Kitabı oku: «Aproximaciones a la filosofía política de la ciencia», sayfa 12

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4 James Brown, Who rules in science? An opinionated guide to the wars. Cambridge, Ma., Harvard University Press, 2001. [Regreso]

5 Thomas Uebel, "Political Philosophy of Science in Logical Empiricism", congreso History of Philosophy of Science (hopos), Notre Dame University, junio, 2004. [Regreso]

6 Cfr. Gilbert Hottois, Essais de philosophie bioéthique et biopolitique, París, Vrin, 1999. [Regreso]

7 R. Westfall, Newton: una vida, Madrid, Cambridge University Press, 1996: 49-50. [Regreso]

8 Datos tomados de J. M. Sánchez Ron, El poder de la ciencia, Madrid, Alianza, 1992. [Regreso]

9 Cfr. S. Lelas, Science and Modernity, Dordrecht, Kluwer, 2000. [Regreso]

10 M. A. Quintanilla, "Ciencia e información en una sociedad democrática", en I Congreso Nacional de Periodismo Científico, Madrid, csic, 1991: 68. [Regreso]

11 Además de la obra clásica de Thomas Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, México, fce, 1975, para hacerse una idea del giro pragmático en filosofía de la ciencia, puede verse J. Echeverría, Filosofía de la ciencia, Madrid, Akal, 1995 y Alfredo Marcos, Hacia una filosofía de la ciencia amplia, Madrid, Tecnos, 2000. [Regreso]

12 Puede verse, por ejemplo, el relato que hace Bruno Latour de los hallazgos de Joliot sobre radiactividad, "Joliot: punto dse encuentro de la historia y de la física", en M. Serres, Historia de las ciencias, Madrid, Cátedra, 1991: 552-573. [Regreso]

13 Su texto clásico es La lógica de la investigación científica, Madrid, Tecnos, 1973. [Regreso]

14 L. Laudan, El progreso y sus problemas, Madrid, Encuentro, 1986. [Regreso]

15 Empleo aquí el término en el sentido que le da Ambrosio Velasco en su libro Tradiciones naturalistas y hermenéuticas en la filosofía de las ciencias sociales, México, unam, 2000. [Regreso]

16 Sobre la ciencia como subsistema social en relación con otros, puede verse Evandro Agazzi, El bien, el mal y la ciencia, Madrid, Tecnos, 1996. [Regreso]

17 Cfr. P. Feyerabend, La ciencia en una sociedad libre, Madrid, Siglo XXI, 1978. [Regreso]

18 Pierre Aubenque, La prudencia en Aristóteles, Barcelona, Crítica, 1999. [Regreso]

19 Para la exposición de la historia y definición del principio de precaución sigo el texto de Ramón Ramos Torre, "El retorno de Casandra: modernización ecológica, precaución e incertidumbre", en J. M. García Blanco y P. Navarro, ¿Más allá de la Modernidad?, Madrid, cis, 2002: 403-455. [Regreso]

20 Los datos sobre la lluvia ácida los tomo de B. Lomborg, El ecologista escéptico, Madrid, Espasa, 2003: 259-263. [Regreso]

21 P. Kourilsky y G. Viney (dirs.), Le principe de précaution. Rapport au Premier Ministre, París, Odile Jacob-La Documentation Française, 2000: 21, apud en Ramos Torre, op. cit.: 424. [Regreso]

22 Ramos Torre, op. cit.: 424. [Regreso]

23 Tenemos diversas formulaciones del principio de precaución, todas apuntan hacia una cierta actitud, pero ninguna de ellas puede ser leída como una definición. Pueden verse hasta seis variantes textuales en Torres Ramos, op. cit.: 416, procedentes de los siguientes textos: II Conferencia sobre la protección del Mar del Norte (1987); III Conferencia Interministerial sobre el Mar del Norte (1990); Declaración de Río en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el medio ambiente y el desarrollo (1992); Protocolo sobre bioseguridad de Montreal (2000); Tratado de Amsterdam de la Unión Europea (1998); Francia: Ley 95-101 sobre protección del medio ambiente (1995). Todas ellas presentan como elemento común la legitimidad de actuar sobre las supuestas causas para evitar posibles efectos gravemente dañinos aun sin certeza científica sobre la relación causa-efecto. [Regreso]

24 Kourilsky y Viney, op. cit.: 151, cursiva añadida. [Regreso]

El error baconiano ¿qué hay de la naturaleza?
Andoni Ibarra

Introducción

A los éxitos indudables atribuibles al desarrollo tecnológico actual se asocian también fenómenos poco deseables como catástrofes, riesgos y efectos colaterales no controlables, o una limitada aceptación de algunas tecnologías por parte del público. El resultado no es sólo la ambivalencia sino la emergencia de una imagen del complejo ciencia-tecnología inestable y en crisis. En la "imagen pública" de la ciencia y la tecnología se han incorporado así nuevas exigencias para el desarrollo científico-tecnológico que se orientan en un doble requerimiento de interés en el foco de atención de esta contribución: una mayor compatibilidad socioambiental de ese desarrollo y una nueva comprensión de la relación naturaleza/sociedad. De esta manera, crecientemente, en esa imagen pública de la ciencia y la tecnología se asocian ciertas crisis, singularmente la crisis ecológica, a las formas dominantes de la actividad tecnológica y, de manera alternativa, se aboga por enfoques teóricos y prácticos más "responsables" en el terreno de la acción tecnológica.

En el núcleo de esta actitud crítica ante la praxis científico-tecnológica actual se identifican dos componentes: I) por un lado, el proyecto histórico de la modernidad, que concibe a la naturaleza como un mero medio, un instrumento manipulable para la obtención de mayores niveles de conocimiento y bienestar; II) por otro lado, también constituye ese núcleo el postulado que atribuye a la racionalidad mecanicista-tecnológica resultante de ese proceso histórico, los efectos no deseados de los logros científico-técnicos. De ambas componentes se concluye: III) la necesidad de erigir otro proyecto que procure una ciencia-tecnología compatible con los objetivos socioambientales admitidos. Esta postura la encontramos expresada de una u otra forma en los diferentes discursos sociopolíticos sobre la sostenibilidad. En general, en línea con ese objetivo se postulan en ellos prácticas, resultados y aplicaciones científico-técnicas compatibles con la sostenibilidad social y ambiental. Son, sin duda, aspectos deseables, pero que adolecen del "problema de la externalidad", esto es, fijan "desde fuera", por así decir, nuevas condiciones para la investigación y las prácticas científico-técnicas. La dificultad que se plantea a esta posición es que la pretensión de modificación de las prácticas o de las aplicaciones científicas y tecnológicas no equivale a una realización realmente efectiva de esa modificación en el marco establecido de la praxis científico-tecnológica. Considero, por ello, necesario analizar conceptual y estructuralmente "desde dentro" esa praxis, para identificar los rasgos característicos de la ciencia y la tecnología de nuestra época.

Un paso en esa dirección nos lo ofrece ya el estudio de la ciencia y la tecnología en el marco de prácticas más complejas que involucran también lo social y lo natural. Los procesos identificables en el complejo interdependiente ciencia-tecnología-naturaleza-sociedad (CTNS) revelan propiedades no-mecanicistas, no-lineales, dinámicamente complejas, que resultan difícilmente conceptualizables como procesos científico-tecnológicos mecanicistas. La filosofía de la ciencia no ha prestado mucha atención a la conceptualización de esas propiedades y los Social Studies utilizan instrumentos de análisis aún poco desarrollados para abordar los procesos evolutivos científico-técnicos, sociales y naturales en su completo marco de complejidad. Pero la necesidad de nuevas perspectivas se hace patente si se plantea el horizonte problemático de una comprensión más profunda de la dinámica de la innovación científico-técnica, una mayor controlabilidad de las consecuencias no deseadas de esa innovación, así como la posibilidad del planteamiento de horizontes alternativos. El punto de partida adoptado aquí es el de la crítica de los estudios que abordan el análisis de la ciencia-tecnología en el vector ciencia-tecnología-sociedad, a partir de la inserción en él del elemento "naturaleza".

El objetivo es concebir el complejo CTNS como una praxis coevolutiva en la que los elementos interaccionan de manera compleja. Este objetivo exige considerar los elementos ciencia, tecnología, naturaleza y sociedad como ingredientes constitutivos de esa praxis, esto es, requiere al menos considerar estos tres aspectos: I) una conceptualización de la naturaleza como elemento de la praxis humana; II) una conceptualización de la naturaleza con la que la sociedad pueda interaccionar; y III) una conceptualización de la ciencia y la tecnología como agencias activas y dinámicas que interaccionan en el complejo CTNS.

Para ello se considerará, en primer lugar, el cambio operado en las formas de producción del conocimiento y las transformaciones que él introduce en las relaciones sociales de nuestro tiempo, dando lugar a la denominada sociedad del conocimiento. Nos preguntaremos a continuación si en el nuevo contexto social rige aún el proyecto baconiano de dominación de la naturaleza, corolario del dictum "conocimiento es poder". Consideraremos por turno dos respuestas, positiva y negativa, a la cuestión de la vigencia de ese proyecto. Aunque opuestas, ambas respuestas reclaman una nueva conceptualización de la ciencia y la técnica, y de su interacción con la naturaleza. En la sección cuarta se procura contribuir al esfuerzo de esa nueva conceptualización situando la ciencia y la técnica contemporáneas en el dominio de la praxis, a partir de la distinción aristotélica de episteme, techne y phronesis, y de su reconfiguración actual. En la sección final se alegará a favor de la focalización de la praxis deliberativa de los problemas científicos y técnicos en torno a la cuestión del poder, en lugar de orientarlos en el contexto de una racionalidad comunicativa meramente procedimental.

De la sociedad industrial a la sociedad del conocimiento

Hoy es común cuestionar el modelo de desarrollo tecnológico; de hecho, se alude frecuentemente a la crisis de ese modelo. Algunas líneas actuales en el estudio de la ciencia y la tecnología han contribuido notablemente a considerar el problema en su alcance y profundidad. En ellas no son únicamente la tecnología y la ciencia las que están en el centro del análisis, sino que también lo están la naturaleza y la propia sociedad. Esos estudios están procurando, además, abordar de manera más integral la actividad científico- técnica, pretendiendo una revisión de las concepciones dominantes de la innovación científico-técnica y de la relación CTNS. Esta comprensión más integral nos permite ya constatar dos hechos: I) la profunda integración entre la ciencia y la tecnología actuales; II) la revolución científico-técnica opera no sólo en un ámbito estrictamente epistémico, sino que coevoluciona con cambios profundos en el sistema industrial, la sociedad y la cultura. ¿Cuál es el sentido de esos cambios?

Podemos caracterizarlo esquemáticamente del siguiente modo: El paradigma "científico-tecnológico-industrial" que ha impregnado todos los dominios de la vida ha caracterizado también una forma de racionalidad imperante en una época. Según esa racionalidad, el punto de partida de la noción de progreso descansa en la idea de que el desarrollo del conocimiento empírico de los fenómenos y hechos naturales procura los medios para alcanzar el dominio práctico de la naturaleza. La ciencia moderna ha conseguido vincular de este modo verdad y utilidad. Además, ha dado lugar a la sociedad industrial característica de una fase de la modernidad. Pues bien, la crisis del paradigma (de la racionalidad) "científico-tecnológica-industrial" y la reflexión sobre ella, no sólo compromete una investigación sistemática histórica de su evolución, sino que, sobre todo, fuerza el estudio de la racionalidad científico- técnica de la modernidad y la crisis de la sociedad industrial.

Existe suficiente evidencia en esa dirección para concluir que el cambio del paradigma vinculado a la sociedad industrial, a otro vinculado a la sociedad del conocimiento, no sólo genera una modificación en el sistema de valores, sino transformaciones que se sitúan más bien en las formas de establecer las relaciones en el complejo CTNS. ¿Cuáles son esas transformaciones? Retomaré la cuestión de inmediato, pero debe quedar claro, para comenzar, que la relación crítica entre CYT y la naturaleza, se concibe como característica propia de un proceso histórico de la racionalidad, antes mencionada, no como una constante antropológica inmutable. Por lo mismo, la historia moderna de la humanidad no puede entenderse estrictamente como parte de una pretendida historia natural ni como una historia meramente cultural, sino más bien como la historia de la relación compleja entre la "primera" y la "segunda" naturaleza, por utilizar los términos de Lothar Schäfer para designar a la "naturaleza" convencional y a la resultante de la construcción científico-técnica.1 Es esa relación entre ambas naturalezas la que entra en una relación de crisis –Schäfer la denomina "crisis ecológica"– en la etapa final de la sociedad industrial. Según este autor, la intensificación de la capacidad productiva lleva al extremo el flujo de intercambio material con la naturaleza, originando de este modo un enorme sobreesfuerzo ecológico que requiere de una nueva comprensión del actual complejo CTNS que haga posibles prácticas sociales de sostenibilidad con respecto a la primera naturaleza. A su juicio, esa posibilidad se establece crecientemente en la nueva situación caracterizada por la sociedad del conocimiento.

Retomando entonces la cuestión planteada más arriba, resulta manifiesto por lo dicho que el sentido de la respuesta se vincula justamente a la posibilidad de esa nueva comprensión de las relaciones en el complejo actual CTNS. Trataré de avanzar algo en esa dirección planteando la pervivencia (o no) en la nueva realidad caracterizada por la sociedad del conocimiento del denominado "Proyecto de Bacon" fundamentador del paradigma científico- técnico-industrial.

¿Vigencia del proyecto de Bacon?

Quizás por primera vez en la historia la tecnología adquiere un significado determinante en la interacción entre la naturaleza y la sociedad, no sólo respecto de la crisis actual entre lo que hemos denominado primera y segunda naturaleza, sino, sobre todo, en la fijación de estrategias de futuro para la superación de esa crisis. En 1993 Schäfer publicó El proyecto de Bacon. Sobre el conocimiento, utilización y conservación de la naturaleza y en él veía esas estrategias de futuro, en la profundización de lo que denominaba el "proyecto de Bacon revisado". Con esa revisión se pretendía no tanto reiterar los lineamientos de la "crítica popular, general, al 'proyecto de la modernidad'",2 sino más bien presentar una reforma fundamental del programa de la modernidad con la finalidad de evitar la crisis ecológica. A su juicio, del programa original rige la vigente "utopía" baconiana erigida sobre el principio fundamental de la "vinculación de ciencia, tecnología y bienestar común" 3 –si bien, claro está, con modificaciones pertinentes en la aplicación práctica del principio.

Según Schäfer, el itinerario de la crisis ecológica muestra que "el programa baconiano se encuentra en una fase crítica",4 y por ello deben introducirse correcciones fundamentales en el programa si queremos compatibilizar el "beneficio social a largo plazo" con una relación tecnológica cautelosa con la naturaleza –una idea completamente extraña a Bacon:

No hay en Bacon posibilidad alguna de distinguir entre un uso razonable de la naturaleza [=forma sostenible a largo plazo de utilización de la naturaleza] y la explotación de la naturaleza [= destrucción de la naturaleza mediante el beneficio a corto plazo]; así pues, todo uso de la naturaleza desemboca para él en un incremento del bienestar humano. En Bacon no existe posibilidad alguna de distinción entre tecnologías buenas y malas; la técnica como tal incrementa y asegura el bienestar humano.5

Schäfer formula entonces la máxima para un complejo ctns estable, que valga no sólo para el proyecto Bacon, sino también para cualquier otro proyecto teórico de estrategia global para la conservación y evolución de la bioesfera: "El proyecto Bacon sólo puede mantenerse si es posible establecer en el programa baconiano distinciones, y cautelas, y cláusulas de reserva basadas en esas distinciones, que permitan evitar los efectos destructivos de la crisis ecológica que se presentan en la biosfera". 6

Si bien ese aspecto está sujeto a revisión fundamental, del proyecto de Bacon debe retenerse –de ahí el interés de su vigencia actual, según Schäfer– la idea de que la ciencia y la investigación científico-técnica en general están "orientadas a problemas", es decir, están relacionadas con cuestiones sociopolíticamente relevantes, reales y externas, y no pseudolegitimadas desde el punto de vista estrecho, interno a cada disciplina. La interdisciplinariedad y un "nuevo tipo de cientificidad" son las consecuencias positivas a retener de la imagen baconiana de la ciencia.

¿En qué dirección debe revisarse el proyecto de Bacon? Schäfer considera dos elementos. En primer lugar, teniendo en cuenta el potencial de riesgo de las tecnologías actuales, las prácticas de la ciencia natural y de la tecnología no pueden regirse ya por el principio del "ensayo y error", sino que se requiere otra forma distinta de producción del conocimiento que procure el "desarrollo de un conocimiento anticipatorio" mediante la evaluación de consecuencias.7 Ello es hoy posible porque el desarrollo de procedimientos de simulación cuasiexperimental, entre otros, faculta, por ejemplo, representar procesos naturales muy complejos que en principio ni siquiera son concebibles en las condiciones reales de laboratorio. A juicio de Schäfer, "la modelización de los procesos ofrece, frente a la teoría y el experimento habituales, una posibilidad completamente nueva de investigación científica en dominios naturales complejos –bajo la perspectiva de la acción posible". 8

Junto a esta nueva forma de acceso simulado a la naturaleza, Schäfer considera un segundo elemento en su revisión del proyecto de Bacon: un concepto alternativo de naturaleza que caracteriza las variadas relaciones de intercambio fisiológico del organismo humano con la naturaleza. Este concepto fisiológico de naturaleza adquiere un significado medular en su revisión. Esa naturaleza

emerge sólo en el conjunto de materia y energía realmente consignado (a través de la alimentación, la respiración, el intercambio radiactivo y de calor, etcétera) y en la reacción del organismo a él en tanto que bienestar o ausencia de bienestar. Desde la centralidad del organismo, la naturaleza se relaciona con él de manera positiva y negativa, emergiendo así un concepto de naturaleza completamente distinto al habitual. 9

No se busca reemplazar el "concepto cosmológico de naturaleza" –más tradicional– por el fisiológico, porque aquél sigue siendo agencia en la medida que tenemos acceso a la naturaleza a partir del conocimiento científico natural vinculado al concepto cosmológico. Él fija la base del concepto fisiológico: "Obtenemos entonces el concepto fisiológico de naturaleza no mediante una constitución propia, sino delimitando la base de lo cosmológico". 10 La naturaleza fisiológica constituye un "segmento" de la naturaleza cosmológica. Ella permite, según Schäfer, una "nueva valoración y evaluación cualitativa" en la resolución de los problemas ecológicos. De este modo se puede "tomar en consideración el aspecto ecológico bajo el completo reconocimiento del conocimiento científico natural". 11

Esto no significa, sin embargo, que todo proyecto científico-técnico histórico, aparentemente "razonable", sea igualmente válido, porque la naturaleza orgánica humana constriñe ciertas relaciones entre la naturaleza y la técnica como más adecuadas para la reproducción del horizonte posible de esas relaciones. Así,

Independientemente de la cuestión de su deseabilidad para los fines de la humanidad o de su realizabilidad en un sentido técnico, siempre se nos presenta la cuestión de si un proyecto cultural determinado es compatible o no para nosotros como organismos; al cuerpo le corresponde un derecho de veto frente a nuestros proyectos de relaciones de vida tecnificadas. Debemos hacer responsables a nuestras utopías ante nuestra salud corporal. Es nuestra corporeidad la que nos vincula a este mundo y la que impide que nuestro vuelo especulativo pueda continuar en "mundos posibles". 12

La autodeterminación del ser humano y su constitución natural están, por lo tanto, en una "relación de contrastación flexible" entre sí, a través de procesos fisiológicos vitales: "Los proyectos de vida anclados en la autonomía del sujeto, por un lado, y las consecuencias en nuestra salud del intercambio material con la naturaleza, por otro, son instancias independientes y no reducibles en la valoración cultural." 13

Schäfer cualifica su enfoque como "antropocentrista" para delimitarlo claramente de un enfoque fisiocentrista. El primero de los enfoques permite hacer compatible la técnica con la naturaleza siempre que evitemos, advierte Schäfer, "el error de considerar como datos de la naturaleza proyecciones de nuestro yo". 14 Pues las "proyecciones de nuestro yo" caracterizan buena parte de las prácticas científico-técnicas actualmente dominantes: se concibe la técnica como un instrumento para la consecución de las finalidades humanas, en la que los "datos de la naturaleza" pueden ser "elaborados" al amparo de esa finalidad instrumental de la técnica. En cierto sentido la puesta en valor de la técnica va acompañada de una devaluación de la naturaleza. Schäfer se plantea entonces el problema de cómo caracterizar una técnica no basada en proyecciones subjetivas realizadas sobre una concepción mecanicista del comportamiento de la naturaleza y de la técnica, sino en un marco de relaciones compatibles para la sociedad, la tecnología y la naturaleza.

Ese marco se identifica en los procesos de intercambio material procurados por la tecnología y ecológicamente compatibles entre los seres humanos y la naturaleza. La cuestión es, entonces, caracterizar adecuadamente la praxis social en la interacción científico-técnica con la naturaleza. 15 Schäfer propone considerar esa praxis (acción práctica) ecológicamente satisfactoria a partir de la corporeidad humana y del uso consecuente de la naturaleza concebida en su expresión fisiológica, esto es, del uso a través de las relaciones de intercambio material entre los seres humanos y la naturaleza, de tal forma que ésta resulta positivamente constituida mediante, justamente, la aplicación del desarrollo tecnológico. Esta "referencia a los humanos" permite establecer en ellos el patrón del éxito o fracaso de la técnica, porque "cuando el desarrollo técnico produce consecuencias negativas, éstas se vuelven en primer lugar contra los seres humanos". 16

Un ejemplo paradigmático de su propuesta, a juicio de Schäfer, lo ofrece: en el dominio de la producción energética, la transformación del motor térmico de explosión a la hidrotecnología renovable, en la que se "extraen" los flujos de energía que fluyen en la naturaleza de manera compatible con el "presupuesto global de la naturaleza fisiológica".17 Con esta nueva tecnología no sólo se reconquista el "pensamiento del futuro" sino que se reformula también una nueva "utopía" del progreso de orientación baconiana, pero adaptada a las nuevas relaciones del complejo ctns: "Esto ciertamente, no sólo presupone mucho conocimiento científico natural e imaginación técnica; se requiere en la sociedad, sobre todo, una aguda conciencia de las amenazas originadas en la prosecución de una praxis más segura, y del deber de reservar para nosotros y para las generaciones futuras un futuro digno de ser vivido." 18

En línea con la propuesta de Schäfer, de procurar una comprensión más ecológica de nuestras sociedades actuales, continuaremos más adelante con la tarea de ensayar una nueva concepción del complejo CTNS centrado en la acción práctica social.19 Antes evaluaré la propuesta de Schäfer con otra surgida también a partir de la reflexión sobre la vigencia y pervivencia del programa baconiano.

La discontinuidad del proyecto de Bacon

El mismo año de la publicación del libro de Schäfer vio también la luz la obra de Gernot Böhme Al final de la era baconiana (1993). Pero, a diferencia de Schäfer, Böhme considera que los desaciertos y consecuencias negativas del Proyecto de Bacon no son reformables. Significativamente, sin embargo, sus propuestas alternativas tecnológicas son en lo esencial semejantes a las de Schäfer.

Según Böhme, el postulado fundamental baconiano de que el desarrollo científico y técnico es coincidente con el desarrollo humano, es falso:

El programa de Bacon se ha completado de una manera que él nunca hubiera podido imaginar. Pero, ¿se ha satisfecho su convicción de que el desarrollo científico-técnico sería al mismo tiempo desarrollo humano y social? A esa pregunta debemos responder hoy con un no. Esto es algo nuevo, supone un profundo desencanto, que exige una revisión fundamental de nuestra relación con la ciencia.20

Böhme ofrece tres razones fundamentales para su diagnóstico. Primero, la relación de la ciencia y la tecnología con potencias destructivas poderosas, en especial en el ámbito militar. Segundo, la imposibilidad de que pueda hacerse un uso "bueno" –sea como fuere que lo entendiéramos– de la tecnología actual, concebida como un instrumento axiológicamente neutral, a partir de la mera intencionalidad humana:

Bacon había supuesto que las consecuencias de la ciencia y la técnica son siempre buenas, si se procede con buenas intenciones. Pero aquí aparecen justamente profundas dudas de principio. Porque toda acción técnica, ya sea en la naturaleza, en el cuerpo humano o en la sociedad, conlleva efectos colaterales además de determinadas consecuencias [perseguidas]; de tal modo que, independientemente de las intenciones humanas, no pueden diferenciarse completamente las consecuencias de los efectos colaterales, y por tanto hay que pensar que, junto con cada acción útil de la ciencia y la técnica se originan también daños.21

Y, finalmente, tercero, el fracaso del socialismo científico ha patentizado que no tiene sentido ni es posible un desarrollo social planificado de manera centralista y fundamentado en la racionalidad científico-tecnológica dominante:

La idea baconiana a este respecto era que se podría constituir una sociedad auténticamente humana mediante la planificación racional y su aplicación. Represión, subalternidad, menoscabo de la iniciativa individual y, finalmente, colapso económico han sido sus consecuencias. La importancia histórica del fracaso de ese experimento social no es previsible todavía. Lo que en todo caso está claro es que no se trata únicamente del fracaso contingente de un determinado sistema económico, sino del fracaso de una idea, la idea de una sociedad organizada científicamente. 22

A partir de aquí Böhme no se plantea la cuestión de si la tecnología y la ciencia contribuyen a hacer más humana la vida social. Su pregunta es otra: "qué debe significar humanidad en las circunstancias de una forma de vida completamente conformada por lo científico y lo técnico". 23

Para responder a la cuestión Böhme estipula dos condiciones de adecuación: que la ciencia y la tecnología sean "social y ambientalmente compatibles". Pero requiere además una nueva comprensión de la relación entre la sociedad y la ciencia-tecnología, una comprensión, a su juicio, no suficientemente considerada aún en los estudios sobre la ciencia y la tecnología. Porque, en referencia sobre todo a las estrategias de crítica y control de los avances y desarrollos científico-tecnológicos que se proponen en esos estudios, Böhme puntualiza: "También esas estrategias tratan de controlar la ciencia. Y lejos de mí cuestionar su necesidad. Pero debe criticarse que esas estrategias de preservación y meramente reparadoras están de alguna manera truncadas porque se echa en falta en ellas una nueva comprensión de nuestra relación con la ciencia". 24

Por ello, como Schäfer, pretende reflexionar sobre el conjunto de interacciones del complejo CTNS, sin considerar cada uno de sus elementos como nodos aislados del resto.

Situando a la ciencia focalmente en la reflexión, el estudio de las interacciones en el complejo mencionado se expresa en cuatro ámbitos de reflexión, según Böhme:

1. El primer ámbito tiene que ver con la cuestión de "qué es ciencia y qué no". Se trata de desfetichizar la ciencia e integrarla como una forma posible más en un espectro amplio de formas de conocimiento. En este sentido, debe procederse a la "rehabilitación del conocimiento no-científico", porque con frecuencia resulta adecuado en la resolución de problemas en determinados contextos de acción: "Habría que mostrar que la ciencia es un tipo determinado de conocimiento con una estructura especial y que ese tipo de conocimiento tiene sentido en determinadas circunstancias y bajo determinadas intenciones actitudinales". 25

2. El segundo ámbito de reflexión tematiza la relación entre la ciencia, la educación y la cultura: es preciso modificar radicalmente la actual confrontación entre la esfera científico-técnica y la esfera socio-cultural. "La ciencia no sólo debe presentarse ante nosotros con un significado cultural; lo relevante es que se nos presente como una empresa productora de cultura". 26

3. Tercer ámbito. Lo anterior sólo puede realizarse, según Böhme, si la ciencia se libera de su concepción teleológica utilitarista dominante, es decir, si concebimos "que la ciencia opera para obtener conocimiento y orientarnos en un mundo dado". 27Esta concepción debe abandonar la manipulación instrumental de la naturaleza, establecer una nueva relación con ella. Böhme considera que algunas líneas de investigación actuales abren horizontes de posibilidad en esa dirección:

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