Kitabı oku: «Introducción al Nuevo Testamento», sayfa 7
La crítica de la narrativa
La crítica de la narrativa, que también se usó principalmente con los Evangelios (y el libro de Hechos), se inspira en la comprensión del análisis literario moderno, para determinar los efectos particulares que se espera que las historias bíblicas tengan en sus lectores.
Al igual que en la crítica de la redacción, la crítica de la narrativa se interesa en tratar cada libro por sí solo y en tratar de discernir lo que es característico en él, pero en tanto que la crítica de la redacción se enfoca en su composición (la forma en que el autor organizó y editó el material), la crítica de la narrativa se enfoca en la recepción (cómo se espera que la obra impacte o afecte a los lectores). La crítica de la narrativa frecuentemente analiza un Evangelio de la forma en que los críticos literarios interpretan una historia corta: le ponen atención a la forma en que avanza la trama, en que los personajes se desarrollan, la forma en que se presenta o resuelve el conflicto y la forma en que las características de la retórica, como el simbolismo y la ironía, afectan la percepción del lector de lo que está ocurriendo.
La crítica de la retórica
El foco de la crítica de la retórica está en las estrategias empleadas por los autores bíblicos para cumplir propósitos particulares. Los críticos de la retórica se interesan no solo en el punto que una obra quiere aclarar, sino también en la base en la que ese punto se establece (los tipos de argumentos o pruebas que se usan): a veces se cita la evidencia externa o documentación; a veces se nombra a un personaje confiable para el autor; en otras ocasiones se apela a las emociones o sentido de lógica del lector.
La crítica de la recepción
El acercamiento a los textos del Nuevo Testamento conocido como crítica de la recepción se enfoca en la forma en que los lectores han entendido y podrían entender el texto, quienes los emplean de diferentes maneras y en diversos contextos. Típicamente, a los críticos de la recepción les interesa la «polivalencia», es decir, la capacidad de que cualquier texto signifique cosas diferentes para personas distintas. La mayoría de los críticos de la recepción se interesan en explorar la forma en que los lectores contribuyen al proceso de interpretación, les dan su propia perspectiva y presuposiciones a los textos y los leen a la luz de eso. Por ejemplo, analizan cómo los factores de la ubicación social (edad, sexo, nacionalidad, condición económica, etc.) inevitablemente afectan las formas en que los lectores emplean los textos y ayudan a determinar lo que creen que esos textos significan. Un tipo de crítica de la recepción conocido como Wirkungsgeschichte («historia de la influencia») busca documentar y explicar cómo determinados textos se han leído a lo largo de la historia, cómo se han usado en las discusiones teológicas, en la liturgia, en la predicación, en el arte y en otras formas de recepción, tanto académica como popular.
Figura 3.2. Estudiantes de las Escrituras. La inclinación cristiana a estudiar las Escrituras de una manera académica y seria se deriva del judaísmo. Los rabinos judíos establecieron primero los estándares para la interpretación de las Escrituras, muchos de los cuales todavía se respetan hoy día. En las casas judías, la instrucción en las Escrituras puede comenzar en la niñez; en efecto, muchos niños judíos aprenden hebreo para entender mejor la Biblia. (Bridgeman Images)
Las críticas ideológicas
Hay una cantidad de enfoques al Nuevo Testamento, un poco relacionados con la crítica de la recepción, que buscan explorar la forma en que estos escritos podrían interpretarse cuando se leen desde perspectivas ideológicas particulares. Las diferentes críticas feministas exponen lo que los distintos libros o pasajes quieren decir cuando se leen desde un punto de vista feminista. Un campo relacionado interpreta los textos desde una perspectiva específica de las mujeres afroamericanas, y un campo en desarrollo llamado «crítica mujerista» hace lo mismo desde la perspectiva de las mujeres latinoamericanas. La «crítica poscolonial» resalta las interpretaciones desde las perspectivas de la gente marginada y oprimida en el mundo, especialmente de Asia, África o América Latina. Estos enfoques y otros similares (marxista, jungiano, etc.) buscan presentar interpretaciones que otros eruditos pudieron pasar por alto debido a las limitaciones de sus propias perspectivas ideológicas, generalmente no reconocidas. Ellos también hacen preguntas en cuanto a las perspectivas ideológicas de los mismos autores bíblicos, y buscan exponer suposiciones ideológicas que puedan ser inherentes en los textos producidos en culturas y contextos particulares.
La deconstrucción
El enfoque a los textos llamado «deconstrucción» es más bien un modo extremo de interpretación que surgió a finales del siglo XX y llegó a ser popular con eruditos influenciados por la filosofía posmoderna. Trata de demostrar que todas las interpretaciones propuestas son constructos ideológicos que no tienen ninguna afirmación objetiva de legitimidad. El proceso de interpretación inevitablemente favorece ciertas posibilidades a expensas de otras. De esa manera, los eruditos posmodernos frecuentemente sostienen que la interpretación revela más acerca del intérprete que del texto, y emplean el método de la deconstrucción para demostrar que las interpretaciones propuestas de cualquier texto determinado dependen del criterio subjetivo: pueden ser interpretaciones correctas desde un punto de vista en particular, pero cualquier cantidad de otras interpretaciones tendrían que considerarse como igualmente válidas. Desde la perspectiva posmoderna, el significado en cualquier sentido absoluto es inalcanzable. Aun así, los intérpretes pueden «jugar» con los textos, y eso puede valer la pena si aprenden cosas de sí mismos y de otros intérpretes en el proceso. De manera positiva, la deconstrucción frecuentemente resalta posibilidades olvidadas para el significado bíblico y hace preguntas en cuanto a por qué no se han explorado más completamente esos enfoques.
filosofía posmoderna: el enfoque relativista a la vida y pensamiento que niega los absolutos y la objetividad.
Exégesis y hermenéutica
Los eruditos bíblicos a veces hacen una distinción entre exégesis y hermenéutica. El primer término, exégesis, se refiere al estudio académico de la Biblia, con un énfasis en la explicación propiamente dicha de los textos; los enfoques académicos descritos anteriormente implican el uso de los métodos exegéticos. El segundo término, hermenéutica, se refiere más ampliamente a la reflexión filosófica en el proceso de interpretación, incluso la consideración de preguntas en cuanto a cuál debe ser la meta de la interpretación, y a las diversas formas en que los pasajes bíblicos pueden considerarse significativos o acreditados. ¿Debe estudiarse el Nuevo Testamento como una colección de documentos históricos para determinar qué revelan acerca de los orígenes de la religión cristiana? ¿Debe analizarse y evaluarse por sus cualidades estéticas y artísticas? ¿Debe abordarse como un recurso para el desarrollo de dogmas religiosos? ¿Debe estudiarse (académicamente) como Escrituras, como un libro que revela los propios pensamientos de Dios? Y, si así fuera, ¿qué significa eso? Una persona puede creer que el Nuevo Testamento es la palabra inerrante de Dios; otra puede considerar que contiene libros que retienen las marcas tanto de inspiración divina como de falibilidad humana. Claramente, la interpretación del Nuevo Testamento puede verse afectada por las distintas suposiciones hermenéuticas que los intérpretes hacen en cuanto a estos escritos.
Uno de los errores más comunes que comenten los estudiantes cuando son nuevos en el campo de los estudios bíblicos académicos es asociar los métodos exegéticos particulares con posturas hermenéuticas específicas. He aquí algunos ejemplos: (1) el estudiante lee un libro de un arqueólogo que afirma proporcionar prueba de que ciertas historias bíblicas son fácticas y correctas, por lo que el estudiante llega a la conclusión de que los eruditos que quieren demostrar la exactitud de las narraciones bíblicas típicamente usan la arqueología; (2) el estudiante lee un libro de un crítico de la redacción que afirma que los autores de los Evangelios editaron su texto fuente de maneras que revelaban que tenían motivos inconsecuentes y opuestos, por lo que el estudiante llega a la conclusión de que los eruditos que quieren hacer énfasis en puntos contradictorios de las Escrituras típicamente usan la crítica de la redacción; (3) el estudiante lee un libro de un crítico de la retórica que sostiene que el argumento de Pablo en una carta en particular es tan persuasivo que todos deben aceptarlo hoy día, por lo que el estudiante llega a la conclusión de que los eruditos que quieren animar a los lectores a aceptar lo que los autores bíblicos enseñaron como válido para nuestra época típicamente usan la crítica de la retórica; y (4) el estudiante lee un libro de un crítico de la narrativa que considera que los Evangelios son cuentos ficticios, por lo que el estudiante llega a la conclusión de que los eruditos que no creen que los Evangelios dan relatos exactos históricamente de los acontecimientos del siglo I típicamente usan la crítica de la narrativa.
Todas estas conclusiones son falsas. Todos los métodos exegéticos y las disciplinas académicas descritas anteriormente son utilizados por personas que funcionan con suposiciones e intereses distintos. Los métodos en sí son simplemente herramientas que se emplean con propósitos muy distintos, por personas con actitudes y metas diferentes. El estudiante principiante debe ser cuidadoso de no evaluar la legitimidad o el valor de un método con base en una exposición limitada a su uso. Adicionalmente, la mayoría de los eruditos usan estos métodos, combinándolos entre sí; ellos examinan un texto con un enfoque para responder un conjunto de preguntas y usan otro enfoque para responder un conjunto distinto de preguntas. Usan un método un día y otro método el día siguiente.
Conclusión
Los escritos del Nuevo Testamento no solo se leen; se estudian. De hecho, probablemente sea seguro decir que estos libros han sido investigados más cuidadosamente y analizados con más detenimiento que cualquier otro escrito de la historia. El campo académico de los estudios del Nuevo Testamento ha llegado a ser una disciplina que abarca muchos enfoques distintos y emplea una variedad de métodos. Algunos eruditos están más interesados en las preguntas históricas; dependen de la arqueología para reconstruir los escenarios en los que se escribieron los libros del Nuevo Testamento, y sacan provecho del entendimiento de la sociología, de la antropología cultural y de otras disciplinas para entender lo que se reporta dentro del contexto del mundo antiguo. Otros eruditos tienden a estar más interesados en comprender los mensajes que los libros transmiten o en los efectos que los mismos esperan tener en sus lectores, por lo que dependen más de los métodos que analizan las características retóricas y literarias de los textos. Y, por supuesto, muchos eruditos del Nuevo Testamento están interesados en los asuntos teológicos, por lo que estudian estos escritos a la luz de los intereses específicos ideológicos y doctrinales. En un sentido general, los distintos enfoques metodológicos al Nuevo Testamento se pueden comparar a las llaves en un aro: las distintas llaves abren puertas diferentes y conceden acceso a distintas clases de conocimiento. Es difícil saber al principio qué puertas uno quiere abrir. Por consiguiente, el mejor consejo para los intérpretes bíblicos incipientes generalmente es este: Traten de obtener un juego de llaves tan completo como sea posible.
Dianelos Georgoudis / CC BY-SA 3.0
4
Jesús
Levántese un domingo en la mañana y conduzca por su ciudad. Si vive en los Estados Unidos, encontrará iglesias, así como lo haría en muchos otros países. Son de muchas clases: denominaciones históricas e innovaciones recientes, comunidades de adoración, de «marcas» y genéricas. Encontrará gente que se reúne en catedrales elevadas y en locales comerciales alquilados, en auditorios espaciosos y en santuarios estilo hacienda. Verá vestimentas y menajes, vitrales y pantallas de video, costosas obras de arte encargadas y carteles improvisados de mal gusto. Y la gente es tan diversa como su mobiliario.
Ahora bien, he aquí un hecho sorprendente: toda esa gente se ha levantado y se ha reunido con otros el domingo en la mañana por causa de una persona: un judío que nació al otro lado del mundo hace más de dos mil años.
¡Escuche!
Oirá a la gente cantar:
Dominará Jesús el Rey
En todo pueblo bajo el sol;…
…
Oh, qué amigo nos es Cristo
Él llevó nuestro dolor…
…
Loores dad a Cristo el Rey, suprema potestad;
De su divino amor la ley, postrados aceptad…
Escuchará congregaciones confesar un credo:
Creemos en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Cuadro 4.1
La importancia histórica de Jesús
En una mañana de primavera, alrededor del año 30 e. c., tres hombres fueron ejecutados por las autoridades romanas de Judea. Dos eran «bandoleros»… El tercero fue ejecutado como otra clase de criminal político. No había robado, saqueado, asesinado, ni siquiera guardado armas. Sin embargo, se le acusó de haber afirmado ser el «rey de los judíos», un título político. Los que observaban… sin duda pensaron que el mundo observaría poco lo que pasó aquella mañana de primavera… Por supuesto, resultó ser que este tercer hombre, Jesús de Nazaret, llegaría a ser una de las figuras más importantes de la historia humana.
—E. P. Sanders*
Independientemente de lo que cualquiera pueda pensar o creer de él personalmente, Jesús de Nazaret ha sido la figura dominante de la historia de la cultura occidental durante casi veinte siglos. Si fuera posible, con alguna clase de superimán, retirar de esa historia cada migaja de metal que tuviera por lo menos un vestigio de su nombre, ¿cuánto quedaría?
—Jaroslav Pelikan†
*E. P. Sanders, The Historical Figure of Jesus [La figura histórica de Jesús] (Londres: Penguin, 1993), 1.
†Jaroslav Pelikan, Jesus through the Centuries [Jesús a través de los siglos] (New Haven: Yale University Press, 1985), 1.
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza que el Padre.
Escuchará a un evangelista que exhorta a las personas a aceptar a Jesús como su Señor y Salvador personal, y que las invita a pedirle que entre a sus corazones para limpiarlas de pecado. Escuchará adoradores inspirados que afirman que Jesús les ha hablado esa misma mañana y les ha dado palabras de guía para otros que están presentes. Escuchará a un sacerdote que recita en latín o en griego, y que promete a los que se han reunido que están a punto de comer la carne de Jesús y beber su sangre.
Si usted no es una de esas personas, si no es cristiano, todo esto puede parecerle extraño. Incluso si es cristiano, algo de esto puede parecerle extraño, porque probablemente usted tenga algunas ideas sobre cuáles grupos de cristianos tienen razón en cuanto a Jesús, y cuáles no.
Jesús en el Nuevo Testamento: Terrenal y exaltado
Jesús es la figura central del Nuevo Testamento; cada libro se escribió por él y, en cierto sentido, acerca de él. Aun así, se puede hablar de dos formas distintas del Jesús de quien leemos en el Nuevo Testamento. Primero, el Nuevo Testamento nos habla de un hombre llamado «Jesús», que vivió en Galilea y que dijo e hizo muchas cosas extraordinarias antes de que finalmente fuera crucificado. Segundo, el Nuevo Testamento también habla de Jesús como una figura exaltada y eterna, que existió antes de la creación, que ahora sigue reinando desde el cielo, sentado a la diestra de Dios y que mora en los corazones de los que creen en él.
La fe y doctrina cristianas afirman la unidad de estas dos figuras: son el mismo Jesús, no dos distintos. Aun así, los eruditos cristianos frecuentemente descubren que es útil distinguir entre los dos, especialmente cuando interpretan el Nuevo Testamento. Por ejemplo, hay un pasaje en el Evangelio de Mateo en el que Jesús les dice a sus discípulos: «A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no me van a tener siempre» (26:11). Luego, más adelante en el Evangelio de Mateo, Jesús les dice a estos mismos discípulos: «estaré con ustedes siempre» (28:20). El primer pasaje se refiere a lo que los eruditos llaman la figura de Jesús terrenal, histórica (o, a veces, «el Jesús antes de la Pascua»), el hombre que vivió en Galilea y que dijo a sus discípulos que no estaría presente con ellos en la tierra para siempre. Pero luego, en el segundo pasaje, cuando Jesús dice: «estaré con ustedes siempre», debe referirse a otra cosa. Los teólogos cristianos dirían que el Jesús eterno exaltado («el Jesús después de la Pascua») está presente de una manera que la figura terrenal e histórica no lo está.
La figura terrenal de Jesús en el Nuevo Testamento: Generalidades
Los Evangelios del Nuevo Testamento se refieren sistemáticamente a Jesús como un judío de Nazaret, una pequeña aldea de la provincia de Galilea. Es el hijo de José y María y tiene varios hermanos y hermanas. Es un campesino judío que trabaja como tektōn, una especie de carpintero u obrero de construcción. No se dice casi nada de su vida temprana, aunque se implica algún proceso de educación con el hecho de que, como adulto, sabe leer (Lc. 4:16-20) y es conocedor de las Escrituras. No se dice nada de su estado civil, lo que probablemente quiere decir que debe considerársele un adulto soltero, comprometido (¿por razones religiosas?) con una vida de celibato (cf. Mt. 19:12).
El Nuevo Testamento se enfoca principalmente en el último año de la vida de Jesús. Es bautizado por Juan el Bautista, un apasionado predicador del arrepentimiento, que parece haber formado su ministerio con el ejemplo de profetas del Antiguo Testamento como Elías. Luego Jesús comienza un ministerio público propio y viaja por todas las aldeas de Galilea, enseñando, predicando y sanando. Llama a discípulos para que lo sigan y elige a doce de esos discípulos para que constituyan un grupo más íntimo de seguidores, siguiendo el modelo de las doce tribus de Israel. Algunas facetas de su ministerio son especialmente dignas de atención:
•Es un ministerio itinerante. En tanto que Juan el Bautista predicaba en el desierto, esperando que las multitudes salieran a escucharlo, Jesús predica en el camino, y lleva su mensaje a diferentes grupos a medida que él y sus discípulos se trasladan de un lugar a otro (véase Mt. 8:20).
•Es un ministerio rural. Aunque había ciudades grandes en Palestina (Cesarea, Séforis, Tiberias), no se dice nunca que Jesús visitara alguna de ellas, excepto Jerusalén; el foco de su ministerio son las aldeas y los pueblos comerciales, lugares como Betsaida y Capernaúm. Frecuentemente, se le describe ministrando a la gente en ambientes al aire libre (p. ej., al lado del mar de Galilea).
gentil: persona que no es judía.
•Es un ministerio judío. A pesar de los encuentros ocasionales con gentiles o samaritanos, el ministerio de Jesús está dirigido principalmente a judíos y se conduce con términos significativos para el pueblo judío. Con frecuencia, enseña en las sinagogas, cita las Escrituras judías y discute temas como la forma en que la ley judía se puede cumplir de mejor manera y cómo se cumplen los escritos de los profetas judíos.
samaritanos: pueblo semita que vivía en Samaria en la época de Jesús y afirmaba ser el verdadero Israel, descendientes de las tribus que fueron llevados en cautiverio por los asirios.
De esa manera, el Nuevo Testamento presenta a Jesús como un campesino judío que asume los papeles de rabino y profeta en favor de otros campesinos judíos de Galilea, durante el gobierno de Herodes Antipas; adicionalmente, la fase más prominente de su ministerio ocurre precisamente después de que Herodes arresta a Juan el Bautista (véase Mr. 1:14).
En cuanto a contenido, el tema más prominente que Jesús trata en el Nuevo Testamento es la inminencia y certidumbre del gobierno de Dios. Jesús usa frecuentemente la frase «reino de Dios» (o a veces «el reino de los cielos») para describir la esfera y el poder de la influencia de Dios, un fenómeno que ni el tiempo ni el espacio pueden restringir. Según Jesús, el «reino de Dios» (una frase que también se puede traducir como «gobierno de Dios» o «reinado de Dios») no solo está en el cielo o en el futuro, sino que es una realidad que ha de experimentarse aquí y ahora. Cuando Jesús dice: «El reino de Dios está cerca» (Mr. 1:15), quiere decir algo así: «Dios está listo y dispuesto para gobernar nuestra vida, aquí mismo y ahora mismo». Pero eso no es todo; el reino también tiene una dimensión futura, y el Nuevo Testamento presenta a Jesús que habla de eso también. Habrá un juicio final en el que el mismo Jesús presidirá, y a los seres humanos se les concederá acceso a la dicha eterna o se les condenará al castigo eterno, según su condición con relación a Dios y al mismo Jesús. Él indica que las bendiciones del reino futuro son para los que creen en él y que son fieles a él de palabra y obra.
reino de Dios/reino del cielo: frases que se usan para describir el fenómeno de que Dios gobierna, donde y cuando eso pueda ser.
El énfasis general en la presencia y el poder de Dios tiene numerosas implicaciones. Otros temas prominentes en las enseñanzas y predicación de Jesús incluyen: (1) un llamado a la lealtad firme a Dios y a la confianza absoluta en Dios; (2) una promesa de perdón que lleva a la reconciliación de pecadores y a una nueva inclusión de marginados entre el pueblo de Dios; (3) una revaluación de ciertas interpretaciones legales, particularmente aquellas que se consideran agobiantes o que se consideran que fomentan el elitismo espiritual; (4) una «ética de amor» radical, que declara que el amor a Dios y al prójimo son una sinopsis de todas las demandas de Dios y que impulsa a la gente a amar a todos, incluso a sus enemigos y (5) una reversión de juicios de valor que insiste en que Dios favorece al pobre más que al rico y al humilde más que al poderoso, con la consecuencia obvia de que los que quieran agradar a Dios deben humillarse a sí mismos, por medio de la pobreza y el servicio voluntarios.