Kitabı oku: «365 días con Jesús de Nazaret»

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365 días con

Jesús de Nazaret

Francisca Sierra Gómez


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Gómez, Francisca Sierra

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ISBN: 978-84-2856-386-4

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Presentación

Cuando leemos los evangelios, sentimos que las palabras que Jesús dirige a sus discípulos están pensadas especialmente para nosotros. Y, en ocasiones, nos sorprende encontrar en un pasaje concreto la respuesta a algún problema que nos preocupa, el aliento necesario ante una desgracia y la llamada de atención en nuestros momentos de desidia.

Efectivamente, el Nuevo Testamento es un inmenso y rico compendio de sabiduría cotidiana que nada tiene que envidiar a los actuales libros de autoayuda. Su lectura diaria es como un faro que puede guiarnos en los días de tormenta, para decidir cuál es la actitud que, como cristianos, espera Jesús de nosotros.

La madre Francisca Sierra, autora de numerosos libros de comentarios evangélicos que han tenido una gran acogida, nos ofrece en esta ocasión la oportunidad única de pasar todo un año acompañados de las palabras de Jesús. Siguiendo un orden cronológico, la Madre va analizando los principales momentos de la vida del Nazareno, desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección.

Las palabras de Jesús están acompañadas de un comentario de la autora, que nos da las claves para entender en profundidad el mensaje evangélico y lo lleva a nuestra vida cotidiana. En lugar de ofrecernos un erudito análisis exegético que muchas veces nada tiene que decirnos en nuestro día a día, la finalidad por la que parece haberse guiado la madre Francisca al escribir sus comentarios es: ¿qué me dicen las palabras de Jesús a mí, como persona concreta de este tiempo? ¿Cómo aplicar su mensaje en mi vida cotidiana? ¿Estoy viviendo mi fe de forma auténtica?

Los comentarios de la madre Francisca nos interpelan directamente y nos exhortan a ser auténticos seguidores de Jesús, aunque eso suponga andar el camino más difícil. Pero también nos animan en nuestros momentos de desesperanza y nos dan la fuerza necesaria para enfrentarnos a nuestros problemas.

Finalmente, este libro es también una invitación a la oración. Cada comentario termina con unas breves palabras dirigidas a Jesús y a su madre, María, para pedirles directamente su ayuda, su protección y su inspiración. Pero, lejos de plantearlas como oraciones definitivas, la autora nos ofrece la posibilidad de dirigirnos a Jesús con nuestras propias palabras, alentándonos a la oración diaria con confianza, con la naturalidad del hijo que se dirige a su padre para pedirle ayuda en los momentos difíciles.

Te invitamos a que te acerques a este libro con curiosidad, sin prejuicios, a que lo hojees y a que vayas leyendo algún comentario al azar. Estamos seguros de que eso te llevará a leer más, hasta que finalmente sientas la necesidad de acudir a las palabras de Jesús cada día, para preguntarle ante tus problemas cotidianos: ¿qué debo hacer, Maestro? En sus palabras hallarás siempre la respuesta.

El Editor

Enero

 1 de enero La alegría de acoger

¡Qué bonito es acoger! Sí, ¡y qué triste y decepcionante es sentirse rechazado! La acogida genera alegría, paz y satisfacción.

Si observamos nuestras formas de actuar, verás con pena que tiendes y te dejas llevar por el gran mal que es no acoger a Jesús en tu vida. Él quiere estar contigo para hacerse caminante a tu lado, pero tú conviertes tu vida en rechazo, en indiferencia. Y con gran tristeza oyes: «Vino a su casa y los suyos no le recibieron» (Jn 1,11). Jesús siente una gran decepción porque tú tienes otras preocupaciones y otros quehaceres que te inquietan y te absorben.

Hoy el Señor, con enorme deseo y enorme amor, te pregunta: ¿eres capaz de acoger y recibir el gran regalo de dejarme compartir contigo la vida que actualmente vives? ¿Por qué no me dejas entrar en tu corazón? Piensa en tus rechazos.

Tú, que oyes y sientes estos interrogantes del Señor, ¿no serás capaz de obligarte a cambiar el rumbo de tu vida con una actitud de apertura, de escucha, de relación amorosa y de comunicación con él, tratándole en tu interior como un amigo?

Siente la alegría de acoger. Hoy no puedes por menos de repetirle: ¡Gracias, Señor, por quererme tanto! Ayúdame hoy a estar muy atento al paso de tu amor a través de las horas de mi vida. Que sepa acogerte en todas las personas y en todo lo que me ocurra hoy. Entra en mi corazón e inúndalo de tu amor. Madre de la escucha, enséñame a acogerte y a abrirte las puertas de mi corazón.

 2 de enero Compañero de camino

Es para llenarse de alegría. Jesús habita en tu vida. Está inserto en tu historia. Vive contigo tus días.

¡Impresionante! Piénsalo con detenimiento. Él habitó, acampó entre nosotros y con nosotros. ¿Te has parado a pensar muy despacio en la profundidad de estas palabras: «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14)? Cuando valoras en pleno contacto con el Señor su amor, no podrás por menos de exclamar desde el fondo de la admiración: «Hemos contemplado tu gloria». ¡Qué asombro! Jesús se hace hombre como tú, débil y frágil como tú. Así es el amor de Dios.

Hoy te invito a reflexionar: ¿sabes valorar la inmensa ternura de Dios? ¿Sientes en tu vida personal la presencia del Dios que vive contigo? ¿Sabes contemplarle en las personas que tratas y en tu vida de cada día?

Llénate de amor, de asombro y de alegría. Dale vueltas en tu corazón a la maravillosa frase: «Habitó entre nosotros». Reflexiona lo que significa para tu vida que todo un Dios, por lo mucho que nos ama, ponga su tienda entre nosotros.

No dejes de exclamar: ¡Gracias, Dios-amor, por hacerte vida de mi vida! ¡Gracias por hacerte uno conmigo! ¡Gracias por ser presencia viva en mi historia! Que hoy sea consciente de la plenitud de tu amor y descubra tu gloria a lo largo de las horas del día que tú me regalas y pones en mis manos con amor. Gracias.

 3 de enero Una historia sorprendente

Si rastreas la larga genealogía de Jesús, comprenderás cómo se enraíza profundamente en tu propia historia. Te llevará a pensar en la amorosa acción de salvación en la que Dios construye con amor nuestra propia existencia. Dios se mete en nuestra historia totalmente, encarnándose en nuestra vida y, así, nos propone su estilo de vida en amor y misericordia. «Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo» (Mt 1,16).

Y a la luz del origen de Jesús, reflexiona: ¿cuál y cómo es tu historia personal vista desde el amor de Dios? ¿Cómo ha sido tu génesis? ¿Valoras a los seres queridos que han hecho posible que tú existieras? ¿Valoras a tu familia como un regalo de Dios? ¿Eres agradecido?

Hoy suplica al Señor ser consciente del don de la vida y del don de los tuyos. Pide al Señor por todas las personas que han intervenido en tu educación, en tu forma de vivir, en tu trabajo, en tu estatus. Pide también por las personas que han pasado por tu vida, que has querido y que te han dejado huella. Acuérdate de las personas que tienen una historia triste y no son queridas.

Señor, permíteme ver tu amor en mi vida y en mi historia. Que llene hoy mi vida de agradecimiento. Que abra mi corazón al raudal de amor con el que me inundas continuamente y sepa agradecértelo. Gracias por mi historia, por mi familia. Que mis relaciones sean de amor, unidad y de agradecimiento a ti, que me has creado con tanto amor.

 4 de enero «¡No temas!»

Es maravilloso contemplar cómo el Señor no puede dejar de amar a su pueblo. Lo vemos en dos personas ancianas, Zacarías e Isabel, estériles y de edad avanzada. Así es la manera de trabajar de Dios sobre el hombre.

Considera que el mensaje que transmite Dios a través del ángel a Zacarías es el más pacificador: «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado» (Lc 1,13). En la vida todo es fruto de oración y Dios siempre, siempre nos escucha. ¿Lo has comprobado? ¿Confías en el Señor? ¿Le comentas todas tus dudas y tu miedo?

Es maravilloso sentir que Dios siempre está detrás de nuestras débiles, pequeñas y grandes historias. Los mensajes de Dios siempre son de mucha tranquilidad y paz y, aunque nos cueste entender su voluntad, piensa que para Dios nada, nada es imposible. Y la paz llenará tu corazón.

Por esto hoy te invito a ver el amor de Dios en todos los acontecimientos que marquen tu vida. Ante tus dudas dile: Señor, aumenta mi fe porque vacilo ante la angustia y ante los problemas y acontecimientos que me inquietan cada día. Sí, Señor, creo pero aumenta mi fe. Contigo y muy cerca de ti, Señor, tendré fuerza para esperar sin derrumbarme, para llenarme de alegría con tu presencia y para comunicarla a los que comparten mi camino y mi historia.

 5 de enero «¡Alégrate!»

¡Cuánto amor se respira en esta expresión!: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Repítela muchas veces en tu interior y sentirás la alegría de tener una Madre tan maravillosa. ¡Con qué delicadeza y respeto se dirige Dios a ella! La alegría es el mensaje que le comunica, haciéndole experimentar el saberse amada al llamarla «la llena de gracia» (Lc 1,28).

Y piensa: ¿qué quiere indicarnos Dios con este saludo? Lo más grande. El amor y la alegría. Esta es «la Buena Noticia» de un Dios que nos ama tanto que quiere estar muy cerca de nosotros; tan cerca que se quiere hacer niño como nosotros.

Hoy te invito a que pases unos momentos contemplando esta escena tan maravillosa en silencio, escuchando en tu corazón la palabra «Alégrate». En este silencio, pregúntate: ¿soy capaz de escuchar a Dios, que me que quiere llenar de alegría y desea compartir mi vida? ¿Soy capaz de escuchar «la Buena Noticia» de que me ama inmensamente»? ¿Soy capaz de llenarme de alegría al experimentar su deseo de vivir conmigo? Admira todos los detalles de la Anunciación, en la que Dios elige a una mujer muy sencilla para ser su Madre. Habla con María. Dile lo feliz que eres al saber que es «llena de gracia»: ¡Alégrate, María! Déjame que me alegre contigo. Que sienta el gozo de quererte al ser mi Madre llena de gracia, que escuche las palabras del ángel en ti. Madre mía, quiero repetir muchas veces estas palabras y en silencio oír la voz del que llevas en tus entrañas: Jesús.

 6 de enero ¿Por qué te alteras?

Hoy te encuentras con la segunda frase clave que el ángel dirige a María: «¡No temas, María! Porque has encontrado gracia ante Dios» (Lc 1,30). El «no temas» penetra en su corazón y este se llena de confianza y de paz.

Hoy también María te dice: «No temas, hijo mío». Ante el miedo, ante la pobreza, ante la enfermedad, ante las incomprensiones, ante el sufrimiento, ante la soledad y ante la muerte, «yo estoy siempre contigo». Y sentirás los brazos amorosos de una Madre que te cobija y te ayuda en los momentos más duros de tu vida.

¿Tienes temores? Acude a María. ¿Te acobardas ante el dolor, la soledad, lo que no entiendes? Acude a María. Piensa en lo que te quita la paz y la alegría y deposita todo lo que ensombrece tu diario vivir en el corazón de tu Madre, María. ¿Sabes lo que es sentirse querido por Dios? ¿Sabes que has encontrado gracia ante él, seas como seas? Siéntete amado por un Dios al que no le importa cómo eres. Disfruta de su amor y comunícalo a tu alrededor.

Repítele con fuerza: Madre, yo te suplico que me socorras en todos los momentos de mi vida: en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de la vida y, sobre todo, en el trance de la muerte. Concédeme, ¡oh amorosa Madre!, la gracia de escuchar en mi interior el «no temas, porque yo estoy contigo». Bendíceme y ruega por mí ahora y en la hora de mi muerte. Gracias, María, por ser mi Madre.

 7 de enero «Hágase»

Este es el final del coloquio maravilloso del anuncio del nacimiento de Jesús: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Dice «sí», «acepto tu voluntad, tu deseo de elegirme como madre de tu Hijo». Y así, inserta en la voluntad de Dios, nos da la alegría de abrir la puerta a la redención de la humanidad con el nacimiento de su Hijo, Jesús.

Piensa: hoy María te invita a que también tú digas este «sí» que tantas veces te cuesta pronunciar. Señor, muchas veces me cuesta ser valiente y decir: «Hágase tu voluntad». Pero si pienso en María, con ella todo lo puedo.

En silencio amoroso contempla esta escena y deja que María, nuestra Madre, pronuncie ese «sí» en tu nombre cuando tú no tengas la valentía necesaria para aceptar la voluntad de Dios.

Hoy, con gozo y lleno de felicidad, susúrrale a María: ¡Gracias, Madre, por haber dicho que «sí»! ¡Gracias!, porque con tu «sí» me has regalado a Jesús, eje de nuestra vida. En los momentos más difíciles, ayúdame y dame valentía para decir «sí». «Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tú quieras. Solo quiero y deseo hacer tu voluntad».

 8 de enero Ponte en camino

María está llena de felicidad y quiere compartir su alegría con su prima y, conociendo la necesidad que tiene Isabel como anciana, le apremia el deseo de estar con ella. Nos dice este episodio de la Visitación que fue «deprisa», «con prontitud» a ayudarla. «María se levantó y se puso en camino deprisa hacia la montaña... y saludó a Isabel» (Lc 1,39). ¡Qué ejemplo de servicio y entrega!

Hoy, a través de María, se te invita a «ponerte en camino». Se te exige salir de ti mismo y preguntarte: ¿qué es lo que me impide ponerme en camino: mis propios intereses o quizá mi egoísmo, mi comodidad o mi orgullo? ¿Soy sensible a las necesidades de los demás? ¿Llevo en el contacto con mis hermanos la alegría de Dios?

Cuántas veces a lo largo de tu vida has tenido ocasión de ponerte en camino hacia los demás. Cuántas veces habrás sentido la voz de tu conciencia o la propia voz de Dios invitándote a comenzar un camino de entrega, de servicio hacia los demás. Reflexiona hoy cómo vives el estar pendiente de las necesidades de los demás.

Pide al Señor y a la Virgen: Señor, quita de mi vida todo lo que me impida no servir y darme a los demás y dame la urgencia de entregarme a los más necesitados.

Señor, ensancha mi corazón para que pueda desvivirme por el hermano que tengo a mi lado. Que el ejemplo de María con su prima Isabel me ayude a olvidarme de mí mismo. A tu Madre le pido que me enseñe a estar pronto a la entrega y que llene a los demás de detalles de amor.

 9 de enero Alaba al Señor

¡Qué regalo tan grande se nos ha dado con el canto del «Magníficat»! ¡Qué oración tan preciosa de alabanza y de acción de gracias! «Proclama mi alma la grandeza del Señor... porque ha mirado la humildad de su esclava» (Lc 1,46.48). María se siente asombrada y reconoce los dones tan grandes que le ha hecho su Señor. Así responde ante las alabanzas de Isabel.

Piensa: ¿me inundo de alegría ante el amor de Dios? ¿Sé proclamar con alegría las maravillas de Dios en mi vida? ¿Soy capaz de proclamar las grandezas del Señor en mí?

Hoy, lleno de admiración, proclama su amor con enorme alegría con el canto de María: «Engrandece mi alma al Señor, porque ha mirado la humillación de su sierva». Nunca podrás reconocer la obra de Dios en tu vida si no consideras tu debilidad, tus torpezas, tus bajezas ante tantos dones recibidos.

No pases el día sin releer el magnífico canto del «Magníficat» muy despacio, oyendo a María en el interior de tu corazón. Llámala muchas veces «bienaventurada».

Dile: María, contigo quiero cantar el «Magníficat». Dame tus sentimientos de fe, alabanza y acción de gracias al Señor al considerar el gran regalo de su amor. Que hoy sepa alabar las grandezas y regalos que el Señor hace en mi vida. Ayúdame, Madre mía, a repetir contigo el gran «Magníficat» de mi vida.

 10 de enero Así es la figura de José

Hay que ponerse en el papel de José. ¿Cómo iba a imaginar que su esposa le había sido infiel? Pero el Señor, que nunca falla, le avisa en sueños de que no tenga miedo en aceptar a su mujer, María, porque la criatura que hay en ella es obra del Espíritu Santo. «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo» (Mt 1,20).

¡Hermoso ejemplo el de José! Toda su gloria y su felicidad consistieron en haber sabido entender lo que Dios quería de él y haberlo cumplido con máxima fidelidad. Amó a Jesús como un buen padre ama a su hijo, le dio todo lo mejor, le cuidó con un amor extraordinario.

José es nuestro gran protector y compañero de camino. Es nuestro modelo de fe. Un ejemplo de saber cumplir con toda fidelidad su papel para que Jesús pudiera salvar a la humanidad y hacerse uno con ella.

¿Cómo es tu cariño hacia José en tu vida? ¿Te paras a considerar las grandes virtudes y los ejemplos que nos deja en la historia de Jesús? ¿Le tienes como abogado y protector y acudes a él en tus momentos difíciles? ¿O quizás lo tienes muy olvidado? Acude a él, que nunca te fallará.

¡Glorioso patriarca san José! A vos acudo para que seáis mi protector durante todos los días de mi vida. Sed mi abogado, especialísimamente en la hora de mi muerte, y alcanzadme la gracia de que mi alma vaya a descansar en las manos del Señor. Amén.

 11 de enero Misterio de amor

En dos sencillos versículos nos refiere Lucas el gran acontecimiento que nos cambia la vida a todos: Dios-con-nosotros. ¡Misterio del amor! «Y dio a luz a su propio primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada» (Lc 2,7).

Así vino al mundo Jesús para estar con y entre nosotros. No hay más palabras. Todo es silencio, amor, mucho amor. La madre de Dios con su hijo en brazos embelesada de ser madre. Recuerda este profundo canto: «Sobre la noche reina la luz de tu esplendor. En medio del silencio el Verbo se encarnó. ¡Misterio del amor!».

Entra conmigo en silencio en la contemplación y en el asombro de este Misterio. Alégrate. Goza del amor de Dios que se hace niño por ti. Admira. Reflexiona sobre el misterio de Belén. Acompaña largos ratos a María y a José e inúndate de todo el cariño que envuelve la cueva de Belén.

¿Cómo nace Jesús en tu corazón? ¿Cómo vives este maravilloso acontecimiento? Alégrate. Goza. Celebra en tu corazón la verdadera Navidad.

Gracias, Jesús, por hacerte uno con conmigo. Gracias, Jesús, por traerme la alegría, la paz y el amor. Haz que penetre con toda el alma en este profundo misterio de la Navidad. Pon en mi corazón la paz que busco, la alegría que necesito y el amor que hoy me entregas. ¡Gracias, Jesús!

 12 de enero Una gran noticia

¡Qué hermoso texto nos narra Lucas! ¡Qué alegre! ¡Qué sencillez! ¡Qué detalle de un Dios que quiere comunicar el nacimiento de su Hijo a un grupo de personas muy sencillas, pobres y humildes, de trabajos duros y quizás despreciados! «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».

La humildad de los pastores, la sencillez de María y José en Belén, el amor de Dios niño en el pesebre, la prontitud de los pastores para adorar a Jesús: «Os anuncio una Buena Noticia. Hoy ha nacido el Salvador del mundo» (Lc 2,10). El considerar la reacción que tuvieron los pastores de salir corriendo para adorar a ese Niño te tiene que llevar a contemplar embargado de maravilla y gratitud este misterio de amor y de luz.

Como uno más de los pastores, acércate a la cueva de Belén, adora al Niño y pregúntate: ¿qué lecciones veo en este pasaje? ¿Sé recibir las «Buenas Noticias del Señor» con alegría, asombro y adoración?

Ve ya a la cueva de Belén y pídele al Niño: Con los pastores de Belén, Jesús, ayúdame a correr presuroso a tu encuentro. Ayúdame a no quedarme «dormido» en mí mismo y, como los ángeles dieron la «Buena Noticia», que sepa anunciarte, dar y llenarme de alegría al comunicar tu presencia, el Dios-que-está y vive con cada uno de nosotros en nuestra vida.

 13 de enero María, vista desde dentro

María es la mujer creyente, que resplandece y brilla siempre por su oración confiada, por su fe inquebrantable, por su apertura y escucha atenta al proyecto de amor de Dios sobre ella. ¡Cómo no alegrarnos de que María sea nuestro auténtico modelo de fe y vida interior! «Y María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc 2,19). Así es nuestra Madre.

Cuando piensas en María tienes que llenarte de tanta alegría, de tanto amor hacia Ella, que te llevará a un exigente compromiso de vida, porque realmente la necesitas para todo: para orar, para que te acompañe y sobre todo para que te enseñe a ir a Jesús. Es tu compañera de camino. Ámala.

Y surgirán en ti estas preguntas: ¿cómo estoy de amor a María? ¿Se ha debilitado mi trato con Ella? ¿Qué lugar ocupa en mi vida? ¿Qué actitudes aprendo de Ella? Y no puedo por menos de repetirle y suplicarle una y otra vez: Bajo tu amparo, Virgen y Madre nuestra, pongo mi vida. Enséñame a conservar y meditar en mi corazón las grandes lecciones que tú me das.

Quédate con el compromiso de acudir a Ella en todos los momentos de hoy y siempre para que te ayude a descubrir y ejecutar el proyecto de amor de Dios en tu vida.

María, que sea como tú. Que abra mi interior y deje a Dios que entre en mi vida y sea el dueño de todo lo que soy. Que él me cubra con su sombra y purifique mi amor, el amor que he recibido de ti para poder darlo a los demás.

 14 de enero El nombre de Jesús

Hoy no tenemos más remedio que preguntar a Jesús: «Pero, ¿por qué te sometiste a esta prescripción legal de la sangrienta circuncisión cuando tú, como Dios, no estabas sujeto a la ley?». ¡Qué ejemplo de humildad! A la circuncisión está ligada la imposición del nombre y Dios mismo fijó su nombre: «Jesús», que significa «Yavé salva». Este es su fin: ayudarnos, redimirnos y salvarnos. «Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús» (Lc 2,21).

Piensa en lo que significa el nombre de «Jesús» y en esta reflexión no dejes de repetir muchas veces su nombre, porque lo es todo para ti. Te librará de muchos obstáculos. Haz la prueba sintiéndolo desde el fondo de tu corazón.

También te aconsejo que repitas muchas veces: «Jesús, ten compasión de mí, que soy un gran pecador». Esto obrará milagros en ti y en los demás. Dile muchas veces que le quieres.

¿Qué te dice el nombre de Jesús? ¿Cómo aceptas las normas que regulan tu vida? ¿Te has parado a pensar en la obediencia y sumisión de Jesús aun en los momentos más duros? ¿Invocas a Jesús en todos los peligros de tu vida?

Jesús, hoy que comienzas tu camino de sufrimiento, enséñame a saber sobrellevar todo lo que me hace sufrir y me quita la paz. Dame docilidad y humildad para aceptar lo que me cuesta. Que ame tu nombre. Que lo repita muchas veces a lo largo del día y de mi vida y sobre todo a la hora de mi muerte.

 15 de enero Alabanza desde la sencillez

Tres momentos importantes para pensar se te ofrecen hoy: la purificación de María como Madre de Dios y la figura de dos ancianos, Simeón y Ana, la profetisa. «Simeón tomó al Niño en brazos y bendijo a Dios» (Lc 2,22). «Ana alababa también a Dios y hablaba del Niño a todos» (Lc 2,38).

Piensa: María, que no necesita de ninguna purificación, se somete a la voluntad de Dios. Simeón es el hombre que espera y se goza cuando ve la «Luz» prorrumpiendo en alabanzas. Y Ana es la mujer que no se contenta con alabar a Dios, sino que hablaba de él a todos los que esperan la liberación de Israel.

¿Qué te dicen estos tres personajes hoy si comparas su actitud con cómo te cuesta a ti dar cumplimiento a la voluntad de Dios? María desborda humildad. Simeón es el medio elegido por Dios para comunicar el sentido salvador y redentor de Jesús. En este momento María recibe el sufrimiento que va a tener con Hijo.

¿Eres capaz de acoger los medios que te da el Señor en tu vida para saber llevar lo que te sobrepasa? ¿Has apostado claramente por Jesús? ¿Agradeces a Simeón y a Ana, la profetisa, el ejemplo de sus vidas?

Dirígete hoy a María y dile: Gracias por ser el mejor ejemplo para mi vida. Gracias por enseñarme a ser humilde y a saber aceptar el dolor. Gracias por enseñarme a proclamar y comunicar a todos la presencia de Jesús en mi vida. María, ayúdame a purificarme de todo lo que estorba la presencia de Jesús.

 16 de enero Las estrellas del camino

Con alegría asistimos a la Epifanía o manifestación de Jesús a los Magos, que vieron la estrella y la siguieron hasta encontrar al Niño con María, su madre. «Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Vieron al Niño con María, su madre y, cayendo de rodillas, le adoraron» (Mt 2,10-11). Celebra con gozo este encuentro. Es el momento de la manifestación de la «luz». El día de los «regalos», del compromiso y del seguimiento de la gran estrella que es Jesús.

Dios nos llama a cada uno según nuestra manera de ser. A los Magos los llama por medio de una estrella. Y me pregunto: ¿sabrás descubrir las estrellas del camino que te manifiestan el amor de Dios? ¿Las estrellas de las mil circunstancias de la vida: una persona amiga, una llamada, una noticia alegre o quizás menos alegre, una enfermedad..., sabiendo que en todas ellas está el Señor?

Hoy es el día del compromiso para dejarte guiar por la estrella de la fe, la estrella de Dios en tu vida. Siguiéndola encontrarás a María, que te cuida con su amor maternal. Ella te espera para que ofrezcas en plena adoración el oro de tu amor, el incienso lleno de fe y tu mirra llena de lo que más te cueste.

En la gruta de Belén dile a Jesús: Jesús, postrado quiero ofrecerte mi pobre vida llena de los regalos de amor nacidos de la pobreza de mi corazón. Quiero adorarte como los Reyes Magos. Ayúdame a encontrarte en los brazos de tu Madre, María, y te pido encarecidamente que nunca deje de seguir las estrellas de todo lo que me conduzca a tu corazón.

 17 de enero Consecuencias del orgullo

El recuerdo de tantos y tantos niños maltratados y explotados en la actualidad nos invade hoy. Una muerte cruenta por una orden de un rey orgulloso y ambicioso. «Herodes, al verse burlado por los Magos, montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores» (Mt 2,16).

No se te pasen los detalles de ver a Jesús convertido a los pocos días de nacer en exiliado. La Sagrada Familia de Nazaret atravesó muchas pruebas, como la «matanza de los inocentes», que les obligó a emigrar a Egipto.

Y si reflexionas sobre los detalles de esta escena debes pensar: ¿sé leer en mi vida los momentos de luz que me da Jesús? ¡De cuántos peligros me libra!

La matanza de los inocentes por Herodes puede ser un símbolo de cuando pierdes el control de tu vida y haces lo que no tienes que hacer. ¿Haces daño con tus formas de ser incontroladas? La ambición nunca es bendecida.

Al reflexionar sobre este texto, pide por tantos niños mártires anónimos. Pide para que el Señor te dé fuerza y luz para saber dominar tus impulsos. Pide por los niños que lloran a sus padres porque los han perdido o no son atendidos.

Jesús mío, me escandaliza la reacción de Herodes al matar a tantos inocentes. Ayúdame a defender siempre la vida. Aleja de mi vida el orgullo y la ambición. Haz que sepa realizar con prontitud las indicaciones que me muestras en mi vida diaria a través de los indicadores que pones en mi camino.

 18 de enero Nazaret

Aquí tienes el ejemplo de la familia de Nazaret donde se formó Jesús con María y José. «Y José, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret» (Lc 2,22-23).

Es impresionante ver cómo José responde al plan que Dios le ha trazado. Todos los acontecimientos van sucediendo progresivamente: deja Egipto para volver a Nazaret. Así Jesús se integra en la historia de la humanidad en un pueblecito desconocido llamado Nazaret. Así comienza su vida oculta durante treinta años en su casita de Nazaret: obediencia, silencio, trabajo y fidelidad. Allí conoció la cultura de su pueblo, el trabajo, las relaciones humanas, la opresión, las enfermedades... En una palabra, se encarnó en nuestra realidad.

Aprende de la fe de José y de María: seguros, plenos y confiados, asumen y cumplen la voluntad de Dios tal y como se les plantea en cada momento. Aprende a fortalecer tu fe para vivir con amor y alegría los momentos más difíciles.

Hoy no dejes de preguntarte: ¿escucho con atención la voz de Dios que me indica el camino a seguir? ¿Soy dócil a sus designios?

Hoy dale gracias a Jesús por hacerse uno con nosotros.

Gracias, Jesús, por querer vivir tan a fondo mi vida. Gracias porque eres mi compañero de camino. Jesús, te pido que sepa experimentar la realidad de las personas que me rodean. Que sepa escucharte en mi interior para actuar como me indicas. Gracias y ayúdame.

 19 de enero La vida en Dios

Al considerar la escena de hoy nos quedamos desconcertados. Jesús ocasiona gran dolor a María y a José. Con sufrimiento se vuelven a Jerusalén y se dirigen con toda seguridad al templo. Allí lo encuentran entre los doctores.

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9788428563864
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