Kitabı oku: «Libérate», sayfa 2
Alaska
Cuando en este país a muchas artistas les caía de rebote el cuño de «diva gay» pese a carecer de implicación alguna y hasta denotar cierta lástima por los homosexuales, Alaska se encontraba en un posicionamiento real con conocimiento de causa. Quizás porque, como ella misma dijo muchas veces, no se sentía diva gay, sino que directamente el mundo gay era su mundo. Un mundo en el que convivía con artistas como Bernardo Bonezzi, Fabio McNamara, Las Costus, Sigfrido Martín Begué, Pedro Almodóvar o sus compañeros musicales Carlos Berlanga y Nacho Canut, con quienes llevaría a cabo unas cuantas canciones que alcanzarían el estatus de himno. La carrera de Alaska es sobradamente conocida, por lo que no necesita ninguna exhumación de datos. Pero, al igual que otras muchas artistas que se encuentran entre estas páginas, sin motivos de condición e identidad, sí es necesario y de justicia hacer un desglose de méritos por los que ha llegado a encumbrarse como icono LGTBQ. Porque méritos Alaska tiene unos cuantos.
Con una adolescencia marcada por el libro Gay Rock de Eduardo Haro Ibars, publicado en 1975, la artista parecía estar sobradamente preparada para encarnar a una de las primeras lesbianas del cine español —obviando aquellas películas creadas para explotar el morbo sexual, con su correspondiente clasificación S— bajo las órdenes de Pedro Almodóvar en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980). Haber interpretado con solo dieciséis años a Bom, una cantante punk acostumbrada a enamorarse de mujeres mucho mayores que ella, la ha acompañado durante innumerables entrevistas.
El tándem Canut-Berlanga, con sus letras refinadas repletas de referencias y humor inteligente, puso en boca de Alaska canciones que solo ella podría haber defendido con tanta veracidad. Ya como Dinarama, alcanzaron el éxito absoluto en ventas con el disco Deseo carnal, lanzando en 1985 un tercer single del propio álbum que lleva por título Un hombre de verdad. En definitiva, una canción compuesta por dos hombres donde la cantante se entrega, se anuncia, suplica y se arrastra para encontrar sin dudar un hombre de verdad. El mérito del mensaje es que la canción de marras se halle en su disco más comercial, logrando que chicas y chicos coreasen el tema, aunque algunos de estos últimos lo hiciesen con la boca pequeña. Una canción de la que el colectivo gay se adueñaría muy pronto, hasta el punto de ser elegida como himno del Orgullo de 1998. Mención aparte merece la portada del single, con dos hombres musculosos entregados cuerpo a cuerpo, emulando un relieve clásico en mármol que encaja perfectamente en lo que hoy denominamos homoerotismo. El siguiente álbum de Alaska y Dinarama, No es pecado, contenía la canción que se convertiría en el himno LGTBQ por excelencia: A quién le importa. Cualquier persona se adjudicaría el tema con semejante letra de autorreafirmación. Éxito asegurado en karaokes, bodas y demás celebraciones, es en la manifestación del Orgullo donde, desde hace más de dos décadas, cobra verdadero sentido.
En 1986, la cantante posa en lencería para la revista Interviú, cuya portada lleva como titular la frase: «He hecho el amor con una chica». Lo verdaderamente destacable no es el acto ni la confesión, sino cuándo estos tienen lugar. En esa época, Alaska se encontraba presentando el programa La bola de cristal, en Televisión Española, de forma que su posicionamiento sobre la bisexualidad se producía en un momento álgido de su carrera. Ese mismo momento en que otros muchos de la industria musical prefieren mirar hacia otro lado. En dicha entrevista, le preguntan si cree que la ambigüedad femenina es muy silenciosa, a lo que la artista responde:
Sí, es cierto y no es tan evidente. Pero la hay y no está tan extendida. El noventa y nueve por ciento de mis amistades masculinas son homosexuales. Conozco muchas menos mujeres que hombres y no sé de ninguna que sea homosexual, alguna habrá, pero no sé. Quizás sigue habiendo aquí el prototipo de lesbiana marcada, y la mujer guapa y moderna o no se decanta por ello o no lo dice. Yo descubrí la ambigüedad sexual por mis lecturas sobre los artistas y me fascinó. Yo quería ser chico para ser gay. Pero jamás encontré una mujer que fuera ambigua sexualmente.
Es entonces cuando le preguntan si ha tenido alguna experiencia homosexual, y ella contesta:
Sí, he estado una vez con una mujer y me ha ido muy bien. Quiero decir, que igual que me ha ido con los chicos. Nunca he tenido la relación de mi vida ni nada parecido. Una relación con una mujer es una relación de amistad, un conocimiento. Me gusta esa camaradería que se forma entre dos mujeres, dejarse la ropa, pintarse entre ellas, es una especie de homosexualidad tapada que tienen todas las mujeres.
Hoy en día es fácil encontrar artistas de veintitrés años que relaten su experiencia, pero en 1986 eso era impensable. Un año después, Alaska presentó el programa La tarde, labor que recaía cada semana en un personaje popular (pudiendo este crear su contenido) y decidió tener por invitada a Manolita Chen, quien poco antes se había convertido en la primera mujer trans española que pudo adoptar una niña, regalándonos una de sus mejores entrevistas.
Al comienzo de la década de los noventa, cuando la prensa se preguntaba a quién se había tatuado Alaska en el brazo, ignorando que se trataba de la mismísima Divine, ella empezó a regentar las discotecas Stella y Morocco; en esta última, celebraría anualmente la fiesta Help para recaudar fondos por el Día Internacional del Sida. Por aquel escenario pasarían artistas como Diabéticas Aceleradas, Psicosis Gonsales, Paco Clavel o Fabio McNamara.
En 1996, Alaska seleccionó algunos de los grandes éxitos de la música de baile en el disco Dancing Queen, del que fue madrina en las labores de promoción junto a Carmen Xtravaganza, Liz Boa, Amnesia, La Prohibida, Antoñita Glamour y La Plástika. Aquella recopilación, que fue noticia hasta en el telediario, sirvió para que Alaska concediese entrevistas que no tenían desperdicio. Ya por aquel entonces, habló sobre pequeñas cuestiones que se encontraban a años luz de como las concebimos hoy, como cuando le preguntaron qué era eso de las drag queens:
Una drag queen es un chico que se viste de chica con mucho glamour. Luego resulta que no es lo mismo travesti que travestido o transexual ni drag queen. Esto es algo festivo, una celebración. […] Para mí la cuestión sexual no es tan importante, es decir, no es tan importante que sea un chico. Yo soy muy drag, y soy mujer.
Su empeño en la visibilidad se reiteraba en una entrevista en El País Semanal:
—Afirma usted que la música de baile influye en su manera de entender el sexo, ¿cómo es eso?
No influye en el acto sexual en sí, pero sí en mi postura sexual ante la vida. Cuando yo tenía doce años, quería ser David Bowie. Tenía un problema de identidad muy grande. En el ambiente en que yo me muevo, la gente está más abierta y es más permisiva con estas cosas, no solo en el terreno sexual. Y resulta que en el ambiente gay se oye mucho este tipo de música. Yo tengo una cultura gay.
—¿El mundo de las drag queens, las plataformas y los travestidos es frívolo?
Sí. Pero hay de todo. Para muchas solo hay dos salidas: artista o prostituta. No se les ofrecen otras alternativas. Los gais han conseguido ya muchas cosas y la revolución pendiente ahora es la liberación de los travestidos, que consigan puestos de trabajo dignos.
—¿Qué cualidad aprecia más de un hombre?
Que sea lo bastante hombre como para dejar que aflore su lado femenino.
En 1996, la artista se sube a la primera carroza de la primera manifestación del Orgullo LGTBQ de la capital, promovida por Shangay, a la que asistieron menos de trescientas personas. Por muy modernos que parezcan en la lejanía los noventa, todavía no había llegado el momento de que las celebrities se sumaran a la causa. A partir de entonces, la presencia de la artista en el Orgullo se vuelve constante. Espectadora confesa de los shows de transformismo desde que en su adolescencia acudiese a Centauros, mítico local del Madrid de la Transición, su vinculación con la causa travesti se acrecentó en 1997, cuando, ya con Fangoria, organizó la gira Xpandelia, en la que La Prohibida, La Plástika y La Baker ejercían de gogós, recorriendo una España todavía reticente a la tolerancia.
Siempre dispuesta a romper los roles de género, en 1999 Alaska declaró en la revista Zero: «Estoy a favor del hombre sin pantalones. No es que la mujer haya ganado algo poniéndose pantalones, es que el hombre ha salido perdiendo al no ponerse faldas». En el año 2000, le preguntaron en el diario ABC acerca de las causas que más la conmovían, y la artista no dudó en responder:
Me da mucho pudor asistir a determinados actos reivindicativos donde se puede confundir la buena voluntad con el afán de promoción. Me tocan la fibra especialmente los asuntos relacionados con los derechos de los homosexuales y los transexuales, quizá porque los de los demás sensibilizan a un número mayor de la población y están, por así decirlo, más cubiertos.
Cuando en 2001 la futura Ley de Matrimonio Igualitario todavía removía actitudes intolerantes, Alaska respondió así al periodista de Interviú que le preguntó el porqué de tanto empeño en casarse por parte de los homosexuales:
Se trata de conseguir el derecho a poder hacerlo, de tener los mismos derechos que los demás… Otra cosa es que luego se utilice ese derecho o que sean pocos los que decidan llevarlo a la práctica.
Igual de destacable fue cuando en ese mismo 2001 la cantante acudió al programa Moros y Cristianos, en el que se debatía acerca del sexo sin amor. En un momento dado, una madame de burdel, allí invitada, comenzó a increpar a los hombres que se vestían de mujer, asegurando que eso era «peor que maricón». La respuesta de Alaska, exaltada ante tamaña homofobia, no se hizo esperar: «Un momento, no estoy dispuesta a que aquí nada sea peor que maricón. Un momento, señora, usted juzgue por su propia moral, cuidado». Sobra decir que a ningún otro contertulio le llamó la atención aquella descalificación: solo la artista puso los puntos sobre las íes. Su desilusión social quedó también reflejada en el suplemento Mujer de hoy, cuando, en el año 2002, puntualizó:
A mí no hay ningún partido que me hable de legalizar las drogas, del aborto, de un trabajo digno para las transexuales o de una prostitución regularizada. Ninguno habla mi lenguaje.
En 2003, publicó el libro Transgresoras, en el que hace un repaso a las mujeres que marcaron su vida y rompieron moldes en distintos ámbitos. En esta obra, dedica un extenso capítulo a las mujeres trans, en donde alaba su lucha con respeto y admiración. En definitiva, Alaska llegó para hacer de España un lugar más bonito y reivindicar la diferencia con orgullo y dignidad.
Alto Standing
Compuesto y producido por Luis Miguélez y publicado en 2001, Alto Standing fue el primer disco que reunía a distintas drags, travestis y cabareteras del panorama nacional, llevando por bandera su disidencia sexual y reivindicando el canalleo. Las canciones fueron grabadas entre 1985 y 2000, seleccionadas posteriormente por Miguélez e interpretadas por Psicosis Gonsales, La Prohibida, Belén Ventura, Glamour to Kill, La Plástika, Jill, La Bella Tatoo, Josephine, Paranoika González y el dúo Diossa y Malyzzia. El disco incluía versiones de Brigitte Bardot, Raphael, Françoise Hardy, Raffaella Carrà y Alejandro Sanz (cuando su nombre artístico era Alejandro Magno). En definitiva, un álbum de culto que recogía el espíritu de una cultura underground que, como bien recalcó su autor, había estado muy bien reflejada en la prensa y la televisión, pero nunca en un disco.
En una entrevista promocional a Luis Miguélez con motivo de Alto Standing y Rock Station, grabado junto a McNamara, le preguntaron en el diario ABC, en junio de 2001, si aquello suponía una vuelta al espíritu de los ochenta. Esta fue su respuesta:
No son los discos los que recogen ese espíritu, sino la compañía. Porque ambos materiales estaban grabados desde hacía tiempo. A otras discográficas no les interesó, a pesar de que sus ejecutivos van de modernos y ahora lo bailan como locas. Pero no se atrevían a transgredir esa barrera. […] Es apto para todos los públicos. Se trata de artistas con mucho glamour, cosa que han perdido los rockeros en España. Y eso gusta a todo el mundo.
El single principal del LP fue Somos iguales, cantado por Miguélez en compañía de todas las componentes del disco. Un tema con conciencia de himno cuya letra dice así:
Mañana, tomorrow
No pienses que voy a cambiar
Mañana, tomorrow
Mi vida seguirá tal cual
Mañana y ahora
Un precio siempre hay que pagar
Por nada, por nadie, por todos, por ser divinas de verdad
Sigue luchando, amigo
No dejes que te importe el qué dirán
Qué más da qué dirán de ti
Somos iguales ante el amor
Somos así, entiéndelo
Somos iguales ante el amor
Somos así, entiéndelo
Mañana, tomorrow
No debes perder el control
Tu cara, tu cuerpo, demuestra que eres todo amor
Mañana, tomorrow
El show tendrá que continuar
Con risas, sin miedo y muy divinas de verdad.
Anarcoma
Heroína de cómic, creada por el dibujante Nazario en 1977, Anarcoma tiene la singularidad de ser una detective cuya transexualidad le permite abrirse camino por los bajos fondos. Bien es cierto que en multitud de ocasiones, y debido a un constante error asentado en la terminología popular, se la ha definido como travesti, incluido el propio autor, que quería ver en ella una mezcla de Lauren Bacall y Humphrey Bogart.
Anarcoma hizo su primera aparición en la revista erótica Rampa, para después convertirse en emblema de la revista El Víbora, asentándose con sus historietas desde los primeros tiempos de la publicación. Tiempo después, el 30 de julio de 2016, Nazario sería preguntado en el diario ABC acerca de cuánto había de autobiográfico en el personaje:
En El Víbora, cada uno de sus autores quiso reflejar su vida, que era heterosexual. Por eso yo quise plasmar la mía, que era homosexual, desde un personaje que pudiera luego recuperar. Sin embargo, un homosexual, en mi opinión, no iba a poder englobar todo lo que quería contar; una mujer tampoco, porque no lo soy… Entonces se me ocurrió esta travesti, este hombre-mujer. El hecho de que fuera detective era extravagante, pero ya denunciaba que no tenía por qué ser alguien que se dedicara a la prostitución por su naturaleza. Fusionaba los conceptos «anarquía» y «carcoma». Era libertario y transgresor, y me sirvió para relatar ese mundo canalla de Barcelona y que me seducía. Se acercaba al Genet de Diario de un ladrón, pero más pragmático y realista.
Su primera aventura larga apareció en 1979 en los primeros ocho números de El Víbora, intercalada con historietas breves; y una segunda aventura larga fue publicada en 1985 entre los números 67 y 76.
Anarcoma está acompañada en sus peripecias por Jemfry, los hermanos Herr, su amante robótico XM2, el profesor Onliyú y, más adelante, XM3, hermano de XM2, y su amiga La Caty, entre otros muchos. Anarcoma descubre la identidad de un misterioso asesino de prostitutas que va en busca de una poderosa máquina del amor. A modo de recopilación, en 1983 se editó el álbum Anarcoma 1 y, en 1986, Anarcoma 2. Fue una propuesta más arriesgada e imprevisible, ya que nunca antes había existido en el cómic español un personaje de tales características, pero contó con el beneplácito del público heterosexual. También en el extranjero Anarcoma acumuló seguidores, a través de las librerías alternativas de países como Francia, Holanda, Italia y Suecia, a la vez que sufría la censura en Estados Unidos, al tener que venderse con un envoltorio plastificado, reservado al contenido pornográfico, y quedando su venta limitada al circuito de las sex shops.
En 2016, Nazario publicó a modo de novela Nuevas aventuras de Anarcoma y el robot XM2, dejando a un lado la ilustración, a la que aseguró que no volvería. Un año más tarde, en 2017, con motivo del cuadragésimo aniversario de la mítica detective underground, se publicó un lujoso volumen de edición limitada con la obra gráfica completa y a gran tamaño. Por dicha recopilación, en julio de 2017, su autor fue entrevistado en El País, donde dijo:
Hacía cuatro o cinco años que Anarcoma estaba agotada y la gente me la pedía. […] Y me parece un momento perfecto, la reaparición de este personaje en plena reivindicación de la transexualidad me parece bastante válida. Bueno, es que Anarcoma fue como una premonición de los transexuales, en unos momentos en que la transexualidad no era lo que es hoy, desde luego.
El cantante británico Marc Almond dedicó en 1986 una canción a Anarcoma, titulada con su mismo nombre de guerra, cuya letra dice así:
Un tacón rasca la acera
dejando una mecha roja de pintura.
Sale el sudor cubriendo los marineros.
Para ellos es una santa.
Tatuaje sobre el músculo
que dice: Enamorada eternamente, yo.
Los cogerá y los romperá.
Oh, venga, abrázame hasta que me muera.
Anarcoma, Anarcoma, Anarcoma.
Hay una escalera en sus medias
por la que podemos subir hasta las estrellas,
ponernos en una fila de Borsalinos.
Cómo te asomas por encima de la barra.
Tatuaje sobre el músculo
que dice: Cuidado, pórtate bien, sé mío.
Los comerá al desayuno
uno por uno.
Angie Von Pritt
Angie nació en Castellón, en diciembre de 1953. Saltó a las páginas de la prensa en el año 1977 debido a su parecido con la actriz Bárbara Rey, que por entonces se encontraba en su máximo apogeo como sex symbol de la Transición. Revistas como Lecturas, Garbo o Diez Minutos jugaban al impacto de presentar a una mujer trans como doble de una de las mujeres más deseadas del momento. Y Angie, astuta, sacaba tajada de ello.
Comenzó su andadura en el teatro a principios de los años setenta, con la obra Charly, no te vayas a Sodoma, de la que formaba parte del elenco secundario. Es poco después, y tras trabajar como camarero en algunos locales de ambiente, cuando empieza su transición y se erige como Angie, teniendo claro que su destino es el espectáculo. En una de sus entrevistas de la época, relata que pasó por un traumático servicio militar, en el que solo duró quince días y tuvieron que cortarle el pelo. A raíz de tal suceso, comenzó a teñírselo de rubio y a dejarlo crecer, sin imaginar que así se asemejaría a la vedete de moda. En un reportaje realizado para Diez Minutos en abril de 1977, Angie aclaraba la cuestión del parecido:
Yo no la elegí. Ya hace tres años que ando con esto de los travestis. Por aquel entonces, Bárbara estaba todavía en Murcia y no era lo que es hoy. Un día me teñí de rubia y al cabo del tiempo, cuando Bárbara era ya conocida, la gente me empezó a confundir; porque, aparte del pelo, tenemos un tipo muy parecido. Bueno, yo me aproveché un poco de todo esto. La gente no me cree cuando digo en según qué lugar que no soy Bárbara.
Desde sus inicios, revistas de corte erótico como Lib, Party y Papillón también reclamaron su presencia. Ese mismo 1977, Angie se enrola en la compañía Incógnito, con la que estrena el espectáculo New Crazy Horse Gay, en el que sobresale como cabeza de cartel junto a Pierrot, que lleva a cabo su habitual labor de maestro de ceremonias. La compañía recorre lugares como la sala Rialto de Barcelona o el Morocco de Madrid. Tras un año de gira, y anunciándose ella como «la doble de Bárbara Rey», Incógnito se disuelve y Angie pasa a trabajar en cabarets varios. En 1980, es contratada por la compañía de revistas de la mítica vedete Addy Ventura para actuar en su espectáculo del Teatro Apolo de Barcelona con la obra de revistas Una rubia de escándalo, donde comparte cartel como estrella invitada con Moncho Ferrer y Javier de Campos.
En 1983, al no tener trabajo en la capital catalana, Angie se instala en Sevilla para actuar en la sala Music Hall Vista Alegre, con el espectáculo Voilà Sevilla. En esta ciudad continuaría su periplo por otros cabarets como Prisma o Sevilla en la Noche. Entonces participa en un reportaje documental del programa El dominical de Televisión Española, emitido el 5 de febrero de 1984, que llevaba por título Noche de travestis (posteriormente se llamaría Violeta, ni rosa ni azul). En la capital andaluza seguirá trabajando en locales de café-teatro como Tercer tiempo, presentando el show Varietes 86 y compaginando el cabaret con la prostitución; mientras, su salud se agravaría paulatinamente debido a su adicción a la heroína. Falleció poco después, víctima del sida, aunque el año registrado varía entre 1987 y 1992. Lo cierto es que su trágico final fue reflejo del de otras muchas compañeras que tuvieron que afrontar sin recursos la llegada de un tiempo donde los trabajos en salas de fiestas comenzaban a escasear y la cuantía económica de sus contratos, a descender.