Kitabı oku: «Walter Benjamin: fragmento, umbralidad, fantasma»

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Walter Benjamin: fragmento, umbralidad, fantasma

Walter Benjamin: fragmento, umbralidad, fantasma

Claves conceptuales

Víctor Guerrero Apráez



Reservados todos los derechos

© Pontificia Universidad Javeriana

© Víctor Guerrero Apráez

Primera edición: Bogotá, D. C.,

diciembre de 2020

ISBN (impreso): 978-958-781-584-9

ISBN (digital): 978-958-781-585-6

DOI: https://doi.org/10.11144/Javeriana.9789587815856

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Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J. Catalogación en la publicación

Guerrero Apráez, Víctor Alberto, autor

Walter Benjamin : fragmento, umbralidad, fantasma : claves conceptuales / Víctor Guerrero Apráez, prólogo Germán Rey. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2020.

Incluye referencias bibliográficas.

ISBN (impreso) : 978-958-781-584-9

ISBN (digital): 978-958-781-585-6

1. Filosofía alemana 2. Benjamin, Walter, 1892-1940 - Crítica e interpretación 3. Crítica literaria 4. Crítica de arte 5. Historia de las ideas 6. Teoría literaria 7. Estética 8. Política. I. Rey Beltrán, Germán, prologuista II. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales.

CDD 193 edición 21


inp10/12/2020

Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.

Autor

Víctor Guerrero Apráez

Maestro en Leyes de la Universidad de Constanza (Alemania). Desde 2003 es profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana. Su tesis de grado, “Hacia una genealogía de las formas jurídicas”, obtuvo una mención meritoria. Su tesis de maestría se titula “Die Grenzen der Verfassungsänderung im kolumbianischen und deutschen Recht”. Es autor de ensayos y artículos en revistas nacionales e internacionales. En 2016 publicó Guerras civiles. Negociación, regulación y memoria en 2017 y El reconocimiento de la beligerancia: dos siglos de humanización y salida negociada en conflictos armados, bajo el sello Editorial Pontificia Universidad Javeriana. En 2018, se editó Batallas teopolíticas: Carl Schmitt y sus adversarios.

Contenido

Prólogo

GERMÁN REY

Introducción

La matri(x)z cristiano-capitalista: interioridad y culto en Deleuze y Benjamin

Comunidad antagónica: Walter Benjamin y Carl Schmitt en su aproximación al Romanticismo alemán

El trasfondo del Romanticismo en la obra inicial de Benjamin y Schmitt: revoluciones francesa y bolchevique

El significado filosófico y político del Romanticismo alemán

La aproximación de Benjamin al Romanticismo: afinidades y programas de acción

Schmitt y el Romanticismo: deslindamientos y repudios

El prólogo epistemo-crítico o el desafío del pinche de cocina al castillo académico

El dispositivo del Ursprung

La umbralidad del soberano

Resistencia e historicidad en la alegoría

Entrecruces del arte y la historia

Un asteroide errabundo en el cosmos intelectual del siglo XX

El círculo de George

Los círculos y destellos místicos, economicistas, neopatéticos, cósmicos, sionistas y utópicos

Los círculos parisinos: surrealismo, Acéphale y clasicismo

Adorno, Horkheimer y el Instituto de Investigación Social: de la mímesis a la némesis

El martirologio fundacional de la Revista de Investigación Social

La guerra imposible cuyo estruendo retumba en las calles

Fantasma, institutriz y sacrificio: Otra vuelta de tuerca en clave benjaminiana

Hacia una política literaria del fantasma: emergencia, incorporación y derivaciones

La institutriz: de inquietante extranjera a siniestra mediadora imperial entre lo visible y lo invisible

El sacrificio o la muerte del infante como leitmotiv invisibilizado

La conjunción de institutriz, fantasmas y sacrificio infantil o las infinitas vueltas de tuerca

Hacia una teoría de la umbralidad

Pasajes y prostitutas, alegoría y embriaguez, colores y política

Los umbrales de la infancia recobrados en la adultez

El color y los umbrales

Der Hüter der Schwelle (el guardián del umbral) / Der Schwellenkundiger (el experto en umbrales)

La alegoría y su cualidad de umbral

La umbralidad en las experimentaciones psicotrópicas

La irrupción del umbral en los pasajes como dispositivos arquitectónicos

La prostituta como locus y sustancia carnal de la umbralidad

La inducción maquínica de la ensoñación capitalista en su capital decimonónica y la estrategia para su despertar

El umbral como categoría política: excepción y normalidad, barbarie y cultura

Bibliografía

Prólogo

Desde la primera frase de su libro, Víctor Guerrero Apráez caracteriza lúcidamente la obra de Walter Benjamin y, a la vez, los efectos próximos de su pensamiento y escritura: lo llama una estrella errante, que “descoyunta sin cesar sus reparticiones disciplinares y sus cómodas certezas”. Más adelante, afirma que “Benjamin siempre fue un vertiginoso meteorito que podía girar cierto tiempo a su alrededor, pero que cobraba su propia fuerza centrífuga a fin de recorrer todos los sistemas sin quedar fijado en ninguno de ellos como tal”. Las metáforas que utiliza no son solo figuras del lenguaje, sino calidades exactas del pensamiento benjaminiano.

He leído los textos de su libro Walter Benjamin: fragmento, umbralidad, fantasma, en el que convoca a la reflexión benjaminiana, reconociendo el potencial de un pensamiento que desborda su época y mostrando la pertinencia para abordar el análisis de problemas contemporáneos cruciales.

No dudo en considerar este libro sobre el pensamiento de Walter Benjamin de Víctor Guerrero Apráez como uno de los más importantes que se han escrito en el país sobre el pensador alemán y, posiblemente, el más destacado por el conocimiento que tiene de un autor poliédrico y casi inabarcable, por su ubicación en el panorama intelectual de los distintos y complejos momentos en que vivió, por los rigurosos contrastes que logra hacer con otros pensadores destacados como Carl Schmitt —sobre el que tiene un libro memorable—, Gilles Deleuze o Henry James, y por el trabajo meticuloso y sugerente que hace de algunos de los problemas que Benjamin plantea una y otra vez en sus obras, a través de una multiplicidad de géneros y formas expresivas.

Siempre me ha impresionado la capacidad que tiene Víctor Guerrero para captar la sensibilidad de la época o lo que Hölderlin denominaba el espíritu del tiempo. El pensamiento de los autores que estudia surge en medio de dibujos muy completos del paisaje político, intelectual y estético en los que su obra cobra aún mayor sentido. En este libro lo hace muy temprano, tal como lo llevó a cabo muy cuidadosamente en Batallas teopolíticas, libro que tuve el agrado de presentar en su lanzamiento en Bogotá (2018).

En Walter Benjamin: fragmento, umbralidad, fantasma reconstruye desde el inicio la biografía personal de Benjamin, tremendamente iridiscente, pero a la vez cercada por los exilios, las marginalidades y las incomprensiones. Es una biografía que sigue tanto su historia individual como la de sus ideas y sus relaciones intelectuales y de la sensibilidad. En Batallas teopolíticas. Carl Schmitt y sus adversarios, Víctor Guerrero Apráez hizo una extraordinaria reconstrucción del significado cultural de la República de Weimar y ahora, al elaborar su análisis de los textos de Deleuze y Schmitt, describe la resistencia de los intelectuales en las publicaciones de la editorial Minuit y su significado, después de los desastres del nazismo. En el segundo capítulo ubicará la aparición del Romanticismo alemán (1795) que, según Hans Blumenberg, “emerge como el lugar donde la gran metáfora del libro de la naturaleza obtiene una de sus expresiones más acabadas en el nuevo libro de la Historia”.

Pero será en el capítulo 4, titulado “Un asteroide errabundo en el cosmos intelectual del siglo XX”, cuando lleve a cabo un minucioso panorama del entorno intelectual en el que vivió Benjamin, resaltando los diferentes círculos de la creación y el pensamiento que delinean su tiempo y su itinerario formativo. Con precisión y elegancia conceptual presenta a quienes en su opinión influyeron en la formación filosófica del alemán, construyendo un detallado registro analítico de los autores que lo rodearon, uno tras otro, con sus cercanías y sobre todo con sus distancias críticas. Una historia de las ideas emerge en esta composición de las circunstancias vitales y espirituales de sus contemporáneos que permite reconocer aún más el perfil intelectual de Benjamin.

Al paisaje de una época lo acompaña la ubicación más particular, como la que hace en el capítulo 5, en el que se refiere al tiempo personal y el lugar de la lectura benjaminiana de la novela Otra vuelta de tuerca, de Henry James, un año antes de su muerte. Del tiempo porque Benjamin para entonces estaba “sumergido en el vórtice de un trabajo intelectual difícilmente comparable por su intensidad y las dificultades más básicas para su propia supervivencia material”, y del lugar porque en el monasterio de Pontigny pudo “escapar a los acosos cotidianos de las necesidades de supervivencia material, a la estrechez de su habitación subarrendada y al ruido aturdidor del ascensor”. Lo atestigua la fotografía de su amiga Gisela Freund. La idea de lo fantasmal recorre desde hace tiempo su pensamiento.

Otra habilidad de Guerrero Apráez, que solamente es posible por el conocimiento de los autores y su propia capacidad exegética, es contrastar, comparar y distanciar corpus de pensamiento diferentes, como lo hace entre los de Benjamin y Deleuze, o los de Benjamin y Schmitt, captando no solo las resonancias de sus obras, sino también sus disonancias, lo que convierte a la metáfora sonora en un ejemplo de la musicalidad del pensamiento. Con el primero, para explorar el carácter cultual de la religión cristiana y la interioridad de la culpa, y con el segundo, la de confirmar la diferencia radical de sus respectivas aproximaciones al temprano Romanticismo alemán.

Al provocar estos encuentros, Guerrero Apráez nos ofrece elementos muy valiosos para comprender, por ejemplo, el significado de las relaciones entre culpa y víctimas, cuya reflexión aún es muy provisional en el pensamiento político y filosófico colombiano, en especial sobre el conflicto vivido durante los cincuenta años anteriores.

Porque la indagación presente en su libro no está nada alejada de nuestros problemas políticos, signados por claves cristianas (las “placas tectónicas construidas por el cristianismo durante mil años”, escribe) que no han sido suficientemente resaltadas y que, por el contrario, se han desdibujado por explicaciones generales o inocuas que las han convertido en paráfrasis de los pronunciamientos episcopales o de los púlpitos de la parroquia. Posiblemente, la fotografía y el cine son las artes que más han ayudado a la comprensión de las relaciones entre cristianismo, violencias y paz en Colombia; la primera deja un registro de los rituales escabrosos de los victimarios, de sus marcas sobre el cuerpo o de las superposiciones entre el Cristo yacente y el Cristo campesino, lo que ilustra la portada de Violentología, la obra fotográfica de Steven Ferry.

La religión del capitalismo presentada en el primer capítulo del libro propone una mirada que introduce la temática de la relevancia de las imágenes en el mundo contemporáneo, que hoy llega hasta el paroxismo de su lenguaje numérico, su condición fantasmal y sus efectos de disolución, vividos en los nuevos cultos en los que ofician youtubers, influencers, bots y algoritmos de los flujos digitales, las nuevas tecnologías, las redes sociales e internet. En Capitalismo de plataformas (2018), Nick Srnicek propone la hipótesis de que el capitalismo se volcó hacia los datos como un modo de mantener el crecimiento económico y la vitalidad de cara al inerte sector de la producción. “Las condiciones religiosas del capitalismo, su escenificación contemporánea como religión pueden seguirse en el culto de las imágenes (la gran condición propia del cristianismo tan diametralmente opuesto a los monoteísmos judaico y musulmán) y en las efigies e imágenes de los billetes de banco con su culto de los héroes, alusiones míticas y cifras esotéricas. Esta desmesura del culto arriba a un estado de endeudamiento sin fondo, que se expande sin fronteras —ni geográficas ni temporales—, ingurgitando a las generaciones venideras, anticipándose al nacimiento mismo de los miembros del culto, culminando en que, bajo estas condiciones, el elemento religioso termine por adquirir una condición puramente parasitaria en el interior de la dinámica capitalista”, escribe Guerrero Apráez. El autor conoce el terreno en que incursiona porque ha escrito sobre cine, como lo hicieron Benjamin y Deleuze.

A través de su escrito, Víctor Guerrero Apráez va entresacando conceptos generados por sus autores que “descoyuntan las certezas”, como anuncia en el primer párrafo de su libro. Dos de ellos han demostrado su incidencia en el des-quiciamiento de nuestras comprensiones: “La embriaguez y los viajes en Benjamin y el rizoma y las líneas de fuga” de Deleuze.

La carta de Benjamin a Schmitt de 1930, en que el primero valora la teología política del segundo, es un asunto al que Víctor Guerrero Apráez le ha dedicado importantes consideraciones y que vuelve a aparecer en este libro. En Batallas teopolíticas escribió que la teología política ha sacudido el campo entero de la disciplina de las ciencias humanas y sociales y “ha puesto en cuestión todo un complejo de ensamblajes filosóficos y culturales sobre cuyas certezas creíamos sostenerlos con algún grado de seguridad epistémica”. Estos sacudimientos también los ha producido la obra aquí analizada de Walter Benjamin.

El encuentro textual es interesante no solo como ejercicio de relación (el espejo y sus refracciones puede ser una buena figura para esa lectura), sino también como interpretación de los orígenes de la obra o los pasos iniciales del pensar. En ese sentido, es también una reflexión sobre la historia intelectual o aún mejor sobre las huellas textuales de un pensamiento que emerge y que con acierto llama escritos destinales, que en los casos de Benjamin y Deleuze tienen un trazo común disruptivo.

Un amplio número de rasgos comunes en la génesis e índole de su escritura los vinculan: precocidad, carácter fragmentario, estilo impresionista, densidad intuitiva, relativo olvido posterior, vetas analíticas que marcarían complejas problematizaciones posteriores, y quizá por encima de todos, la enigmática formulación primeriza de un pensamiento que habría de marcar una obra filosófica que con la fuerza de un tsunami deshizo todas las reparticiones disciplinares y las fronteras entre las ciencias sociales. (véase la página 23)

Que Walter Benjamin: fragmento, umbralidad, fantasma se publique en la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales no es una casualidad. Todo lo contrario. El libro, al unir política y filosofía o estética y política, aborda algunas de las áreas más fructíferas para pensar problemas políticos centrales, por ejemplo, la guerra, las violencias, la paz o los neofascismos. El autor lo subraya cuando escribe que

en estos días donde vientos neofascistas recorren todas las latitudes geopolíticas bajo vulgares carismas celebrados por los medios masivos, la actualización del sensorio benjaminiano que los detectara precozmente en su primera irrupción histórica hace un siglo puede brindar a este texto un interés adicional. (véase la página 21)

Tiene toda la razón. El pensamiento sobre la política en los tiempos azarosos en que vivimos puede recibir de las fulgurantes reflexiones de Walter Benjamin (por ejemplo, las de umbral y fantasma), así como de las interpretaciones que nos ofrece Víctor Guerrero Apráez en este libro, sus conceptos, sugestiones y argumentos para entender mejor las realidades en que vivimos. A veces es necesario que los meteoritos nos ayuden a hacerlo.

GERMÁN REY

Introducción

La obra de Walter Benjamin no ha cesado de emerger como una estrella errante que, atravesando el panorama intelectual contemporáneo, descoyunta sin cesar sus reparticiones disciplinares y sus cómodas certezas. En el contexto de un mundo académico feudalizado en innúmeras especialidades incapaces con frecuencia de sostener enfrentamientos significativos entre sí, caracterizado además por una extendida resignación a la irrelevancia política de sus propias exigencias y al fatalismo generalizado de la dominación capitalista mundial, la capacidad provocadora de sus reflexiones, la profana iluminación procedente de sus fragmentos, la transgresora aspiración mesiánica nunca abandonada y la genialidad demoledora de los campos académicos consagrados mediante sus heterodoxas aproximaciones interpretativas continúan siendo un poderoso estímulo a cualquier tentativa, tanto para el acercamiento a su obra como para levantar barricadas de resistencia contra los cánones dominantes.

El presente texto constituye un eco indisciplinado del perenne desafío planteado por un pensamiento que se enfrentó con toda consecuencialidad a las seductoras corrientes mistificadoras que surgieron desde el movimiento juvenil y los círculos poéticos en los comienzos mismos de la República de Weimar, donde Benjamin iniciara su propio periplo filosófico, y que hizo de la confrontación teórica con las más brillantes figuras de una época signada por la ruptura de todos los referentes epistémicos de la centuria anterior, así como por la irrupción de las grandes transformaciones políticas y sociales del siglo XX, el dínamo de su propia reflexión.

A diferencia de todos sus colegas generacionales, su trayectoria intelectual nunca encontró el solaz de un campus universitario que lo acogiera, ni de una institución académica que le diera refugio, ni de un partido o asociación que lo reclutara como su ideólogo, pero tampoco de una patria que lo reconociera mínimamente como ciudadano suyo. La recién fundada Universidad de Frankfurt rechazó su proyecto de tesis doctoral calificándola como incomprensible y al autor como un inepto para aspirar al papel de guía profesoral sobre las futuras generaciones estudiantiles; los círculos académicos siempre encontraron, en su acerbo rechazo de toda contemporización intelectual con sus correspondientes premisas, un molesto antagonista; ni el comunismo ni el sionismo fueron opciones consideradas siquiera mínimamente plausibles de acomodación militante; la Alemania imperial lo catalogó como un súbdito de segunda categoría dado su origen judío; la Alemania nacionalsocialista lo despojó de su nacionalidad mientras que la Francia de la Tercera República engavetó su solicitud de naturalización ad calendas grecas; y Palestina, a donde se dirigía la emigración de los judíos europeos, incluido el más cercano de sus pocos amigos, le pareció anticipadamente un callejón sin salida, a cuyas promesas reterritorializadoras era preferible rehusarse.

Apatridia, exilio, emigración, dos fugas angustiosas ante las garras del nazismo que lo persiguió con nombre propio —la primera en enero de 1933, desde Berlín, al día siguiente de la ascensión de Hitler al poder y en octubre de 1940 la segunda, desde París, ante el inicio de la invasión a Francia—, nomadismo incesante entre fronteras, pero no menos entre las ciudades alemanas, los mismos distritos berlineses y los arrondissements parisinos, fueron la signatura de su vida. En el plano intelectual, que guarda una estremecedora correspondencia con aquella, su obra bebió de todas las fuentes a las que su insaciable curiosidad lo llevara con un olímpico desprecio de las reparticiones disciplinares y las jerarquías temáticas, y se midió con todas las construcciones teóricas de alguna relevancia, en una dialéctica infatigable de asimilación y superación extrema.

En tal constelación existencial fue filólogo, historiador, filósofo, esteta, poeta, crítico literario, periodista, librero, traductor, coleccionista, anticuario, grafólogo, libretista radiofónico, viajero, flâneur, argonauta mediterráneo y báltico, ensayista, corresponsal obsesivo, y en esta caleidoscópica disposición cada oficio fue ejercido con tal pasión y radicalidad como para impedir disociar el saber propio de todos ellos en la composición de sus escritos. Lo extremo de su apuesta intelectual y vital, al igual que su indeclinable creencia en la emancipación como modalidad secular de la apocatástasis, le confieren a su obra un impulso y una fuerza que el fracaso de las revoluciones, el derrumbe de las utopías y el subsecuente reinado del consenso neoliberal en el curso del largo siglo XX no han conseguido domesticar y a la que los seis capítulos de este libro intentan ser fieles en medio de la diversidad de sus temáticas.

En el capítulo I se efectúa una lectura de las correspondencias y complementariedades entre dos textos que hasta ahora no se habían puesto en relación: los juveniles ensayos escritos respectivamente en 1920 y 1940 por un Walter Benjamin y un Gilles Deleuze veinteañeros. Por un lado Capitalismo como religión y del otro Cristo y la burguesía, en los cuales la atrevida exploración del carácter cultual de la religión cristiana y la interioridad de la culpa, metódicamente labrados en la fragua milenaria de la maquinaria teológica para el moldeo de cuerpos y conciencias, revelan la inusitada confluencia seminal de dos obras filosóficas que a pesar de sus inmensas diferencias compartieron toda una pléyade de afinidades electivas políticas y filosóficas: su negativa a capitular ante los poderes, su instintivo desprecio de las guerras justas, su profunda admiración por el barroco, su predilección por los pliegues y umbrales como mecanismos de cuartear las distribuciones convencionales, al igual que sus lúcidas contribuciones interpretativas sobre la fotografía y el cine, haciendo de la estética un campo inescindible de la filosofía.

El capítulo II se ocupa de la común aproximación efectuada por Walter Benjamin y Carl Schmitt en relación con el temprano Romanticismo alemán, situándola como el primer frente donde los dos quizá más influyentes autores originarios de la atmósfera intelectual de Weimar habrían de cruzarse en un entramado muy denso, compuesto por estratégicas proximidades y hondísimas diferencias. El revolucionario mesiánico y el contrarrevolucionario apocalíptico encontraron en ese pensamiento de crisis surgido entre las épocas del Clasicismo y la modernidad, en el despunte del siglo precedente, así como desgarrado entre los abismos de la Revolución y las certezas de la Restauración, una cesura que merecía la pena escudriñarse. Mientras que el primero encontraría en los románticos un impulso al que siempre permanecería de alguna manera fiel, haciendo de las contribuciones románticas de la ironía, el fragmento y la incomprensibilidad elementos de su propia obra, Schmitt, desde una óptica y sensibilidad completamente opuestas, hallaría en ellos uno de sus tantos blancos de crítica implacable, considerándolos como un desgraciado episodio de la historia política e intelectual solo comparable al protestantismo y la misma Revolución francesa. Desde la atalaya de este precoz y primerizo encuentro resulta posible calibrar el profundo sentido dramático de los posteriores entrecruzamientos ocurridos entre ambos, como la carta elogiosa que Benjamin le dirigiera a Schmitt, las anotaciones de su diario respecto de este y la tardía obra del jurista sobre la figura de Hamlet, donde por primera y única vez lo citaría de manera póstuma.

El capítulo III es una glosa al texto reputado como el más esotérico, abstruso y difícilmente inteligible de los que Benjamin escribiera: el prólogo a su fracasada tesis doctoral, El origen del drama barroco alemán. La desmesura filosófica de este, su liquidación de los marcos teóricos vigentes en la época, su provocadora inspiración neoplatónica, la audacia de los conceptos acuñados, la innovadora lectura de un género considerado hasta entonces no solo como inferior, sino incluso despreciable y el anarquismo coronado de las múltiples líneas de fuga esbozadas convierten este proemio en uno de los más fascinantes documentos en la historia intelectual europea. No solo era la deliberada y consciente quema de naves de todo auspicio a una probable carrera profesoral, que le hubiese deparado una modesta seguridad en medio de la lacerante incertidumbre económica del país, sino la bofetada más sonora que quizá jamás se haya propinado al sistema universitario reputado como el ejemplo mundial. Los estudiosos de Benjamin a ambos lados del Atlántico han minimizado el alcance de lo que estuvo en juego en esta radical puesta en cuestión de la academia profesoral, justamente en el rechazo al aspirante a formar parte de su selecta membresía. El concepto evaluador negativo del profesor Hans Cornelius a la tesis del estudiante fue el equivalente anticipado de la encomendada detención y confiscación de sus archivos, que la Gestapo intentara en su contra escasos años después, la cual solo resultó infructuosa gracias a la presteza de la huida emprendida. En este sentido, su enfrentamiento con el nazismo había comenzado cuando este último era apenas un marginal grupúsculo político que husmeaba en las cloacas periodísticas y folletinescas alemanas a la búsqueda de despojos míticos y místicas fraudulentas que pudieran servir de ropaje a sus abyectas maquinaciones. Lo adicionalmente perturbador del rechazo académico lo constituyó la circunstancia de haber sido Max Horkheimer, su futuro patrón en el Instituto de Investigación Social y corresponsal amigo, quien sirviera en calidad de doctorando, bajo la tutela de Cornelius, como garante del concepto proferido por este. Una radical revisión de este episodio a la luz de la singularidad del proemio, dando cuenta de sus implicaciones políticas, es lo intentado en esta minuciosa reconstrucción de los diversos factores que allí se pusieron en juego.

La formación de la obra teórica de Walter Benjamin es indisociable de los círculos, grupos y cenáculos artísticos e intelectuales que proliferaron en la Alemania de Weimar, respecto de los cuales mantuvo una estimulante confrontación hecha tanto de fecundas incitaciones como de implacables enfrentamientos y fulminantes rupturas. Su infinita capacidad de seguir atentamente los múltiples frentes de la densa vida intelectual en las dos décadas iniciales de la primera democracia en su país fue proseguida en el exilio con no menor intensidad en una continua ampliación de su perspicaz mirada. Dar cuenta de este proceso que fuera la verdadera praxis o taller de su trabajo filosófico constituye la centralidad del capítulo IV. La línea fractal de esta relación dialéctica se inicia en medio del movimiento juvenil, se prosigue con la admiración inicial experimentada respecto del poeta Stefan George y la implacable polémica que sostuviera con la poderosa e influyente hueste de sus seguidores y amigos, cuya empresa de refundación mitologizante de la Alemania secreta, como la llamaran, fue la ocasión de sus textos críticos más vitriólicos y lúcidos; continúa en su relación con el llamado círculo místico, el cenáculo de Max Weber en Heidelberg, sus intercambios con los surrealistas y la herejía cismática nucleada en torno a Bataille al otro lado del Rin, la facción clásica de los escritores franceses y, finalmente, el complejo vínculo que lo uniera con Adorno y el Instituto de Investigación Social, una tortuosa relación confeccionada de amistad y rivalidad, pero ominosamente enturbiada por asuntos personales y una dependencia laboral de la que pendió su propia subsistencia material. El contenido teórico de su errabundaje a través de los sistemas planetarios configurados por estas agrupaciones —y la metáfora astronómica es exacta, pues se trataba de luminarias alrededor de las cuales orbitaban sus epígonos al modo de astros más o menos cercanos, ejerciendo una poderosa fuerza gravitacional en medio de la constelación intelectual weimariana— es el que intenta destacarse con toda rotundez en el contenido de estas colisiones en las que Benjamin, si bien flexionó su trayectoria, terminó por continuar su propio periplo con acrecida autonomía y radicalismo. Esta lectura sugiere nuevas maneras de comprender el proceso de su formación filosófica, descubrir su aguda capacidad de detectar las mistificaciones protofascistas alojadas en la poética iluminada que embriagaba entonces las masas lectoras y relievar las profundas discrepancias que opusieron su propia concepción filosófica y política a la profesada por el conjunto de la Escuela de Frankfurt, tanto en vida como póstumamente. La opinión reinante sobre la directa filiación de aquella con el pensamiento de Benjamin es, pues, colocada radicalmente en cuestión.

Yaş sınırı:
0+
Hacim:
544 s. 7 illüstrasyon
ISBN:
9789587815849
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