Kitabı oku: «Aprovechamiento de recursos y manejo de suelo ecológico. AGAU0108», sayfa 3
6. Cultivos en terrazas, en caballones, en surcos o pocetas
En los casos en los que las pendientes de los suelos superan el 15-20 % y se pretenda aprovechar su superficie como terreno de cultivo, es preciso la modificación del terreno en pequeñas zonas escalonadas denominadas terrazas o bancales. Mediante la creación de estas infraestructuras se consiguen crear plataformas planas de suficiente anchura, en terrenos en los que de forma natural sería muy difícil de cultivar.
Importante
Con la construcción de estas infraestructuras, además de conseguir nuevos espacios cultivables en zonas de gran pendiente y de relieve abrupto, se consiguen incrementar las tasas de infiltración, y se reduce la pérdida de suelo por procesos erosivos.
Los cultivos en terrazas se pueden definir como plataformas artificiales realizadas mediante cortes y rellenos sobre laderas en sentido transversal a la pendiente y entre sus objetivos se pueden citar los siguientes:
1 Establecer nuevas superficies agrícolas.
2 Disminuir la velocidad del agua, y reducir por tanto la erosión hídrica.
3 Reducir la velocidad del escurrimiento y minimizar la pérdida de tierra por erosión hídrica.
4 Incrementar la infiltración del agua y la humedad del suelo.
5 Permitir las tareas agrícolas y la mecanización de las mismas cuando la anchura de la terraza lo permita.
Las terrazas son estructuras más simples que los bancales, que se caracterizan por ser sistemas de defensa que no alteran la pendiente del terreno, sino que por medio de la división del terreno en tramos cortos, y la creación de un sistema de surcos y lomos, reducen la velocidad del agua. En función de la pendiente del terreno, del tipo de suelo, de la pluviometría de la zona, especie cultivada, etc., las terrazas se pueden distinguir en los siguientes tipos.
Según su función las terrazas se pueden dividir en terrazas de absorción y de desagüe. El diseño de las terrazas de absorción se realiza normalmente según las curvas de nivel y se recomiendan en regiones con escasas precipitaciones, en suelos profundos con escasa pendiente y permeables. Su función es absorber el agua de escorrentía y mejorar la infiltración del agua mediante la creación de una depresión y una elevación del terreno. En algunos casos, en lugar de existir una única depresión o surco, puede modificarse la terraza añadiendo una segunda depresión después del lomo o elevación. En este tipo de terrazas se puede sembrar tanto en los lomos como en los surcos o depresiones.
Las terrazas de desagüe se dotan de cierta pendiente con el objetivo de recoger el agua y evacuarla a puntos de desagüe acondicionados mediante canales estrechos. Para facilitar la evacuación del agua, las paredes del canal deben ser consistentes y su pendiente no superar el 1 %. Además la longitud de estas terrazas no debe ser excesiva.
Según el diseño de su perfil, las terrazas pueden ser granadinas, americanas o argelinas. Las primeras se aconsejan para suelos poco profundos y su diseño es válido tanto como terraza de absorción como de desagüe. Se caracterizan por que el surco o canal es de sección triangular y de escasa longitud. La zona de siembra corresponde a las paredes del canal. Las terrazas americanas son generalmente de absorción en terrenos de pendiente inferior al 5 %, y se caracterizan por presentar lomos y surcos amplios y con escasa pendiente, lo que permite cultivar en toda su extensión. Estas terrazas pueden retener una gran cantidad de agua, por lo que en suelos poco permeables, puede producirse la asfixia radicular de la vegetación por exceso de humedad en el suelo. Por último, las terrazas argelinas se recomiendan para pendientes de más del 20 % y en suelos compactos. Estas terrazas suelen ser de desagüe y zona cultivable se corresponde con la parte más llana del canal que tiene una sección trapezoidal (con la cota más baja en terreno firme).
Ya sean de un tipo u otro, las terrazas en general suponen un obstáculo para la libre circulación del agua de escorrentía, reducen la velocidad del agua y almacenan o desaguan el agua sobrante. No obstante, la creación de terrazas en terrenos con escasa pendiente puede también dificultar el laboreo y otras operaciones de cultivo, al mismo tiempo que pueden ser zonas de infestación de malas hierbas. Además, requieren de un mantenimiento periódico para que puedan cumplir con su misión.
Nota
Los bancales son un tipo de terrazas que modifican la pendiente del terreno mediante la creación de escalones más o menos horizontales y delimitadas por muros o taludes. Se utilizan en laderas de gran pendiente, y ocupan por lo general, grandes extensiones.
El cultivo en caballones o surcos implica la modificación del terreno de plantación mediante la creación de un sistema lineal de elevaciones y depresiones a lo largo de su superficie. En este sistema, las partes elevadas o lomos se denominan caballones, mientras que las zonas bajas o canales se les denomina surcos.
A la hora de establecer el diseño de los caballones se deberán determinar previamente que altura y anchura tendrán los lomos. Estas dimensiones dependerán de la especie a cultivar, maquinaría disponible, densidad de plantación, marco de plantación, número de hileras a sembrar en el lomo, superficie de la parcela, etc. En su configuración además, se debe tener en cuenta dejar espacio suficiente entre los caballones para el manejo del cultivo y la realización de las distintas operaciones agrícolas.
El diseño de los terrenos de cultivo en caballones y surcos se utiliza principalmente para reducir los problemas de un suelo con un mal drenaje (baja infiltración del agua), con una capa freática elevada o simplemente por reducir el riesgo de pudrición de las raíces o del tallo por exceso de humedad. Con esta técnica se logra un lecho de siembra elevado y se posibilita además, la evacuación del exceso de agua hacia zonas alejadas del terreno de cultivo mediante la disposición de un canal de desagüe transversal al final de las líneas de surcos.
Nota
El establecimiento de caballones y surcos, sobre los terrenos de cultivo, también facilita el riego a manta o en superficie de los cultivos en aquellas regiones donde no existe limitación de agua por su alta pluviometría.
Además de reducir el exceso de humedad, los cultivos en caballones presentan otros aspectos positivos. Por ejemplo, debido a la mayor temperatura alcanzada en la parte superior del caballón, permiten adelantar ligeramente la fecha de siembra con respecto a un suelo llano (siempre que su orientación sea norte-sur). También facilita el cultivo en terrenos poco permeables, reducen la velocidad del agua de escorrentía en terrenos con cierta pendiente si se orientan según las curvas de nivel, aumentan la oxigenación del sistema radicular y el desarrollo de raíces secundarias de las plantas, y por último, permiten la mecanización de las labores al permitir el paso de las ruedas por los surcos sin compactar la zona de plantación (caballón). Por el contrario, esta disposición del terreno también puede presentar algunos inconvenientes que se citan a continuación: mayor coste por el incremento de las labores de preparación del terreno y posterior mantenimiento, aumento de la erosión por los movimientos de tierra necesarios para su establecimiento y por el arrastre de partículas del caballón cuando circula agua por los surcos, mayores tasas de evaporación (pérdida de agua) y la consiguiente salinización de la parte superior del caballón.
Nota
Para disminuir la erosión hídrica provocada por el agua, se puede optar por rellenar con algún material orgánico los surcos. De esta forma a la vez que se reduce la velocidad del agua se favorece su infiltración.
La plantación de los cultivos sobre los caballones es, en general, la disposición recomendada en climas húmedos con una alta pluviometría, aunque también se puede optar por esta alternativa cuando existe riesgo de encharcamiento o cuando coinciden los meses de mayores precipitaciones con el ciclo biológico de los cultivos (cultivos de otoño o invierno). Sin embargo, en zonas con pluviometría escasa o cuando las especies cultivadas demanden una gran cantidad de agua y sean tolerantes al encharcamiento, es habitual optar por el cultivo sobre los surcos. De esta forma, los surcos sirven para acumular mayor cantidad de agua y humedad, y los caballones protegen de la alta insolación y reducen la pérdida de agua por evaporación en el surco.
Cultivo en surcos de espárrago
En zonas semiáridas donde las precipitaciones son escasas y cuando se producen son muy intensas, se puede optar por cultivar en pequeños hoyos o diques construidos entre los surcos. Estas estructuras llamadas pocetas suponen una modificación del sistema caballón-surcos, y dotan al sistema de una mayor capacidad de retención y almacenamiento del agua de lluvia, al mismo tiempo que reducen la escorrentía y se incrementa la percolación del agua hacia capas más profundas (capacidad de infiltración).
En regiones áridas y semiáridas caracterizadas por una duración de la estación seca prolongada, y en terrenos con una pendiente considerable, el sistema de pocetas puede consistir en crear caballones de forma semicircular y abiertas aguas arriba de la ladera, con el objetivo de retener el agua y poder cultivar en su parte central.
Actividades
7. ¿Bancales y terrazas son conceptos sinónimos? Justifique su respuesta.
Aplicación práctica
Imagine que un agricultor dispone de tres parcelas de cultivo localizadas en distintos puntos geográficos alrededor del municipio donde reside. Resulta que cada una de las parcelas presentan distintos problemas agronómicos: en la primera parcela el suelo es de textura arcillosa y suele tener problemas de encharcamiento, la segunda se caracteriza porque el agua de riego tiene un importante porcentaje de sales y en la tercera parcela el suelo es de textura limosa y no posee una buena capacidad de retención de agua.
Sabiendo que en las tres parcelas los cultivos se disponen en caballones y surcos, indique en cada caso la disposición que elegiría a la hora de depositar las semillas, según alguna de las alternativas representadas por las siguientes figuras.
SOLUCIÓN
En la primera parcela con problemas de encharcamiento se recomendaría localizar la semilla tal y como se representa en la figura 3, con el objetivo de evitar que el exceso de humedad afecte al sistema radicular de las plantas.
En la segunda parcela regada con agua de cierta salinidad, se recomienda sembrar la semilla en la mitad de los laterales de los lomos (figura 2), debido a que en la parte superior de los mismos, al ser mayor la evaporación del agua, es donde se concentra la mayor parte de las sales.
En la tercera parcela, caracterizada por la baja capacidad de retención de agua del suelo, se aconseja sembrar en los surcos, que es donde se mantiene durante mayor tiempo la humedad del terreno.
7. Acolchados, barbechos semillados, asociaciones de cultivos
Los acolchados consisten en cubrir de forma artificial parte del suelo de una plantación, con el objetivo de proteger y mejorar las condiciones de crecimiento y desarrollo de los cultivos. Además, posee la capacidad de amortiguar los efectos de las condiciones meteorológicas y actuar sobre algunos de los parámetros agronómicos que afectan al desarrollo óptimo de los vegetales.
Los materiales utilizados en la práctica del acolchado se pueden diferenciar entre aquellos que son inertes (plásticos, arena, grava, etc.) y orgánicos (paja, restos cultivo anterior, hojas secas, acículas de pino, serrín o virutas de madera libre de compuestos químicos, corteza de árboles, césped o hierba cortada, cartones sin barnices, etc.).
El empleo de la técnica del acolchado en agricultura ecológica aporta una serie de ventajas que justifican su utilización. En primer lugar, el acolchado permite proteger a los cultivos de las temperaturas extremas, tanto en zonas donde son frecuentes las bajas temperaturas, como en las regiones que se caracterizan por una alta insolación acompañada de temperaturas estivales muy altas. Esta característica permite adelantar el inicio del cultivo en muchas regiones de España, lo que permite obtener cosechas más precoces.
La cubrición superficial del suelo también supone disminuir la evaporación del terreno, y por consiguiente ayuda a aumentar la humedad del terreno. También esta capa evita el impacto de las gotas de agua directamente sobre el terreno y reduce la erosión por el viento y a causa del agua que circula por la superficie al frenar su velocidad (erosión hídrica). Otra de las funciones importantes del uso del acolchado es su capacidad para controlar el crecimiento y desarrollo de las hierbas adventicias, que compiten con las plantas cultivadas por los recursos hídricos y los nutrientes. Según ciertos estudios, el acolchado también favorece la concentración de CO2 en el aire que rodea a las plantas, lo que repercute en una mayor tasa de crecimiento. En el caso de utilizar films plásticos que actúan como barrera física entre el suelo y la parte aérea de las plantas, se aumenta también la calidad y presentación de los frutos al evitar el contacto directo con la tierra.
Dependiendo de si el material utilizado es orgánico, estas cubiertas también contribuyen a mejorar los parámetros físicos, químicos y biológicos de los suelos, al actuar sobre su estructura, aportar materia orgánica y beneficiar el incremento de la población microbiana del suelo.
Nota
En la velocidad de descomposición de los acolchados de origen orgánicos influye de manera importante la relación carbono-nitrógeno, temperatura, humedad y aireación del material.
Aunque el uso de cubiertas orgánicas e inertes aporta importantes ventajas, también se pueden citar algunos inconvenientes. El principal inconveniente es sin duda la dificultad para realizar y mecanizar algunas de las tareas de cultivo, aunque también pueden surgir otros inconvenientes relacionados con la composición de los materiales. Por ejemplo, el aporte de estiércol, paja o restos de cultivos pueden contener semillas de hierbas adventicias, algunos materiales como las acículas de los pinos pueden afectar al pH del suelo, la utilización de láminas plásticas no biodegradables requiere de una tarea adicional para su retirada y posterior gestión del residuo, etc.
Importante
Al utilizar acolchados orgánicos, se debe tener en cuenta que los microorganismos descomponedores de la materia orgánica absorben el nitrógeno del suelo, provocando la inmovilización temporal del nutriente y su absorción por parte de las plantas.
Si se opta por utilizar láminas plásticas, se debe tener en cuenta que en función del grado de opacidad y la tonalidad de los mismos su respuesta es distinta. Los principales acolchados plásticos pueden ser de color negro, blanco o transparente, aunque en el mercado existen otras tonalidades (naranjas, verdes, blancos-negros, grises, marrones, etc.) con características intermedias a los anteriores. Los film de color negro no dejan pasar la luz (totalmente opacos), absorben gran parte de la radiación solar (aunque transmiten poco calor al suelo) y poseen la mayor eficacia contra el crecimiento de malas hierbas.
Los transparentes son los que más poder de calentamiento del suelo poseen, más protegen de las heladas y mayor precocidad confieren aunque, por el contrario, permiten el crecimiento de malas hierbas. Los film de color blanco, no permiten el crecimiento de malas hierbas y reflejan gran parte de la radiación solar con la consecuencia reducción de la temperatura en el interior.
La utilización de estas películas plásticas en España está generalizada en muchas plantaciones hortofrutícolas y para su instalación se requiere de una preparación previa del terreno, mullido del terreno, creación de surcos, caballones, etc. La colocación del acolchado plástico se puede realizar de forma manual, pero hoy en día la tarea se suele mecanizar mediante el uso de máquinas que permiten incluso a la misma vez que se coloca el film plástico sembrar o trasplantar las plantas.
7.1. Barbechos
El barbecho es una práctica tradicional utilizada en la agricultura desde antiguo que busca la recuperación de la fertilidad de un terreno y su preparación para la siguiente siembra utilizada como una alternativa en las rotaciones. En general, los barbechos se incluyen como una alternativa más en las rotaciones (tanto de secano como de regadío) y se pueden clasificar en blancos o desnudos y en semillados o verdes. En el barbecho blanco el suelo se deja sin cultivar durante un periodo de tiempo variable y se practica una labor sobre el terreno para conseguir controlar las plantas adventicias, mejorar la infiltración de agua y su aireación, y favorecer los procesos biológicos. Este tipo de barbecho favorece en cierta medida la pérdida de suelo por erosión y la cantidad de materia orgánica, motivos por los cuales ha descendido su práctica en favor del barbecho semillado.
Los barbechos semillados consisten en establecer una cobertura vegetal en el suelo para su posterior segado con el objetivo de reducir la pérdida de tierra y la lixiviación de nutrientes hacia capas más profundas, incrementar la cantidad de materia orgánica en el terreno y ayudar al control de plantas adventicias, plagas y enfermedades asociados a cultivos específicos. Los barbechos semillados implantados con el objetivo de incorporarlos al suelo mediante su siega y elevar el nivel de nutrientes disponibles para el posterior cultivo dentro de una rotación, se denominan también abonos verdes.
Nota
En la bibliografía consultada sobre este tema, algunos autores hablan de abonos verdes únicamente cuando la cobertura vegetal se realiza con especies vegetales de leguminosas.
Los barbechos semillados o abonos verdes pueden producirse a través de la propia flora adventicia o mediante la siembra de determinadas especies vegetales, principalmente de las familias de las leguminosas, gramíneas y crucíferas. La utilización de las plantas adventicias como abonos verdes presenta el inconveniente de la diversidad de especies que pueden crecer en un cultivo y cada una de ellas con una duración de su ciclo biológico distinto. Por tanto, la utilización de la flora arvense como abono verde, debe limitarse en aquellos terrenos donde sean muy pocas las especies establecidas y puedan ser segadas al mismo tiempo, y siempre antes o inmediatamente después de iniciarse su floración.
Sin duda los beneficios de los abonos verdes se maximizan con la siembra de especies de leguminosas (trébol, veza, habas, guisantes, trébol rojo, altramuz, etc.) gracias a su capacidad de asimilar el nitrógeno atmosférico. La biomasa generada por el cultivo de la leguminosa suele dejarse en el suelo tras su siega o bien enterrarse tras una labor (descomposición más rápida). En las zonas de clima mediterráneo, la siembra del barbecho semillado suele realizarse a principios de otoño y se incorpora al suelo durante la primavera.
Sabía que...
Las plantas de la familia de las leguminosas pueden fijar el nitrógeno que se encuentra libre en la atmósfera gracias a la relación de simbiosis con unas bacterias denominadas rizobios (Rhizobium spp.). El establecimiento de esta relación se puede comprobar por la existencia de una serie de nódulos o bultitos en las raíces de estas plantas.
Las especies de la familia de las crucíferas (colza, mostaza, rábano forrajero) se caracterizan por su crecimiento rápido y en algunos casos, tras su descomposición pueden ser útiles para combatir algunos tipos de hongos (Verticillium dahliae y Helminthosporium solani). Otras especies de esta familia, tales la mostaza blanca, mostaza negra, nabo, mastuerzo, etc., dificultan tras su descomposición la germinación y desarrollo de algunas malas hierbas.
Si uno de los objetivos principales de los abonos verdes es la generación de materia orgánica, se aconseja sembrar junto a leguminosas, especies de gramíneas (avena, centeno, cebada, etc.) con el objetivo de mejorar la relación carbono/nitrógeno, su descomposición y contenido de celulosa. Además, en caso de combinar las leguminosas y gramíneas, estas últimas ayudarían a limitar también el desarrollo de malas hierbas.
Aplicación práctica
Un agricultor dedicado al cultivo ecológico de fresa está pensando establecer un acolchado plástico con la intención de mejorar la retención de humedad del suelo, favorecer un desarrollo más rápido y precoz del cultivo y controlar el crecimiento de malas hierbas. Para lograr dichos objetivos, ¿le recomendaría que la lámina plástica del acolchado fuese transparente, blanca o de color negro? Justifique su respuesta.
SOLUCIÓN
Los film de color blanco, aunque limitan el desarrollo de malas hierbas, reflejan gran parte de la radiación solar con la consecuencia reducción de la temperatura en el interior. Por tanto, estos tipos de plásticos no favorecerían un adelanto del cultivo con respecto a los cultivos no acolchados. Los transparentes son los que más poder de calentamiento del suelo poseen, más protegen de las heladas y mayor precocidad confieren aunque, por el contrario, permiten el crecimiento de malas hierbas. Los de color negro son los recomendados, ya que absorben gran parte de la radiación solar, favoreciendo el adelanto del cultivo, y controlan totalmente el crecimiento de malas hierbas.