dit senyor [rey], entre ellos los consellers reales, el tesorero y los nobles con mandos navales (capità general, almirall, vicealmirall, etc.): ARV, MR, n.º 8.780, fol. 66v. La actividad de consells militares ya se ve en campañas del XIV, como las guerras sardas de Pedro IV, vid. A. Beauchamp, «‘Que ivarçosament nos trametats la hajuda que demandaus haviem’. L’organisation du soutin militaire au roi Pierre IV d’Aragon durant la campagne de Sardaigne (1354-1355)», en XVIII CHCA..., op. cit., vol. I, pp. 435 y ss.
[31] En la correspondencia de la cancillería real durante la planificación de campañas, como en marzo de 1429, el monarca reconoce en más de una ocasión, como era él y miembros de su consell, quienes ordenaban a quiénes se debía convocar (amprar): ARV, RC, n.º 455, fol. 35r.
[32] J. Sáiz, «Del amprament al acorriment. La movilización de tropas de caballería...», cit., p. 336.
[33] Así, para la armada de 1420, coordinaron el largo proceso de convocatorias transcurrido entre abril de 1419 y marzo de 1420, Francesc Maça y Aznar Pardo, uixers d’armes, Eiximén Pérez de Corella y Bernat de Centelles, copers, y el cambrer Berenguer Mercader, apoyados por el batle general Joan Mercader. Para las expediciones a Castilla de 1425 y 1429, y para la frustrada armada de 1428, de nuevo participan Eiximén Pérez de Corella y Berenguer Mercader, en 1425 y 1429 con Guillem de Vich, cambrer y en 1428 con Lluís de Vilarasa, uixer d’armes: ibid., p. 337.
[34] En los registros de la cancillería real se conservan memorials que informan de la mecánica al respecto, como para el periodo 1425-1429, en ACA, CR, n.º 2.797, fols. 24r-v, 58r-v y 68r.
[35] Como la convocatoria valenciana de la armada de 1420 (BCCV, Fondo Mayans, n.º 677, fols. 103r-107v) o los ampraments de junio de 1429 que constan en el registro del hoste de correus de la ciudad de Valencia: ARV, VARIA, n.º 502, fols. 4r-5r.
[36] Como, en 1428, donde indicaba que el reclutador «sabrà e finirà de continent cascú ab quina e quanta gent offerta servir al dit senyor rey e farà memorial de les ofertes que cascun li farà e ab quanta gent»: ACA, CR, n.º 2.797, fol. 68r.
[37] De los 167 convocados en la primavera de 1419, sólo 29 aceptarían participar en la armada que partiría a inicios de mayo de 1420. El batle general del reino, Joan Mercader, quien tramitó los ampraments de 1419, y los cortesanos reclutadores en el reino, dos uixers d’armes (Francesc Maça y Aznar Pardo) informarían al rey de la cuantía de los que se acogían a la convocatoria. Posteriormente, entre febrero y marzo de 1420, el baile general junto a dos copers (Eiximén Pérez de Corella y Bernat de Centelles) y un cambrer (Berenguer Mercader) tramitarían los llamamientos finales a los voluntarios para embarcar en els Alfacs y en Valencia: J. Sáiz, «Del amprament al acorriment. La movilización de tropas de caballería...», cit., p. 338.
[38] Según expresión del monarca en 1425 refiréndose a quienes aceptaron servirle sin sou en mayo de 1425: ACA, CR, n.º 2.797, fol. 40r-v.
[39] Ampraments per la anada a Sicilia (Barcelona, 29-IV-1419): ACA, CR, n.º 2.668, fols. 51v-72v.
[40] Tal y como refleja el tenor de las lletres d’amprament que envió a los 619 convocados: ACA, CR, n.º 2.668, fol. 51v.
[41] Se trata, generalmente, de pagos de entre 30-100 flor. realizados «en ajuda de les despeses que li covench fer seguint l’armada del dit senyor [rey]», como los que perciben determinados caballeros y cortesanos del rey: ARV, MR, n.º 9.826 (2), fols. 17r, 20r y 21v.
[42] Un ejemplo. Berenguer Mercader, hijo del batle general del reino de Valencia, recibió 2.000 flor. del rey (orden dada en el sitio de Bonifacio, 30-X-1420), «per los grans e agradables servís (...) al dit senyor fets, e senyaladament en la adquisició dels regnes de Cerdenya e de Còrcega, en la qual a ses pròpries despeses loablement hi havia suat, no esquivats los perills, majorment que les insígnies de la cavalleria de les del dit senyor»; había participado en la armada acompañando a su pariente (probablemente su tío), mossèn Berenguer Mercader, major de dies, uixer d’armes, quien también fue premiado por militar a ses despeses con 500 flor.: ARV, MR, n.º 41, fols. 260r y 273v.
[43] En los ejércitos del Magnánimo en las expediciones de 1420, 1425, 1429 y 1432 participan de forma gratuita y voluntaria nobles catalanes, valencianos y aragoneses, como vemos en las recompensas reales: ARV, GOV, n.º 2.803, mano 2, fols. 38r-v y 43r; ibid., MR, n.º 41, fol. 260r. Ese tipo de servicio también se documenta en el reino de Sicilia en las primeras décadas del siglo XV: E. I. Mineo, «Note su guerra e aristocracia in Sicilia...», cit., pp. 56 y 62, nota 15.
[44] ACA CR, n.º 2.797, fol. 23v.
[45] Aunque a veces se indicaba una soldada diaria de medio florín –equivalente a 15 flor. mensuales– (ibid., fol. 80v y ARV, MR, n.º 8.774, fol. 107r y n.º 9.823 (3), fol. 41r) lo más habitual era su tasación mensual (ibid. n.º 44, fol. 327r).
[46] El Parlamento reunido para la defensa del reino ofreció el 9 de agosto 10 flor. mensuales pero, como reconocieron los nobles y oficiales reales asistentes al mismo, «attés que ab lo sou de deu florins que donaven a la gent d’armes, per ço com era poch, no s’i trobava gent d’armes», cuatro días despúes se decidió, tras consultar a nobles elegidos al efecto, subir la tasa y librar «tant sou quant lo rey dona o ha acostumat de donar a cascun rocí per cascun dia e no pus»: ARV, GOV, n.º 4.255, fols. 109r-v y 114r-v.
[47] ACA, CR, n.º 2.797, fol. 67r, ibid. MR, n.º 422, fol. 65r y ARV, MR, n.º 8.780, fol. 88r.
[48] Sobre la nomenclatura y tipología del equipamiento del hombre de armas en la Corona de Aragón, vid. M. de Riquer, L’arnés del cavaller..., op. cit., pp. 93-133.
[49] Sobre la intervención estatal en el campo armamentístico: vid. L. P. Martínez, «Guerra, Estado y organización social de la producción...», cit., pp. 453-469. En la guerra de Castilla de 1429-1430 la tesorería real navarra corría a cargo del suministro alimentario y libraba soldadas menores que en anteriores campañas: vid. J. A. Fernández de Larrea, Guerra y sociedad..., op. cit., p. 81. En Venecia, la soldada de las lanzas también bajaría prácticamente a la mitad a lo largo del XV, de 15 a 7-8 duc. (M. Mallett, L’organizzacione militare..., op. cit., pp. 161-162), reducción vinculada a la intervención del Estado en el equipamiento y servicios a las tropas.
[50] ACA, CR, n.º 2.797, fols. 24r-v, 58r-v y 68r.
[51] J. Sáiz, «Del ampramet al acorriment. La movilización de tropas de caballería...», cit., p. 344.
[52] Como consta en el memorial de instrucciones del rey a su cortesano reclutador en Cataluña para la expedición de 1425: «que explique a tots los qui han offert que·s metant a punt de continent en manera que per tota la Quaresma sian prests e que vagen a Barcelona hon los serà liurat lo sou de un mes per que·s puxen metre a punt a rahó de XXX florins per lança, e aprés tota hora e de continent que·ls manarà partir per venir en servir del dit senyor [rey] los manarà donar sou per a dos meses, e d’allí a la dita rahó mentre los retendrà en son servey»: ACA, CR, n.º 2.797, fol. 23v.