Kitabı oku: «Hermanas», sayfa 3
UNA LÍDER EN LA MISIÓN DE DIOS
Ester utilizó su influencia en beneficio de su pueblo y en el proceso aceptó su identidad. Me encanta que el libro termina no solo con el pueblo judío fuera de peligro, sino también con Ester transformada y diferente de aquella que vimos en el primer capítulo. Al principio, Ester era una novia judía que escondía su identidad. Al final, ella utilizó su poder para instituir la celebración del Purim, cuyo propósito era convertirse en parte integral del pueblo judío para recordarles cómo el Señor los había rescatado. Ella se había convertido en una líder dispuesta a entregar todo su ser a Dios para favorecer Su voluntad para el mundo.
DE LA HISTORIA DE ESTER A LA TUYA
¿Y tú? ¿De qué manera te pide el Señor que aceptes tu identidad por el bien de Su misión? Tengo la certeza de que Él te invita a encarnar tu identidad como lo hizo Ester, sin importar en qué punto de tu viaje de identidad étnica te halles. Quizás seas como yo y te ocultes detrás de tu capacidad para adaptarte a la cultura que te rodea. Dios te anima a que tomes el siguiente paso y descubras ese aspecto de quien eres, siempre con la seguridad de que Él te creó con intención y un propósito. Es posible que siempre hayas aceptado tu identidad étnica y que la veas como un regalo de Dios. ¿Crees que sea un obsequio útil para Su plan para el mundo? ¿Qué podrías hacer para consagrar este aspecto de ti en beneficio de la obra del Señor en tu vida y en la de quienes te rodean?
En la historia de Ester, Dios intervino para rescatar a Su pueblo elegido y así poder cumplir Su objetivo para la humanidad. Como mujer bicultural en la narrativa bíblica, Ester siempre será considerada una pieza imprescindible en la obra todavía inconclusa de la expansión del reino de Dios. ¿Quiénes serán las latinas multiculturales que Dios llamará «para un momento como este» en cada generación? Espero que seas tú, yo y todas nosotras juntas alzando nuestra voz en honor del legado de Ester.

LA MUJER SULAMITA
AMADA, ANTES QUE NADA

NATALIA KOHN
¡Cuán bella eres, amada mía!
¡Cuán bella eres!
¡Tus ojos son dos palomas! (Cant. 1:15)
Paloma mía, que te escondes
en las grietas de las rocas,
en las hendiduras de las montañas,
muéstrame tu rostro,
déjame oír tu voz;
pues tu voz es placentera
y hermoso tu semblante. (Cant. 2:14)
Cautivaste mi corazón,
hermana y novia mía,
con una mirada de tus ojos;
con una vuelta de tu collar
cautivaste mi corazón. (Cant. 4:9)
Permite que estos versículos refresquen tu corazón y revitalicen tu alma como una cascada. Este pasaje, esta antigua y hermosa canción posee verdades de lo que siente Jesús por ti. Tú le robaste el corazón y ahora gozas de su cuidado. Eres Su amada.
Lo ha cautivado quién eres, tu amor, tu devoción y tu amistad. Tu belleza lo impresiona y ha quedado encantado por tu amor. Continuamente pronuncia versos de amor para ti. ¿Cómo te sientes al leer y recibir estas verdades? ¿Qué significaría para ti ser amada por Jesús? ¿Cómo afectaría esta intimidad tu relación con Él y tu vínculo e influencia con las demás personas?
La mujer sulamita en esta historia de amor del Cantar de los cantares de Salomón es un ejemplo excepcional de la manera en que el amor dirige. Ella sabe que es amada y desde esa perspectiva guía a sus amigos hacia el amor de Jesús.
DE OBREROS A AMANTES
Cuando leí Cantares por primera vez y comencé a profundizar en ese mundo de intimidad con Jesús, descubrí con asombro que yo podía cautivarlo y que Él se deleita en mí. Yo sabía que Jesús me cuidaba y que murió para salvarme, pero no imaginaba que Él pudiera disfrutar mi ser y mi compañía. La faceta de cortejador y pretendiente de Jesús le parecía extraña a esta mente trabajólica mía. Jamás había escuchado el concepto de Cristo como novio en las múltiples iglesias que visité de niña, de adolescente y de joven adulta. Jesús, el que ama mi alma, era una realidad espiritual que no me habían enseñado durante mi educación y crianza cristiana.
El ministerio del que yo formaba parte enseñaba que Jesús era el eterno novio, como lo muestran los Evangelios. Sin embargo, yo nunca había comprendido la relevancia de esto para mi relación con Cristo y mi liderazgo. En su lugar, adopté con denuedo la identidad de obrera por Jesús. Con el tiempo, esto provocó que yo viera al Señor como mi director, mi jefe y mi supervisor en este gran proyecto de cosecha en la tierra. Yo disfrutaba trabajar y me apasionaba la misión. Trabajaba para Él más de 70 horas a la semana, procurando agotar las entradas a Su venida y determinada a producir lo más posible para el Señor. El proyecto me consumía y no me dejaba tiempo para cuidar de mi relación personal con Jesús: Ser Su amada, escuchar Su voz, conocer Su corazón, invertir en nuestra intimidad. Había mucho trabajo por hacer.
Nosotros los latinos trabajamos duro y comprendemos la palabra esfuerzo. Nos es familiar trabajar a medio tiempo, en condiciones difíciles, varios empleos a la vez para que el dinero alcance en nuestro hogar, pagar la cuenta del teléfono y ahorrar un poco para cuando nos agobie una crisis. Nuestros padres, tíos, hermanos, primos y amigos se reúnen afuera de Home Depot o en los parques para obtener algún trabajo ese día o toda la semana. En cada ciudad, la gente sabe dónde hallar jornaleros; esos son nuestros hombres proveyendo un servicio. Somos muy creativos e ingeniosos cuando de empleo se trata. Si un trabajo no nos conviene, nos contactamos con un familiar o un amigo para que lo intente. Nuestra gente es trabajadora y sentimos un orgullo sano al respecto.
No hay nada de malo en trabajar para mejorar la situación de nuestra familia. Sin duda tampoco es erróneo esforzarse para que el evangelio alcance comunidades, subculturas, familias, ciudades y naciones que no lo han experimentado. Sin embargo, es peligroso cuando nuestra identidad yace en el trabajo y en ser obreros de Jesús. ¿Qué crees tú? ¿Te identificas con ser una obrera o alguien amada por Jesús?
EL PARADIGMA DEL OBRERO
En la Biblia abundan los paradigmas y el del obrero es uno desde el cual operan muchos creyentes y líderes espirituales. Solemos referenciar pasajes bíblicos cargados de visión, acción y verdad; versículos que nos inspiran a unirnos a un ministerio y expandir el reino de Dios. Esos textos nos revelan la necesidad de guiar a más personas hacia la gracia y el amor de Jesús, entonces se convierten en la misión de nuestras iglesias y en nuestro propósito de vida. Esto es bíblico y santo; sin embargo, corremos el peligro de trabajar por la misión y soslayar a Cristo. Podemos llegar a obsesionarnos con estos proyectos y a olvidar a Aquel quien es la razón de nuestra obra. A continuación, encontrarás pasajes bíblicos donde Jesús trata el paradigma del obrero: Mateo 9, Mateo 28 y Hechos 1.
La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—. (Mat. 9:37)
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. (Mat. 28:19-20)
Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. (Hech. 1:8)
Estos pasajes muestran el preciso e increíble plan de Dios para redimir y rescatar a Su pueblo, Su creación. Son textos cargados del anhelo del Señor de traer el cielo a la tierra. Esa necesidad puede motivarnos a participar en el proyecto, a asociarnos con Dios para efectuar un cambio en el mundo. El paradigma del obrero es verdadero y bíblico. No obstante, debemos entender que Dios no basa nuestra identidad en ese concepto. Él no nos ve como empleados, trabajadores o sirvientes. Jesús es el nuevo pacto, que nos trajo un nuevo método de salvación: una relación personal con Él, mas no la religión, la cultura cristiana ni nuestros esfuerzos por ser los mejores obreros.
Cristo vino para reconciliarnos con el Padre y con nuestra identidad como hijos de Dios, Su novia y los coherederos del paraíso. Él vino como un novio para rescatar, redimir y alistar a Su novia para Su regreso. Estos pasajes sobre la obra inconclusa nos motivan, pero si nuestro acercamiento al plan de Dios no es mediante el paradigma de la novia, podemos quedar desconectados de nuestra fuente de vida y amor. Corremos el riesgo de olvidar por qué creemos en estas verdades y albergar resentimiento hacia Jesús, el empleador. No debemos olvidar que gozamos de la amistad y del amor de Cristo.
Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes. (Juan 15:15)
Nuestra intimidad, amistad y amor por Él nos impulsan a cosechar la mies, a trabajar con intrepidez hasta los confines de la tierra. Sin embargo, nuestra identidad no puede fundamentarse en el trabajo o el servicio, sino en Jesús, el novio, que nos llama Su amada. A los 34 años de edad, me sentía completamente agotada por el ministerio. Pronto noté que trabajaba para expandir el ministerio de Jesús, pero que lo había soslayado a Él. En el quebrantamiento de mis oraciones comencé a aprender lo que significa ser la amada de Jesús.
EL PARADIGMA DE LA NOVIA
No sé en qué momento adopté la noción errónea de que Cantares era un «manual matrimonial» solo dirigido a personas casadas y que no aplicaba a mí, una mujer soltera en el ministerio. Esta alegoría, el canto más bello del rey Salomón de Israel, data de entre 971 y 931 a.C. El «Cantar de los cantares» fue la composición favorita y más excelente del rey, única entre las 1005 que escribió durante su vida (1 Rey. 4:32). Esta historia de amor es una alegoría cuyo propósito es que ahondemos en nuestra relación con Jesús. Los judíos conciben este canto como una representación del amor de Dios por Israel. La mayoría de cristianos creen que se trata de un símbolo del amor entre Cristo y la Iglesia, Su novia. Durante gran parte de la historia de la Iglesia, este texto estaba vedado a las mujeres porque lo creían demasiado erótico para ellas.
El Cantar de los cantares de Salomón no es un manual matrimonial, sino una guía para la Iglesia y el creyente sobre cómo adoptar la identidad y la intimidad de la novia de Cristo. Salomón, el rey, el novio, simboliza a Jesucristo y Su amor vigoroso, nuestro novio eterno. La mujer sulamita no representa una mujer en particular en la vida de Salomón; en realidad es una doncella cautivada por el amor de su rey. Este poema o canto no detalla la historia de la heroína, pero sí la describe con precisión, ya que nosotros debemos identificarnos y confrontar su nostalgia por su novio. Antes de profundizar más en este canto de amor sagrado, examinemos el paradigma de la novia.
Este importante marco operativo bíblico es un tema recurrente a lo largo de toda la Escritura. Se encuentra en Génesis 1, cuando Dios crea al hombre y a la mujer a la imagen de la Trinidad. Aquí Él presenta el modelo de esposo y esposa cuando afirma que Adán no debe estar solo en la Tierra, aunque tuviera perfecta comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Luego Dios creó a Eva y se la entregó a Adán como compañera y ayudante. Dios disfruta el amor, pues Él creó tanto el amor divino como el humano.
También vemos el paradigma de la novia en la historia de amor entre Dios e Israel. Él se llama a sí mismo el novio de Israel, Su novia que continuamente lo abandona. Durante siglos, Israel acudió y abandonó a Dios múltiples veces. En Isaías (capítulos 61 y 62) y Jeremías (capítulos 2 y 32) Dios afirma su conexión con Israel y declara que está casado con ella. Después, la alegoría se torna personal cuando Dios le pide al profeta Oseas que se despose con la prostituta llamada Gómer. Esto era una metáfora de la relación del Señor con Israel, que lo abandonaba por otros amantes y rechazaba Su amor, deslumbrada por lo que otros tenían. En el Antiguo Testamento, el paradigma de la novia se nos presenta en que Dios es continuamente rechazado por Israel, su novia.
En el Nuevo Testamento, percibimos este paradigma con mayor claridad en los cuatro Evangelios cuando Jesús se identifica como el novio.
Jesús les contestó:
—¿Acaso pueden ayunar los invitados del novio mientras él está con ellos? No pueden hacerlo mientras lo tienen con ellos.
Pero llegará el día en que se les quitará el novio, y ese día sí ayunarán. (Mar. 2:19-20)
Jesús se concibe como el novio: encarnado, el perfecto cortejador y pretendiente del mundo. Hay muchos pasajes bíblicos que describen el paradigma de la novia. Con el propósito de comprender más a profundidad este concepto, examinaremos el quinto libro sapiencial en el Antiguo Testamento. Dicho libro ilustra con detalle la verdad eficaz de concebir a Jesús como el novio y a nosotros como Su novia. A lo largo de este texto, tradicionalmente desconocido y enigmático, se describe el romance entre Salomón, que representa a Jesús, y la mujer sulamita, que nos representa a nosotros, la novia. Esta mujer es la protagonista del texto y nos muestra la pasión y la devoción que alberga por su amado, una fascinación por él y un anhelo ferviente por su amor. Estudiemos con detalle a esta líder poco convencional; aprendamos cómo este amor, esta intimidad, nos pueden orientar para convertirnos en líderes enamorados.
EL AMOR DE LA MUJER SULAMITA
Cantares es un libro que alberga increíbles riquezas y tesoros disponibles para el lector. En el texto conocemos a la mujer sulamita, que está obsesionada con su amado. Este viaje de amor abarca varias estaciones y lugares. Ello simboliza nuestra relación con el novio eterno; relación que puede parecer cíclica, pero está repleta de aventuras. Un momento ellos escalan una montaña, al siguiente exploran un jardín. Esta alegoría e historia de amor nos revela mucho sobre la identidad de novio de Jesús, quien ama con amor inagotable, y sobre nuestra identidad como Su novia, que recibe y responde con amor.
El libro inicia con el anhelo de la mujer sulamita de profundizar en esta relación, de experimentar más del amor de su novio, amor más grato que el vino.
Ah, si me besaras con los besos de tu boca…
¡grato en verdad es tu amor, más que el vino!
Grata es también, de tus perfumes, la fragancia;
tú mismo eres bálsamo fragante.
¡Con razón te aman las doncellas!
¡Hazme del todo tuya! ¡Date prisa!
¡Llévame, oh rey, a tu alcoba! (Cant. 1:2-4)
Ella está desesperada por Su amor y no se siente avergonzada. ¿Te identificas con esto? ¿Anhelas experimentar no solo el ministerio y las personas, sino a Jesús mismo?
A lo largo del texto, este amor es descriptivo, barroco y poético, tanto en el aspecto físico como en el emocional. En esencia, nos ilustra la intimidad entre dos amantes. En esa relación, ambos toman la iniciativa, responden y reciben al otro. Ellos van del banquete del amado a los árboles, se resguardan en las grutas entre rocas, pasean por viñedos, visitan el desierto y mucho más. En los capítulos 4 y 5 encontramos la imagen del jardín, que simboliza el corazón de la amada.
Jardín cerrado eres tú,
hermana y novia mía;
¡jardín cerrado, sellado manantial! (Cant. 4:12)
Unos versículos más adelante, ella describe con más detalle su corazón, el jardín de su amado.
¡Viento del norte, despierta!
¡Viento del sur, ven acá!
Soplen en mi jardín;
¡esparzan su fragancia!
Que venga mi amado a su jardín
y pruebe sus frutos exquisitos. (Cant. 4:16)
Salomón responde que disfruta mucho su jardín y ha quedado satisfecho.
He entrado ya en mi jardín,
hermana y novia mía,
y en él recojo mirra y bálsamo;
allí me sacio del panal y de su miel;
allí bebo mi vino y mi leche. (Cant. 5:1)
En el capítulo 5, la relación experimenta un cambio. Salomón, el novio, le pide a la mujer sulamita en el versículo 2 que salga de su aposento y que lo acompañe a subir una colina. Ella responde que permanecerá allí la noche y que está lista para dormir. Después se levanta y abre la puerta, pero él se ha ido. Ella lo rechaza y luego lo busca desesperadamente. Su corazón busca a su amado.
Le abrí a mi amado,
pero ya no estaba allí.
Se había marchado,
y tras su voz se fue mi alma.
Lo busqué, y no lo hallé.
Lo llamé, y no me respondió. (Cant. 5:6)
Ella busca ayuda para encontrarlo y sus amigos la auxilian.
Dinos, bella entre las bellas,
¿en qué aventaja tu amado a otros hombres?
¿En qué aventaja tu amado a otros hombres,
que nos haces tales ruegos? (Cant. 5:9)
Los amantes están separados y los amigos de la mujer le preguntan: ¿Por qué él es el indicado? ¿Por qué es su amor superior a otros y amerita tal búsqueda?
Más adelante, los amantes se rencuentran. Cada capítulo contiene símbolos de su amor, devoción y compromiso. Ella aprende a seguir a su novio, a escuchar sus palabras, consejos y deseos. En el capítulo 8, vemos que el amor de la novia madura, pues ha soportado las estaciones, las transiciones, la distancia y la intimidad. Los amigos, testigos de este amor, hacen un comentario interesante:
¿Quién es esta que sube por el desierto
apoyada sobre el hombro de su amado? (Cant. 8:5)
Ella les responde a sus amigos con seguridad y con un mayor conocimiento de su relación.
Grábame como un sello sobre tu corazón;
llévame como una marca sobre tu brazo.
Fuerte es el amor, como la muerte,
y tenaz la pasión, como el sepulcro.
Como llama divina
es el fuego ardiente del amor.
Ni las muchas aguas pueden apagarlo,
ni los ríos pueden extinguirlo.
Si alguien ofreciera todas sus riquezas
a cambio del amor,
solo conseguiría el desprecio. (Cant. 8:6-7)
Esta historia de amor representa la intimidad con Jesús. El propósito de nuestro amado es que crezcamos en Su amor y que conozcamos más sobre Él. Jesús desea inspirar en Su amada una mayor dependencia y confianza en Su amor y liderazgo. Él quiere que la intimidad y el amor guíen nuestro pensamiento, emociones, convicciones y liderazgo.
DEL ESFUERZO A LA BÚSQUEDA
Marisol le entregó su vida a Jesús en su primer año de universidad. Yo percibí esa decisión en su rostro y en su comportamiento diario. Ella resplandecía de tal forma que su nueva relación con Cristo despertó la curiosidad de los demás. Ella ayudó a que amigos del colegio, de la universidad y miembros de su familia conocieran a Jesús. Marisol era una evangelista nata. La salvación y el gozo de Jesús brotaban de ella y esta nueva relación permanecía en su discurso.
Con el pasar de los años, como su amiga y mentora, pude ver el crecimiento de su influencia espiritual. Ella se convirtió en una líder en su universidad, fundó ministerios, viajó un verano a Turquía para interactuar con estudiantes universitarios musulmanes y aprendió y acompañó a muchos en las áreas urbanas marginales de Los Ángeles. Ella era una líder latina apasionada por Jesús.
Sin embargo, en unos años esa pasión desapareció gradualmente. Marisol se hizo más tensa y ansiosa. Su energía disminuyó y participaba en actividades cristianas (conferencias y estudios bíblicos) porque se suponía que debía hacerlo. Lloraba en su habitación y clamaba: «No puedo sentirte, oh, Dios». Asistía a la iglesia en busca de aquel sentimiento de amor que experimentó al entregarse a Jesús por primera vez. Marisol se encontraba a la merced de un vaivén incómodo en su relación con Jesús. Su estado alcanzó el punto crítico unas vacaciones de invierno, cuando regresó a casa deprimida, llena de la cultura cristiana, pero sintiéndose alejada de Dios y con el deseo de revivir su primer amor.
El siguiente semestre, ella se tomó un descanso del ministerio para enfocarse en Jesús. Ese año, Marisol descubrió que solo Cristo podía llenarla. Durante años, se había enfocado en estar cerca de Jesús en el ministerio, en lugar de estar con Él. Acudió a líderes, pastores y experiencias espirituales para saciar su sed, pero los talleres sobre sanidad no enmendarían su condición, sino estar con Jesús, escuchar Su voz y dedicarle tiempo. Marisol encontró su lugar secreto en Cristo. Ella afirmó: «Descubrí Su amor profundo por mí en la oración. Desde que me convertí, siempre he orado por otras personas y sus problemas y no por la intimidad con Jesús, por nuestra relación». Ella sintió el abrazo de Dios, que la atraía y la conquistaba hasta hacerla sentir como al principio, cuando descubrió el amor de Jesús por primera vez.
Marisol sabe que ese romance es eterno y que mientras más se acerque a Jesús, más crecerá la intimidad entre ellos. Esto ha fortalecido su liderazgo: ya no se compara con los demás tan a menudo, ni se deja guiar por sus inseguridades, ni tampoco espera que otras personas la llenen. Ella ora cada día y busca estar primero con Jesús, para luego poder orientar con ese amor a otros. Es increíble haber visto cómo su confianza en Jesús y en sí misma creció en tal magnitud en tan poco tiempo. Marisol está experimentando su primer amor y desea ser la amada de Cristo antes que todo lo demás.
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