Kitabı oku: «De la investigación al libro», sayfa 3

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El momento decisivo: la decisión sobre el manuscrito
La entrega del dictamen

Una vez concluida la lectura cuidadosa del manuscrito, el dictaminador redacta su informe, que puede tener una extensión variable, desde una sola frase hasta muchas páginas.35

La entrega de este reporte con frecuencia toma entre tres y seis semanas, y en ocasiones más tiempo. Según la extensión y la naturaleza del manuscrito, algunas editoriales llegan a pagar honorarios que multiplican la cantidad convencional por un dictamen. 36

De acuerdo con una práctica común, la identidad del lector editorial se mantiene siempre desconocida para el autor, a menos que el lector autorice su conocimiento.

En toda empresa editorial, la decisión de publicar sólo puede tomarse si se anexa el dictamen favorable de al menos un experto.

Algunas editoriales acostumbran enviar un ejemplar de cortesía al lector externo, una vez que el libro ha salido de la imprenta.

A continuación se reproduce la opinión de Eleanor Harman, editora asistente de University of Toronto Press, publicada en el libro colectivo The University as Publisher, en 1961, acerca de la imparcialidad del trabajo de dictaminación en las editoriales universitarias norteamericanas:

De acuerdo con nuestra experiencia, los académicos pueden ser groseros con sus esposas, golpear a sus hijos y patear a sus perros (hasta donde nosotros sabemos), pero siempre conservan su integridad académica. El académico puede estar prejuiciado, pero siempre es honesto y no recomendará un manuscrito que no considere que merece publicarse. El hecho de que ocasionalmente pueda estar equivocado no tiene tanta importancia.37

La decisión final

En principio, la decisión editorial de publicar un manuscrito se apoya en el dictamen, arbitraje, evaluación o lectura editorial que he comentado en las páginas anteriores, y también en la llamada “toma de decisión” editorial, que es la aplicación de una técnica llamada comercialización, marketing, mercadotecnia o mercadología:

La toma de decisión editorial consiste en reunir toda la información relacionada con el proyecto de edición, en lo que respecta al mercado potencial, los pronósticos de venta, la estimación del precio de venta, el cálculo del monto de las inversiones y su recuperación, la técnica de edición que será utilizada para la producción y la elección de la publicidad.38

Como puede desprenderse de lo dicho anteriormente, en las editoriales universitarias, lo mismo que en las editoriales más reconocidas y prestigiosas del país y del extranjero, la decisión final de publicar un libro se toma en función de una tradición editorial propia (la llamada “política editorial”) y de la confianza depositada en los asesores literarios, pero no en función de un estudio profundo del mercado editorial o de un programado interés comercial39

En algunas ocasiones la decisión final es tomada por el editor en jefe (o jefe del departamento técnico). En otras, por un comité editorial formado por individuos que representan varias áreas de la editorial.

Delores K. Schriner, en su estudio doctoral sobre la interacción profesional entre autores y editores, concluye señalando que la decisión final depende de cuatro tipos de conocimiento por parte de los editores:

a. conocimiento del lector

b. conocimiento del tópico

c. conocimiento del lenguaje y

d. conocimiento de la profesión editorial40

Una vez que se ha decidido publicar un manuscrito, el editor se hace cargo de elaborar el contrato de edición. El contrato académico ofrece las regalías que usualmente ofrecen los editores comerciales. También establece una fecha para la entrega del manuscrito, cuando éste aún no ha sido terminado, especifica los derechos de impresión del editor, garantiza la publicación y cubre muchos detalles relativos a la forma del manuscrito, el derecho del autor a recibir ejemplares sin costo y con descuento, las alteraciones del manuscrito durante la lectura de las pruebas, las ediciones revisadas, los derechos de autor, las opciones para obras futuras y otros puntos más.41 Por lo demás, el editor se encarga de tomar las decisiones técnicas relativas a la producción del libro, como son el formato, el tiraje, la futura promoción y distribución, etcétera.

En ocasiones el autor es responsable de la lectura de las galeras y las pruebas de imprenta de su libro, así como de la elaboración del índice (para lo cual comúnmente se entregan las pruebas numeradas al autor, y se espera que entregue el índice en un par de semanas).42

Varios meses después de su primer encuentro (curiosamente, en un periodo aproximado de entre seis y 12 meses, es decir, un promedio de nueve meses), es usualmente el editor quien presenta al académico el primer ejemplar de su libro.

La diplomacia editorial

Un libro es el producto de la intervención de muchos elementos. Es el resultado de una combinación individual de un autor, un contenido, un editor, una oportunidad, un diseño, un precio, un formato, una casa editorial y la competencia de otros libros dentro y fuera de la misma casa.43

Sin embargo, no todos los manuscritos que llegan a una casa editora se convierten en libros. El comité de prensa, consejo editorial, comisión de publicaciones o departamento de difusión de una universidad tienen la responsabilidad de tomar esta decisión en el caso de los manuscritos sometidos al dictamen editorial universitario.

Aunque en todos los casos la decisión recae, tanto como es posible, en los méritos académicos del manuscrito, con relativa frecuencia el consejo editorial tomará la decisión de no publicar un manuscrito que, por lo demás, es académicamente satisfactorio, debido a que no coincide con la línea editorial de una determinada colección. Aquellos autores que se encuentran en esta categoría son invitados a negociar su manuscrito con otra editorial cuya línea sea más próxima al contenido del texto, con lo cual éste gozará de mejores canales de distribución y promoción.

Podemos concluir este recorrido por los laberintos de la dictaminación editorial recordando, a modo de contraste irónico, que un escritor tan reconocido como Jack London llegó a tener más de 600 cartas de rechazo en las paredes de su casa, mientras que Zelda no se habría de convertir en la esposa de Scott Fitzgerald sin que antes éste lograra vender al menos uno de sus relatos, por lo que, en las paredes de lo que sería su recámara nupcial se acumularon docenas de cartas de rechazo. Y por su parte, el escritor norteamericano William Saroyan llegó a reunir, a lo largo de toda su vida de escritor, cerca de siete mil cartas de rechazo editorial.44

Por todo esto, si el lector de estas líneas tiene un manuscrito bajo el brazo, un proyecto sobre el papel o un contrato en el horizonte, pero aún no conoce el resultado de su dictamen, puede prepararse leyendo estas líneas de Italo Calvino, contenidas en su novela Si una noche de invierno un viajero:

¿Ha venido usted por el manuscrito? Está en lectura, no, me equivocaba, ha sido leído con interés. ¡Claro que me acuerdo!, notable materia lingüística, sufrida denuncia. ¿No ha recibido la carta? Sin embargo, sentimos tener que anunciarle, en la carta está explicado todo, hace ya tiempo que la hemos enviado, el correo tarda siempre, la recibirá sin duda, los programas editoriales demasiado recargados, la coyuntura nada favorable. ¿Ve cómo la ha recibido? ¿Y qué más decía? Agradeciéndole que nos la haya dado a leer, con toda urgencia le devolveremos... Ah, ¿usted venía para retirar el manuscrito? No, no lo hemos encontrado, tenga un poco de paciencia, ya aparecerá, no tenga miedo, aquí nunca se pierde nada. Precisamente ahora hemos encontrado manuscritos que estábamos buscando desde hace diez años. Oh, no dentro de diez años, el suyo lo encontraremos incluso antes, al menos eso esperamos, tenemos tantos manuscritos, pilas así de altas, si quiere se las enseñamos, ya comprendo que usted quiere el suyo, no otro, faltaría más, quería decir que tenemos ahí tantos manuscritos que no nos importan nada, imagínese si íbamos a tirar el suyo que tanto nos interesa, no, no para publicarlo, nos interesa para devolvérselo.45

1 Entre los trabajos más útiles relativos al proceso editorial universitario, se encuentran los de Gene R. Hawes, To Advance Knowledge. A Handbook on American University Press Publishing, Nueva York, American University Press Services, 1967; la serie de ensayos compilados por Weldon A. Kefauver, Scholars and Their Publishers, Nueva York, Modern Language Association Publishers, 1977, 59 pp., y la tesis doctoral (inédita) de Delores K. Schriner, “Editors at Work: A Study of the Revission Process of Profesional Editor”, Wayne State University, Dissertation Abstracts International [julio,1986 47 (1): 163A].[regresar]

2 Según la versión colectiva sobre la industria del libro en México, publicada en Diálogos, núm. 116, marzo-abril, 1984, p. 108.[regresar]

3 Esto se desprende del análisis del Índice temático de publicaciones, publicado por la Dirección General de Fomento Editorial de la unam. Por su parte, el FCE publica aproximadamente 460 títulos al año, de los cuales la mayoría corresponde a las humanidades, y aproximadamente 10 por ciento son de literatura.[regresar]

4 Información proporcionada al autor por la Dirección de Publicaciones y Fomento Editorial de la unam. El fce dictamina alrededor de 500 títulos nuevos al año, de los cuales 20 por ciento son de autores mexicanos.[regresar]

5 De los numerosos diccionarios de términos editoriales y bibliográficos, los más útiles para los fines de este trabajo son el holandés (tetralingüe) de F. J. Wijnekus, Elsevier’s Dictionary of the Printing and Allied Industries in Four Languages (English, French, German, Ducth), Amsterdam, Elsevier Publishing Co., 1967, y el de Henry Jacob, A Pocket Dictionary of Publishing Terms, Londres, MacDonald and Jane’s, 1976.[regresar]

6 Ésta es la opinión de M. Lincoln Schuster, creador de la editorial Simon and Schuster: “An editor selects editor”. Cf. M. Lincoln Schuster, “An Open Letter to a Would-Be-Editor”, en Gerald Gross (comp.), Editors on Editing, Nueva York, Harper and Row Publishers, 1985, pp. 33-37.[regresar]

7 Pat Goblitz “On Being a Senior Acquisitions Editor”, en Gerald Gross (comp.), op. cit., pp. 129-142: “I wear a lot of hats in the course of a working day: I am a buyer, negotiator, seller, writer, editor, decision-maker. I approve, reject, confer: I work with every department within my publishing house: sales, art, copyediting, production, publicity, advertising, subsidiary rights. I am always looking for new books to buy…”[regresar]

8 La declaración del editor de Rutgers University Press, William Sloane, citado en Gene R. Hawes, op. cit., p. 68.[regresar]

9 Ibid., p. 64. [regresar]

10 Las consecuencias de este proceso en el surgimiento y desarrollo de las teorías modernas de interpretación literaria, han sido estudiadas con lucidez por Frank Kermode en The Genesis of Secrecy. On the Interpretations of Narrative, Cambridge y Londres, Harvard University Press, 1979.[regresar]

11 Jean Karl, “Editor, Author and Manuscript”, en Chandler B. Grannis (ed.), What Happens in Book Publishing, Nueva York y Londres, Columbia University Press, segunda edición, 1967, pp. 292-296.[regresar]

12 Gene R. Hawes, op. cit., p. 60. [regresar]

13 El ejemplo es mencionado en el libro de Gene R. Hawes, op. cit., p. 136. [regresar]

14 Un caso ejemplar es relatado por Augusto Monterroso en La letra e. Fragmentos de un diario, México, era, 1987, p. 23.[regresar]

15 Según Christopher Kleinhenz, en su artículo “The Nature of an Edition” , en C. Kleinhenz (comp.), Medieval Manuscripts and Textual Criticism, Chapel Hill, North Carolina University Press, 1976, 273-283, hay tres tipos de ediciones críticas: general, especializada y variorum. Cada una se distingue de las otras por la extensión del aparato crítico (notas, estudio introductorio, bibliografía, índices, glosario, etc.) y por la naturaleza de la información que acompaña al texto. La edición crítica general está dirigida a todo público; la edición crítica especializada está dirigida a un tipo específico de lectores, generalmente estudiantes universitarios; la edición variorum (cum notis variorum) contiene virtualmente todo lo pertinente a la vida de la obra, y muy especialmente varios estudios introductorios que anteceden a la presentación de la obra en el mismo volumen, y generalmente escritos desde varias perspectivas teóricas. En lengua española contamos ya con el proyecto editorial de la UNESCO, dedicado a las Obras completas de Miguel Ángel Asturias (del cual han aparecido cuatro de los 23 títulos programados, bajo el sello editorial del Fondo de Cultura Económica). En lengua inglesa, desde hace muchos años existe una larga tradición en la edición variorum de las obras dramáticas de William Shakespeare (editada por Modern Language Association, M. L. A.), en los Estados Unidos.[regresar]

16 El comentario es registrado por él mismo en el “Octavo tramo” de sus Memorias, incluido en la antología preparada por Gabriel Zaid, Daniel Cosío Villegas. Imprenta y vida pública, México, FCE, 1985, pp. 168-177. [regresar]

17 El límite suele ser de unas pocas líneas. Al respecto, puede consultarse el trabajo de Ramón Neme Sastré sobre derechos de autor, De la autoría y sus derechos, México, SEP, Conafe, 1988.[regresar]

18 Lo mismo ocurre con las ediciones llamadas “diplomáticas” de textos antiguos, generalmente dirigidos a los paleógrafos. Cf. Christopher Kleinhenz¸ op. cit., p. 273; Henry Jacob, op. cit., p. 21.[regresar]

19 El dictamen de ediciones “críticas” es muy especializado, pues estas ediciones deben incluir un registro de todas las enmiendas al texto realizadas por el editor, un registro de todas las variantes, una discusión de las lecturas que involucran problemas específicos, y la indicación de todos aquellos elementos tipográficos, que deben ser reproducidos o eliminados por todo aquel que cite fragmentos del texto. En estas ediciones, la principal responsabilidad del editor es establecer el texto. En la tradición iniciada por Paul Maas, W. W. Grez y Fredson Bowers, existe una abundante bibliografía de la llamada “crítica textual” acerca de problemas como la intención del autor, la relación entre juicio crítico y el análisis bibliográfico, el tratamiento de la puntuación, los problemas de la modernización del idioma, la naturaleza del aparato crítico y la identificación de las variantes. En México contamos ya con algunas ediciones críticas como la de Samuel Gordon para los “Esquemas para una oda tropical” de Carlos Pellicer (1987) y el proyecto de la Biblioteca Novohispana del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México, cuyas normas editoriales han sido diseñadas por Luis Astey (1985), así como el proyecto internacional de la unesco para la elaboración de ediciones críticas de escritores hispanoamericanos contemporáneos. Para una bibliografía especializada sobre el tema, conviene consultar el documento de la Modern Language Association, The Center for Scholarly Editions: “An introductory statement”, en pmla Publications of the Modern Language Association of America, col. 92, núm. 4, septiembre 1977, pp. 583-597, y el trabajo de Elisa Ruiz, “Crítica textual. Edición de textos”, en J. M. Díez Borque (comp.), Métodos de estudio de la obra literaria, Madrid, Taurus, (Persiles, 150), 1985, pp. 67-120.[regresar]

20 Gene R. Hawes, op. cit., p. 65.[regresar]

21Cf. las “Disposiciones Generales a las que se sujetarán los procesos editorial y de distribución de las publicaciones de la unam”, publicado en Gaceta unam, 4 de septiembre de 1986, p. 10.[regresar]

22 Gene R. Hawes, op. cit., p. 65.[regresar]

23 Pierre Lagarde, “Les mécanismes de la prise de decision”, en La politique de l’edition du livre en Argentine, Toulouse-le-Mirail, série A, t. XV, 1980, p. 39.[regresar]

24 Pat Goblits, op. cit., p. 65. [regresar]

25 Los datos son ofrecidos por Michael Larsen en su Literary Agents. How to Get and Work with the Right One for You, Cincinati, Ohio, Writer’s Digest Book, 1986, p. 24.[regresar]

26 André Vachon, “Etude du manuscrit”, en L’Edition Universitaire en France, Quebec, Les Presses de l’Université Laval, 1967, pp. 54-55.[regresar]

27 Ésta es la Ley del Pago de Dictamen, enunciada por el director de una editorial científica en Francia, citada por André Vachon, ibid., p. 55.[regresar]

28 Ésta es, al menos, la tradición editorial universitaria en la Coordinación de Humanidades de la UNAM.[regresar]

29 Michael Larsen, op. cit., pp. 21-22. [regresar]

30 Jane Isay inició su carrera en 1963, como dictaminadora en Harcourt Brace Jovanovich. A partir de 1964 trabajó como dictaminadora durante 15 años en Yale University Press, donde llegó a ser editora ejecutiva, y trabajó después en Basic Books para llegar a la vicepresidencia de Harper and Row, donde estableció una división de edición electrónica. Sus sugerencias dirigidas a autores de libros académicos fueron publicadas en 1986 bajo el título de “Editing Scholars and Scholarship”, y aparecen en el libro colectivo compilado por Gerald Gross, Editors on Editing, Nueva York, Harper and Row Publishers, 1985, pp. 239-246.[regresar]

31 Gene R. Hawes, op. cit., p. 69.[regresar]

32 En estas observaciones coinciden, entre otros especialistas, Michael Larsen, Gene R. Hawes y David Kefauver.[regresar]

33 Estas características son señaladas por Michael Larsen en el capítulo “Develope your Craft” de su libro, op. cit., p. 115.[regresar]

34 Cit. por Michael Larsen, idem.: “Writing is like making love. You have to practice to be good at it. Like the best lovemaking, it has to be done in private and with great consideration for your partner in the enterprise, who is in this case the reader”.[regresar]

35 John Farrar, “How Manuscripts are Judged”, en Chandler B. Grannis (ed.), What Happens in Book Publishing, Nueva York y Londres, Columbia University Press, segunda edición, 1967, pp. 40-44. [regresar]

36 Gene R. Hawes, op. cit., p. 65.[regresar]

37 Cit. por Gene R. Hawes, op. cit., p. 66. “In our experience, academia men may be rude to their wives, beat their children, and kick their dogs (for all we know), but they do maintain their academic integrity. The academic may often be prejudiced, but he is always honest, and he will not recommend manuscript he does not think merits publication. That he may occasionally be mistaken is not as important.” [regresar]

38 Pierre Lagarde, op. cit., p. 84. “Réunir des informations relatives au projet de l’edition en évaluant le marché potentiel, les pronostics de vente, l’estimation du prix de vente, le calcul des investissements et leur récupération, la technique qui va étre utilisé pour la production et le choix de la publicité”. [regresar]

39 Para un estudio del caso argentino, cf. ibid., p. 87 y ss.[regresar]

40 Delores K. Schriner: “Editors at Work: A Study of the Revision Processes of Professional Editors”, Ph. D. Wayne State University, 1985, en DAI, vol. 47, julio de 1986, p. 163-a.[regresar]

41 Cit. por Gene R. Hawes, op. cit., p. 147.[regresar]

42 Estos plazos son mencionados por varios autores, entre ellos Gene R. Hawes, op. cit., p. 138.[regresar]

43 Michael Larsen, op. cit., p. 54.[regresar]

44 Estos casos extremos son mencionados por Michael Larsen, en la selección “Rejection as a Way of Life” (El rechazo como una forma de vida) de su libro, op. cit., pp. 8-10. [regresar]

45 Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero, Bruguera, Barcelona (Narradores de Hoy, 26), 1980, 225 pp. (esp. pp. 93-100, ). Traducción de Esther Benítez.[regresar]

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