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5.8. La concesión y uso de condecoraciones oficiales

Es imposible describir y resumir los reglamentos, la concesión y el uso de las condecoraciones que los Estados, sus entidades subordinadas y los poderes legislativo y judicial han creado para premiar los méritos y hechos destacados de manera individual o colectiva

Una aproximación a lo que se viene denominando Derecho Premial nos lleva, en primer lugar, a definir qué es una condecoración. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define condecoración como “Cruz, venera u otra insignia semejante de honor y distinción”. De la definición se deduce claramente que no existe condecoración sin que el que la concede tenga clara intención de premiar, dar honor y distinguir a quien es merecedor de la misma. Estar en posesión de una condecoración implica mérito contraído y responsabilidad asumida, y en ello radica, precisamente, la razón de ser de la misma. Las condecoraciones son creadas para premiar actitudes, virtudes y valías personales, profesionales o institucionales.

Las condecoraciones son concedidas conforme a los estatutos de una Orden o “instituto civil o militar creado para premiar por medio de condecoraciones a las personas beneméritas[35]”.

Así pues, la condecoración es el premio, mientras que la Orden es un grupo humano que se agrupa bajo un marco normativo –los estatutos de la Orden– aceptados por sus miembros. Las órdenes pueden ser civiles o militares, según dependan del ministerio de Defensa o del resto de los ministerios.


Placa, miniatura, pasador e insignia de solapa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Esta condecoración llevaba aparejada el tratamiento de “Señoría”.

Dentro de las órdenes existen categorías o grados de condecoraciones y, si están concedidas por los Estados soberanos o autoridades competentes, pueden llevar anejas el uso de un tratamiento de honor específico, como ya se indicó con anterioridad. Veamos algunos ejemplos.

En Chile, la Orden al Mérito, que fue creada para premiar a miembros de ejércitos extranjeros, tiene en la actualidad seis grados:

1 Collar

2 Gran Cruz

3 Gran Oficial

4 Comendador

5 Oficial

6 Caballero

Los grados de la mayoría de las condecoraciones están asociados normalmente al rango de las personas a quienes les son concedidas.

En Argentina, la Orden del Libertador San Martín premia a los funcionarios civiles o militares extranjeros en el ejercicio de sus funciones y tiene, también, seis grados con igual denominación que los especificados para la Orden al Mérito de Chile.

Nos detendremos un poco más a analizar la más importante Orden civil en España, la Orden de Carlos III[36], para hacer un estudio más pormenorizado de cada uno de los grados. Estos son:

1 Collar. Se concede fundamentalmente a los miembros de la Familia Real española y Jefes de Estado y Gobierno. Lleva aparejado el tratamiento de excelentísimo. Los herederos de los que hayan sido premiados con el Collar, deben devolverlo al Estado español tras la muerte del titular.

2 Gran Cruz. Reservada a los presidentes del Congreso y Senado, presidentes del Tribunales Constitucional y Supremo y ministros, entre otros. El tratamiento de quienes estén en posesión de la Gran Cruz es, también, de excelentísimo. El número de grandes cruces está limitado a 100, con alguna excepción.

3 Encomienda de número. Se concede a quienes hayan prestado notables servicios a España y, además, tengan la Encomienda con una antigüedad de más de tres años. El tratamiento es de ilustrísimo y el número de personas vivas a las que puede estar concedida es de 200.

4 Encomienda. Se concede a quienes hayan prestado notables servicios a España y, además, tengan la Cruz con una antigüedad de más de tres años. No tiene limitación de número ni tratamiento de honor asociado.

5 Cruz. El acceso a la orden se produce con esta condecoración, que no tiene límite de concesiones.


Anverso y reverso de la Cruz de Carlos III (© Fotografía: media.liveauctiongroup.net)

Dependiendo del grado de la condecoración, su colocación varía. Así, el collar se lleva por encima de todas las prendas, sobre los hombros. En España, la banda se lleva desde el hombro derecho al costado izquierdo. La encomienda se lleva en el cuello, la cruz en el lado izquierdo del pecho, sobre el bolsillo, y la placa sobre el bolsillo izquierdo de la chaqueta. La distribución de condecoraciones sobre la indumentaria se puede observar más adelante.

5.9. Los casos del Toisón de Oro y la Orden de la Jarretera

Tanto la Insigne orden del Toisón de Oro (España) como la Orden de la Jarretera (Reino Unido) –“The Most Noble Order of the Garter”– son órdenes de familia o dinásticas y no condecoraciones de Estado. La consecuencia legal de ello es que, mientras las condecoraciones oficiales las otorgan los gobiernos, las órdenes de familia a que hacemos mención son concedidas por sus Grandes Maestres o Soberanos, que las asignan según su criterio. En el caso del Toisón de Oro, el Gran Maestre es S. M. el Rey de España. La Soberana de la Orden de la Jarretera es la Reina de Inglaterra.

Estas dos órdenes son quizá las más importantes y prestigiosas en el mundo. Los factores que hacen a estas órdenes las más apreciadas del orbe son las personas –reyes– que las conceden, la antigüedad de las mismas, así como el número limitado de concesiones.

Para el caso de la Orden de la Jarretera, el número máximo de miembros es de veinticuatro (24). El tratamiento de honor para los hombres es el de Compañeros Caballeros, mientras que para las damas es el de Señoras Compañeras. Fuera de la limitación de número anterior se encuentran los miembros supernumerarios, denominados Caballeros y Damas Reales, que son tratamientos de honor reservados a la Familia Real Británica. A ellos se suman los Caballeros y Damas Extranjeros, títulos reservados a los monarcas de otros países.

La Orden del Toisón se creó con posterioridad a la Orden de la Jarretera y se inspiró en esta. Felipe III de Borgoña la creó en 1429. En principio tenía, también, un número limitado de caballeros, que se amplió con el paso del tiempo. Para pertenecer a la misma había que profesar la fe católica. De hecho, Fernando VII solicitó el permiso papal para conceder esta distinción al duque de Wellington, primer no católico que la recibió.

Lo curioso de esta Orden es que existen dos ramas de la misma, el Toisón de Oro de España y el Toisón de Oro de Austria, que se escindieron. En la actualidad, el Gran Maestre de la rama española es Felipe VI, mientras que el de la rama austríaca es el archiduque Otto de Habsburgo, Jefe de la antigua Casa Imperial de Austria.


Insignia de Gran Maestre de la Orden del Toisón de Oro (© Fotografía: Alexeinikolayevichromanov Vía Web - CC BY-SA 4.0)

5.10. El uso de la bandera nacional

Las banderas oficiales representan e identifican a las naciones. La ciencia que estudia las mismas se conoce como vexilología.

Dejaremos de un lado definiciones más o menos sentimentales y patrióticas para centrarnos en su tipología y la forma en que deben ser utilizadas.

Dada su importancia simbólica, su significado y lo que representan, las banderas preceden incluso a los Jefes de Estado y merecen tanto el máximo respeto como los máximos honores militares y civiles. Su lugar de colocación debe ser destacado y, cuando se encuentren con otras banderas, deben ser agrupadas respecto de sólidos criterios de prelación que permitan evitar que alguna de ellas destaque sobre otra cuando el rango es el mismo.

Por ejemplo, cuando se encuentran dos o más banderas nacionales, un criterio muy común de ordenación es la ordenación alfabética. Ni el tamaño, ni la altura a la que están colocadas deben diferenciar a unas banderas de otras, de manera que todas ellas reciban el mismo tratamiento y respeto, cuando tienen el mismo rango.

Es muy importante advertir que nunca deben ser modificados los colores, los escudos oficiales que contienen ni las proporciones de las mismas, que están reguladas por Ley[37]. Mucho menos se deben incluir elementos no determinados por la legalidad.

Las partes de una bandera son muy importantes por cuanto tienen diferentes empleos.

1 Paño: es la tela con la que está confeccionada la bandera.

2 Mástil: soporte de la bandera.

3 Moharra: es la punta con forma de lanza que tienen los mástiles de banderas de interior, en su extremo superior, además de las banderas que son portadas por miembros de unidades militares. Los mástiles de banderas exteriores no tienen moharra. Es sobre la moharra sobre la que se colocan lazos negros o corbatas en señal de luto. Nunca sobre el paño.

4 Regatón: es una terminación metálica para apoyar el mástil de la bandera, en su parte inferior, que es portada por miembros de unidades militares o que tienen las banderas de interior.

5 Corbata: es un lazo que se coloca en la base de la moharra y que normalmente representa una condecoración otorgada o, en el caso de ser un lazo negro, la representación del luto declarado oficialmente.

6 Tahalí-Cuja: es donde se apoya el regatón cuando la bandera es trasladada por miembros de unidades militares.

En cuanto a su forma y función, se pueden destacar dos tipos fundamentales de banderas:

 Banderas de driza[38]: son las que se atan a una cuerda que, a su vez, está sujeta a un mástil, de manera que puedan ser arriadas e izadas conforme aparezca o desaparezca el sol.Esta circunstancia del izado y arriado, que se ejecuta respectivamente cuando sale y se pone el sol, tiene especial significado porque, una vez arriada la bandera, en el ocaso del día, no se rinden honores militares. Merece la pena destacar que la bandera nacional debe ser izada con rapidez y arriada con lentitud.Bandera de España para driza, izada.

 Banderas de enastar: las banderas de enastar son las banderas que son portadas por personas –normalmente oficiales de los ejércitos– o utilizadas en el interior de edificios. En lugar de ser atadas a una cuerda, se sujetan a un mástil directamente, lo que permite manejarlas.Bandera de España de enastar para interior

Mención aparte merecen los estandartes que son insignias que usa la caballería. Al contrario que las banderas –que suelen ser rectangulares–, los estandartes son cuadrados. Su significado, valor y el respeto que se debe mostrar por ellos es el mismo que el que le corresponde a la bandera.

Se denomina también estandarte a las banderas que son izadas en barcos o los lugares en los que están presentes los Jefes de Estado. Estos estandartes contienen las armas o blasones heráldicos que corresponden al Jefe de Estado. Su función es meramente localizadora de la autoridad.


Estandarte de S. M. el Rey D. Felipe VI 39(© Fotografía: Heralder Vía Web - CC BY-SA 3.0)

Los estandartes, en forma de banderín, se llevan también, en los vehículos de autoridades para distinguirlos.


En primer término, el estandarte de S. M. el Rey, en forma de banderín, sobre el vehículo de representación que les traslada al Parlamento para su proclamación como rey. (© Fotografía: www.casareal.es / Casa de S.M. el Rey / Borja Fotógrafos)

No entraremos aquí a describir los saludos militares a la bandera, como puedan ser los saludos a la voz o al cañón, que trataremos más adelante. No obstante, sí es necesario conocer que los honores a la bandera nacional son siempre los máximos. En España los custodios de la bandera nacional son las Fuerzas Armadas y a ellas corresponde rendir honores a la misma. Dichos honores quedan reflejados en el Real Decreto 684/2010, de 20 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento de Honores Militares, en el que también están especificados los honores militares que se han de rendir a las altas autoridades del Estado nacionales y extranjeras.

Los militares conocen perfectamente qué se debe hacer para recibir y despedir la bandera. No ocurre lo mismo con el público en general. En lo que se refiere a personas no uniformadas, lo más importante que se debe conocer respecto al saludo a la bandera nacional de cualquier país es lo siguiente:

1 Todos los actos en los que la bandera nacional es escoltada por miembros de las Fuerzas Armadas o uniformadas deben ser considerados solemnes. Se requiere, por ello, un especial código de indumentaria, tanto para uniformados como para los que no lo son.

2 La bandera nacional es recibida por el público en pie y en silencio desde el momento en que suenen los acordes del himno nacional.

3 Si la bandera nacional, en su movimiento, pasase por delante de los espectadores, sea cual fuere su condición, se inclinará la cabeza tres metros antes de su paso por el frente y se mantendrá inclinada hasta tres metros después de que la bandera hubiese sobrepasado el frente del espectador.

4 Si la bandera nacional permaneciese inmóvil y los espectadores tuvieren que pasar delante de la misma, pararán a su altura, le darán frente y la saludarán con una inclinación de cabeza. Finalizado el gesto, continuarán su camino.

5 La bandera es despedida de la misma forma en que es recibida, es decir, en pie y en silencio.

Finalmente, merece la pena señalar que hay naciones que tienen regulados absolutamente todos los aspectos relacionados con el uso de la bandera y sus himnos nacionales y que contemplan gran variedad de la casuística que rodea el uso de la simbología nacional.

Entre las naciones que han desarrollado normas completas para el uso de las banderas nacionales es obligado destacar a los EE. UU., que llegan a regular desde el modo en que se ha de plegar la bandera hasta el lugar donde se colocan las miniaturas que la representan en la indumentaria de hombres y mujeres. Así, sus normas establecen, por ejemplo, que las insignias que representen a la bandera pueden llevarse en la solapa, al ser consideradas réplicas, “cerca del corazón40”. Además, se prohíbe expresamente poner sobre la bandera marcas, insignias, letras, palabras, números, figuras o dibujos. El ceremonial para su plegado y custodia, así como los lugares donde se puede colocar e incluso la forma de destruirla, quedan reflejados en “The United States Flag Code”, contenido en Capítulo 1 del Título 4 de su Código Civil, y que es muy recomendable leer por lo explícito y detallado de su redacción.

5.11. El protocolo oficial y su aplicación en la empresa

Hay un aspecto del protocolo de empresa que es obligado destacar y que tuve el honor de defender en el Foro Profesional para el estudio del R. D. 2099/83, de 4 de agosto, que regula las precedencias en España. La Federación Española de Municipios y Provincias de España nos convocó a ese encuentro a profesionales del protocolo oficial y empresarial con la finalidad de intentar enriquecer la normativa existente o promover otra nueva. Yo defendí el derecho que tiene la empresa a ordenar a sus cargos y a sus invitados –sean cargos públicos o no– como a su derecho convenga y sin tener en cuenta la norma oficial. Basé mis argumentos en la propia norma oficial española, que establece las precedencias solo para actos oficiales, no para los actos de empresa o sociales.

En España, el Real Decreto 2099/83 de precedencias –en vigor en el momento de la publicación de este libro– especifica en su art. 1º: “El presente Ordenamiento general establece el régimen de precedencias de los cargos y entes públicos en los actos oficiales”. No da lugar, entonces, a que una empresa tenga la obligación legal de ordenar a sus invitados conforme establece una norma de cuyo ámbito de aplicación la empresa está, desde el principio y por indicación de la propia norma, excluida.

Aun cuando no cabe la menor duda de que en España la norma oficial de precedencias no es de aplicación en la empresa, la mayoría de las empresas la asumen y lo más usual es que se respete la precedencia entre cargos públicos cuando asisten a actos no oficiales.

Lo mismo ocurre en Argentina, en cuyo Decreto 2072/1993 se establece que el ámbito de aplicación de la lista de precedencias lo es en “[…] todos los actos, recepciones y ceremonias de carácter público y oficial“, quedando excluidos, por lo tanto, los actos de carácter empresarial o los sociales.

Caso diferente es, por ejemplo, el orden de precedencias que se establece en los Estados Unidos de Norteamérica41, en cuya norma se dispone que el orden de los cargos lo es también para los actos sociales.

Desde mi punto de vista, dando por sentado que la precedencia solo debería indicar preferencia en el lugar, son dos las ventajas destacables de la lista de precedencias de los EE. UU.:

1 La elaboración de la lista de precedencias es competencia del Presidente de los EE. UU. Por lo tanto, en cada legislatura puede ser modificada y, en su caso, mejorada y enriquecida tantas veces como sea necesario. El Presidente siempre tiene en su mano la posibilidad de adelantar o retrasar en el ordenamiento a los responsables políticos e incluso a los de determinadas instituciones no oficiales.A priori, esta posibilidad de cambiar precedencias según preferencias del Jefe del Estado parecería difícil de digerir desde el punto de vista democrático pero la legitimidad la dan las urnas y al cargo de Presidente de los EE. UU. se llega, precisamente, por medio de ellas.

2 Su aplicación es universal. Es decir, allá donde se encuentren dos o más componentes de la lista de precedencias, deben ser ordenados conforme a lo especificado en la misma. En EE. UU., las precedencias afectan a los miembros civiles del gobierno, a los militares y a algunas figuras que nada tienen que ver con las estructuras de poder ejecutivo. La norma de precedencias se aplica tanto en actos oficiales y empresariales como en los sociales y, además, no solo tienen validez interna, sino que se ponen en práctica fuera de la nación, también.

5.12. Protocolo empresarial

Caso diferente del protocolo oficial es el del protocolo empresarial. Mientras que aquel tiene por finalidad la de escenificar y trasladar la imagen institucional pública a la sociedad, el protocolo empresarial está asociado al principal objetivo empresarial: ganar dinero. Es por ello que toda acción pública debe estar supeditada a la consecución de este fin y, con las limitaciones de la ética profesional y lo establecido por la legislación vigente, la flexibilidad de procedimientos y modos de actuación debe marcar el rumbo de la puesta en escena de cualquier acto empresarial y la actuación de sus profesionales.

Tan flexible es el protocolo empresarial que la mayoría de las grandes empresas no han llegado a determinar o establecer precedencias empresariales y procedimientos, de forma explícita, para la organización de sus actos. Es sencillo entender este modo de proceder porque lo que hoy es muy importante para la empresa, mañana deja de serlo. Frente a la rigidez del protocolo oficial, el empresarial es absolutamente flexible.

La movilidad y el refresco constante de personas y estructuras orgánicas, entre otros factores, hacen que el establecimiento de precedencias sea objeto difícil de alcanzar, con independencia del escaso rendimiento económico y lo absurdo que resulta, a veces, establecer precedencias empresariales.

No obstante, algunas corporaciones han observado la necesidad de unificar criterios en materia de organización de actos de forma que la acción comunicativa siga una misma dirección y sentido de actuación. Se tiende ahora al establecimiento de procedimientos válidos para todos los departamentos de manera que cualquier acción mediática que se produzca lleve, hasta el posible cliente, los mensajes clave que a la empresa importan, con independencia del área de la misma que los organice.

Lo realmente importante para una empresa es proyectar su imagen adecuadamente para comunicar las bondades de sus productos y ampliar sus mercados.

Por otro lado, parece que el conocimiento de las normas sociales y su protocolo de actuación son necesarios para satisfacer las necesidades de clientes y negociar con éxito con personas de otras culturas. Al razonamiento anterior se añade la internacionalización empresarial y los procesos de globalización, que han hecho que la mayoría de las medianas y grandes empresas incluyan en sus programas formativos materias como la organización de actos empresariales y el estudio de las conductas de éxito en relación con otras culturas que ayuden al éxito de los negocios.

Cabe destacar que las grandes empresas actúan, en lo que a protocolo se refiere, de una forma compartimentada. Las direcciones generales y las secretarías generales siempre cuentan, en sus estructuras operativas, con empleados especializados en la organización de actos que operan de forma descentralizada e independiente. Tanto es así, que los jefes de protocolo lo son de los consejeros delegados o presidentes y no tienen, en general, potestad para coordinar, dirigir o siquiera aconsejar en los actos que organizan otros departamentos diferentes y quizá subordinados al suyo.

Es en lo más alto de la pirámide empresarial donde se exige una mayor formación, experiencia y, por tanto, especialización en materia de protocolo.

En la mayoría de los casos, las empresas no disponen de gabinetes especializados en protocolo, sino que los empleados competentes en la técnica protocolaria pertenecen a los gabinetes de prensa, relaciones públicas, relaciones institucionales o marketing. El protocolo comparte objetivos con estas cuatro importantes áreas de la organización empresarial y el responsable de alguna de ellas suele ser, también, el jefe de protocolo.

Al protocolo empresarial, por tanto, le afectan:

 La normativa relacionada con el protocolo oficial. Los políticos atraen prensa y la organización de actos empresariales con la presencia de responsables políticos es una de las formas de minimizar gastos en actos promocionales.

 Las técnicas de organización de actos que utiliza el protocolo oficial. Si la misión del protocolo oficial es presentar de modo adecuado el poder político a la sociedad, en el protocolo empresarial la organización de actos tiene por objeto vender su imagen y sus productos, así como mejorar la percepción de clientes y atraer a futuros compradores.

 La comunicación empresarial. La colaboración con los responsables de comunicación de la empresa debe ser estrecha para sumar fuerzas que actúen en el mismo sentido.

 Las relaciones públicas y las relaciones institucionales, así como la atención a clientes estratégicos.

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