Kitabı oku: «Sin miedo al fracaso», sayfa 3

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9 de enero - Adventismo

Los Estados Unidos despiertan

“¡Yo estoy por encima de las naciones!” (Sal. 46:10).

¿Cómo entretener a un país nuevo y en constante crecimiento? ¿Me creerías si te digo que con religión? No, no es falta de respeto, es lo que sucedió en los Estados Unidos poco antes del nacimiento de la Iglesia Adventista.

Verás, antes de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, los habitantes de esa nación adoptaron una actitud de “lo tomas o lo dejas” hacia el cristianismo. La gente había emigrado desde Europa, donde los gobiernos llevaban siglos discutiendo qué versión del cristianismo imponer a la gente, y la mayoría estaba feliz de haberse sacudido a la Iglesia Católica de encima. La mayoría de los fundadores de los Estados Unidos eran “deístas”, pensaban que Dios lo creó todo en el principio, pero que tenía mejores cosas que hacer que mantener este planeta.

El absurdo extremismo antirreligioso de la Revolución Francesa de 1789 aplacó un poco el deísmo, y la neutralidad religiosa oficial de los Estados Unidos inspiró a sus ciudadanos a darle un nuevo giro a la religión. Luego, el Segundo Gran Despertar hizo que los estadounidenses buscaran nuevamente la espiritualidad, así que muchos curiosos se mostraron dispuestos a probar algo nuevo.

Esa nueva nación independiente inspiró decenas de nuevas denominaciones, ya que muchos comenzaron a fundar iglesias. Las iglesias metodistas y bautistas se multiplicaron debido a que la gente acudía en masa a algo novedoso y divertido llamado “campestres”. Los campestres eran reuniones de reavivamiento que se celebraban al aire libre, en grandes espacios abiertos y con cantos, gritos y alboroto. Los predicadores les recordaban a sus oyentes cuán miserables pecadores eran, pero les aseguraban que Jesús les ofrecía una nueva vida. Y para demostrar que su religión era más que blablablá, comenzaron a trabajar para acabar con la esclavitud y con otros males que los deístas habían permitido. Incluso la creciente población de esclavos de los Estados Unidos adoptó el cristianismo al descubrir que aquello que sus amos hipócritas seguían podía liberar sus mentes y sus cuerpos de tanto sufrimiento.

Cuando fue asesinado en 1844 por una mafia, Joseph Smith había afirmado tener visiones angelicales y haber descubierto y traducido revelaciones perdidas desde la antigüedad en unas placas de oro escondidas en las colinas de Nueva York; había fundado la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y dirigía un creciente grupo de seguidores; había intentado fundar una “nueva Sion” y se había postulado para presidente de los Estados Unidos. Pero también estaba un hombre llamado William Miller. Hablaremos de él la próxima vez que tratemos la sección “Adventismo”.

10 de enero - Biblia

Y Dios dijo

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Gén. 1:1, 2, RVR95).

Si alguna parte de la Biblia es controvertida, son los versículos iniciales. ¿Son literales? ¿Es una metáfora? ¿Es una mezcla de ambas cosas?

Génesis 1 narra que Dios tomó una masa oscura, desolada y vacía, le dio forma y la convirtió en el hogar de todo lo que tiene vida, incluyendo la cúspide de la creación: los seres humanos, que diseñó a su propia imagen. Entonces, ¿qué podemos decir objetivamente de esto?

El relato de la creación que encontramos en la Biblia no es anticientífico, pero tampoco es científico. Génesis no trata de hacer un análisis exhaustivo de todo lo que sucedió. Aborda las preguntas que se hacían los antiguos israelitas, no los problemas y las preguntas que nosotros tendríamos con el texto en sí mismo. Habla en términos teológicos, no en términos científicos del siglo XXI. Tiene implicaciones para la ciencia moderna, pero usa un lenguaje teológico. Necesitamos encontrar primero el mensaje teológico y luego ver cómo se aplica a nuestras preguntas científicas.

Los prodigios de Dios narrados en Génesis 1 establecen el patrón de lo que hace después. Por ejemplo: Dios divide las aguas cuando crea el mundo, las vuelve a unir en el diluvio y las vuelve a dividir cuando los israelitas cruzan el mar Rojo. En el huerto del Edén, Dios les dice a sus hijos que sean fructíferos y les explica qué pueden comer, y da un mensaje similar a Noé y a su familia después del diluvio. El resto de la Biblia se refiere a estos actos una y otra vez, hasta el Apocalipsis.

Génesis nos asegura que el Dios eterno está al control de la historia de este mundo.

Otros pueblos creían que los seres humanos y el mundo habían sido creados por accidente, cuando los dioses se pelearon entre sí. Sus dioses no siempre existieron, sino que aparecieron como resultado de fuerzas naturales (algo parecido a lo que dice la teoría de la evolución). Sus dioses no eran eternos, sino que algún día desaparecerían nuevamente cuando el universo volviera al caos. Muchos pueblos adoraban y temían a las distintas fuerzas de la naturaleza como si fueran dioses, pero Génesis dice que todas las fuerzas naturales están bajo el control de un solo Dios.

A Dios le encanta crear cosas nuevas y hermosas a partir del caos. Es su especialidad, y está ansioso de hacerlo también en tu vida.

11 de enero - Espiritualidad

La imitación religiosa

“Lo que ya se ha hecho se volverá a hacer ¡y no hay nada nuevo bajo el sol!” (Ecl. 1:9, NVI).

La primera vez que vi este fenómeno fue en una actividad juvenil, cuando tenía trece años. Las camisetas mostraban a Sansón derribando un templo pagano, con las palabras “Gimnasio de Dios” en un logotipo sospechosamente parecido al de un gimnasio. De repente, una horda de imitaciones baratas se apoderó del mercado cristiano, en el que aparecieron versiones casi idénticas de carteles de películas famosas, anuncios de refrescos e incluso personajes de dibujos animados. La mayoría de los artículos cristianos de hoy tienen un poco más de identidad propia y originalidad, como gorras que dicen “Yo [corazón] a Cristo” y sandalias de playa que dejan impresa la frase “Jesús te ama” en la arena con cada paso que das. Sí, este tipo de testificación también tiene su público.

Cuando paso frente a ciertas iglesias siempre estoy listo para ver algún juego de palabras publicado en su cartelera externa:

No seas como el último que entró al arca de Noé: el delfín.

Tenemos wifi gratis, ¡tómalo como una señal divina!

La preocupación es un cuarto oscuro donde se revelan los negativos.

Bueno, ese último me gusta. No es un mal chiste; de hecho parece una frase que Salomón habría escrito si hubiera estado de humor y hubiera conocido las cámaras de rollo fotográfico. Lo que viene a decir esa frase es: “La vida es dura, pero no te concentres en los problemas; deja que esta iglesia te ayude”.

Jesús dijo a sus discípulos que hace falta más que palabras para entrar en su reino. Dijo: “No todos los que me dicen: ‘Señor, Señor’, entrarán en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial. Aquel día muchos me dirán: ‘Señor, Señor, nosotros comunicamos mensajes en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros’. Pero entonces les contestaré: ‘Nunca los conocí; ¡aléjense de mí, malhechores!’ ” (Mat. 7:21-23).

Al describir a aquellas personas que presumían de religiosidad pero cuya religión era meramente superficial, Jesús citó a Isaías: “Este pueblo me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mí” (Mat. 15:8). Dios quiere más que nuestra adoración de labios para afuera, o que llevemos su nombre en una camiseta o en una calcomanía del parachoques del auto. Él quiere nuestro corazón.

Y hagas lo que hagas, no seas una imitación religiosa. Sé original, tal como Dios te hizo.

12 de enero - Espiritualidad

Superestrellas del karaoke

“He guardado tus palabras en mi corazón” (Sal. 119:11).

El karaoke no es precisamente mi fuerte.

Pasando el rato en la casa de un amigo la otra noche, Lisa y yo nos dimos cuenta de la primera regla del karaoke: es mucho más divertido cuando cantas bien.

Lisa no afirma tener habilidades de canto. En general, yo puedo mantenerme técnicamente afinado, lo que hace que la canción sea al menos reconocible; pero la realidad es que a ninguno de nosotros nos han invitado nunca a dar un especial en la iglesia. Cuando me vi en medio de un grupo al que le encantaba cantar mientras la computadora los calificaba y aparecían luego unos jueces para criticar sus esfuerzos, lo único que quise hacer fue evitar lo inevitable.

Desafortunadamente, comenzando el juego perdí la oportunidad perfecta: dejé pasar una canción de Johnny Cash. Por supuesto, Johnny Cash solo hay uno; pero es que Cash básicamente hablaba en muchas de sus canciones. Para mí fue el primer rapero del mundo. También tenía el beneficio adicional de que me sabía la mayoría de la letra. Sin embargo, por sugerencia de Lisa cometí el error de elegir una balada de los setenta de la que me sabía exactamente siete palabras: el título y el coro. Obligado a jugar, hice lo que pude. Cuando los sarcásticos jueces aparecieron al final de mi patética actuación, sacudieron sus cabezas de dibujos animados, diciéndome: “¿Cómo te atreviste a cantar?”

Ahora, lo que realmente me sorprendió ese día fue la cantidad de canciones de las que recordaba las letras, incluidas algunas que no había escuchado en años. La música tiene una curiosa cualidad: engrasa los ejes de la memoria como ninguna otra cosa puede hacerlo.

Cuando tenía seis años, un maestro de Escuela Sabática me enseñó los libros de la Biblia en orden. Desafortunadamente, aunque todavía puedo cantar una melodiosa canción, que dice: “Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomioooooo...”, todavía me tranco en los profetas menores. Incluso después de todos estos años, aún no puedo recordar lo que viene después de Miqueas. Y por supuesto, sé que después de “Mateo, Marcos, Lucas y Juan” vienen Hechos y Romanos, pero en las Epístolas me confundo también. Si mi vida dependiera de ello, creo que cantaría muy rápido y luego pronunciaría un triunfante “...y Apocalipsis” al final.

Yo tenía un compañero de clases en el seminario que, a pesar de ser ciego, había memorizado gran parte del Antiguo Testamento en hebreo. Me hizo reconsiderar lo que califica como discapacidad.

13 de enero - Vida

Relájate

“Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy a llevar son ligeros” (Mat. 11:28-30).

“El agua te sostendrá si lo permites. Y yo no voy a dejar que te hundas”. Mi prima Heather, nadadora y socorrista, esperó pacientemente mientras yo, el peor nadador del mundo, trataba de no pensar en que me hundiría. Nos habíamos detenido en la piscina del campus en un momento tranquilo del día. Teníamos la piscina para nosotros, salvo un pequeño grupo de personas mayores que practicaban aeróbicos en una esquina.

Intenté no mirar a Heather con demasiado escepticismo. Claro, confiaba en esta chica a la que conocía desde siempre, pero dieciocho años de experiencia (y frustrados maestros de natación) también me habían enseñado a temerle al agua. Si arrojabas una piedra, una cuchara o a mí al agua, el hundimiento estaba asegurado.

Contuve la respiración, pero consciente de que se suponía que debía relajarme. Me recosté y dejé que mis pies y rodillas subieran a la superficie del agua. “Ahí tienes –dijo Heather, manteniendo su mano sobre mi hombro–. Ahora déjate llevar y flota. ¡Perfecto!”

Heather me soltó. Cerré los ojos y me relajé. El agua me retuvo, me amortiguó, me tranquilizó. Por primera vez en mi vida, floté.

Después de una vida de riquezas, mujeres y poder, el rey Salomón entendió que la vida continúa su rumbo por mucho que nosotros nos esforcemos y nos estresemos. Al final de Eclesiastés, su clásica meditación sobre el significado de la vida, resumió todo lo que la vida le había enseñado: “Diviértete, joven, ahora que estás lleno de vida; disfruta de lo bueno ahora que puedes. Déjate llevar por los impulsos de tu corazón y por todo lo que ves, pero recuerda que de todo ello Dios te pedirá cuentas. Aleja de tu mente las preocupaciones y echa fuera de ti el sufrimiento, porque aun los mejores días de la juventud son vana ilusión” (Ecl. 11:9, 10).

Haz una pausa. Relájate. Quítate los zapatos y siente la hierba debajo de tus pies. Sumerge tus oídos debajo del agua del baño y escucha los latidos de tu corazón. Sintonízate con el Espíritu Santo. Suelta el mundo. E independientemente de lo que amenace ahogarte, confía en que Dios te sostendrá.

14 de enero - Misión

Tu tiempo, tu toque

“Al bajar Jesús de la barca, vio la multitud; sintió compasión de ellos y sanó a los enfermos que llevaban” (Mat. 14:14).

Durante una visita a un país extranjero con la clase de Enfermería del Union College, sentí que había retrocedido mil años en el tiempo. Los niños cargaban a sus hermanitos bajo el sol intenso; los animales de granja eran tan comunes y conocidos como las ardillas donde yo vivo; los jóvenes jugaban al béisbol en las tardes, y en las noches era el turno de las jóvenes; las casas son palafitos de madera construidos sobre estacas; la desnutrición y la cultura del lugar obligan a los niños a madurar y a hacerse adultos demasiado rápido.

Vi a muchas quinceañeras embarazadas llegar a la clínica ya con un niño de un año en brazos. Los hombres trabajan en los campos, las mujeres cuidan a los niños y los niños tienen mucho espacio y tiempo para deambular. Cuando me veían, se reían y salían huyendo de mi cámara, para luego asomarse por una esquina para verificar si aún estaba jugando con ellos. Escuchamos sus corazones, los curamos y oramos para que nuestros tratamientos hicieran efecto en ellos. Los pacientes más pequeños eran los que más nos impresionaban, como el niño de tres semanas con una infección por estafilococos. Su madre era una adolescente callada pero esperanzada, que había sido abandonada por su esposo. Como el bebé que llevamos a otro hospital para que recibiera el tratamiento adecuado. O como el pequeño Kevin, que hacía contacto visual y seguía movimientos, pero no podía hablar ni gatear. Nos despedimos de sus abuelos mientras se subían en un taxi en dirección al hospital de la ciudad.

Las personas a las que Jesús ministró en la antigua Judea llevaban estilos de vida increíblemente similares a estos que te acabo de contar. Mínima educación. Los muchachos se lanzaban al ruedo de la vida tan pronto como podían blandir un cuchillo. Las niñas se casaban tan pronto como podían tener un bebé. Las vidas se veían obstaculizadas por enfermedades que la sociedad moderna prácticamente ha olvidado.

Marcos 6:34 dice: “Al bajar Jesús de la barca, vio la multitud, y sintió compasión de ellos, porque estaban como ovejas que no tienen pastor”. Las necesidades de los que te rodean pueden no ser tan obvias como las que acabo de describir, pero sus necesidades espirituales son igual de graves. En su corazón, anhelan conectarse. Están heridos por la falta de confianza, de amor y de Dios. Necesitan de tus oídos, de tu tiempo, de tu toque.

15 de enero - Innovación

El hombre que evitó una guerra nuclear

“Es mejor ser paciente que ser soldado fuerte” (Prov. 16:32, PDT).

Lo más seguro es que nunca hayas escuchado hablar de Stanislav Petrov. Pero si no fuera por él, probablemente no estarías vivo leyendo esto, ni yo habría podido escribirlo.

Septiembre de 1983 fue un momento crucial en la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. El 1º de septiembre de 1983, la Unión Soviética derribó el vuelo 007 de Korean Airlines, creyendo que la presencia del avión era una provocación deliberada. Los 269 pasajeros murieron, incluido el congresista estadounidense Lawrence McDonald. El mundo protestó por el ataque a un avión de pasajeros y el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, lo condenó como un crimen contra la humanidad.

Como parte de un sistema disuasorio, tanto los Estados Unidos como Rusia mantenían miles de misiles nucleares apuntados entre sí. El primer ministro soviético, Andropov, estaba obsesionado por un posible ataque nuclear sorpresa. Y ocurrió. A las 12:40 a.m. del 26 de septiembre de 1983 se dispararon las alarmas en un búnker cerca de Moscú, donde Petrov analizaba una computadora que indicaba que se había iniciado un ataque nuclear. El botón rojo parpadeaba. Un satélite en órbita señalaba que los Estados Unidos había lanzado un ataque. Era responsabilidad de Petrov notificar a sus superiores para que pudieran iniciar una respuesta inmediata.

Petrov se quedó congelado durante quince segundos. El sistema anunciaba que los Estados Unidos había lanzado un total de cinco misiles. ¿Debía notificar a sus superiores para que iniciaran el contrataque? ¿O era simplemente un error de la computadora? Las alarmas retumbaban en sus oídos y las pantallas y las luces parpadeaban. Él gritaba con un teléfono en una mano y un intercomunicador en la otra, mientras que otro militar le ordenaba que se calmara e hiciera su trabajo.

“Tenía un presentimiento extraño –contó Petrov, cuando el mundo finalmente supo su historia quince años después–. No quería cometer un error. Tomé una decisión y punto”. Sospechando que cinco misiles eran muy pocos para ser algo real, declaró: “Falsa alarma”.

En el documental El botón rojo y el hombre que salvó al mundo, Petrov dice que simplemente hizo su trabajo. “Era la persona adecuada en el momento preciso. Eso es todo”.

Nada había preparado completamente a Petrov para una situación como esa; pero cuando llegó, pudo mirar más allá de la paranoia y tomar la decisión correcta. Inspirador, ¿no te parece?

16 de enero - Adventismo

William Miller

“Y la respuesta fue: ‘Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas. Después de eso, el santuario será purificado’ ” (Dan. 8:14).

A principios del siglo XIX, en el estado de Nueva York estaban ocurriendo muchas cosas. En Palmyra, Joseph Smith anunció que un ángel le había revelado que todas las religiones cristianas estaban equivocadas; en Hydesville, las hermanas Kate y Margaret Fox introdujeron el espiritismo moderno, cuando afirmaron escuchar el espíritu de un muerto golpeando las paredes de su casa; los Shakers, que fabricaban unos muebles con un estilo que permanece hasta hoy (pero cuya política de no tener sexo impidió que su descendencia permaneciera), operaban varias granjas comunales en el área. Por otra parte, cuando no estaban fabricando platería, los miembros de la comunidad Oneida practicaban la poligamia completamente seguros de que ya no tenían pecado.

William Miller, de Low Hampton, no tenía ambiciones de ser noticia. Después de una breve participación en la Guerra de 1812, prefirió una vida tranquila en el campo. Había crecido como bautista y se había convertido en un deísta de los que pensaban que Dios ya no se ocupaba de lo que ocurría en este mundo, aunque sus roces con la muerte y la pérdida de miembros de su familia lo dejaron con muchas preguntas sobre la vida después de la muerte. De paso, el haber presenciado cómo un ejército mucho más pequeño había logrado derrotar a los británicos, lo dejó preguntándose si después de todo Dios a veces movía los hilos de este mundo.

Miller trató de regresar al cristianismo y, aunque calentaba una banca de la iglesia los domingos, seguía expresándose como un buen deísta en público. Pero pronto se enamoró de Jesús. Quería estar seguro de sus creencias, así que comenzó a estudiar la Biblia versículo por versículo. Después de dos años de estudio (de 1816 a 1818), llegó lentamente a una asombrosa conclusión: la profecía bíblica revelaba que al mundo solo le quedaban unos veinticinco años.

Miller no sabía qué hacer con su descubrimiento. La mayoría de la gente creía que Jesús regresaría al final, no al principio del milenio del Apocalipsis, una vez que el mundo hubiera comenzado un proceso de mejora. Miller pasó otros catorce años confirmando su teoría hasta el más mínimo detalle y simplemente no podía callarlo más. Sabía que si lo que pensaba no era verdad, predicarlo sería engañar a la gente; pero si lo era, no podía quedarse callado.

En 1832, Miller le dijo a Dios: “Predicaré sobre esto, pero solo si me invitan a hacerlo”. Apenas media hora después llegó la invitación.

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