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2. HEPTAMERÓN – MARGARITA DE NAVARRA (1558)
Margarita de Navarra, hija de Carlos de Angulema y Luisa de Saboya, hermana mayor del rey Francisco I de Francia, nació en Angulema en 1492. Gran lectora, poetisa y cazadora, se casó a los diecisiete años, por razones políticas, con el duque de Alençon, Carlos IV, en el año 1509 y, en 1527 en segundas nupcias con Enrique II de Albret, rey de Navarra. Manifestó simpatías por Lutero y Calvino y fomentó el movimiento hugonote, aunque al momento de su muerte (acaecida en Odos, Bigorre, en 1549) había vuelto al seno de la religión católica.
Fue una mujer con grandes inquietudes intelectuales, una verdadera humanista: protectora de las letras, siempre rodeada de humanistas y escritores. Escribía sobre mística y sobre los debates en torno a la nueva religión. También estaba interesada en el Decamerón de Boccacio, cuya traducción al francés data de 1544. Su obra se distingue de la italiana por un rasgo principal: no contiene historias inventadas, solo historias verdaderas.
Se propone escribir una obra, cuyo proyecto, era reunir diez cortesanos entre los más destacados de la corte, señoras, caballeros, jóvenes de ambos sexos, cada uno de los cuales elegiría otros diez hasta lograr llegar a cien. Su finalidad era contar historias de parejas verdaderas y contemporáneas. Quedaban excluidos los poetas y los escritores, para asegurarse que se trataba de historias de cortesanos.
Un “cortesano” es una persona que aparece a menudo en la Corte de un monarca o de un alto personaje. No eran todos nobles, sino que incluían miembros del clero, soldados, y portadores de cargos de la corte.
En la literatura moderna, los cortesanos son representados como poco sinceros, expertos en la adulación y en la intriga, ambiciosos y carentes de sentido para el interés nacional. No se caracterizan por la perseverancia ni por el trabajo. Sin embargo, el proyecto propuesto por la autora es abandonado y lo sigue ella sola. Si bien no logra recoger todos los datos y la obra queda inconclusa, la misma es publicada después de su muerte. Más abajo aportaremos datos relevantes sobre esta que apuntan a destacar por qué Lacan se interesó en ella y por qué es importante para nuestra investigación sobre las modulaciones del amor en Lacan.
Es la perspectiva que le permite a Lacan trabajar el amor cortés, punto que desarrollaremos en el capítulo tres, especialmente en el Seminario 7, La ética del psicoanálisis (2009) que se caracteriza fundamentalmente por una concepción idealizada, platónica y mística del amor. Se trata de un concepto literario de la Europa medieval que expresaba el amor en forma noble, sincera y caballeresca; se origina en la poesía lírica en lengua occitana. El trovador, poeta provenzal de condición noble, y más respetado que los juglares plebeyos, era la figura destacada en este tema.
La relación que se establecía entre el caballero y la dama, mujer inaccesible, era comparable a la relación de vasallaje. La mujer, como inaccesible, la podemos ubicar en la Dama, en la modalidad amatoria que es el amor cortés. Adviene como prohibida para el amante cuando este la ubica en el lugar de lo inaccesible. Se presenta con caracteres despersonalizados, al punto que todos los cantores parecían dirigirse a una misma Dama. Por eso Lacan dice “…el objeto femenino está vaciado de toda sustancia real” (2009, p. 183).
Generalmente, el amor cortés era secreto y ocurría entre los miembros de la nobleza. Los matrimonios eran arreglados entre las familias y se realizaban por conveniencia. No era un amor bendecido por el sacramento del matrimonio, en el seno de parejas formales, sino en la mayoría de los casos, adúltero o prohibido.
Lacan, en su texto, “Homenaje a Marguerite Duras” (2007) se refiere a un historiador, Lucien Febvre, quien hace un comentario del texto de Margarita de Navarra, para ubicar como la idea del “cuento galante” es un engaño y vela la verdad. Además, sostiene, que se utiliza la novela para poner a cuenta de la ficción “la convención técnica del amor cortés”. Esta convención se caracteriza por tener una técnica muy refinada que encubre la promiscuidad del matrimonio. A su vez advierte, que no se opaque lo que hay de irreductible en la imposibilidad de hacer surgir, en un discurso, la heterogeneidad radical que existe entre el objeto causa de deseo y el objeto de amor.
El realismo del Heptamerón (1991), historias verdaderas, fue lo que interesó a Lacan. Lo denominó “la convención técnica del amor cortés” que tiene un efecto de verdad. El amor cortés como práctica erótica se aleja del escapismo de la novela ficcional, pues esta convierte a las historias de amor en ideales, en una ficción; mientras que las historias del Heptamerón son historias de amor que no marchan, o marchan más o menos, o muestran diferentes impasses.
Lo serio de la técnica erótica del amor cortés, cuyo antecedente lo ubica en esta obra, es que los que escribían estaban atravesados, tomados, por lo que contaban. Entonces, al encontrar en ella historias verdaderas, no novelescas, le permite dar al amor cortés un lugar destacado en su desarrollo e investigación sobre el amor. La lectura de este libro muestra cómo la pena de vivir varía según las épocas, pero lo que se mantiene invariable es la relación de estructura que el deseo, que es del Otro, entabla con el objeto que lo causa.
Lacan extrae del Heptamerón, especialmente, la Novela X, donde Amador, personaje principal, se dedica hasta la muerte a un amor, el que siente por Florinda, que si bien es imposible, no es platónico y no necesariamente equivale a desdicha. Con esto Lacan nos sitúa en el campo del goce y le permite diferenciar la cara imaginaria del amor, más ligada al yo, y a un sentimiento como la desdicha (padecimiento a nivel consciente) de una cara más real ligada a lo inconsciente y a una posición subjetiva. Desde allí piensa el lugar del goce, el goce del sujeto y su elección en juego.
Esta novela muestra que en todas partes existen nobles que los podemos equiparar a hombres y mujeres, de antes y de ahora. Es así que encontramos una equivalencia entre los personajes que describe Margarita de Navarra en 1558 y, por ejemplo, los de las novelas contemporáneas, entre ellas, las de Marguerite Duras. Si bien en el Heptamerón se trata de héroes y acá de hombres comunes, versión moderna del heroísmo sublimatorio amoroso, lo importante a resaltar es la valentía para arrojarse en los enredos del amor imposible de domesticar.
CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DEL HEPTAMERÓN
En el «Prólogo» de la “Primera Jornada” que inaugura la obra, asistimos a la reunión, en los baños de Cauterets, de tres gentiles hombres, Hircan, Dagoucin y Saffredent, que junto con otros personajes irán enhebrando los setenta y dos relatos que la componen. Son narraciones de temas y contenidos bastante desenfadados y, describen las prácticas amatorias de principios del Renacimiento. La autora no rehúye temas escabrosos, y, para comprobarlo, basta con consignar el título de la novela XXX: “Notable ejemplo de la fragilidad humana que, para encubrir su honor, incurre en algo peor”.
Trata de un gentilhombre, de catorce o quince años de edad, que al creer que se acostaba con una de las doncellas de su madre, sin embargo, se acostó con ella. Al cabo de nueve meses, de lo sucedido con su hijo, esta dio a luz a una niña, con la que él se casó doce o trece años después, ignorando que fuese su hija y hermana, y ella que él fuese su padre y hermano. La autora, va poniendo los cuentos en los labios de diferentes damas y caballeros, forzados a refugiarse en un monasterio, debido a una horrorosa tormenta. Deciden pasar las horas de encierro, alternando los oficios religiosos en la iglesia, con la cháchara en el refectorio. Sin demasiado respeto al lugar sagrado en donde se encuentran, los joviales refugiados, cuentan atrevidas historias galantes, y ponen de relieve la elasticidad de los conceptos morales dn la Francia renacentista.
Este es el contenido de las ocho jornadas del Heptaméron, (siete de ellas incluyen diez relatos y la octava tan solo dos). En la primera jornada, se hace una recopilación de lo que las mujeres hacen a los hombres y los hombres a estas. En la segunda, se conversa acerca de las ocurrencias que, súbitamente, se le vienen a la imaginación de cada uno. En la tercera, se trata de las damas que, en sus amores, no han buscado más que la honestidad. Pero, también, la hipocresía y perversidad de los frailes.
En la cuarta, se trata, principalmente, de la virtuosa paciencia y de la larga espera de las damas para ganar a sus maridos; y de la prudencia que utilizaron los hombres con las mujeres para conservar el honor de sus casas y de su estirpe. En la quinta, se trata de la virtud de las solteras y de las casadas, que han tenido en más su honor que su placer, y también de las que han hecho lo contrario y de la simpleza de alguna otra. En la sexta, se trata de los engaños entre hombre y mujer, entre mujer y hombre, o de mujer a mujer, por avaricia, venganza y malicia. En la séptima, se trata de quienes hacen todo lo contrario de lo que deben o desean. En la octava y última jornada, se trata de las más grandes y verdaderas locuras que pueden servir de aviso a todos.
SÍNTESIS DE LA NOVELA X
Esta novela se encuentra dentro de la Primera Jornada, que es, como dijimos anteriormente, la que Lacan toma como referente y antecedente del amor cortés. Lleva por título: “Los amores de Amador y Florinda, donde se relatan muchas astucias y disimulos, junto a la muy loable castidad de Florinda”.
Este cuento narra cómo Amador, un hermoso y valiente noble sin herencia, se enamora de Florinda, de sólo doce años e hija del conde de esa región de Aragón, Navarra. Para estar cerca de esta dama se casa con una mujer rica que pertenece a la corte, Aventurada, que le proporciona un buen pretexto para verla a menudo ya que es la confidente de Florinda. Esta mujer funciona como una coartada ideal para su verdadera pasión.
Amador se pasa algunos años lejos, librando batalla en la guerra. Regresa con frecuencia y descubre que no puede esconder lo suficientemente bien la pasión que siente por Florinda; no puede simular el amor hacia ella, quien, por su parte, no tiene la menor sospecha de esa atracción. A fin de intentar ocultar lo que le pasa de la mejor manera posible, trata de tener una amante, una dama atractiva llamada Paulina. Ella, no obstante, sí sospecha que es utilizada como una coartada. Un día él le confiesa su amor a Florinda, y le aclara que no espera nada a cambio por su invariable devoción:
Solo una cosa pretendo como fin y galardón de mi servicio: que seáis para mi tan fiel señora que nunca me alejéis de vuestra gracia, y que me mantengáis en el estado en que me hallo, confiando en mi más que en ningún otro; y os puedo asegurar que si vuestro honor u otra cosa que os afecte necesita de la vida de un caballero, os ofrezco la mía de todo corazón, y de la misma manera, que cuantas empresas honestas y virtuosas pueda acometer, les haré solamente por amor a vos. (De Navarra, 1991, pp. 143-144).
Destaquemos que galardón es una palabra clave en el amor cortés que designa el premio que la dama concede al caballero. Florinda responde que no comprende y le dice: “… si ya tenéis lo que pedís, ¿Qué os mueve a hablar tan apasionadamente?” (1991, p. 144).
Amador expresa que ella no debe temer un designio maligno, que él simplemente ha descubierto que no puede esconder lo que siente por ella a Paulina. Esto tiene un efecto importante en Florinda, quien ante estas palabras, se llenó de un ilimitado deleite. En lo profundo de su corazón, comenzó a sentir una agitación que no había sentido antes.
Florinda se casa con el hombre elegido por la madre, aunque amaba a otro; mientras que Amador es tomado prisionero por el rey de Túnez pasando dos años en cautiverio. A su regreso, Florinda estaba lista para tomarlo, ya no como servidor (que es el enamorado cortés que pretende el buen trato de la dama, los dones o favores de la conversación), sino como a un “amigo”. Desafortunadamente se le ordena volver a partir. Aventurada, ya enferma, tiene una recaída y muere.
La noche previa a su partida, Florinda va a verlo. El está desesperado, en cama, y toma esto como una oportunidad de avanzar brutalmente sobre su virtud: “…trató de alcanzar lo que prohíbe el honor de las damas” (1991, p. 153). Acosado por ese amor, resolvió jugarse el todo por el todo, para perderla o ganarla, ya que, un amor extremo no conoce razones.
Florinda queda sorprendida, lo reprende con severidad y le recuerda todas sus palabras acerca de su honor. Presa de una lucha interior, entre la razón que le dictaba que no tenía que amarlo nunca más, y el corazón que no se sujeta a nada, no quería conformarse con ello. Decide amarlo con toda su alma para satisfacer al amor sin declarárselo, sin darlo nunca a entender, ni a él ni a nadie, sin rendirse a sus demandas sexuales para cumplir con su honor.
Al día siguiente Amador parte; transcurren entre cuatro o cinco años durante los cuales está en duelo. No tanto por su esposa muerta, como todos creen, sino por la pérdida del amor de Florinda. Durante ese tiempo, su reputación como guerrero crece. A su regreso, decide apostarlo todo en un intento final, lo ayuda la madre de Florinda, quien se ha convertido en su aliada. Al percibir esto, temiendo un nuevo asalto, ella trata de desfigurarse golpeando su boca y sus ojos con una piedra, esto no desanima a Amador. Ambos vuelven a encontrarse a solas en una habitación. Él exhibe toda la violencia de su amor reclamando lo que cree que le corresponde. Así lo expresa: “¡Si he de morir, antes me veré libre de mi tormento! Pero la deformidad de vuestro rostro, que pienso se debe a vuestra propia voluntad, no me impedirá cumplir la mía; pues ¡Aunque no lograra de vos más que los huesos, quisiera tenerlos para mí!” (1991, p. 159).
Este es su segundo intento de “violación” y fracasa como el primero. Ella grita llamando a su madre. Esta parece sorprendida de la tenaz resistencia de su hija (después de esto deja de hablar con ella). Amador regresa a la guerra y, rodeado por el enemigo, se mata antes de ser tomado prisionero; prefiere morir gloriosamente en el campo de batalla. Subsecuentemente, Florinda entra en el monasterio de Jesús
…tomando por marido y amigo a Aquel que la había salvado de un amor tan vehemente como el de Amador y de una tristeza tan grande como la compañía de su marido. Así empleó todo su afecto en amar a Dios con tanta perfección que, después de haber vivido largos años en religión, le entregó su alma con el mismo gozo que siente la esposa cuando va al encuentro de su esposo (pp. 163-164).
Es importante destacar un comentario que figura en la obra respecto a cómo leer la muerte de Amador. Aclara que se encontraba en una situación de desesperanza, tanto amorosa como por la derrota sufrida en la guerra. Su muerte se considera como muerte de amor y como muerte heroica. Se trata de la redención del héroe caballeresco tras su caída en la tentación del amor carnal. La conjunción en este desenlace, de motivos religiosos y amorosos, es la doble reivindicación del héroe, perfecto guerrero religioso y perfecto enamorado.
ALGUNAS IDEAS FINALES
La obra a la que nos estamos refiriendo ilustra el amor cortés. En ella Lacan encuentra sus principales características: vacío, simulación o artificio; oscuridad, secreto, imposibilidad, ausencia, abandono, despedida y muerte; nostalgia, melancolía y pasión frustrada. En el Heptamerón, se manifiesta el motivo del amor negado o imposible por no ser correspondido. Está presente en gran parte de la producción amatoria que conocemos como amor cortés.
Al final de la novela X, tanto Amador como Florinda, reflejan lo que Lacan dice en el Seminario 7: “El punto de partida del amor cortés es el de ser una escolástica del amor desgraciado…” (2009, p. 180). La escolástica es una teoría, un sistema que permanece intacto, sin crítica, conservador, y sin ideas innovadoras.
Esta modalidad amatoria tiene estatuto de convención y representa las normas que reglan el intercambio de los partenaires (recompensa, clemencia, gracia). El enamorado (Amador) debe pasar numerosas pruebas, a veces arbitrarias, para obtener los favores de la dama, La Donna (Florinda) que ocupa un lugar privilegiado. Por ello, podemos leer lo que Eric Laurent trabaja en su artículo “Un sofisma del amor cortés” (2016), donde utiliza el término arrobamiento para ubicar que este momento del sujeto es también el momento del amor. Refiere que Lacan, siguiendo a Freud, sostiene que se trata de la despersonalización amorosa, según la cual, el amor es una forma de suicidio.
Consideramos que el Heptamerón nos sirve como enseñanza y nos orienta hacia aquello de lo irreductible de la causa de deseo en las diferentes historias. Por su parte Laurent señala que para que esta obra tenga la cualidad de actualizar este punto, Margarita de Navarra se tendría que deshacer “…del “mito del alma personal” en el que se sostiene…” (2016, p. 154). Mito que está sustentado a su vez en el mito cristiano cuya hipótesis busca que el alma y el cuerpo permanezcan juntos. Desde Miller en “Los seis paradigmas del goce” (2000), podemos leer que en realidad no se trata de la unión del alma y el cuerpo, el abrochamiento es del goce y del sujeto o del cuerpo viviente y el objeto de goce.
Miller en “El sofisma de Lol V. Stein” (2010), expresa que en estas historias de amor hay que incluir no solo el cálculo del interés del sujeto sino la elección (a conciencia) de la vía suicida. También agrega que partimos de estas historias de grandes héroes y grandes damas para llegar al objeto y a lo que este tiene de indescriptible, el objeto a que: “:.. nunca llega a ubicarse en la unión del hombre y la mujer y que, en el fantasma, circula por diferentes lugares, pero que construye, en todo caso, un ser-de-a-tres, que no se reduce al ser-de-a-dos…” (2010, p. 412).
Por lo tanto podemos inferir desde la lectura del Heptamerón que los mismos personajes se hacen imposible el encuentro, vía la idealización, el secreto y la desdicha. Esto refleja un antecedente importante del amor cortés al considerarlo como una erótica refinada que suple la ausencia de relación sexual, –punto que desarrollaremos en el capítulo tres–, a través de disimular, fingir, que son los hombres los que la obstaculizan. A su vez, al mismo tiempo que vela, que disimula, muestra el carácter irreductible del no-recubrimiento entre el objeto causa de deseo, el objeto de amor y el objeto de goce. Esta caracterización del amor cortés nos permite leer lo que Lacan planteará más avanzada su enseñanza acerca de la cara real del amor.
A continuación, nos centraremos en otra obra fundamental, considerada como Werther y el Heptamerón, uno de los antecedentes lacanianos del amor.
3. EL AMOR DESDE PLATÓN
Consideramos importante comentar algunos puntos del Banquete a fin de revisar por qué Lacan toma este texto de Platón para trabajar el amor de transferencia, especialmente, en el Seminario 8, La transferencia.
ACERCA DE PLATÓN, EL BANQUETE Y LA IDEA DEL AMOR
El Banquete fue escrito por Platón, filósofo griego, en el año 385 a. C. Su esquema es sencillo: el poeta Agatón invita a comer a sus amigos: Fedro, Pausanias, Erisímaco, Aristófanes y al maestro Sócrates. Cada uno de ellos va a pronunciar un discurso acerca de la naturaleza del amor y de lo bello; después se agregan Erixímaco, Alcibíades y Apolodoro.
Fedro establece el terreno sobre el que se llevará a cabo la disputa. Primero afirma que Eros es el más antiguo de los dioses y, que el amor implica la mayor garantía de que un hombre llevará una vida recta y provechosa. Tanto para sí como para la sociedad.
Una de las formas más elevadas del amor es el que los hombres sienten por sus iguales. La homosexualidad, en ese contexto, es la predilección más fuerte. Cada uno de los discursos forma parte de un todo. Cuando le llegue el turno a Sócrates se encargará de resumir y de elevar su discurso a la categoría de lección magistral.
Para Platón, y su maestro Sócrates, el amor es una carencia: el hombre desea lo bueno y lo bello, bienes que no posee. Al desear un cuerpo hermoso, se aferra a una manifestación visible de una idea universal. Desde este deseo, pasa a admirar las almas hermosas y se eleva hacia la apreciación de las obras humanas, la ciencia y la sabiduría. Solo a partir de esta iniciación el hombre puede llegar a concebir la Belleza perfecta, como unidad que no varía y como eterna, el bien supremo que puede alcanzar.
La felicidad se lograría al poseer perpetuamente el bien y la belleza. Por lo tanto, el filósofo que experimenta esto de manera más aguda se convierte en el paradigma del amante.
La identidad entre el bien y la belleza tienen una raíz común, forman parte del núcleo del sistema filosófico de Platón y de Sócrates. Es importante, en la obra de ellos, tener presente el concepto de amor puro que considera que el verdadero amor es el que está apartado de cualquier recompensa y de cualquier interés propio.
La filosofía platónica es unitaria y universalista; se dirige a todos los órdenes del saber y del comportamiento de los seres humanos. Se basa en la doctrina idealista; las ideas constituyen la única realidad esencial, ajena a las mutaciones y a los engañosos cambios del mundo tangible. Forman un mundo aparte. Su objeto son las cosas inmutables, como la belleza y la naturaleza de los dioses. En el mundo de las ideas, Platón establece una jerarquización, con categorías superiores a partir de un procedimiento lógico. A partir de este la belleza, la simetría y la verdad ocupan el mismo nivel que el bien. La sabiduría sólo puede surgir de la verdad que se fundamenta en el ser.
Eros, el Amor, es el tema de este simposio, y Platón nos sitúa en un típico banquete griego, con sus dos partes, primero la comida en común y luego la bebida; y un diálogo de ideas, con sus discursos y reflexiones. En este caso, se trata de un banquete en el que los invitados de Agatón, poeta que había triunfado en el último certamen literario, pronuncian un elogio del amor.