Kitabı oku: «Vivir de oído», sayfa 2
el panadero horneando hambre caliente,
el carpintero en manos del martillo,
nadar en este mar es una acción política.
Flash-back en Praga
Lápidas superpuestas
con memoria dental,
sus fauces devorando lo que expulsan.
Ese aliento
a violencia, verdad y victimismo.
La sangre del Moldava
irrigando el cerebro
de la cabeza cívica: recuerda
como menos le duele.
Mis guías de turismo interactivo.
Mi tarjeta de crédito caliente
que asoma del cajero como el pan.
Todos mis bisabuelos
huyendo de sus casas y entonando
oraciones en yiddish
que no comprendería.
El gas y el leñador
¿Por qué la voz se olvida,
se esfuma como el gas?
Globos de helio
que se sueñan inflados
de identidades.
No sé si puedo recobrar tu voz,
su afónica aspereza
de mano que acaricia
tablas sin barnizar.
Cada tronco susurra,
el hacha tiene oído.
Te escucho, se va el aire.
Y parece que alguien me soplara.
El kilómetro extra
No me puedo comer el espacio,
y me pesa.
Cuando miro adelante
el futuro me elude
como una lagartija.
Todo lo ocupa eso
que me queda lejano.
El kilómetro extra.
El horizonte en marcha.
Fraternidad de la necrología
Te quieren porque sangras.
La venia de los lobos.
Tus pérdidas gotean empatía,
les gusta deshacerte de esa forma.
Es la fraternidad
de la necrología: enterrarnos
con amor de partera.
Ir cortándose un brazo en el saludo.
Amigos en el bosque tanatorio.
Pesimismo del entendimiento, optimismo de la atención
Mi atención
dimite de su centro
como mancha de aceite.
Contradictoria mano:
mientras finge apresar
objetos específicos,
los dedos enumeran digresiones.
¿Tocar es tener fe?
Atiendo a ese zapato
que casi se emancipa
del talón de una joven,
a los debates sordomudos
en la tele del fondo,
a los tics impacientes de la luz
y, muy de tarde en tarde,
al tiempo que me queda.