Kitabı oku: «Una mirada bioética a la formación del odontólogo», sayfa 2
Los lineamientos propuestos serán un insumo que convoca a la reflexión tanto en este como en otros programas de odontología del país y de la región. Se propone evaluar estos lineamientos desde los ámbitos bioéticos, gubernamentales, sociales y educativos para establecer acuerdos que den viabilidad a una formación pertinente de los odontólogos, que permita a las facultades de odontología colaborar, con el objetivo de ofrecer cobertura en salud a la población.
Para esto, se plantean algunos lineamientos orientados a repensar el modelo y a recontextualizar el enfoque biopsicosocial y cultural, teniendo a la bioética como eje integrador de reflexión para la toma de decisiones.
CAPÍTULO 1 //
1.MARCO DE REFERENCIA
1.1.Marco político y normativo
El marco político y normativo que se desarrolla a continuación hace referencia a algunos aspectos relevantes ocurridos en la década de los noventa, que obligaron a cambiar la orientación de la formación universitaria en salud y el ejercicio de la profesión, en razón de que en esta década son promulgadas dos leyes: la Ley 30 de 1992, por la cual se legisla la autonomía de la educación superior, y la Ley 100 de 1993 (Constitución Política de Colombia, 1991, p. 143), por la cual se crea el Sistema de Seguridad Social en Colombia.
Estas dos leyes generaron la descentralización y la ampliación de la oferta de servicios de salud, y motivaron un incremento en la oferta de programas de educación superior, justificados en la ampliación de la cobertura en salud y educación. Es así como los programas de odontología en Colombia pasaron de doce a treinta y cuatro en diecinueve instituciones (cinco de carácter público y trece privadas); esto teniendo en cuenta que algunas de estas instituciones cuentan con extensiones del programa en otras ciudades diferentes a la sede principal.
En Colombia, mediante el Decreto 2566 del 10 de septiembre del 2003 por el cual se establecen las condiciones mínimas de calidad y demás requisitos para el ofrecimiento y desarrollo de programas académicos de educación superior, el Gobierno Nacional reglamentó las condiciones mínimas de calidad para los programas académicos de educación superior; y mediante la Resolución 2772 del 2003 se definieron las características específicas de calidad para los programas de pregrado en ciencias de la salud.
Dichas competencias deben responder al perfil requerido para trabajar en el mercado laboral, perfil difícil de lograr, por falta de espacios de consolidación de su práctica clínica en el sistema de seguridad social, además de las limitaciones del sistema que cada vez reduce el ejercicio del odontólogo general, cuya actividad profesional se ha limitado hacia la de un “diagnosticador” y gestor de procesos de facturación.
La academia en diversos espacios ha manifestado su preocupación e interés en colaborar con el desarrollo de estrategias, políticas y programas que contribuyan al mejoramiento de las condiciones de salud, mediante una atención integral a la población. Es evidente la dificultad que ha tenido la academia para lograr convenios docente-asistenciales que le permitan al estudiante asistir a este tipo de prácticas, aun cuando existe una norma vigente a partir del Acuerdo 003 del 2003, el cual reglamentó los centros de práctica asistencial como hospitales universitarios, según el modelo docencia-servicio, establecido por el Ministerio de Educación y Protección Social. La realidad es muy distinta, puesto que no se dan las condiciones y los espacios para su implementación, debido a la fundamentación de la normatividad, a partir de la cual se crean restricciones que solo consienten desarrollar programas de promoción, prevención y atención con instituciones escolares y grupos comunitarios, con frecuencia aledaños a la zona de influencia de las facultades de odontología, a partir de alianzas y convenios particulares que han dado como resultado acciones puntuales que no tienen impacto dentro de los sistemas de vigilancia epidemiológica, debido a una tradicional tendencia de instaurar estas prácticas formativas en escenarios desarticulados del actual sistema de salud.
1.2.Marco institucional
1.2.1.La Universidad El Bosque
La Universidad El Bosque es una institución de educación superior privada, de utilidad común, sin ánimo de lucro, que nació con el nombre de Escuela Colombiana de Medicina en el año 1977. Desde su nacimiento como Escuela Colombiana de Medicina, la universidad ha asumido su compromiso con el desarrollo de nuestro país. Se convirtió en Universidad El Bosque, en 1997. A partir de entonces, se planteó la misión institucional en los siguientes términos:
Desde el enfoque biopsicosocial y cultural, la Universidad El Bosque asume su compromiso con el país teniendo como imperativo supremo la promoción de la dignidad de la persona humana en su integralidad. Sus máximos esfuerzos se concentran en ofrecer las condiciones propias para facilitar el desarrollo de los valores ético-morales, estéticos, históricos y tecno-científicos enraizados en la cultura de vida, su calidad y su sentido. Lo anterior en la perspectiva de una sociedad más justa, pluralista, participativa, pacífica y la afirmación de un ser humano responsable, parte constitutiva de la naturaleza y sus ecosistemas. Receptor y constructor crítico de los procesos globales de la cultura. (Universidad El Bosque, 1996, p. 21)
El enfoque de formación que ofrece la Facultad de Odontología de la Universidad El Bosque se estructura de acuerdo con el Proyecto Educativo Institucional (PEI), es decir, parte del modelo biopsicosocial y cultural como eje integrador del plan de estudios de la facultad. Como ejes fundamentales del PEI y del nuevo programa aparecen la docencia, la proyección social y la investigación.
Por su parte, los objetivos se establecen teniendo en cuenta los estándares de formación de odontólogos a nivel nacional con la Asociación Colombiana de Facultades de Odontología (ACFO) e internacional con La Organización de Facultades Escuelas y Departamento de Odontología de la Unión de Universidades de América Latina y El Caribe (Ofedo-Udual), dichos estándares son adaptados a los contextos y a las necesidades de salud oral de la población colombiana.
1.3.Prácticas formativas en Odontología
Desde 1985, la Universidad El Bosque estructuró las clínicas odontológicas direccionadas a la prestación de servicios a pacientes de las comunidades de la zona norte o áreas en las que los estudiantes, al realizar trabajo comunitario, pudiesen diagnosticar y remitir pacientes que necesitasen de consulta odontológica. Estas clínicas se encuentran ubicadas dentro del campus universitario, de tal forma que se cuenta igualmente con usuarios de la comunidad universitaria, los familiares de los estudiantes, pacientes de los centros periféricos y la población de vecinos de la universidad.
La clínica se erige en el espacio de interacción docente-estudiante-paciente, en donde los estudiantes se forman en las acciones propias de la odontología, articuladas con los procesos normativos, académico-administrativos y asistenciales, cumpliendo las normas de bioseguridad, con fundamento en un ejercicio de trabajo en equipo e interacción con los actores allí presentes. En este espacio el estudiante va adquiriendo cada vez mayores conocimientos, destrezas y habilidades, para la resolución de patologías que van de menor a mayor complejidad, acompañado por un cuerpo docente altamente calificado y la tecnología y los materiales apropiados.
Se ha establecido como enfoque de formación el modelo biopsicosocial para la atención de los pacientes; el estudiante aprende en este espacio que las necesidades van más allá de los aspectos tecno-científicos biológicos, por lo cual dimensiona la atención teniendo en cuenta también aspectos psicológicos, sociales, históricos, ecológicos y éticos, pues estos son fundamentales para las dinámicas del proceso salud-enfermedad y de la calidad de vida.
Para el desarrollo de este modelo, el espacio de formación clínica está centrado en el ser humano y no en sus tejidos orales y estructuras dentales, con la finalidad primordial de que el estudiante pueda dar atención integral desde la multidimensionalidad del ser humano, pueda prestarle atención en salud oral acorde a sus necesidades y expectativas, y logre que aprenda a mantener su salud a partir de su autocuidado apoyado por el seguimiento periódico de la salud alcanzada (Universidad El Bosque, 2012).
1.4.Modelos formativos en Odontología
En la literatura se evidencia una diversidad de modelos formativos aplicados en odontología que van desde el modelo tradicional centrado en el aprendiz hasta aquel centrado en el paciente.
El modelo tradicional (modelo paternalista) se caracteriza porque el paciente se encuentra al servicio de las necesidades y requerimientos del estudiante, el paciente cree en las recomendaciones del profesor, que es quien se asume tiene el conocimiento.
El modelo informativo, por su parte, es con frecuencia dirigido por especialistas; en este contexto, el paciente suple las necesidades educativas de cada especialidad y las estrategias de tratamiento resultan siendo de inadecuada coordinación (Beauchamp, y Childress. p. 522).
Prevalece en los currículos odontológicos el conocimiento del experto docente sobre el concepto del estudiante inmaduro y el “paciente ignorante” (Engel, 1977), quien en ocasiones es influenciado por decisiones del profesional docente de acuerdo con sus preferencias personales o comerciales, o por cualificación del estudiante a partir de requisitos que deba cumplir en su aprendizaje.
En contraposición, el modelo de enseñanza centrada en el paciente prioriza el cuidado de este, sus necesidades y expectativas, considerando como clave el atributo de la calidad del cuidado y la autonomía del paciente en lo referente a la decisión sobre su tratamiento.
Para priorizar la enseñanza centrada en el paciente, el odontólogo debe moverse del modelo biomédico mecanicista a un modelo centrado en las necesidades del paciente según sus expectativas y desarrollo en su entorno natural y social, razón por la cual debe reorientarse las perspectivas científica y educativa hacia una formación integral con un enfoque holístico7. Entendiendo lo holístico como la consideración de la interdependencia de todo el organismo, el cuerpo, la mente y su interconexión con el entorno natural y social (Escobar Triana, 2000, p. 59).
1.5.Tensiones en las prácticas formativas en programas de Odontología
Las prácticas formativas de los estudiantes de los programas de odontología en América y Europa tradicionalmente se han dispuesto en clínicas ubicadas en el campus universitario. Aunque algunos programas han venido integrándolas a centros hospitalarios y centros comunitarios, persiste este modelo de clínica universitaria, en el cual la formación práctico clínica se desarrolla a partir de determinado número de objetivos clínicos que debe cumplir el estudiante, para asegurar las competencias en destrezas y habilidades con las cuales debe egresar.
Se evidencia en la literatura poca investigación formal acerca de los dilemas éticos que pueden presentarse en este modelo de formación docente-asistencial. Uno de estos artículos es el de Gonçalves y Machado (2005), quienes realizaron un estudio empírico exploratorio cualitativo, para identificar y analizar problemas éticos durante la atención de pacientes por parte de los estudiantes en las clínicas de la Facultad de Odontología de la Universidad Santa Catarina, en Florianópolis (Brasil), donde se hace visible la manipulación al paciente como un medio para obtener un fin académico.
Los resultados obtenidos por estos autores reportan la vulnerabilidad del paciente frente a la necesidad imperiosa de recurrir a este servicio, por la estrecha cobertura en la prestación de los servicios de salud pública del Estado, la no participación del paciente para la toma de decisiones frente a los tratamientos a los cuales se va a someter en dichas prácticas y la violación al derecho de ser informado adecuadamente y consentir dichos tratamientos. Los autores recomiendan en su estudio repensar la humanización de estas prácticas formativas y crear una competencia ética, conciliando los intereses académicos con las necesidades del paciente, contexto en el cual el profesor debe ser un modelo para seguir, en su actividad académica, como un profesional ético y humano.
Otro artículo que ahonda en este asunto es el de Koerber, Botto, Pedleton, Albazzaz, Doshi y Rinaldo (2005) quienes realizaron un estudio en tres facultades de odontología de la Asociación de Educación Dental Americana y evaluaron las opiniones de estudiantes, administrativos y directivos acerca del comportamiento ético en la formación de los estudiantes.
Según la investigación, los estudiantes aducen la necesidad de cumplir requisitos como objetivos de formación y en consecuencia se ven abocados a llevar a cabo hurto de materiales en preclínicas con fines diversos y plagio o copia en exámenes para recibir una nota aprobatoria. A su vez se ven conducidos a presentar inflexibilidad o rigidez en el cumplimiento de requisitos, crear agendas de tratamiento irreales y en ocasiones anotar procedimientos ficticios para mostrar el cumplimiento de tareas. También se comprobó la falta de interés en asumir un comportamiento ético, por desconocimiento o falta de apropiación del deber ser como futuros profesionales de la salud, el desinterés por cumplir en menor tiempo con el tratamiento del paciente y el desconocimiento en la práctica clínica de los intereses del paciente y de su autonomía. Esta investigación plantea que el profesor debe ser para el estudiante un modelo a seguir, tanto en su vida cotidiana como académica y que debe ser visto como un profesional humano y ético que trata con dignidad y respeto a sus alumnos, pacientes y compañeros de trabajo, de tal forma que recomienda que la institución promueva la formación de los profesores y el personal administrativo en todos los niveles de formación. De tal manera que debe existir una “cultura ética” con un fortalecimiento del pensamiento bioético.
En la medida en que el cuerpo docente practique una cultura basada en los determinantes biopsicosociales podrá transmitir un conocimiento y un estado de ánimo óptimo ya que con el ejemplo se enseña mil veces más que con las palabras. Debemos sensibilizar a la comunidad frente a la cultura bioética como un nuevo paradigma que orienta con mayor fuerza creadora la evolución de la humanidad como civilización. El estar informado de dicha tendencia social y comprender la magnitud de sus beneficios seguramente contribuirá a la suma de las partes para alcanzar el consenso general que haga de la cultura bioética una institución social.
Sharp, Kuthy y Heller (2005) evaluaron, en los Estados Unidos, dilemas éticos, mediante 123 encuestas realizadas a estudiantes de odontología en su cuarto año de rotación por clínicas extramurales. Los hallazgos significativos reportados por este estudio informan sobre tensiones relacionadas con la atención de pacientes: un 25% de los alumnos evidenció recursos limitados para el desarrollo de adecuados tratamientos para los pacientes, un 19% reportó conflicto entre profesionales para el tratamiento llevado a cabo por un equipo interdisciplinario, un 15% reportó que existen unas políticas clínicas o procedimientos exigidos por los directivos de los centros asistenciales en salud fundamentadas en aspectos financieros, un 13% reportó la toma de decisiones clínicas sin tener en cuenta la autonomía del paciente y el 1% no reportó ninguna tensión.
En el estudio se demuestra la persistencia de dilemas éticos en este tipo de centros asistenciales y se pone de manifiesto recurrir a los códigos de ética que salvaguardan la responsabilidad social y el compromiso que se debe tener con las poblaciones vulnerables por parte del sector gubernamental, o el trabajo social que se puede asumir desde las facultades de odontología en dichos centros; los autores proponen hacer un llamado a las instituciones para que promuevan la enseñanza de la bioética en la formación de odontólogos.
Siendo así las cosas, los modelos de formación profesional en odontología deben incidir en la creación de ambientes de aprendizaje y de estrategias favorables para el desarrollo de valores que permitan construir relaciones enmarcadas en el ejercicio ético del actuar personal y profesional.
Kolhberg trabajó en sus investigaciones en el estudio de la educación moral y estableció la noción de “democracia educacional”, la cual define como:
[…] el contexto en el que el estudiante aprende con el profesor, los procesos en los que se estructuran las normas y reglamentos de una sociedad justa, permitiendo que la interacción entre el profesor y el alumno lleve a la toma de decisiones compartidas y equitativas, que conduzcan al desarrollo de una comunidad basada en principios de justicia y cuidado. (Reimer, 1997, p. 21)
Este autor estudia el desarrollo de la conciencia moral, la cual debe razonar y analizar sobre juicios morales que se formulen ante dilemas también morales que puedan presentarse; considera que el desarrollo en términos de moral de una persona pasa por tres niveles: el nivel preconvencional, basado en el respeto a normas por temor a las consecuencias de sus actos; el nivel convencional, en el que las personas se identifican con el grupo o la sociedad en la que viven siguiendo normas de conducta, y el nivel posconvencional, en el que se toma conciencia, se aceptan y se comprenden los principios éticos universales y los morales generales.
Diego Gracia (1998, pp. 176-177) correlaciona la forma en que Kohlberg aborda la adquisición de actitudes demostradas en los tres niveles antes mencionados para el desarrollo de actitudes éticas y morales que deben ser asumidas durante la apropiación de conocimientos y habilidades para la formación, llevando a adquirir un alto nivel de introspección de la bioética en los estudiantes de salud, que les permita evolucionar; de tal forma que puedan analizar, reflexionar y tomar decisiones a partir de establecer juicios de valor con respecto a sus actuaciones.
En el proceso formativo en salud se han establecido modelos de enseñanza-aprendizaje clínicos centrados en las necesidades del paciente, que propician la disolución del conflicto en caso de presentarse. Debería ser el paciente quien con su concepto contribuya a la nota final del éxito de las prácticas clínicas, permitiéndosele manifestar su estado de satisfacción, su nivel de conocimiento de los procedimientos a que ha sido sujeto y el grado de participación de su voluntad de consentimiento.
Harold Eriksen (2008, pp. 171-172) recomienda centrar el cuidado del paciente en sus necesidades y expectativas, considerándose esta la clave del atributo de la calidad del cuidado. Queda la inquietud de si este es un modelo centrado en el paciente o en la toma de decisiones de tratamiento para el logro de estándares de alta calidad en la formación. Una parte significativa de los procesos de enseñanza se lleva a cabo en prácticas clínicas con pacientes, bajo la supervisión de odontólogos cualificados como profesores, pero existe también gran diversidad de estrategias para el desarrollo de habilidades: prácticas entre compañeros, interacción con pacientes y literatura relacionada con el adecuado comportamiento del docente.
Fugill (2005), por su parte, realizó un estudio de tipo cualitativo en estudiantes de la Facultad de Odontología de Wale bajo tres categorías en la relación docente-estudiante: el comportamiento del estudiante, las características del profesor y su comportamiento durante el proceso enseñanza aprendizaje. Como estrategias se consideraron: la demostración, la retroalimentación, la integración de la teoría con la práctica, la autonomía del estudiante y las autoevaluaciones. Dentro de las características que se buscan en el profesor están: ser un ejemplo a seguir, tener una personalidad adecuada y contar con atributos como puntualidad, disponibilidad, consistencia y habilidades prácticas. De igual modo se requiere que el docente entienda las limitaciones del conocimiento del estudiante y respete la relación estudiante-paciente.
Chambers, Heissberger y Leknius (2004) estudiaron la percepción de los estudiantes y los docentes sobre los aspectos que caracterizan a un excelente profesor y concluyeron que la gran mayoría de los estudiantes consideran que es aquel que les da soporte tanto académico como personal. Por su parte, los docentes se encuentran divididos en su criterio al respecto, al haber unos que consideran más importante su experticia y otros el soporte.
McLaren y Leathard (2007), a su vez, caracterizan un profesional virtuoso como aquel que considera la diferencia, reconoce el conflicto, lo analiza desde los principios de la bioética propuestos por Beauchamp y Chilldress (2002, p. 523) y dirime entre los posibles dilemas que pueden surgir para luego tomar una decisión.
Divaris, Barlow y Chendea (2008, p. 125) reportan la perspectiva de estudiantes respecto a las dificultades que se presentan durante su proceso formativo, anotando la influencia del tamaño del curso, el tiempo libre, la evaluación de los procedimientos, la relación con los compañeros y profesores, y el peligro del sistema de requisitos inflexibles; aspecto todos estos que en ocasiones llevan al estudiante a comprometer sus decisiones éticas y morales. La investigación reveló que los síntomas de estrés que incluyen manifestaciones psicosomáticas y psicológicas tienen que ver en ocasiones con la responsabilidad directa que estudiantes y profesores deben asumir con respecto a la salud de su paciente. Un currículo en odontología debe tener un fundamento científico, formar profesionales éticamente competentes, centrar la educación en el estudiante, eliminar la discriminación enseñanza-aprendizaje e inculcar la cultura de una visión holística. Recomiendan la construcción de ambientes académicos positivos, involucrar a los estudiantes para que sean agentes de cambio y hacerlos participes de la implementación de innovaciones en el currículo.
Hirsch (2011) aborda la relevancia que tiene la ética en la docencia y presenta diferentes tipos de conflictos, dilemas y desafíos de conductas no éticas en profesores. Concluye que los dilemas más frecuentes son la falta de lealtad entre los profesores poniéndose en evidencia ante los alumnos y propone dirimir los conflictos y dilemas a partir de llegar a consensos mediante procesos deliberativos individuales y colectivos.
Sánchez Alfaro (2011, p. 134) propone una formación humana y social de los profesionales en salud que aborde los procesos salud-enfermedad de una manera sistémica en los ámbitos locales y globales, de forma interdisciplinaria y holística, desde una reflexión pluralista biocéntrica, poshumanista e interdisciplinaria, que contemple la diferencia en términos del multiculturalismo y la interculturalidad. Para tal fin plantea promover la reflexión y el debate anterior, alrededor de los derechos humanos y los principios bioéticos con la finalidad trascendental de formar profesionales idóneos, conscientes de su responsabilidad y compromiso individual y colectivo.
No será suficiente recordar una sola vez en esta tesis el compromiso solícito de los educadores con la formación de estudiantes para el desempeño de sus competencias humanistas, de que vean con claridad la necesidad de formar seres integrales con una misión y una visión, cuyos focos sean una mejor calidad de vida edificada desde los valores humanos. El espacio académico, después del ámbito familiar, es el lugar donde los estudiantes pasan la mayor parte del tiempo y es, por lo tanto, el lugar apropiado y el momento adecuado para llevar a cabo importantes realizaciones constructoras del bienestar de todos.
Las directivas del campus universitario en el caso de la Universidad El Bosque deberán de continuo involucrar en la toma de sus decisiones un llamado a cada miembro de la comunidad a participar de manera individual y colectiva en la transformación del entorno en que se vive. Sus directrices, sus ejecuciones y sus controles deben ser garantía de afianzamiento del modelo biopsicosocial. Es necesario tomar conciencia sobre cómo el comportamiento de las directivas representa un paradigma ético fundamental.
Este accionar supone, para la Facultad de Odontología, momentos de franca reflexión, de confrontación recurrente, de evaluación efectiva y de cambios de actitud que parten en primera instancia de sí mismos y en consecuencia de los grupos participantes.
La manera como se fragua un modelo de comportamiento es haciendo que se conviertan en hábito sus virtudes: en primer lugar, el objetivo de aprendizaje debe ser formar al estudiante en la habilidad de hacerse planteamientos sobre el conocimiento de sí mismo, de sus capacidades, habilidades y destrezas. Su práctica a la postre será la base fundamental para conocer a los demás. El logro de este objetivo implica entrenar una conciencia crítica frente a la forma como se debe actuar, una conciencia que en sus decisiones no deje pasar por alto que todas sus actuaciones afectan a los demás y sin temor a exagerar, al entorno en que vive. Aquí la escala de valores de la bioética se hace notable en el análisis y reflexión sobre la realidad social a la que se enfrentan los educandos día a día.
En segundo lugar, se requiere desarrollar unas competencias de formación que impliquen el aseguramiento de que el modelo bioético está inmerso en el proyecto de vida de cada estudiante. Debe contener claridad meridiana con respecto de hacia dónde va, identificando las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas que ayuden al estudiante a visualizar las necesidades humanas de seguridad, afecto, autoestima, independencia y autorrealización, de tal manera que facilite comprender formas prácticas y sensatas para llegar a las metas propuestas. El proyecto de vida debe ser una estar en constante construcción durante el desarrollo de toda la carrera universitaria del futuro odontólogo, de tal manera que al arribar a la vida laboral continúe siendo una disciplina en la vida profesional.
En tercer lugar, es importante resaltar con énfasis el compromiso del cuerpo directivo institucional, la importancia de darle el más alto valor posible a contenidos que relacionen la bioética con los núcleos temáticos de las diferentes áreas tales como la evolución del pensamiento humano, la reflexión bioética de las políticas públicas en la salud colombiana, los dilemas éticos del comienzo de la vida y la bioética y formación biopsicosocial.
La persona es un ser eminentemente reflexivo; se pregunta espontáneamente sobre lo bueno y lo malo, sobre lo que se debe y no se debe hacer, lo que vale y no vale la pena vivir y es capaz de tomar conciencia de sí misma y de sus relaciones con el mundo. La perspectiva desde la bioética y su fuente de principios constitucionales alientan el comportamiento ético, en tanto que contiene los parámetros que orientan y regulan el actuar humano, además de proporcionar las pautas generales que permitan alcanzar las metas y objetivos.
Mientras que el paradigma reduccionista contempla un dualismo mente cuerpo, los procesos mentales de los somáticos, el modelo biomédico parte de esta concepción y de la idea de que la salud es un asunto meramente relacionado con el cuerpo. El modelo biomédico de la enfermedad se deriva de la teoría que asume que las enfermedades son causa de desviaciones de la norma de variables medibles (Engel, 1977). Por el contrario el modelo biopsicosocial requiere que el odontólogo acepte la responsabilidad de evaluar cualquier problema que presente el paciente y su formación debe incluir competencias en lo biológico, psicológico y social para la toma de decisiones e implementación de las acciones propuestas.
La literatura revisada comprueba que son pocos los estudios que explicitan los dilemas éticos suscitados según el modelo de formación imperante en las facultades de odontología, en donde predomina la necesidad académica de formación del estudiante en contraposición con el derecho a priorizar las necesidades de salud del paciente, vulnerando su autonomía y el derecho a tener claridad en el tratamiento que se le va a instaurar (veracidad en la información para consentir el tratamiento). Quizás los textos que más se acercan son los de Bertolami (2004, p. 423), Koerber et al. (2005, p. 224) y Sharp, Kuthy y Heller (2005), en Norteamérica y los de Gonçalves y Machado (2005, p. 204) en Brasil.
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