Kitabı oku: «La deuda defraudada», sayfa 4
El poderío social de este grupo se sustentaba en la concentración del capital comercial en Lima. Los comerciantes obtenían altos beneficios, los más rentables de las actividades en la Lima de la época, mediante la importación-exportación y los préstamos otorgados a crecidos intereses43. Después de un periodo de selección, a través de la competencia comercial durante los periodos de crisis, se reduce el número de comerciantes que domina en la coyuntura de la década de 1840, cuando se incrementa la producción de Cerro de Pasco y empieza a exportarse el guano. Entre los más importantes estuvieron Gibbs e hijos, Alsop y Cía., Huth Gruning y Cía., Templeman y Bergman, Pedro Gonzales Candamo, Graham Rowe y Zaracondegui y Cía.
Al inicio de la República el sector mercantil colonial se vio afectado por la política de secuestros. Sin embargo, este rubro dio signos de recuperación mucho antes que el de los hacendados coloniales. Los comerciantes Pedro Abadía, Francisco Javier de Izcue, José Gonzales conde del Villar de Fuente, Juan Bautista Andraca y Francisco Quirós figuraron entre los principales secuestrados en el periodo 1821-1823. Ellos nos darán la clave de cómo inicia su actividad este sector mercantil bajo condiciones nuevas después de la Independencia. Muchos de ellos fugaron al Real Felipe temerosos de la reacción popular ante el desguarnecimiento de la ciudad de Lima a la salida de las tropas españolas en 1824. Izcue y Abadía fueron denunciados por poseer bienes de los españoles emigrados Zaracondegui, Soregui y otros, lo que coincidía lógicamente con su función de habilitadores y accionistas de empresas mineras y préstamos comerciales (ver tabla 1). Izcue era un importante comerciante que cumplió en varias oportunidades el cargo de cónsul del Tribunal del Consulado entre 1822 y 1823, acompañando en la dirección del Tribunal al conde del Villar de Fuente, prior de dicho gremio. Después de su rehabilitación, Izcue, «habiendo visto frustradas algunas especulaciones mercantiles se dedicó con esmero a la exportación de frutos del país, y teniendo que abandonar los algodones y lanas por los obstáculos que presentaban el cultivo de aquellos, y la competencia en el acopio de éstas, dirigió su atención a los minerales de cobre de que abunda este país...»44. Se embarca en una empresa de extracción de cobre en Tuctu-Morococha juntamente con el alemán, residente muchos años en el Perú, Carlos Renardo Pflucker, formando la Compañía Peruana de Minas de Cobre en 1840; a pesar de estos esfuerzos, Izcue no pudo recuperar su anterior posición de encumbramiento bajo el régimen republicano.
Pedro Abadía fue, junto a José Arismendi, uno de los principales promotores de la Compañía de Máquinas de Vapor de Cerro de Pasco, que en 1815 importó cuatro máquinas que luego de su instalación no resultaron suficientes para desaguar las minas debido a las constantes inundaciones. Hacia 1852 tenemos evidencia de que Abadía se dedicó a comerciar en vales de consolidación, de los que recibió 25 000 pesos nominales en vales a su nombre, que luego serían tachados por la Junta Examinadora en 1855. ¿Será este un caso de exitoso cambio de rubro de un comerciante de origen colonial?
El caso de Francisco Quirós reviste especial interés en nuestro seguimiento de los comerciantes que se iniciaron en la etapa colonial y luego se convirtieron en privilegiados acreedores del Estado. A pesar de haber sido hacia 1820 una autoridad con una actitud favorable a la separación de España en Cerro de Pasco, lugar donde nació en 1798, Quirós fue sindicado como emigrado. En consecuencia se le levantó un expediente de secuestro en 1821 sobre su propiedad en la plazuela de San Lázaro, la Casa de Pastrana, y sobre un almacén en la calle Mercaderes45. En 1822 Quirós viaja a Londres debido a las dificultades que tuvo en Lima, y allí se asoció con capitalistas ingleses interesados en la minería peruana, aportando sus conocimientos del comercio en dicha zona. La fenecida Compañía de Máquinas de Vapor dejó muchas deudas que permitieron al grupo de capitalistas, representados por Quirós, adquirir intereses en la minería a bajo precio mediante el establecimiento de la Compañía Pasco Peruana, al tiempo que cierto exceso de capitales en la Bolsa de Londres permitió a las casas comerciales Brigs, Gibbs, Crawley, Naylor, Kendall, Templeman y Bergman invertir en el ramo, junto con capitalistas nativos como Juan de Aliaga, conde de San Juan de Lurigancho, y Pedro Gonzales Candamo. Los agentes directos de la Compañía Pasco Peruana eran Quirós, Guillermo Cochrane, Joseph Andrés Fletcher y D. T. Holland46. La empresa se reorganizó en 1829 con la participación de Gonzales Candamo, pero finalmente fracasó en 183347.
Quirós también se dedicaba a los negocios de importación de mercancías. En 1825 se le acusó de haber ingresado siete cajones de artículos españoles expresamente prohibidos por decretos de abril y mayo de 1825. Estos cajones habían llegado procedentes de Londres en el bergantín inglés Mackarell y, ante el peligro de decomiso, Quirós argumentaba haber pedido dichos artículos antes que los decretos se conociesen. En tercera instancia Quirós será absuelto de los cargos48. Sus actividades de importador y de intermediario de capitalistas ingleses le darán a Quirós la oportunidad de recuperar el terreno que perdió con el advenimiento de la Independencia, convirtiéndose luego en uno de los principales exponentes de la clase comercial dominante, así como en un persistente acreedor del Estado entre los años de 1835 y 1855, como se puede apreciar en las tablas 2 y 3.
Por otro lado, Juan Bautista Andraca, uno de los grandes propietarios urbanos a fines de la época colonial, a quien se le intentó secuestrar 15 casas en 1821, fue también otro de los grandes beneficiados por la consolidación de 1850 al recibir 61 000 pesos en vales. Muchos de estos comerciantes y propietarios de origen colonial aparecerán entre los primeros nativos que otorgaron empréstitos, no siempre forzados, al Estado republicano49.
Las deudas que el Estado tenía con acreedores que prestaban mayoritariamente, aunque no siempre, en efectivo, percibían un interés mensual elevado y el Estado se veía obligado a contraer y pagar puntualmente sus intereses y amortizaciones. Si no lo hacía, corría el riesgo de perder una fuente de financiamiento importante, una de las más necesitadas previas a la aparición del guano. Se trata de los créditos colocados en el ramo de arbitrios, Casa de Moneda y abonos de aduana, utilizando como garantías, respectivamente, el producto de los impuestos sobre mercadería internada (arbitrios), los derechos de acuñación y los derechos de aduana. El ramo de arbitrios lo administraba el Tribunal del Consulado, amortizando mensualmente los créditos al mejor postor con la modalidad de propuestas cerradas. Luego el ramo de arbitrios se trasladó al de la Caja de Consolidación, junto con los créditos sobre la Casa de la Moneda, con preferencia en su amortización y pago de intereses.
En el Archivo General de la Nación se puede verificar, en la sección de libros manuscritos republicanos, una colección de cuentas corrientes de los empréstitos sobre el ramo de arbitrios entre 1838 y 1855. Así, es factible obtener información de cómo fue evolucionando la inversión interna en deudas estatales y el nombre de los principales prestamistas que van configurando un importante sector del poderío económico de la época. Las tablas 2 y 3 muestran a los principales acreedores componentes de este sector.
Según estas tablas, los grandes prestamistas en el ramo de arbitrios serán en su mayoría prácticamente los mismos que se pueden encontrar entre los encumbrados poseedores y negociantes de vales de consolidación entre 1852 y 1858. El caso de José Vicente Oyague, que de ser un acreedor de solo 573 pesos en el periodo 1841-1843, y de 177 650 pesos al 1% de interés mensual en 1855, es el ejemplo más saltante del progreso de algunos comerciantes en su capacidad de realizar préstamos al Estado y obtener beneficios de ello. Otros personajes que incrementan sus créditos contra el Estado entre esos años son Isidro Aramburú, José Canevaro, Ancelmo Centeno, Andrés Gamarra, Micaela Lozano de Blanco, y Meléndez y Castañeda50. Un análisis más profundo sobre estos acreedores sería muy útil para evidenciar cambios entre los principales poseedores de capital comercial antes y después de la aparición del guano; sin embargo, para los efectos del presente estudio, es suficiente la constatación de la existencia de privilegiados prestamistas entre los principales beneficiados por la consolidación.
En conclusión, antes de la consolidación de 1850 se evidencia una predilección o favoritismo por concentrar la cancelación de la deuda interna entre acreedores que colocaron préstamos con sólidas garantías de rentas estratégicas del fisco. Estos prestamistas por lo general son personas ligadas a la actividad comercial, uno de los pocos rubros de la economía de la época con márgenes aceptables de ganancia y acumulación. Aquellos sectores ligados a la deprimida producción agraria, provincial o minera, obtuvieron una participación mínima en la por demás reducida satisfacción de la deuda interna antes de 1850. Eran sectores que demandaban patéticamente capitales para su reconstitución. El Estado no solamente se veía imposibilitado de satisfacer a estos sectores deficitarios en sus reclamos, sino que los relegaba aún más con su indiferencia y hasta los gravaba con impuestos excesivos. En consecuencia, los productores del sector agrario y minero recurren al endeudamiento con el sector comercial, cediendo muchos de sus derechos sobre la deuda interna y perdiendo en numerosos casos sus propiedades.
Este fenómeno encuentra entre sus causas el carácter de empréstito forzoso que originó los reclamos de la deuda interna por parte de hacendados, mineros y propietarios provincianos. Este tipo de deuda era muy aleatoria y de difícil cancelación en circunstancias de pugnas entre caudillos y destrucción de propiedades. Los empréstitos en los ramos de arbitrios, Casa de Moneda y aduana eran por el contrario préstamos con la expectativa de obtener altísimos intereses. El aparato estatal sufría endémicamente de un desbalance presupuestal, y necesitaba urgentemente de financiamiento interno debido a su pésimo crédito externo. Los caudillos que se disputaban el control del Estado estaban dispuestos a acceder a las exigencias de prestamistas comerciales ante la carencia de capitales.
Sin embargo, los préstamos con rentas fiscales poseían una cuota de riesgo debido a lo inestable de la situación política, aunque poco a poco los comerciantes nativos y extranjeros logran defender exitosamente sus inversiones al constituirse en el principal grupo de presión. Adicionalmente, el conjunto de hacendados y mineros no constituyó un grupo políticamente poderoso como para presionar el pago de lo que se les debía. Los caudillos militares, al manejar en su favor la violencia institucionalizada, prefirieron beneficiarse ellos mismos de los exiguos fondos de la deuda interna antes de 1850 con adjudicaciones escandalosas. A la vez, se aliaban coyunturalmente con los comerciantes-prestamistas para satisfacer sus necesidades monetarias inmediatas, sin dejar de abusar del sector productivo a sus anchas, continuando la política de empréstitos forzosos e impuestos asfixiantes. Finalmente, como se analizará en el próximo capítulo, este juego de intereses afectará decisivamente la evolución de la legislación de la deuda interna.
Tabla 2 Principales acreedores del ramo de arbitrios, 1841-1843 (en pesos)
Nombres de Acreedores | Años del Reconocimiento | Saldo 1841 | Saldo 1843 | Intereses:% mensual |
Aramburú, Isidro | 1834-38 | 1463 | 3464 | 1; 1,5 |
Alvarez Calderón, Francisco | 1834-39 | 10 220 | 9226 | 2; 1,5 |
Aranzaenz, Buenaventura | 1835-37 | 5400 | 5400 | 1,5 |
Allier, Aquiles | 1841 | 15 591 | * | 1 |
Blanco, Miguel | 1834-37 | 16 841 | ** | 2 |
Balega, Félix | 1835-36 | 4250 | 4250 | 2 |
Buenamuerte, Convento | 1839 | 13 146 | 11 364 | 1; 1,5 |
Bringas, Manuel | 1841 | 11 378 | 12 978 | 1 |
Campoó, José | 1834 | 5931 | 5931 | 2;1 |
Comparet, Sebastián | 1836-39 | 11 333 | 11 333 | 1,5 |
Canevaro, José | 1835-36 | 75 | 75 | 1; 2 |
Chumet Desfloses o B. Navejas | 1837 | 8000 | 8000 | 2 |
Candamo, Pedro Gonzales | 1841 | 12 533 | 12 533 | 1 |
Elías, Domingo | 1838 | 838 | 838 | 2 |
Feyfer, Federico | 1836 | 500 | 500 | 2 |
Fuente Hermosa, sus herederos | 1839 | 24 300 | 24 300 | 1; 1,5 |
García de la Plata, Manuel | 1835-41 | 7044 | 10 994 | 1,5 |
García y Compañía | 1841 | 7872 | 1451 | 1 |
Galdeano, José María | 1834-39 | 31 400 | 32 400 | 1 |
Gil, Juan (por Roncal) | 1834-36 | 11 000 | 11 000 | 2; 1 |
Gibbs Crawley y Compañía | 1835-38 | 35 993 | 35 993 | 1; 1,5 |
Huth Gruning y Compañía | 1834-36 | 21 838 | 11 838 | 1,5 |
Izcue, Juan Francisco | 1834-39 | 5142 | 5142 | 1,5; 2 |
Iturregui, Juan Manuel | 1834-39 | 12 380 | 12 380 | 1,5 |
Junín, Departamento de | 1834 | 12 902 | 8660 | 1,5 |
Lavalle, Juan Bautista | 1834-37 | 9490 | 9490 | 1,5 |
Larragoitia, Rafael | 1834-39 | 6823 | 923 | 2; 1,5 |
Lecuona, José Nic. | 1834-36 | 4500 | 2500 | 2; 1 |
Macall y Compañía | 1837 | 5906 | 5906 | 2 |
Navarrete, Ramón | 1835-36 | 10 163 | 10 843 | 1; 2 |
Quirós, Francisco | 1834,37,38 | 5618 | 5618 | 1; 1,5; 1 |
Revoredo, Felipe | 1834-38,41 | 26 167 | 26 167 | 1,5; 1 |
Romero y Compañía | 1834-36 | 13 548 | 15 558 | 1; 1,5; 2 |
Roncal, Fermín | 1835-37 | 1913 | 12 913 | 1,5 |
Rodrigo, Nicolás | 1839 | 266 | 2475 | 1; 1,5 |
Ruis Dávila, Manuel | 1834-39 | 13 829 | 13 829 | 2; 1 |
Salvi, Pedro | 1834-37 | 7100 | 9600 | 2; 1 |
Salazar y Baquíjano, Manuel | 1835-39 | 13 122 | 12 585 | 1 |
Santiago é hijo, su viuda | 1836,38 | 14 424 | 14 424 | 1; 2 |
Salinas, Antonio | 1839,41 | 37 940 | 10 000 | 1 |
José Ma. Sotomayor | 1835,36,41 | 5938 | 7164 | 2; 1 |
Tracy, Samuel | 1834-36 | 4666 | 4666 | 1,5 |
Ugarte, Mariano Miguel | 1840 | 24 621 | 24 621 | |
Waddington, Josué | 1839 | 7791 | 7791 | 1,5 |
Thorne y Compañía, Rollin | 1835-41 | 5142 | 9142 | 1; 1,5 |
Colina, Narciso | 1841 | 6421 | 6421 | 1 |
Castillo, Francisco | 1839 | 12 646 | 12 646 | 1 |
Gallo, María Antonia | 1839,41 | 12 646 | 12 646 | 1 |
Castillo, Manuel | 1839 | 12 646 | 12 646 | 1 |
Comparet, su testamentería | 1834-39 | 14 358 | 14 358 | 1,5 |
Blanco, su testamentería | 1834,36,37 | 17 341 | 17 341 | 1,5 |
Hegan-Hall y Compañía | 1834-36 | 4666 | 4666 | 1,5; 1 |
Templeman y Bergman | 1835,39 | 8086 | 8086 | 1; 1,5 |
Oyague, José Vicente | 1837-38 | 573 | 573 | 0,5 |
Suma (principales acreedores) | 595 720 | 534 948 | ||
Total de acreedores del que se sacó la muestra: 553 | 701 528 | 789 104 |
* Subrogados a Felipe Revoredo.
** Cancelada.
Fuente: «Libro de cuentas corrientes de los empréstitos sobre el ramo de arbitrios», Libros Manuscritos Republicanos, año 1843, H-4-1849, AGN.
Tabla 3 Principales acreedores del ramo de arbitrios, 1852, 1853, 1855 (en pesos)
Nombre de Acreedores | 1852 | 1853 | 1855 | Intereses% mensual |
Aramburú Isidro | 16 200 | 9750 | 3600 | 1; 0,75 |
Alison Cumberlegue y Cía. | 6000 | 6000 | 0,5 | |
Allende, María | 9450 | 9450 | 9450 | 0,75 |
Abadía, Pedro | 1100 | 1100 | 1100 | 0,75 |
Bringas, Manuel | 9100 | 9100 | 9100 | 1 |
Buenamuerte, Convento | 8150 | 8150 | 8150 | 1 |
Barrera, Lino; testamentería | 2850 | 2850 | 0,75 | |
Bryce, Juan | 4500 | 4500 | 0,75 | |
Bulnes, Manuel (general chileno) | 50 000 | 0,75 | ||
Campoó, José | 9250 | 1 | ||
Candamo, Pedro Gonzales | 2250 | 2250 | 2250 | 1; 0,5 |
Canevaro, José | 7300 | 2000 | 1 | |
Centeno, Ancelmo | 34 100 | 20 750 | 20 050 | 1; 0,75 |
Calderón, Juan de Dios | 1150 | 1150 | 1150 | 1,5 |
Charon, Melchor | 17 800 | |||
Comparet, Sebastián | 18 300 | 13 700 | 13 700 | 1,75 |
Cruz, José María | 30 000 | |||
Cruz Carrasco, María | 14 600 | |||
Cucalón, Antonio | 18 450 | 1 | ||
Denegri, Pedro | 23 350 | 21 500 | 1 | |
Fuente Hermosa, herederos | 29 500 | 17 400 | 17 400 | 1,75 |
Fleifman, José | 27 500 | 1 | ||
Ferrocarril, Empresa | 29 100 | 29 100 | 29 100 | 0,75 |
García y Calmet | 10 150 | 10 150 | 1,5; 0,5 | |
Galdeano, José María | 20 350 | 10 000 | 1 | |
Garrido, Victoriano | 20 000 | 20 000 | 20 000 | 0,75 |
Gallagher, Juan | 6400 | 6400 | 1 | |
Gamarra, Andrés | 79 200 | 67 800 | 61 850 | 0,5; 1 |
Gibbs, Guillermo | 35 900 | 25 600 | 17 550 | 1,5; 1 |
Gutierrez de la Fuente, Antonio | 13 050 | 7300 | 1 | |
Heroward, José | 15 000 | 10 000 | 10 000 | 1 |
Jaramillo, Antonio | 5959 | 1; 0,5 | ||
Lozano de Blanco, Micaela | 31 400 | 28 150 | 10 000 | 0,75; 1 |
Larratea, Juan José | 54 650 | 54 650 | 0,75 | |
Lazo, Benito | 5000 | 0,75 | ||
Martínez, Mercedes | 11 950 | 11 950 | 11 950 | 0,75 |
Melendes y Castañeda | 15 650 | 12 550 | 1 | |
Montané y Cia. | 21 400 | 20 500 | 13 950 | 1 |
Navarrete, Ramón | 13 650 | 13 650 | 1 | |
Puch, Cruz | 9450 | 5350 | 1 | |
Oyague, José Vicente | 19 350 | 117 650 | 1; 0,75 | |
Prevost Stanope | 6500 | 5500 | 1 | |
O'Brien, Juan | 8750 | |||
Olavegoya, Demetrio | 1950 | 1 | ||
Quirós, Francisco | 14 850 | 9850 | 9850 | 0,5; 1 |
Revoredo, Felipe | 32 650 | 32 650 | 32 650 | 1 |
Roncal, Fermín | 14 550 | 1 | ||
Rodrigo, Nicolás | 10 500 | 1 | ||
Ruiz Dávila, Manuel | 13 350 | 13 350 | 0,75; 1 | |
Río, Manuel | 6900 | 1 | ||
Rei Riesco, Ignacio | 20 500 | 5000 | 1 | |
Romero, vda. de | 24 100 | 11 800 | 1 | |
Salazar, Manuel | 8000 | 1 | ||
Seminario, Miguel | 7500 | 1 | ||
Severin, Enrique | 6850 | 1 | ||
Templeman y Bergman | 10 700 | |||
Tristán, Pío | 46 600 | 42 600 | 42 600 | 0,75; 1 |
Tristán, Victoria | 8000 | |||
Tristán, Francisca | 15 500 | 15 000 | 1 | |
Tristán, Josefa | 7100 | |||
Tapuc, Feligreses | 8100 | 1 | ||
Tagle de Zevallos, Josefa | 36 650 | |||
Thorne, Rollin | 63 000 | 31 800 | 15 850 | 1 |
Ugarte, Mariano Miguel | 28 650 | 28 650 | 1 | |
Winder, Miguel | 69 300 | 54 200 | 41 000 | 0,75; 1 |
Suman (principales acreedores) | 985 350 | 740 350 | 736 500 | |
Total deuda arbitrios | 1 266 445 | 990 050 |
Fuente: «Manual duplicado de la Caja de Consolidación que administra el Tribunal del Consulado, años 1852 y 1853», Libros Manuscritos Republicanos H-4 1986/1995. AGN.
«Auxiliar principal del ramo de arbitrios en la Caja de Consolidación que administra el Tribunal del Consulado», Libros Manuscritos Republicanos, H-4-2019, AGN.
1 Durante y después de la ocupación napoleónica, el Estado español atraviesa por un periodo de penurias fiscales parecidas a las de las Repúblicas sudamericanas luego de la Independencia. Así, el Estado español, durante periodos tanto liberales como monárquicos, recurrió al endeudamiento público interno y externo, garantizados por confiscaciones de tierras, para rescatar al Tesoro y asegurar apoyo político. Vicens Vives, J. (1964). An Economic History of Spain (pp. 629, 637). Princeton: Princeton University Press; Nadal, J. (1975b). Toe Failure of the Industrial Revolution in Spain. En C. Cipolla (ed.), The Fontana Economic History of Europe (vol. 4, p. 556). Glasgow: Collins Sons & Co.
2 Ibíd. En el caso español el Estado utiliza la expropiación o la desamortización de la propiedad territorial eclesiástica, real y municipal para agenciarse los fondos necesarios para la consolidación de la deuda interna, iniciando así una reforma agraria de la cual se benefició una clase capitalista latifundista. Ver también Tamames, R. (1978). Estructura económica de España (vol. 1, p. 407). Madrid: Alianza Editorial.
3 Gootenberg, P. (1985). Merchants, Foreigners and the State: The Origins of Trade Policies in Post-Independence Peru (p. 317) (tesis doctoral). University of Chicago, Chicago, Estados Unidos.
4 Macera, P. (1977). Trabajos de historia (vol. 3, p. 293). Lima: Instituto Nacional de Cultura.
5 Hunt, S. (1973b). Growth and Guano in Nineteenth Century Peru (pp. 19, 28-31). [Discussion paper 34]. Woodrow Wilson School, Princeton University.
6 Engelsen, J. (1977). Social Aspects of Agricultural Expansion in Coastal Peru, 1825-1878 (pp. 8-9) (tesis doctoral). UCLA, Los Ángeles, Estados Unidos. Gootenberg, op. cit., p. 44.
7 Platt, D. C. M. (1972). Latin America and British Trade (pp. 25, 29). Edinburgo: T & A Constable.
8 Hunt, op. cit., p. 97. Hunt, S. (1973a). Price and Quantum Estimates of Peruvian Exports, 1830-1962 (pp. 64-65). [Discussion paper 33]. Woodrow Wilson School, Princeton. Las cifras proporcionadas por Bonilla, H. (1974b). La expansión comercial británica en el Perú. Revista del Museo Nacional, (40), 254-275; y Bonilla, H. (1972). La coyuntura comercial del siglo XIX en el Perú. Desarrollo Económico, (12), 305-331, deben ser tomadas con cuidado debido a omisiones en su elaboración.
9 Hobsbawn, E. (1976). The Age of Capital (p. 33). Londres: Wiedenfeld & Nicholson. Algunas cifras que Hobsbawn consigna nos indican que las exportaciones británicas de manufacturas de algodón fueron por un volumen de 1300 millones de yardas entre 1850 y 1860, mientras que en los 30 años que mediaron entre 1820 y 1850 solo alcanzaban 1100 millones de yardas. Asimismo, el comercio mundial obtuvo un crecimiento del 260% entre 1850 y 1870, contra uno de 100% entre 1800 y 1840.
10 Macera, op. cit., vol. 3, p. 279.
11 Dancuart, E. (1902). Anales de la Hacienda Pública (vol. 2, p. 26). Lima: G. Stolte.
12 Platt, op. cit., p. 32.
13 Pando, J. M. (1828). Memoria sobre el estado de la Hacienda de la República Peruana, en fin del año 1830 presentada al Congreso por Jose María Pando. Lima: J. Masías.
14 Rivero, M. y Piérola, N. (1828). Memorial de ciencias naturales y de industria nacional y extranjera (vol. 1, p. 102). Lima: Imprenta de Instrucción Primaria.
15 Manrique, N. (1979). El desarrollo del mercado interior de la sierra central, 1830-1910 (pp. 61-64). La Molina: Taller de Estudios Andinos.
16 Opinión sustentada por Deustua, J. (1986). La minería peruana y la iniciación de la República, 1820-1840. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
17 Ídem. Lo que sigue se basa en el valioso estudio de Deustua.
18 Hunt, Guano and Growth […], p. 50.
19 Rivero, op. cit., vol. 1, p. 102.
20 Pflucker, C. R. (1846a). Exposición que presenta Carlos Renardo Pflucker al Supremo Gobierno, con motivo de las últimas ocurrencias acaecidas en la Hacienda Mineral de Morococha (p. 12). Lima: Imprenta del Correo Peruano.
21 Mallon, F. (1977). Minería y agricultura en la sierra central: formación y trayectoria de una clase dirigente regional, 1830-1910. En Lanas y capitalismo en los Andes centrales (p. 4). Lima: Taller de Estudios Andinos.
22 «Expediente para el funcionamiento de una Casa de Moneda en Cerro de Pasco, 16 de julio de 1844», Documentos Nº 002082, BMNH.
23 Engelsen, op. cit., pp. 8-18. Flores Galindo, A. (1984). Aristocracia y plebe: Lima, 1760-1830 (pp. 84, 224-229, 231). Lima: Mosca Azul.
24 Macera, op. cit., vol. 3, p. 293; vol. 4, p. 44; Engelsen, op. cit., pp. 24-26. Ver también Távara, S. (1855). Abolición de la esclavitud en el Perú. Lima: Imprenta de El Comercio.
25 Córdova y Urrutia, J. M. (1839). Estadística histórica, geográfica, industrial y comercial de los pueblos que componen las provincias del departamento de Lima (vol. 1, p. 33). Lima: Imprenta de Instrucción Primaria.
26 Pando, J. M. (1833). Reclamación de los vulnerados derechos de los hacendados de las provincias litorales del departamento de Lima (p. 3). Lima: J. M. Concha.
27 Ibíd., p. 43.
28 Gootenberg, P. (1981). Artisans and Merchants: Toe Making of an Open Economy in Lima, Peru, 1830-1860 (cap. 1) (tesis de maestría). Oxford, Gran Bretaña: Oxford University.
29 El general San Martín inició esta medida el 18 de junio de 1821 al expropiar las propiedades de los emigrados con el ejército español, los cuales iban abandonando Lima por temor de acciones violentas contra ellos por parte de la multitud limeña. Un decreto del 1 de febrero de 1822 dispuso el secuestro de la mitad de los bienes de los españoles forzados a emigrar del país. En 1824 se dictó el secuestro de todos aquellos que se encontraban con Rodil en el Real Felipe. Los bienes secuestrados se depositaron bajo la administración del Juzgado de Secuestros creado en octubre de 1821. Burga, M. (1976). De la encomienda a la hacienda capitalista: el valle de Jequetepeque del siglo XVI al XX (pp. 148). Lima: Instituto de Estudio Peruanos; Flores Galindo, op. cit., p. 220.
30 Flores Galindo, op. cit., pp. 256-257.
31 Ver capítulo 2.
32 Locatarios por largos periodos o de por vida.
33 Burga, op. cit., pp. 148-156.
34 Ibíd., p. 153.
35 Ibíd., pp. 159-160.
36 La agricultura de Cajamarca experimentaba la siguiente situación en los años del primer Gobierno de Castilla, según una descripción que de ella nos hace Fernando Casós, en su libro Los amigos de Elena: «aquí se trabaja para morirse de hambre, hay producción, pero el mercado de consumo es infinitamente pequeño, los productos van a los terrados a perderse, o darlos a los colonos y gentes necesitadas: nuestro país sólo tiene la agricultura en las costas, aquí no hay más que ricos pobres, que no salen ni pueden salir de su rusticidad y la miseria. No obstante vendrán de Motupe a la compra de ganados, podemos realizar 200 cabezas, que producirán 300 duros» (1874, pp. 36-37).
37 Según una biografía de Cerdeña, este nació en la Gran Canaria en 1792. Se trasladó a Venezuela en 1809 y se dedicó al comercio hasta 1815. Ingresa al ejército y, como teniente del batallón real de Numancia, es enviado a Paita. Se pasa con todo su batallón a las filas del ejército de San Martín en 1820. Participa en la campaña de Arenales en la sierra y llega al grado de coronel. Bolívar lo nombra intendente de Lambayeque y comandante general de la costa norte en 1824. Se retira del servicio en 1825 con una pensión mensual de 192 pesos, luego de haber perdido una pierna en la batalla de Zepita. Acepta el nombramiento de intendente de la provincia de Ica y el de comandante general de las costas del sur. Desempeña luego la administración de la aduana de Lima y es nombrado general de brigada en 1826. En 1829 es ascendido a general de división y participa en la campaña contra Colombia; desempeñó luego la comandancia general de Junín y Ayacucho. Durante el Gobierno de Gamarra se le nombra comandante general del Cusco, y en 1831 prefecto de Arequipa, sirviendo luego bajo la Confederación Perú-Boliviana. Migra a Guayaquil y es honrado en la lista militar por el Congreso de Huancayo. En 1835 es ascendido a gran mariscal por Orbegoso. Muere en 1854. Camacho, J. (1854). Apuntes para la biografía del gran mariscal don Blas Cerdeña dedicados a su hijo el señor mayor de artillería don José Cerdeña. Lima: Tip. El Heraldo.
38 «Expediente sobre la adjudicación de la hacienda Llaucán al Sr. general de división Blas Cerdeña y liquidación de sus arrendamientos, desde el año de 1819 hasta el presente con la testamentería del locador, d. Pablo Espinach de que es albacea el teniente coronel de cívico don Manuel Espino. Año 1830». Tribunal del Consulado, Caja de Consolidación, Contencioso, concurso Juan de la Cueva, legajo 37, AGN.
39 Ídem.
40 Manrique, op. cit., p. 37.
41 Para el caso de Tristán, ver el capítulo 6 más adelante, y Flores Galindo, A. (1977). Arequipa y el sur andino (p. 50). Lima: Horizonte; Colección Jiménez, Nº 123, AHRA. Para el caso de Centeno, ver Mörner, M. (1979). Notas sobre el comercio y los comerciantes del Cusco desde fines de la colonia hasta 1920 (p. 11). Lima: Instituto de Estudios Peruanos; y Tamayo Herrera, J. (1978). Historia social del Cusco republicano (p. 51). Lima: Industrial Gráfica.
42 Ver capítulo 4.
43 Gootenberg, Artisans and Merchants […], p. 28. Ver también Gootenberg, P. (1982). The Social Origins of Protectionism and Free Trade in Nineteenth-Century Lima. Journal of Latin American Studies, (14), 329-358.
44 Pflucker, op. cit., p. 7.
45 Ver San Cristóbal, E. (1935). Apéndice al Diccionario histórico-biográfico del Perú (pp. 159-160). Lima: Imprenta Gil. También «Expediente sobre la Casa de Pastrana […] de supuesta propiedad del emigrado Francisco Quirós», Juzgado de Secuestros, legajo 2, cuaderno 51, año 1821, Tribunal de Cuentas, AGN. Dato gentilmente proporcionado por Alberto Flores Galindo.
46 Alvarez Mayorga, M. (1979). Capital comercial y capital industrial en la minería, sierra central siglos XIX y XX (p. 56) (tesis de bachiller). Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú.
47 Basadre, J. (1971). Introducción a las bases documentales para la historia de la República del Perú (vol. 1, p. 323). Lima: P.L.V.
48 Quirós, F. (1827). Demostración legal que presenta el ciudadano Francisco Quirós sobre que es inalterable la sentencia pronunciada en tercera instancia absolutoria del comiso denunciado contra el bergantín inglés Mackarell (p. 8). Lima: Imprenta Republicana.
49 Ver más adelante, en el capítulo 2, el caso del préstamo del 18 de setiembre de 1839 por 160 000 pesos otorgados, en parte, en valores de la deuda interna depreciados, que llegó a ganar un altísimo interés en solo tres meses. También considerar los préstamos levantados en 1841, durante una contienda entre caudillos, donde aparecen los nombres de Francisco Quirós, Nicolás Rodrigo, Manuel Bringas, Juan Bautista Valdeavellano, entre los principales prestamistas.
50 Comparar con la siguiente relación de acreedores de la Casa de Moneda, en 1849, ante la propuesta del Gobierno de trasladar sus créditos al ramo de arbitrios; «Razón de los acreedores a esta Casa por capitales que reconoce a su favor, con pago de intereses»: Alsop y Cía, señora Micaela Lozano de Blanco, José Campos, Santiago Campos, Pedro Denegri, José Fleitsman, José María Galdeano, Ricardo Humpreis, Meléndez y Castañeda, Andrés Mena, Montané y Cía., Emilio Nora, José Vicente Oyague, Federico Pfeiffer, Read y Cía., Juan Rener, Andrés Reyes, Colegio de San Carlos, Miguel Winder. Manuscritos 1849, D1646, BN.
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