Kitabı oku: «Filosofía Fundamental, Tomo I», sayfa 15

Balmes Jaime Luciano
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Basta por ahora lo dicho sobre los juicios analíticos y sintéticos, pues que no proponiéndome tratarlos sino en general, y en cuanto tienen relacion con la certeza, no descenderé á pormenores haciendo aplicacion á varias ideas, cuyo análisis corresponde á otros lugares de esta obra.

CAPÍTULO XXX.
CRITERIO DE VICO

[294.] Con las cuestiones de los capítulos anteriores relativas á la evidencia inmediata y á la mediata, está enlazada la doctrina de Vico sobre el criterio de la verdad. Cree este filósofo que dicho criterio consiste en haber hecho la verdad conocida; que nuestros conocimientos son completamente ciertos cuando se verifica dicha circunstancia; y que van perdiendo de su certeza á proporcion que el entendimiento pierde su carácter de causa con respecto á los objetos. Dios, causa de todo, lo conoce perfectamente todo; la criatura, de causalidad muy limitada, conoce tambien con mucha limitacion; y si en alguna esfera puede asemejarse á lo infinito, es en ese mundo ideal que ella propia se construye, y que puede extender á su voluntad, sin que sea dable señalarle un linde que no pueda todavía retirar.

Dejemos hablar al mismo autor. «Los términos verum et factum, lo verdadero y lo hecho, se ponen el uno por el otro entre los latinos, o como dice la escuela, se convierten. Para los latinos intelligere, comprender, es lo mismo que leer con claridad y conocer con evidencia. Llamaban cogitare lo que en italiano se dice pensare e andar raccogliendo; ratio, razon, designaba entre ellos una coleccion de elementos numéricos, y ese don que distingue al hombre de los brutos y constituye su superioridad. Llamaban ordinariamente al hombre un animal partícipe de la razon (rationis particeps) y que por tanto no la posee absolutamente. Así como las palabras son los signos de las ideas, las ideas son los signos y representaciones de las cosas. Así como leer legere, es reunir los elementos de la escritura de los cuales se forman las palabras, la inteligencia, intelligere, consiste en reunir todos los elementos de una cosa, de lo que resulta la idea perfecta. Por donde podemos conjeturar que los antiguos italianos admitian la doctrina siguiente sobre lo verdadero: lo verdadero es lo hecho mismo; y por consiguiente Dios es la verdad primera porque es el primer hacedor (factor), la verdad infinita porque ha hecho todas las cosas, la verdad absoluta, pues que representa todos los elementos de las cosas tanto internos como externos, porque los contiene. Saber es reunir los elementos de las cosas; de donde se sigue que el pensamiento (cogitatio) es propio del espíritu humano, y la inteligencia lo es del espíritu divino: porque Dios reune todos los elementos de las cosas internos y externos á causa de que los contiene, y él propio es quien los dispone; mientras el espíritu humano limitado como es, y fuera de todo lo que no es él mismo, puede aproximar los puntos extremos mas nó reunirlo todo; de manera que puede pensar sobre las cosas, pero no comprenderlas; y hé aquí por qué participa de la razon, mas no la posee. Para aclarar estas ideas con una comparacion: lo verdadero divino es una imágen sólida de las cosas, como una figura plástica; lo verdadero humano es una imágen plana sin profundidad, como una pintura. Así como lo verdadero divino lo es, porque Dios en el acto mismo de su conocimiento dispone y produce, lo verdadero humano es para las cosas en que el hombre dispone y crea de una manera semejante. La ciencia es el conocimiento del modo con que la cosa se hace; conocimiento en el cual el espíritu mismo hace el objeto, pues que recompone sus elementos. El objeto es un sólido para Dios que comprende todas las cosas; una superficie para el hombre que no comprende sino lo exterior. Establecidos estos puntos para ponerlos mas fácilmente en armonía con nuestra religion, conviene saber, que los antiguos filósofos de Italia identificaban lo verdadero con lo hecho, porque creian el mundo eterno: asi los filósofos paganos adoraron un Dios que obraba siempre ad extra, cosa desechada por nuestra teología. Por cuyo motivo en nuestra religion, en la cual profesamos que el mundo ha sido criado de la nada en el tiempo, es necesario establecer una distincion, identificando lo verdadero criado con lo hecho, y lo verdadero increado con el engendrado (genito). Así la Sagrada Escritura con una elegancia verdaderamente divina, llama Verbo à la sabiduría de Dios que contiene en sí las ideas de todas las cosas y los elementos de las ideas mismas. En este Verbo, lo verdadero es la comprension misma de todos los elementos de este universo, la cual podria formar infinitos mundos. De estos elementos conocidos y contenidos en la omnipotencia divina, se forma el Verbo real absoluto, conocido desde toda la eternidad por el Padre y engendrado por él, tambien desde toda la eternidad.» (De la antigua sabiduría de la Italia, lib. 1. cap. 1).

[295.] De estos principios saca Vico consecuencias muy trascendentales, entre ellas la de explicar la causa de la division de nuestra ciencia en muchos ramos, y de los diferentes grados de certeza con que se distinguen. Las matemáticas son las mas ciertas porque son una especie de creacion del entendimiento, el que partiendo de la unidad y de un punto, se construye un mundo de formas y de números, prolongando las líneas y multiplicando la unidad, hasta lo infinito. Así conoce lo que él mismo produce, resultando que los mismos teoremas tenidos vulgarmente como objetos de pura contemplacion, han menester accion como los problemas. La mecánica ya es menos cierta que la geometría y la aritmética, porque considera el movimiento realizado en las máquinas; y la física lo es todavía menos, porque no considera como la mecánica el movimiento externo de las circunferencias sino el movimiento interno de los centros. En las ciencias del órden moral hay todavía menos certeza, porque no se ocupan de los movimientos de los cuerpos, los cuales dimanan de un orígen cierto y constante que es la naturaleza, sino de los movimientos de las almas que se realizan á grandes profundidades y con frecuencia nacen del capricho.

«La ciencia humana, dice, ha nacido de un defecto del espíritu humano, que en su extrema limitacion está fuera de todas las cosas, no contiene nada de lo que quiere conocer, y por consiguiente no puede hacer la verdad á la cual aspira. Las ciencias mas ciertas son las que expian el vicio de su orígen, y se asimilan como creacion á la ciencia divina, es decir, aquellas en que lo verdadero y lo hecho son mutuamente convertibles.

«De lo que precede se puede inferir que el criterio de lo verdadero y la regla para reconocerlo, es el haberlo hecho; por consiguiente la idea clara y distinta que tenemos de nuestro espíritu, no es un criterio de lo verdadero, y no es ni aun un criterio de nuestro espíritu; porque el alma conociéndose, no se hace á sí misma; y pues que no se hace, no sabe la manera con que se conoce. Como la ciencia humana tiene por base la abstraccion, las ciencias son tanto menos ciertas cuanto mas se acercan á la materia corporal…………….. …………………………………………………………..

«Para decirlo en una palabra, lo verdadero es convertible con lo bueno, si lo que es conocido como verdadero tiene su ser del espíritu que lo conoce, imitando la ciencia humana á la divina por la cual Dios conociendo lo verdadero lo engendra en lo interior en la eternidad, y lo hace en lo exterior en el tiempo. En cuanto al criterio de verdad es para Dios el comunicar la bondad á los objetos de su pensamiento (vidit Deus quod essent bona): y para los hombres el haber hecho lo verdadero que conocen.» (Ibidem § 1).

[296.] No puede negarse que el sistema de Vico revela un pensador profundo que ha meditado detenidamente sobre los problemas de la inteligencia. La línea divisoria en cuanto á la certeza de las ciencias es sobre manera interesante. A primera vista nada mas especioso que la diferencia señalada entre las ciencias matemáticas y las naturales y morales. Las matemáticas son absolutamente ciertas porque son obra del entendimiento, son como el entendimiento las ve, porque él mismo las construye; al contrario, las naturales y morales versan sobre objetos independientes de la razon, que tienen por sí mismos una existencia propia, y de aquí es que el entendimiento conoce poco de ellos; y en esto se engaña con tanta mas facilidad cuanto mas penetra en la esfera donde su construccion no alcanza. He llamado especioso á este sistema porque examinado á fondo se le encuentra destituido de cimiento sólido; al paso que he reconocido en su autor un pensamiento profundo, porque efectivamente lo hay en considerar las ciencias bajo el punto de vista que él las considera.

[297.] La inteligencia solo conoce lo que hace. Esta proposicion que resume todo el sistema de Vico, no puede afianzarse en nada; y el filósofo napolitano se encontraría detenido en sus primeros pasos con solo pedirle la prueba de lo que afirma. ¿Por qué la inteligencia solo conoce lo que hace? ¿Por qué el problema de la representacion no ha de tener solucion posible sino en la causalidad? Creo haber demostrado que á mas de este orígen se encuentra otro en la identidad, y tambien en la idealidad enlazado del modo debido con la causalidad.

[298.] Entender no es causar: puede haber, y la hay en efecto, una inteligencia productora; pero en general el acto de entender y el de causar ofrecen ideas distintas. La inteligencia supone una actividad, porque sin ésta no se concibe aquella vida íntima que distingue al ser inteligente: pero esta actividad no es productora de los objetos conocidos, se ejerce de un modo inmanente sobre estos objetos, presupuestos ya en union con la inteligencia, mediata ó inmediatamente.

[299.] Si la inteligencia estuviese condenada á no conocer sino lo que ella misma hace, no es fácil concebir cómo el acto de entender pudiera comenzar; colocándonos en el momento inicial, no sabremos cómo explicar el desarrollo de esta actividad: porque si no puede entender sino lo que ella hace, ¿qué entenderá en el primer momento cuando aun no ha hecho nada? En el sistema que nos ocupa, no hay otro objeto para la inteligencia que el que ella misma se produce; por otra parte entender sin objeto entendido es una contradiccion; así, en el momento inicial, no habiendo nada producido, no puede haber nada entendido; y por consiguiente la inteligencia es inexplicable. No cabe suponer que la actividad se despliega ciegamente; no hay nada ciego cuando se trata de representacion, y la actividad productiva se refiere esencialmente á cosas representadas en cuanto representadas. El que estas sean producidas en lo exterior con existencia distinta de la representacion intelectual, es indiferente para el problema de la inteligencia. Así, como explica el mismo Vico, la razon humana conoce lo que ella construye en un mundo puramente ideal, y Dios conoce al Verbo que engendra, no obstante de que este Verbo no está fuera de la esencia divina sino identificado con ella.

[300.] No se contenta el filósofo napolitano con aplicar su sistema á la razon humana; lo generaliza á todas las inteligencias, inclusa la divina; bien que procurando con loable religiosidad, conciliar sus doctrinas ideológicas con los dogmas del cristianismo. Y en verdad que los problemas de la inteligencia no pueden resolverse cumplidamente sino encumbrándose á tanta altura. Para conocer al entendimiento humano, no basta seguir los pasos de la humana razon; es necesario proponerse además el problema general de la inteligencia misma, ora se limite como la nuestra á flacas vislumbres, ora se dilate por las regiones de la infinidad en un piélago de luz. Las sublimes palabras con que san Juan comienza su Evangelio, encierran, á mas de la verdad augusta enseñada por la inspiracion divina, doctrinas trascendentales que aun miradas bajo un punto de vista meramente filosófico, son de una importancia mayor de la que encontrarse pudiera en las palabras de ningun hombre.

Al identificar lo verdadero con lo hecho, advierte Vico que segun el dogma de nuestra religion, es necesario distinguir entre lo creado y lo increado. A lo primero se le debe llamar hecho, á lo segundo engendrado. Pondera la elegancia divina con que la Escritura santa llama Verbo á la Sabiduría de Dios, en la cual se contienen las ideas de todas las cosas, y los elementos de las ideas mismas; sin embargo, las palabras de Vico son muy inexactas, cuando al explicar la concepcion de dicho Verbo, parecen dar á entender que solo resulta de los elementos conocidos y contenidos en la omnipotencia divina. «En este Verbo, dice, lo verdadero es la comprension misma de todos los elementos de este universo, la cual podria formar infinitos mundos; de estos elementos conocidos y contenidos en la omnipotencia divina, se forma el Verbo real, absoluto, conocido desde toda la eternidad por el Padre, y engendrado por él desde toda la eternidad.» (De la Antigua Sabiduría de la Italia, lib. 1, cap. 1.) Si el autor quiere significar que el Verbo es concebido por solo el conocimiento de lo contenido en la omnipotencia divina, su asercion es falsa; si no quiso significar esto, su locucion es inexacta.

Santo Tomás (1 part., cuest. 34, art. 3.)pregunta si en el nombre del Verbo se contiene alguna relacion á la criatura «utrum in nomine Verbi importetur respectus ad creaturam» y allí resuelve la cuestion con admirable laconismo y solidez. «Respondo que en el Verbo se contiene relacion á la criatura. Dios conociéndose á sí mismo, conoce á toda criatura. El verbo pues, concebido en la mente, es representativo de todo aquello que actualmente se entiende. Así en nosotros hay diversos verbos segun son diversas las cosas entendidas. Pero como Dios con un solo acto se conoce á sí y á todas las cosas, su único Verbo es expresivo no solo del padre sino tambien de las criaturas. Y asi como la ciencia de Dios en cuanto á Dios, es solo conocimiento, pero en cuanto á las criaturas es conocimiento y causa, así el Verbo de Dios con respecto á Dios Padre, es solo expresivo, pero con relacion á las criaturas es expresivo y productivo, por cuya razon se dice en el salmo 32: dijo, y las cosas fueron hechas, porque en el Verbo se contiene la razon productiva de las cosas que Dios hace1

Por este pasaje se echa de ver que segun la doctrina de Santo Tomás, el Verbo expresa tambien á las criaturas, pero que él es concebido no solo por el conocimiento de estas, sino y primariamente, por el conocimiento de la esencia divina; «el Padre, dice en otra parte el Santo Doctor, entendiéndose á sí y al Hijo y al Espíritu Santo y á todas las cosas contenidas en su ciencia, concibe al Verbo de manera que toda la Trinidad es dicha en el Verbo y tambien toda criatura2

[301.] Hay tambien otra doctrina de Santo Tomás que se opone al sistema de Vico. Segun éste, la inteligencia conoce lo que hace, y solo lo que hace, y solo por qué lo hace; pues que lo hecho y lo verdadero son convertibles, siendo lo hecho el único criterio de verdad. Esta doctrina la aplica Vico á la inteligencia divina sustituyendo á hecho, engendrado; con lo cual invierte el órden de las ideas, pues que ni segun nuestro modo de concebir, Dios entiende porque engendra, sino que engendra porque entiende; no se concibe la generacion del Verbo sin concebir antes la inteligencia. «En quien entiende, dice Santo Tomás, por lo mismo que entiende, procede alguna cosa dentro de él, lo cual es el concepto de la cosa entendida, y proviene de la fuerza intelectual y de su noticia[3]».

[Footnote 3: Quicumque autem intelligit ex hoc ipso quod intelligit, procedit aliquid intra ipsum, quod est conceptio rei intellectæ ex vi intellectiva proveniens et ex eius notitia procedens. Quam quidem conceptionem vox significat, et dicitur verbum cordis, significatum verbo vocis. (1. p. q. 27. art. 1.).]

Esta doctrina de Santo Tomás confirma la opinion expuesta mas arriba, sobre la imposibilidad de explicar el acto intelectual por sola la produccion. Es evidente que para producir en el órden intelectual, es necesario entender ya: y por consiguiente en el momento inicial de toda inteligencia, no puede ponerse la accion productiva, sino la intuicion del objeto. En este mismo sentido habla Santo Tomás, en el modo que hablar puede el hombre de las cosas divinas: no funda en la generacion del Verbo la inteligencia divina; antes por el contrario, en la inteligencia funda la generacion del Verbo. Dios, segun Santo Tomás, engendra al Verbo porque entiende, no entiende porque engendra: y si bien en este Verbo pone el Santo Doctor la expresion de todo cuanto está contenido en Dios, es presuponiendo la inteligencia divina, con la cual se hace posible decir ó proferir el Verbo. El órden de los conceptos, pues, es el siguiente: entendimiento, objeto entendido, verbo procedente de la accion de entender por el cual el ser inteligente se expresa, se dice á sí propio, la misma cosa entendida. Aplicadas estas ideas á Dios, serán: Dios Padre inteligente; esencia divina con todo lo que ella contiene, entendida; Verbo ó Hijo engendrado por este acto intelectual, y expresivo de todo lo que se encierra en este acto generador.

[302.] No es mi ánimo inculpar á Vico; solo he querido hacer notar la inexactitud de sus palabras, haciéndole por otra parte la justicia de creer que él entendia las cosas del mismo modo que las he explicado, aunque no acertó á expresarse con la debida claridad. Pasemos ahora á considerar el sistema de Vico bajo puntos de vista menos delicados.

Es fácil notar que admitiendo lo hecho por único criterio de verdad, la inteligencia queda incomunicada con todo lo que no sean sus obras. Ni á sí misma se puede conocer, porque no se hace. «El alma, conociéndose, dice Vico, no se hace, y por lo mismo no sabe la manera con que se conoce;» de suerte que prescindiendo del problema de la inteligibilidad que se ha ventilado mas arriba (cap. XII,) niega Vico á nuestra alma el criterio de sí propia por la única razon de que no se causa á sí misma. Entonces, la identidad lejos de ser un orígen de representacion como se ha probado (cap. XI), es incompatible con ella; nada podrá conocerse á sí mismo porque nada se hace á sí mismo.

De esto resulta un gravísimo error; pues que se infiere que tampoco Dios puede conocerse á sí mismo; porque no se causa á sí mismo. Ni basta decir que se conoce en el Verbo, pues que si no se supone la inteligencia, el Verbo es imposible.

[303.] Todo el mundo de la realidad distinto del ser intelectual, será desconocido para siempre; de donde se deduce que el sistema de Vico lleva al escepticismo mas riguroso. ¿Qué admite el filósofo napolitano? el conocimiento por el espíritu, de la obra misma del espíritu; en esto se comprenden los actos de conciencia y todos los objetos puramente ideales que en ella nos creamos; esto tambien lo admiten los escépticos, ninguno de ellos dejará de convenir que hay en nosotros conciencia, que hay un mundo ideal, obra de esta conciencia misma ó atestiguado por ella.

Si pues no admitimos otro criterio de verdad que lo hecho, abrimos la puerta al escepticismo, abandonamos el mundo de las realidades para establecernos en el de las apariencias. No obstante ¡singularidad de las opiniones humanas! Vico pensaba todo lo contrario; él creia que solo con su sistema era posible rebatir á los escépticos. Es curioso oirle decir con admirable seriedad «el único medio de destruir el escepticismo es tomar por criterio de verdad, que cada cual está seguro de lo verdadero que hace.»

¿En qué puede fundarse tamaña extrañeza? oigamos al filósofo, que dice cosas muy buenas, pero que no se alcanza cómo pueden conducir á la destruccion del escepticismo. «Los escépticos van repitiendo siempre que las cosas les parecen, pero que ignoran lo que ellas son en realidad; confiesan los efectos y conceden por consiguiente que estos efectos tienen sus causas; pero afirman que no conocen á estas porque ignoran el género ó la forma segun la cual las cosas se hacen. Admitid estas proposiciones, y retorcedlas contra ellos de la manera siguiente: esta comprension de causas que contiene todos los géneros ó todas las formas bajo las cuales son dados todos los efectos, cuyas apariencias confiesa ver el escéptico, pero cuya esencia real asegura ignorar; esta comprension de causas se halla en la primera verdad que las comprende todas, y donde todas están contenidas hasta las últimas. Y pues que esta verdad las comprende todas, es infinita, y no excluye ninguna, y tiene la prioridad sobre el cuerpo que no es mas que un efecto. Por consiguiente esta verdad es alguna cosa espiritual, en otros términos es Dios, el Dios que confesamos nosotros los cristianos; sobre esta verdad debemos medir la verdad humana, pues que la verdad humana es aquella cuyos elementos hemos ordenado nosotros mismos, aquello que contenemos en nosotros y que por medio de ciertos postulados podemos prolongar y seguir hasta lo infinito. Ordenando estas verdades las conocemos, y las hacemos á un mismo tiempo; y hé aquí por qué en este caso poseemos el género ó la forma segun la cual hacemos» (Ibid. 3.).

En esta refutacion de los escépticos nada encuentro que pueda destruir el escepticismo. Aun suponiendo que todos admiten el principio de causalidad, lo que no es exacto, ¿qué se puede sacar de este principio cuando se señala por único criterio la obra del mismo entendimiento que ha de emplear el principio? Si no hay mas criterio que el de causalidad, el entendimiento se encuentra aislado, sin poder ir mas allá en el órden de los efectos, que hasta donde llegan los producidos por él mismo; y en el de las causas, no puede subir mas arriba que de sí propio; porque si sube, ya conoce cosas que él no ha hecho, á saber, la causa que le ha producido á él. En este supuesto los escépticos quedan triunfantes; el conocimiento se reduce al mundo interior, á las simples apariencias; cuando de estas se quiera salir se tropieza con el obstáculo del criterio único, el cual se opone al conocimiento de todo lo no hecho por el entendimiento mismo. Entonces la realidad nos está vedada y nos hallamos separados de ella por un vallado insalvable. El mundo en sí, será lo que se quiera suponer; mas para nosotros no será nada. Esta ley se aplicará á todas las inteligencias, de manera que la realidad solo podrá ser conocida por la causa primera.

Estas consecuencias son inadmisibles en no arrojándose sin reserva al campo del escepticismo, y no obstante son inevitables en el sistema de Vico. Original ocurrencia la de querer combatir el escepticismo con un sistema que le abre la mas anchurosa puerta.

1.Respondeo dicendum, quod in Verbo importatur respectus ad creaturam. Deus enim cognoscendo se, cognoscit omnem creaturam. Verbum igitur in mente conceptum est representativum omnis eius, quod actu intelligitur. Unde in nobis sunt diverso verbo, secundum diversa, quæ intelligimus. Sed quia Deus uno actu et se, et omnia intelligit, unicum verbum eius est expressivum, non solum Patris sed etiam creaturarum. Et sicut Dei scientia, Dei quidem est congnoscitiva tantum, creaturarum autem cognoscitiva et factiva; ila verbum Dei, eius quod in Deo Patre est, est expressivum tantum, creaturarum vero est expressivum, et operativum, et propter hoc dicitur in Psal. 32. Dixit, et facta sunt, quia importatur in verbo ratio factiva eorum qua Deus facit.
2.Pater enim intelligendo se et Filium et Spiritum Sanctum et omnia alia quæ eius scientia continentur, concipit Verbum, ut sic tota Trinitas Verbo dicatur, et etiam omnis creatura (1. par. q. 31. art. 1 – ad. 3.)
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