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Kitabı oku: «Filosofía Fundamental, Tomo IV», sayfa 15

Balmes Jaime Luciano
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CAPÍTULO VIII.
LA CAUSALIDAD EN SÍ MISMA. INSUFICIENCIA Y ERROR DE ALGUNAS EXPLICACIONES

[85.] La causalidad implica relacion: si está puesta en ejercicio, implica relacion actual; considerada sin ejercicio, ó in potentia, implica relacion posible. Nada se causa á sí mismo; la causalidad se refiere siempre á otro. No hay causa cuando no hay efecto; y no hay efecto cuando no hay tránsito del no ser al ser. Si este tránsito se verifica en una substancia que no era, y comienza á ser, se apellida creacion: esta se llama pasiva, relativamente al efecto; activa, con respecto á la causa. Si el tránsito es de solos accidentes, el efecto es una modificacion nueva; no se dice que hay un nuevo ser, sino que un ser es de otro modo.

[86.] De esto se infiere que causalidad no es lo mismo que actividad; toda causalidad es actividad; mas nó toda actividad es causalidad. Dios es activo en sí mismo; pero no es causa sino con relacion á lo externo. Su inteligencia y su voluntad consideradas en sí, prescindiendo de la creacion, como concebimos á Dios antes del principio del mundo desde toda la eternidad, son ciertamente actividad infinita; y sin embargo en cuanto son puramente inmanentes, no son causalidad, porque no producen nada nuevo en Dios: su inteligencia es un acto puro, infinitamente perfecto, que jamás sufre ni puede sufrir ninguna mudanza; lo mismo debe decirse de su voluntad; luego la inteligencia y la voluntad divina con respecto al mismo Dios, no son actos de causalidad; y aun en cuanto se refieren á los objetos externos, no son causa producente en la realidad, sino con sujecion á la voluntad libre del Criador; de otro modo deberíamos admitir que Dios ha criado el mundo por necesidad.

La actividad en la criatura, aun en las operaciones inmanentes, es siempre causalidad; porque no puede ejercerla, sin que produzca nuevas modificaciones. Los actos de entendimiento y voluntad son ejercicio de una actividad inmanente, y no dejan por esto de modificarnos de diferentes maneras. Cuando pensamos ó queremos, somos de otro modo que cuando no queremos ni pensamos; y cuando pasamos de pensar ó querer una cosa, á pensar ó querer otra, este tránsito no puede verificarse, sin que experimentemos modos nuevos de ser.

[87.] ¿En qué consiste la relacion de causalidad eficiente? ¿qué significa la dependencia del efecto con respecto á la causa? Esta es una cuestion difícil, profunda, una de las mas difíciles y profundas que puedan ofrecerse á la ciencia. El vulgo de los hombres y aun de los filósofos, cree resolverla empleando palabras que bien analizadas, no aclaran nada.

[88.] Causar, se dice, es dar el ser. – ¿Qué significa dar? – Dar, es aquí sinónimo de producir. – ¿Qué significa producir? Con esto se acaban las explicaciones, si no se quiere caer en un círculo, diciendo, que producir es causar ó dar el ser.

Causa, se dice tambien, es aquello de que resulta una cosa. – ¿Qué se entiende por resultar? – Dimanar. – ¿Qué es dimanar? – Dimanar es venir, salir una cosa de otra. – Siempre lo mismo: palabras metafóricas que en el fondo tienen un significado idéntico.

Se dice de la causa que da, produce, hace, comunica, engendra, etc., y del efecto, que recibe, dimana, procede, resulta, viene, nace etc.

[89.] La causalidad implica sucesion; pero no se identifica con ella. Concebimos muy claramente que B es despues de A, sin que A sea causa de B. La experiencia interna y externa nos ofrece continuos ejemplos de una sucesion distinta de la causalidad. Un hombre sale al campo, otro sale despues de él; entre las salidas hay sucesion, y puede no haber ninguna causalidad. Los dos fenómenos considerados ya objetivamente, esto es, en sí mismos, ya subjetivamente esto es, en cuanto son conocidos por nosotros, están enlazados por la relacion de sucesion; mas nó por la de causalidad. Tanto en el lenguaje filosófico como en el oratorio, el post y el propter, despues y por, significan cosas muy diferentes. En los fenómenos puramente internos, se verifica lo mismo. Pienso en una cuestion filosófica, y luego me ocupo de una cuestion literaria: los dos pensamientos son sucesivos, sin que el uno sea causa del otro.

[90.] La relacion de causalidad no es el enlace de las ideas de las cosas. Las representaciones de A y B pueden estar fuertemente enlazadas en nuestro espíritu, sin que nos acordemos siquiera de la relacion de causalidad. En un lugar hemos visto una escena que nos ha hecho impresion profunda; el recuerdo del lugar nos recordará siempre la escena, y el recuerdo de la escena nos recordará siempre el lugar: aquí encontramos dos representaciones internas, fuertemente enlazadas, sin que por esto atribuyamos á los objetos la relacion de causalidad. Sabemos que dos personas acuden á un mismo punto, por motivos diferentes, sin que la ida de la una influya en la de la otra. La idea de la ida de la una se asociará en nuestro entendimiento con la de la ida de la otra; habrá pues enlace de representaciones, no obstante de que negaremos á los objetos la relacion de causalidad.

[91.] Aun cuando el enlace de las ideas sea tal que en nuestro entendimiento, por efecto de una experiencia constante, la una sea precedida siempre de la otra como lo condicional lo es de la condicion, esto no basta para la verdadera causalidad. Un observador ha notado constantemente la correspondencia del flujo y reflujo del mar con el movimiento de la luna; pero ya sea por razones filosóficas, ya porque no le haya ocurrido que el movimiento de la luna pueda influir en el movimiento del mar, considera estos fenómenos como del todo independientes el uno del otro, por mas que no acierte á explicarse la razon de tan singular coincidencia. En el entendimiento de este observador se ligarán los dos fenómenos de tal suerte que el de la luna precederá al del flujo y reflujo, sin que le sea dable invertir el órden, haciendo preceder el del flujo y reflujo al del movimiento de la luna. Hé aquí pues una prioridad necesaria en una idea, sin que se atribuya al objeto verdadera causalidad.

[92.] Si bien se reflexiona, hay en la historia de la filosofía un hecho que prueba hasta la última evidencia la exactitud de lo que acabo de decir: el sistema de las causas ocasionales sostenido por filósofos eminentes. Si un cuerpo en movimiento, dicen ellos, choca con otro cuerpo que está en quietud, le comunicará su movimiento; pero esta comunicacion no significa verdadera causalidad, sino que el movimiento del cuerpo chocante es una simple ocasion del movimiento del cuerpo chocado. Hé aquí pues concebida una cosa como una condicion necesaria para la existencia de la otra, sin embargo de que se niega que haya entre ellas la relacion de causalidad. Al pensar en los dos fenómenos, no podemos invertir el órden, concibiendo el movimiento del cuerpo chocado como condicion del movimiento del cuerpo chocante; y á pesar de esto, se puede negar la relacion de causalidad entre la condicion y lo condicional. Luego la idea de causalidad nos representa algo mas que el órden necesario de las cosas entre sí.

[93.] Esto nos conduce á una nueva fase de la cuestion. ¿La relacion de causalidad, está fielmente representada en la proposicion condicional: si A existe, existirá B? El enlace expresado por esta proposicion no es la relacion de causalidad. En cierto país, si el frutal N florece, florecerá el M; así lo ha enseñado una experiencia constante; la proposicion condicional en este caso, no expresa relacion de causalidad del florecer de N con respecto al de M; y sin embargo la proposicion es verdadera. Un fenómeno puede ser signo de la inmediata venida del otro, sin ser su causa.

[94.] Las proposiciones condicionales en que se afirma la existencia de un objeto como condicion de la existencia de otro, expresan un enlace; pero este puede no ser de los objetos entre sí, sino con un tercero. Si un criado de un caballero se dirige á un punto, luego se dirige hácia el mismo punto otro criado: la direccion del primero podrá no ser causa de la del segundo, sino de que el amo quiere que los dos vayan el uno tras del otro. Las mieses de un terreno indican el estado de las de otro; y este indicio puede expresarse en una proposicion condicional; ¿por qué? ¿es acaso por razon de la causalidad del estado de unas mieses respecto al de las otras? nó por cierto; sino porque las circunstancias del clima y de la tierra, producen entre ellas un órden de tiempo bastante fijo, para verificar la proposicion condicional, sin que intervenga la idea de causalidad de la una con respecto á la otra.

[95.] Hay muchos casos en que la relacion entre la condicion y lo condicional es necesaria, y sin embargo la condicion no es ni puede ser causa de lo condicional. Recuérdese que aquí tratamos de causa eficiente, de aquella que da el ser á la cosa, y seria muchas veces absurdo el atribuir este género de causalidad á condiciones, que por otra parte están necesariamente ligadas con lo condicional. Si se quita una coluna en que se apoya un cuerpo, el cuerpo caerá; el enlace de la condicion con lo condicional, ó de quitar la coluna con la caida del cuerpo, es necesario; la proposicion en que se expresa, es verdadera y necesaria en el órden natural; y sin embargo no se puede decir que la remocion de la coluna sea la causa eficiente de la caida del cuerpo.

[96.] Para que la proposicion condicional se verifique basta el enlace, aunque sea puramente ocasional; y nadie ha confundido jamás la ocasion con la causa. En el ejemplo presente, el cuerpo no podia caer sin remover la coluna; y debia caer por necesidad en cuanto se la removiese; pero la causa de la caída no está en la remocion sino en la gravedad, como lo manifiesta el que si el cuerpo que se hallaba sobre la coluna hubiese tenido una gravedad específica igual á la del flúido en que se hallaba sumergido, la remocion de la coluna no le habria hecho caer.

[97.] La causalidad no puede expresar una relacion necesaria de la condicion á lo condicional, si no se quieren destruir las causas libres. Suponiendo que la idea de causalidad estuviese exactamente expresada en la proposicion: si A existe, existirá B; tendríamos que sustituyendo á las letras A y B, Dios y mundo, se nos convertiria en esta otra: si Dios existe, existirá el mundo; lo que nos haria caer en el error de la necesidad de la creacion, y sustituyendo en vez de A y B, hombre y acciones determinadas, tendríamos: si el hombre existe, existirán sus acciones determinadas; lo que si implica necesidad, mata el libre albedrío.

[98.] Aquí se presenta una cuestion: ¿la relacion de causalidad estaria exactamente expresada en una proposicion condicional, tomada en sentido inverso, poniendo el efecto como condicion y la causa como condicional (nó condicional de existencia, sino de cosa necesariamente supuesta), esto es, si en vez de decir: si A existe existirá B, dijésemos, si B existe, existe A? En este caso la proposicion se puede aplicar aun á la dependencia de las criaturas con respecto á Dios; y en general á las acciones libres con respecto á sus causas, porque se puede decir con verdad: si el mundo existe, Dios existe; si hay una accion libre, existe un agente libre.

[99.] Aunque á primera vista parezca que la relacion de causalidad se explica de este modo, desde luego se descubre que la nueva fórmula tampoco es exacta. Porque, si bien es verdad en general, que si hay el efecto hay la causa, tambien es cierto que muchas veces una cosa supone á otra, nó como un efecto á una causa, sino como una simple ocasion, ó como una condicion sine qua non, que dista mucho de la verdadera causalidad. Suponiendo que el cuerpo sustentado por la coluna estuviese afianzado de tal modo que no hubiese podido caer sin removerse la coluna, se podria formar la proposicion condicional: si el cuerpo ha caido, la coluna ha sido removida; la proposicion seria verdadera sin que la remocion de la coluna fuese causa eficiente de la caida del cuerpo.

[100.] Dios podria haber criado el mundo de manera que las criaturas no tuviesen verdadera accion de causalidad las unas sobre las otras; y no obstante haberlas dispuesto de tal modo que los fenómenos se correspondiesen los unos con los otros en el mismo órden que en la actualidad. Así lo piensan los defensores de las causas ocasionales; y á esto viene á parar tambien la armonía prestabilita de Leibnitz, en la cual todas las mónadas que constituyen el universo, son como otros tantos relojes, que aunque independientes los unos de los otros, andan acordes con admirable precision. En estas hipótesis se podrian formar infinitas proposiciones condicionales, expresando las correspondencias de los fenómenos, sin que interviniese para nada la idea de causalidad.

[101.] Inferiremos de lo dicho que esta idea es algo distinta del enlace necesario; y que aun considerada en toda su pureza, no está exactamente expresada por la relacion significada en las proposiciones condicionales, ya sea que la causa se tome como condicion, ya sea que se tome como condicional. La dependencia del efecto respecto á la causa, es algo mas que un simple enlace; decir que todo lo que está ligado por necesidad, aun cuando sea sucesivamente, y en un órden fijo, está ligado con relacion de causalidad, es confundir las ideas así vulgares como filosóficas.

CAPÍTULO IX.
CONDICIONES NECESARIAS Y SUFICIENTES PARA LA VERDADERA CAUSALIDAD ABSOLUTA

[102.] Acabamos de ver que no basta el enlace necesario de dos objetos para que atribuyamos á esta relacion el carácter de causalidad: ¿qué circunstancias son menester para dicho carácter?

[103.] Si concebimos B, objeto que comienza, y suponemos que para su existencia ha sido necesario el objeto A; y este por sí solo, ha bastado para la existencia de B, encontramos en la relacion de A con B, el verdadero carácter de relacion de una causa á su efecto. Por manera que para el completo carácter de causa absoluta, son indispensables dos condiciones: 1.ª la necesidad de la existencia de A para la existencia de B. 2.ª El que sea bastante la existencia de A para que pueda existir B, sin que se requiera nada mas.

Estas condiciones pueden formularse en las proposiciones siguientes.

Si B existe, A existe.

Con solo existir A, basta para que pueda existir B.

Cuando entre dos objetos se halla una relacion tal que hace verdaderas simultáneamente estas dos proposiciones, hay relacion de causalidad absoluta.

[104.] Desde luego se echa de ver que con la explicacion que precede, pierden el carácter de causa todas las meras ocasiones, pues que no se les puede aplicar la segunda proposicion. De dos hechos enlazados ocasionalmente se dirá, que si el uno existe, existirá el otro, y por tanto se verificará de ellos la primera proposicion; pero no se dirá que con tal que el uno exista, haya lo bastante para existir el otro; así fallará en este caso la proposicion segunda. Si dos hombres están concertados para que el uno dispare un tiro en el momento que otro le haga una seña con la mano, se podrá decir que si se hace la seña se disparará el tiro; pero nó que con la seña sola, haya todo lo suficiente para que se dispare el tiro. En efecto; supongamos que el que tiene el arma de fuego se duerme, la señal se repetirá muchas veces, pero el tiro no saldrá.

[105.] Tambien se quita el carácter de causa á toda condicion, que solo lo es para remover obstáculos, removens prohibens. En tales casos es aplicable la primera proposicion, mas nó la segunda. De un cuerpo afianzado sobre una coluna de modo que no pueda caer sin que la coluna se remueva, se podria decir: si el cuerpo ha caido, la coluna ha sido removida; pero nó que baste la remocion de la coluna para la caida del cuerpo; pues que si este fuese específicamente menos grave que el flúido en que se halla sumergido, ó bien estuviese unido con otro que no le dejase caer, no caeria. Es evidente que para la caida no basta remover el obstáculo, sino que se necesita algo mas, como la fuerza de gravedad, ó un impulso cualquiera.

[106.] Todos los fenómenos enlazados en sucesion de tiempo de un modo necesario, y en un órden fijo, pierden tambien la relacion de causas y efectos, si no se les atribuye algo nuevo que legitime la aplicacion de estas ideas; pues que aun cuando el órden constante autorice á decir que, si viene A vendrá B, y luego C y luego D, y así sucesivamente, no se puede decir que con la existencia de A haya todo lo bastante para la de B ni en la de B para la de C, ya que suponemos fuera de la serie algo que debe contribuir como una condicion indispensable.

[107.] La primera proposicion: Si B existe, existe A; es verdadera con relacion á toda causa, necesaria ó libre. La segunda proposicion es aplicable tambien á estas dos especies de causas. Es preciso notar con cuidado que la proposicion no dice que si A existe existirá B; sino que la existencia de A basta para que pueda existir B. Si puesto A, se pusiese necesariamente B, la causa seria necesaria; pero si puesto A, solo se pone lo suficiente para la existencia de B, la causa queda libre; pues que no se afirma la existencia de B, sino la posibilidad de la existencia.

[108.] Apliquemos esta doctrina á la primera causa. Si el mundo existe, Dios existe; esta proposicion es absolutamente verdadera. Si Dios existe, el mundo existe; la proposicion es falsa; pues que existiendo Dios, el mundo podria no haber existido. Si Dios existe, el mundo puede existir; esto es, con la existencia de Dios hay lo suficiente para la posibilidad de la existencia del mundo: esta proposicion es verdadera: porque en el ser infinito se funda la posibilidad de los seres finitos, y en él se halla el poder suficiente para darles la existencia, si así lo quiere con su voluntad libre.

CAPÍTULO X.
CAUSALIDAD SECUNDARIA

[109.] Al fijar en el capítulo anterior las condiciones para la verdadera causalidad, he hablado siempre de la causalidad absoluta; y esto, por las consideraciones que voy á exponer, y que versan sobre la diferencia entre la causa primera y las segundas.

[110.] Ya hemos visto que la idea pura de causalidad absoluta es la percepcion de tres condiciones: la necesidad de una cosa para la existencia de otra; la suficiencia de la primera sola para la existencia de la segunda; y por fin (cuando la causa sea libre) el acto de voluntad necesario para realizar el efecto. Estas tres condiciones se hallan absoluta y plenamente en la causa primera, pues que nada puede existir sin que Dios exista; y para la existencia de un objeto cualquiera, basta la existencia de Dios con la voluntad libre de criar el objeto. Es evidente que la causalidad no puede entenderse del mismo modo en las causas segundas; de ninguna de ellas puede verificarse que su existencia sea absolutamente necesaria para la de otro efecto, pues que Dios podria haberle producido por medio de otro agente secundario, ó inmediatamente por sí mismo; ni tampoco que su sola existencia sea suficiente para la existencia del efecto, pues que todo cuanto existe presupone y necesita la existencia de la causa primera.

[111.] Así pues la idea de causalidad aplicada á Dios, significa una cosa muy diferente de cuando se la aplica á las causas segundas: lo cual debiera haberse tenido presente para no suscitar cuestiones sobre las causas segundas antes de fijar con exactitud la significacion de la palabra causa. Es cierto que la relacion del efecto á la causa es una relacion de dependencia; pero ya hemos visto que estas palabras, dependencia, enlace, condicion etc. son susceptibles de sentidos muy diversos; si estos no se fijan con claridad y precision, las cuestiones no pueden menos de embrollarse.

[112.] ¿Qué se entenderá pues por causalidad secundaria? Con las observaciones que preceden, podremos determinarlo sin mucha dificultad. En el órden de los seres criados A será causa de B cuando se reunan las condiciones siguientes.

1.ª Que la existencia de A sea necesaria (segun el órden establecido) para la existencia de B, lo cual deberá poder formularse en esta proposicion: si B existe, A existe ó existió.

2.ª Que en el órden establecido, B y A formen una serie que suba hasta la causa primera, sin que sea necesario el concurso de los términos de otras series.

Esta condicion tal vez no se la entenderia, si no se la aclarase con ejemplos.

[113]. El movimiento de la pluma es efecto del movimiento de mi mano; y hallo aquí la verdadera relacion de causalidad secundaria, porque subo por una serie de condiciones, que no han menester de las de otra serie: el movimiento de la pluma depende del de la mano; el de la mano depende de los espíritus animales (ó de la causa que mejor parezca á los fisiólogos); el de los espíritus animales depende del imperio de mi voluntad; y la voluntad depende de Dios que la ha criado y la conserva. Aquí encuentro una serie de causas segundas, á las que atribuyo el verdadero carácter de causalidad, en cuanto se puede hallar en un órden secundario; y la causa eficiente, principal entre las secundarias, será mi voluntad, porque en el órden secundario ella es el primer término de la serie. El movimiento de la pluma de mi escribiente depende de mi voluntad, pero nó como de una verdadera causa eficiente, sino como de una ocasion; porque en el escribiente se halla la misma serie que en el ejemplo anterior, y en esta serie se encuentra el primer término que es su voluntad, la cual yo no puedo determinar absolutamente, pues que por ser libre se determina á sí propia. La causalidad eficiente verdadera se halla en la voluntad del escribiente; pues allí se termina la serie cuyo primer término no está á mi disposicion, sino en un sentido impropio, es decir, mientras el escribiente quiere.

[114.] Un cuerpo A en movimiento, choca con el cuerpo B que está en quietud: el movimiento del cuerpo A es causa del movimiento del cuerpo B, y la causalidad se irá encontrando en todos los términos de la serie, esto es, de todos los movimientos cuyas comunicaciones sucesivas hayan sido necesarias para que el movimiento llegase al cuerpo B. Supongamos que en la serie de las comunicaciones se han removido obstáculos, que hubieran impedido la comunicacion del movimiento; las remociones eran condiciones indispensables en el supuesto de haber los obstáculos; pero no eran verdaderas causas, por ser términos ajenos á la serie de las comunicaciones, y que hubieran podido no existir, sin que dejase de existir el movimiento. Porque suponiendo que no hubiese habido obstáculos, no hubiera habido remociones, y sin embargo el movimiento se habria comunicado. Esto no se verifica respecto de los términos que forman la serie de las comunicaciones; pues que si las representamos por

A. B. C. D. E. F....

el movimiento de A no puede llegar á F, si se quita uno de los cuerpos intermedios que sirven de vehículo á la comunicacion.

[115.] De esta teoría se infiere que la idea de causalidad secundaria nos representa el encadenamiento de varios objetos que forman una serie, la cual va á terminar en la causa primera; ya sea por un órden necesario, como sucede en los fenómenos de la naturaleza corpórea; ya mediando un término primero en el órden secundario, con determinacion propia, como sucede en las cosas que dependen de la voluntad libre.