Kitabı oku: «Fotografía infantil», sayfa 8
CONSEJO
SIEMPRE A LA ALTURA DEL NIÑO
Seguramente habrá observado cientos de fotografías de niños con el efecto poco afortunado de cabeza grande y pies pequeños. Esa es la consecuencia de tomar las fotografías desde la altura de un adulto, con la cámara inclinada hacia abajo, provocando que la cabeza del niño se encuentre entonces más cerca del objetivo y se capte mucho más grande que las partes más lejanas, como los pies. Este efecto se exagera aún más con los objetivos granangulares.
Para evitarlo sólo hay una solución: agacharse, arrodillarse o tumbarse para que la cámara se encuentre a la altura de la cabeza del niño, buscando que su cuerpo esté paralelo al plano trasero de la cámara. Observe cómo este ligero cambio en el punto de vista transforma la percepción del niño; inmediatamente dejamos de verlo con esa perspectiva casi caricaturesca y empezamos a darle ya la dignidad que merece como una persona, ¡pequeña pero persona al fin y al cabo!
Esta imagen sencilla contiene muchas claves de la atención a posturas y pequeños detalles que mantiene constantemente el fotógrafo Manuel González. En primer lugar pidió a la niña que se sentara en la silla, mientras él lo hacía en el suelo para situar la cámara por debajo de la cabeza de la niña y así no alterar las proporciones entre cabeza y cuerpo. Después le indicó que recogiera las piernas con sus brazos, lo que contribuyó a dar mayor informalidad a la postura y conseguir mejorar la composición, aportándole dinamismo al lograr una forma más triangular del cuerpo y menos alargada. Por último, empezó a bromear con la niña y a hacerle gestos graciosos para provocarle esa mirada divertida y lograr imágenes más espontáneas.
Canon 5D Mark III, Canon 85 mm f/1,2, ISO 125, f/3,2, 1/160 s.
Incluso puede probar a situar la cámara un poco más abajo, aproximadamente a la altura de la cintura del niño, lo que hará que este parezca ligeramente más alto y disminuya un poco el tamaño de la cabeza, lo que suele venir bastante bien para que resulten más proporcionados los niños menores de 6 años en las fotografías.
Además, si se sitúa a su altura contribuirá a que se encuentre más cómodo con el fotógrafo, a que lo aprecie a usted como más cercano y a facilitar la comunicación con él, lo cual es muy importante sobre todo si no es su padre o madre y es la primera vez que lo fotografía. Descender físicamente a su nivel también le ayudará a ver el mundo desde la perspectiva del niño, a entrar en un estado de ánimo donde prime el juego y la fantasía, las dos claves para generar historias emocionantes.
Si por alguna razón decide que un punto de vista superior es el más adecuado, por ejemplo para fotografiar al niño jugando sobre una atractiva alfombra, evite hacerlo de pie sobre el suelo y considere situarlo tumbado o recostado, de modo que no haya tanta diferencia de distancia entre su cabeza o sus pies a la cámara.
Brazos y manos
Los brazos y manos permiten configurar signos muy efectivos a la hora de lograr una buena comunicación en un mensaje no verbal. Sin coherencia entre lo expresado por el rostro y lo que dicen las manos será difícil que llegue al espectador un mensaje claro. Si el niño sitúa los brazos abiertos y elevados, transmitirá la idea de alegría con lo que está haciendo; mientras que si los mantiene abiertos pero a la altura del pecho, indica que tiene ganas de ser abrazado. Procure no fotografiarlo con los brazos elevados y juntos porque indicaría que se siente inseguro y desea que sus padres le recojan en sus brazos. Debería evitar esta postura porque el niño suele evidenciar en su cara síntomas de miedo ante una posible caída.
Al colocar los brazos cruzados a la altura del cuerpo se evidencia inseguridad, molestia y rechazo. Sin embargo, si los cruza por detrás indica confianza, seguridad e incluso en las niñas una cierta coquetería. Cuando coloca algún objeto con el brazo o mano sobre su torso o cerca del mismo, está realizando una ocultación parcial de su cuerpo que viene a significar también esa necesidad de protección y cierta inseguridad. A veces los niños se llevan la mano hacia la cara para ocultarla parcialmente; con ello pueden indicar que se han sorprendido con algo y también que dudan de la reacción de los mayores hacia alguna cosa que hayan hecho.
Algunos ejemplos de los mensajes tan diferentes que puede comunicar con el lenguaje corporal en sus fotografías de niños. A la izquierda, el niño tiene una mirada divertida acentuada por la postura de su mano, que invita al espectador a imaginar las acciones en el mundo exterior al encuadre, lo que pudo haber ocurrido antes del disparo de la fotografía. Sin embargo, a la derecha, la mano debajo de su barbilla y la mirada tranquila logran expresar la concentración y el mundo interior de la pequeña.
Izquierda: Canon 5D Mark III, Canon 85 mm f/1,2, ISO 200, f/3,5, 1/250 s.
Derecha: Canon 5D Mark III, Canon 135 mm f/1,4, ISO 200, f/2, 1/320 s.
Pepa Valero prefiere “que los brazos estén lánguidos, descansados, apoyados en algo o con la mano tocándose el lóbulo de la oreja… también que el brazo no esté recto, que el codo tenga un cierto ángulo y por detrás se vea un poco la forma de la cintura, eso estiliza un montón”. Alba Soler insiste en que “los brazos tienen que mantener una coherencia con la postura general, si están apoyados que estén relajados, si están entrelazados pues que hagan como un círculo entre ellos. Que acompañen a la postura general. Si el niño está sentado sobre el suelo y estamos mirando hacia delante, pues las manos también irían dirigidas hacia adelante, como marcando una misma dirección todo el cuerpo: mirada, brazos y posición del cuerpo”.
Si el niño o niña está sentado o acostado, y cruza las manos por detrás de la cabeza, acentuará su actitud relajada y tranquila, aunque a veces en los más mayores puede confundirse con una señal de prepotencia y exceso de confianza en sí mismo. Sin embargo, si cruza las manos detrás de la cabeza mientras está de pie no se interpreta igual en los dos sexos: para una niña puede indicar un punto de coquetería pero en un niño puede verse como un poco indicativo de afeminamiento.
Respecto a las manos Pepa Valero recomienda “que se vean todos los dedos, que no se aprecie la mano muy cerrada en forma de puño y que tampoco se vea ningún dedo cortado. Hay que estar muy atento a esos detalles, porque a veces el fotógrafo se concentra tanto en la expresión del niño, que las manos se le despistan y después no hay forma de arreglarlo. Por mi experiencia, solo puedes prestar menos atención a las manos cuando se trabaja con niñas que hayan hecho ballet porque saben posar estupendamente y colocan las manos superbonitas”. Alba Soler recomienda buscar posturas donde estén bien definidas: “lo más importante en la posición de brazos y manos es que estas se encuentren relajadas, que no estén a medias de nada y con una pose clara: si están apoyadas que aparezcan bien apoyadas y no a medias; si están cogidas entre sí, que se aprecie la interacción entre ellas. Si se encuentran tocando la cara, que estén grácilmente tocándola, que los dedos no hundan la piel de la cara hacia dentro”. Para los niños más mayorcitos, una postura que ofrece imagen de seguridad y relajamiento consiste en pedirles que metan las manos en los bolsillos de los pantalones o del abrigo; mejor incluso si no las introducen del todo.
No deje de observar a los niños y analizar las peculiaridades de los movimientos en cada edad. Por ejemplo, a los cinco meses, los bebés empiezan a querer levantar el tronco cuando están tumbados boca abajo, apoyándose en los brazos. Ese momento de titánico empeño ofrece inmejorables oportunidades de captar la esencia de esos meses; únicamente lo tiene que tumbar y colocar la cámara al mismo nivel que la cabeza del bebé para hacer que su esfuerzo se aprecie de forma más clara. “Con cada edad es necesario trabajar las posturas de las manos de forma diferente, indica Manuel González. Si los recién nacidos están despiertos, sus músculos se encuentran en pura tensión. Veo muchas fotos de recién nacidos en las que se palpa esa tensión y para mí pierden el 90% de su ternura, porque el fotógrafo se ha precipitado en realizar la instantánea. Para conseguir poses tiernas de bebés solo hay un truco: esperar a que el niño caiga en su propio sueño. Por otra parte, con los pequeños de dos a cuatro años para las manos funciona mejor indicarles que hagan algún movimiento, por ejemplo: si le dices que meta las manos en los bolsillos y no quedan bien, pues le doy algo para que lo tome en sus manos, un peluche o un avión, para buscar un gesto natural de agarrar algo y no una pose forzada. Cuanto más parada sea una pose, más probabilidades tenemos de que quede algo forzada”.
Observe cómo Manuel González ha diseñado la escena para que los niños adopten una posición natural de manos y brazos. Solo tuvo que indicarles que observaron al osito que hay colgado en la cuerda, miraran hacia arriba y la pose fluyera pudiendo empezar a disparar su cámara. Solicitó al mayor que subiera su mano para hacer más fuerza y fotografiarlo en el momento en que separara más los dos brazos y la pose fuera más dinámica. Manuel González planifica siempre sus tomas considerando los elementos que después añadirá en la postproducción, como en este caso la nube con la que sustituiría al osito, tal como se explica en el capítulo 9.
Canon 5D Mark III, Canon 85 mm f/1,2, ISO 200, f/4, 1/200 s.
En la fotografía superior, Pepa Valero buscaba reflejar la seguridad y madurez de este niño, por lo que decidió pedirle que se tumbara sobre la hierba con la cabeza reposando sobre sus brazos. Fíjese que la mirada no se dirige directamente a cámara, lo que invita al espectador a considerar su gran mundo interior. En la segunda imagen, la postura de los brazos sujetando el libro y los ojos cerrados transmiten los sueños y el hechizo que sintió la pequeña al leer los cuentos que su madre le compraba.
Nikon D800, Sigma 35 mm f/1,4, ISO 80, f/2, 1/800 s.
Cuerpo
El torso de los niños no tiene las formas propias de cada sexo que adoptará en la edad adulta: hombros más anchos y caderas más estrechas en los hombres, cintura más estrecha y caderas más anchas en las mujeres. En general, hasta la preadolescencia los torsos de las niñas y los niños son muy similares, tendiendo a ser bastante rectos, sin formas y casi siempre un poco ‘barrilitos’. No se preocupe demasiado por ello, a no ser que el niño tenga un problema claro de sobrepeso, porque esas formas contribuyen a percibirlos precisamente como niños y no como adultos.
Para niños y niñas que tengan un poco de sobrepeso, considere situarlos ligeramente girados, con el torso no frontal a la cámara; de ese modo logrará reducir ópticamente la anchura de las caderas al situarlas en perspectiva. O pruebe a sugerirle que adelante una pierna sobre la otra, bien de pie o apoyado en una pared. También puede usar algún elemento de atrezo, como pañuelos, bufandas, una cazadora colgada del hombro o incluso algún familiar para tapar ligeramente caderas u otras partes del cuerpo y que disminuyan su presencia en la fotografía. Otra solución es sentarlo en el suelo mirando hacia arriba; de ese modo logrará que su cuello no destaque tanto y la perspectiva hará que su cuerpo se vea más pequeño y delgado. Evite posturas en las que las piernas o brazos se adelanten mucho al cuerpo para evitar efectos de perspectiva, en los que parezca que los miembros son mucho más grandes que el cuerpo.
Para Alba Soler quizás lo más importante “para lograr mejorar la postura o el aspecto general del torso es la ropa. Hay que tener gusto; si tienes un bebé o un niño rellenito tendrás que buscar una ropa que le favorezca, porque si no por mucha gracia que tú tengas haciendo fotos, no le va a quedar bien. Es muy importante mandar buenas instrucciones a los padres sobre la ropa y si no han seguido tus instrucciones intentar salvarlo de la mejor forma posible. No sé por qué pero hay muchos padres que no ven el cuerpo de sus hijos o les da igual. Por ejemplo, si está gordito y le ponen la camisa abrochada y metida por dentro de un pantalón con cinturón, está claro que se le van a salir las mollas y serán muy evidentes en las fotos. A las niñas, por regla general, les digo que prohibido faldas y pantalones, únicamente vestidos. Estéticamente me gustan más pero, además, le van a quedar mejor, porque con esa edad sus cuerpos son como un barrilete: tienen la cintura hacia fuera y si se la marcas más todavía se va a notar demasiado. Por la experiencia vas observando cómo los vestidos que tienen el corte por la cadera quedan peor, independientemente de lo flaquita que esté la niña le hacen un cuerpo ridículo, de modo que busco que los cortes de los vestidos estén siempre por la cintura. Y con los niños si están gorditos suelen ser más por la barriguita; así que funciona muy bien dejar las camisas por fuera con los pantalones preferiblemente ajustados y algo más anchos por arriba, para que tenga un poco de gracia el conjunto”.
Con los niños no tiene que preocuparse tanto como con los adultos de que las posturas de sus cuerpos estén perfectas. El gesto de esta pequeña y sus manos metidas en los bolsillos concentran toda la atención. Por otra parte, su barriguita con la camiseta anudada le añade un toque de improvisación que le da naturalidad a su postura. Para la iluminación Pepa Valero usó un flash adosado a una ventana con rejilla, situándolo a la izquierda de la cámara muy lateralmente.
Nikon D750, Sigma 50 mm f/1,4, ISO 100, f/4, 1/160 s.
Piernas y pies:
Por último no olvide comprobar la posición de las piernas del niño, porque van a contar mucho. Cuando son pequeños, si se encuentran de pie y con las piernas algo abiertas transmitirán seguridad y firmeza; mientras que si el niño se encuentra de pie apoyado en algo transmitirán la idea opuesta, de no sentirse seguros al andar. Si tienen por encima de los tres años puede empezar a pedirles que se coloquen en posturas más complejas; por ejemplo, apoyado en una pared con las piernas cruzadas para ofrecer una actitud de relajamiento y tranquilidad.
Cuando el niño se encuentra sentado en el suelo con las piernas abiertas se le percibe en actitud de diversión y juego; una situación completamente opuesta a si lo fotografía con las piernas juntas pues parecerá que está concentrado, triste o reservado. Si se encuentra sentado en un sillón o sofá procure que no tenga las piernas excesivamente paralelas porque resulta una postura demasiado rígida para un niño y le faltará espontaneidad. Puede probar con las piernas semiabiertas a distinta altura lo que aportará un signo claro de despreocupación, relajación y seguridad en sí mismo (ver la fotografía del niño disfrazado de deshonillador de Pepa Valero junto a estas líneas). Los niños pequeños no suelen sentarse con las piernas cruzadas como los adultos, por lo que es mejor evitar esa postura. Si la madre o padre cruzan sus piernas al sentarse junto al pequeño, preste atención a que el pie en el aire se sitúe hacia el lado donde se encuentra el niño, pues normalmente los adultos lo dirigimos inconscientemente hacia la persona que más apreciamos.
Para los más mayores, Pepa Valero prefiere que “tengan las piernas cerradas. Cuando los siento, y las piernas les quedan colgando, se las cruzo por los tobillos y para mí quedan así más bonitas. Si los siento lateralmente y están de perfil, me gusta que los pies se pongan de punta como en ballet. Si están con el cuerpo de frente, mirando hacia cámara, que los pies no estén situados lateralmente, sino dirigidos hacia cámara, que la punta del pie mire hacia mí. También es importante que las rodillas no estén dobladas, las tengan rectas y en general que las piernas se vean estilizadas”.
Sobre los pies, Manuel González prefiere “para la inmensa mayoría fotografiarlos descalzos porque generalmente mi fotografía es muy neutra, de modo que si son varios hermanos y cada uno viene con un tipo de calzado me molesta mucho esa falta de homogeneidad. También busco reflejarlos como si estuvieran descalzos en su casa, sobre una alfombra. No quiero ningún protagonismo del calzado, deseo la mayor neutralidad en el vestuario y así se lo recalco a los padres en mi protocolo de sesiones”. Alba Soler indica cómo “dependiendo de la edad tengo diferentes consideraciones. Si hablamos de niños pequeños creo que quedan más bonitos sin zapatos, queda más natural. Aunque lleven ropa de calle, el hecho de llevar zapatos les hace parecer como demasiado vestidos. Si los pones descalzos es más bonito pero hay que evitar empezar la sesión de esta manera, porque si al andar empiezan a pisar arenita o piedrecitas, ya la has liado, van a protestar y no querer estar más descalzos. Mejor empezar con zapatos y cuando ya lo tengas entretenido y en el bote, pues ya lo puedes poner descalzo. También suelo llevar mantas para que les facilite andar sobre ellas, discretas no necesariamente bonitas, tengo una muy fea que es marrón pero se integra muy bien con la naturaleza. Intento no usarlas pero te pueden salvar una sesión. Por otra parte, si sientas al niño y no puedes evitar sacarlo con zapatos, porque no quiere estar en el suelo sin ellos, mejor ponerlo de lado, de forma que no se le vea la suela. Y para los mayores, si se sientan, es muy importante que las piernas no vengan hacia ti, porque entonces tendrán aspecto como de butifarras y no salen bonitas, es mejor echarlas a un lado y ligeramente hacia atrás”.
De todas formas no se obsesione con una pose perfecta como se busca en las fotografías de boda. Un punto de incoherencia en la postura transmitirá cierta espontaneidad que resulta muy atractiva en las fotografías de niños. Considere que los crios de corta edad están continuamente probando distintos movimientos con sus extremidades, porque es su método para entrenarse y mejorar su control, por lo que es normal que a veces adopten posiciones inverosímiles e incluso un punto cómicas. Un ejemplo podrían ser los pies; si se fotografían excesivamente paralelos pueden parecer impostados, porque es muy habitual que el niño esté realizando con ellos pequeños movimientos, independientes de la acción principal en que esté involucrado con sus manos.
Desde arriba, en el sentido de las agujas del reloj, observe la diferencia de posturas de piernas en estas fotografías y lo que transmiten al espectador. Las piernas juntas del niño leyendo enfatizan aún más su atención concentrada sobre el libro; mientras que los pies de la niña entrecruzados comunican un cierto desenfado, más acorde con la idea de evocar su activa imaginación tal como pretendía la fotógrafa. En la del pequeño deshollinador, las piernas abiertas y con distinto ángulo en la rodilla ayudan a transmitir una pose relajada de descanso. Y finalmente observe la fotografía que Manuel González tituló La danza del oso pero donde, en realidad, el niño estaba a punto de caerse y al recoger ese momento le da una especial espontaneidad a la pose.
Fila superior: Canon 5D Mark III, Canon 85 mm f/1,2, ISO 400, f/3,2, 1/200 s, y Canon 5D Mark II, Canon 85 mm f/1,2, ISO 200, f/2,8, 1/160 s. Fotografías de Alba Soler.
Fila inferior: Canon 5D Mark III, Canon 85 mm f/1,2, ISO 200, f/2,8, 1/200 s. y Nikon D750, Nikkor 24-70 mm f/2,8, ISO 100, f/8, 1/125 s. Fotografías de Manuel González y Pepa Valero.
CONSEJO
INDUCIR ESTADOS DE ÁNIMO MEDIANTE EL LENGUAJE CORPORAL
Considere que puede usar su conocimiento del lenguaje corporal para lograr que los niños se encuentren más tranquilos y cooperativos. Está demostrado que las posiciones del cuerpo responden de forma inconsciente a la evaluación de la situación que realiza nuestro cerebro; pero también es posible efectuar el proceso inverso, es decir, realizar conscientemente movimientos que activen dichas sensaciones en el cerebro.
Imagine que se encuentra con un niño inseguro, que lo muestra cruzando los brazos sobre su pecho todo el tiempo. Pruebe a pedirle que simule bostezar como si se acabara de despertar y que después cruce sus manos detrás de la cabeza, realice usted mismo esos movimientos para que él los imite. Al efectuarlos, primero el niño se relaja al bostezar y después al cruzar sus manos detrás de la cabeza transmite a su cerebro la sensación de seguridad y confianza en sí mismo que estaba necesitando.
RELACIONES ENTRE VARIAS PERSONAS
A pesar de que parece algo obvio, lo fundamental resalta Alba Soler es que “haya interacción de verdad. Si ni se tocan, o ni siquiera se miran, simplemente es un retrato donde aparece más de una persona pero no hay interacción. Cuando son pequeñitos se vuelve algo más complicado; no obstante es importante que el niño pequeño mire o toque al hermanito o al perro o a la madre, aunque cada uno esté por su cuenta. Me ha pasado con animalitos, donde el retrato del niño se encuentra bien y el del perro también pero no hay ninguna interacción entre ellos, porque cada uno miraba para un lado.
También depende mucho de la foto, si caminan y miran a sitios distintos no hay ningún problema, sin embargo en ocasiones se nota que has llamado la atención al niño por un lado mientras que el perro estaba distraído con otra cosa; esa foto no acaba de transmitir nada porque cada uno va a su bola. En esas ocasiones es recomendable hacer algo, por ejemplo, el hermano mayor puede dar de comer al pequeño, o si los dos son de una edad parecida que recojan flores del mismo sitio, o toquen juntos un juguete. Conviene lograr que las acciones converjan hacia un punto común.
El conocimiento del lenguaje corporal también ayuda a evocar visualmente las relaciones interpersonales de una forma más convincente. Si el niño mira hacia el lado izquierdo de la imagen, mientras la madre dirige su atención hacia el derecho, el espectador percibirá una tensión entre ellos aunque en realidad no sea así. Considere los siguientes puntos que conviene seguir para evocar la interacción y conseguir una atmósfera positiva en sus fotografías.
Miradas
El primer punto sería ocuparse de que los miembros del conjunto familiar que fotografíe se lo pasen bien y, a ser posible, se olviden del fotógrafo. Es más importante captar las miradas cómplices entre ellos que las sonrisas falsas dirigidas al fotógrafo. Por tanto no se obsesione con que miren siempre a cámara si desea imágenes con mayor naturalidad. Si los niños tienen menos de 4 años proponga al padre o madre acciones sencillas, como abrazar a su hijo o besarlo en la frente, para que se concentren en ellas y olviden a la cámara. Observe, por ejemplo, la fotografía de Alba Soler en la siguiente página donde la concentración en el juego entre ambos se transmite mejor al estar mirándose el uno al otro. De los niños menores de dos años no tiene que preocuparse tanto porque todavía está en una fase donde su atención prioritaria siempre se encuentra en lo que hagan sus padres. Cuando son más mayores entienden las ideas más abstractas y puede pedirles que miren con cariño al familiar que les acompañe.
Si los ojos de las dos personas fotografiadas son visibles claramente, indíqueles que miren hacia un mismo punto de forma que coincidan sus miradas, puede situar algo que llame la atención del niño para facilitar la tarea. Si se decide incluir nada más que la mirada del niño hacia la cámara, conviene situar al otro familiar ligeramente de espaldas abrazándolo o jugando con él, de forma que parezca que su mirada y atención se dirige hacia el niño; se consigue así la típica toma de diálogos en cine, donde al actor que escucha se le suele filmar de espaldas. Otras soluciones bastante efectivas son la toma lateral donde ambos están de perfil mirándose el uno al otro o los rostros en tres cuartos con las miradas dirigidas hacia un punto común.
Al igual que le indicamos que no debe buscar la sonrisa feliz en todas las fotografías, tampoco es necesario que los sujetos miren a cámara obligatoriamente. Esta imagen de Alba Soler no condensaría tanto la intensa relación entre las niñas, si dirigieran su atención a la fotógrafa. Observe también la importancia de una pose sencilla, relajada, con un lenguaje corporal claro: las caras apoyadas y brazos entrelazados forman una figura cerrada que enfatiza aún más la complicidad entre ellas.
Canon 5D Mark III, Sigma 50 mm f/1,4, ISO 250, f/2,8, 1/320 s.
Círculos, elipses u otras formas cerradas
Después de observar numerosas fotografías y pinturas de grupos familiares llegará a una conclusión: en casi todos ellas las estructuras centrales que subyacen en la composición son círculos o elipses. Ambos elementos son formas cerradas sencillas que el espectador asocia a un lugar seguro e íntimo, transmitiendo la idea de abrazo y por ende el amor entre las personas representadas en la imagen. Incluso algunos pintores, como Piero di Lorenzo, Botticelli o Miguel Ángel en sus pinturas de la Virgen con Jesús niño, optaron por formatos circulares (tondos) en vez de rectangulares para acentuar aún más ese mensaje. En muchas imágenes no hay un abrazo explícito sino una forma tácita circular o elíptica conseguida mediante la posición de las cabezas y brazos, e incluso las piernas del bebé. Observe con atención las fotografías junto a estas líneas de Alba Soler y Pepa Valero, considere qué le transmiten y cómo son las estructuras centrales dominantes en la composición.
A la derecha una pose tradicional con un cariñoso abrazo tomado de perfil formando una elipse con las cabezas y los brazos; Alba Soler solo tuvo que pedirle a la niña que abrazara lo más fuerte que pudiera a su padre sin dejar de mirar ambos a la cámara. En la fotografía a la izquierda deseaba conseguir una pose más dinámica, que expresara el juego constante entre madre e hija, por lo que le pidió que la levantara en el aire y aproximaran sus rostros, de manera que consiguió también formar un círculo con los brazos y piernas en el aire. Hay muchas variaciones posibles a partir de este esquema; por ejemplo pruebe a que el pequeño le dé un beso en la frente a su madre o a que el padre se tumbe y haga volar al niño sobre él.
Canon 5D Mark III, Sigma 50 mm f/1,4, ISO 100, f/2,8, 1/200 s, y Canon 5D Mark III, Canon 85 mm f/1,2, ISO 125, f/3,5, 1/200 s.
En los grupos de tres o más personas evite que todos los rostros estén alineados, aproveche las distintas alturas de los miembros de la familia, su posición y los elementos de atrezo (sillas, taburetes, sofás…) para organizar subgrupos donde compositivamente dominen círculos o elipses. No se limite a la imagen convencional de situarlos a todos sentados en el sofá, pruebe a sentar a los padres o hermanos mayores mientras los más pequeños pueden estar tumbados en el suelo o sobre las piernas de los adultos. Otra opción es darle la vuelta al sofá, tomando las fotografías desde la parte posterior; de esa manera los participantes se sorprenden con la propuesta y suelen adoptar poses más naturales y divertidas.
Siguiendo en esa línea de sorprender a la familia, pruebe en su estudio o en exteriores las posibilidades de conseguir formas cerradas atractivas tumbándolos en el suelo formando figuras con sus cabezas y brazos mientras les fotografía desde arriba. O sitúese con la cámara a la altura de sus ojos y pídales a los padres que extiendan sus brazos y abracen a los pequeños. Las composiciones basadas en círculos pueden enriquecerse y hacerse todavía más dinámicas si introduce un tercer elemento que permita formar un triángulo dentro del círculo o elipse, por ejemplo: el padre mostrando a su hija cómo realizar alguna labor de bricolaje o la madre enseñando a su pequeño a tocar la guitarra.
Manuel asume que “en una instantánea de grupo, familia o hermanos tiene que haber una conexión entre ellos independientemente de que hagamos poses más estáticas o en movimiento. Dependiendo de las edades de los críos podemos buscar o jugar con diferentes poses para encontrar unas instantáneas dulces y composiciones estéticamente correctas. Para fotos de familia suelo buscar mucho la complicidad entre ellos, lo que sumado a una pose equilibrada nos llevará a conseguir algo seguramente bonito. Para hermanos y en la misma línea de la búsqueda de la complicidad solo haría falta el ingrediente de hacerlos interactuar. En mis fotos de grupo o familia compongo en triángulo, dado que para mí genera equilibrio y estabilidad, lo cual le viene perfecto a este tipo de fotografías”.
Para no caer en la linealidad de todos los rostros a la misma altura, Pepa Valero acostumbra a colocar a los niños sobre los hombros de los padres o situarlos sentados en el suelo y al niño andando entre ellos. El juego provocado por la fotógrafa en este grupo familiar queda acentuado visualmente mediante la composición: los rostros se alinean sobre una de las diagonales y en las posturas de los brazos se aprecia un “caos ordenado” donde dominan los triángulos. La discordancia de miradas, con unos mirando hacia cámara y otros hacia fuera de campo, es otro factor adicional que contribuye a darle mayor dinamismo a la imagen.
Nikon D800, Nikkor 85 mm f/1,8, ISO 400, f/5,6, 1/500 s.
La concentración sobre un mismo objeto permite fácilmente desarrollar composiciones circulares para los grupos. Pepa Valero introdujo unas luces LED muy potentes dentro de la caja de regalo para iluminar los rostros desde el interior a fin de atraer la atención y contribuir a la magia de la imagen.
Ücretsiz ön izlemeyi tamamladınız.