Kitabı oku: «Irresistible», sayfa 6
COMO NINGÚN OTRO
Esta mala traducción de lo que Jesús dijo le resta valor a lo que Jesús quiso decir.9 Jesús anunció la creación de una nueva asamblea en su nombre: “mi ekklesía”. Lo cual era blasfemia. Jesús se estaba colocando asimismo en contra del templo y de lo que representaba, y lo hizo de una manera ofensivamente clara. Él no era simplemente otro rabí con un grupo común de seguidores que eventualmente se dispersarían cuando su maestro se fuera, se muriera, o algo peor.
Jesús no era simplemente uno más dentro de una larga lista de profetas que habían llegado para castigar y corregir a la nación. Ciertamente no era un zelote. El gobierno romano parecía no preocuparle en lo más mínimo… lo cual molestaba a sus seguidores… y mucho. Jesús no era nada de esto. Él pertenecía a una categoría única. Pedro estuvo en lo cierto, él era el Cristo, el hijo del Dios viviente. Él era distinto a todos los que lo antecedieron, y nada, ni siquiera su propia muerte detendría lo nuevo que él estaba por iniciar en el mundo.
EL CAMINO
Estando de pie bajo el sofocante sol de Galilea, Jesús no predijo un lugar. Él predijo un grupo de personas, una nueva asamblea que representaría un nuevo movimiento. Lucas habría de documentarlo tiempo después. La promesa de Jesús eventualmente se materializó. Semanas después de la resurrección, sus seguidores tomaron las calles de Jerusalén y el movimiento empezó a moverse. Llenos del Espíritu móvil de Dios, comenzaron a movilizarse. No necesitaron ningún tipo de instalaciones sagradas. No había edificio alguno que pudiera contenerlos. El movimiento de Jesús había despegado.
No pasó mucho tiempo para que el movimiento tuviera un nombre, pero no fue la iglesia. Después de la resurrección, los seguidores de Jesús no se llamaban cristianos. Eso pasaría tiempo después. Al inicio, el movimiento de Jesús tenía un nombre dinámico. Un hombre que indicaba dirección, intención y pasión. Al inicio, el movimiento de Jesús fue llamado El Camino.
Antes de su conversión, el apóstol Pablo se refería a los seguidores de Jesús como los que pertenecían al Camino. Después de su conversión, él admitió delante del gobernador Félix que él también era un seguidor del Camino.10 La palabra en griego que se tradujo como camino, también puede traducirse como vía, sendero o calle. Los seguidores de Jesús se veían a sí mismos como los encargados de guiar el camino hacia un futuro para toda la humanidad. A diferencia del judaísmo antiguo o de distintas religiones paganas, el camino no era algo regional, tampoco era nacional. No estaba atado geográficamente a un lugar sagrado. Éste era un movimiento que ofrecía una forma de avanzar para todas las personas sin importar a qué grupo, tribu o lengua pertenecieran. Este apelativo enfatizaba una vez más la novedad inherente al movimiento de Jesús. No era la continuación de algo viejo, sino el comienzo de algo nuevo. Jesús había llegado para establecer algo, diseñado para cumplir y reemplazar todo lo que había sido establecido antes.
Como dije anteriormente, el término iglesia jamás debió haber sido incorporado en las Escrituras o en la cultura cristiana. Es más que una mala traducción. Representa una mala dirección. Si nunca habías escuchado algo similar antes, puede que te estés preguntando, “¿por qué nadie me había dicho esto? Si la palabra en griego significaba reunión, ¿por qué nuestras Biblias en español no dicen ‘reunión’? ¿Por qué nuestras Biblias usan un derivado de la palabra en latín, ecclesía, en lugar de una traducción directa?”
La respuesta corta es que alguien lo intentó en una ocasión y el resultado no fue bueno.
LES PRESENTO A WILLIAM
En 1522, William Tyndale comenzó a traducir el Nuevo Testamento del griego al inglés. Tyndale tuvo la audacia de traducir el término ekklesía, en lugar de superponer el ampliamente aceptado término alemán kirche. En lugar de iglesia, el usó el término congregación. Si eso no era lo suficientemente ofensivo, encima de eso, el texto en griego lo llevó a utilizar la palabra anciano, en lugar de sacerdote y arrepentirse, en lugar de hacer penitencia.11
Tyndale fue catalogado como un rebelde y después de eludir exitosamente a las autoridades durante diez años, fue traicionado por un amigo y arrestado. Un tribunal de la Santa Inquisición lo condenó como hereje y lo entregó a las autoridades civiles, quienes lo ataron a una estaca, lo estrangular con una cuerda, quemaron su cuerpo y dispersaron sus restos.
Todo esto para decirte: “Que ni se te ocurra cambiar el letrero de tu iglesia”.
Pero hablando en serio, piénsalo por un momento.
Los funcionarios de la “iglesia” ejecutaron a un hombre por traducir y distribuir las palabras de Jesús en un lenguaje que tanto adultos como niños podían leer y entender.
¿Cómo puede ser eso posible?
Es posible porque para ese tiempo en la historia de la iglesia, gran parte de lo que Jesús había venido a reemplazar ya había sido adoptado de nuevo. Como descubriremos a lo largo de nuestro tiempo juntos, cada vez que la iglesia decide mezclar lo antiguo con lo nuevo, pasan cosas malas y las personas terminan lastimadas.
Para el tiempo en el que William Tyndale entró en escena, los funcionarios de la iglesia ya habían abandonado el nuevo modelo de liderazgo de Jesús. Lo habían reemplazado con un modelo jerárquico imperial. Los funcionarios sabían que si la gente común (o los plebeyos) tenían acceso a las Escrituras, descubrirían que la iglesia de su generación no se parecía en nada a la iglesia descrita en el Nuevo Testamento. Ellos se encontrarían con un Salvador que no se parecía en nada a la deidad intimidante y violenta representada en los sermones de ese tiempo. Ellos habrían buscado en vano términos tales como purgatorio, indulgencia y excomunión. Darle a la gente acceso al texto, le habría quitado a la iglesia su principal método de control, el miedo. Algo que Jesús se negó a hacer. Algo que Jesús repetidamente les instruyó a sus seguidores a no hacer.
Gracias al valor de hombres como Tyndale, Huss, Lutero y otros, la ekklesía de Jesús fue parcialmente liberada de la tiranía impuesta por la manipulación jerárquica de la iglesia. La Reforma protestante trajo nueva vida a la ekklesía de Jesús. El evangelio dejó de estar encadenado al altar y se hizo accesible para las masas y no sólo para las misas.
Es una pena que la osada, aunque precisa traducción de Tyndale del término ekklesía, no hubiera prevalecido. Para los tiempos de la Reforma, el término iglesia se había arraigado tanto en la cultura y en las conversaciones, que no hubo vuelta atrás. De manera que, aunque la traducción de Tyndale logró abrirse paso hacia el mundo moderno y posmoderno, el término ekklesía sigue siendo una víctima de la traducción tradicional.
El término, mas no el movimiento.
Desde el primer siglo y hasta el siglo veintiuno, siempre ha existido un remanente, un grupo que se ha rehusado a definir a la iglesia en función de una ubicación o una jerarquía. Siempre ha habido, y siempre habrá, hombres y mujeres que ven a la iglesia como un movimiento con una misión y mandato divinamente inspirados.
Bueno, vamos de vuelta con Jesús.
VAMOS DE NUEVO
Mientras caminaba con sus discípulos en la región de Cesárea de Filipo, los doce no tenían la menor idea que estaban al borde de una nueva era. No había manera de que ellos supieran lo importante que esa conversación en particular resultaría ser. Ciertamente no tenían idea de la importancia que ellos tendrían en los eventos que estaban por suceder. Ellos estaban pensando en un reino con un trono y ejército. Su visión no llegaba más allá de las antiguas fronteras de Israel. Pero Jesús tenía algo más grande en mente.
Algo nuevo.
Su ekklesía.
Su nuevo movimiento eventualmente llevaría su nuevo mensaje más allá de las fronteras de Judea y Galilea. En un lapso increíblemente corto y en contra de todo pronóstico imaginable, el mensaje de Jesús logró llegar al corazón del Imperio romano. Para el inicio del segundo siglo, había conquistado la atención de muchos paganos, tanto dentro como fuera del imperio. Uno de esos, fue un abogado convertido en teólogo y apologista cristiano llamado Quinto Septimio Florente Tertuliano, mejor conocido como Tertuliano. Tertuliano fue tanto producto, como testigo de la difusión del cristianismo al final del segundo siglo y a principios del tercero. Cuando Tertuliano escribió las siguientes palabras, aún había cruces en Roma con cuerpos de sentenciados a muerte colgando de ellas. Sin embargo, la ekklesía de Jesús florecía:
¿Qué puedo decir de los mismos romanos, quienes fortifican su propio imperio con guarniciones de sus propias legiones, y no pueden extender el poder de su reino más allá de estas naciones?
Pero el nombre de Cristo se extiende por todo lugar, se cree en todos lados, es adorado en todas las naciones anteriormente mencionadas, reina en todo lugar, es adorado en todos lados y es conferido sobre todos por igual sin importar el lugar. No hay rey que con Él encuentre mayor favor, ni bárbaro menor gozo; ninguna dignidad o linaje disfruta de una distinción por mérito; Él es igual para todos, es Rey para todos, es Juez para todos, es Dios y Señor para todos.12
“Pero el nombre de Cristo se extiende por todo lugar, se cree en todos lados…”
Esto habría sido imposible de comprender para aquellos doce hombres que caminaban con Jesús.
“¿En todos lados?”
Pero después de su resurrección, los seguidores de Jesús del primer siglo fueron testigos del lanzamiento de un movimiento que, de hecho, se extendería “en todos lados”. El epicentro de este movimiento sería la declaración inspirada de Pedro en relación con la identidad de su amigo y maestro. Jesús era, de hecho, el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
Capítulo 7
UN ACUERDO COMPLETAMENTE NUEVO
Para los judíos devotos del primer siglo, gran parte de lo que Jesús enseñaba era escandaloso, una blasfemia o en el mejor de los casos, algo infundado. En un par de ocasiones, los líderes religiosos tomaron rocas para apedrearlo.1 Personas con quienes Jesús creció de niño, trataron de aventarlo por un precipicio. Después de un sermón en el que hizo referencia a comer su carne y a beber su sangre, algunos de sus más fervientes seguidores lo abandonaron. Así que, desde el punto de vista religioso del primer siglo, Jesús no era alguien que se apegara al status quo. Pero ¿cómo reaccionaba la gente común? ¡Ellos lo amaban!
Sus más cercanos seguidores estaban convencidos de que al final, el haría las paces con las personas influyentes de la comunidad judía y que juntos lograrían echar fuera a los romanos y darle paso a una nueva era de judaísmo centrado en el templo. Hasta el mismísimo final, ellos estuvieron convencidos que Jesús había venido a extender algo viejo en lugar de iniciar algo nuevo. Esto puede explicar la razón por la que las palabras más ofensivas de Jesús no crearon una reacción en cadena.
LA SORPRESA DE NAVIDAD
Para tratar de entender desde nuestra perspectiva esta declaración tan ofensiva, imagina que el próximo diciembre tu pastor hace el siguiente anuncio el primer domingo del mes:
Quiero tomarme un minuto para anunciar un cambio permanente en la forma en la que nuestra iglesia celebrará la Navidad. A partir de este año, en lugar de celebrar el nacimiento de Jesús, celebraremos mi cumpleaños.
Puedo imaginarme que cuando te des cuenta que él (o ella) está hablando en serio, te saldrías disimuladamente durante la ofrenda y nunca regresarías. Eso claro está, a menos que seas un diácono o un anciano en tu iglesia. En ese caso seguro convocas una reunión de emergencia con los líderes, y luego mandan al pastor con el psiquiatra.
¿Puedes pensar en algo más absurdo? ¿No?
Yo tengo algo en mente.
Y es algo que dijo Jesús. En ese momento todos debieron haberse levantado, todos debieron haberse ido. Pero ellos estaban ahí para quedarse. Así que nadie se fue.
Bueno, la verdad es que uno sí se fue. Ya sabes quién. El traidor.
Esto es lo que sucedió.
UN CAMBIO EN LA PASCUA
La noche previa a su crucifixión, algo que nadie en ese salón esperaba, Jesús se reunió con los doce para la cena de Pascua. La Pascua era una de las celebraciones más importantes, si no es que la más importante para los judíos de la antigüedad. La Pascua era la conmemoración y la celebración anual de la liberación de la nación de Israel de la esclavitud egipcia. Sin duda alguna, los judíos del primer siglo tenían emociones encontradas al celebrar su libertad de Egipto mientras estaban bajo el control de Roma. Para muchos, era un recordatorio anual de lo que Dios podría hacer si tan sólo quisiera hacerlo… básicamente, enviar a otro Josué para expulsar a los invasores. De hecho, las personas que estaban reunidas con Jesús esa noche esperaban que él fuera algo como una versión de Josué. Un Josué 2.0.
Durante esta muy sagrada ocasión, Jesús hizo lo que fue quizás su más extravagante y ofensiva declaración hasta la fecha. Lo has leído o escuchado decenas de veces, y estoy casi seguro que no generó ningún tipo de sentimiento de ti.
Cuando llegó la hora, Jesús y sus apóstoles se sentaron a la mesa. Entonces les dijo: ‘He tenido muchísimos deseos de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer’.
Su referencia al sufrimiento puede ser la razón por la que sus amigos no se sintieron ofendidos por lo que dijo después. Al final, si Jesús sufría había una gran probabilidad de que ellos sufrieran también. ¡Y con todo el sufrimiento en mente los agarró distraídos!
Luego tomó la copa, dio gracias y dijo: ‘Tomen esto y repártanlo entre ustedes. Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios’.
En cuyo punto puede que hayan pensado: “Pareciera que estás poniéndote en el centro de todo esto. Quizá deberíamos tomarnos unos momentos para recordar lo que estamos en verdad celebrando. Moisés. Egipto. Los carros del Faraón”.
También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo:
¿Listos?
Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí.2
A lo que deben haber pensado: “¿Cómo? ¿Quieres que celebremos la Pascua en tu memoria? ¡Eso es peor que afirmar ser más importante que el templo!”
Jesús tomó una comida que hacía referencia al que fue quizás el momento más crucial en la historia de Israel y la redefinió, la reinterpretó. Ponte por un momento en las sandalias de los discípulos e imagina qué tan ridículo, qué tan blasfemo debió haber sonado eso. Nosotros no jugamos con la Navidad o con la Semana Santa, y Jesús no tenía por qué haberse metido con la Pascua.
A menos que…
A menos que algo más importante que la liberación de Israel de Egipto estuviese a punto de suceder. Pero ¿qué podría ser más importante que eso? Quizás se los explicaría después. Además, ya era hora del plato principal. Así que comenzaron a hacer algunas bromas durante la cena mientras reflexionaban sobre la extraña y traicionera declaración de Jesús.
Pero justo cuando pensaron que las cosas volvían a la normalidad, él tomó el tema de nuevo.
De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo: ‘Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes’.3
“El nuevo pacto”.
¿De verdad dijo el nuevo pacto? ¿Se refiere a lo que predijo Jeremías hace seiscientos años? De ser así, entonces estamos hablando de algo importante. Quizá no tan épico como el éxodo de la nación al salir de Egipto, pero algo importante sin lugar a duda. El profeta Jeremías del Antiguo Testamento, advirtió que el pacto entre Dios y la nación sería eventualmente cumplido y reemplazado.
Vienen días —afirma el Señor— en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con la tribu de Judá. No será un pacto como el que hice con sus antepasados el día en que los tomé de la mano y los saqué de Egipto.4
Este nuevo pacto sería diferente al pacto original en varios aspectos. De acuerdo con Jeremías, el nuevo pacto sería un pacto de conciencia.
Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
El inicio de este nuevo pacto eliminaría la necesidad del sacrificio ceremonial de animales.
Yo les perdonaré su iniquidad, y nunca más me acordaré de sus pecados.5
MENSAJE NO RECIBIDO
Las implicaciones completas de la declaración de Jesús se perdieron con los hombres que estaban en ese salón. Lo cual es entendible. Muchos eventos iban a suceder esa noche, y la noche apenas estaba comenzando. Su referencia sobre el sufrimiento y sobre su inminente partida, junto con la conmoción creada por la desaparición inexplicable de Judas, los distrajo de la magnitud de sus palabras. En unas cuantas horas los testigos de esta declaración trascendental estarían huyendo por sus vidas, mientras su maestro era llevado a la casa de Caifás para ser interrogado y mucho más. Ellos no tuvieron tiempo para digerir la importancia de las palabras de Jesús.
Sin embargo, las recordarían más adelante.
Alguien en ese salón eventualmente le compartiría estas palabras a Lucas, que pudo ser quien se las compartió al apóstol Pablo, quien a su vez las compartió a lo largo de cada ciudad portuaria importante en la costa del Mediterráneo. Como haya sucedido, una vez que se calmaron los ánimos y encontraron la tumba vacía, esas palabras de Jesús se convirtieron en el epicentro de todo. Dos mil años después, los cristianos en iglesias, casas, campamentos, en público y hasta en secreto, celebran alguna versión de esa comida sagrada en memoria de él.
Jesús usó su última comida de Pascua para anunciar el fin de la Pascua como ellos la conocían, y para señalar el inicio de un nuevo pacto. No un nuevo pacto entre Dios y un individuo, como lo fue con Abraham. No un pacto entre Dios y una nación en particular, como lo fue con Israel. Este era un pacto importante.
El último pacto.
El pacto eterno.
Este era un pacto entre Dios y la raza humana. Un pacto con cada nación y para cada generación. El inicio de este nuevo pacto señalaba el cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham. Finalmente, algo para todos. Con el inicio de este nuevo pacto todas las naciones serían bendecidas.
Pero, aunque este nuevo pacto representaba el cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham, también significaba el final del pacto que Dios había establecido con el antiguo Israel en el monte Sinaí. Para los judíos del primer siglo fue extremadamente difícil lograr comprender esto. Pero como estamos a punto de descubrir, los judíos del primer siglo no fueron los únicos a los que se les dificultó reconocer la naturaleza temporal del acuerdo divinamente instituido entre Dios y el antiguo Israel.
MENSAJE NO TRANSMITIDO
El inicio del nuevo pacto explica la razón por la cual, la mayoría de los cristianos les pone tocino a sus huevos revueltos, y también explica la razón por la cual, la mayoría descansamos los domingos. Si Moisés siguiera siendo nuestro parámetro, el domingo sería un día de trabajo.
¡Dios no lo quiera!
Gracias al nuevo pacto, no necesitamos matar nada para poder tener una relación con Dios. Si le echas un vistazo a libro de Levítico, descubrirás que hay muchas cosas que ya no necesitamos hacer. Pero a través de la historia, la iglesia ha desarrollado el incómodo hábito de retomar selectivamente ciertos aspectos del pacto de Dios con Israel y de contrabandearlos a la ekklesía de Jesús. Este hábito explica cómo los líderes de la iglesia del siglo dieciséis justificaron y autorizaron la ejecución de William Tyndale, por intentar hacer que la Biblia fuera accesible para las personas comunes y corrientes. Sin embargo, el intento infiltrar lo antiguo en lo nuevo comenzó muchos años atrás.
En los años posteriores a la muerte de los apóstoles, los líderes gentiles (es decir, los no judíos) de la iglesia, adoptaron las Escrituras judías como propias e insistieron que tenían un carácter vinculante sobre ella. Esto lo discutiremos a mayor detalle en el capítulo doce. Por ahora basta con decir, que estos líderes no-judíos de la iglesia veían, y por tanto interpretaban, los antiguos textos judíos a través del lente de su teología cristiana en desarrollo. Para este momento de la historia, la iglesia no tenía un texto oficial propio. Por tanto, los líderes gentiles de la iglesia dependían fuertemente de las Escrituras judías. Más específicamente, ellos dependían ampliamente de su interpretación de las Escrituras judías. De forma que poco tiempo después, tanto los valores como las reglas del antiguo pacto comenzaron a influir en las enseñanzas de la iglesia.
Por ejemplo.
Poco después de que el cristianismo fuera legalizado en el siglo cuarto, la iglesia comenzó a hacerle a los paganos, lo mismo que ellos le habían hecho a la iglesia. Ellos persiguieron y en algunos casos, ejecutaron a los paganos por ser impenitentes, adorar ídolos y sacrificar animales. ¿Cómo justificaron los líderes de la iglesia esta violencia que para nada se asemejaba a Cristo? La verdad, fue simple. Las Escrituras decían que los que adoraban ídolos debían ser ejecutados.
¿Cuáles Escrituras?
Las recientemente incorporadas Escrituras judías.
Julio Fírmico Materno fue un astrólogo pagano del siglo cuarto que se convirtió al cristianismo, y eventualmente se volvió un apologeta cristiano honesto y respetado. Alrededor del año 346, les escribió una carta a los hijos del Emperador Constantino, Constante y Constancio II, que eran corregentes del imperio en ese momento. Esta carta llevaba por título: De errore profanarum religionum (Referente al error de las religiones profanas). Para este tiempo, la adoración de ídolos y el sacrificio animal había sido prohibido en el imperio, pero las leyes que prohibían estas expresiones de adoración pagana no se estaban ejerciendo. Esto le preocupaba a Fírmico y fue la razón por la que escribió esta carta.
En ella, Fírmico les recuerda a los hermanos reales que ellos eran siervos de Dios, y que como tales, era su responsabilidad erradicar el paganismo del Imperio. Esto incluía la destrucción y confiscación de templos paganos, así como la destrucción de los paganos mismos, si se rehusaban a convertirse. Él estaba convencido que esos conversos forzados, agradecerían posteriormente a quienes los obligaron. A lo mejor no les iban a agradecer hasta que llegaran al más allá. Pero ¿cómo justificó este pagano convertido en cristiano esta campaña violenta y potencialmente sangrienta?
Con las Escrituras.
La Escritura que eligió para sustentar su solicitud de violencia en contra de los paganos vino de boca de Moisés. El contexto original era irrelevante, porque al final del día, la Escritura era la Escritura. Y toda ella era tanto inspirada como obligatoria. Éste es el texto que eligió:
Si tu propio hermano, o tu hijo, o tu hija, o tu esposa amada, o tu amigo íntimo, trata de engañarte y en secreto te insinúa: ‘Vayamos a rendir culto a otros dioses’, dioses que ni tú ni tus padres conocieron, dioses de pueblos cercanos o lejanos que abarcan toda la tierra, no te dejes engañar ni le hagas caso. Tampoco le tengas lástima. No te compadezcas de él ni lo encubras, ni dudes en matarlo. Al contrario, sé tú el primero en alzar la mano para matarlo, y que haga lo mismo todo el pueblo. Apedréalo hasta que muera, porque trató de apartarte del Señor tu Dios…6
¿Cómo puedes refutar esto que está tan claro?
Pues no lo refutaron.
Poco después, se desató una cacería de brujas contra los paganos.
Y lo hicieron en el nombre de Jesús.
El siglo once fue testigo de la primera cruzada y los historiadores modernos han defendido convincentemente que las cruzadas estuvieron justificadas a la luz de su contexto geopolítico. Lo que nadie intenta justificar es la forma en la que los líderes de la iglesia usaron las Escrituras, para inspirar tanto a ricos como a pobres a embarcarse en ese peligroso viaje al Oriente, con la finalidad de expulsar a los sarracenos de la Ciudad Santa. Los líderes de la iglesia armaron al cristianismo dándole un “pase gratis para no ir al infierno” a cualquiera que se uniera a la cruzada. Es muy fácil perder de vista que existe una duplicidad de conceptos entre el antiguo y el nuevo pacto. La iglesia usó los textos del antiguo pacto para autorizar la violencia en el nombre de Dios; mientras que a quienes participaban, les prometían una versión del cielo conforme al nuevo pacto. Al final, los musulmanes infieles no fueron el único grupo en sufrir. Miles de judíos fueron asesinados también y sus propiedades fueron confiscadas. ¿Por qué? Una vez más, la respuesta es sencilla. Los judíos fueron responsables por la crucifixión de Jesús. Esto los convertía en enemigos de Dios y por tanto en enemigos de la iglesia. Además, las Escrituras eran claras. Los enemigos de Dios debían ser castigados. Al final, los líderes de la iglesia encontraron en las Escrituras judías una justificación para maltratar a los mismos judíos. Obviamente, su interpretación y contextualización de las Escrituras judías fueron terribles.
Pero ese es mi punto.
Ücretsiz ön izlemeyi tamamladınız.