Kitabı oku: «Desde la capital de la República», sayfa 7

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Las organizaciones juveniles españolas convocaron una «Conferencia Europea de la Juventud sobre los sucesos de España»,39 que se celebró en París el 19 de diciembre de 1936. En ella participaron representantes de más de 100 organizaciones juveniles, tanto internacionales como representantes de 23 países, incluyendo algunos extraeuropeos como Cuba o Estados Unidos. Representaban un amplio espectro ideológico y religioso, aunque predominaban las organizaciones socialistas y comunistas y, entre las organizaciones religiosas, las protestantes. Jóvenes españoles de diferentes organizaciones presentaron seis informes que trataban los temas más controvertidos a los que hacía frente el gobierno republicano: su posición internacional y la postura de los demás países hacia él, la cuestión nacional, el problema agrario, la educación, la formación del ejército republicano, y la cuestión religiosa. Los informes y la resolución aprobada hicieron hincapié en el carácter democrático del gobierno republicano y de los objetivos de su lucha. Mientras que las Juventudes Libertarias consideraron que la conferencia representó las posiciones de republicanos y socialistas, la JSU planteó que «los jóvenes del mundo, sin distinción de ideologías», querían ayudar a la República y que la «unidad de la juventud española» en el Frente de la Juventud se había considerado «el camino a seguir».40

En una segunda reunión, celebrada al día siguiente, se decidió formar la Comisión Internacional de la Juventud por la España Republicana, conocida como Comité de París, con el objetivo de «coordinar el trabajo de ayuda directa y de información». La importancia que le daban los políticos republicanos a esta acción internacional de los jóvenes se reflejó en que el gobierno subvencionó al representante del Frente de la Juventud estatal en esta comisión, mientras que la Generalitat hizo lo mismo con el Frente de la Juventud de Cataluña y, aunque no sabemos el resultado, se intentó gestionar que el gobierno vasco subvencionara al representante del Frente de la Juventud Vasca.41

Así, se sucedieron también viajes de miembros de organizaciones juveniles a España y de delegaciones juveniles españolas al extranjero, dando mítines y recogiendo fondos. Ya en marzo de 1937 se había anunciado que viajaba hacia París el profesor Gregorio Bergman, presidente de honor del RME y representante en éste de la Federación Universitaria Argentina. Una delegación juvenil española viajó a Estados Unidos, donde recolectó 18.000 dólares en mítines organizados por la American Student Union (Unión de Estudiantes Estadounidenses (ASU). El movimiento de solidaridad con la República se había extendido hacia América y Asia-Oceanía, especialmente a través de las Uniones Nacionales de Estudiantes, como en Costa Rica, Indonesia, India, Puerto Rico o China.42

En 1937, la ASU pidió al gobierno norteamericano que aplicara sanciones a los países agresores. En 1938, renunció al desarme y planteó que había que favorecer el rearme de su gobierno para defender la democracia, tras un debate entre aislamiento y seguridad colectiva que se había iniciado con la invasión italiana de Etiopía. La decisión de la ASU hizo que se formaron dos bloques en el movimiento pacifista estadounidense: los liberales y comunistas la apoyaron, mientras que aislacionistas, trotskistas, socialistas y pacifistas «puros» se opusieron y formaron el Comité Juvenil contra la Guerra. También en 1938, la Oxford Student Union anuló su «Juramento», adoptando una resolución que decía que «esta asociación defiende la alianza de las naciones pacifistas y está dispuesta a hacer la guerra contra la invasión fascista». Se abría paso la idea de que, en ciertas circunstancias, había que recurrir a la guerra para defender la paz.43

La Alianza Juvenil Antifascista fue la que representó a la «juventud española» en el Segundo Congreso Mundial, que se celebró en Nueva York entre el 16 y el 23 de agosto de 1938. Alianza lo definió como «congreso de unidad de todos los jóvenes para la defensa de la paz mundial», identificada con la «lucha contra los agresores, contra los fascistas que quieren destruir nuestra patria», por lo que la juventud española debía apoyar el congreso y defender su unidad, mientras que los adultos pidieron a los jóvenes que explicaran en Nueva York que en España se estaba defendiendo la paz con las armas porque no se podía hacer otra cosa, idea en la que coincidieron Ramón Lamoneda (PSOE), y Mariano Vázquez y Segundo Blanco (CNT), en entrevistas realizadas por el mismo periódico. La delegación de la AJA, presidida por el libertario Serafín Aliaga, estuvo formada solo por 13 miembros e incluyó, además de a las organizaciones que habían participado en el primer congreso, a una representante de la Unión de Muchachas –la organización juvenil femenina vinculada a la JSU–, y un miembro de la JEREC. Tuvieron representación independiente las Juventuts Socialistes Unificades de Catalunya y las Juventudes Libertarias catalanas.44

En ambos congresos internacionales se planteó la necesidad de la unidad de ésta para construir un mundo en paz, lo que se consideraba que sólo podía conseguirse con el fortalecimiento del sistema democrático y, en el segundo, se rechazó –en una referencia implícita a las organizaciones juveniles de los países totalitarios– que la juventud debiera expresar obediencia incuestionable hacia el Estado y/o sus dirigentes. Las organizaciones juveniles de Alemania, Italia y Japón habían intervenido en la preparación del primer congreso hasta el 10 de julio de 1936, pero finalmente decidieron no asistir, aunque los delegados italianos del exilio habían estado dispuestos a no participar si eso ayudaba a que lo hicieran representantes de las organizaciones juveniles fascistas. La ausencia de las organizaciones juveniles nazis llevó a la delegación francesa a presentar un «llamamiento a la juventud alemana», que fue aprobado por unanimidad, en el que se le pedía participar y desarrollar las labores aprobadas en el congreso, «convencidos» de que compartían sus objetivos de luchar por la paz porque «en una guerra todos acabarían perdiendo». En el segundo congreso se insistió en la necesidad de colaborar con los jóvenes de las potencias fascistas: «La juventud democrática no está enemistada con la juventud de los estados totalitarios y hará todo lo que esté en su mano para establecer un contacto amistoso con ellos».45

Sin embargo, la evolución de la situación internacional no permitió que los delegados del segundo congreso no pusieran nombres y apellidos a los problemas. Así, el mismo informe del segundo congreso destacó «la gran ovación dada a los delegados de China, España, Checoslovaquia, Austria y Etiopía» en el acto de inauguración del congreso en el que, según la revista Time, la delegación española fue la más aclamada.46

Se trataron uno a uno los principales conflictos existentes, destacando el español. La mayoría de los delegados afirmaron que España estaba «siendo víctima de un ataque alemán e italiano y que el éxito de este ataque sería una amenaza para la seguridad y la democracia del resto de países europeos». Se propuso que se restableciera el derecho que tenía el gobierno republicano, como gobierno legítimo, a comprar armas, acabando con la política de no intervención, aunque hubo dos delegados que defendieron mantenerla, pero haciéndola verdaderamente efectiva y logrando la retirada de las tropas y la ayuda extranjera, que era también la postura de la Internacional Juvenil Socialista.47

Se expresó la oposición al reconocimiento de la soberanía italiana sobre Etiopía; se pidió que las garantías de la independencia de Checoslovaquia, expresadas en el pacto franco-soviético-checo, fueran firmadas por otros países; se condenó la anexión de Austria por Alemania y la persecución racial, especialmente la de los judíos; se defendieron la integridad territorial y la soberanía de China; y se felicitó la política de buena vecindad iniciada por el gobierno estadounidense presidido por Franklin Delano Roosevelt. Se planteó específicamente que una tarea de la juventud era ayudar a las víctimas de la guerra, especialmente a los civiles de España y China; fomentar el boicot a los productos de los países agresores y promover la venta de los de los amenazados; enviar alimentos y medicinas a las víctimas; organizar mítines para promover la solidaridad con ellas; y defender que se extendiesen los derechos de asilo y que se hiciera cumplir la ley que prohibía bombardear objetivos civiles.48

Se consideraba que la paz no era solo la ausencia de guerra, sino también la inexistencia de injusticias sociales y de opresión política que, a la vez, eran las condiciones necesarias para una ausencia total de conflictos bélicos. De ahí que en ambos congresos se trataran numerosos temas relacionados con el bienestar de la juventud, como la educación, las condiciones laborales y el desempleo, la salud, el ocio o la delincuencia juvenil. En el segundo congreso se analizaron también las problemáticas particulares de los jóvenes del mundo rural y de las colonias, y de las mujeres jóvenes. Se desarrolló un programa muy elaborado sobre estos temas que conformaba un proyecto de estado del bienestar para todos los jóvenes, ya que se defendía explícitamente la igualdad de derechos sin distinción de sexo, raza o religión, y que las medidas propuestas se aplicaran también en las colonias, tras plantear que «las aspiraciones de los jóvenes son idénticas en todos sitios. Queremos disfrutar de seguridad, del ocio, de salud (...)» para lo que se necesitaba «mejorar la situación material de la juventud».49 La idea era elaborar una «carta internacional de derechos de los jóvenes», de forma similar a como lo estaban haciendo, desde perspectivas nacionales, los organismos unitarios juveniles de algunos países, como el American Youth Congress o la British Youth Peace Assembly. Y quizá las 10 reivindicaciones de la juventud aprobadas por la JSU, y que fueron, en gran parte, asumidas por la AJA, se puedan considerar también una «carta de derechos», en las particulares condiciones del conflicto bélico.50

Había, además, un convencimiento expreso de que la educación colaboraba al mantenimiento de la paz. Por esto, entre otras medidas, se defendió la «internacionalización de la educación» a través del Instituto para la Cooperación Intelectual de la SdeN, que debía colaborar con las autoridades educativas de los distintos países en la revisión de los «viejos libros de texto» y en la elaboración de nuevos en temas como geografía, historia y economía, para eliminar el «chovinismo».51

Se propuso que la SdeN estableciera un sistema de becas que favoreciera la movilidad de los estudiantes de diferentes países, al igual que campos de vacaciones y escuelas de verano internacionales, crease una agencia de noticias y un periódico propio, realizase emisiones radiofónicas en diferentes lenguas para «difundir noticias imparciales», y estableciese un estudio de cine para producir y difundir películas educativas y pacifistas.52

En el aspecto más estrictamente político,53 se defendieron medidas que ya se estaban planteando en la SdeN, como la separación del pacto de su creación de los tratados de paz, la eliminación de la necesidad de unanimidad a la hora de tomar decisiones o el establecimiento, a través de la Sociedad, de pactos regionales de asistencia mutua. Se pidió respetar las obligaciones internacionales y los tratados de las minorías, hacer obligatorio el arbitraje de una tercera parte en los enfrentamientos internacionales, y crear mecanismos para solucionar los conflictos internacionales. Se apoyó la nacionalización de la fabricación de armas y el control internacional de su tráfico, lo que ya había intentado la SdeN.54 Y, sobre todo, se defendió la política de seguridad colectiva: todas las naciones debían someterse al arbitraje de una tercera parte imparcial y quien fuera a la guerra por no aceptarlo se convertiría en enemigo de la comunidad internacional, que debía usar sus poderes para impedir la agresión, como defendió en el primer congreso el británico Norman Angell.55

Nunca se había negado que la SdeN pudiera ejercer presión moral y política, pero en ambos congresos se defendió reforzar el organismo internacional y que tuviera también poder para hacer cumplir las sanciones (diplomáticas y económicas), y se reconoció que «la fuerza militar puede tener que ser usada como último recurso para la supresión de la guerra». En ambos congresos hubo pequeños grupos de delegados que se opusieron a estas posiciones, especialmente a la última. Sin embargo, como planteaban los partidarios del rearme en la LNU británica, «el arbitraje seguía siendo un objetivo, pero había que distinguir entre la voluntad de solucionar los conflictos pacíficamente y rendirse ante la agresión».56

El primer congreso aprobó un llamamiento a la juventud del mundo en que se destacaba la variedad de tendencias presentes, unidas por el deseo común de vivir en paz y «evitar la guerra a nuestra generación», y se pedía la unidad internacional de la juventud para defender la paz.57 Frente al carácter general de este llamamiento, en el segundo congreso se aprobó el llamado «Pacto por la Paz de Vassar College», por el lugar en que se reunía el congreso, que fue firmado por los representantes de 48 de los estados y territorios coloniales presentes. Condenaba toda guerra de agresión dirigida contra la independencia o la integridad de un Estado y los bombardeos de ciudades y poblaciones civiles. Los firmantes se comprometían a presionar para que sus respectivos gobiernos colaboraran para prevenir y/o detener las agresiones, ayudaran de forma efectiva a las víctimas y no suministraran ni material bélico ni ayuda financiera al agresor, y a «hacer todo lo que esté en nuestro poder para garantizar que la juventud de nuestros países nunca participará en ninguna guerra de agresión contra otros estados», en lo que parece una reelaboración del Juramento de Oxford adaptado a las nuevas circunstancias.58

En la delegación norteamericana se formó un bloque minoritario contrario a las sanciones gubernamentales, considerando que «llevaban a guerras para preservar el statu quo», y el pacto fue firmado por el presidente de la delegación en nombre de la mayoría, pero lo rechazaron nueve organizaciones, entre ellas, el Consejo Nacional de la Juventud Metodista, el Comité Juvenil contra la Guerra y la Liga de Jóvenes Socialistas. Así, se dijo que los «socialistas europeos se separaron de sus jóvenes camaradas de Estados Unidos para apoyar la seguridad colectiva».59

Y, efectivamente, en la mayoría de las organizaciones, del pacifismo y el antimilitarismo se pasó al antifascismo, al rechazo a la política de apaciguamiento de los dictadores y a la defensa del rearme de las potencias democráticas, y de la oposición a toda guerra a la distinción entre guerras justas y guerras injustas. Se mantendría un «pacifismo puro» residual, que se extendió, por ejemplo, en Estados Unidos o los países neutrales europeos, por lo menos hasta 1941. Con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial los socialistas de la Universidad de Berkeley defendieron que lo más importante era mantener a EEUU fuera de la guerra; el American Youth Congress giró también hacia posiciones aislacionistas; y la ASU definió el conflicto recién iniciado como imperialista, como hicieron todas las organizaciones comunistas, pero también algunas organizaciones socialistas europeas de los países neutrales hasta la generalización de la guerra.60

EL FRACASO DE LOS PACIFISMOS

Y DE LA «UNIDAD DE LA JUVENTUD»

Algunos obispos suizos acusaron al Primer Congreso Mundial de la Juventud de ser una «empresa comunista subrepticia». Estos ataques se intensificaron con la extensión de las tensiones internacionales y, de cara al segundo congreso, insistieron en ello Alemania e Italia, la Iglesia Católica y los Boy Scouts de Estados Unidos, aunque eso no impidió que participaran organizaciones católicas y scouts. Probablemente esta acusación estaba relacionada con la campaña en contra de la Sociedad de Naciones, definida como «agente del comunismo internacional», realizada por los países autoritarios y fascistas y que se vinculaba al uso del organismo internacional como «caja de resonancia» por parte de los países atacados, su negativa a reconocer al Estado títere japonés de Manchukuo en China y la ocupación italiana de Etiopía, y sus críticas a la política expansionista de la Alemania nazi.61

También el American Youth Congress fue acusado de comunista, especialmente por algunos sectores del Partido Republicano, aunque sus propuestas y reivindicaciones no eran para nada comunistas, aunque sí radicalmente democráticas,62 y suponían un claro apoyo a las políticas hacia la juventud del New Deal de Franklin D. Roosevelt, representadas por la Administración Nacional de la Juventud, que se puso como modelo para otros países en el segundo congreso.63 En los países en que los organismos unitarios formados al calor del Movimiento del Congreso Mundial de la juventud tuvieron más importancia, como Canadá, Estados Unidos o Gran Bretaña, la influencia comunista parece que ni siquiera fue importante.64

Como escribió Eleanor Roosevelt, las propuestas del Movimiento del Congreso Mundial de la Juventud eran «bastante sensatas y serenas, quizá algo idealistas y verdaderamente muy optimistas».65 Defendieron, entre otras cosas, unas políticas del bienestar y un proceso de descolonización que se desarrollarían después de la Segunda Guerra Mundial, y un aumento del papel de los organismos internacionales, que sigue desarrollándose, y generando tensiones, desde entonces.

Especialmente idealista y optimista era su objetivo de mantener la paz: probablemente ni todo el esfuerzo posible de las organizaciones juveniles participantes hubiera impedido la nueva conflagración mundial, en la que influían muchos otros intereses y actores más poderosos. En el último semestre de 1938 –cuando el movimiento logró su mayor expansión y organización– era probablemente demasiado tarde para lograr su principal objetivo. Menos de un mes después del segundo congreso, Gran Bretaña y Francia entregaron a Hitler Checoslovaquia con el Pacto de Múnich. Al año siguiente, la República Española fue finalmente derrotada y la URSS realizó su segundo «gran viraje» de la década con la firma del pacto germano-soviético. Así, si la Guerra de España consumió a las organizaciones juveniles españolas, que llegaron al final del conflicto completamente divididas, tampoco el movimiento juvenil internacional unitario, solidario, antifascista y pacifista que se había desarrollado junto con ellas sobrevivió.

En último término, el Movimiento del Congreso Mundial de la Juventud representó a lo que fue posteriormente la gran coalición vencedora de la Segunda Guerra Mundial y se desintegraría igual de rápidamente que ésta. Cuando se recuperó la idea de coordinar internacionalmente a la juventud tras la nueva conflagración mundial se hizo bajo el influjo de la guerra fría y el movimiento juvenil reflejó esta división: en 1949 se creó en Londres la Federación Mundial de la Juventud Democrática, de la que se separaron la mayoría de las organizaciones juveniles de los países occidentales que formaron ese mismo año la Asamblea Mundial de la Juventud, a la que se sumaron, por ejemplo, muchas organizaciones británicas que habían participado en la British Youth Peace Assembly y en los dos congresos mundiales de la juventud de los años treinta.66

Y en el año en que se conmemora el 50 aniversario de los diferentes mayos del 68 no se puede concluir sin destacar que, históricamente, la movilización juvenil en general, y estudiantil en concreto, y los movimientos pacifistas ya habían adquirido un carácter internacional y de masas en los años treinta del siglo XX.

* Este trabajo ha sido posible gracias al proyecto CSIC 201510I026, Hacia una historia comparada de la juventud en la Edad Contemporánea y al proyecto HAR2015-65115-P, La violencia política de 1936 y el 18 de julio como punto de ruptura. Un análisis micro.

1. L. Branciforte: El Socorro Rojo Internacional en España (1923-1939). Relatos de la solidaridad antifascista, Madrid, Biblioteca Nueva, 2011; G. Pretus: La ayuda humanitaria en la Guerra Civil Española (1936-1939), Granada, Comares, 2015; K. Braskén, The International Workers’ Relief, Communism, and Transnational Solidarity. Willi Münzenberg in Weimar Germany, Basingstoke, Palgrave MacMillan, 2015; J.V. Gottlieb: «Guilty Women», Foreign Policy, and Appeasement in Inter-War Britain, Basingstoke, Palgrave-MacMillan, 2015; S. Souto Kustrín: «El mundo ha llegado a ser consciente de su juventud como nunca antes»: Juventud y movilización política en la Europa de entreguerras», Mélanges de la Casa de Velázquez, 34-1, 2004, pp. 179-215; íd.:«Jóvenes, marxistas y revolucionarios» en M. Álvarez Tardío y F. del Rey Reguillo (dirs.): Políticas del odio. Violencia y crisis de las democracias en el mundo de entreguerras, Madrid, Tecnos, 2017, pp. 115-165.

2. Alianza, órgano de la Alianza Juvenil Antifascista (AJA), 28/7/1938, s.p., «A los dos años de lucha. Posición de la juventud del mundo»; L’Internationale de la Jeunesse Socialiste. Son développement et son activité pendant les années de 1935 à 1938, París, Secrétariat de l’Internationale de la Jeunesse Socialiste, 1939, p. 5.

3. E. Collotti (coord.): Fascismo e antifascismo, Roma-Bari, Laterza, 2000; N. Copsey y A. Olechnowiez: Varieties of Anti-fascism: Britain in the Inter-War Period, Palgrave, 2010.

4. He analizado la solidaridad juvenil con la República en S. Souto Kustrín: Paso a la juventud. Movilización democrática, estalinismo y revolución en la República Española, Valencia, PUV, 2013, pp. 376-412.

5. Y. Cohen: Les jeunes, le socialisme et la guerre. Histoire des mouvements de jeunesse en France. París, L’Harmattan, 1989, pp. 167-216. A. González Quintana: «La primera organización de jóvenes proletarios españoles: las Juventudes Socialistas de España o el fracaso de una alternativa juvenil de clase (1903-1921)», Studia Historica. Historia Contemporánea, 5-4, 1987, pp. 21-46. G. Pretus: La ayuda..., cit., pp. 7-12.

6. J. Colton: «Définition de la Jeunesse et des Mouvements de Jeunesse. La Jeunesse et la paix», en J. Colton et alii : La jeunesse et ses mouvements. Influence sur l’évolution des sociétés aux XIXe et XXe siècles, París, Éditions du Centre National de la Recherche Scientifique, 1992, pp. 3-14, esp. pp. 8 y 10; G. Brewis: A Social History of Student Volunteering. Britain and Beyond, 1880-1980, Basingstoke, Palgrave MacMillan, 2014, pp. 112-113; A. Esler: Bombs, Beards and Barricades. 150 Years of Youth in Revolt, Nueva York, Stein and Day Publishers, 1971, p. 200. Courrier Universel de la Jeunesse, Bulletin d’information du Bureau d’Organisation d’une Reencontré Mondiale de la Jeunesse, diciembre de 1935 p. 10, «Les manifestations Estudiantines le 11 Novembre», recoge manifestaciones y actos en diferentes universidades en Estados Unidos, Canadá, Checoslovaquia, Holanda, Yugoslavia y Reino Unido. Frente estudiantil, órgano de la UFEH (Unión Federal de Estudiantes Hispanos) en el Frente (Zona catalana), 1 de noviembre de1938, s. p., recuerda los actos realizados en el Reino Unido en 1937.

7. La IFLNS tenía su sede, como la misma SdeN, en Ginebra. En el momento de su creación la formaban sociedades de 20 países y, en 1926, tenía ya organizaciones en 35, entre otros, casi todos los países de Europa Occidental, Argentina, Canadá, Haití y Estados Unidos y en todos los territorios de la Commonwealth británica. Thomas N. Davies: «Internationalism in a Divided World: The Experience of the International Federation of League of Nations Societies, 1919-1939», Peace and Change, vol. 37, nº. 2 (abril 2012), pp. 227-252; Time, 22/10/1923, “Exambassadorial Comment”; The International Federation of League of Nations Societies, Londres, League of Nations Union (LNU), [1926]. La LNU, la Unión de Sociedades pro Sociedad de Naciones británica, es considerada la asociación más importante de la IFLNS y, a pesar de que la creciente tensión internacional la hizo perder afiliados, nunca tuvo menos de un cuarto de millón en los años treinta. D. S. Birn: «The League of Nations Union and Collective Security», Journal of Contemporary History, 9-3, 1974, pp. 131-159.

8. N-J. Chaline: «Addendum. La jeunesse et le pacifisme en France», en J. Colton et alii: La jeunesse, cit., pp. 117-119. C. Bouneau: Socialisme et jeunesse en France, 1879-1969. Acteurs-Discours-Moments et lieux, Pessac, Maison des Sciences de l’Homme d’Aquitaine, 2009, pp. 359-367.

9. Programme of the Young Communist International, Londres, The Young Communist League of Great Britain, 1929, pp. 43-44.

10. J. Springhall: «Baden-Powell and the Scout Movement before 1920: Citizen Training or Soldiers of the Future?», The English Historical Review, 102-405, 1987, pp. 934-942; C.E. Harang: «Les Jamborees en Europe, 1920-1945», en G. Cholvy (ed.): Le Scoutisme. Un mouvement d’Éducation au XXe siècle. Dimensions internationales, Montpellier, Publications Montpellier 3-Université Paul Valery, 2002, pp. 43-55, la cita en p. 48. El creador de los scouts, Robert Baden Powell, apoyó a la SdeN en los años veinte, pero desde enero de 1933 la consideró fracasada, ver M. Sica: «Le rendez-vous manqué de Baden-Powell avec la Société des nations», en A. Bauberot y N. Duval (dirs.): Le scoutisme entre guerre et paix au XXe siècle, París, L’Harmattan, 2006, pp. 53-65.

11. Report of the World Youth Peace Congress, Bilthoven, Holland Continuation Secretariat of the World Youth Peace Congress, 1929. Se dice que participaron unas 450 personas entre las que incluye no solo jóvenes, sino también periodistas o traductores, y que asistieron jóvenes de 32 países (p. 3). J. Matthews: Youth Looks at World Peace: a Story of the First World Youth Peace Congress (Holland, 1928), Nueva York, American Committee World Youth Peace Congress, 1929.

12. The Young Communist International between the Fourth and the Fifth Congresses, 1924-1928, Londres, Communist Party of Great Britain, 1928, pp. 24-32. En el congreso por la paz de 1928, los delegados comunistas, en minoría, rechazaron que las diferentes iglesias pudieran trabajar por la paz y consideraron a la SdeN inútil como medio de evitar la guerra y una institución para la preservación del imperialismo (Report, cit., pp. 30 y 18).

13. J. Dupuy: «Vers le Grand Rassemblement de Genève», en Bulletin du Comité Français de Préparation.Congrès Mondial de la Jeunesse, nº. 1 (s.f.), pp. 1-2, Bibliothèque de Documentation Internationale Contemporaine (BDIC, acaba de cambiar su nombre por La Contemporaine), Documents de la Foundation S. Prudhonneux, La jeunesse et la paix entre les deux guerres mundiales, 1920-1938, Z 21. D, Congres mondial de la jeunesse. Youth Plans a New World. Being the Official Record of the First World Youth Congress, Geneva 31.viii-6.ix 1936, Organised by the International Federation of League of Nations Societies, Ginebra, International Federation of League of Nations Societies, 1937 (2ª. ed.), p. 5. B. Shields-Collins: «La jeunesse veut la paix», Les Cahiers de la Jeunesse, 1, 15 de julio de 1937, pp. 14-15, esp. p. 14, dice que la idea del congreso partió de un grupo de estudiantes de una escuela de verano de la SdeN. El segundo congreso fue organizado por una comisión de jóvenes elegida en el primero, dirigido por la misma Elizabeth (Betty) Shields-Collins, británica de sólo 23 años.

14. «The world we mean to make»: a report of the World Youth Congress held at Geneva, August 31st-september 6th 1936, Londres, British Youth Peace Assembly, 1936, p. 7. Cassin, (1887-1976), catedrático de Derecho, miembro de la Liga de Derechos del Hombre y del Partido Radical francés, era delegado de Francia en la Sociedad de Naciones, cargo que ocupó entre 1924 y 1938, cuando dimitió por su oposición al Pacto de Munich. A partir de 1940 fue uno de los portavoces del gobierno del general De Gaulle en Londres. Uno de los principales inspiradores de la Declaración Universal de Derechos Humanos aprobada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1948, fue miembro del Tribunal Europeo de Derechos Humanos desde 1959 y su presidente entre 1965 y 1968. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 1968. M. Long y F. Monnier (eds.): René Cassin (1887-1976), une pensée ouverte sur le monde moderne: hommage au Prix Nobel de la Paix 1968, París, H. Champion, 2001.

15. A.H. Bird: Youth can stop war, Londres, Arthur H. Stockwell, Ltd., [1935]. Youth Demands a Peaceful World, Report of the 2nd World Youth Congress. Vassar College, Poughkeepsie, New York, August 16-23, 1938, Nueva York-Ginebra, World Youth Congress, [1938], p. 53. Una copia de la edición en castellano (II Congreso Mundial de la Juventud. Vassar College, Poughkeepsie, N.Y., E.U.A., 18 al 31 de agosto [sic], 1938, s.l., s.e., [1938]), se conserva en la biblioteca de la Universidad de Stanford (California).

16. The world, cit.; pp. 3-4; Youth Plans, cit., p. 5. J.L. Martín Ramos: El Frente Popular. Victoria y derrota de la democracia en España, Barcelona, Pasado y Presente, 2016, p. 32.

17. Congreso Mundial de jóvenes contra la guerra y el fascismo. Manifiesto, juramento y crónica de un delegado, Madrid, s.l., Ediciones del Comité Nacional de Jóvenes contra la guerra y el fascismo, [1934], pp. 5-6. En esta última página se reconocía que había muy pocos delegados de «las grandes organizaciones de jóvenes». El juramento del congreso decía que los jóvenes declaraban su voluntad de «luchar contra la guerra, abatir el fascismo (y) combatir bajo la bandera del socialismo», «contra la preparación de la guerra imperialista en todas sus formas y por la defensa de la Unión Soviética» (p. 4). J.L. Martín Ramos: El Frente Popular, cit., p. 32.

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