Kitabı oku: «Comprendiendo las parábolas de Jesús», sayfa 2
Historia necesaria
Conocer la historia de la interpretación implícitamente es un requisito previo para estudiar las parábolas de Jesús. Esa historia se ha contado muchas veces y no necesita que se repita aquí.7 Sin embargo, debemos mencionar dos partes esenciales de la historia, pues ellas determinan de una forma u otra casi toda la interpretación moderna de las parábolas. Primero, la tendencia casi universal de los intérpretes hasta finales del siglo diecinueve era alegorizar las parábolas.8 Alegorizar es la práctica interpretativa de hacer una alegoría lo que no es alegoría. O sea, las personas han leído en las parábolas elementos de la teología eclesiástica que tienen poco que ver con las intenciones de Jesús. Un ejemplo revelador, y citado muchas veces, de alegorización es la interpretación de Agustín de la parábola del Buen samaritano (Lc 10.30-37), en la cual da una interpretación teológica casi a cada elemento de la parábola: el hombre es Adán; Jerusalén es la ciudad celestial; Jericó es la luna, que representa nuestra mortalidad; los ladrones son el diablo y sus ángeles que despojan al hombre de su inmortalidad y lo hieren persuadiéndolo a pecar; el sacerdote y el levita son el sacerdocio y el ministerio del Antiguo Testamento; el buen samaritano es Cristo; la curación de las heridas es la restricción del pecado; el aceite y el vino son el consuelo de la esperanza y el ánimo a trabajar; el burro es la encarnación; la posada es la iglesia; el día siguiente es la resurrección de Cristo; el dueño de la posada es el apóstol Pablo; y los dos denarios son los dos mandamientos de amor o la promesade esta vida y en el mundo venidero.9 ¡Con esta interpretación muy poco reflejamos el propósito de Jesús al contar esta parábola! Otro ejemplo es la interpretación de Gregorio el Grande de la parábola de la higuera estéril (Lc ١٣.٦-٩): las tres veces que el dueño viene a buscar fruto en la higuera se interpreta como la venida de Dios al mundo antes de la ley, su venida al escribirse la ley, y su venida en gracia y misericordia en Cristo. El viñador representa a los que gobiernan la iglesia, mientras que cavar y abonar refieren la reprensión de los infieles y la memoria del pecado.١٠
La práctica de alegorizar no empezó con la iglesia; aparece en algunos escritos de Qumrán, como 1QpHab 12.2-20 (interpretando Hab 2.17), su uso es frecuente en los escritos de Filón y por los intérpretes helénicos de Homero y Platón. La alegorización posterior de la iglesia se basó en la hipótesis que la Escritura podría tener cuatro niveles de significado: el sentido literal, el sentido alegórico-teológico, el sentido ético y el sentido celestial que refleja la bienaventuranza del futuro.11 Era aceptable tener varias interpretaciones alegóricas de un mismo texto. Las quejas contra las alegorizaciones,12 aun de personas que la practicaban, surgieron a principios en la historia de la iglesia pero, conforme notaremos implícitamente en todas las parábolas, se suponía que la alegorización era la clave para la interpretación de las parábolas.
Alegorizar es más una meditación del texto que su interpretación, por tanto se debe tener cuidado al evaluar a los que alegorizan. Personas como Agustín no son ignorantes, y quienes alegorizaban disfrutaban una relación viva con el texto y estaban convencidos que el texto tenía poder para dirigir sus vidas. Es más, ellos no basaban su doctrina en la exégesis alegórica, sino que establecieron controles para prevenir excesos como limitar a los que puedan participar de ese método interpretativo y términos dentro de los cuales debían trabajar.13 Además, alegorizar no es una forma legítima de interpretación. Confunde el mensaje de Jesús, reemplazándolo con la enseñanza de la iglesia o de alguna ideología. Tal procedimiento interpretativo supone que uno conoce la verdad antes de leer el texto y encuentra la verdad en paralelo con el texto que se lee, aún si el texto tratara otro tema. No es necesario ser genio para percatarse que los eruditos actuales rechazarían la alegoría con venganza; sin embargo, aun con tal oposición, la alegoría siempre encuentra su camino de vuelta en la interpretación.
Nadie ha rechazado la alegoría y la alegorización tanto como Adolf Jülicher, erudito alemán del NT, cuya influencia es la segunda pieza elemental para entender la historia de la interpretación de las parábolas. La obra de dos volúmenes de Jülicher sobre las parábolas a fines del siglo diecinueve, ha dominado el estudio de las parábolas aunque no haya sido traducida.14 En su guerra contra la alegorización, Jülicher rechazó completamente la alegorización y la alegoría como género literario. Negaba que Jesús empleara la alegoría, la cual él definía como una serie de metáforas relacionadas, o características alegóricas, donde un punto de una historia “significa” en realidad algo diferente. Aunque él sabía que el AT tenía alegorías, argüía que la alegoría era muy compleja para Jesús, un predicador galileo simple. Al contrario, Jülicher decía que las parábolas de Jesús eran comparaciones simples y evidentes, sin necesidad de interpretación. Por tanto, rechazó completamente las interpretaciones de sentido alegórico que hacía la iglesia. Más aún, donde aparecen alegorías o rasgos alegóricos, como la parábola del Sembrador y la de los Labradores malvados, se debe culpar a los evangelistas. Debido a la influencia de las perspectivas de judíos helenistas de las parábolas, los evangelistas, según la opinión de Jülicher, malinterpretaron las parábolas de Jesús y supusieron que éstas tenían una función encubierta (Mr 4.10-12), y las cambiaron en dichos oscuros y misteriosos.15 Jülicher consideró que las parábolas eran símiles extensos, mientras que las alegorías eran metáforas extendidas. Consideraba el símil y la parábola como un discurso literal fácil de entender, mientras que la metáfora y la alegoría eran discursos inexactos,16 que expresan una cosa y significan otra. Además, opinaba que la metáfora y la alegoría era discurso indirecto, oculto, que necesita ser decodificado, y él no permitía la combinación entre parábola y alegoría, rechazaba las “formas mezcladas”. No podía haber duda sobre algunos puntos de contacto entre la imagen (Bild, en alemán) y el objeto (Sache) reflejados, como sucede con la alegoría, ya que las parábolas de Jesús podían tener solo un punto de contacto (un tertium comparationis) entre la imagen y el objeto. Ese único punto normalmente es una máxima religiosa general. El propósito de Jesús no era ocultar y, por lo tanto, sus parábolas no se pueden considerar como alegorías. Conforme este método, se reduce la enseñanza de Jesús a un moralismo piadoso concerniente a Dios y el mundo. Además, mediante el argumento de que los evangelistas habían alterado las parábolas de Jesús, Jülicher abrió la puerta a los intentos de reconstruir la versión original de las parábolas.17
Los ataques al enfoque de Jülicher empezaron poco después de la publicación de su obra, y han seguido hasta hoy. Por décadas se rechazaron argumentos válidos contra Jülicher, pero eso fue como disminuir el agua de un barco en naufragio. En la actualidad, se han desechado la mayoría de los argumentos de Jülicher. Casi nadie sigue hoy a Jülicher, aunque afirmen o parezcan afirmar sus esfuerzos. Desde el principio, Paul Fiebig razonó que Jülicher obtuvo su entendimiento de las parábolas de la retórica griega en vez del mundo hebreo, donde las parábolas alegóricas y las “formas mezcladas” eran comunes.18 Mientras más atención se preste a las parábolas judías, uno menos se impresionacon las explicaciones de Jülicher. Las parábolas no necesariamente son sencillas y ninguna literatura se explica por sí misma. Muchos eruditos reconocen que Jülicher había rechazado la alegoría, un género literario, mientras que el problema radicaba en la alegorización, el método interpretativo para comprender de las parábolas una teología que Jesús no proponía.19 Algunos arguyen que la alegoría no es un género literario sino una forma de pensar que se encuentra en varios géneros literarios.20 Otros arguyen abiertamente a favor de la alegoría, y algunos son culpables de su propia alegorización y, como veremos, aun Jülicher no pudo evitar encontrar múltiples correspondencias en algunas parábolas.21 Pocos aceptarían hoy la definición de metáfora que ofrece Jülicher, pues la mayoría considera las parábolas como una expansión de las metáforas, no de los símiles.22 Prácticamente nadie acepta el argumento de Jülicher que las parábolas dan máximas religiosas generales.
A pesar de que los argumentos de Jülicher son inadecuados, el marco de referencia para la interpretación de las parábolas surgió por el conflicto entre la alegorización por parte de la iglesia y el rechazo de Jülicher tanto de la alegorización como de la alegoría. Este marco de referencia se utiliza aún hoy, a pesar de que muchos nunca han oído de Adolf Jülicher. La pregunta clave es, y siempre ha sido, cuánto se necesita para entender una parábola. “¿Representan” todos los elementos de la parábola algo en la realidad? Si hubiera alguna “correspondencia” entre la imagen y la realidad, ¿se debería asignar esa correspondencia a los evangelistas? El temor de caer en la alegoría muchas veces a llevado a que se reescriban las parábolas, que con frecuencia resulta en la eliminación de las introducciones y las conclusiones de la parábola. Tal reconstrucción de parte de los eruditos es común en la actualidad, aún cuando los que la realizan se quejan de su naturaleza hipotética.23
El análisis de cada parábola en los próximos capítulos mostrará partes de esta historia de la interpretación de la parábola pero, sin que importe el método que uno tome, las parábolas se encuentran entre las historias de más abuso y maltrato que se hayan relatado. Por siglos, tanto pastores como eruditos las han tergiversado, abreviado, alterado, reformado y analizado psicológicamente. Si es cierto que Jesús es la fuente en el cual cada teólogo vierte sus ideas, entonces las parábolas son el recipiente que éste usa con frecuencia para exponer esas ideas. La iglesia hizo que ellas reflejen teologías que no eran el propósito de Jesús. Los eruditos las han reescrito para obtener supuestamente un original, una forma más compatible y comprensible de las comunidades evangélicas. Eruditos y pastores las apartaron de su propósito original para promover agendas de sociología u homilías. Las parábolas son, si no frágiles, por los menos vulnerables y han sido manipuladas por todo tipo de propósitos teológicos, políticos, sociales y personales. Pero las parábolas de Jesús no desaparecen calladamente en la noche; son poderosas y tercamente demandan nueva atención en la expresión de su mensaje. En última instancia son resistentes, y dicen: “Vuélveme a leer.”
¿Qué es una parábola?
Cualquier cosa que se diga sobre las parábolas, ya sea por definir o explicar sus características, es cierto. Por esta razón, se debe tratar cada parábola individualmente, conforme a su propia función, y no suponer que se parece o funciona como otras. Con frecuencia se define a la parábola como una ilustración, debido a una “falacia etimológica” que obtiene el significado de la raíz griega paraballō, que literalmente significa “arrojar al lado” o “arrojar juntamente con”. Por esto las personas consideran las parábolas comohistorias terrenales con mensajes celestiales. Aunque hay cierta verdad en esta afirmación, esta no es una buena forma de entender las parábolas del NT. Las parábolas son más que ilustraciones y, aunque algunas de ellas aluden a la escatología futura, no se refieren al cielo. Ellas enfocan a la vida terrenal.
Por cierto, es posible que ninguna definición de parábola sea suficiente, porque cualquier definición que por ser tan amplia cubre todas las formas de las parábolas, no será precisa y por ende tampoco útil. Debemos mencionar algunas definiciones famosas. En el libro The Teaching of Jesus, T. W. Manson dijo que “Una parábola es una creación literaria en forma de narrativa diseñada para describir un tipo de carácter a modo de advertencia o ejemplo, o para encarnar un principio del gobierno de Dios en el mundo y sobre los hombres [sic]”.24 Las parábolas disertan de Dios y el mundo, pero no todas son narrativas. C. H. Dodd afirma que las parábolas “son la expresión natural de la mente que considera la verdad en ilustraciones concretas en vez de concebirlas como abstractas”,25 y su definición se repite con frecuencia. “En su forma más simple, la parábola es una metáfora o símil que se obtiene de la naturaleza o de la vida cotidiana, que capta la atención del oyente por su vivacidad o su peculiaridad, y deja suficiente duda sobre su aplicación precisa para provocar el pensamiento activo.”26 En sentidotécnico, una parábola es mucho más que una metáfora o un símil y, aunque esta definición es útil para entender muchas de éstas, para otras no funciona. Algunas parábolas no son ni vívidas ni raras (Mc 13.28). Otras son claras de cómo aplicarlas. Paul Ricoeur describió las parábolas como “la unión de una forma narrativa con un proceso metafórico”.27 Esta es una definición útil, pero algunas parábolas, debido a la forma que el NT emplea la palabra parabolē, no son narrativas, y algunas no son metafóricas o, por lo menos, se debate si lo son o no. La definición de fábula (mythos), el género al que pertenece la parábola, de Zeno (primer siglo d.C.), es mucho mejor, y dice: “un dicho ficticio que describe una verdad.”28 O, mejor aún, según las palabras de un poeta moderno, las parábolas son jardines imaginarios con sapos de verdad.29 Ellas crean un mundo imaginario que reflejan la realidad. Se ha dicho que las fábulas son maniobras tácticas para incitar una nueva forma de pensar y que su autor las usa para manipular.30 Este es el caso con las parábolas. Relativo es la definición de mashal (palabra hebrea que corresponde al griego parabolē) como “un relato sugerente con un propósito ulterior”.31 Las parábolas son una forma de comunicación indirecta con la intención de “engañar al oyente hacia la verdad”.32 Los rabinos afirmaban que las parábolas eran como muletas para entender la Torá; antes de las parábolas, nadie entendía la Torá, pero cuando Salomón y otros inventaron las parábolas, la gente comprendió.33 Así también, podemos decir que las parábolas de Jesús sirven para entender sus enseñanzas sobre el Reino.
Debemos reflexionar con diligencia el trato de Søren Kierkegaard sobre la comunicación indirecta.34 Kierkegaard nos ayuda a entender que la comunicación directa es importante para transmitir la información, pero el aprendizaje es más que la información, en particular cuando la gente piensa que ya han entendido. Las personas levantan sus defensas contra la comunicación directa y aprenden a conformar el mensaje a los canales de la realidad de su entendimiento. La comunicación indirecta es como abrir camino a través de una ventana en la parte posterior de la casa y confronta lo que pensamos con la realidad. Las parábolas son comunicación indirecta.
Si el significado es el valor que se asigna a un conjunto de relaciones, entonces las parábolas proveen un nuevo conjunto de relaciones que nos permite (o fuerza a) entender de forma fresca. Las parábolas funcionan como un lente que nos permite ver la verdad y corregir la visión distorsionada. Nos permiten ver lo que de otra forma no veríamos, y suponen que deberíamos observar, y ver una realidad específica. No son pruebas de Rorschach; son narrativas que tienen intención, analogías que nos capacita para percibir la verdad. Excepto cinco parábolas de Jesús… ellas son historias con dos niveles de significado: el nivel de la narrativa, mediante la cual percibimos y el nivel de la verdad, que muestra la realidad que representa.35
La meta inmediata de una parábola es cautivar el interés y, por ser interesante, cautiva la atención y desarma al oyente. El objetivo primordial de una parábola es despertar el entendimiento, estimular la conciencia y mover a la acción. La razón fundamental que las parábolas de Jesús son narrativas con intención, como veremos, se debe a que son instrumentos proféticos, especialmente para aquellos que tienen un mensaje de Dios. No aparecen en secciones de la Biblia centradas en la Torá, la historia o en los escritos de la iglesia primitiva.36 Las emplean aquellos que tratan que el pueblo de Dios se detenga, reconsidere sus caminos y cambie su comportamiento. Las parábolas de la Biblia revelan qué tipo de Dios es Dios y cómo obra, muestran qué es la humanidad, y qué ella puede y debe ser.37 Las parábolas no son meramente informativas. Al igual que los profetas antes de él, Jesús empleó las parábolas para provocar el pensamiento y estimular una respuesta en relación con Dios.38 Por lo general, las parábolas incluyen los oyentes, llevan a la reflexión y promueven la acción.Ellas son argumentos decisivos dirigidos a un auditorio lento o testarudo.39 Ellas tratan de impulsar a la acción que el Evangelio merece y que el Reino demanda. Uno de los mayores problemas de las iglesias cristianas, y del cristianismo occidental en particular, es nuestra inflexible pasividad. ¡Las parábolas nos constriñen, literalmente por amor de Cristo, a hacer algo! Las parábolas no buscan la “moralidad fácil” por la que Kierkegaard lamenta, más bien que seamos cargadores radicales de la cruz, una respuesta que imita a Dios digna de llamarse “conversión”.
Entonces, en la mayoría de los casos, una parábola es una analogía ampliada que se emplea para convencer y persuadir. Como veremos, esta es la forma que antiguamente los griegos también emplearon el término, y es bastante amplia para cubrir la mayoría de las formas que los evangelistas aplicaron la palabra. La lógica de las parábolas de Jesús es analogía proporcional.40 En relación con los vocablos alemanes Sache y Bild, en castellano usamos los términos tenor y vehículo para explicar cómo funciona una analogía. Tenor refiere al tema que se compara, el asunto que se trata de entender; vehículo refiere a la imagen gráfica, la parábola, el instrumento por el cual se comprende la idea. Una analogía explícitamente o implícitamente busca uno o más puntos de semejanza. Por ejemplo, un discípulo es para Dios (tenor) como un esclavo es para su maestro (vehículo) con respecto a una obligación insuperable (punto de semejanza).41 Según John Sider, cada parábola conocida como tal en los Evangelios tiene más de un punto de semejanza, exactamente lo opuesto de Jülicher.42 La analogía, por su misma naturaleza, fácilmente se puede convertir en “alegórica”.
¿Cómo se deben clasificar las parábolas?
No todas las parábolas son iguales. El ordenamiento de las parábolas en diferentes categorías no es un ejercicio vano,43 ni una imposición de formas helenísticas en las parábolas judías si se reconoce que hay distintos tipos de parábolas. Las clasificaciones pueden meternos en problemas, puesto que las parábolas no necesitan conformarse a nuestra clasificación; aun dentro de una misma categoría, las parábolas son tan variadas como el lenguaje mismo. Por otro lado, el ordenamiento provee entendimiento conforme encontramos las pistas de parábolas relacionadas, para saber qué cambios interpretativos deberíamos hacer. El ordenamiento es nuestro, y no de Jesúsni de los evangelistas. Sin embargo, cuanto más comprendamos las similitudes o las disparidades que hay entre parábolas,mejor entenderemos su funcionamiento y mayor percepción tendremos de sus características. Ningún esquema de ordenamiento es perfecto y otras descripciones se pueden usar además de la mía.44 Lamentablemente, aún cuando las personas emplean las mismas palabras, ellas no siempre indican lo mismo.
Antes de describir el ordenamiento de las parábolas, necesitamos comprender que la palabra griega parabolē tiene un significado más amplio que la palabra castellana “parábola”. Consecuentemente, en los estudios bíblicos la palabra “parábola” tiene, por lo menos, tres significados diferentes. Primero, parabolēs se puede usar para casi cualquier dicho comparativo que intenta provocar reflexión. Se emplea para describir un proverbio como: “Médico, cúrate a ti mismo” (Lc 4.23);45 un acertijo: “¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?” (Mc 3.23); una comparación (Mt 13.33), un contraste (Lc 18.1-8), e historias simples (Lc 13.6-9) y complejas (Mt 22.1-14). Si “alegoría” es un género, entonces parabolē está también llena de alegorías completas (Mr 4.3-9). (Para una lista de las cincuenta veces que el NT usa la palabra parabolē, véase el Apéndice 1.) Todos estos significados derivan del sustantivo hebreo mashal, que generalmente se traduce parabolēen la LXX (veintiocho de las cuarenta veces) y es aún más amplio que parabolē. Además, mashal puede referir una burla, un oráculo profético o un sobrenombre. Cualquier dicho oscuro que provoque la reflexión es un mashal. (Véase el Apéndice 2, respecto del empleo del sustantivo y las formas verbales de mashal en el AT, y el Apéndice 3, sobre el uso de parabolē en la LXX.) En efecto, G. Gerhardsson clasifica casi todos los dichos de Jesús como meshalim (plural de mashal) y los divide en meshalim aforísticos y meshalim narrativos.46 Pero, como el mismo Gerhardsson admite, necesitaremos mayor precisión que ésta.
Segundo, también se puede emplear “parábola” en un sentido más restringido para aludir a cualquier analogía (ya sea una historia con doble significado o no), una definición que puede prescindir proverbios, acertijos y formas no narrativas. Tercero, un significado de “parábola” incluso más restringido proviene de la obra de Adolf Jülicher que distingue las parábolas (Gleichniserzählungen,en alemán) de las similitudes (Gleichnisse), narrativas de ejemplo (Beispielerzählungen), y alegorías (Allegorien), estas últimas, por supuesto, fueron rechazadas por Jülicher. De modo que, las similitudes, las narrativas de ejemplo y las alegorías son todas parábolas bajo la definición mencionada, técnicamente y bajo esta definición más restringida, hay una diferencia. Estas cuatro categorías todavía se utilizan, pero hay bastante confusión. Hay debate considerable sobre si la alegoría y las narrativas de ejemplo son categorías legítimas, respecto a qué califica como una similitud y si se puede o no distinguir siempre las similitudes y las parábolas.
Si dejamos de lado por el momento los debates de las categorías de narrativas de ejemplo y alegorías, solo queda las similitudes y las parábolas narrativas, y algunos se contentan en emplear solamente estas dos categorías.47 La sencillez es atractiva, pero no hace justicia a la variedad de formas. Incluso con la palabra “similitud” hay confusión. Jülicher usó el alemán Gleichnis que, por lo general, se traduce “similitud”, para cubrir dichos parabólicos (como, ciegos guía de ciegos en Mt 15.14 / Lc 6.39),48 el proverbio: “Médico, cúrate a ti mismo” (Lc 4.23) y las parábolas del constructor de la torre y el rey que va a la guerra (Lc 14.28-32).49 La mayoría hoy emplea correctamente el término “similitud” con un sentido mucho más limitado, y refieren a los dichos parabólicos o aforísticos como una categoría separada.50 Estos dichos aforísticos breves son generalmente comparaciones simples, como: “Ninguno puede servir a dos señores” (Mt 6.24 / Lc 16.13), y no trataremos en este libro.
Según argüía Kierkegaard, si las parábolas son medios indirectos de comunicación,51 entonces la mayoría de las parábolas de Jesús son comunicación indirecta doble, ya sean similitudes o parábolas narrativas. La comunicación directa se dirige al oyente sobre el tema a disposición. Por ejemplo, la comunicación directa sobre el Reino puede decir: “El reino es de valor supremo y vale todo lo que tú puedas dar.” La parábola del tesoro en el campo es comunicación indirecta doble porque no habla al oyente/lector sobre el tema a mano. Ella usa otra persona (la que halla) y otro tema (el tesoro) para dirigirse indirectamente al oyente. La parábola del hijo pródigo y el hermano mayor es comunicación indirecta doble. Esta trata sobre un hombre y sus hijos, no los oyentes/lectores, pero emplea otras personas y otro tema (sus relaciones) para hablar de Dios, de la relación con Dios y la de seres humanos entre sí. Una y otra vez notaremos esta doble falta de dirección.
Sugiero la siguiente clasificación, que es menos confusa y de mayor ayuda, para tratar las parábolas:
• dichos aforísticos
• similitudes (doble indirecta)
• parábolas interrogativas (doble indirecta)
• parábolas narrativas, de las cuales hay tres distinciones adicionales:
• parábolas narrativas de doble indirecta
• parábolas jurídicas, un tipo particular de parábola narrativa de doble indirecta
• parábolas narrativas de indirecta simple
• parábolas “cuánto más”
Debido a que no trataremos los dichos aforísticos, por razones prácticas emplearemos seis designaciones para las parábolas: similitudes, parábolas interrogativas, parábolas narrativas de doble indirecta, parábolas jurídicas, parábolas indirectas simples y parábolas “cuánto más”. Estas categorías se han determinado tanto por su forma como por su función. Con excepción de las parábolas “cuánto más” y las jurídicas, las categorías son mutuamente exclusivas. Las parábolas jurídicas son un tipo de parábolas de doble indirecta, y la lógica de “cuánto más” se puede usar con otras categorías. Estos seis tipos de parábolas merecen ser distinguidas, y ahora explicaremos sus características.
1. Similitudes. Si un símil es una comparación explícita que usa el comparativo “como” (en “Son como ovejas sin pastor”), las similitudes son símiles extensos. Con frecuencia se dice que ellas relatan un evento típico o recurrente o un proceso en la vida real, y que se expresan en el tiempo presente, pero ni lo uno ni lo otro es cierto. El tiempo no es un factor válido para distinguir formas. Algunos textos tienen dos o más tiempos verbales, y algunos usan el aoristo (como la parábola de la levadura en Mt 13.33).52 La similitud tampoco es necesariamente un evento típico o recurrente. ¿Encontrar un tesoro es algo típico o recurrente? La pauta de qué es una similitud se observa en la extensión de una analogía que carece de desarrollo de la trama. Es más que una comparación simple y puede incluir varias acciones o un período de tiempo. Por ejemplo, el Reino es como una mujer que tomó levadura y la escondió en tres medidas de harina hasta que todo fue leudado. Hay acción pero no trama, no se observa un problema que necesite solución o desarrollo de una situación de modo que haya una historia.53 Las similitudes, en ocasiones llamadas parábolas en sentido estricto, por lo general son más directas, menos afrentadoras y representativas que otras formas más desarrolladas. O sea, no dependen de las correspondencias entre las características individuales y la realidad para determinar el punto. (P.ej., el hombre en la parábola del crecimiento de la semilla, que duerme y se levanta y no entiende cómo crece, no corresponde a Dios ni a otra persona específica.)
2. Parábolas interrogativas.54 Su forma es diferente, incluso cuando estas parábolas son como las similitudes, pues no tienen desarrollo de una trama y muchas funcionan lógicamente como las similitudes. Las interrogaciones son una de las principales formas que las parábolas provocan interés y cautivan. Algunas comienzan con interrogantes, como: “Mas ¿a qué compararé esta generación?” (Mt 11.16 / Lc 7.31) o “Pero ¿qué os parece?” (Mt 21.28). Algunas incluyen interrogantes dentro de su narrativa, y otras concluyen con preguntas, en particular las parábolas jurídicas. Sin embargo, la categoría de las parábolas interrogativas concierne más que solamente preguntas de introducción e internas; más bien, agrupa todas las parábolas que se presentan enteramente como interrogantes. Un número de estas parábolas son: “¿Quién de vosotros?” (tis ex hymōn), la forma es muy común y diferente y merece que se la reconozca.Ejemplos obvios son las parábolas de la Oveja perdida y El amigo necesitado. Con frecuencia, la pregunta “¿quién de vosotros?” se pierde en la traducción. En otras versiones como la NVI, y la RV95 leen así: “Supongamos que uno de ustedes”, lo cual es lamentable (véase Lc 11.5). Las parábolas interrogativas no difieren mucho de las judiciales, porque ambas establecen situaciones hipotéticas, apremian al lector/oyente que responda a la interrogante y le obliga a que transfiera esa respuesta a otra situación. (Además, las parábolas judiciales tienen un elemento de acusación.) La pregunta: “¿Quién de vosotros?” siempre espera una respuesta negativa: nadie actuaría como la persona que describe la parábola.55
3. Parábolas narrativas de doble directa. Las parábolas narrativas, en sentido restringido, son metáforas (contra Jülicher) extendidas en analogías con tramas. Si una metáfora es una comparación implícita que no emplea “semejante a” o “como” (p.ej., “Vosotros sois la sal de la tierra”), una parábola es una historia ficticia que narra un evento particular, que por lo general se emplea en tiempo pasado, con la intención de comunicar una verdad moral o espiritual (p.ej., el hijo pródigo). Los tres tipos de parábolas narrativas tienen desarrollo de la trama.56 Algo sucede en la narrativa que crea un problema o una posibilidad, y entonces otros hechos suceden que pueden, o al menos potencialmente, manifestar el propósito o la conclusión. La parábola de la gran cena (Lc 14.15-24) es un ejemplo obvio. Si hay propósito, a menudo el diálogo en la parábola indica dónde empieza la solución. Algunas parábolas son intencionalmente abiertas (o sea, no terminan), y obligan a los oyentes o lectores a pensar qué debería suceder, como en el caso de la parábola de la higuera estéril (Lc 13.6-9). Algunas personas piensan que la distinción entre similitudes y parábolas no es muy clara,57 pero la presencia o ausencia del desarrollo de la trama es base fiable para la distinción. Sin embargo, la distancia entre la parábola y la realidad varía drásticamente de una parábola y otra.