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Obras de Claudia.
EL BACHILLERATO
BELLAS ARTES
TRES FUERON los años que Claudia pudo concurrir al Bachillerato Bellas Artes, pero sólo completó los dos primeros, 1974 y 1975. En 1976, Claudia asistió hasta el 15 de septiembre, porque en los primeros minutos de la madrugada del 16 la secuestraron y desaparecieron.
Las dos cuadras que separaban su casa del Bachillerato eran una comodidad que compartió con compañeros y amigas que en varias oportunidades se quedaron en su casa a almorzar o a tomar la merienda. Nunca se le decía no a nadie no tuviera las monedas suficientes para regresar a su casa. Muchos estudiantes asistían doble turno y era muy costoso el regreso a sus casas. Nelva sabía que eso era así, y por eso siempre esperaba la llegada de María Claudia para poner la mesa, nunca se sabía con cuantos compañeros podía llegar a entrar y desde el zaguán gritarle, “mamá, vine con dos amigas” o “mamá, vine con tres compañeros”.
Los pocos meses que Claudia concurrió al secundario en 1974, por distintos acontecimientos que la marcaron, fueron suficientes para que se acercase a la UES. Allí conoció a Alejandro Efraín Ford, “El Negro”,8 referente de la agrupación estudiantil que respondía a Montoneros. Ford era más grande en edad, pero eso no impidió que Claudia se acercará a uno de los militantes más carismáticos y respetados entre las distintas fuerzas políticas que convivían a pesar de las diferencias.
Todos los estudiantes que ingresaron aquel 1 de abril de 1974 lo hicieron sin restricciones y sin examen de ingreso. Cuando históricamente debían hacerlo mediante un sorteo. Fue el único año en que ingresaron todos los alumnos que se anotaron y fueron divididos en cuatro divisiones: A, B, C y D, un total de aproximadamente 30 alumnos por cada división. Primer y segundo año debían cursar por la tarde, en el horario de 13 a 18 horas; tercero, cuarto y quinto año, de 07:40 a 12 horas; turno noche, de 19:30 a 22:10. Para los días sábados el horario era de 07:40 a 11:45 horas.
Debido a los acontecimientos trágicos que ocurrirán sólo pudieron terminar el primer año con el segundo trimestre cumplido y la eximición fue con nota 4.
“María Claudia entró a la escuela de Bellas Artes y estaba muy contenta porque era su vocación, ella seguía la especialidad en dibujo artístico y manejaba muy bien los colores, dibujaba muy bien. Porque salieron, en ese aspecto, al padre porque mi marido era retratista, trabaja muy bien como pintor, hizo pintura en Bellas Artes y Escultura. Y bueno, los chicos tenían esa facilidad”.9
Eran muy pocos los estudiantes que no participaban o no sentían afinidad por algunas de las organizaciones políticas que se manifestaban dentro del Bachillerato. La más numerosa en aquel momento era la UES. En menor cantidad, pero con gran participación también estaban: el Grupo de Estudiantes Secundarios Antiimperialista (GESA); la Juventud Comunista Revolucionaria (JCR); la Federación Juvenil Comunista (FJC); y la Juventud Guevarista (JG), entre otras.
Aquel estudiante que no participaba de alguna de estas organizaciones era considerado “anormal” o un “gorilón”. “Era preguntarte: nombre, colegio y en qué agrupación militabas. La cuarta pregunta era qué música escuchabas.” Recordó una ex alumna.
Los pasillos del Bachillerato eran especiales, era frecuente encontrar a militantes de las distintas fuerzas debatiendo, discutiendo, conversando, conociéndose. Otros en cambio aprovechaban los recreos para dibujar, para tocar algún instrumento, para besarse. Siempre con cigarro y mateada de por medio. Los pasillos y el buffet eran lugares de encuentro entre los secundarios pero también entre los universitarios. El Bachillerato y la facultad convivían en el edificio de una manera especial en aquellos años, lo cual permitía a los secundarios profundizar aún más sus conocimientos políticos.
Por esos pasillos comenzó a transitar Claudia, a observar las distintas banderas de las organizaciones revolucionarias, a escuchar lo que sus nuevos compañeros conversaban. Allí, sentadita y mirando todo lo que sucedía a su alrededor, comenzó a dialogar con Silvia Fernández, quien estaba cursando el cuarto año del Bachillerato y militaba en la UES junto a Ford.
Una de las acciones que le habían encomendado era la de conversar con los estudiantes del primer año y lograr que se acerquen a militar. Fue así como le entregó a Claudia un volante con algunas consignas y algunos textos de John William Cooke10. La respuesta de Claudia no se hizo esperar y a los pocos días comenzó su militancia estudiantil en una agrupación peronista, como no podía ser de otra manera. Luego vendrán las reuniones en la casa de la calle 8, allí Nelva observará encantada el entusiasmo de su hija por la política, y entre lectura y lectura les acercaba algunas galletitas y algo para tomar.
“Las charlas que teníamos en esas reuniones eran acerca del peronismo, de política latinoamericana, del movimiento obrero”, cuenta Silvia Fernández. “Textos que de alguna forma te ayudaban a entrar entusiasmado en la militancia”.
Aquellos eran tiempos en los que para salir al recreo había que esperar que suene la marcha peronista en los pasillos, y desde las aulas los estudiantes salían cantando y con sus dedos en “V”.
“Participábamos en actos relámpago que eran dirigidos por oficiales Montoneros, teníamos cierta producción en la guerrilla, pero mientras fueran acciones de protesta uno las veía potables, armar bombas molotov, pintadas, volanteadas, de esas acciones participábamos”.
Durante ese año los militantes secundarios solían encontrarse en la casa de la UES, que quedaba sobre calle 45, casi esquina 6.
“El año ‘74 no fue un año de mucho estudio”, recuerda Silvia. “Todo era clima de militancia y de acciones permanentes. El estudio no estaba en un segundo plano, estaba en un cuarto o quinto”.
“Fundamentalmente la UES era el brazo secundario de Montoneros”. Explica el historiador Roberto Baschetti, a la pregunta de qué representaban los militantes secundarios para la organización. “La idea era organizar a los estudiantes de sus colegios secundarios, con el fin de integrarlos en otros ámbitos a medida que fueran creciendo. Muchos de esos chicos se irían a la Universidad y pasarían a la Juventud Universitaria Peronista (JUP), como sucedió, y muchos otros se integrarían en trabajos y ahí pasarían a ser lo que era la Juventud Trabajadora Peronista (JTP).
“Era una manera de encuadrarlos y tenerlos prestos para activar a nivel estudiantil secundario. Pero obviamente manteniendo o reconociendo o buscando potenciar todas aquellas cosas que podían llegar a nuclear a los estudiantes secundarios, de cosas tan tontas o pueriles pero que eran importantes en la época. Como que te permitieran ir con el pelo largo, que no sea causal de amonestaciones no ir con el uniforme al colegio. Todas esas cosas represivas o dictatoriales que se venían arrastrando, hasta cosas más importantes como lograr beneficios para las escuelas nocturnas porque generalmente el que estudiaba en los colegios nocturnos trabajaba de día. Entonces lo que se trataba era de facilitarles el estudio para que se pudieran recibir, y de eso de alguna manera se ocupaba la UES y Montoneros a su alrededor. O sea, que era un trabajo grande, importante, inclusive, tan importante que muchos cuadros de la UES que iban a colegios más ‘privilegiados’ como el Colegio Nacional Buenos Aires o el Pellegrini, como un acuerdo entre esos militantes secundarios, dejan de ir a esos colegios de elite y van a otros colegios de la periferia o del Gran Buenos Aires para también organizarlos y poder sumarlos a esa lucha de liberación”.
El mismo día del comienzo del ciclo lectivo de 1974, asumió el nuevo rector de la Universidad Nacional de La Plata, doctor Francisco Pablo Camperchioli, quien se comprometió a respetar un petitorio de diez puntos que le entregaron varias agrupaciones peronistas cuando ingresó a la Universidad a dar su discurso inaugural:
“Las organizaciones peronistas abajo firmantes, garantizadoras del proceso abierto en esta Universidad el 25 de mayo (de 1973), ante el inconsulto nombramiento de que usted fue investido.
Esto no lo hacemos caprichosamente sino que entendemos que este planteo resume en líneas generales los aspectos esenciales que definieron a la gestión anterior, con la cual nos identificamos plenamente.
“Solamente con la aceptación por parte suya de estos planteos, entendemos que es posible continuar implementando el proyecto de liberación nacional en la Universidad. De lo contrario no vamos a acatar de ninguna manera que en nombre del Movimiento Justicialista se retroceda en la universidad a cuestiones ya superadas.
“Los puntos son los siguientes: 1) Estabilidad del personal docente y no docente, hasta la realización de concursos; 2) Respetar la bolsa de trabajo de ATULP, para la designación del personal no docente; 3) Garantizar el uso irrestricto por los estamentos universitarios (docentes, no docentes y estudiantes) del Comedor Universitario y todos los servicios sociales de la Universidad; 4) Garantizar el desarrollo del curso de Realidad Nacional; 5) Continuar el proyecto de la universidad y como consecuencia todos los planes de estudio en marcha y a aplicarse; 6) Respetar la transformación por la cual, con una materia por año (aprobada), se mantiene la condición de alumno regular; 8) Cumplir con la pronta terminación de las obras de ampliación del Comedor Universitario para satisfacer las necesidades reales; 9) No interferir en la libre expresión de todas las agrupaciones políticas; 10) Repudiar el ataque a la Universidad por parte del grupo armado CNU, como un intento continuista para impedir la definitiva transformación de la Universidad.
“Para garantizar la continuidad del accionar popular, hemos decidido tomar el control de todas las facultades que conforman esta universidad y para demostrar también el apoyo masivo que recibe esta política de parte de todos los sectores que componen la comunidad Universitaria.
“Firman: Agrupación `Sabino Navarro´, ATULP, adherida a la JTP, Agrupación Peronista de Trabajadores Docentes de la Universidad y Juventud Universitaria Peronista (JUP)”.11
Apenas asume como rector, Camperchioli se comunica con Jorge Ademar Falcone, un viejo amigo, y le ofrece ser su asesor en la flamante función.
Falcone en ese momento era Delegado Regional del Instituto de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados. Era muy respetado entre sus compañeros y riguroso en su trabajo. Le gustaba recorrer las oficinas y comprobar que las órdenes de pago de los jubilados salieran al cobro con celeridad.
Bajo el título, “El día que repudiamos a mi viejo”, Jorge recuerda –en su libro: Memorial de guerra larga, un pibe entre cientos de miles– el momento en que la izquierda del peronismo no solo repudió a Camperchioli en su día de asunción en la UNLP, sino también a las nuevas autoridades, entre las que se encontraba su papá.
“Bajo las pancartas de la Facultad de Ciencias Médicas, yo apenas era uno más de los presentes, que había recomendado a su padre sustraerse de aquella interna. Cuál no fue mi sorpresa cuando, al presentarse en público las autoridades recién designadas, escuché mencionar el nombre de mi viejo. Pero peor la pasé aun cuando la multitud, acicateada por algún desavisado con las mejores intenciones de favorecer a nuestro sector, atronó al grito de Falcone, traidor, a vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor.12 El rostro de mi padre se descompuso en el palco y yo me abrí paso desesperadamente entre la abigarrada multitud para frenar aquel linchamiento inminente. Debo haber llegado a tiempo ante uno de mis referentes –Carlitos Sanguinetti–, ya que el furor previo se fue disipando gracias a la oportuna intervención del dirigente Carlos Starita. Contrariamente a lo que aquel incidente hacía prever, el ex funcionario insurrecto, preso y luego confinado en múltiples obras sociales, que por un instante fuera burócrata a defenestrar, llegaría más tarde a ser un aliado incondicional de esa generación que irrumpía a los tumbos en la vida política del país”.
8 Alejandro Efraín Ford (20) luego de militar en la UES pasó a las filas del PST, fue detenido-desaparecido el 11/5/77 en Tolosa, La Plata. Al momento de su secuestro se encontraba con su compañera Mónica de Olaso “Moniquita” (18), que estaba embarazada de 2 meses; junto a la pareja también estaba, Julio Matamoros (21). Los tres militaban en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Los cuerpos de los tres militantes fueron encontrados en el Cementerio de Ezpeleta, 37 años después de los secuestros, por el Equipo de Antropología Forense (EAAF).
9 Adrián Figueroa Díaz, entrevista a Nelva Falcone, 2000.
10 John William Cooke, Político, abogado y profesor argentino. Figura destacada de la izquierda peronista.
11 El Día, abril 1974.
12 Augusto Timoteo Vandor “El Lobo”, líder sindical del gremio de los metalúrgicos. Su figura es conocida por proponer un “peronismo sin Perón”. Fue acribillado por el Ejército Nacional Revolucionario (ENR), el 30 de junio de 1969.
Obra de Claudia.
FUERA ANGLADA
CORRÍAN LOS primeros días de abril dentro del Bachillerato cuando llegó a manos de un grupo de estudiantes una edición del libro Carta a una maestra, alumnos de la escuela Barbiana. Dicha publicación hizo pensar a los referentes de cada agrupación política en la posibilidad de implementar en el Bachillerato la acción originalmente llevada a cabo en Italia, Florencia, entre los años 1954 - 1967, por el párroco Lorenzo Milani.
Para comenzar con tal experiencia debían expulsar a la actual rectora, Elsa Dattoli de Anglada, y elegir como nueva responsable del Bachillerato de la Facultad de Artes y Medios Audiovisuales a la compañera y profesora de historia Irma Ángela Zucchi, a la que todos admiraban.
“A nosotros se nos antojaba que tal persona era piola y nosotros la queríamos poner en un lugar que capaz esa persona no quería, o no tenía ganas”. Recuerda Enrique Tellechea, ex alumno y militante de la UES. “Era todo así, todo impulso, una política hormonal, digamos”.
Anglada era acusada por los alumnos de “gorila”. Años más tarde y consultados para este trabajo, la gran mayoría de los entrevistados afirmaron no conocer los cargos que le imputaban a la rectora. Un ex alumno llegó a confesar: “Yo alguna vez levanté la mano para expulsar a una señora que ni siquiera sabía quién era”.
Los estudiantes tomaron el Bachillerato por tiempo indeterminado y eligieron ellos mismos a quienes serían las nuevas autoridades. Se sentían victoriosos y saludaban desde la ventana del rectorado a sus compañeros que los vivaban desde la calle. A alguien se le ocurrió tirar por la ventana los legajos del personal y de todo el alumnado. En pocos minutos las calles quedaron invadidas de hojas blancas.
“Los más grandes les enseñábamos a los más chicos y a los más grandes no nos enseñaba nadie. Y manteníamos el funcionamiento de la escuela, teníamos las clases, los recreos y cada dos o tres días teníamos asambleas de padres que nos querían cagar a patadas”. Se ríe al recordar ese momento Gustavo Zurbano, referente de GESA, que además de ser portavoz en las asambleas, junto a Alejandro Ford, era también el encargado de tocar la guitarra a la hora de amenizar la toma.
Fue un comienzo agitado para todos: alumnos, docentes y padres, que les exigieron a las autoridades del Bachillerato “el normal desarrollo de las clases”. En su ejemplar del jueves 4 de abril de 1974, el diario El Día tituló, “Irregular actividad docente en los colegios de la universidad”. En la bajada decía: “Rechazaron los alumnos del colegio Nacional la nueva vestimenta. Manifestación de apoyo a las autoridades en el Liceo. Reunión del Consejo de padres en el Bachillerato de Artes”.
A una semana del inicio de clases un grupo de padres se entrevistó con Camperchioli y le acercaron las inquietudes correspondientes. El Día tituló: “Fue impuesto el rector de la Universidad sobre la situación en tres colegios. Los padres de alumnos hicieron constar serias deficiencias en la faz disciplinaria y en planes de estudio. El doctor Camperchioli anticipó que habrá solución en los próximos días”. Continúa diciendo: “Un crítico panorama sobre la situación imperante en los colegios secundarios dependientes de la Universidad local expusieron los padres de alumnos concurrentes a estos establecimientos. Antes de entrar a dialogar con el funcionario los padres dijeron que ‘no hay disciplina’. Prácticamente los chicos no estudian y es alarmante la cantidad de asambleas que se realizan, que suelen durar hasta altas horas”. La nota, extensa, tenía como subtítulo: “Quebrar la familia” y aseguraba que “las madres, con evidente preocupación” señalaban que “se está quebrando la unidad familiar. Nosotros no enviamos un hijo a la escuela para que se convirtiera en nuestro enemigo, sino para que se capacite como corresponde. En algunos casos los chicos regresan a sus hogares porque se vive un estado de asamblea permanente y no se estudia. En muchos casos, hay que reconocerlo, se quedan porque a esa edad les atraen las movilizaciones y las asambleas tumultuosas”.
Por la tarde del 17 de mayo, los alumnos resolvieron, mediante una asamblea, ocupar por tiempo indeterminado el Bachillerato. Dijo El Día: “La toma del establecimiento se concretó en instantes en que la rectora Blanca Dattoli de Anglada se encontraba reunida con el rector normalizador de la Universidad doctor Francisco Pablo Camperchioli considerando precisamente la necesidad de normalizar totalmente el establecimiento”.
Aquella reunión fue repudiada por los alumnos y lo expresaron en las distintas paredes del edificio, “Fuera Anglada”. Los días de la rectora estaban contados.
Pese a las presiones, Anglada se niega a dejar su cargo. La situación es conflictiva y las reuniones de padres son frecuentes. Los alumnos no permiten el ingreso de la rectora al Bachillerato.
La división ‘C’ del primer año se suma a la protesta que llevan adelante los alumnos de cuarto y quinto año. Claudia ya se había incorporado a la UES y junto a sus compañeros colabora en la recaudación de dinero para poder llevar adelante la toma.
Finalmente, en su edición del 28 de mayo de 1974, el mismo periódico informó: “Interviniose el Bachillerato de la Facultad de Artes y Medios Audiovisuales local. El decano de la Facultad de Artes y Medios Audiovisuales, licenciado Jorge Abad, dispuso ayer la intervención de Bachillerato de esa institución y designó para esa función a la profesora Irma Ángela Zucchi”. Los secundarios habían logrado su objetivo.
“La decisión de que Irma fuera rectora fue de las agrupaciones”, explica Estela Tanevich, preceptora del Bachillerato y militante de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP). “Ella no quería aceptar el cargo y fue una insistencia nuestra. Ella decía que su lugar era otro, desde más abajo y desde el contacto directo con la enseñanza diaria a los alumnos”.
Como resultado de las presiones coincidentes de las autoridades educativas, la prensa y sus propias familias, los estudiantes finalmente decidieron levantar la toma y volver al funcionamiento normal de las clases, sin poder imaginar entonces que la respuesta institucional tendría como resultado meses oscuros y violentos poco propicios para las utopías.
Trabajo de caligrafía de Claudia, 1975.
LA VIDA ERA UNA FIESTA
“HACE POCO limpiaron la última pintada que decía ‘Fuera Anglada’”, recuerda Martín Barrios, quien ingresó a Bellas Artes en 1973. “El Bachillerato dependía de la Universidad, esto era una escuela superior. Es más –señala la entrada principal del edificio– todavía dice ‘Escuela superior’, luego pasa a ser ‘Facultad de Artes y Medios Audiovisuales’, y nosotros éramos el Bachillerato especializado de la Facultad de Artes y Medios Audiovisuales. No era fácil que un pibe quiera entrar acá porque era doble turno, los sábados también tenías clases y la tradición en La Plata era que ‘los hijos de los ricos van al Colegio Nacional, los hijos de los laburantes van al Industrial y al Bellas Artes van los putos y los drogadictos’ (se ríe); en aquella época se jodía con eso”.
Martín militó en la Juventud Guevarista (JG) hasta 1976, luego tuvo que dejar la militancia e irse del Bachillerato. “Teníamos una actividad política muy fuerte, y se nos mezclaba la cosa de que por un lado queríamos andar con un chumbo y por otro lado había compañeros que coleccionaban autitos. Esa es la verdad. Ibas a cagarte a piedrazos con la policía y cuando volvías a tu casa tu vieja te cagaba a pedos porque no fuiste a tomar la leche”.
En Bellas Artes conoció y forjó una gran amistad con Alejandro Ford, militante y referente de la UES. “El Negro Ford era un referente político fuerte dentro del Bachillerato y además era muy querible, porque había compañeros que eran difíciles. Claudia era difícil, era muy buena mina, pero te llevaba puesto, y el Negro tenía otra actitud. El recuerdo más fuerte que tengo de Claudia es que era una mina que se plantaba, iba para delante y te pasaba por arriba, con una actitud fuerte, convencida. Era difícil encontrar gente con esa solvencia y con esa actitud, y Claudia la tenía. Tenía una presencia muy fuerte.
“Yo te voy a decir algo que seguramente te va a sonar a clisé pero que era así, para nosotros la vida era una fiesta porque íbamos a cambiar el mundo. Había un contexto social que te invitaba a eso, todo era agitación, por lo menos hasta mediados del ‘75. Como estudiante te sentías partícipe y con ganas de dar vuelta la cosa. Además, eso pasaba con una alegría bastante rara. Yo nunca más volví a ver pibes con esa alegría y ese empuje, en ningún lugar del mundo, salvo en Managua o en Cuba, pero porque había triunfado la revolución.
“Teníamos la sensación de que estábamos construyendo un mundo nuevo. Nosotros sentíamos que estábamos haciendo la revolución, mezclado con la producción artística, con la sexualidad, una serie de cuestiones que no eran joda para un adolescente. Pasamos de la primaria y de la maestra que te cagaba a pedos a hacernos cargo de la vida, y estaba bien. Nosotros creíamos que estábamos cambiando al mundo, y de hecho lo estábamos haciendo. Una vez estábamos con el ‘Tata’ Cedrón y me dijo, ‘lo que pasa es que nosotros no apuntamos mal…erramos el tiro’. Y a mí me parece que fue así”.
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