Kitabı oku: «Causa para Matar », sayfa 12

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"Rose, por favor. Siéntate. Acabamos de llegar. Te extraño. Quiero que hablemos."

"Esto no se trata de ti, mamá. Nunca se trató solamente de ti. ¿No lo entiendes?"

"Dame otra oportunidad." dijo Avery. "Empecemos de nuevo."

Rose sacudió la cabeza.

"No estoy lista todavía. Lo siento. Pensé que estaba, pero no."

Se alejó.

"¡Rose! ¡Rose!?"

CAPÍTULO VEINTESÉIS

Por un largo rato, Avery se quedó en la cabina del comedor, sola. Ordenó huevos y tostadas, una ensalada pequeña, y una taza de café y sólo se quedó allí, repasando todo lo que había sido dicho.

Mi hija me detesta, se dio cuenta.

Más deprimida de lo que había estado en años, quería meterse a un agujero y morir allí. En lugar de eso, pagó la cuenta y se marchó.

La luz del sol la hizo esconder la cabeza.

¿Por qué no podía ser un día lluvioso? se preguntó.

La gente en la calle parecía estar corriendo. Los autos pasaban a su lado zumbando. Ella permanecía de pie sola entre la actividad como un espíritu, no muerta todavía, pero tampoco verdaderamente viva.

Esto es lo que quiere el asesino, pensó. Se metió en tu cabeza. Se está riendo de ti. Igual que Howard. Igual que Howard.

Avery regresó a su coche y condujo.

Sin ningún pensamiento consciente sobre el destino, se encontró a su misma yendo al sur, hacia la prisión. Los cuerpos de las tres chicas le seguían apareciendo en la mente, y el asesino y el auto y las rutas y una casa, una casa donde se imaginaba que él vivía: pequeña, escondida tras los árboles con un césped descuidado, porque tenía cosas mejores que hacer que cortar el césped. Sus sospechosos fueron descartados, cada uno de ellos.

Necesitaba empezar de cero. Una nueva perspectiva.

El estacionamiento de la prisión estaba tal y como lo recordaba. La caminata hacia el interior fue la misma. Los guardias susurraban a sus espaldas y señalaban. La mujer detrás de las puertas la regañó por no tener cita.

"Él dijo que sabía que regresarías," rio un guardia. "¿Qué estás, enamorada ahora? Supongo que debería creer todo lo que leo en los periódicos."

No había razón real para regresar. Realmente no creía que él fuese a ayudarla, ni que pudiese hacerlo, no luego del desastroso desenlace en Arte para la Vida. Sólo le gustaba jugar juegos, comprendió ella. Pero Avery estaba de humor para juegos. No tenía nada más que ocultar, ningún lugar adonde ir, y por alguna extraña razón, en ese momento en el tiempo, Howard Randall parecía ser el único amigo verdadero que tenía en el mundo.

Howard estaba sentado en la sala de reuniones del sótano igual que la vez anterior, sólo que esta vez la sonrisa se había ido, parecía preocupado.

"No te ves como siempre, Avery. ¿Estás bien?"

Avery se rio.

Si tuviese un cigarrillo, lo habría sacado y comenzado a fumar. No fumaba desde que era joven, pero así se sentía: descuidada, intocable.

Tomó asiento y colocó sus codos en la mesa.

"Tu último consejo fue una porquería," dijo ella. "¿Artista? ¿Te referías a John Lang?"

"No sé de quién hablas."

"¡Mentiras!"

Ella sonrió agresivamente.

"Me engañaste," dijo. "Buena jugada. ¿Todo eso fue para que pudiésemos hacer un viaje por los recuerdos así podías estallar en lágrimas?"

"No me produce placer tu dolor," dijo, con total seriedad.

"¡Vete al carajo!" gritó ella. "Estás jugando conmigo ahora mismo. Me dijiste que él era un artista. Prácticamente me lo serviste en bandeja."

"Tu asesino es un artista," dijo él. "Un verdadero artista."

"¿Qué se supone que signifique eso?"

"Se enorgullece mucho de su trabajo. No es un asesino al azar. No es un carnicero. Hay un propósito en su causa. Estas chicas significan algo para él. Las conoce, personalmente, y a cambio por sus vidas les da la inmortalidad, en el arte."

"¿Cómo es posible que sepas eso?"

Howard se inclinó hacia adelante.

"Nunca me preguntaste cómo elegí a mis víctimas," contestó él, "o por qué estaban colocadas de esas formas."

Como abogada defensora de Howard, Avery había cubierto cada posible camino para lograr liberarlo. Uno de esos caminos tenía que ver con comprender la mente del asesino y por qué había cometido tan horribles crímenes, para poder de esa forma distanciar efectivamente a Howard de los asesinos basándose en su propia historia personal.

"Era una declaración sobre la gente que actúa muerta en la vida real," dijo ella. "Elegiste a tus mejores estudiantes y las acusaste de algún crimen de lesa humanidad, y luego las desmembraste y colocaste sus partes en el suelo para simular personas intentando escapas del inframundo."

"No," dijo Howard con brusquedad.

Se recostó.

"¿Qué es la vida?" preguntó con urgencia. "¿Qué significa? ¿Por qué estamos aquí?"

"¿Cómo es eso relevante?"

"¡Es todo!" gritó y golpeó la mesa.

Un guardia espiaba a través del agujero de inspección.

"¿Todo bien?"

"Sí, Thomas," dijo Howard, "Sólo me estoy entusiasmando."

El guardia se fue.

"La vida es corta," intentó explicar Howard, "y es cíclica. Vivimos y morimos una y otra vez en un constante ciclo en esta atmósfera. Cómo vivimos, en esta vida, afecta todas las otras veces que renacemos, la propia energía de nosotros mismos y nuestro mundo. Mis víctimas fueron elegidas porque tenías defectos, ciertos defectos que nunca habrían sido corregidos en esta vida. Por eso tuve que ayudarlas, para que pudieran triunfar en la próxima vida."

"¿Así es como justificas tus acciones?"

"Este mundo es lo que hacemos con él, Avery. Todo lo que deseemos puede ser nuestro. Mis acciones están basadas en mis creencias. ¿Cómo justificas tus acciones?"

"Estoy tratando de reparar lo que hice en el pasado, y lo hago todos los días."

Suspiró y sacudió la cabeza y parecía estar a punto de sonrojarse, como un hombre que finalmente, de repente, había encontrado a la mujer de sus sueños.

"Eres tan especial," dijo efusivamente, "tan especial. Lo supe en el momento en que te vi. Fuerte e inteligente y divertida y, sin embargo, con defectos, destruida por tu pasado. Puedo ayudarte a arreglar eso, Avery. Déjame ayudarte. Aún hay tiempo. ¿No quieres ser feliz, libre?"

Quiero a mi hija de vuelta, pensó.

"Quiero encontrar a un asesino," dijo en voz alta.

Howard se inclinó hacia adelante, aguzado como un halcón.

"¿Cómo te sentiste cuando tu padre asesinó a tu madre?"

Avery se tensó.

¿Cómo sabe eso? se preguntó. Estaba todo en los periódicos, se dijo a sí misma. Es de público conocimiento. Cualquiera puede encontrar esa información.

"¿Quieres escarbar mi pasado de nuevo?" dijo ella, "¿Hacerme llorar? Hoy no. Ya estoy en el fondo. No puedo ir más bajo."

"Perfecto," dijo él. "Ahora puedes levantarte."

El día de la muerte de su madre estaba claro en la mente de Avery.

Sucedió detrás de su casa, después de la escuela. Volvió a casa y escuchó el disparo. Solo tenía diez años en ese momento. Un disparo, silencio, y luego otro. Una carrera hacia el bosque y vio a su padre allí, de pie junto a su cuerpo, la escopeta en su mano. "Ve a traerme una pala," había dicho.

"No sentí nada," admitió Avery frente a Howard. "Mi madre era una borracha y nunca estaba para mí. Dejó bien claro que yo había sido un error. No sentí nada cuando murió."

"¿Qué tipo de madre eres tú?"

Un chasquido. Avery sintió un chasquido en la vacía y desolada caparazón de su existencia. Y aunque estaba vacía y agotada, comenzó a darse cuenta que también podía estar herida.

"No quiero hablar de Rose."

Howard frunció profundamente el entrecejo.

"Ya veo," dijo. "Comprendo."

Observó el techo, pensó en algo más, y se volvió nuevamente a ella.

"Tu asesino conoce a estas chicas," dijo. "¿Qué tienen todas en común?"

Avery sacudió la cabeza.

"La tercera chica es un misterio por ahora," dijo ella. "Las primeras dos, ambas en la universidad, ambas en sororidades. Una es alumna de último año, la otra de primero, así que no hay conexión ahí."

"No," susurró él.

"¿Qué?"

"No," dijo de nuevo. "Estás equivocada."

"¿Sobre qué?"

La decepción hundió su mirada.

"¿Has escuchado la historia del niño y la mariposa?" preguntó él. "Cuando una oruga se transforma en mariposa, la mariposa usa su cuerpo y sus alas para liberarse del capullo. Es una tarea difícil que lleva mucho tiempo, pero mientras la mariposa lucha y trabaja, obtiene músculos, y fuerza, y cuando finalmente sale libre, es capaz de lanzarse a los cielos y capturar comida fácilmente y sobrevivir. Sin embargo, un día, un niño que tenía orugas de mascota vio uno de sus capullos sacudirse y moverse. Sintió lástima por la criatura incipiente y quería ayudarla, así no tenía que sufrir tanto. Pidió a su madre que cortara una pequeña abertura en el capullo para ayudarla en su escape. Pero ese simple acto, nacido del amor y el cuidado, le robó a la mariposa su poder, y cuando finalmente emergió, demasiado pronto, su cuerpo y miembros y alas no eran lo suficientemente fuertes para cazar o volar, y en cuestión de días, murió."

"¿Qué se supone que signifique eso?" preguntó Avery. "¿Soy la mariposa o el niño?"

Howard no respondía.

Simplemente bajó la cabeza y permaneció en silencio, incluso cuando Avery siguió preguntando, y luego gritó, y luego golpeó la mesa exigiendo una respuesta.

CAPÍTULO VEINTESIETE

Agitada.

Avery estaba agitada por su reunión con Howard, enojada y agitada.

¿Qué quiso decir? se preguntó. Todo lo que dije yo fueron hechos. Ambas en la universidad. Ambas en sororidades. Una alumna de último año. La otra de primero. ¿Qué estaba mal?

¡Arg! lloró mentalmente.

Las calles estaban llenas de gente y autos. Era sábado, y estaba oficialmente fuera del caso. De todas formas, no quería sólo matar el tiempo. Quería actuar. Empezar de cero, pensó. El comienzo.

El parque Lederman estaba rebosante de corredores y perros cuando ella llegó. En el diamante de béisbol cerca del río había un partido de softbol entre hombres de azul y de rojo.

Avery estacionó el auto y caminó hasta el banco donde Cindy Jenkins había sido hallada. El recuerdo del cuerpo estaba claro en su mente, la posición, la ligera sonrisa, y la mirada apuntando al cine. Quería matar en tríos, pensó. Pero eso cambió. ¿Por qué cambió? Nada sobre los tres cuerpos parecía muy diferente. Todos habían sido manejados con cuidado, todo excepto el último cuerpo, todos estaban mirando tríos, tres mujeres enamoradas, tres mujeres de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuál es la conexión? se preguntó.

Se sentó, no en el lugar donde Cindy había sido colocada, sino en el lado opuesto del banco, y buscó en su teléfono cualquier información sobre el número tres: era un número mágico en la mayoría de las religiones. Suena como la palabra "vivo" en chino. Fue el primer número que significó "todos". Noé tuvo tres hijos. La Trinidad son tres. Tres. Tres. Tres.

Avery dejó su teléfono.

Querías matar en tríos, pensó. Había poder en el tres. Pero luego algo cambió. ¿Qué cambió? ¿Qué te hizo querer matar más?

Desde su reunión con Howard, Avery estaba comenzando a creer que el asesino tenía algún sistema de creencias superior, tal vez un dios religioso, tal vez su propio tipo de dios. Un dios que necesitaba chicas jóvenes. ¿Por qué? pensó Avery. ¿Por qué necesitas chicas jóvenes?

Ambas en la universidad. Ambas en sororidades. Una alumna de último año. La otra de primero.

No, había dicho Howard.

Condujo hasta el Cementerio Auburn.

Mientras estaba de pie delante del sitio donde Tabitha Mitchell había sido colocada y miraba a través del gran cementerio, Avery sintió que estaba en algún tipo de mundo surrealista que no le pertenecía por completo. El camino hasta el parque Lederman. El camino al cementerio. Habían sido relajantes, pacíficos. Él habría experimentado lo mismo. Ningún miedo. Ninguna preocupación de ser atrapado. Sólo otro hermoso día.

El Parque de Juegos para Niños de Stony Brook en Belmont era un hervidero de actividad. Avery se sorprendió de que la escena del crimen ya hubiese sido limpiada. Niños de todas las edades, desde bebés hasta los ocho años, podían verse por todas partes. Los niños más grandes corrían entre los rociadores y subían y bajaban del castillo de madera. Las madres gritaban y perseguían a sus pequeños. Había niños llorando por golpes en la cabeza. Algunas de las madres y niñeras miraban a Avery, como si la conociesen o estuviesen intentando ubicar su rostro.

Se dirigió a la entrada del castillo donde la chica había sido ubicada.

Un niño se asomó por la puerta.

"Hola," dijo y alejó corriendo.

Avery se imaginó cómo se veía la chica, y luego se dio vuelta para contemplar el mural con los incontables niños tomados de las manos.

¿Cuál es la conexión? se preguntó.

Ambas en la universidad. Ambas en sororidades. Una alumna de último año. La otra de primero.

No.

Marcó un número.

La voz tosca de Talbot Diggins respondió.

"¿Qué pasa, Black? Pensé que estabas muerta."

"¿Por qué estaría muerta?" preguntó.

"¿Nunca lees los periódicos? La costa este está en un estado de pánico por este asesino. ¿Tres chicas en una semana? Estás en primera plana de nuevo. Dice que estás fuera del caso. En suspensión oficial."

"No estoy en suspensión oficial."

Se escuchaban niños alrededor de Talbot. Estaban chillando. Él dijo, "Espera un segundo," y luego su voz fue amortiguada y luego escuchó, "Quietos, bandidos. ¿No ven que papá está al teléfono? Vayan a molestar a su madre. ¡Fuera de aquí! Vayan. Yo iré en un segundo."

"Perdón", dijo Avery, "Te estoy molestando."

"No," dijo, "es sólo otro sábado en el parque. ¿Qué pasa, Black?"

"Llamé para saber sobre la tercera víctima."

"Sí, recibí una llamada del Teniendo Connelly en tu oficina. Dijo que él está liderando la investigación ahora. Quería saber qué habíamos encontrado. Suena como un verdadero imbécil. Pasamos sus huellas por el sistema y encontramos una coincidencia. Estuvo involucrada en una estúpida broma universitaria el año pasado. Su nombre es Molly Green. Los medios no han sido informados, así que guárdatelo para ti. Era alumna de último año de Brandeis. Estudiaba finanzas. No era muy buena estudiante. Tampoco estaba en una sororidad, así que se terminó el 'Asesino de las Sororidades.'"

"¿Hablaste con alguien en Brandeis?"

"Hablé con el decano. De nuevo, quieren todo en secreto por ahora. No quiere que nada salga a la luz hasta que pueda hacer su propia declaración el lunes. Me envió con una consejera llamada Jessica Givens. Aparentemente, Molly tenía ataques de pánico sobre el mercado laboral."

"¿Mercado laboral? ¿La víctima tenía trabajo?"

"La consejera no dijo. Pero lo que sí me dijo es que todo salió bien al final."

"¿Me puedes dar el número de esa consejera?"

"Sí," dijo él. Alejó el teléfono de su casa mientras buscaba el número y lo gritó para que Avery pudiese escucharlo. "¿Lo tienes?" Avery lo escribió en su teléfono y anotó el nombre Jessica Givens. "Lo tengo," dijo.

"¿Hablaste con sus amigos?" preguntó Avery.

"Mi equipo se puso en contacto con sus amigos y familiares ayer. Algunos siguen en eso hoy. Trabajaba a medio tiempo como niñera para una familia cerca de la escuela. La última vez que la vieron con vida. El asesino la secuestró en los alrededores de la casa mientras volvía a su casa el jueves por la noche."

"¿Cómo sabes eso?"

"Mi escuadrón tomó el testimonio de un muchacho, quince años, que vive en la calle de enfrente a la casa donde trabajaba Molly. El chico dijo que no podía dormir. Como a la hora en que Molly salió de trabajar, vio a una chica que encaja con su descripción salir de la casa y empezar a hablar con un tipo cerca de una camioneta azul."

Avery tomó aliento.

"Ese es el auto que conduce, dijo ella, "una camioneta Chrysler azul."

"Sí," acordó Talbot, "eso es lo que tu supervisor me dijo. Dijo que aún no tenían sobre el dueño del auto, pero que estaban limitando la búsqueda. El chico dijo que el perpetrador usaba un sombrero y anteojos. Blanco, como un metro sesenta y siete, o un metro setenta, delgado pero fuerte, entre las edades de veinticinco y cuarenta y cinco. Ese es su tipo, ¿no?"

"Ese es nuestro tipo."

"El chico no sabía lo que estaba viendo. Dijo que parecía que la chica se había desmayado. El tipo gritó por ayuda y puso a la chica en el auto y se alejó."

"¿El chico llamó a alguien?"

"No, dijo que parecía que el tipo se estaba ocupando de ella. El chico tiene sólo quince años."

"¿Algo más?"

"¿Eso no es suficiente?"

"Sólo estoy tratando de unir todas las piezas."

"Tienes suerte de que hable contigo, Black. Mierda, ese Connelly te detesta."

"¿Por qué me estás ayudando?"

"Supongo que tengo debilidad por las chicas blancas, descuidadas y desesperadas que salen en los periódicos," dijo bromeando, y luego su voz se amortiguó nuevamente y dijo, "Oh, vamos, cariño. Sólo estoy jugando. Es una detective. No, no estoy interesado en ella. Espera un segundo." De vuelta en el teléfono, él dijo, "De acuerdo, Black, tengo que irme. Linda charla."

La línea quedó muerta.

Brandeis, pensó Avery. La tercera chica iba a la Universidad de Brandeis en Waltham, el condado más al oeste hasta ahora. La primera víctima iba a Harvard, que queda en Cambridge, justo junto a Boston. La segunda iba al MIT en Cambridge y fue colocada mucho más al oeste en el cementerio en Watertown. La universidad de Brandeis es más al oeste, pero la víctima fue transportada al este, a Belmont.

Él vive o bien en Belmont o en Watertown.

La lógica parecía tener sentido. No querría viajar más lejos para encontrar y colocar a cada muchacha que mataba. Según el lugar donde dejaba los cuerpos y donde las secuestraba, su tiempo de viaje se habría hecho más y más corto cada vez. Lederman está a un largo viaje desde Belmont, pensó. Todo el camino hasta Boston. De todas formas, era el primer cuerpo y él quería causar una impresión, y crear algo de distancia de su hogar. Luego se volvió más atrevido. El segundo cuerpo estaba más al oeste, en Watertown. El tercero estaba incluso más lejos, en Waltham. No puede vivir en Waltham, pensó. ¿Por qué manejaría hasta Boston desde allí?

Llamó a Finley.

Cuando Finley contestó se escuchaba música de metal pesado extremadamente alta y molesta en el fondo.

"Hola, hola," chilló.

"Finley, habla Black."

En casi un susurro, escuchó "Oh rayos," y luego la música se apagó y Finley era todo un profesional. "Mira, Black," dijo, "No se supone que hable contigo sobre el caso."

"¿Sigues a cargo del concesionario de autos?"

"¿Sí?"

"El asesino vive en Belmont o en Watertown. Limita tu búsqueda a esos dos condados y te ahorrará muchísimo tiempo."

"¿Cómo sabes eso?"

Colgó.

Contaduría. Economía. Finanzas. Todas especializaciones de negocios.

Talbot dijo que la tercera víctima estaba estresada por entrevistas de trabajo. Cindy tenía un trabajo esperándola en una firma de contadores. ¿Cómo era el nombre? Devante, recordó. La firma más grande de Boston. ¿Tenía empleo Molly? Tabitha era estudiante de primero. ¿Tendría ella un empleo?

Se encaminó hacia el auto.

En el camino a Brandeis, llamó a Finley nuevamente.

"¿¡Qué demonios!?" estalló Finley. "Déjame en paz. Es sábado. Esta es la primera vez en dos años que no tengo un turno un sábado o domingo. Déjame disfrutarlo. Llama a Connelly. Él está de turno. Llama a Thompson. Él también está."

"Tabitha Mitchell,” dijo ella, "¿tenía un trabajo esperándola en alguna parte?"

"¿Un trabajo de verdad?"

"Sí, un trabajo de verdad. No de princesa en Disneylandia."

"¿Para qué necesitaría un trabajo? Estaba en primero, ¿verdad?"

"No lo sé. Por eso te llamé. ¿Hablaste con su familia?"

"Sí, la madre."

"¿Nunca dijo nada de ningún trabajo?"

"No."

"Llámala de nuevo. Averigua si Tabitha tenía algo preparado para el verano."

"Estoy en mi día libre."

"¡Estás en el medio de un caso!"

"¡No tengo por qué demonios rendirte cuentas a ti, Black!"

"¡Hay un asesino suelto!" gritó Avery, "Y va a matar de nuevo. Y estoy cerca, Finley, muy cerca. Puedo sentirlo. Llama a la madre. A los amigos de Tabitha. A quien tengas que llamar. Necesito una respuesta. Pronto. Por favor. Llámame cuando sepas."

"¡Mierda!" gritó Finley antes de colgar.

Yaş sınırı:
16+
Litres'teki yayın tarihi:
10 ekim 2019
Hacim:
241 s. 2 illüstrasyon
ISBN:
9781640291027
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