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INIMAGINABLE

Una tarde, mientras Jesús y sus camaradas salían del templo, alguien hizo un comentario sobre las gigantescas piedras y magníficos edificios que formaban parte del complejo.9 Jesús se detuvo, volteó y dijo:

¿Ven todo esto? Les aseguro que no quedará piedra sobre piedra, pues todo será derribado.10

Traducción: No se impresionen mucho; será derribado.

Quedaron pasmados.

Pensaron que a lo mejor Jesús les iba a decir “no se crean, estoy bromeando.”

Pero Jesús se dio vuelta y siguió su camino hacia la ciudad.

“¿Derribado?” En verdad dijo: “¿Derribado?”

Cada piedra “¿derribada?” ¿Derribados esos 150 metros cuadrados y lanzados al valle que se encontraba abajo? ¿Cómo podía ser eso? Para ir más al grano, ¿cómo podía llevarse a cabo? Los terremotos eran comunes en la región; pero Herodes el Grande había reconstruido el templo de tal forma que era prácticamente a prueba de terremotos. Toda la estructura era de piedra cortada. Las piedras de los cimientos pesaban como quinientas toneladas. Un terremoto podía, a lo mucho, agrietar un techo, derribar un parapeto o crear una fisura en una pared. Pero incluso un terremoto no podría hacer lo que Jesús describió. Para eso se necesitaría un ejército, y el único ejército capaz de tal hazaña implicaba a las legiones romanas. Sin embargo, Roma no destruiría el templo, como se demostró con Herodes, el patrocinador real de Roma, y responsable de su reconstrucción.

Quizá habían entendido mal.

Más tarde, ese mismo día, se reunieron a las afueras de la ciudad, en el Monte de los Olivos, un lugar que les proveía una vista panorámica de la ciudad, incluido el templo. El suspenso los estaba matando.

La declaración de Jesús respecto al futuro del templo fue… bueno, apocalíptica. El fin del templo señalaba el fin del mundo como lo conocían. Nadie se sentía bien. Por fin, alguien habló y preguntó lo que todos se morían por saber:

¿Cuándo sucederá eso…11

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas registran la respuesta de Jesús. Lo que siguió fue la profecía más sorprendente y verificable jamás hecha por nadie antes, en ningún otro lugar y en ninguna otra época. A los cristianos les gusta apoyarse en las profecías del Antiguo Testamento para “demostrar” que Jesús es quien decía ser. Pero esta épica predicción, es mucho más convincente que cualquier cosa que podamos encontrar en el Antiguo Testamento. Es una prueba de la respuesta de Jesús en el evangelio de Lucas:

Ahora bien, cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan que su desolación ya está cerca. Entonces los que estén en Judea huyan a las montañas, los que estén en la ciudad salgan de ella, y los que estén en el campo no entren en la ciudad.12

Existe la posibilidad de que hayas leído eso antes. Existe la posibilidad de que hayas escuchado uno o dos sermones que incluyeran estos versículos. Y existe la posibilidad, de que quien haya dado esos sermones, haya relacionado esos versículos con los últimos días… con el libro del Apocalipsis… con la segunda venida… etc. ¡Es lamentable!

Por la siguiente razón.

Jesús no estaba prediciendo el fin del mundo, tal y como lo describe el último libro de nuestras Biblias. Él estaba prediciendo algo local, algo que ocurriría durante la vida de muchas personas de su audiencia. Por supuesto, cuarenta años después de que Jesús hiciera esta perturbadora predicción, el general Vespasiano, quien pronto sería elegido emperador de Roma, atrapó a miles de rebeldes judíos dentro de la ciudad de Jerusalén. Esta fue la culminación de una campaña militar de cuatro años del imperio contra la resistencia judía. Los historiadores se refieren a esto como la Guerra Judía o guerras judeo-romanas. Era inimaginable cuando Jesús habló de ella, pero el ejército de Vespasiano literalmente sitió Jerusalén, encerrando a las fuerzas rebeldes y a los ciudadanos dentro de los muros de la ciudad —muros que a la larga se convertirían en una cárcel para los aterrorizados ciudadanos de Jerusalén. Con ese poco de historia como telón de fondo, veamos una vez más la declaración de Jesús:

Ahora bien, cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan que su desolación ya está cerca. Entonces los que estén en Judea huyan a las montañas, los que estén en la ciudad salgan de ella, y los que estén en el campo no entren en la ciudad.13

Conforme el ejército de Vespasiano se aproximaba a Jerusalén, miles de peregrinos judíos se dirigían a la Ciudad Santa a celebrar un festival religioso. Al principio, los comandantes romanos impidieron la entrada de los peregrinos a la ciudad. Vespasiano revocó esa orden y dio instrucciones a sus legiones de proteger y escoltar a los peregrinos hasta las puertas de la ciudad. Esto sucedió durante varios días. Una vez que todos estaban seguros dentro de los muros, Vespasiano selló la ciudad. Fue un movimiento tan brillante como cruel, por parte del general romano. Entre más bocas que alimentar, más corto sería el sitio. Para cuando la Décima Legión atravesó el muro interior de la ciudad, la población estaba, literalmente, muriendo de hambre.

…y los que estén en el campo no entren en la ciudad.14

Jesús continuó:

¡Ay de las que estén embarazadas o amamantando en aquellos días! Porque habrá gran aflicción en la tierra, y castigo contra este pueblo.15

La palabra “castigo” se quedó corta. El sitio se prolongó tanto, que para cuando la infantería romana se abrió paso a través de la brecha, su ira reprimida los hizo despiadados. Miles de judíos fueron salvajemente asesinados. Josefo, el historiador judío, escribe:

La matanza en el interior fue aún más espantosa que el espectáculo visto desde fuera. Hombres y mujeres, viejos y jóvenes, insurgentes y sacerdotes, quienes pelearon y quienes imploraron clemencia, fueron cortados de arriba a abajo en una carnicería indiscriminada… Los legionarios tuvieron que trepar sobre montones de cadáveres para llevar a cabo la obra de exterminio.16

Quienes se salvaron, no fue por misericordia, sino por codicia. Los sobrevivientes, incluidos niños, fueron vendidos a los tratantes de esclavos, quienes esperaron con impaciencia su día de pago. Josefo establece el número de judíos vendidos como esclavos en cientos de miles. Jesús también predijo eso:

Caerán a filo de espada y se les llevará cautivos a todas las naciones.17

Esta extraordinariamente detallada predicción de lo que sucedería en Jerusalén, es una razón por la que los expertos seculares insisten en que los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas se escribieron más de una generación después de los hechos ahí registrados. A su modo de ver, para cuando se escribieron los evangelios, todos los supuestos testigos de la resurrección estaban muertos. Cualquiera que hubiera conocido a Jesús o escuchado sus enseñanzas, estaba muerto. Según ellos, los evangelios son obra de los cristianos no judíos que pusieron palabras en boca de Jesús con base en leyendas y rumores. Esta hipótesis presenta innumerables problemas. Se han escrito libros y artículos para demostrar lo absurdo de esas declaraciones. Sin embargo, compadezco a quienes insisten en pensar así.

¿Por qué?

Porque, si los evangelios se escribieron antes del año 70 D.C., antes de que ocurrieran los sucesos descritos por Jesús, es imposible evitar la conclusión de que Jesús predijo, con extraordinarios detalles, el fin del antiguo judaísmo. Si Jesús lo profetizó, sería tonto no considerar cuidadosamente todo lo demás que tuvo que decir.

Y ni siquiera hemos llegado al suceso principal: la destrucción del templo.

PIEDRA SOBRE PIEDRA

Cuando las legiones romanas entraron a Jerusalén, descubrieron que el distrito del templo estaba bien defendido. Mientras los rebeldes, desesperados, peleaban para defender su lugar más sagrado, los sacerdotes suplicaban a Dios un milagro desde el techo. Finalmente, las legiones se impusieron, pero no antes de que alguien incendiara el interior del templo. Todo lo que era inflamable, se destruyó. Los sacerdotes fueron asesinados, y todos los objetos de valor que sobrevivieron a las llamas, fueron sacaron del lugar. Pero lo que pasó a continuación no tenía precedentes, y fue totalmente inesperado.

Tito, quien ahora estaba al mando por la ausencia de su padre, ordenó que cada piedra usada en la construcción del templo fuera derribada, arrastrada a la orilla de la plaza, y empujada hacia el valle que se encontraba abajo. Algunas de esas piedras enormes permanecen ahí hasta nuestros días, donde quedaron hace casi dos mil años.

¿Ven todo esto? Les aseguro que no quedará piedra sobre piedra, pues todo será derribado.18

Al leer la descripción de Jesús de lo que sucedería, con la claridad que tenía del futuro, es fácil imaginar el dolor en su voz. Es como si pudiera ver la carnicería, oír los gritos y sentir el pánico de las madres aferradas a sus hijos.

Este era su pueblo. Esta era su nación —la nación que Dios había levantado a partir de un hombre, con un propósito: bendecir al mundo. Pero ese capítulo estaba llegando al final. El templo estaba llegando al final. El pacto de Dios con la nación había servido a su propósito. Ya no era necesario.

¿Por qué?

Porque algo más importante que el templo, había llegado.

Algo que haría que el templo, y todo lo relacionado con él, quedase obsoleto. Algo nuevo. Algo mejor. Algo para todo el mundo. El antiguo Israel fue un medio para un fin.

Ese fin había llegado.

Lo nuevo estaba por comenzar.

SECCIÓN 2

INTRODUCCIÓN

Hay algo que debería quedarnos completamente claro a partir de nuestro rápido resumen del Antiguo Testamento. Dios tenía un plan. Su plan tenía implicaciones para todas las naciones, no sólo para una nación. Si los capítulos anteriores no te convencieron, quizás esto lo haga:

Porque tanto amó Dios al…

¿Conoces este verso?

…mundo.

Así es, al mundo entero. Esto significa a cada persona, en cada nación y en cada generación. El Creador del Mundo se reveló asimismo a un hombre que no tenía un pueblo y quien se convertiría en una nación con un propósito divino. A lo largo de ese tortuoso camino, Dios usaría una variedad de elementos para hacer que la historia avanzara. Largos viajes, plagas, fuego, azufre, terremotos mortales, tablas de piedra, una antigua constitución, un altar portátil, reyes, y eventualmente, aunque con algo de reservas, un templo. Bueno en realidad, fueron varios templos.

Pero cada uno de estos elementos fueron un medio para un fin, y todos fueron diseñados para tener un final. Todo en esa lista tuvo cierto tiempo de vida útil.

No quiero restarle importancia a ninguno de los elementos en la lista. Tampoco lo hago con las Escrituras judías. En lo que respecta a los textos sagrados judíos, estoy completamente de acuerdo con Jesús. Su punto de vista es mi punto de vista. Pero ¿qué dice él acerca de las Escrituras judías? Hablaremos un poco más al respecto, en esta sección.

En muchas formas, las aventuras y desventuras del pueblo judío, según están registradas en la primera mitad de la Biblia, pueden compararse con un capullo diseñado de forma divina que, “en el tiempo indicado”, dio paso al cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham. Cuando Jesús puso un pie en el Río Jordán para ser bautizado, se estaba desatando algo completamente nuevo en el mundo. Algo tan nuevo, tan completamente diferente, tan distinto a nada que hubiese existido antes, que incluso Juan el Bautista reconoció que su momento de brillar había llegado a su fin. A partir de ese momento, todo giró en torno a esta nueva persona.

¿Recuerdas esto?

El siguiente día Juan vio que Jesús venía hacia él, y dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del.…

Y ahí está de nuevo.

… ¡mundo!

Juan se emocionó tanto que le costó mucho trabajo hablar.

Él es de quien yo dije: “Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.

¿No te parece fascinante? Pero escucha… Quiero decir, lee lo que dijo después:

Yo no lo conocía; pero vine bautizando con agua para esto…

Dinos Juan, ¿por qué viniste bautizando con agua?

…para que él fuera manifestado a Israel. 1

¿Cuál era la implicación? Ahora que él ha sido revelado, mi pequeña parte dentro de esta historia ha terminado. Soy simplemente un hombre, parte de una larga lista de personas a quienes Dios ha usado para preparar lo que está por hacer. Juan el Bautista —al igual que Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, David, Salomón, Nehemías y todos los profetas— fueron un medio para un fin.

Al igual que los largos viajes, las plagas, los incendios, el azufre, las tablas de piedra, los altares portátiles, los reyes y los templos, Juan fue necesario, pero temporal. Fue tan temporal, que los escritores de los Evangelios nos dicen que cuando Jesús se enteró que Juan había sido arrestado, no sólo no lo rescató, sino que se fue al lago.2

¡Es verdad! Se fue al lago.

Pero incluso después de la impresionante presentación que le dio Juan, nadie esperaba que Jesús crease algo nuevo. Por el contrario, si él era en verdad el Mesías, su papel era el de extender algo antiguo. Si era un profeta, su tarea era la de pastorear a la nación hacia las antiguas costumbres. Si Jesús hubiese estado satisfecho con el título de rabí o maestro, su papel hubiese sido el de aclarar y aplicar las antiguas palabras de Moisés. Pero sin importar qué papel eligiera, la palabra “nuevo” no era parte de la ecuación. ¿Mejorado? Quizá, pero no nuevo.

En las próximas secciones exploraremos tres facetas de lo nuevo que Jesús desató en el mundo. Comenzaremos por su nuevo movimiento, la Iglesia. Después escucharemos cómo les explica a sus discípulos los términos y condiciones de un nuevo pacto, un nuevo acuerdo entre Dios y la humanidad. Por último, trataremos de abrazar y entender la importancia del nuevo mandamiento de Jesús, un único mandamiento destinado a ser la ética gobernante de su nuevo movimiento.

Tengo la impresión que eso nuevo que Jesús inició no será novedad para ti. Ciertamente no te molestará. Lo que puede que encuentres perturbador, son las implicaciones que existen sobre lo viejo. Jesús vino a cumplir y a reemplazar mucho de lo que ya estaba funcionando. Normalmente no nos molesta algo nuevo, eso es hasta que entendemos que significa soltar lo viejo, lo que nos hace sentir cómodos. Eso explica por qué te quedaste con tu viejo sillón después de comprar uno nuevo. Todo eso que tienes guardado en el ático, en el sótano o en algún clóset… pareciera que simplemente no puedes deshacerte de ello, ¿verdad? Es la naturaleza humana. Y en el caso de tu clóset, sótano o ático, es inofensivo. Ese viejo sillón que guardaste en el sótano no te impide para nada disfrutar del nuevo que tienes en la sala. Pero como estamos por descubrir, en tanto nos aferremos a lo viejo que Jesús vino a reemplazar, jamás podremos plenamente apreciar, experimentar o incluso reconocer lo nuevo que vino a poner en su lugar.

Así que sí, lo que viene a continuación puede ser un poco perturbador.

Pero la verdad espero que te sientas más que perturbado. Para cuando hayamos terminado nuestro tiempo juntos, espero que estés listo para de una vez por todas desconectar tu fe, tu teología y tu estilo de vida de eso viejo que Jesús vino a reemplazar. Y espero que abraces plenamente lo nuevo que Jesús vino a desatar en el mundo y para el mundo.

Capítulo 6
UN MOVIMIENTO COMPLETAMENTE NUEVO

No es sólo que los seguidores de Jesús del primer siglo no estuviesen esperando algo nuevo, ellos asociaban a Jesús con alguien viejo.

Verdaderamente viejo.

Tan viejo que estaba muerto.

Esto es lo que sucedió.

Jesús y su grupo de “alegres compadres” estaban viajando por la región de Cesárea de Filipo cuando Jesús les hizo una pregunta crucial. Quizá fue la historia sobre el trasfondo de esta región, que tenía dos nombres, lo que llevó a Jesús a preguntar:

¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?1

¿Qué está diciendo la gente? ¿Cuál es mi reputación?

Resulta que algunos creían que era Juan el Bautista reencarnado. Otras sugerían que era Elías, Jeremías o algún otro profeta judío muerto.2 ¿Cuál era la implicación? Más de lo mismo. Nada nuevo. Entonces Jesús le hizo una segunda pregunta:

Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”

Obviamente, Simón Pedro fue quien respondió…

Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.3

A lo que Jesús respondió:

Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo. Yo te digo que tú eres Pedro…

Y después llegó el gran anuncio:

…y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella.4

Esta es mi profecía bíblica favorita.

Jesús nos predijo a nosotros.

Más específicamente, Jesús predijo algo nuevo. El habló en tiempo futuro. “Edificaré…”, refiriéndose a que no había sucedido aún. Algo nuevo estaba por llegar.

¿Qué era esto nuevo que nadie sabía que estaba en camino?

Su “iglesia”.

PRIMERA VEZ

Esta es la primera vez que la palabra iglesia aparece en el Nuevo Testamento. Pero resulta que no debió haber siquiera aparecido. Mientras que la mayor parte del Nuevo Testamento en español es una traducción literal del latín, el término iglesia es una excepción. El término iglesia no es una traducción. Es más bien una sustitución, bastante engañosa, por cierto.

El término “iglesia” se deriva del latín ecclesía y esta del griego, ekklesía (έκκλησία) que significa: asamblea. El término “church” (iglesia en inglés), es un derivado del término alemán “kirche”, que significa: casa del Señor o templo. En vez de traducir la palabra “reunión” o “asamblea” a lo largo del Nuevo Testamento, decidieron crear la palabra “iglesia”. Bueno, no siempre sustituyeron la palabra iglesia. Hay notorias e importantes excepciones. Notorias e importantes porque nos aclaran, a los lectores de hoy en día, el punto que Jesús estaba enfatizando esa tarde, Jesús no estaba prediciendo un nuevo templo para el Señor. Por el contrario, como ya hemos visto, Dios ya estaba cansado de templos para ese entonces.

Una mirada rápida a una de estas excepciones notorias de la traducción de ekklesía, nos permite despejar cualquier confusión relacionada con lo que Jesús estaba y no estaba prediciendo esa tarde en Cesárea de Filipo. La excepción que elegí se encuentra en el contexto de uno de los viajes misioneros de Pablo.

EL GREMIO DE LOS ÍDOLOS

Mientras estaba de visita en la ciudad de Éfeso, el apóstol Pablo se encontró en medio de una controversia local ocasionada principalmente por el éxito que había tenido al convertir a un gran número de personas que adoraban ídolos. Había tanta gente abandonando sus tradiciones idólatras, que el negocio de la fabricación de ídolos se veía amenazado. Como respuesta a esto, un platero llamado Demetrio convocó una reunión del gremio de los fabricantes de ídolos y de otras actividades relacionadas, y les compartió su preocupación. ¿Qué ocurrió después? ¡Un disturbio!

Lucas, quien estuvo ahí, afirma que hubo un tumulto en toda la ciudad.5 A continuación verás la descripción de lo que sucedió. El término griego ekklesía, traducido como iglesia más de cien veces en nuestra versión del Nuevo Testamento en español, está traducido de una forma diferente en este pasaje. Veamos si puedes encontrarlo:

Así que unos gritaban una cosa y otros otra, porque había confusión en la asamblea, y la mayoría no sabía por qué razón se habían reunido.6

¿La encontraste? Así se leería este pasaje si ekklesía hubiese sido traducida como iglesia.

Así que unos gritaban una cosa y otros otra, porque había confusión en la iglesia, y la mayoría no sabía por qué razón se habían reunido.7

Bueno, la verdad eso sí que me recuerda bastante a una “reunión de negocios” en la iglesia a la que yo iba cuando estaba en la secundaria. Durante esa reunión, ¡alguien golpeó a mi papá! Pero bueno, esa es una historia que te cuento otro día.

Como probablemente te diste cuenta, ekklesía se tradujo en este pasaje como asamblea. ¿Por qué? Porque eso es lo que significa esa palabra. Ekklesía no era, y no es un término religioso. No significa iglesia o casa del Señor. Ciertamente no debería asociarse con un templo. El término se usaba ampliamente para describir una reunión o una asamblea, una reunión cívica o incluso una asamblea de soldados. O como se menciona antes, una reunión de fabricantes de ídolos ocasionando un disturbio. Una ekklesía era una reunión de personas con un propósito específico. Cualquier propósito específico.8 El punto es este…

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