Kitabı oku: «Mitad», sayfa 2
(8)
Cada uno de nosotros una cosmicidad. En pie
en pie en pie. De comprar el pan hacia el cielo
rebanado.
(9)
Una demanda de ser que
no soy yo pero sabe
mi nombre. Gritó desde el primer día.
No se irá conmigo.
Eso te muestro a ti también, niña mía.
(10)
Son los cuerpos amados, no
el amor. Ambos existen.
(11)
Las palabras como un maizal.
No huyas pero bate brazos.
Lo que vas a tener no son palabras.
Lo que vas a perder no son palabras.
(12)
Qué me aterra tanto.
De qué lado del pecho
queda el afuera.
(13)
Las dos mujeres se tienden
a oscuras. Ella habla largamente dice
el amor cambia las personas cambian el sexo
no nos preexiste. Luego vuelve a dormirse.
(14)
Una mujer se cansa por todas.
(15)
El cuerpo se encuentra con sus deshielos.
A lo largo de una vida; varias veces.
(16)
El entusiasmo de la niña es
el mantel del mundo una y otra vez
vuelto a tender. Por nadie,
a su través. Es don. El resto
brida; tensión morida.
(17)
A la luz de la intemperie.
Esta frase la escribe otra
pero es mi mano. Se tiemblan.
(18)
En la cuenta de qué caída merece
esta quita de clavos.
(19)
Naturalidad y aberración de los finales.
Miro eso; no lo miro. Qué
será más frontal.
(20)
Averiguar. Para nada.
Las olas, para nada.
Ahora
vendría un verso que prestigiara el caminar.
(21)
Los pies de un niño están
pero aún no son. Eso conmueve. El pan
operado por la levadura, el calor
al cuerpo en marcha hacia su consumación.
(22)
Amor, si esto es el final, está
principiando. Igual la vida en el bebé
glaseado.
Así tectónica, no temo.
(23)
Como tú y hasta ti yo vivía
en el corazón del juego. Principio
y fin cadenas montañosas embaucadas
de su bruma. Dinosáuricas narraciones.
El mí en su pliegue ennudecido.
No trascender las lindes del naipe; saberlo villorrio.
Ese pundonor chico.
Pareciera que la herida es pensarse.
La herida eres tú también bajo el sol del final.
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