Kitabı oku: «Guía práctica para descubrir la voluntad de Dios»
Guía práctica para descubrir la voluntad de Dios
Troy Fitzgerald
Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.
Índice de contenido
Tapa
Dedicado
Agradecimiento especial...
Introducción
Parte I: La búsqueda de la voluntad de Dios
Capítulo 1
Capítulo 2
Parte II: El descubrimiento de la voluntad de Dios
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Parte III: Realizar la voluntad de Dios
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Conclusión
Apéndice
Guía práctica para descubrir la voluntad de Dios
Troy Fitzgerald
Título del original: A Practical Guide to Discovering God’s Will, Pacific Press Publishing Association, Boise, ID, E.U.A., 2007.
Dirección: Pablo D. Ostuni
Traducción: Ethel D. Mangold de Steger
Diseño de tapa: Rosana Blasco
Diseño del interior: Marcelo Benítez
Libro de edición argentina
IMPRESO EN LA ARGENTINA
Printed in Argentina
Primera edición, e - Book
MMXXI
Es propiedad. Copyright de la edición en inglés © 2007 Pacific Press® Publishing Association, Nampa, Idaho, USA. Todos los derechos reservados. Esta edición en castellano se publica con permiso del dueño del Copyright.
© 2008, 2021 Asociación Casa Editora Sudamericana.
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.
ISBN 978-987-798-358-6
Fitzgerald, TroyGuía práctica para descubrir la voluntad de Dios / Troy Fitzgerald. - 1ª ed . - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2021.Libro digital, EPUBArchivo digital: OnlineTraducción de: Ethel D. Mangold.ISBN 978-987-798-358-61. Crecimiento espiritual. I. Mangold, Ethel D., trad. II. Título.CDD 204.4 |
Publicado el 25 de febrero de 2021 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).
Tel. (54-11) 5544-4848 (opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)
E-mail: ventasweb@aces.com.ar
Website: editorialaces.com
Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.
Dedicado
A mis padres, Don y Helen Fitzgerald, por la manera en que se sostienen de la mano de Dios en los altibajos y oyen su voz en medio del ruido y del silencio.
Agradecimiento especial...
A Tim Lale y el resto del equipo de Pacific Press, quienes paciente y fielmente producen material de lectura inspirador.
A la gente joven de mi grupo juvenil que han crecido ante mis propios ojos. Me han enseñado muchas cosas acerca de descubrir la voluntad de Dios. ¡Ustedes son mis campeones de travesías!
A Karl Haffner, mi querido amigo y mentor. ¡Tú eres el Mehahsheerah del canal navegable!
A Leslie, Henning, John, y Debbie, mis compañeros de equipo pastoral en la Iglesia del Colegio Superior. Su devoción y su manera de vivir y servir han bendecido mi crecimiento y mi familia sin lugar a dudas.
A John Loor Jr., Jerry Nelson, Curtis Wright, Craig Heinrich y Ken Rogers por darme la oportunidad de servir. Han marcado mi vida de tantas buenas maneras.
A mi hermosa esposa, Julia, y a mis preciosos hijos, Cameron y Morgan; ¡son mi alegría!
Introducción
Principios básicos
Soy curioso acerca de las preguntas que arden en el interior de las personas. También soy igualmente sensible –y quizás demasiado sensible– a lo que a la gente no le importa. Puedes llamarlo inseguridad, o apuntarlo como algo faltante en mi niñez. La cuestión es que me cuesta digerir la idea de escribir acerca de cosas que a los demás les parecen insignificantes. Pero si hay una pregunta que se despierta en todos, tanto los creyentes como los que buscan la verdad, es la temática de descubrir la voluntad de Dios. Una y otra vez, escucho gente que pregunta: “¿Qué quiere Dios de mí, y cómo revelará su plan para mi vida?”
No suele ocurrir que las personas están “preocupadas” por un tema en especial, por lo que sugerir que todos están “pensando” o “preguntando” acerca de “una sola cosa” resulta dudoso. Sin embargo, cuando he mencionado el tema de “conocer la voluntad de Dios”, he descubierto que las personas están deseosas de escuchar acerca del mismo. El grupo de investigación Barna descubrió que alrededor de dos tercios de los americanos se encontraban enfrentando decisiones acerca de las cuales deseaban algún tipo de orientación de parte de Dios.1 Mi experiencia personal confirma la profundidad del deseo de conocer lo que Dios quiere de nuestras vidas.
El tema es especialmente apremiante para los jóvenes adultos porque realizan la mayoría de sus decisiones a largo plazo en el transcurso de unos pocos años estresantes. Aquí tenemos algunas de las pocas preguntas acerca de la voluntad de Dios que he recopilado de alumnos:
“¿Qué espera Dios de mí?”
“¿Por qué Dios hace que sea tan difícil [para nosotros] conocerlo?”
“¿Contiene la Biblia todo lo que necesito saber para tomar decisiones correctas?”
“¿Tiene Dios un plan específico para mi vida, o depende de mí?”
“¿Me hará feliz, exitoso y seguro el hacer la voluntad de Dios?”
“¿Cómo puedo determinar en qué desea Dios que me convierta?”
“¿Cómo sabré que la voluntad de Dios para mí es su voluntad y no la mía?”
“¿Cómo me revela Dios su voluntad?”
“¿Me incapacitarán mis malas decisiones del pasado para conocer y vivir la voluntad de Dios ahora y en el futuro?”
“¿Por qué no responde Dios mi oración pidiendo dirección en la vida cuando los demás parecieran tener puertas automáticas que se abren y cierran, ni que hablar de ventanas en perfecto estado cuando las puertas no están funcionando?”
Y mi pregunta favorita...
“¿Qué pasó con el Urim y el Tumim, esa chaqueta de ‘sí’ o ‘no’ que los sacerdotes utilizaban en la antigüedad? Me vendría bien una de esas en este momento (en un color neutro, por supuesto)”.
Sin embargo, descubrir la voluntad de Dios no es solamente una búsqueda de los jóvenes adultos. Le atañe a cualquier persona que esté buscando el aporte de Dios en cuanto a las decisiones más importantes. Comprender la forma en que nos guía es tan importante para aquellos que son, digámoslo así, jóvenes en el corazón como lo es para aquellos que son verdaderamente jóvenes. En cada etapa de la vida tomamos decisiones cruciales. Por lo tanto, si Dios tiene algo que decir, la mayoría de las personas que conozco quiere oírlo.
Cuando comencé a hablar sobre el tema de la voluntad de Dios para nuestra vida, la gente apareció de la nada para unirse a la polémica. El diluvio de comentarios y preguntas dejó en claro que el lenguaje impreciso y la descarga de clichés obtusos acerca de la dirección de Dios que solemos escuchar han vuelto ininteligibles algunos de los temas en cuestión. Por lo tanto, antes de comenzar esta travesía, debo dar a conocer los principios básicos que sostengo acerca de descubrir y vivir la voluntad de Dios.
Principio básico 1: Debe haber una voluntad... y por lo tanto un camino.
Jesús dijo: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mat. 7:13, 14). Isaías prometió: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Isa. 30:21). David cantó ante Dios:
Me mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre (Sal. 16:11).
Y el hombre sabio que escribió el libro de Proverbios nos aconsejó que tuviéramos cuidado con nuestra propia sabiduría, diciendo: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Prov. 14:12). Evidentemente, si hay una voluntad, también debe haber un camino.
El profeta Jeremías afirmó esto al decir:
“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma” (Jer. 6:16; énfasis añadido).
Sin embargo, este versículo de Jeremías contiene una línea más: “Mas dijeron: No andaremos”. En última instancia, el camino por el que andamos es nuestra propia decisión.
Hay muchos ejemplos de individuos cuyas vidas parecieran transcurrir por el paisaje sobre un sendero divino. Cuando considero la historia de vida de personas que han elegido seguir a Dios, me resulta cada vez más creíble que hay un Dios que tiene una voluntad y una manera de vivir en mente.
Principio básico 2: Dios ha comunicado su voluntad de una manera que podamos entenderla y saber cómo seguirla.
La comunicación con Dios es el punto de inflexión en nuestra relación con él. Tengo un amigo con el que me comunico periódicamente. Aunque nuestra interacción pueda ser frecuente, es cualquier cosa menos normal. Yo le envío correos electrónicos, y él me escribe con pluma, tinta y estampilla. No comprendo este fenómeno: ¡él tiene correo electrónico! (Es una de esas personas que se dedican a reenviar correos jocosos o generales a muchas personas). En una oportunidad recibí una nota colocada en una bolsa para el mareo del avión en el que se encontraba mi amigo. Él es raro y hasta un poco excéntrico, pero me responde; aunque nunca puedo estar seguro del método que utilizará para comunicarse. No sería raro que un día aparezca un pequeño avión sobrevolando mi casa dejando una estela de humo con las palabras: “Hola Troy, recibí tu correo electrónico. ¿Quieres jugar al golf mañana?”. El problema sería saber cuándo mirar el cielo.
¿Qué esperas ver u oír cuando le pides a Dios que te muestre su voluntad? ¿Un sueño? ¿Un sentimiento? ¿Una señal? ¿Cómo interpretarás una aparente respuesta negativa? ¿En qué forma te parece que vendrá la respuesta? Nuestras expectativas acerca de la dirección de Dios se encuentran en estrecha relación con que nuestra comunicación con él se esté llevando a cabo. Si esperamos su dirección, la misma no escapará de nosotros.
Dios no nos ha abandonado a juegos de adivinanza o enigmas misteriosos para abrirnos paso en la oscuridad. ¡Él es un comunicador por excelencia! Pero la comunicación solamente es efectiva si ambas partes prestan atención. Esto nos deja con la tarea de echar un vistazo a los procesos de comunicación elegidos por Dios; desde cómo se comunica hasta qué comunica. La promesa permanece igual para todos: “y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13).
Descubrirás la voluntad de Dios para tu vida como resultado de la búsqueda deliberada y una vida heroica. No sucede por casualidad. Debes valorar la voluntad de Dios por encima de cualquier otra cosa. De cierto modo, la travesía te costará todo. Pero si crees que los planes que Dios tiene para ti son mejores que los propios, busca a Dios con todo tu corazón. Y recuerda, Dios es más persistente y más creativo de lo que tú y yo alguna vez podríamos llegar a ser. Ray Pritchard dijo: “Dios quiere que conozcas su voluntad más de lo que tú lo deseas, y por lo tanto él toma responsabilidad personal en asegurarse de que la descubras”.2 La comunicación involucra una conversación en la que ambas partes están escuchando. Aunque Dios toma la iniciativa al iniciar el proceso de comunicación, habrá tareas que tú deberás realizar para descubrir y hacer su voluntad.
Principio básico 3: Conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas tiene que ver más con conocer a Dios que con conocer el futuro.
Obtener la dirección de Dios rara vez implica una visión del futuro; tiene más que ver con tener una relación con Dios en el presente. En cierta ocasión, mientras buscaba un lugar llamado Chain Lakes en las afueras del Parque Nacional Yosemite, me perdí por los senderos de los leñadores. Detuve el vehículo en la banquina del camino polvoriento para pedir ayuda a un hombre que estaba atando los troncos a su camión. Le pregunté:
–¿Me encuentro en el camino correcto para ir a Chain Lakes, o hay uno mejor?
–No puedes llegar hasta allí desde aquí –contestó con un resoplido y una sonrisa de satisfacción.
No podía creer lo que me había dicho. Evidentemente este individuo miraba demasiada televisión. En mi mente una persona debería poder llegar a cualquier lugar desde cualquier parte. Después de todo, estábamos en los Estados Unidos.
Esperé unos momentos hasta que quedó claro que él no tenía ninguna intención de compartir su sentencia profética. Entonces lo presioné para que ampliara su respuesta:
–¿Por qué? ¿Cómo puede decir eso?
–Muchacho, sólo puedes llegar a Chain Lakes a pie o a caballo –respondió.
Tenía razón. Ni el camino en el que yo me encontraba ni ningún otro camino de esa montaña me llevaría al lugar llamado Chain Lakes. Iba a tener que hacer una caminata, una caminata de ocho kilómetros a través de las montañas, para llegar hasta allí.
Este principio se aplica a muchos aspectos de la vida. Los matrimonios fuertes no suceden por accidente. Las buenas calificaciones no encuentran su camino a un analítico a menos que estudies y hagas tu parte. No puedes llegar a ser bueno en los deportes sin entrenamiento, no importa cuán atlético seas. Ejecutar el violoncelo requiere práctica. Ahorrar dinero sucede cuando eliges privarte de algo que deseas. Los atajos y el camino fácil no existen en esta travesía. Tal como lo dijo el hombre, “no puedes llegar hasta allí desde aquí”. El camino angosto mencionado anteriormente es una caminata, una excursión a pie, un peregrinaje mano en mano con el mismo Jesús. No hay otra manera. Desear orientación sin el Guía es como buscar la sabiduría que te espera en el centro de una galleta de la fortuna. Conocer la voluntad de Dios tiene más que ver con conocer a Dios que con saber exactamente qué hacer en cada encrucijada de tu vida.
¿Pensando en desistir?
No solamente la Biblia nos comunica que hay una voluntad para nuestras vidas, sino que también siento la verdad de esta idea en forma intuitiva. Creo que una de las paradojas más alocadas del mundo posmoderno es que supuestamente nuestra experiencia debería ser la fuente de autoridad para decidir qué es real y correcto. Pero hemos aprendido que confiar únicamente en nuestra experiencia puede no ser sabio. Quizá nuestra experiencia nos ha defraudado cuando se trata de creer que Dios es bueno. Oraciones no contestadas. Tragedias. Silencio. Obstáculos. Personas malas. Cáncer. Abuso. Alienación. Si solamente nuestra experiencia determinara lo que creemos que es verdad, entonces no puedo imaginar cómo algunos pueden balbucear siquiera una oración a Dios.
Aquí nos encontramos con algo que es solamente teórico, pero me hace pensar: creo que mucha gente lucha más con preguntas acerca de quién es Dios y cómo es él que con la duda de si realmente Dios existe o no. Si Dios es tan bueno, ¿por qué ocurren tantas cosas malas? Si Dios está en el control, ¿por qué reina la maldad? Si Dios está tan cerca y es tan amante, ¿por qué siento como si hubiera un Gran Cañón entre nosotros? En momentos de desastre, los incrédulos a menudo sacuden sus puños hacia un Dios en el que no creen. Son carcomidos por el enojo hacia algo o alguien que debería haber evitado el desastre.
A veces, el silencio de Dios puede robarle la esperanza al buscador más insistente. Una relación personal con Dios puede echarse a perder fácilmente cuando buscamos pero no encontramos. La experiencia de intimidad con Dios en su totalidad pareciera ser demasiado irreal e inalcanzable. Desafortunadamente, nos resulta normal recibir una señal ocupada cuando buscamos la dirección de Dios en nuestras vidas. Para algunos, la falta de una respuesta inmediatamente suscita un rotundo “no me importa” o “no me interesa” o “no tengo tiempo para esto”, y dejamos de lado a Dios en la ecuación de nuestras vidas porque “evidentemente” él nos ha dejado a nosotros de lado.
A las personas les disgusta ser ignoradas más de lo que les disgusta ser odiadas. Odiar requiere un compromiso emocional hacia la otra persona. Ser indiferente administra la última cachetada en el rostro, prácticamente como diciendo: “no tienes importancia”. Supongo que algunos sienten como si no le importaran a Dios porque el Todopoderoso no les devuelve las llamadas. No hay orientación alguna. No hay dirección de su parte. Pero yo testifico que Dios no ha permanecido en silencio. Él es todo menos indiferente. Dios ha estado intentando llegar hasta nosotros con más insistencia de la que cualquiera de nosotros lo ha buscado a él. Lo más probable es que él está más interesado en nuestro futuro de lo que lo estamos nosotros. La esencia de la interacción de Dios con la humanidad es guiarnos a una relación significativa con él. Pero el mensaje puede perderse si no buscamos en los lugares correctos.
Guía práctica para descubrir la voluntad de Dios no pretende proveer fórmulas mágicas para escoger la universidad indicada ni consejos para lograr que Dios te diga con quién debes casarte. Aunque estoy siendo muy franco acerca de los principios que apuntalan este libro, también soy consciente de cuántas preguntas no contestadas tengo acerca de la forma en que Dios dirige nuestras vidas. Si hay algo de lo que estoy seguro es que soy una criatura en un viaje. De muchas maneras, este libro es una conversación. Aunque a veces parezca en parte una historia, en parte sermón, y en parte lucha personal, deseo que puedas relacionarte con las ideas de tal manera que sea beneficioso para ti. Mi oración es que esta conversación pueda quitar de en medio algunos conceptos equivocados acerca de la orientación de Dios y pueda profundizar nuestro compromiso de vivir cada día en los pasos del Salvador.
Puedes estar seguro de una cosa: hay un Dios que se preocupa, y él está preparado para responder inmediatamente a algunas de nuestras preguntas. Hay un Dios que siente profundamente nuestra vaciedad, y anhela llenarnos de significado y propósito. Hay un Dios que asevera ser capaz de darnos perspectiva en medio de nuestra confusión y consuelo en nuestro dolor. Hay un Dios que hará el bien según sus promesas. Dios nos conoce y nos busca. En realidad, él lo ha dicho de forma muy clara: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jer. 29:11-13).
Con todo mi corazón, creo que Dios tiene una voluntad en la cual desea que vivamos. Creo que es posible conocer su voluntad para nuestra vida. Y creo que caminar confiadamente en la voluntad de Dios está al alcance de todo creyente.
1 Robert Jeffress, Hearing the Master’s Voice: The Comfort and Confidence of Knowing God’s Will (Colorado Springs, Colo.: WaterBrook Press, 2001), 17.
2 Ray Pritchard, The Road Best Traveled: Knowing God’s Will for Your Life (Wheaton, Ill.: Crossway Books, 1995), 18.
Parte I: La búsqueda de la voluntad de Dios
Capítulo 1
Cuestionando los mitos
Una vez que te salteas el primer ojal nunca logras terminar de abotonar correctamente.
Durante mi infancia, no solía usar camisas que debían ser abotonadas porque me frustraba cuando descubría que había abotonado chueca mi camisa. Había comenzado por colocar el botón equivocado en el primer ojal. Por eso prefiero las camisetas. Pero el principio de comenzar por los pequeños ajustes es uno que deberíamos aplicar al buscar la voluntad de Dios. Haremos uno de esos “ajustes” al revisar nuestras presuposiciones acerca de la forma en que Dios revela su voluntad a las personas.
Las presuposiciones son peligrosas. Moldean la manera en que vemos el mundo a nuestro alrededor. A veces, si nuestras presuposiciones son defectuosas, desequilibradas o desinformadas, pensamos cosas que simplemente no funcionan. E inclusive podemos llegar a defender ideas completamente irracionales.
Piensa en el programa de televisión Cámara oculta. El propósito del programa es lograr que cualquier persona al azar haga cosas absolutamente ridículas, capturadas por una cámara oculta para nuestro deleite. El programa es divertidísimo porque los actores consiguen que los participantes hagan las cosas más ridículas pero consideran el comportamiento de tal modo que los participantes son compelidos a realizar sus acciones de una forma natural y mecánica.
Por ejemplo, le podrían pedir a alguien que está caminando por una calle transitada que toque una bocina antigua de bicicleta (como las que usan los payasos) cada vez que alguien pasa a su lado sin mirar al participante. Sorprendentemente, el personal del programa encuentra que hay personas que están dispuestas a hacerlo. Y cada vez que un transeúnte inocente no hace contacto visual con la persona encargada de tocar la bocina el ruido molesto los asusta y obliga a hacer contacto visual, e incluso a veces los lleva a desarrollar una conversación animada. Aún más sorprendente es que cuanto más irracional el comportamiento de la víctima ingenua, más intenta defenderse. Esencialmente, lo anormal se vuelve normal simplemente por la repetición mecánica. Esto ilustra que siempre hay presuposiciones tácitas que orientan (o mal orientan) nuestro comportamiento.
Ya sea que nos guste o no, nuestras presuposiciones acerca de lo que es normal y esperado encuadran nuestra percepción de la forma en que Dios comunica su voluntad a los seres humanos. Y, tal como las personas de Cámara oculta, cuando la vida se complica, encontramos todo tipo de formas de defender nuestras presuposiciones acerca de la forma en que Dios obra. Por lo tanto, el primer paso para entender mejor la voluntad de Dios es ser claros en cuanto a nuestras presuposiciones sobre este tema. Sin una revisión meditada de nuestras propias presuposiciones corremos el riesgo de basar nuestras creencias acerca de la orientación de Dios en la casualidad, tal como el cachorro mencionado en la siguiente historia:
Una pareja trajo un cachorro a su hogar y le permitieron jugar en el patio. El cachorro encontró una ardilla bebé en un árbol, corrió a la base del mismo, se sentó, y comenzó a ladrar. Los ladridos asustaron a la pequeña ardilla, así que intentó saltar a una rama más alejada. Pero la pobre ardilla falló en su salto y cayó justo en la boca abierta del cachorro. Entonces, durante los siguientes quince años, el perro permaneció sentado en la base de aquel árbol y ladró, esperando que otra ardilla cayera del cielo en sus mandíbulas abiertas.
Al echar un vistazo a los mitos que surgen de nuestras presuposiciones acerca de la voluntad de Dios, es importante notar que cada mito tiene al menos una semilla de verdad. Si fuéramos a basar todas nuestras expectativas de descubrir el plan de Dios para nuestras vidas en un solo enfoque, seríamos como el perro sentado bajo el árbol esperando que una ardilla cayera milagrosamente en su boca. Examina los siguientes mitos, y considera lo que conoces acerca de la dirección de Dios, dejando lugar para lo que no conoces.