Kitabı oku: «El conflicto palestino-israelí», sayfa 3
14) ¿Cuándo comenzaron los enfrentamientos entre árabes y judíos?
A medida que los árabes se fueron dando cuenta de que los judíos que llegaban a Palestina planteaban de manera abierta y clara la idea de crear un Estado solamente para ellos, se opusieron y se iniciaron los enfrentamientos. Mientras los judíos y los árabes (tanto musulmanes como cristianos) vivían bajo el Imperio Otomano, cohabitaban como comunidades religiosas sin mayores problemas. Salvo algún que otro caso aislado, ni siquiera la primera ola migratoria de unas 30 mil personas –que llegó entre 1880 y 1902– tuvo serios choques con la población local. No había motivo para oponerse a su presencia pues los asimilaban a la comunidad judía existente. Seguramente les extrañaba mucho que vinieran de lugares lejanos para dedicarse a una actividad como la agrícola, para la cual no estaban preparados y en condiciones climáticas tan adversas. Pero también comprobaron que muchos de los primeros pioneros que habían llegado de Rusia y Polonia abandonaban Palestina justamente por las dificultades para acostumbrarse a un clima cálido y húmedo tan diferente del europeo.
Los problemas comenzaron cuando los judíos dijeron abiertamente que su objetivo era crear una sociedad solo para ellos y las diferentes organizaciones judías les fueron comprando tierras a latifundistas árabes –muchos de los cuales ni siquiera vivían en Palestina–, expulsando a los campesinos. Excepto casos aislados, para la mayoría de los dirigentes sionistas no representó ningún conflicto moral o ético el hecho de comprar tierras y expulsar a los campesinos.
El desarrollo de todas las instituciones judías no dejaba dudas del propósito de convertir en mayoría a la minoría judía. En 1940 Iosef Weitz, director de la Agencia Judía, lo expuso con claridad meridiana: «Entre nosotros debe quedar claro que en el país no hay lugar para ambos pueblos [...]. Con los árabes dentro del país no podremos alcanzar nuestro objetivo de llegar a ser un pueblo independiente en este pequeño territorio, la única solución la constituye un Eretz Israel (tierra de Israel) sin árabes [...]. Y no queda otro recurso que trasladar a los árabes a los países vecinos, hay que trasladarlos a todos sin que quede una sola aldea ni tribu, y este traslado deberá hacerse en dirección a Irak, Siria e incluso Transjordania».
Con el correr de los años y la llegada masiva de judíos los árabes comenzaron a tomar conciencia de que este proceso los obligaría a abandonar sus tierras e incrementaron su oposición al sionismo.
15) ¿Cómo hicieron los judíos para ser mayoría en el territorio de Palestina si eran una minoría?
Un primer factor para tomar en cuenta es el apoyo recibido de los británicos que controlaban Palestina y que –a pesar de sus oscilaciones– siempre consideraron a los judíos como aliados que tenían enemigos en común, tanto los árabes en la región como el nazismo en Europa.
La inmigración de miles de judíos que se escapaban del nazismo fue fundamental para darle fuerza a un proyecto que a principios del siglo XX era minoritario y marginal en el mundo judío en general y también en Palestina. El proyecto fue tomando cuerpo a medida que más tierras pasaron a manos judías, se expandieron las ciudades y se creó una infraestructura estatal paralela a las estructuras coloniales británicas. Se tomó como modelo a los países capitalistas con gobierno, partidos políticos, ministerios de educación, salud y trabajo, y una sólida estructura militar, entre otras cosas. Es lo que en el lenguaje sionista se denominó como «el Estado que está en camino» (Hamediná shebaderej). Mientras gobernaban los británicos se desarrolló una estructura que ya tenía las funciones de un Estado, sin serlo. Por su parte, la sociedad árabe era semifeudal y tenía una organización más elemental basada en clanes familiares que rivalizaban entre sí. La falta de una sociedad civil dinámica y organizada representó un obstáculo a la hora de impedir el desarrollo de la comunidad judía que también contaba con un importante apoyo financiero de diferentes organizaciones judías en el extranjero. Además, a medida que fueron comprando tierras u ocupando terrenos, fueron desplazando a la población árabe. A raíz de la revuelta árabe de 1936, los británicos comenzaron a vislumbrar la partición del territorio; percibían que el conflicto entre las comunidades iba creciendo y que no lo podían controlar. En julio de 1937 una comisión especial dirigida por el funcionario Earl Peel hizo un análisis de la situación y llegó a la conclusión de que no podía haber convivencia entre judíos y árabes y que el proyecto de «Hogar Nacional judío» no podía ser compartido entre ambos pueblos. El movimiento sionista, rápido de reflejos, entendió que era importante fundar muchos poblados judíos pensando en una futura partición. En poco tiempo y en lo que se conoció como la operación «Jomá umigdal» (un muro y una torre) tomaron terrenos a lo largo y a lo ancho de Palestina para sentar las bases de 52 nuevos asentamientos. Todo iba en el mismo camino, convertirse en mayoría.
16) ¿Por qué en 1947 Naciones Unidas decide la partición de Palestina?
En la década de 1930 los enfrentamientos entre ambas comunidades se agudizaron. Las masacres de uno y otro lado hicieron insostenible el control de los británicos sobre Palestina. Desde que la Comisión Peel en 1937 planteara que la partición era una solución posible para Palestina, crecía la idea de que era imposible que en ese territorio convivieran judíos y árabes. La Segunda Guerra Mundial aumentó la llegada masiva de judíos a Palestina, que los británicos intentaron impedir. Esto no hizo más que incentivar la revuelta judía en contra de los británicos, ya con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, una de las potencias emergentes de la guerra junto a la Unión Soviética. A esa altura, la extensión del Mandato británico se hacía inviable y Londres tomó la decisión de abandonar Palestina. En mayo de 1947 la recientemente creada Naciones Unidas formó una comisión especial para encontrar una solución una vez consumado el retiro de las tropas británicas y recomendó un acuerdo que contemplara las aspiraciones nacionales del pueblo judío y las del pueblo árabe. Esto implicaba la partición del territorio.
Palestinian Academic Society for the Study of International Affairs (PASSIA).
La pregunta era cómo dividirlo. Se estableció que en aquellos lugares en los que había una mayoría judía habría un Estado judío y en aquellos lugares en los que había una mayoría árabe se crearía un Estado árabe. Sin embargo, la inmensa mayoría era árabe y quince de las dieciséis ciudades más grandes también lo eran. El desequilibrio era más que evidente. Se podía dividir el territorio y crear un Estado árabe con mayoría árabe, pero cualquier división dejaría dentro de un Estado judío un alto porcentaje de árabes, que era lo que justamente se trataba de evitar. Se puede decir que la intención era la de tener dos Estados étnicamente homogéneos, algo que era imposible dada la abrumadora mayoría árabe.
El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de Naciones Unidas votó la resolución 181 resolviendo la partición de Palestina en dos Estados.
Aunque los judíos eran la minoría, la partición los favoreció claramente ya que les otorgó el 56 por ciento del territorio, mientras que a los árabes les fue asignado apenas un 43 por ciento. Tomando en cuenta la importancia de la ciudad de Jerusalén –por encontrarse en ella lugares santos para cristianos, judíos y musulmanes–, se decidió que se convirtiera en una entidad autónoma administrada por Naciones Unidas.
17) ¿Cuál fue la actitud de los judíos ante la partición?
Si bien el territorio asignado para un Estado judío en 1947 era menor al que pretendía el movimiento sionista desde sus comienzos, su principal dirigente, David Ben Gurion, entendió que había que aceptar la partición. Después de tan solo cincuenta años la famosa frase de Teodoro Herzl «si lo queréis no será tan solo una leyenda» tenía la posibilidad de materializarse. A principios del siglo XX los judíos no superaban las 80.000 almas en Palestina y pocos creían en la posibilidad de crear un Estado propio. Las circunstancias históricas habían cambiado y en 1947 ya había cerca de 650.000 judíos. Ahora Naciones Unidas les otorgaba un Estado con legitimidad y reconocimiento internacional para absorber a todos los judíos que todavía estaban sufriendo las consecuencias del holocausto.
De manera pragmática Ben Gurion aceptó la propuesta desoyendo las críticas de los partidos de extrema derecha que no estaban dispuestos a renunciar a la «tierra histórica de Israel» que abarcaba –según ellos– gran parte de los territorios actuales de Jordania y llegaba hasta el Tigris y el Éufrates en Irak. Ben Gurion en 1937 ya había señalado que «aceptar la partición no nos obliga a renunciar a Transjordania», dejando entender que lo más importante era acceder aunque más no fuera a una mínima porción del territorio. Luego se vería. El movimiento sionista aceptó a sabiendas de que las fronteras trazadas implicaban una compleja continuidad territorial y que dentro de las fronteras asignadas un 45 por ciento de la población sería árabe, complicando la idea de un Estado judío étnicamente puro. Desde la lógica del movimiento sionista era totalmente comprensible que aceptaran la partición. Su sueño se convertía en realidad más allá de cómo afectara esto a la población árabe; miles de judíos salieron a las calles a festejar la decisión de Naciones Unidas.
Los judíos, que poseían apenas el 6 por ciento de las tierras y ni siquiera eran un 30 por ciento de la población, recibían más del 50 por ciento del territorio. ¿Cómo no aceptar la partición?
18) ¿Cuál fue la actitud de los árabes ante la partición?
La población árabe de Palestina se opuso de manera tajante a la partición. Era lógico que se opusieran. Consideraban que les estaban arrebatando su territorio, que Naciones Unidas no tenía ninguna autoridad para sentenciar la división y que ni siquiera los habían consultado. Dado que eran mayoría retomaron el planteo que hicieran desde que comenzara la ocupación británica: el retiro de las tropas ocupantes y la creación de un Estado árabe.
Por otra parte, como en el movimiento sionista varios de sus líderes ya desde la década de 1930 habían explicitado su intención de expulsar a los árabes, sentían que la partición era un paso en esa dirección. La situación de los árabes en Palestina no era buena; venían de la gran revuelta de 1936-1939 que había fracasado y el liderazgo árabe-palestino estaba fragmentado y desgastado.
La población árabe de Palestina subordinó su acción a lo que pudiera hacer la Liga de Estados Árabes, creada en 1945 y que ya había establecido que «un representante árabe de Palestina participará de las reuniones hasta que este país tenga plena independencia». En Naciones Unidas los países árabes habían votado en contra de la partición porque no podían aceptar la idea de un Estado judío en el corazón del mundo árabe y se dispusieron a impedirlo por la fuerza, ya que la mayoría de los países árabes poseían ejércitos propios y algunos, como Egipto, Jordania, Siria y el Líbano, tenían frontera directa con Palestina.
A pesar de que durante muchos años en el Estado de Israel se repitió que fue una guerra desigual por la inmensa superioridad numérica árabe y que había sido un enfrentamiento de «pocos contra muchos», los ejércitos árabes no eran superiores en número y además estaban mal preparados, con poca motivación y pobremente equipados. Los dirigentes sionistas, con David Ben Gurion a la cabeza, sabían de esto y dejaron muchos testimonios al respecto, aunque reprodujeron el mito del pequeño David enfrentando a un gigantesco Goliat. La retórica árabe fue desproporcionadamente superior a la realidad en el terreno. Y no pudieron impedir la creación del Estado de Israel.
19) ¿Cómo influyó el genocidio de los judíos de Europa en la creación del Estado de Israel?
A principios del siglo XX eran muy pocos los judíos de Europa occidental u oriental que optaban por Palestina cuando tomaban la decisión de abandonar sus países de origen por las persecuciones o matanzas. El sionismo era un movimiento nuevo que no lograba numerosos adeptos, sea porque muchos judíos se sentían más atraídos por las ideas socialistas o porque simplemente decidían buscar suerte en «el nuevo continente», que era como se conocía a América. Durante la Segunda Guerra Mundial las organizaciones judías en Europa trabajaron intensamente para lograr que los judíos se trasladaran a Palestina. Pero fue el genocidio de seis millones de judíos el que afectó profundamente al mundo occidental, y dejó huellas imborrables. Mientras se perpetraba el genocidio nazi varios países limitaron la cuota de ingreso de judíos e incluso algunos rechazaron recibir en sus puertos a barcos repletos de almas desesperadas por encontrar un refugio. Como señaló Viviane Forrester en su libro El crimen occidental, los países de Europa dejaron a los judíos «atrapados en la ratonera hitleriana» y luego de la guerra recluyeron a miles en campos para «personas desplazadas». Después de la guerra se propagó una especie de sentimiento de culpa en los europeos por no haber hecho lo suficiente para evitar la masacre de los judíos. La simpatía y el apoyo hacia el Estado que nacía en 1948 era una forma de compensación por lo sufrido. Esta «culpa» todavía existe y es palpable en la gran indulgencia que muestran la mayoría de los gobiernos europeos y los grandes medios de comunicación occidentales en el momento de criticar a Israel por su actitud hacia los palestinos. La actualidad viva del campo de concentración y exterminio de Auschwitz parece darle un aura de sacralidad y víctima eterna al Estado de Israel que hace que gran parte del mundo sea condescendiente con sus acciones frente a los palestinos. Por esta razón, en el discurso de muchos políticos israelíes el Holocausto (con mayúsculas) está siempre presente y se describe a los árabes como una continuidad del nazismo, que no expresarían su rechazo al sionismo por la práctica de este movimiento sino por su odio hacia los judíos.
20) ¿Cuándo se creó el Estado de Israel?
El 30 de noviembre de 1947, un día después de la resolución de Naciones Unidas que decretó la partición de Palestina, comenzaron enfrentamientos violentos entre ambas comunidades. Para marzo de 1948 cerca de 100.000 árabes habían huido de sus hogares por la manifiesta superioridad de las fuerzas militares judías que ya estaban organizadas como un verdadero ejército y habían decidido pasar a la ofensiva para consolidar la defensa de sus asentamientos, pueblos y ciudades. Pero también para conquistar terrenos por fuera de las áreas asignadas por la partición al Estado judío, incluyendo la conquista de la ciudad de Jerusalén.
El plan de partición planteaba un cronograma que buscaba evitar la violencia entre ambas comunidades. Se estipuló el retiro de Palestina de las tropas británicas y que una comisión de Naciones Unidas fijara las fronteras de los dos Estados, que para el 1º de abril de 1948 debían estar funcionando con sendos gobiernos provisionales. Los crecientes enfrentamientos y la incertidumbre llevaron a que la comunidad judía decidiera apresurar la declaración de independencia, a sabiendas de que los Estados árabes la rechazarían porque así lo habían declarado. El 10 de mayo una dirigente que luego sería primer ministra, Golda Meir, se trasladó a Jordania para conversar con el rey Abdala y tratar de negociar con él que se hiciera cargo de la parte árabe de Palestina. El 14 de mayo, un día antes de la finalización del Mandato, los judíos proclamaron oficialmente la creación del Estado de Israel. Respecto de las fronteras del nuevo Estado, Ben Gurion explicitó que si derrotaban a los árabes y se conquistaban más territorios estos formarían parte del Estado judío. El 15 de mayo los Estados árabes vecinos comenzaron una guerra que duró hasta julio de 1949, cuando se llegó a un armisticio. Para ese entonces las tropas israelíes habían ocupado gran parte del territorio asignado al Estado árabe. Si la partición de 1947 les daba un 56 por ciento de Palestina, para después de la guerra ya ocupaban un 78 por ciento del territorio original de Palestina. Esto fue reconocido por Naciones Unidas y marcado por una línea fronteriza conocida como «la línea verde» por su color en los mapas. El 22 por ciento restante –menos de la mitad de lo que le habían asignado al Estado árabe que debía nacer– quedó en manos de Egipto y Jordania. La ciudad de Jerusalén, que debía ser internacional, quedó dividida en dos; la parte occidental de la ciudad quedó dentro del Estado de Israel y la parte oriental se unió formalmente a Jordania.
En el momento de nacer el Estado de Israel había en su territorio unos 650.000 judíos y unos 600.000 árabes, aunque después de la expulsión de la mayoría de los árabes y cuando se consolidaron las fronteras del nuevo Estado quedaron tan solo 100.000 árabes. El parto para los israelíes había sido muy doloroso. Unos seis mil judíos murieron en los combates, uno de cada cien, un número extremadamente alto para una población tan pequeña.
21) ¿Por qué el Estado de Israel se define como un Estado judío?
El 14 de mayo de 1948, cuando los judíos declararon la independencia del Estado de Israel, se leyó un documento que sintetizó la vinculación del pueblo judío con la tierra donde nacía el nuevo Estado. Se hacía referencia a que «Eretz Israel (la tierra de Israel) fue la cuna del pueblo judío» donde «forjó su identidad espiritual, religiosa y nacional. Después de haber sido exiliado por la fuerza de su tierra, el pueblo le guardó fidelidad durante toda su dispersión».
En las escuelas israelíes se enseña que los judíos fueron expulsados durante el período romano en el año 70 (d.C.), que el deseo de restablecerse en su «patria ancestral» implica un derecho natural e histórico sobre esa tierra solo para los judíos y que después de dos mil años de exilio un pueblo fiel a la idea del retorno logró su objetivo.
Como sucede con muchos movimientos nacionales, se construyó un relato histórico mítico de continuidad –en este caso por parte de los fundadores del sionismo (y luego del Estado)– para combinar aquellas historias narradas en la Biblia de carácter religioso y mitológico con un pensamiento nacional moderno. La reinvención del mito fundador (la historia bíblica) se necesitaba para trazar una continuidad en el tiempo que conectara el exilio con la historia moderna de persecuciones.
Para reforzar la identidad colectiva entre el Estado de Israel y los judíos del mundo, en la Declaración de Independencia también se dice que el Estado de Israel «permanecerá abierto a la inmigración judía». Por esta razón todo judío puede ir a vivir allí y recibir la ciudadanía israelí.
La definición de Israel como un Estado judío implica que le pertenece a cualquiera que las autoridades definan como «judío», viva dentro o fuera del Estado. A su vez, por la negativa, ese Estado no les pertenece a los «no judíos» (árabes) que representan un veinte por ciento de la población.
Esto tiene implicancias en la vida cotidiana ya que existen numerosos mecanismos para privilegiar al judío por encima del árabe. Esto es así en temas muy importantes como los derechos de residencia, de trabajo y de igualdad frente a la ley. Un judío puede vivir donde quiere y abrir un negocio en cualquier lugar solo por ser judío; no así un «no judío», que tampoco tiene acceso a numerosos trabajos en diferentes organismos estatales. La definición de Estado judío conlleva la problemática de la identidad de sus ciudadanos ya que excluye a la minoría árabe que no es judía ni tiene conexión con la historia mencionada.
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