Kitabı oku: «Informe de las Visitaciones Episcopal y Apostólica 1949-1953», sayfa 4
Director de la Columna de Hombres es el P. Menningen; director de la Columna de las Mujeres es el P. Mühlbeyer. Dirigentes de distintos institutos lo asisten en calidad de colaboradores y colaboradoras.
b) Originalidad de la Obra de Schoenstatt
Se pone injustamente en tela de juicio la rectitud del ideario teológico de Schoenstatt y su eclesialidad. La visitación canónica reforzó esta convicción mía. Remito a mi dictamen sobre el esbozo de un “ultimátum” para Schoenstatt presentado por Su. Exca. Rdma. el Arzobispo de Bamberg. También la designación de Schoenstatt como creación predilecta u “ocupación predilecta” de Dios y de la Sma. Virgen no es en sí misma errónea. Pero como se presta a confusión, propongo solicitar que se la utilice moderadamente y sólo en contextos que excluyan toda posibilidad de confusión.
La originalidad de la Obra de Schoenstatt puede describirse brevemente con tres palabras: pedagogía de ideales, de Alianza y de vinculaciones. Este método que en realidad es bueno, entraña en sí ciertos peligros que hay que ver y afrontar. Se los puede caracterizar con las siguientes palabras claves: vinculación local al Santuario de Schoenstatt, vinculación personal al PK; una indebida aparición en primer plano del PK ; exagerada reserva y aislamiento; “disciplina de arcano”; pretensión de una cierta exclusividad y totalidad; secta. En relación con este último término, nótese desde un principio que ningún “schoenstattiano” pretende conscientemente formar una secta, pero que si no se contrarresta oportuna y enérgicamente los peligros mencionados, al final se tendrá ineludiblemente una secta.
Dado que los peligros aludidos se aprecian de manera alarmante en la carta en ocasión del 20.1.49, se presenta a continuación algunos pasajes y datos de esa carta. Para la comprensión de la totalidad hay que decir que el 20 de enero es una de las “fiestas solemnes” del Movimiento de Schoenstatt, más aún, en realidad la fiesta mayor. El 20.1.42 se puso al PK, por entonces preso en la cárcel de Coblenza, ante la elección de quedar libre o ser internado en Dachau. Podía obtener de un médico un certificado que lo declararía “no apto para el campo de concentración”. Según se desprende inobjetablemente de las cartas escritas en aquellos días, y que hoy se encuentran en el archivo de las Hermanas de María, eligió expresamente Dachau, en el espíritu de la “Inscriptio” y por su Obra de Schoenstatt. La carta en ocasión del 20.1.49 no fue dada a conocer ni siquiera a toda la mesa redonda de Arturo, sino a los colaboradores más íntimos del PK (el “triunvirato”), además al P. Möhler y al P. Köster, y asimismo, curiosamente, a toda la Familia de Schoenstatt. Mientras que ya antes de la visitación el PK había dado la orden de presentarme las cartas en ocasión del 20 de mayo de 1948 (erección del instituto secular de las Hermanas de María) y del 18 de octubre de 1948 (día de la fundación), no fue así en el caso de la carta con motivo del 20.1.49. De una carta al P. Menningen con fecha 15.2.1949, que llegó durante la visitación y que el P. Menningen me alcanzó enseguida (copia en las Actas) parece incluso desprenderse que el PK no contaba con que yo llegase a ver la carta relativa al 20.1.49. A mi pedido, me fue presentada sin vacilación.
Pasemos a su contenido: “Parece que según los planes eternos de la sabiduría de Dios, el 20.1.42 y su entorno viven a modo de eje en torno del cual gira la historia de nuestra Familia (la pasada y la futura), la vida y el destino de nuestra Familia.” (pág. 1). Referencia a que ya en la carta con motivo del 18 de octubre de 1948 había comparado el 20.1.42 “con la gran semana en la vida del Salvador”, “naturalmente en un plano infinitamente inferior”. “El breve informe sobre Sudamérica atribuye su no consideración y valoración a una influencia demoníaca” (pág. 1). Sobre su preocupación en relación con el abordaje del significado del 20.1.42: “Las preocupaciones están ligadas al texto, al intérprete de las Escrituras y al lector de las Escrituras.” (pág. 3) “La historia de nuestra Familia… ha pasado a ser para nosotros… como una ´Sagrada Escritura´, como un ´libro de Dios´…” (pág. 3).
En la pág. 4 el PK se refiere a la exigencia que planteará el historiador y el filósofo de la historia, exigencia aún no satisfecha de: “Recolección completa y examen crítico de las fuentes existentes” y: “tener suficiente distancia temporal de los hechos”. “Si a pesar de ello abordo el tema, creo poder hacerlo porque llevo el material en mi mente y (guiado por un poder superior) a lo largo de todos estos años he sostenido conscientemente las riendas en mis manos y guiado la historia de la Familia (naturalmente luego de tomar conocimiento de los planes de la Divina Providencia)” (pág. 5).
Sigue una comparación con la palabra de Dios proclamada por los profetas; palabra que, como “simiente” “recién puede evaluarse cabalmente cuando ha brotado y echado abundantes flores y frutos”, de modo que los mismos profetas antiguos “no podían comprender” muchas cosas de lo que escribieron. “Así pues nosotros comenzamos recién ahora a comprender cabalmente nuestra Primera Acta de Fundación” (pág. 5). “Hoy apenas vislumbramos la gran riqueza ligada a la Tercera Acta de Fundación y las circunstancias que la rodearon. Los próximos años y décadas descubrirán en ella una mina que no se agotará fácilmente” (pág. 8). “Por eso no me asombraría que a las generaciones futuras mis actuales intentos de interpretación les parezcan estrechos, tímidos, superficiales…” (pág. 8) “Tanto más en cuenta hay que tener esto al considerar que aquí se trata de un organismo que con toda su estructura cala profundamente en el mundo sobrenatural” (pág. 8). “Las realidades sobrenaturales presuponen un órgano sobrenatural. Sólo pueden ser aprehendidas y comprendidas por el ojo de la fe, y por lo tanto no son accesibles a cualquiera” (pág. 10). Luego de una exhortación a observar una sabia reserva y una prudente cautela: “Esto vale especialmente cuando el intérprete de las Escrituras… está continuamente en el centro de los procesos de vida. Por eso no tomo a mal que se dude de su credibilidad, confiabilidad e imparcialidad. Ciertamente se me permitirá señalar que de 1912 a 1942 hice que mi persona pasase a un segundo plano, que se mantuviese oculta detrás de la idea, la Obra y el Santuario… Por lo tanto tuvo que haber sido muy sólida la razón que me llevó a cambiar de actitud desde 1942, especialmente desde mi regreso del cautiverio. La razón es conocida: Desde entonces yo contemplo mi persona no en su valor específico sino en su contenido simbólico. Incontables hechos me dan la razón y me obligan a ello. Pero me señalan también lo que exige el bienestar de la Familia y su avance hacia un futuro signado por la masificación. Es muy atolondrado quien hoy coloque o haga colocar su persona en el primer plano sin estar llamado por Dios a ello. ¿Cuánto tiempo soportará la recia granizada que le espera hoy a todo dirigente religioso? Las pocas rosas que pueda cosechar no le serán suficiente compensación. En virtud de mi nueva actitud fundamental, no me resulta difícil hablar de mí mismo de manera impersonal. Los años pasados fueron una buena escuela en este sentido. Las percepciones y vivencias de los años de cautiverio sirvieron para aumentar la independencia de favores y juicios humanos, e incrementar la dependencia de Dios y del juicio de Dios” (págs. 11 s.).
Dirigiéndose al “lector de las Escrituras”: “Ellos no se dan por satisfechos con una mera asociación al 20 de enero… sino que luchan por una perfecta incorporación a él” (pág. 14). “Las dudas que subsistan se disipan al pensar que el ensayo ha sido escrito por expreso pedido para un círculo íntimo, en cuyos corazones y manos las cosas delicadas están a salvo de todo tratamiento irrespetuoso y de interpretaciones erróneas” (pág. 15).
Pasando ahora a cada uno de los institutos de elite, el PK deja afuera a los palotinos, y ello solamente “por razones estratégicas”. “Primero tienen que serenarse un poco las corrientes que fermentan en su seno… Primero ella [la Sociedad palotina] tiene que insertarse en el misterio de Schoenstatt, tanto en el plano de los principios como de la práctica… reconocerlo como su lugar de peregrinación, como su lugar de gracias” (pág. 20).
Sobre el sentido de la asociación e incorporación dice luego: “Mediante un acto solemne, ustedes quieren vincularse duraderamente conmigo, vincularse ustedes mismos y vincular al Movimiento. No… su concepción de las cosas y su intención va efectivamente mucho más lejos. Mediante una consagración solemne y comunitaria quieren que nuestra vinculación salga de la esfera privada y cobre, por decirlo así, un carácter oficial… Quieren darle una nota suprapersonal a la vinculación personal, y asegurarle un significado y duración supratemporales, para ustedes y para todas las generaciones futuras, a una actitud espiritual fundamental que se ha gestado espontáneamente. Y todo eso no recién luego de mi muerte, sino ya ahora, en vida mía. Ustedes advierten lo extraordinario de su manera de proceder. Son conscientes de que transcienden el marco de la práctica hasta ahora habitual en nuestro círculo, de que rozan procesos de vida misteriosamente delicados que las personas maduras apartan pudorosamente de la reflexión personal y de la mirada de la gente; de que se mueven sobre un terreno inusitado, aún inseguro…” (pág. 26)
Como razones posibles y probables de esa inusitada manera de proceder se menciona: “En época de rápida desintegración de todos los organismos de vida, no podremos mantener unida a toda la Familia, ya ramificada y en continuo proceso de ramificación, si no está inconmoviblemente unida en una raíz última” (pág. 25 s.). “La futura cultura uniforme con un hombre uniforme es una amenaza cierta y a la vez una tarea que compromete, que exige una estrecha unión de todas las agrupaciones, la creación de un original espacio de unidad que genere un eficaz contrapeso para la tendencia masificadora de la opinión pública”… “Quitarle de las manos al demonio, mal imitador de Dios, las armas de un moderno liderazgo desmesurado, y devolverle a ese liderazgo una medida sana y grata a Dios…” “Dejar que nuestra Familia en su universalidad, a modo de imagen y reflejo fidelísimo de la Iglesia… y echando una mirada de reojo sobre la estructura y organización de la Iglesia, nos dé la norma determinante para ese nuevo organismo.” (pág. 26).
En cuanto a las expresiones “que ustedes utilizan con gusto, ´fidelidad en el seguimiento´ y ´acto de incorporación´”. “Ustedes señalan expresamente la comunión espiritual entre Cabeza y miembros, y entre los mismos miembros, pero sin delimitar el grado y tipo de ese misterioso estado” (pág. 27). Para explicar la situación, se alude a la “tierra vecina de las Hermanas de María”. “Allí se utilizan otros términos que expresan con un estilo femenino, lo que nosotros… queremos decir…: Acto del Padre o acto filial, o acto fraterno o… inscripción en el corazón del padre… Plantarse en ´mi Jardín de María´… Nuestras hijas de Nazaret o hijas del Padre (Uruguay) están entusiasmadas por su regalo de Navidad de este año: El milagro de la Nochebuena por el padre, para el padre, con el padre, en el padre, a quien ellas le desean un similar milagro, pero por sus hijas, para sus hijas, con sus hijas, en sus hijas. Todas estas formulaciones son ensayos, intentan aproximarse a un proceso de vida que es difícil de explicar con palabras y tiende a sustraerse del análisis psicológico. Consiste fundamentalmente en una entrega sencilla, libre, sincera, y a la vez fuerte, creativa y mutua, de causas segundas humanas. Una entrega que se ajusta a las leyes de la transferencia y traspaso orgánicos y se corresponde, en todos sus detalles, con los planes de gobierno de Dios. Una entrega que resulta extraña a los tiempos que corren, tiempos sin raíces ni estabilidad, con un organismo de vinculaciones destruido o bien enfermo, y una lascivia emponzoñada y ponzoñosa que todo lo ensucia. La provincia de Nazaret fue la que más se acercó al histórico acontecimiento del 20.1.42. Ésta es la primera comprobación…” (pág. 28).
Una segunda comprobación: El seguimiento y la incorporación expresada mediante la consagración “trasciende el marco de la vida habitual de una familia natural y religiosa”: Cabeza y Fundador de la Familia son idénticos. Pero eso no es todo: “Aquí las líneas parecen perderse en lo inconcebible, lo nebuloso. Faltan o fallan los puntos de comparación usuales. Corremos el peligro de abandonar el sano terreno de una fe sobria, terreno que ha demostrado su bondad, y emprender caminos incontrolables de falsa mística, y de ese modo cavarnos la fosa. Pero sólo parece ser así; la realidad es muy distinta. Se trata de una brillante y recta continuación de ideas clásicas y una exhaustiva interpretación y aplicación de nuestra antigua idea directriz: Ordo essendi est ordo agendi” (pág. 29) “Otra faceta del mismo problema: asociación e incorporación” (pág. 30) “Una mera asociación o asemejamiento no exige ni genera vinculación interior… dos formas individuales de un mismo tipo... una mera yuxtaposición y no una dependencia más profunda e interior… solamente… a modo de una causa exemplaris. Pero la incorporación va más allá… no se da por satisfecha con formas exteriores, con un orientarse el uno por el otro, con la comparación y la copia. Más bien impulsa hacia una dependencia y adhesión más profunda…” (pág. 30).
Referencia a la asociación y a la incorporación en el campo político. Esta última significa hegemonía y relación de vasallo; la primera, no. Simple Inscriptio es asociación, pero no necesariamente incorporación. Porque ésta significa además: “Para ambas partes, que han hecho la Inscriptio hace mucho tiempo, la acción es acción de Inscriptio, acción externa de alto grado, acrisolada y sobria, una prueba de integridad y confiabilidad que ha sido preparada por pruebas similares, igualmente duras. Llamamos a esa acción una acción de alto grado” (pág. 31). Comparación con la entrega del Salvador, que alcanzó en la cruz su punto culminante exterior: “El 20 de enero puede ser considerado de manera similar” (pág. 32). Su preparación: la Cabeza padeció calabozo oscuro y cárcel; los miembros de entonces, incertidumbre. Testimonio: “Cartas del Carmelo”. “Siempre y en todo lugar se percibe la misma preocupación: Estamos en peligro de ser héroes de frases hechas. Nos embriagamos de grandes palabras y jugamos con fantasías. Pero a través de la vida de hoy, Dios exige en la cotidianidad hechos realistas, contundentes, como prueba de la integridad y sobriedad del Poder en Blanco y de la Inscriptio”: Aquí, en la prisión y campo de concentración, “allí, en la vida diaria, en las diferentes áreas de trabajo” (pág. 35). Ejemplos: poemas, cartas y el “Espejo del Pastor” … “Él exige que la persona viva el poder en Blanco y la Inscriptio en las cosas más humildes” (pág. 35) … “Ahora sabemos cómo es la perfecta asociación al 20.1.42… Pero nosotros no nos contentamos con ello. Seguimos avanzando. Queremos también incorporarnos perfectamente (pág. 39).
El PK plantea la pregunta sobre la esencia y funciones de esa incorporación, pero no la responde. La respuesta debía ofrecerse en una continuación de esta carta sobre el 20 de enero. Pero es muy dudoso que tal continuación venga alguna vez. El P. Kastner opina que no vendrá nunca. Se tiene casi la impresión de que es como si el PK no tuviese claridad sobre en qué consiste realmente la diferencia fundamental entre asociación e incorporación. Quizás jamás habría opinado de esa manera en dicha cuestión si el P. Menningen no lo hubiese urgido a ello. De todos los miembros de la “mesa redonda”, el P. Menningen es probablemente quien sea más capaz de sentir como suyas las reflexiones del PK. Es posible entonces que en este caso el P. Menningen efectivamente proyectara en el PK una pregunta que él mismo se planteaba.
Las conferencias y también las cartas del PK , tal como se lo acentuara de diferentes maneras en Schoenstatt, no son reflexiones meditadas y redactadas en el escritorio, sino desarrolladas a modo de “diálogo” con sus interlocutores. El PK sabe “detectar” magistralmente las reacciones de sus interlocutores a sus palabras cuando él las pronuncia, pero también cuando las escribe estando muy lejos.
Al preguntársele su opinión sobre la diferencia entre asociación e incorporación, el P. Menningen dijo que, a su entender, la “incorporación” supone, más allá de una “asociación”, una vinculación interior de la Familia con su Padre. El P. Köster, con el cual conversé sobre esta cuestión, dijo más o menos lo siguiente: Evidentemente la incorporación no puede agregar nada fundamentalmente nuevo a la asociación. Más bien ella ve encarnado en la persona del PK, en virtud de su heroica actitud del 20.1.42, el espíritu de Inscriptio al cual deben aspirar todos (y ello a modo de resonancia, ciertamente no consciente y deliberada, de la concepción platónica de la encarnación de las ideas).
En lo atinente a la serie de peligros ligados al sistema schoenstattiano (véase más arriba, pág. 7), en este punto no existe acuerdo entre los colaboradores más estrechos del PK. Mientras que el P. Menningen, en su calidad de “otro yo” (por así decirlo) del PK, se esfuerza meticulosamente en defender como absolutamente correcta e irreprochable la totalidad, no sólo en la teoría sino también en sus consecuencias prácticas, hasta en sus mínimos detalles, los dos representantes de la Facultad de Teología, el P. Köster, especialista en dogmática, y más aun el P. Möhler, rector, se hallan en una cierta oposición al PK, mientras que el P. Kastner asume una posición intermedia.
La postura del P. Menningen queda caracterizada con mayor detalle en una carta que me enviara luego de la conclusión de la visitación canónica, con fecha 7.3.49. Después de disculparse de que “durante el transcurso de la visitación hubiese asumido tan frecuentemente una actitud defensiva en las cuestiones tratadas”, continúa: “Quizás se tenga la impresión de que nos cerramos a las objeciones e instrucciones que se nos presentaron y dieron, aun cuando proviniesen del representante de la Iglesia oficial. La razón de por qué me siento urgido a defender las ideas, expresiones y procedimiento pedagógico del PK, sin menoscabo de la competencia de la autoridad eclesiástica, competencia de validez definitiva, no radica sólo en la convicción personal de la rectitud de la materia puesta en tela de juicio. Radica aun más en la visión providencialista de su persona y de la misión de su vida. Seguramente también yo percibo a menudo la osadía de sus concepciones, lo inusitado de ciertas expresiones suyas y la audacia en la aplicación de principios pedagógicos. Sin embargo a lo largo de casi cuarenta años de colaborar con él, he descubierto en él un hombre de Dios cuya visión profética se anticipa al curso de los tiempos. Así pues para mí está siempre la presunción de que es la acción de Dios la que me interpela cuando él enseña y decide como Cabeza de la Familia de Schoenstatt. Si alguna vez pareciera acontecer lo contrario, entonces haría falta (al menos para mí) una demostración fehaciente. Por eso me resulta difícil, en esta obediencia iluminada por la fe, dejar aparte opiniones y sentimientos personales, o incluso hacer un sacrificium gustus…No quiero negar que la estrecha vinculación a su persona, que se extiende desde los días de mi juventud, ha facilitado no poco la disposición a la obediencia, disposición sostenida en la fe. También comprendo bien que algunos de mis hermanos palotinos lleguen a pensar que a veces el corazón arrastra a la razón. Tampoco le tomo a mal a nadie que crea no poder ahondar tanto su actitud de obediencia voluntaria y ascética como lo hago yo en mi caso…”
Al expresarle al P. Menningen mis dudas sobre el uso de una terminología fijada claramente como terminología sagrada (Schoenstatt = Iglesia en pequeño; Cabeza y miembros; “per ipsum et cum ipso et in ipso”; Sagradas Escrituras y su interpretación; Gólgota y sacrificio de la cruz; “fe en Schoenstatt”; carácter sobrenatural de la Obra de Schoenstatt, etc.), señaló que aquí se trata de simples analogías, y que su uso se realiza en beneficio de la vitalidad del todo; pero admitió que la terminología en gran parte sólo puede usarse en un círculo pequeño y estrecho, y opina que por esa razón, por ejemplo, la carta con motivo del 20.1.49, la cual no fuera dada a conocer a toda la comunidad de sacerdotes de la Casa de ejercicios, no tuvo que haber sido entregada a toda la Familia de las Hermanas.
En relación con el fuerte primer plano que ocupa el PK, el P. Menningen dijo que eso tampoco le era simpático a él en el pasado, pero que entre tanto se había convencido de que sólo el PK, particularmente en el contexto del 20 de enero, podía hacer eso, y no otra persona, porque sólo él, que había experimentado personalmente la totalidad, podía interpretarla de manera objetiva y convincente. El P. Menningen admitió que él mismo, desde los 11 años de edad, estuvo muy estrechamente unido al PK y adhiere a él no en primer lugar por sus excelencias naturales y sobrenaturales, sino solamente porque [el PK] es un instrumento escogido en las manos de Dios; de manera similar, considera que el significado del 20 de enero no estriba en que en ese día el PK haya hecho un acto heroico, sino en que en ese día Dios intervino de modo contundente en la historia del Movimiento.
El P. Menningen solicitó y propuso que las expresiones criticadas de la terminología schoenstattiana, por ejemplo, “creación predilecta”, no sean rechazadas incondicionalmente, sino que se permitan con la condición de que, en el contexto en el que se las emplee, quede excluida toda confusión.
Sobre la exclusividad y vinculación local de Schoenstatt, el P. Menningen declaró (con la aprobación del P. Mühlbeyer): El ideario de Schoenstatt, en cuanto a lo que va más allá de lo comúnmente católico, es sólo un libre ofrecimiento. Por lo tanto hay que distinguir cuidadosamente entre lo que es originalidad schoenstattiana y lo comúnmente católico. Por ejemplo, cuando un sacerdote de Schoenstatt está frente a su parroquia, no debe poner en pie de igualdad lo primero con lo segundo. Si trabaja como asesor espiritual en el espíritu de Schoenstatt, ello no debe realizarse de manera tan unilateral y exclusiva como para que no quede más lugar para una labor orientada de otro modo. Si el Obispo le prohibiese, por ejemplo, mencionar a Schoenstatt, tendría que acatar esa orden, etc. Lo mismo en el caso de las misiones populares. Éstas no deben desembocar en una consagración a la MTA como necesario resultado de la labor realizada. Ciertamente se considera aceptable que al final de la misión el misionero invite, a los que así lo deseen, a realizar una consagración a la MTA delante de una ermita de la Virgen que esté afuera… Otro ejemplo: En la definición del “hombre nuevo”, Schoenstatt no debe ser nombrado como elemento fundamental cuando en la pastoral general y ordinaria se hable del hombre nuevo. Distinto es el caso en jornadas y en el trabajo de grupo en el espíritu de Schoenstatt. Pero eso significará entonces solamente: Nosotros, los schoenstattianos, aspiramos a esa realización en estrecha vinculación local e intelectual a Schoenstatt.
En toda esta discusión, el P. Kastner reaccionó de manera mucho más conciliadora que el P. Menningen. Desea una apertura incondicional ante el representante oficial de la Iglesia. Tal como me lo comunicara confidencialmente, no está de acuerdo con poner de relieve que Schoenstatt es [instrumento] “escogido” al cabo de una historia tan breve, ni con la aparición tan fuerte del PK en el centro. Opina que hay que dejar para una época posterior el juicio definitivo sobre la Obra de Schoenstatt. Similarmente, sostiene que hay que mantener una actitud reservada respecto de “creación predilecta” y las reflexiones anexas. Persigue conscientemente la meta de generar con sus publicaciones una bibliografía “canónica”, orientadora para las demás publicaciones del Movimiento de Schoenstatt.
El P. Möhler y el P. Köster adhieren completamente a Schoenstatt, pero en cuanto a la “infalibilidad” del PK, piensan de manera mucho más sobria que, por ejemplo, el P. Menningen; y rechazan todas las unilateralidades y exageraciones. Discuten desde hace mucho tiempo estas cuestiones con el P. Menningen, pero hasta ahora aparentemente sin éxito notorio. Sí, ciertamente creen que con sus argumentaciones han llevado al PK hacia una mayor sobriedad, motivándolo a hacer algunas correcciones. Me aconsejaron plantearle exigencias claras al PK. Designación de un director general de las Hermanas de María, a fin de que el PK pueda dedicarse plenamente a la dirección de todo el Movimiento, dado que la representación que de él hace el P. Menningen no tiene buenos efectos. Evitar establecer un paralelismo entre Schoenstatt y la Iglesia, y particularmente la comparación con “Cabeza y miembros”, así como declaraciones que por lo común sólo se hacen de Cristo, por ejemplo, “per ipsum et cum ipso et in ipso”, además del paralelismo Schoenstatt – Sagradas Escrituras.
Ambos, particularmente el P. Möhler, tienen la impresión de que entre las Hermanas de María difícilmente se encuentren personas intelectualmente independientes; que más bien se forma un tipo de hombre masificado, pero en un plano superior; que existen similitudes con el nacionalsocialismo, teniendo en cuenta, naturalmente, que por su parte el nacionalsocialismo copió en gran medida esas formas de la Iglesia. Se quejan además de que el PK quiere preservar a toda costa el carácter religioso del Movimiento, y por eso rechaza estrictamente todo matiz cultural y artístico tachándolo de “esteticismo”. Están de acuerdo conmigo en cuanto a rechazar el término “creación predilecta”. El P. Köster propone, en cambio, “creación de amor”. Tampoco les agrada que en los últimos años el PK se haya puesto tanto en el centro. Según el P. Köster, el PK basa esa actitud suya, muy consciente y calculadamente, en una observación de la historia: los movimientos importantes se gestaron siempre por la adhesión a grandes personalidades; adhesión hecha sobre la base de una muy íntima convicción. Ahora bien, esa actitud, ¿no pierde su fuerza motriz justamente cuando es calculada? ¿No se hace artificiosa, antipática, odiosa? Cuando se señala que sin embargo el PK logra hacer abstracción de su persona y aprovecharla sólo como “símbolo”, uno se pregunta: ¿Quién lo sabe? ¿Hubo en el pasado personalidades religiosas que hicieran algo similar? El P. Köster está investigando si existen casos paralelos.
Común en todos los sacerdotes del círculo íntimo de colaboradores del PK es el extraordinario respeto por el “maestro”, que les impide exponerle abiertamente cualquier duda personal. Probablemente exista también el temor de caer en desgracia ante él. El P. Kastner rechazó cortés pero decididamente mi propuesta de informar al PK sobre el contenido de nuestra conversación: En el caso del PK es muy importante que se elija el momento oportuno para ello, y ese momento para él no ha llegado aún. También el P. Menningen tiene reparos en informar al PK sobre el contenido completo de nuestras conversaciones, por ejemplo, sobre mi propuesta de que el PK entregue a otro la dirección de las Hermanas. Teme que el PK lo considere como un gesto de desconfianza. Les llamé la atención a los PP. Möhler y Köster sobre su gran responsabilidad en relación con el ulterior desarrollo de la Obra de Schoenstatt, exhortándolos a expresar su veto si en su calidad de teólogos se considerasen obligados a ello.
III
Las Hermanas de María
El estudio de la bibliografía de la Familia (véase más arriba pág. 1) y las declaraciones de la ex Hermana de María Mira (Elisabeth Herdes), que se encuentran en las actas de la Vicaría general, me ofrecieron el punto de partida para las preguntas que yo quería plantearles individualmente a las Hermanas. Me anoté las siguientes preguntas:
1) En casos de graves cuestiones de conciencia, ¿pueden las Hermanas pedir consejo a un sacerdote, por ejemplo, en la confesión, aun cuando éste no pertenezca a la Familia, sin temer por eso infringir la reserva de la Familia?
2) ¿En qué medida está fundada en los Estatutos la estrecha vinculación personal, tal como se la exige especialmente en el último tiempo? ¿La incluye automáticamente el principio parental consignado en los Estatutos? ¿Alcanzan el objetivo exigido también aquellas [Hermanas] que cumplen fielmente los Estatutos sin aceptar o aspirar a una vinculación personal más profunda?
3) ¿Se puede ligar a sí a tantos cientos de personas de esa forma exclusiva, sin tener la posibilidad de brindarles aunque sea un mínimo de atención personal?
4) ¿Qué se entiende por perfecta obediencia? ¿Es perfecta la obediencia cuando se ciega por completo el entendimiento, y contra la convicción y sentimiento propios y, dado el caso, contra la conciencia propia, se realiza la cantidad de actos heroicos que se desean (acto de consagración, “actos filiales”, “actos de implantación”; actos provinciales, actos de curso, actos de Familia, etc. etc.), aun cuando uno ya íntimamente no pueda elaborar ni soportar más esas cosas? Sin embargo la finalidad de esos actos es que las Hermanas se desarrollen como personalidades libres decidiendo siempre por sí mismas… ¿Pero no se logra justamente lo contrario cuando bajo cierta presión exterior se repite continuamente palabras muy serias sin comprender cabalmente su contenido? ¿No se educan así personas masificadas y superficiales?
5) ¿Qué significa el 20.1.42? ¿Hay que tomarlo y evaluarlo aisladamente? Aun cuando se explique correctamente la totalidad en el plano teórico, ¿no existe el peligro de que la aplicación práctica induzca a errores? ¿Qué significa incorporación o implantación en la persona del PK y en su actitud? ¿Quién ha ganado las corrientes de gracia que brotan del 20.1.42? ¿Cómo ocurrió eso?