Kitabı oku: «Volviendo al Caribe», sayfa 2

Yazı tipi:

Mukien Adriana Sang Ben

Mujer, historiadora y educadora

Centro de Estudios Caribeños

Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra

Prólogo

David Álvarez Martín

No es cierto que la República Dominicana viva de espaldas al Caribe, como se acostumbraba afirmar par de décadas atrás. Muchos son los vínculos que constantemente se establecen entre empresarios dominicanos y de las islas, como del Estado Dominicano y los Estados caribeños. El turismo se mueve de una a otra de nuestras costas, mediante líneas aéreas y cruceros, la migración de dominicanos a muchos de los territorios francófonos, anglófonos y de tradición holandesa es cada día más notoria y representa en muchos de esos países minorías significativas. Tenemos la ciudad más importante en la costa del Mar Caribe y nuestras fronteras con los pueblos caribeños es terrestre y marítima. Somos caribeños, pensamos como caribeños y cada vez más nos insertamos en la totalidad del Caribe en su expresión más amplia.

En las ciencias sociales dominicanas tenemos dos grandes textos del Caribe y su historia de más de cinco siglos: Juan Bosch y El Caribe frontera imperial. De Cristóbal Colón a Fidel Castro, publicada en 1970, y más reciente, de Frank Moya Pons, su Historia del Caribe. Merece destacarse los aportes de Emilio Cordero Michel y de Miguel Ceara Hatton. Se suma a ello el impulso brindando por Roberto Cassá a la investigación y publicación de obras que vinculan a República Dominicana con otras sociedades del Caribe desde el Archivo General de la Nación. Y en ese despertar dominicano del interés por el Caribe tenemos dos aportes sobresalientes de Mukien Sang Ben, por un lado su extensa producción de artículos sobre el tema caribeño, que el lector descubrirá en esta obra, y por otro lado la creación y dirección de dos programas académicos en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) sobre el Caribe: el doctorado en Historia del Caribe y la maestría en Estudios Caribeños, además de varias cátedras sobre temas relacionados con el Caribe en la misma universidad. Nuestra autora no solo contribuye con el tema caribeño como investigadora de primer nivel, sino que está forjando la siguiente generación de investigadores en dicho tema. Con los aportes de Bosch, Moya, Cordero, Ceara y Sang (y en el caso de ella como historiadora y docente) la República Dominicana gana privilegiadamente un alto puesto en el estudio de nuestra realidad caribeña. El doctorado fruto de su iniciativa es único en el área.

En torno al tema del Caribe, que en diversas facetas Mukien trata en este libro, se abren problemas y cuestiones que ocuparán a muchos estudiosos por el resto del siglo XXI. Desde la complejidad de su mundo y la común herencia africana, hasta cuestiones más recientes como la economía turística y las enfermedades transmitidas por vectores que afectan a nuestros pueblos cíclicamente. El cambio climático global afecta terriblemente esta zona y lo hará -según estudios recientes- de formas no imaginadas, con tormentas de dimensiones mayores que las conocidas o pérdida de territorios por ascenso del nivel del mar. Las migraciones intracaribeñas y hacia otras latitudes del Primer Mundo, a la vez que migrantes de otras regiones del mundo que vienen a vivir al Caribe, es una constante en los poco más de cinco siglos de inserción de la zona con el resto del mundo.

Pocas regiones del planeta tienen patrones comunes en el desarrollo de sus procesos productivos, políticos, sociales y culturales como el Caribe, aún con el aislamiento impuesto por sus metrópolis de unas sociedades y otras, y esos ritmos de cambios se descubren a los ojos de Mukien en oposición a suposiciones de diferenciación fruto de historiografías aldeanas. Lejos de detallar una cacofonía de hechos y creaciones en los diversos espacios caribeños, nuestra autora nos devela una profunda sinfonía que brinda identidad y fuerza a los pueblos que habitan en torno a este mar maravilloso.

No es posible entender nuestra historia dominicana, nuestra relación con Haití, nuestros conflictos con España y hasta las intervenciones de Estados Unidos en nuestro proceso histórico, si no lo hacemos desde la perspectiva caribeña. Y no exclusivamente el Caribe insular, ya que casi toda Centroamérica, Venezuela y Colombia, y gran parte de México, son caribeños. Si nos atenemos a la presencia africana como signo de identidad caribeña llegaríamos a las Guayanas, norte de Brasil, Bahamas y hasta New Orleans en Estados Unidos. Surgen cuestiones como si el Golfo de México es o no Caribe. Para Mukien, y lo descubrirán leyendo este libro, el Caribe tiene tantos ángulos para explorar, pero una unidad que amerita ser destacada y expresada en la diversidad de las ciencias sociales y las humanidades. Mención debo hacer del esfuerzo de nuestra autora en la Cátedra de Literatura Caribeña en la PUCMM que ha invitado a grandes especialistas en el tema.

Confío en que la lectura de los diversos textos de esta obra motive a los más jóvenes a fortalecer su conocimiento del rico entorno en donde la sociedad dominicana se va construyendo, enfrentado grandes retos y descubriendo el talento de su gente. Somos dominicanos y dominicanas en cuanto somos caribeños, no es un añadido, es el núcleo de nuestra identidad. La dominicanidad es caribeña o no es. Para los menos jóvenes este texto es un aliento para ir enfrentando viejos prejuicios y superando las visiones de la historiografía criolla deformada por el exagerado hispanismo, y un anti-haitianismo sin fundamentos históricos que únicamente ha servido para favorecer el prejuicio contra nuestra negritud y mulataje, producto de nuestro siglo XVII. Para todos los lectores esta es una invitación a profundizar en la clave interpretativa del ser caribeño que resulta ser -en mi opinión- el develamiento más hondo de nuestra alma nacional que se hermana con todos los pueblos que son bañados por este deslumbrante mar o que nos vincula a la potente fuerza de la herencia africana común que debemos descubrir con rigor y pasión.

Capítulo 1
¿Por qué las plantaciones?

Pueblo mío

cuando

lejos de los días pasados

renazca una cabeza bien puesta sobre

tus hombros

reanuda

la palabra

despide a los traidores

y a los amos

recobrarás el pan y la tierra bendita

tierra restituida

cuando

cuando dejes de ser un juguete sombrío

en el carnaval de los otros

o en los campos ajenos

el espantapájaros desechado

mañana

cuando mañana pueblo mío

la derrota del mercenario

termine en fiesta

la vergüenza de occidente se quedará

en el corazón de la caña

pueblo despierta del mal sueño

pueblo de abismo remotos

pueblo de pesadillas dominantes

pueblo noctámbulo amante del trueno furioso

mañana estarás muy alto muy dulce muy

crecido

y a la marejada tormentosa de las tierras

sucederá el arado saludable con otra tempestad.

Aimé Césaire, Lejos de los días pasados

El tema de las plantaciones es recurrente en el Caribe insular, especialmente el inglés y el francés. Tanto ha calado en la identidad de estos pueblos que aparece de manera reiterada en el discurso histórico y político, y ha sido motivo para inspirar grandes novelas y hermosos poemas, como esa que adorna el inicio de este capítulo, escrito por el gran poeta-escritor oriundo de Martinica, Aimé Césaire.

Participaba por primera vez, hace casi treinta años, en una reunión de la Asociación de Estudios Caribeños celebrada en Saint Thomas. Me llamó mucho la atención que para los historiadores de las diferentes islas del Caribe inglés y francés el tema de las plantaciones era una constante en sus reflexiones e investigaciones, que todas sus participaciones eran en torno a esa problemática. La condición de esclavo y explotado trabajador ha calado profundamente en sus identidades y sus imaginarios colectivos. El tema, aunque me llamó la atención, quedó pendiente en mis preocupaciones intelectuales.

Desde hace ya casi una década estoy dedicada al mundo del Caribe, insular y continental. Para aprender y conocer mejor una realidad a la que pertenezco, pero, como casi todos los dominicanos, desconocida y marginada, he estado hurgando por todas partes sobre el tema. La vida me regaló la oportunidad de dirigir el Centro de Estudios Caribeños en mi Alma Mater, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, razón por la cual inicié una columna en el periódico El Caribe, que ha sido la mejor forma de aprender sobre el Caribe, abordarlo desde diferentes perspectivas y dar a conocerlo al gran público.

En mis lecturas e indagaciones he vuelto a constatar, como hace treinta años, que las plantaciones azucareras continúan marcando a los estudiosos del tema. ¿Por qué?, me pregunté entonces y me pregunto hoy. Intenté contestar a esa gran pregunta. Busqué respuestas a través de las interpretaciones de varios investigadores. En este capítulo presentamos las diferentes opiniones de los historiadores que han abordado el tema de las plantaciones, comparándolos, para lo cual buscamos sus puntos comunes y sus puntos divergentes. Los autores que trabajamos en este capítulo son Frank Moya Pons, Manuel Uc Sánchez, Pablo Mariñez, Gonzalo Martínez, Humberto García Muñíz, Germán Márquez, Gabriela Maglia Vercese, Wenceslao Vega, Emilio Pantojas y Consuelo Naranjo. Existen muchos otros historiadores, economistas y sociólogos que también han trabajado el tema, pero a veces hay que dar término a las cosas para poder proseguir. No queriendo esto decir que la búsqueda de interpretaciones sobre las plantaciones se haya finalizado, simplemente está detenida.

Al indagar, lo primero que llegó a mi memoria fue el epílogo del libro de Frank Moya Pons en su obra Historia del Caribe1 publicada en español en 2008. Con el sugerente título ¿Por qué la plantación? Moya nos ofrece una explicación completa sobre sus consideraciones al respecto:

Este libro trata principalmente de la evolución de la plantación azucarera como la fuerza integradora predominante en la historia económica del Caribe. Hemos escogido este foco porque la unidad funcional del Caribe se percibe mejor al considerar el sistema de la plantación como la estructura económica subyacentes entre sí, a pesar de las diferencias ecológicas y políticas de las islas.

Podríamos haber escrito una historia del Caribe diferente utilizando otro tipo de análisis, pero si es que existe una corriente que fluye de manera ininterrumpida y produce la unidad histórica de la región, esa es la evolución del sistema de plantaciones.

La historia de la plantación azucarera sirve para explicar tanto las continuidades económicas en las colonias como su evolución demográfica. También explica, más claramente que otros fenómenos, por qué las potencias europeas se involucraron tan profundamente en las guerras en el Caribe y cómo sus colonias caribeñas se integraron al extenso mundo de la economía atlántica.

El impacto que la historia del Caribe ejerció en ambos lados del Atlántico puede explicarse mejor desde la perspectiva de las plantaciones azucareras y del sistema esclavista que las acompañó por casi cuatro siglos. Las conexiones económicas que unieron al Caribe con África, Europa y Norteamérica, antes y después de la revolución industrial, son cruciales para entender el surgimiento del capitalismo como sistema económico mundial.2

Moya afirma en esta pequeña pero muy sustanciosa reflexión expuesta en el Epílogo de la obra, que ninguna otra institución colonial desempeñó papel tan crucial como el de la plantación azucarera a fin de integrar el Caribe en la economía mundial. Un elemento importante es que plantea que el azúcar no fue el único producto que se cultivaba en las plantaciones, pero fue sin duda el más significativo. Más aún “fue el más importante y el que mantuvo a las Antillas en la mirada y el puño de las potencias metropolitanas. La plantación, junto con el sistema esclavista, dominó la historia del caribe por más de 400 años”.3

Las plantaciones azucareras, expone el amigo historiador, constituyó una unidad orgánica, a pesar de que las colonias tenían metrópolis distintas. Sin embargo, cada realidad tuvo sus particularidades, produciéndose una notable diferenciación en el plano político, social y cultural que todavía, en el siglo XXI, es visible, especialmente en las llamadas Indias Occidentales.

Moya Pons no coincide con aquellos que aseguran que el Caribe es una región fragmentada, pues considera que esta fragmentación es solo desde una perspectiva sociopolítica y cultural, ya que sus estructuras productivas, así como su economía, eran homogéneas. Sin embargo, sostiene que debemos reconocer “que dentro del marco unificador de las plantaciones azucareras surgieron distintas sociedades criollas que con el tiempo se convirtieron en nuevas naciones. Es también dentro de este contexto histórico que la actual fragmentación del Caribe puede ser mejor entendida y aceptada”4.

La homogeneidad no fue eterna. Comenzó a fragmentarse con los sucesos mundiales. Afirma Moya que se inició en 1930. ¿Por qué razón? sería la pregunta lógica. El autor se responde y responde: por un hecho que marcó a todo el mundo: la Gran Depresión, que creó serias dificultades en las economías de todo el mundo. A partir de ese momento, dice, el Caribe no fue el mismo, dejó de ser lo que era antes. Otros factores externos que acrecentaron la fragmentación fue sin duda la Segunda Guerra Mundial, proceso que permitió que Estados Unidos se hiciera dominante en Occidente, provocando “una marcada americanización de la región, incluyendo a las antiguas colonias francesas, británicas, holandesas y danesas”5.

Esta situación provocó que el modelo de las plantaciones azucareras entrara en una crisis tan profunda que nunca más pudieron recuperarse. Solamente Cuba, afirma el historiador, lo mantuvo, el cual perduró incluso bajo el socialismo.

La ruptura del modelo de plantación trajo grandes cambios. En efecto, la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial trajeron consigo la creación y desarrollo de los sindicatos y las organizaciones obreras, así como el surgimiento de los partidos políticos locales que demandaban la descolonización, pero, sobre todo, la independencia. La ideología nacionalista entró con fuerza, especialmente en las clases medias y los sectores intelectuales. Otro factor que afectó mortalmente el modelo fue la política de sustitución de importaciones, a fin de desarrollar la industria local. Los vientos de democratización llegaron y los sectores más radicales demandaban, exigían más bien, reformas agrarias que permitieran una nueva relación social y económica con el campesinado.

Las conclusiones, muy interesantes, por cierto, que nos ofrece Moya sobre la quiebra del modelo y sus implicaciones políticas y económicas explican la realidad del Caribe hoy. Veamos:

El sistema de plantaciones fue uno de los componentes principales de lo que se le llama hoy sistema económico mundial. Las plantaciones caribeñas fueron también un elemento fundamental en la conformación de la nueva economía atlántica surgió luego que los europeos invadieron a América en los siglos XVI y XVII. Desde una perspectiva mundial, el desarrollo del capitalismo no podría entenderse completamente sin el sistema de plantación azucarera, así como tampoco podría explicarse totalmente la independencia de los Estados Unidos sin el papel que jugaron las plantaciones azucareras caribeñas.

El Caribe funciona hoy como un complejo archipiélago de nacionalidades y culturas con economías diversificadas conectadas estrechamente tanto a las potencias industriales del norte del Atlántico como a los países de Sudamérica y Asia. […] Fue a partir de la llegada de Colón al Caribe cuando los europeos comenzaron a darse cuenta de la unidad planetaria y a actuar en consecuencia. Esta es otra de las razones de por qué la historia del Caribe es relevante para comprender hoy el mundo moderno. Hasta que la humanidad puso un hombre en la luna, ningún otro descubrimiento ha tenido consecuencias tan importantes y duraderas como la invasión europea del Caribe y la conversión de esta región en uno de los pivotes de la economía planetaria. Hacer que la historia sea evidente ha sido el principal propósito de este libro.6

La lectura de la Historia del Caribe de Frank Moya, y muy especialmente su conclusión sobre las plantaciones, me motivaron a conocer mejor sobre el tema. Busqué por donde pude. Hurgué en las principales revistas y libros digitales (¡una gran ayuda para los investigadores!) y también por las vías tradicionales de las obras impresas. Lo que se presenta a continuación es una relación de las lecturas que iba haciendo según caían en mis manos y a medida que me surgían nuevas preguntas y nuevas inquietudes. Estas lecturas fueron presentándose en forma de artículos. Durante la fase de estructuración de los artículos en forma de libros incorporé nuevas lecturas.

Una revisión de la literatura sobre las plantaciones

El tema ha sido preocupación durante décadas, de parte de los intelectuales. En nuestra búsqueda localizamos un artículo titulado “Introducción a las economías del Caribe”, publicado en la Revista Nueva Sociedad, No. 28, en 1977, escrito por el chileno Gonzalo Martner, quien, dicho sea de paso, además de un gran académico fue el ministro de Planificación del gobierno de Salvador Allende. Aunque la publicación es vieja, quisimos recuperarla en este periplo porque presenta una visión del Caribe desde una perspectiva distinta, desde la óptica de un latinoamericano del Cono Sur.

Inicia el artículo planteando una introducción global a la geografía caribeña, y una brevísima historia sobre las poblaciones indígenas, antes de la llegada de Colón. bosquejo a las poblaciones indígenas que existían antes de la llegada de Colón. Posteriormente habla sobre el período colonial español:

Las islas del Caribe se especializaron en el abastecimiento a España de azúcar y otros productos tropicales. Por cientos de años, el Caribe ha marcado, dentro del mundo colonial, como abastecedor de azúcar. En torno a este producto se diseñan modos de producción, que definen las relaciones sociales internas y las formas de explotación colonial. La unidad de explotación es la plantación azucarera7.

Muy pronto, como bien dice Gonzalo Martner, el desarrollo de las plantaciones azucareras a partir del siglo XV trajo consigo el inicio de la trata de esclavos negros procedentes de África. España comenzó a crecer comercialmente también, provocando la rivalidad entre las potencias europeas:

Estas experiencias condujeron al Rey Carlos V de España […] a trasladar esclavos desde África […] primero se autorizó a los colonos de la Española a importar 4,000 esclavos africanos […] (luego) se fue extendiendo el tráfico de esclavos por parte de […] los holandeses e ingleses.

Como el comercio se extendía, España en el siglo XVI […] se crea así un monopolio que es resistido por las otras potencias, en especial Inglaterra, Francia y Holanda. Se inicia una fuerte lucha entre las potencias coloniales, que desemboca en una etapa de piratería […] Las potencias deciden conquistar parte de los territorios del Caribe y fundar sus propias colonias […]8.

En medio de estos conflictos Inter imperiales se inició en el siglo XVIII lo que el autor llama la Era del Azúcar, que se organizó bajo el sistema de plantaciones, y cuyas producciones eran destinadas a los mercados europeos de las metrópolis, dejando un mínimo de subsistencia para la fuerza de trabajo. Una gran parte de las tierras de las Antillas Mayores como Cuba, La Española y Jamaica, así como Trinidad, fueron ocupadas en el cultivo de la caña de azúcar. También se desarrollaron otros cultivos como algodón, tabaco y otros productos.

En el caso del Caribe inglés, dice, dividieron las tierras de Saint Kitts, Nevvis y Barbados en pequeñas propiedades, donde se cultivó tabaco y algodón para exportar. Pero se produjo una saturación en el mercado tabacalero, teniendo que migrar hacia el azúcar. Este cambio tuvo sus consecuencias en la estructura económica y social:

De fincas pequeñas que producían tabaco y algodón, que podían ser explotadas por blancos y dos o tres esclavos, hubo que pasar a faenas que requerían maquinaria pesada y otros equipos y propiedades de no menos 500 acres para que hicieran rentables las explotaciones. Se necesitaban también trabajadores fuertes que trabajaran de sol a sol, máquinas para moler caña y otros implementos de envergadura. Como los pequeños propietarios no podían enfrentar esa transformación tecnológica, se vieron obligados a vender sus tierras a los propietarios más fuertes. Así, las plantaciones sucedieron a las pequeñas fincas y se importaron cantidades de esclavos de África para reemplazar a los agricultores europeos. Se estima que en Barbados, por ejemplo, había en 1845 unos seis mil esclavos, mientras cinco o seis años después esa cifra se elevó a veinte mil […]9.

Este proceso indica que se produjo en las colonias caribeñas, principalmente inglesas y francesas, una concentración de la propiedad de la tierra en manos de unos cuantos blancos dueños de plantaciones, así como el ingreso masivo de esclavos negros. Inglaterra fue la que más puso empeño en imponer el modelo. Creó un triángulo muy beneficioso para este imperio: sus barcos llevaban desde Liverpool al África algodón, ropa, herramientas y otros bienes manufacturados, y en África compraban esclavos para ser transportados a sus colonias caribeñas. Los esclavos eran vendidos y con el dinero se obtenía azúcar, ron, melaza, café, cacao y otros productos que se venderían en el mercado inglés. Era una perfecta división internacional del trabajo. Mientras Inglaterra producía bienes manufacturados, África aportaba los esclavos y el Caribe las materias primas para la exportación.

Este milagro de la economía triangular duró muchos años, quizás hasta el siglo XIX, cuando por presiones internacionales tuvo que ser abolida la esclavitud en las colonias, especialmente en las inglesas. Asimismo, la revolución haitiana trajo duras consecuencias para el mundo de la economía esclavista. En 1807 las colonias inglesas abolieron la esclavitud, pero hubo resistencia en algunas, pues los colonos se resistían a perder sus fuentes de riqueza. Esta resistencia produjo las rebeliones negras en Jamaica y otras islas. A pesar de que en la antigua colonia francesa de Saint Domingue se produjo la revolución más cruenta, no fue hasta 1848 cuando Francia abolió la esclavitud. Los holandeses fueron más tardíos todavía, pues lo hicieron en 1863. En Puerto Rico fue en 1873 y en Cuba en 1886. Estas medidas trajeron efectos económicos:

Surgió por primera vez un mercado interno más amplio en las islas, a la vez que muchos liberados se dedicaron a cultivar tierras ociosas, en vez de seguir como aprendices de sus viejos amos. En Antigua, la producción exportable creció al compás de los salarios, mientras crecían las importaciones, porque los obreros tenían poder de adquisición […] En Barbados se subieron los salarios y se repartieron pequeños lotes de tierra […] Estos pequeños predios producían caña de azúcar para su procesamiento, reteniendo el pequeño productor una cierta utilidad […]10

Un elemento interesante, dice el autor, es que este proceso no se produjo en todas las islas, como, por ejemplo, Jamaica, Dominica, Trinidad y Tobago y otras islas pequeñísimas de barlovento. Cuando los esclavos quedaron libres decidieron trasladarse hacia las tierras ociosas, formando aldeas libres. Así termina la era de las plantaciones. Se produjo un cambio sustancial en las economías isleñas, para lo cual introdujeron nuevos cultivos como el café, el pimiento, el jengibre y otros productos. Los esclavos liberados se establecieron como pequeños propietarios, creando una clase media de campesinos. Pero las plantaciones siguieron, los colonos comenzaron a importar mano de obra de China e India. Comienza una nueva etapa de explotación con otros actores.

La Pontificia Universidad Javeriana de Colombia publicó en su revista América Negra # 9 correspondiente al mes junio de 1995 la obra, que estaba dedicada al tema del comercio de esclavos y tituló

Expedición humana. A la zaga de la América oculta”, en la que se recogen interesantes ensayos de intelectuales latinoamericanos. En este trabajo apareció un escrito del diplomático dominicano Pablo Mariñez, titulado “Historia y economía de plantación en el Caribe. Su expresión literaria11.

En el ensayo del diplomático y profesor se hace un balance intelectual de los que han dedicado tiempo y esfuerzo a estudiar la economía de plantación, en el que reconoce que la historiografía de los caribeños propiamente es tardía. Esto se explica:

Para que dicha producción sugiera se requería del desarrollo de las identidades nacionales, subregionales y regional, así como de ciertas herramientas teóricas y metodológicas, además de la materia primera o fuente documental, depositada, en su mayor parte, en los archivos y bibliotecas de las diferentes metrópolis europeas. 12

Pero más tardío resultó, sigue afirmando Mariñez, el estudio de la historia económica caribeña, muy particularmente el tema de la plantación, a pesar de que fue esta economía la que constituyó la mayor fuente de riqueza en toda la región, articulando, además, los procesos sociales y culturales de los diferentes países del Caribe, a tal punto que es considerada el elemento más claro de identidad y unidad presente en el clamor expresado a través de cánticos populares, poemas y otras formas artísticas:

Esta economía de plantación, tanto azucarera, la cafetalera, como la bananera, ha tenido, en cambio, una significativa expresión literaria, sobre todo en la narrativa que en no pocas ocasiones ha precedido en el tiempo a los estudios historiográficos. Estos, a su vez, no han logrado a partir de sus análisis igualar, mucho menos superar, la capacidad de recreación del mundo cotidiano desarrollado por dichas economías, particularmente las haciendas e ingenios o centrales azucareros13.

En su ensayo, Mariñez afirma que existe un nexo muy estrecho entre el discurso historiográfico y el literario, en el que a veces se produce una especie de interesante competencia, de la que sale gananciosa la literatura, pues tiene mayor libertad creativa y es más difundida. La historiografía caribeña, a su juicio, se puede dividir en tres etapas diferenciadas en torno al tema, a saber:

1.La primera, que abarca desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII. Se caracteriza por una visión eurocentrista, porque fue escrita por los propios colonizadores.

2.La segunda etapa comenzó a mediados del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, en la cual se desarrolla una producción historiográfica propiamente caribeña. Tres acontecimientos clave tuvieron lugar: la crisis azucarera, la revolución haitiana y el cimarronaje de los esclavos. De estos acontecimientos nació un nuevo discurso historiográfico que expresaba las contradicciones y luchas libradas entre amos y esclavos, y entre las potencias europeas. Dos personajes importantes resaltan: Antonio Sánchez Valverde y Moreau de Saint-Mery.

3.La tercera etapa de la historiografía del Caribe se inició a mediados del siglo XIX y se prolongó hasta bien entrado el siglo XX:

Sería a partir de este período que la historia del Caribe comenzaría a ser escrita a partir de los propios intereses de la región, en un momento donde las identidades nacionales y subregionales estaban en proceso de cristalización. En este contexto, la lucha anticolonialista y nacionalista ocuparía un lugar destacado […] Precisamente serían los principales líderes y luchadores anticolonialistas como José Martí, Eugenio María de Hostos, Emeterio Betances, Marcus Garvey, Anton de Kom, Máximo Gómez, Gregorio Luperón, entre otros, quienes legarían las mejores páginas del acontecer político y social de la época14.

Un elemento importante que destaca el autor es que a partir de la segunda mitad del siglo XX se escribieron las primeras historias caribeñas. Una de las pioneras fue la de Germán Arciniegas, con su Biografía del Caribe, publicada a mediados de los años 40. El trabajo de Juan Bosch De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe frontera imperial y el libro de Eric Williams, casi con el mismo nombre, From Colombus to Castro: a history of the Caribbean, 1492-1969, fueron dos obras fundamentales escritas por dos caribeños, que revolucionaron el pensamiento de la época. Bosch definía la historia del Caribe como la historia de las luchas encarnizadas de unos imperios contra otros. El segundo enfatizaba más el tema de las plantaciones azucareras. Ambos libros, con visiones distintas, aportaron y aportan todavía ideas y reflexiones a los estudiosos que deseen seguir escribiendo sobre el Caribe.

Mariñez también aborda los trabajos que sobre las plantaciones han sido publicados, pero afirma que no eran abundantes. La realidad es que los estudios profundos comenzaron relativamente tarde. Estas son sus palabras:

Aunque existen diversos estudios de casos sobre economía de plantación desde finales del siglo pasado, en realidad las investigaciones historiográficas sobre dicha problemática delatan un considerable retraso en el Caribe. Cuando se desarrolla la moderna historiografía económica de la región, ya los países que habían experimentado un temprano auge azucarero, desde mediados del siglo XVII hasta finales del XVIII, como son Barbados, Jamaica y Haití, la producción azucarera tenía muy poca importancia. Los países de un tardío auge azucarero, en cambio, a finales del pasado siglo e inicios del presente (se refiere al siglo XX-MAS), estaban experimentando el impacto causado por la expansión azucarera, con todas sus implicaciones económicas y sociales15.

₺305,33

Türler ve etiketler

Yaş sınırı:
0+
Hacim:
642 s. 5 illüstrasyon
ISBN:
9789587463170
Telif hakkı:
Bookwire
İndirme biçimi:
Metin
Ortalama puan 0, 0 oylamaya göre