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Kitabı oku: «Historia de Teruel», sayfa 6

Cosme Blasco
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Capítulo IV

La antigua Iglesia de Santa María de Media-Villa, ahora la Catedral. – San Pedro. – San Martín

La fábrica de todos los templos de Teruel, es de igual antigüedad, y los restos que aun se conservan en algunos desde su primera planta respiran aquel gusto de la arquitectura arábiga como son las torres para los campanarios, únicos restos que han quedado de la antigüedad, por que lo demás de los edificios se han renovado en la sucesión de los siglos, y algunos han llegado a la mejor forma y perfección de la arquitectura.

Por lo que hace al templo que nombramos primeramente en el epígrafe de este capítulo, diremos que, antes tenía la advocación de Santa María de Media Villa, por ocupar el medio o centro de la entonces villa de Teruel: en un principio era simple parroquia, hasta que en 1423 se erigió en Colegiata a solicitud de los teruelanos, hallándose en Teruel el Arzobispo de Zaragoza D. Alonso Argüello y el Rey D. Alfonso V. celebrando Córtes con los aragoneses: En 6 de Octubre de 1347, el Rey D. Pedro el IV solicitó de la Santa Sede, la elevación de la Colegiata a Catedral, pero no se consiguió hasta que reiterada la petición por el monarca Felipe II al Papa Gregorio XIII, este, en 30 de Julio de 1577, espidió una bula accediendo a la solicitud del Rey. Nuevamente se reiteró por Sisto V en bula de 5 de Octubre de 1587, confirmada después por otra del Pontífice Gregorio VIII, fecha 3 de Julio de 1593.

Consta de tres naves paralelas con un crucero, sobre el cual descansa un cimborio de dos cuerpos al estilo gótico: la nave de enmedio y el tras-altar han sido renovados de arquitectura moderna: los adornos del templo son bastante escasos por cierto, siendo muy regular el techo de las naves laterales. El altar mayor en cuanto a su arquitectura es de estilo medio o plateresco, pero el de la escultura es mas grandioso, pertenece a la escuela florentina del tiempo del célebre Miguel Angel. En doce tableros colocados en los diferentes cuerpos del retablo se ven asuntos de la vida y pasión del Redentor con figuras casi totalmente relevadas: en el parage principal está la Asunción de Nuestra Señora, de escultura y treinta y tres estátuas colocadas en los nichos del retablo. En el libro de estatutos y otras memorias de la Catedral se lee: El año 1536, M. Juan Navarro y los Canónigos, hicieron hacer el retablo mayor de masonería; hízolo Maestre Gabriel Francés, y año 1538, murió dicho oficial: está enterrado en la puerta del Coro, costó, como está en blanco y sin dorar, veinte mil escudos.– En otros asientos dice: Aniversario, día de San Josef por Maestre Gabriel Yoli, imaginario de quince sueldos a cargo de la fábrica.

A la derecha del crucero hay un magnífico cuadro de las Once mil Vírgenes firmado en 1628, pinxit Antonius Bisquert; este eminente artista era valenciano, se estableció en Teruel en 1620, y murió en 1646. Al lado de la Epístola y propiedad de los Duques de Villahermosa está la capilla de los Santos Reyes; todas las pinturas del retablo honran sobremanera al artista, pero muy particularmente la de la Epifanía representada en el parage principal: es copia de otra de Rubens, ejecutada por Francisco Gimenez, natural de Tarazona: atribuyese la muerte de Bisquert, a la melancolía que le ocasionó el haber intentado en valde hacer igual pintura. En dos urnas colocadas a cada lado de la capilla, se encierran las reliquias de los santos mártires Alejandro, Jacinto, Leon y Eugenio; y las de las vírgenes Gerónima, Margarita y Escolástica.

La reja del Coro, de gusto gótico, se ve adornada con grandes follages, y algunos ramilletes ejecutados con el mayor primor: su sillería, regalo del Obispo de Teruel D. Martín Ferrer, después de ser promovido a la de Tarazona, a principios del siglo XVII, es de orden dórico con columnas istriadas entre los asientos.

Varias son las alhajas que se conservan en este templo tales son: una custodia de plata de orden plateresco con seis columnas abalaustradas; en el tabernáculo ovalado y entre los dos ángeles que sostienen la sagrada Hostia, hay un pequeño dosél y un arco para el monumento, todo del mejor gusto, teniendo la siguiente inscripción: Humilium celsitudini Petrus Martínus Rubio, Decanus Turolensis, surdinæ vice Regia Gubernator, sacræ Romanæ Rotæ auditor. Posteriormente el Obispo de Teruel, D. Francisco Perez Prado y Cuesta, regaló, según digimos al tratar de los Obispos, otra preciosa custodia labrada en Córdoba, en 1742 por Bernabé García de los Reyes: consta de mas de catorce arrobas de plata, su estilo es churrigueresco, su forma la de un templete de dos cuerpos sobrepuestos, sostenidos por columnas con relieves y adornos de buen gusto, y terminando en una corona imperial: costó dos mil pesos.

Otra reliquia notable es la cabeza de Santa Emerenciana, vírgen y mártir, patrona de Teruel, cuya festividad se tiene trasladada a la feria tercera después de la Ascensión: fue proporcionada esta preciosísima reliquia el año 1361, por D. F. Juan de Heredia, Gran Maestre de Rodas. La imagen de esta Santa, es de plata, como también la de la Asunción de Nuestra Señora, y la de Santa Gerónima.

Nada mas de notable contiene este templo: tiene dos puertas, una que da a la plaza que lleva su nombre, y otra al Palacio Episcopal, edificio formado y estendido con otros adyacentes, y en el que nada llama la atención del artista ni del curioso, si se esceptua su patio compuesto de un intercolumnio jónico labrado con buen gusto.

El templo de la parroquial de San Pedro, acaso se conserva, a pesar de su renovación en 1741, en general, como en su primitiva fundación: parece atestiguarlo así su anchura y aplastada nave gótica, única de que consta: estátuas colosales y de muy mediano gusto, representando en su mayor parte el apostolado, se ven esculpidas en los postes. El altar mayor, como obra de un mismo artífice, aunque mas en pequeño, es igual en su orden al de la Catedral, con la diferencia de que así como en este se representan pasages y misterios de la vida del Redentor, en aquel son concernientes a la vida y martirio del santo Apóstol: también es obra de Gabriel Yoli, otro retablito al lado de la Epístola, con relieves en miniatura, y en cuya parte principal se ven representados de escultura, los médicos San Cosme y San Damian: aquí se encontraron los cadáveres de los Amantes de Teruel. Como se incorporó a esta parroquia la de San Esteban, se ve este santo colocado en el testero de la reja de hierro de la puerta donde fina el arco sobre que se halla, a manera de la de San Martín y San Salvador, fundada su torre. Rebajada en 1795, perdió todo su mérito artístico, porque se adulteró su primer cuerpo, y se hizo el segundo de bastante mal gusto.

Cual perenne centinela se descubre por la carretera de Zaragoza, la arabesca Torre de San Martín, pegada a su Iglesia e inmediata a la puerta de la Anda-quilla: levantada la torre sobre un arco que abre paso para la mencionada puerta, al verla, asalta a la imaginación la idea de si fue o no árabe su artífice, por lo arabesco de su construcción, por sus adornos del mismo género, y por las almenas que en el último término la ciñen. Fundida al parecer en un mismo molde que la de San Salvador, tienen ambas en sus cuatro lados multitud de compartimientos, cornisas y frisos sobrepuestos, y cuadros en que están intercaladas algunas pequeñas columnas de barro cocido y embarnizado de varios colores, multitud de ladrillos formando una especie de mosaico muy grato a la vista.

Consta el cuerpo superior de una galería de arcos ojivos, sobre los cuales se dejan ver otros menores de forma también arábiga: desgastada por los cimientos, tratose de su reparación en 1549, con cuyo objeto se citaron los mas hábiles profesores que a la sazón había en el territorio: presentó cada uno su plan, y por juzgarlo mas basado en principios y por consiguiente de mas prontos y felices resultados, fue admitido el de Pedro Bedel, francés; que se hallaba entonces labrando la Iglesia de Mora (provincia de Teruel). Apuntaló la torre perfectamente y con tal maestría, que sostenida por las vigas abrió el cimiento y lo obró de cal y canto hasta la cara de la tierra, dejando suspendida la torre y la obra en este estado para que formara asiento por espacio de un año; y en 1551, comenzó a ir cortando y reparando poco a poco, hasta que la dejó tal como en el día se encuentra, con gran admiración y aplausos de todo el pueblo teruelano que acudió a ver quitar el andamiage el día señalado al efecto. Fue la construcción de los andamios y puntales tan portentosos, que ávidos corrían los viajeros instruidos a estudiarlos, los curiosos a embeberse en su contemplación, y no pocos trasladáronse a Teruel, con el único y esclusivo objeto de admirar la obra del inmortal y modesto Bedel, que se concluyó en el mismo año. Como homenage digno a su genio, se le encomendó después el acueducto, y merced a su fama hubo de construir la célebre mina de Daroca, la fuente de Celadas y últimamente la Catedral de Albarracin, donde murió en 1567: el jornal de Bedel en los días que trabajaba era el de diez sueldos: pago harto mezquino a tanto mérito.

La Iglesia de San Martín es una de las mejores de Teruel, y de orden dórico sencillo; separada de su torre en la memorable guerra de la Independencia, se reconstruyó con el objeto de volverla a unir por Mosen Rafael Perez, prior que era del Capítulo, todo el crucero del trascoro, pero tan perfectamente y tan bien continuado el orden arquitectónico, que es necesario hasta el mas inteligente, que se le advierta la renovación para conocerla: tiene esta Iglesia dos copias bastante bien acabadas de Güercino y Aníbal Caraci, y un retablo en la sacristía de dos cuerpos con cuatro columnas corintias, cuyas pinturas son de Antonio Risquért.

Capítulo V

Las Iglesias de San Juan, San Andrés, San Salvador, Santiago y San Miguel. – Los conventos y los ex-conventos de Teruel

Poco tiene de notable el templo de la parroquia de San Juan; su torre que data desde 1342, parece hallarse levantada sobre un torreón árabe, que, con otros dos de igual orden que se hallaban donde hoy está el ex-convento de Dominicos, y otro denominado la Torre del Redentor, formaban el punto mas fuerte de Teruel que se llamaba la Ciudadela; el templo se renovó a principios del siglo 18; sus altares respiran regular gusto artístico: fue profanada esta Iglesia por las tropas a las que sirvió de cuartel, pero después fue renovada y restaurada celebrándose en memoria de esto último una solemne fiesta el día 7 de Febrero en que se abrió nuevamente al culto, habiéndose encontrado enterrada, no sabemos con que objeto una imagen de Jesucristo, que mas tarde fue restablecida en la mayor veneración por su hallazgo, y devoción general de los teruelanos.

Sobre la puerta de la parroquia de San Andrés, dascuella la torre cuadrilonga y almenada, remedo de la de San Martín y Salvador, pero con escasísimo número de labores: la Iglesia renovada también nada tiene de notable en su orden arquitectónico: el altar mayor es de figura de templete y en el centro se ve de bulto el santo patrono: en esta Iglesia descansan las cenizas de D. Antonio Sanchez Muñoz, Obispo de Albarracin y Segorbe, y miembro del Concilio Lugdunense en 1274: murió en Teruel su patria en 1.º de Setiembre de 1318: este ilustre Señor y su familia debieron ser decididos patronos de esta Iglesia, puesto que sus armas se ven pródigamente repetidas en el cimborio y bóvedas del templo.

La Iglesia parroquial de San Salvador, dedicada en un principio a la Epifanía, es de gran buque, pero de mal gusto: venérase en este templo un Cristo (colocado ahora en el altar mayor y antes en la capilla de Santa Ana,) llamado el de las tres manos, a causa de verse una pegada en el costado derecho24: es la imagen en que mas fe tienen los turolenses, y a quien muy devotos acuden en sus lances mas apurados de sequía, epidemias y catástrofes, como la mejor áncora de su salvación. Cuando el Rey D. Jaime hallábase en Teruel en disposición de emprender la conquista de Valencia, adelantáronse los teruelanos a buscar al enemigo sin orden del rey, y al tiempo de partir sacaron procesionalmente al mismo Cristo hasta fuera de la población como en señal de despedida. En Junio de 1867, hallándose los habitantes de Teruel en el estado mas aflictivo por la grande escasez de aguas, causa del aspecto desconsolador que presentaban los frutos de la tierra, agostados por los abrasadores rayos del sol; se llevó a la Catedral en solemne procesión rogativa dicha Sacratísima Imagen, a la que asistió el pueblo entero de Teruel: concluido el tiempo de novena, durante el cual llovió aunque poco, fue vuelta con la misma solemnidad a su Iglesia de San Salvador, y al regresar el clero y demás acompañamiento a la Catedral llovió de una manera tan abundante como pocas veces han visto los ancianos de Teruel, algunos de los cuales así como los documentos que hemos consultado, confirman lo que acabamos de consignar acerca del Santísimo Cristo del Salvador.

Con referencia a papeles antiguos podemos añadir sobre esta Imagen, que con favorable éxito fue sacada de su templo y llevada a la Catedral en solemne procesión rogativa en el siglo pasado, en las fechas siguientes y por los motivos puestos a continuación. – En 7 de Mayo de 1702 por sequía; en 1,º de Setiembre de 1703, por epidemia: en 15 de Mayo de 1712, en 13 de Octubre de 1751, y en 29 de Setiembre de 1752, por sequía: en 24 de Marzo de 1754, por terremotos; y en 2 de Junio de 1780, por sequía. Consérvase en este mismo templo un esqueleto en el mejor estado, de una estatura colosal, ignorándose hasta la fecha su auténtica procedencia, si bien se supone sería algún militar, por descubrirse en su cuerpo un agujero de la figura de un balazo.

En la primera capilla, entrando en la Iglesia parroquial de Santiago, hay un magnífico retablo de Antonio Bisquert; no cediéndole en mérito otro retablito que hay en la sacristía: su torre, según la tradición, fue cárcel del tiempo de los romanos, y en ella estuvieron presos en su paso para Valencia S. Vicente Martir y su maestro San Valero: también según la tradición, fue esta Iglesia mezquita; y palacio árabe el convento inmediato de religiosas de Santa Clara, o de las Monjas de Arriba, como le dicen en la ciudad.

La Iglesia de San Miguel, parroquia de este nombre, consta de tres naves iguales, separadas por ocho antas de arquitectura moderna: fue renovada a mediados del siglo pasado: el altar mayor, costeado casi todo por el Ilmo. Sr. Obispo turolense D. Francisco Perez de Prado, tiene en su parte principal la Purísima, con cuya condición el prelado ayudó con sus fondos particulares a la construcción: al lado de la Epístola y en una urna, se ve a Santa María Magdalena, de bulto, en actitud penitente y contemplativa, perfectamente acabada: debajo del órgano hay un altar de San Jorge, de bastante mérito, y que se supone con mucho fundamento ser de la época del Rey D. Jaime, así como un Nazareno con la Cruz a cuestas, que va en las procesiones de Semana Santa: el mencionado Rey D. Jaime, cuyo retrato se conserva al lado del retablito de San Jorge, fundó en 1262 una cofradía de Caballeros de Teruel, siendo el monarca el primer cofrade: hay en la Secretaría de esta Iglesia un San Juan Bautista de cuerpo entero, que patentiza la valentía del pincel que le esculpió en el lienzo.

El Convento de Monjas Claras, de arriba, fundado por los Reyes de Aragón D. Pedro IV, y D.ª Leonor en 1367; tiene una Iglesia de tres naves, en donde se ven algunos frescos de Vicente Vidal: su titular es Santa Catalina Martir, cuya imagen se halla en el lienzo del altar mayor: todo el edificio revela la antigüedad y magnificencia de sus reales fundadores.

El Convento de Monjas descalzas de Santa Teresa, o Monjas de Abajo, es de una nave con cruz latina: para esta fundación dejó sus bienes D. Domingo de Vencochea, natural de la ciudad de Teruel, pero no siendo suficientes, se proporcionaron mayores con la piedad del pueblo, y sobre todo con los generosos auxilios del Ilmo. Sr. Obispo D. Diego de Chueca, que dirigió la obra con la mayor magnificencia y tuvo el grato consuelo de consumarla y establecer las fundadoras que llevó de Zaragoza en 1660.

El ex-convento de San Francisco, es de la mayor antigüedad y es de los días del Santo Fundador, quien envió a dos religiosos llamados San Juan de Perusia y San Pedro de Saxoferrato, italianos, los que fueron admitidos en Teruel a principios del año 1217 precisamente en el que ocurrió el trágico suceso de los Amantes, en cuya época tomaron posesión de la ermita de San Bartolomé, que les concedió el Ayuntamiento de Teruel, ermita que hoy se conserva dentro de los que fueron claustros de dicho convento: cada uno se arregló su habitación a los dos lados de la ermita, conservándose todavía el pozo llamado de los Mártires a cuyas aguas atribuyen, algunas personas piadosas de Teruel, la virtud de curar varias enfermedades: dichos religiosos edificaron al pueblo con sus buenos ejemplos y llevados del celo de la religión pasaron a Valencia en donde sufrieron el martirio, siendo rey de los moros, Zeit-Abu-Zeit que algunos llaman Azoto, el cual se levantó con el título de Christíanorum maximus persecutor, grandísimo perseguidor de los Cristianos.25– El pueblo de Teruel pronuncia siempre con gran respeto los nombres de aquellos Santos Mártires, a quienes tiene por compatronos, y recuerda con su respeto los beneficios que hicieron, ora llevando la paz a muchas familias, ora aquietando los ánimos de los bandos de Teruel, en la época de los Amantes; ora, en fin, estendiendo su consuelo en la mayor parte de los pueblos enclavados en la provincia de Teruel. Al ser arrojados los moros de Valencia, en cuya empresa distinguieronse no poco los hijos de la capital que historiamos, pidieron por este motivo y por los indicados, los cuerpos de aquellos ilustres Mártires que se conservan en la Catedral. En 1225 se hallaba ya bastante número de religiosos que continuaron la empresa de sus Santos Fundadores. En 1399 D. García Fernandez Heredia, Arzobispo de Zaragoza, favoreció la renovación y fábrica de este convento, y a sus espensas se hizo la Iglesia que fue magnífica por su solidez y arquitectura aunque de una sola nave y adornada con buenos altares. Se celebraron allí algunos capítulos provinciales, y allí también hacían antes mansión todos los Obispos a su arribo a Teruel, y después de descansar del viaje y recibir las primeras visitas, entraban solemnemente en la ciudad a tomar posesión de su Silla.

El extinguido Convento que nos ocupa, situado extramuros de Teruel en la ribera del Turia, a juzgar por la gran exornación de la puerta, el gablete, las ventanas subdivididas, así como los rosones en gemelas secundarias con columnitas fasciculadas, cruciformes y bases sencillas con un solo toro bastante complanado; pertenecía a la arquitectura gótica (estilo ojivál.)

En 1783, siendo Obispo de Teruel, D. Roque Martín Merino, inundose toda la vega y llegó el agua hasta el mismo altar mayor, penetrando también por todo el convento, con cuyo motivo dicho Prelado se llevó a su Palacio mantuvo a todos los religiosos. Muchos años antes siendo prados todo lo que hoy es la vega y a la sazón que se mantenían en ellos un número considerable de animales, especialmente de ganado vacuno, hubo grandes tronadas, aumentáronse las aguas de los ríos sobre todo las del Guadalaviar, y arrastraron cuantos animales había en los prados ocasionando además perjuicios sin cuento a los vecinos de Teruel: en virtud de este triste acontecimiento, y para evitar en lo posible su repetición, se construyó una magnífica compuerta y se colocó mas arriba del puente de piedra que hay pasado el pueblecillo de San Blas, cerca de la masía llamada de los Frailes, logrando con esto y con acequias que abrieron, contener por un lado y desaguar poco a poco por otro la corriente del Guadalaviar: andando el tiempo, no se tuvo cuidado de sostener esta buena precaución, y ahora está espuesta con poca diferencia la vega de Teruel, a las mismas inundaciones.

24.¿Podrá pertenecer esta imagen a algún paso de descendimiento, y ser la mano del costado la de alguna de las figuras que ayudaban a bajar de la Cruz a Jesucristo?
25.Así consta del libro: Cifra histórica, vida de los Santos Mártires San Juan de Perusia y San Pedro de Saxoferrato, compuesto por Fr. José Herrera y Esmir, Predicador y Cronista del reino de Aragón, y dedicada desde Zaragoza a la muy antigua, muy noble y muy leal ciudad de Teruel, en sus inclitos Cónsules y Jurados, en el día 7 de Marzo del año 1690.