Kitabı oku: «Comprendiendo las parábolas de Jesús», sayfa 5

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Crítica del NT: Suposiciones, dudas, métodos y procedimientos

No propongo una nueva teoría de interpretación de parábolas, pero mi método es diferente al que se emplea en estudios recientes de parábolas. Varios comentarios, de asuntos respecto a los estudios técnicos del Nuevo Testamento, pueden servir para entender el análisis individual de las parábolas a continuación.

Respecto a la autenticidad de las parábolas, prácticamente todos garantizan que son el fundamento más seguro que tenemos sobre la enseñanza de Jesús.136 De todas maneras, la autenticidad será un asunto en varias parábolas debidas a las suposiciones de algunos respecto de la naturaleza del material de los Evangelios, de la forma de las parábolas, o por desagradarles la teología de ciertas parábolas. Se discutirá donde la autenticidad sea un asunto relevante en una parábola específica. Estoy convencido, sin embargo, que las parábolas son en realidad el lugar más indicado para encontrar la enseñanza de Jesús. Como se indicó anteriormente, la iglesia primitiva casi nunca relató parábolas.137

Más problemático es el intento de algunos estudiosos de reconstruir simples versiones prístinas de las parábolas que aquellas que los evangelistas preservaron. Sin duda, los evangelistas han organizado su material, lo cual fácilmente observamos en las comparaciones de relatos paralelos. Ellos han dispuesto las parábolas en sus narrativas para lograr efectos teológicos y retóricos. Han editado la redacción para ayudar al lector en la comprensión del propósito de Jesús o para enfatizar la relevancia de su enseñanza. A veces no se ha preservado el contexto original. Lamentablemente, sin embargo, la reconstrucción de las parábolas que ofrecen los eruditos del Nuevo Testamento nunca ha tenido base suficiente para inspirar confianza. Sólo han convencido a unos pocos y nunca han alcanzado suficiente influencia para volverse la base del pensamiento ético o la autoridad para instruir la iglesia o aquellos que procuran entender a Jesús. Estas reconstrucciones no son interpretaciones de parábolas sino escrituras editadas conforme el editor piensa que ellas debían ser desde un principio, y de esta manera las parábolas revelan más sobre los proponentes que las parábolas de Jesús. Las reconstrucciones permiten lograr cualquier conclusión que se desee. Según comenta U. Luz: “¡Es sorprendente lo que se puede conjeturar con un texto de Jesús hipotéticamente reconstruido!”138 Algunos eruditos con muy diversículos puntos de vista han obviado los intentos de reconstrucción y buscan entender la imagen completa que ilustra los Evangelios.139

Hay varias suposiciones cuestionables detrás de los intentos de reconstrucción:

• que había una forma “original”,

• que probablemente se añadieron datos con significado alegórico,

• que el manejo de material tradicional sigue ciertas “leyes”, de tal forma que el más breve es más prístino, el más detallado es posterior, etc.,

• que los trazos de estilo de los evangelistas demuestran el origen del material140

• que las parábolas se pueden leer como reflejos de espejo de los sucesos en las comunidades de los evangelistas, o sea, comunicación indirecta que reflejan la iglesia en vez de comunicación directa de Jesús, yque se pueden desechar el contexto de los evangelistas, y las introducciones, conclusiones e interpretaciones de las parábolas.

Estas suposiciones requieren algún comentario, pero no es una base válida para reconstruir parábolas. Hay algunas parábolas tan precisas en su contexto (como la de los labradores malvados y la de los dos deudores) que quizás se relataron una vez, pero la mayoría de las parábolas se habrían relatado muchas veces con mínimas variaciones. La idea de reconstruir un original ni siquiera es un objetivo legítimo, y mientras más tomemos en serio la naturaleza de la tradición oral, menos podemos pensar en reconstruir un original. No es útil pensar solo en la reconstrucción de la estructura original,141 porque las mismas suposiciones ilegítimas están en juego, y las versiones que se ofrecen son subjetivas, omitidas y, opacas, muy contrarias a todo lo que Jesús probablemente contó, al menos según indica la evidencia.

He dicho lo suficiente acerca de que las parábolas tienen correspondencia y características alegóricas y está bien claro que nadie debe rechazar una característica de las parábolas de Jesús por tener relevancia alegórica. Si las imágenes de Jesús no tuvieran una relación con la realidad, entonces no habría razón para que él las empleara. Las parábolas funcionan como lentes de otra realidad, y sin dudas puede haber más que un punto de comparación entre la historia y la realidad. Muchas de las ilustraciones de Jesús eran metáforas del Antiguo Testamento y del judaísmo (como el viñedo, los siervos, los señores y otros). No debe haber inquietudes respecto a las características alegóricas, a menos que Jesús no haya empleado la mencionada característica. Además, aquellos deseosos de rechazar las características alegóricas con frecuencia las vuelven a incluir en la interpretación.142

Hace tiempo, E. P. Sanders propagó la noción de que había leyes fijas de tradición a fin de que se pudiera descubrir las formas más antiguas.143 Respecto de las parábolas, se debate mucho los “diez principios de transformación” de Jeremías.144 Solamente la traducción de las parábolas del arameo al griego, la adaptación a veces a la cultura helenista, y hasta cierto grado la colección de parábolas por temas es obvio y significativo, pero estos son necesarios para la comunicación. Sin embargo, aunque se incluyan estos, hay debates sobre específicos.

La evidencia del estilo del evangelista no determina el origen o la validez y, de hecho, sería sorprendente si no fuera obvio el estilo de un evangelista. Algunas parábolas revelan más la escritura de un evangelista que otras, pero eso no es indicativo de que éste haya o no suministrado fielmente el contenido y el propósito del relato de Jesús. Si, como virtualmente acceden todos los que estudian los Evangelios, no tenemos la ipsissima verba, las palabras precisas citadas por Jesús, ¿por qué sorprendernos de la evidencia de la configuración del material? La estructura del material no significa necesariamente su tergiversación.

Afirmar que las parábolas reflejan la situación de las comunidades de los evangelistas es una suposición infundada. Creo difícil que cualquiera de los evangelios se haya escrito para una comunidad local específica o que sirva primordialmente para tratar los problemas de dicha comunidad. Los Evangelios no son historias encubiertas de las iglesias cristianas o comunicaciones indirectas para tratar los problemas de una comunidad local. Son comunicaciones directas escritas para un público grande145 a fin de proveer material sobre la enseñanza y la vida de Jesús para hacer discípulos. Enfocarnos de nuevo en la tradición oral, es poner más énfasis en la tradición oral, y centrar menos en los Evangelios como ventanas a las comunidades cristianas. Por supuesto, las inquietudes teológicas y parenéticas de los evangelistas son reales, pero no hay evidencia de que esas inquietudes se dictaron debido a las condiciones de las iglesias a nivel local o incluso regional.

Más relevante que todo es el asunto relativo a las introducciones, conclusiones e interpretaciones de las parábolas. Es inaceptable la tendencia de algunos eruditos de omitir las introducciones, conclusiones y explicaciones como procedimiento de operación común. Los eruditos han reducido reiteradamente las interesantes historias de los Evangelios a estructuras de tramas opacas con significados banales que uno se pregunta la razón de su relato.146 Las parábolas de Jesús no son como las fábulas de Esopo, que se compilaron sin ningún orden y se relataron para entretenimiento e instrucción general en sabiduría. Las parábolas de Jesús sirven para un propósito mayor y profético dentro del esquema comprensivo de la narrativa para envolver a las personas con el reino de Dios. Debido a que las parábolas de Jesús se relataron en un contexto, es natural y justo que los evangelistas las aplicaran dentro de ese contexto general y mostraran cómo ellas se relacionan con ese contexto. Las introducciones, ya sea que tengan su base en un comentario de Jesús o sean parte de la narrativa, proveen una estructura para que entendamos la parábola. Muchas de las introducciones son convencionales y tienen paralelos exactos en los materiales rabínicos. Se debe analizar cada parábola para determinar si la introducción y también la conclusión e interpretación, expresan la intención de Jesús o revelan una aplicación desacertada de los evangelistas. Debido a que los evangelistas organizaron por temas el material, es posible que haya un cambio en el énfasis o en el auditorio, lo cual se arguye con las parábolas como los obreros de la viña (Mt 20.1-16) o del juez injusto (Lc 18.1-8). Ambas son parábolas difíciles. Sin embargo, al menos para la mayoría de las parábolas, el contexto que dan los evangelistas no es una distorsión, sino una ayuda necesaria para comprenderlas. Mi aprensión no es por un contexto histórico específico, sino por el marco de referencia adecuado dentro del ministerio de Jesús para comprender la parábola específica.

Solo tres parábolas proveen una explicación en detalle donde se asigna relevancia alegórica a las características del relato: el sembrador, el trigo y la cizaña, y la red. Algunas parábolas no tienen conclusión explicativa, un nimshal que hace explícita la naturaleza de la analogía. Ellas son bien claras sin el nimshal o pretenden provocar el pensamiento para que el lector efectivamente provea el nimshal (p.ej., la parábola del hijo pródigo; Lc 15.32). Otras parábolas –siguiendo las formas o los géneros del Antiguo Testamento, la apocalíptica, y rabínica– incluyen un nimshal, que generalmente inicia con “Así también” (houtōs, Mt 18.35) u “Os digo” (como en la parábola de la oveja perdida, Lc 15.7). Las parábolas jurídicas, por su naturaleza, expresamente requieren un nimshal. Bien podría darse el caso de que una parábola no precisara un nimshal con el relato original de Jesús, pero fue necesaria cuando el evangelista la incluyó en su narrativa (o viceversa). Si se ha provisto un nimshal, quizá fue para enfatizar el propósito de Jesús, pero la única interrogante prudente respecto de cualquier nimshal sería si está conforme con el propósito de la parábola. Lo importante es que muchas parábolas necesitan una conclusión y una explicación para establecer su punto.147 Todas las parábolas del Antiguo Testamento tienen una explicación de conclusión, o una introducción que explica la analogía al principio. Las parábolas apocalípticas con frecuencia se presentan como misterios hasta que se da una explicación.148

Las parábolas greco-romanas tienen explicaciones, y las rabínicas con frecuencia tienen largas explicaciones que detallan la intención de la analogía, como incluso se evidencia con un vistazo ocasional. Argüir que las parábolas de Jesús no necesitan de interpretación, o que las interpretaciones son agregados posteriores, evidencia un prejuicio contra la realidad y argumenta contra todo lo comprendido sobre las parábolas en otros lugares.149

No contamos con la ipsissima verba de Jesús, ni deberíamos esperarlo, y los intentos de reconstrucción no podrán proveernos. James Dunn tiene razón, el único Jesús al que tenemos acceso, es el Jesús que se recuerda, y su impacto con sus discípulos.150 La posición de Dunn es una evocación de Martín Kähler: el único Jesús que existe es el Cristo histórico, bíblico.151 Cualquier otra cosa es un invento de la imaginación. Esto no quiere decir que uno defienda la posición de aquellos que omiten el énfasis del análisis histórico de Jesús, sino que es un reconocimiento de la naturaleza de nuestros documentos.

Ninguno de estos comentarios tiene la intención de sintetizar la investigación. Cada parábola se tiene que analizar respecto a su forma, contenido, estilo de redacción, conformidad con su contexto, o cualquier otra interrogante crítica que surja en el transcurso de la investigación. Las páginas a continuación tienen el propósito de prestar atención a cada parábola. Las teorías de cuál de los relatos es la más prístina de las parábola se debe determinar por el análisis de los relatos, y no de cualquier teoría de las relaciones sinópticas, y por supuesto de ninguna teoría de fecha temprana del Evangelio de Tomás. La hipótesis de las “dos fuentes” puede ser correcta, pero yo no estoy convencido, y no quiero que una teoría sobre el texto determine el análisis del texto.Los lugares que algunos arguyen que Mateo y Lucas emplearon versiones diferentes de Marcos y Q, o una versión de Marcos que no tenemos152 no infunden confianza. La imagen puede ser, y creo que así es, mucho más complicada de lo que implica las introducciones al estudio del Nuevo Testamento. Estoy convencido de que el Evangelio de Tomás se originó en el siglo segundo como un resultado oral secundario. No depende directamente de ninguno de los evangelios canónicos, pero sí de la tradición de los evangelios canónicos, que en gran parte habrían circulado oralmente.153 Sin embargo, una teoría de orígenes no resuelve el asunto. Cualquier Evangelio, sin que importe cuán tardío, concebiblemente podría preservar un relato prístino de una parábola, y la única solución es el análisis de cada parábola y sus temas. Ese análisis viene a continuación de una investigación de las parábolas en el mundo antiguo.

Capítulo 2

Parábolas en el mundo antiguo

Jesús no fue la primera persona en contar parábolas y, a pesar de su originalidad y creatividad, las formas que empleó no eran nuevas.1 Las parábolas de diversículos tipos se conocen casi en todas las culturas y aparecen en varias clases de literatura. El material más antiguo semejante a la parábola o parabólico que conozco data del siglo veinticuatro a.C.,2 pero puede haber otras más antiguas. Hasta cierto punto, los eruditos cristianos y judíos han sido culpables de provincialismo e imperialismo cultural cuando estudian las parábolas, porque con frecuencia han ignorado o despreciado las de otros contextos. Sin restar importancia a las parábolas rabínicas, necesitamos una visión más amplia cuando analizamos parábolas similares a las de Jesús. La expresión parabólica es una forma común del pensamiento humano, conocida en todas las culturas. Especialmente las parábolas budistas y chinas tuvieron gran influencia. Las fábulas de Esopo en el mundo griego son claramente similares, incluso si su relato tuvo propósitos diferentes y a pesar de que usualmente referían plantas y animales. De hecho, Jülicher clasificó las parábolas narrativas de Jesús como fábulas.3 Aunque las diferencias son obvias, uno trata con el mismo proceso de pensamiento. Estas historias tampoco crecieron repentinamente en suelo griego, como sabían los colectores de las fábulas de Esopo, porque ellos mismos han propuesto un origen “sirio”.4 Algunos eruditos sugieren que hay influencia de historias budistas en las fábulas de Esopo y en las parábolas rabínicas.5

Pero, si el pensamiento parabólico es preponderante en todas las culturas, hasta donde sabemos, nadie antes de Jesús empleó las parábolas en forma tan consistente, creativa y eficaz como él. Tampoco nadie las utilizó así después de él. De todas maneras, ello no significa que se debe ignorar o descalificar el valioso aporte de otros que aplicaron el método parabólico, sea este Ahiqar, los rabinos judíos, Epicteto, Blaise Pascal, Søren Kierkegaard, o muchos otros de diversas culturas y épocas. No podemos lidiar con las parábolas en general, pero necesitamos examinar el contexto religioso y cultural pertinente para el estudio de las parábolas de Jesús, que incluye el Antiguo Testamento, los escritos judíos primitivos, el contexto grecorromano, la iglesia primitiva, y los escritos judíos postreros.

El Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento es la principal influencia en el uso que hace Jesús de las parábolas. El género de las parábolas de Jesús, la forma de pensar parabólica, las imágenes, y el uso de las parábolas en la literatura sapiencial y especialmente como instrumentos proféticos, indican esa dirección.6 Se ha subestimado esta influencia obvia en las parábolas de Jesús,7 sin embargo, no tenemos evidencia de que otras fuentes influenciaran a Jesús, o de otras parábolas anteriores a él que demuestren nada semejante al uso que Jesús les da. Veremos que hay formas relacionadas, pero fuera del Antiguo Testamento no hay mucho material semejante a la forma de las parábolas de Jesús. No hay parábolas narrativas en los manuscritos del Mar Muerto, tampoco aparecen en la literatura apócrifa o en los escritos pseudoepigráficos que preceden al ministerio de Jesús. Si seguimos a Jacob Neusner, en afirmar que “no sabemos lo que no podemos mostrar”, debemos ser muy cautos de tomar simplemente las parábolas rabínicas como la clave para entender las parábolas de Jesús,8 aunque ellas sean muy importantes. Además, centrarnos simplemente en los escritos rabínicos es ignorar la cuestión principal de la relación de las parábolas de Jesús y de los rabinos con los tipos similares de discurso en casi cada cultura. ¿De dónde desarrollaron los rabinos el procedimiento? También para ellos, además de cualquier otro elemento que conlleve, el Antiguo Testamento fue una fuente principal.

Sin desechar los escritos judíos posteriores y la cultura del primer siglo, y sin disminuir la creatividad y la singularidad en la didáctica de Jesús, la única influencia directa segura en él fue el Antiguo Testamento. Si se considera elpensamiento y la evidencia que su predicación provienen del Antiguo Testamento, no debería sorprender que su método y forma de pensar también fueran influenciadas por ese cuerpo literario. Un análisis detallado del mashal y de las formas parabólicas del Antiguo Testamento ofrece una perspectiva crucial para entender las parábolas de Jesús.

Ya hemos señalado la amplitud de significados de la palabra hebrea mashal.9 La versión antigua del léxico Brown-Driver-Briggs presenta una lista de tres verbos diferentes que se escriben mashal: “parecerse”, “usar un proverbio o parábola” y “regir”.10 Algunos encuentran el origen de las tres palabras en una palabra común, pero la mayoría nota dos verbos distintos y sin relación común, que casualmente se escriben de la misma forma. El primero significa “parecerse”, el cual fue adaptado para referir el habla proverbial y el segundo significa “regir”.11

Incluso si excluimos “regir” como palabra sin relación común, no obstante, mashal cubre un amplio campo semántico. Las diecisiete veces que ocurre la forma verbal todas obviamente pertenecen a dos categorías: siete de ellas (todas en los Salmos, Job, e Isaías) incluyen una comparación como Salmos 28.1 (“para que no sea yo, dejándome tú, semejante a los que descienden al sepulcro”), y diez (Números 21.27; Job 17.6;12 y ocho en Ezequiel) que refieren a hablar en parábolas o proverbios, como en Ezequiel 16.44 (“He aquí, todo el que usa de refranes te aplicará a ti el refrán….”). La forma del substantivo ocurre cuarenta y una veces, y aquí proliferan los significados. La referencia más frecuente es a un proverbio como “¿Saúl también entre los profetas?” (1 S 10.12) o “De los impíos saldrá la impiedad” (1 S 24.13 [14]). El título del libro de los Proverbios (mishle Shelomoh) usa la forma plural de mashal. Proverbios 1.6, dice que el hombre sabio puede entender un proverbio (mashal), una figura, un dicho de los sabios y sus acertijos.13

Mashal puede referir también una “burla” o “sobrenombre”, como la burla contra el rey de Babilonia: “¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro!” (Is 14.4), o la burla acusadora “¡Ay del que multiplicó lo que no era suyo!” (Hab 2.6).14 En relación hay referencias a un “lamento”, como “Del todo fuimos destruidos” (Mi 2.4). En Ezequiel 14.8, el castigo de Dios a los idólatras hace de tales personas un mashal y una “señal”, símbolos del error de sus caminos. Inesperadamente, mashal puede referirse a los oráculos de Balaam (Nm 23.7)15 o a los discursos extensos de Job (27.1 y 29.1). En Salmos 49.4 [5]; 78.2; y Ezequiel 17.2 mashal parece en paralelismo opuesto a “enigma” (hidah). Sin embargo, mashal no se usa en las narrativas más similares a las parábolas de Jesús, como la de Natán a David (2 S 12.1-7). Por otro lado, Ezequiel emplea las de formas más largas, como una elaborada alegoría (17.2-10, un gran águila y la vid), una profecía (20.44-49 [21.1-5], el fuego devorador), y de una comparación extensa (24.3-5, la olla hirviente).

Es obvio porqué no se puede indicar tanta variedad de significados con una sola palabra. Aparentemente, la idea de la comparación es la dominante, pero al final, tenemos que deducir que un mashal es cualquier dicho que tenga la intención de estimular el pensamiento y producir entendimiento.

En la Septuaginta, parabolē se usa con frecuencia para traducir todos estos diferentes matices,16 y no para traducir alguna otra palabra hebrea. De hecho, en algunas formas es sorprendente que parabolē fue escogida para cubrir este rango de significados, pues su principal significado era en griego “comparación”, y no era una palabra particularmente común a finales del primer siglo d.C. Josefo usa parabolē solamente dos veces, y Filón en tres ocasiones. Platón la emplea exclusivamente dos veces, y Aristóteles catorce veces. Otras palabras como ainos (“cuento” o “historia”, pero también “enigma” y “proverbio”) se pudo haber empleado para cubrir el amplio rango de la palabra hebrea mashal. Al escoger parabolē, los traductores de la Septuaginta pusieron en prominencia una palabra que los evangelistas difundirían a la fama. Vale la pena repetir que el amplio rango de mashal en el Antiguo Testamento se refleja por parabolē en el Nuevo Testamento.

No existen muchos precursores del Antiguo Testamento de las parábolas narrativas extensas que empleó Jesús, y no hay conformidad entre los eruditos de qué se las deban incluir. Birger Gerhardsson identifica sólo cinco parábolas de las Escrituras hebreas, pero también cita diez casos afines.17

T. W. Manson cita nueve parábolas y dos fábulas18 algunas de las cuales no están en las dos categorías de Gerhardsson. Por otro lado, Claus Westermann examina, no sólo las parábolas sino también las comparaciones, que pueden ser una palabra, una frase o una narrativa extensa, y solamente las últimas podrían llamarse parábolas.19Westermann enfatiza que el lenguaje parabólico ocasionalmente aparece en textos legales y narrativas históricas, pero abunda en la literatura profética, los salmos y los proverbios. La mayoría de las comparaciones y parábolas ocurren en contextos de juicio y acusación formal.20 Los dichos identificados como parábolas en las variadas listas aparecen principalmente en la boca y en los escritos de los profetas.

Varios pasajes del Antiguo Testamento son equivalentes obvios de las parábolas de Jesús. Dos son las parábolas jurídicas que fuerzan al oyente a emitir un juicio en el mundo de la parábola que al final es una condena de sí mismo: la parábola de la corderita, que Natán cuenta a David (2 S 12.1-14), y la parábola de la viña (Is 5.1-7), que expresa el juicio sobre la casa de Israel y el pueblo de Judá por no ser productiva.21 Hay otros dos pasajes que son dramas parabólicos judiciales: la parábola de la viuda y el vengador, que Joab dispone que una mujer de Tecoa cuente a David (2 S 14.1-20),22 y la parábola de la herida, mediante la cual un profeta anónimo confronta al rey Acab (1 R 20.35-42).

El Antiguo Testamento tiene dos fábulas políticas respecto de árboles y plantas (Jue 9.7-15 y 2 R 14.9-10), pero el Nuevo Testamento no tiene paralelos de tales narrativas. El énfasis en el Nuevo Testamento está en los seres humanos y su relación con Dios y su reino.

Todas las otras parábolas en forma de historia aparecen en Ezequiel, que usa formas parabólicas más que ningún otro libro del Antiguo Testamento. Al menos seis pasajes en Ezequiel son narrativas, algunos los llaman alegorías,23 que presentan la historia de Israel en forma figurativa: Jerusalén la prostituta (16.1-54), el águila y la vid y su explicación (17.2-24);24 la leona y sus cachorros (19.2-9), la vid trasplantada (19.10-14); las dos hermanas y su explicación (23.1-49), y el caldero y su explicación (24.3-14). Los eruditos del Nuevo Testamento, y probablemente con razón, no hacen conexión entre la expresión respecto a Ezequiel como hijo de hombre y el empleo de Jesús de hijo de hombre (que proviene de Daniel 7.13), pero uno debe reflexionar sobre Ezequiel 20.49 [21.5]: “Y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ellos dicen de mí: ¿No profiere éste parábolas?”

Estas doce parábolas del Antiguo Testamento tienen interpretaciones explícitas,25 que se dan a continuación pero en algunas ocasiones preceden a la parábola. Las narrativas no son historias generales, sino que son específicas para el contexto. Se relatan para reflejar realidades específicas. Son historias con propósito, como es el caso con las parábolas de Jesús.

Otros textos también se deben considerar parabólicos, aunque sean diferentes a los que encontramos con Jesús. Son parabólicos Ezequiel 34 (una narrativa extensa sobre el fracaso de los pastores de Israel y la promesa que Dios pastorearía Israel) y Ezequiel 37 (el valle de los huesos secos). Jeremías 23.1-4 emplea las imágenes de los pastores que dispersan las ovejas y la de Dios que trae de vuelta su rebaño al redil y los protege.26 Isaías 28.23-29 tiene una parábola interrogativa del que ara para sembrar, que enseña sobre el juicio venidero de Dios. Isaías 59.16-17 presenta a Dios como un guerrero que viste su armadura para traer salvación. Jeremías 13.12-14, mediante una similitud de una tinaja de vino, representa la borrachera y la destrucción de todo el pueblo. Este ejemplo virtualmente es una parábola jurídica. Jeremías 18.2-13 emplea la imagen de un alfarero para mostrar la soberanía de Dios. El libro de Oseas principalmente es una parábola sobre la relación de Dios con Israel que se describe bajo la apariencia de la relación de Oseas con su esposa. Salmos 80.8-17 describe la historia de Israel como una vid arrancada de Egipto que fue plantada, luego destrozada y quemada. Habacuc 1.13-17 describe la captura babilónica del pueblo comparando el pescador que atrapa los peces y que luego ofrece sacrificios a su red. Eclesiastés 9.14-18 lamenta el fracaso del pueblo para atender la sabiduría a través de una narrativa indirecta simple y breve sobre un hombre pobre y sabio que libra la pequeña ciudad del asedio de un poderoso rey, pero nadie se acuerda de aquel hombre.

Podemos señalar otrasanalogías,27 como las parábolas de actuación o actos simbólicos. Se puede relatar como una parábola pero en vez es un acto simbólico que luego se explica conforme a su relevancia a la vida del pueblo. Probablemente se conoce mejor a Jeremías por emplear parábolas de actos simbólicos como la del cinto podrido (Jer 13.1-11),28 aunque encontramos otros ejemplos en Isaías, Ezequiel y Nehemías.29

También son importantes las visiones simbólicas y los sueños en el Antiguo Testamento. En las visiones y los sueños, que los profetas reciben (o alguna persona que necesitará la ayuda del profeta para interpretar la visión o el sueño) se revelan imágenes que describen la realidad de la relación de la nación con Dios o una perspectiva de eventos futuros.30

Casi todos los pasajes mencionados anteriormente están en libros proféticos o salen de la boca de los profetas. El lenguaje parabólico es un instrumento de los profetas en su conflicto con Israel y sus líderes.31 Estos textos proféticos son reflejo de la nación, de su rey y del destino que le espera. Los profetas emplearon parábolas para confrontar a la nación, advertirle del juicio y producir un cambio. Estos ejemplos del Antiguo Testamento son importantes en sí mismos, pero también son relevantes porque proveen a Jesús y a otros relatores de parábolas de un género, las imágenes y unas formas para construir las parábolas. Todo es indicativo que Jesús aprendió el método parabólico de las Escrituras hebreas, especialmente de los profetas. Algunas veces empleó parábolas como los profetas, para confrontar a la nación, pero, a diferencia de los profetas, Jesús además las empleó para representar al reino de Dios, para confrontar a individuos y para enseñar sobre el comportamiento, la compasión, el uso del dinero y temas relativos con el discipulado.

Mateo, por lo menos, estaba consciente de la conexión del uso de Jesús de las parábolas y su enfoque profético, porque considera las expresiones de Jesús en parábolas como el cumplimiento de lo dicho por el “profeta” en Salmos 78.2 “Abriré mi boca en proverbios, hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos” (Mt 13.35). En la enseñanza de Jesús, los temas parabólicos de la dureza del corazón y el juicio se entienden mejor cuando tomamos las parábolas como un discurso profético preferido. Este es el contexto en que debemos entender a Jesús.

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