Kitabı oku: «Un Rastro de Muerte », sayfa 7
CAPÍTULO DOCE
Lunes
Por la noche
Keri y Ray llegaron al estacionamiento del patio de almacenamiento y mantenimiento de Metrolink Lawndale División 22. Resultó que Artie North, no solo era guardia de seguridad en la escuela de Ashley, también trabajaba como guardia de seguridad en el patio ubicado junto al Boulevard Aviation cerca de la Avenida Rosecrans.
Keri no le gustó el aspecto del sitio. Incluso de día., sería perturbador. Pero de noche, con poca luz, el patio regado con inmóviles y gigantescos vagones de metro, era realmente de terror. Era la clase de lugar donde ella se imaginaba que Evie estuvo encerrada, en la época en que las pesadillas acabaron con ella.
Suarez la había llamado de camino al sur y le había hecho saber que Artie North poseía una van, pero era blanca, no negra. Obviamente eso no lo excluía, ya que pintarla sería fácil.
¿Cuál es el problema con todas las vans? ¿Se requiere que cada sospechoso tenga una?
Caminaron hasta la entrada. Había un gran portón automático enfrente con una oficina de seguridad a la derecha. Keri notó que no había van en el estacionamiento principal pero no podía ver el estacionamiento de los empleados al otro lado del portón debido a la oficina. Nadie era visible a través de la ventana, así que Keri pulsó el timbre junto a la puerta. Sin querer su mano bajó a chequear la funda. Ray la vio hacerlo y frunció el ceño ligeramente.
—No le disparemos a nadie hasta que tengamos que, okey. Todo lo que tenemos sobre este sujeto es la palabra de tu nuevo novio, el de la banda.
—Y la van, no te olvides de la van, Megatron.
Antes de que Ray pudiera responder, un redondo y bajito sujeto, de aspecto adormilado, se acercó desde el fondo de la oficina. Parecía que le habían despertado. A Keri no le gustaban los juicios precipitados, pero al verle, no supo decir cómo podía asegurarse el cinturón, mucho menos una escuela o el patio de rieles municipal.
Mientras caminaba hacia ellos, todo el cuerpo de Artie North se sacudía. La camisa de su uniforme se rebalsaba por el frente y parecía arrastrarlo hacia adelante. Su rostro era pálido y granulado, y sus ojos azul claro se humedecían bajo las luces fluorescentes. Lucía como de un metro setenta pero estaba muy por encima de los 110 kilos.
No era difícil imaginar que un tipo que luciera como este gastaría la mayor parte de su tiempo en ver pornografía a la débil luz de un monitor y podría tener que chantajear a adolescentes comprometidas en algo, para tener algo de verdadera acción.
Al acercarse él a la ventana, Keri le mostró su placa.
—Departamento de Policía de Los Ángeles. ¿Es usted Artie North?
—Sí.
—Nos gustaría hacerle algunas preguntas. ¿Podemos entrar?
Artie vaciló.
—Probablemente debo llamar al gerente del sitio.
—Sr. North, en realidad no se lo estoy pidiendo. Solo estoy siendo educada. Necesita abrir la puerta.
Él lo hizo sin decir nada más. Al entrar, Ray tomó la iniciativa.
—¿Trabaja también en la Secundaria West Venice?
—Ajá.
—¿Le es familiar una estudiante llamada Ashley Penn?
—Seguro. Ella es de segundo año. ¿Por qué, sucede algo malo?
—Ella está desaparecida —dijo Keri— ¿No lo ha escuchado?
—No.
Eso parecía dudoso. Había estado en todas las noticias. Una vez divulgado el Alerta Ámbar, la prensa se mantenía frenética.
Una vez adentro, Artie aseguró la puerta de nuevo y se volvió hacia ellos.
—Tomen asiento, por favor.
Keri miró en derredor. El interior era un centro de seguridad de primera clase con radios, teléfonos fijos, todo el equipo al que un guardia podía aspirar y un armario para las armas con llave. La sección trasera del edificio albergaba los cuartos de descanso, una pequeña cocina, y un baño.
—¿Qué le sucedió a Ashley? —preguntó Artie.
Keri contestó su pregunta con otra.
—Sr. North, ¿cómo es que no ha escuchado nada acerca de esto? Ha estado en todos los medios.
Artie sonrió tristemente mientras extendía su brazo para mostrar la habitación.
—Todo este fantástico equipo pero no me permiten un televisor. Y ellos monitorean el uso de la red en la computadora para ver si abandono el sitio de la compañía. Un tipo fue echado hace unos meses por revisar ESPN punto com mientras estaba de servicio.
—¿Es así de duro para usted, Sr. North, no ser capaz de navegar por la red por lapsos tan largos? —preguntó Keri.
Él la miró con curiosidad.
—¿Qué?
—No importa. Déjeme ir al grano. Hemos recibido un reporte de que usted tiene un video comprometedor de Ashley; que estaba amenazando con hacerlo público si ella no tenía sexo con usted.
Artie se veía genuinamente impactado.
—Absolutamente no —dijo él.
—¿Eso no es verdad?
—No. ¿Quién dijo tal cosa?
—Eso es confidencial. ¿Alguna vez ha hablado con Ashley en la escuela?
—Un poco. Hablo con todos.
—¿Qué le dices a ella?
—Hola, ten un buen día, ve a clases, lo típico.
Ray se levantó y comenzó a pasear de un lado a otro, como si tuviera curiosidad por el equipo de seguridad. Mientras los ojos de Artie lo seguían, Keri sonrió con rigidez. Esta era una maniobra estándar Raymond Sands para incomodar un poco a una persona de interés: deambular, holgazanear, vagar. Tener a un enorme policía afroamericano poniéndose cómodo en el espacio personal de otro, tendía a sacar a la mayoría de la gente del juego. Algunos dejaban que las cosas se deslizaran.
—¿Tienes dos trabajos? —preguntó Keri, forzando a Artie para que volviera su atención hacia ella.
—Sí. Trabajo en la escuela hasta las tres y entonces vengo aquí al patio. Estoy en servicio activo hasta las diez, me voy entonces a dormir, pero permanezco aquí toda la noche por si me necesitan.
—¿Entonces vas directamente a la escuela en la mañana?
—Sí.
—¿Qué días?
—Lunes a Viernes. En los fines de semana me voy a casa.
—¿Que está dónde?
—Tengo una vieja granja cerca Piru, al oeste de Santa Clarita. No es realmente una granja ahora pero la propiedad es algo valiosa, así que procuro mantenerla con un aspecto decente. ¿Por qué?
—¿Cuándo fue la última vez que estuviste allí?
—Esta mañana, cuando me fui para ir a la escuela. No regresaré allí hasta el viernes en la noche, cuando mi turno aquí termine a las diez.
—¿Tiene una van?
—Sí.
—¿Podemos verla?
—Seguro. Está a un lado del edificio.
Le echaron un vistazo. Todavía era blanca y estaba muy sucia. Ray se acercó y frotó un costado con la punta de su dedo. No había sido lavada en semanas y Keri dudaba que hubiese sido pintada desde que dejó la planta donde fue ensamblada. Se volvió a Artie
—¿Hay vehículos en el patio de ferrocarril?
—Seguro..
—¿Algunos de ellos son vans?
—No, no hay vans. Son camiones de reparto, en su mayoría, y un par de viejas camionetas.
Keri cambió de tema. Casi estaba segura que andar por allí estaba poniendo incómodo a Artie, lo que era bueno.
—Ashley ha estado frecuentando a un tipo de pelo largo y rubio —dijo ella—. Es cantante en un grupo llamado Rave. ¿Alguna vez ha visto a Ashley con él?
El hombre asintió.
—Oh, sí —dijo él.
—¿Dónde?
—Él merodeaba detrás de las gradas donde se hallan algunos de los depósitos de equipos —dijo él—. Ashley iba allí y se veía con él a veces, después de clases.
—¿Para tener sexo?
—Y otras cosas más, a veces —añadió.
—¿Qué quiere decir?
—Bueno, sospeché que estaban traficando con drogas o algo parecido, así que comencé a observarlos. Hace un par de meses me acerqué a hurtadillas hasta ellos. Habían irrumpido en uno de los depósitos. Cuando miré dentro, ellos estaba,, usted sabe, teniendo sexo.
—¿Tomó un video de eso?
Artie la miró horrorizado.
—No. Le dije al tipo que saliera de los límites de la escuela. Tenía esta mirada de verdadero enojo en su rostro, como si estuviera tratando de asustarme o algo, pero no cedí. Le dije que se fuera, en ese momento, y que nunca volviera. Se veía como si quisiera golpearme, pero no lo intentó. Bien por él, porque yo estaba listo. Al final se fue. Ashley se marchó con él. Al día siguiente me suplicó que no le dijera a nadie lo que había visto. Le dije que no lo haría siempre y cuando su novio se mantuviera fuera del campus.
—¿Cuándo fue eso?
—A principios de la semana pasada.
—¿Regresó en algún momento?
—No que yo sepa.
—¿Qué hay de eso que le hizo pensar que estaban traficando con drogas? —preguntó Ray, recordándole por qué había empezado la historia en primer lugar.
—Oh sí. Después que dejaron el depósito ese día, hallé unas ampollas en el piso, como cuatro. Parecía demasiado para tan solo uso personal.
—¿Podría decir qué era?
—Todas eran polvo blanco. Podría ser cocaína, heroína, quizás metadona. No soy experto.
—¿Las entregó?
—¿Está bromeando? El padre de esa chica es un senador de los Estado Unidos. ¿Qué hay si ella decía que no eran de ella y yo quedo con todas estas drogas en mi posesión? ¿Qué iba a pensar la gente? Quien tiene mas poder? Eché las ampollas en la basura y me fui.
*
Cinco minutos más tarde, de regreso en su auto, Keri manejó en silencio hasta la estación, perdida en sus pensamientos. Ray finalmente rompió el silencio.
—Parece que las historias de Artie North y tu novio son algo contradictorias.
—¿Eso piensas?
—¿A quién le crees?
—¿Tengo que escoger? Quizás ambos mienten. Todo lo que sé es que mi cerebro está fundido. Cada pista con que nos topamos nos lleva de vuelta al inicio. Y si ella fue raptada, se le acaba el tiempo.
—¿Estás empezando a dudar acerca de eso?
—Ray, ya no sé qué creer.
De pronto su teléfono sonó. Puso el altavoz y una voz femenina, desconocida, dijo:
—¿Keri Locke?
—Sí.
—Mi nombre es Britton Boudiette. Soy una amiga de Ashley Penn. Me gustaría verla ahora mismo si ello es posible.
—¿Para qué?
—Es sobre algo de lo que prefiero no hablar por teléfono. Por favor. Podría ser importante. No traiga a nadie con usted. Solo usted.
Keri anotó sus datos y colgó. Se volvió entonces a Ray y dijo, en un tono cínico del que hasta ahora no se sabía capaz:
—¿No traiga a nadie con usted? En la historia de la policía, ¿alguna vez ha salido algo bueno de esa frase?
CAPÍTULO TRECE
Lunes
Por la noche
Veinte minutos después, después de dejar a Ray en la estación, Keri estacionó en el callejón detrás de la casa de Britton Boudiette, encendió tres veces las luces altas como ella se lo había pedido, para después apagar los faros y el motor.
Casi de inmediato, una figura femenina salió del dormitorio trasero de la casa a una plataforma en el segundo piso. Bajó por la estructura hasta la planta baja, corrió al auto, y se subió sigilosamente por el lado del pasajero.
Keri se sentía ridícula. Estaba reuniéndose en secreto en su auto con una quinceañera a mitad de la noche. Si los padres de la niña se enteraban, se preguntó si podrían introducir alguna denuncia contra ella. Sacó ese pensamiento de su mente y trató de tomar en serio a Britton.
La chica era afroamericana, linda y atlética, vestida en ese momento con pantalones de pijama con caricaturas y una camiseta rosada. Ella fue al grano.
—Ashley me mataría si supiera que estoy reuniendo con usted. Usted absolutamente, positivamente tiene que mantener esto en secreto. No puede decirle a nadie que alguna vez he hablado con usted.
—No lo haré, a menos que sea absolutamente necesario —le aseguró Keri, sin prometer nada en realidad. Britton pareció satisfecha de todas formas.
—Okey —dijo ella—. Honestamente no sé si esto sea de alguna ayuda. Ashley ha estado algo loca últimamente.
—¿Cómo así?
—Ella tiene a este nuevo novio, Walker Lee, que es el vocalista principal de Rave, de la que probablemente nunca ha oído pero que es una banda genial que acaba de publicar su primer sencillo, “Miel”. Es asombrosa. Como sea, Walker ha sido una mala influencia para Ashley.
—¿En qué sentido?
—Bueno, comenzó al conseguirle una falsa identificación a Ashley, para que pudiera ir a los clubs y viera a la banda. Luego vinieron las drogas y la bebida, no mucho, nada loco, pero ya sabe, Ashley solo tiene quince.
—Britton, no me estás diciendo nada que ya yo no sepa —aunque que Walker fuera el autor de la licencia falsa era nuevo para ella.
Britton pareció vacilar por un momento, luego prosiguió.
—Comenzaron entonces a cometer crímenes emocionantes.
—¿Qué quieres decir?
—Nada malo ni violento, solo cosas para subir la adrenalina, ¿sabes? Hace dos semanas, robaron un carro y se pasearon con él. Han tenido mucho sexo en lugares públicos donde podrían ser atrapados. Y la semana pasada, ¿sabe dónde está el edificio Nakatomi Plaza en la Avenida de las Estrellas?
—Sí.
Keri lo sabía bien.
En realidad se llamaba Fox Plaza pero con frecuencia se referían a él como Nakatomi Plaza porque así se llamó en la película Duro de Matar, al menos hasta que explotó. El rascacielos de treinta y cinco pisos estaba localizado en el corazón de Century City, un enclave de la parte oeste conocido por sus bufetes y agencias de talento.
—Se escondieron en el edificio hasta que cerró —dijo la chica—. Pasaron entonces la noche en la azotea, bebiendo vino y fumando yerba. A la mañana siguiente se fueron a hurtadillas. Los padres de Ashley pensaban que ella estaba durmiendo en mi casa esa noche. Yo la cubrí, pero entre usted y yo, no me gustó hacerlo.
Todo esto era interesante pero si estaba llevando a Keri hacia algo, ella no podía verlo.
—Aquí viene lo peor —dijo la chica—. Walker recientemente compró un arma.
—¿Por qué?
—Él está metido en algún tipo de problema. Pienso que alguien anda detrás de él, y quizás detrás de él y Ashley. No estoy segura. Ella me dijo que tenía que ver con que Walker había perdido unas drogas que le debía a alguien. Eso es lo principal que quería decirle. Ella podría estar mezclada en algo. No lo sé. Sé que estaban planeando escapar a Las Vegas.
—Para convertirse en estrellas del mundo de la música y la moda, ¿correcto?
—No lo creo. Pienso que es más para escapar de lo que está pasando aquí. La chica suspiró. Los padres de Ashley no saben nada de esto y usted tiene que prometerme que no les dirá. Se lo digo solo porque algo en todo esto puede estar detrás de la causa de su desaparición.
Keri dio una palmada al brazo de la chica.
—Estás haciendo lo correcto.
—¿Algo de esto ayuda?
—No lo sé aún. Quizás...
—Hay una cosa más que debe saber —dijo la chica—. Esto es algo que absolutamente tiene que prometerme no va a repetir, porque Ashley me lo dijo en el más estricto secreto.
—Comprendo —dijo Keri, de nuevo sin hacer promesas.
La chica estudió a Keri por un momento y entonces dijo:
—La mamá de Ashley, Mia, viene de una familia con mucho dinero. Sus padres —se refería a los abuelos de Ashley—, usaban un bufete aquí en Los Ángeles para todo su trabajo legal, Peterson and Love. ¿Lo conoce?
Keri asintió. Era uno de los bufetes más grandes de la ciudad, muy político, con varias oficinas en otros estados. Había estado allí siempre.
—Sí.
—Okey, bueno, ellos usaron su influencia para conseguirle a su hija, Mia, un empleo en el bufete cuando tenía catorce, en el verano, entre el noveno y el décimo grado. Hacía fotocopias, hacía recados, ordenaba libros, cosas como esas.
—Okey.
—Bueno, Stafford era socio de esa firma en ese tiempo —dijo la chica—. Tenía treinta años en ese verano. En todo caso, llevó a Mia a su oficina una noche después que todo el mundo se hubo ido y la desfloró.
—¿La desfloró?
—Sí, eso significa que ella era virgen en esa época —Britton dijo cumplidamentes.
—Oh, correcto. Keri trató de mantener un rostro impasible.
—No me malentienda, fue consensuado, pero él era un adulto, un abogado nada menos, y Mia solo una niña. Quedó embarazada. Él quería que ella abortara pero ella se rehusó y tuvo al bebé, Ashley. Luego de eso, Mia y Ashley se fueron a vivir a París durante siete años y entonces regresaron aquí. Mia tenía veintidós cuando regresaron y Ashley siete.
—Esto es… no lo sé…loco —dijo Keri.
—Confía en mí, lo sé —dijo la chica—. Mia y Stafford se juntaron de nuevo después de ese largo paréntesis y eventualmente se casaron, y él formalmente ‘adoptó’ a Ashley. El técnicamente nunca negó ser su padre biológico, pero al adoptarla la mayoría de la gente asumió que él era su padrastro. En todo caso, fue idea de Mia que Stafford entrara en la política y ella dio fondos para sus campañas. Así fue cómo se convirtió en senador. Nadie fuera de su círculo más íntimo sabe que él es en realidad el padre biológico. Si el público se enterara alguna vez cómo formó familia, su carrera política estaría acabada. Mia le confió todo esto a Ashley, que entonces me lo contó a mí, una noche que estaba algo embriagada.
—No sé si esto tenga que ver con algo —dijo Keri.
—Yo tampoco. Solo pensé que debe saber que Stafford no rechina de limpio como a él le gusta que piense la gente. En lo personal, él no me gusta.
*
Después de asegurarse que Britton estuviera de regreso en su dormitorio, Keri se dirigió de regreso a la estación. En la vía se dio cuenta de algo. Mia puede haber querido que Keri encabezara el caso porque tenían un vínculo. Pero cuando Stafford la respaldó, no fue porque pensara que ella era la mejor para el trabajo. Fue porque pensó que ella era la peor.
Si alguien iba terminar hurgando en sus vidas y topándose con algunos de sus secretos, a él no le importaría si ese alguien fuera una detective novata, todo un cesto de emociones, alguien que había recibido múltiples reprimendas en su corta carrera. Si las cosas se iban al diablo, ella era el chivo expiatorio perfecto. Keri se dio cuenta que había caminado directamente hasta su trampa.
Y ella tenía un problema mayor. No tenía idea de qué otra cosa estaba él escondiendo.
CAPÍTULO CATORCE
Lunes
Tarde en la noche
Ingresando de nuevo al aparcamiento de la estación, Keri vio que los medios habían tomado el lugar. Rodearon como un enjambre su auto hasta que dos oficiales uniformados los sacaron de la vía para permitir que ella rodara por el estacionamiento. Por fortuna, un portón separaba el aparcamiento de los empleados del general, de tal forma que ellos no podrían acercarse demasiado.
Mientras iba de su auto a la entrada lateral, flashes enceguecedores de las cámaras y preguntas a voz en cuello se entremezclaban. Aunque ella quisiera contestar alguna pregunta, no podría distinguir una de otra. Todo era una sola cacofonía.
Echando un vistazo al reloj digital al ingresar a la sala, Keri vio que eran las once pasadas. Si Ashley realmente hubiera sido secuestrada en esa van justo después de la escuela, ahora mismo ella podía estar tan lejos como San Francisco, Phoenix, Tijuana, o incluso Las Vegas.
Caminó hasta su escritorio, notando que casi nadie la miraba. Algunos parecían estar intensamente concentrados en su trabajo. Pero otros parecían estar evitando a toda costa el contacto visual.
Ray estaba estudiando unos archivos en su escritorio compartido. Ella se desplomó en su silla y suspiró largamente. De pronto se sentía profundamente cansada.
—¿Esa versión adolescente de Garganta Profunda tenía algo que partiera al mundo en dos? —le preguntó él sin levantar la vista.
—Me dio una jugosa cotilla. Pero nada que cambie las cosas hasta donde sé. ¿Qué estás haciendo?
—Mirando casos del pasado —dijo él—. Intentado encontrar modus operandi similares, van negras, lo que sea.
—¿Está el caso de Evie allí?
—Sí, pero lo salté. El patrón no parece ser el mismo —dijo él, por fin la miró—. ¿Opinas distinto?
—No. Este sujeto fue mucho más cuidadoso e intencionado que el raptor de Evie. Más allá de la van, en casi nada más se parecen los casos.
Ray asintió.
—¿Cómo te sientes, Arrietty? —preguntó él. Ella podía afirmar que él estaba preocupado. Intentó poner una cara de enfado pero no se le ocurrió ningún sobrenombre insultante en respuesta..
—Estoy bien, solo cansada y frustrada.
—¿Ninguna ausencia últimamente?
—Ninguna en las últimas horas —le aseguró ella—. Solo siento como si estuviera pateando una pared de ladrillos. Sé que en alguna parte de toda esta basura que hemos estado revolviendo hay una verdadera pista que nos llevará a Ashley. Pero es difícil verla ahora.
—Bueno, pinta una sonrisa en tu rostro porque nuestro temerario líder viene para acá.
Keri levantó la vista para mirar al Teniente Hillman caminar hacia ellos.
—¿Algo nuevo, Sands? —preguntó él con brusquedad.
—No señor; solo reviso casos antiguos buscando conexiones.
—Locke, ¿qué hay de ti? —preguntó él, evitando mencionar el hecho de que ella había sido removida y reinstalada en el caso en cuestión de horas.
—Acabo de reunirme con una amiga de Ashley, que dijo que Stafford Penn tuvo un affair con Mia cuando él tenía treinta y ella catorce. Dijo que él es el padre de Ashley. Podría afectar su próxima campaña pero no estoy segura de para qué nos pueda servir. O Artie North o Walker Lee nos ha estado mintiendo acerca de su relación pero de nuevo, no estoy segura si averiguar la verdad nos acerque a encontrar a Ashley.
—Estamos pegados a los traseros de ambos —Hillman le contestó—, pero hasta ahora ninguno se ha movido. Trabajamos en obtener órdenes para los registros de llamadas de cada uno de los que hemos entrevistado esta noche y ver si hay algo fuera de lo ordinario, pero eso será dentro de unas horas. De hecho, no sé si haya algo que cualquiera de ustedes pueda hacer ahora. Les recomiendo a ambos que se vayan a casa y traten de cerrar los ojos por unas horas. Voy a necesitarlos más o menos frescos para que revisen esos registros telefónicos mañana en la mañana.
—Quizás me eche en la sala de descanso —dijo Keri.
—Esto no fue una petición, Detective Locke. Mientras conversamos, el ex-novio de Ashley, Denton Rivers, está saliendo bajo fianza y ha estado quejándose con su abogado acerca de la brutalidad policial. Pasarán por aquí en los próximos cinco minutos y no quiero una escena cuando él empiece a gritar o a apuntarte.
—Pero, señor...
—Pero nada. Estoy seguro de que van a hablar con la prensa en cuanto salgan. No necesito a ese chico totalmente irritado cuando lo haga. Si te ve, lo estará. Así que ve a casa. Yo mismo me voy en diez minutos.
—¿Qué va a pasar con eso, de todas formas? —preguntó Ray.
—Lo que sé es que su proveedor, Johnnie Cotton, admitió haberlo atacado. ¿Intentar levantar una queja, alegando que fue golpeado en el mismo sitio de la cabeza, esa tarde, por un proveedor de drogas y una policía, siendo sospechoso de secuestrar a su novia? ¿Te suena como un caso ganador?
—No, señor —dijo Ray, sonriendo.
—Lo mismo digo. Pero mientras menos leña le echemos al fuego, mejor. Por eso es que quiero que se vayan ahora.
—Sí, señor —dijo Ray, levantándose.
—Sí, señor —repitió Keri, haciendo lo mismo. Caminaron de prisa hacia la salida.
—Los veo aquí a las seis a.m. —Hillman gritó a sus espaldas—. Debemos tener los registros telefónicos para entonces.
—¿Quieres que te lleve? —le preguntó Ray— Sé que dijiste que estabas cansada. Deja tu auto aquí. Podría incluso echarme en tu casa… en el sofá. Nos vendríamos juntos mañana.
—Gracias por ofrecerte pero estoy bien. Necesito pasar por el tocador de damas, en todo caso. Te veré a las seis.
Ray pareció querer decir otra cosa, mas se la calló y solo asintió.
—Te veo a las seis —aceptó él y salió por la puerta que daba al estacionamiento.
*
Keri aguardó en el retrete del baño durante quince minutos para asegurarse que Ray y Hillman se habían ido.
Cuando regresó a la sala, estaba casi vacía. Suárez estaba todavía en su escritorio, tecleando reportes. Edgerton, el detective que amaba la tecnología, estaba haciendo una especie de triangulación de las torres de celular, que Keri no terminó de comprender. Un detective de Vicios estaba tomándole la declaración al cliente de una prostituta que había sido robado por ella. Un sujeto sin hogar estaba sentado y esposado en la banca de la esquina. Había defecado sobre el capó del auto de un tipo que dizque le había arrojado café. El propietario del auto, que para Keri se veía como un auténtico estúpido, se veía molesto mientras esperaba que un oficial escribiera el reporte. Keri esperó que fuese un rato largo.
Repasó el camino hacia su escritorio tan sigilosamente como pudo y se sentó. No se iba para su casa. Y sabía que no sería capaz de dormir en el cuarto de descanso, sin importar lo agotada que estaba. Había una adolescente que necesitaba ayuda de manera desesperada y no podía fallarle. En algún lugar había una conexión que resolvería este caso. Keri solo esperaba que pudiera encontrarla a tiempo.
Tomó uno de los archivos de casos del escritorio de Ray y comenzó a hojearlo. No había obvias similitudes. Tomó otro y se consiguió con lo mismo. Se reclinó en su asiento y cerró los ojos por unos segundos. Tomó entonces un tercer archivo… nada.
Se levantó y se dirigió a la ventana, la misma por donde había visto a la madre y a la hija pasar nás temprano esa tarde. Afuera, la noche estaba serena. Se acercaba la medianoche. Toda la gente normal ya estaba en casa durmiendo. Consideró irse a la casa bote, aunque fuera solo para mirar la tele por un par de horas a ver si así despejaba su cabeza.
Solo un archivo más.
Se dirigió de nuevo al escritorio y tomó uno al azar. Una niña negra de diez años, llamada London Jaquet desapareció en el camino de su casa a la escuela y nunca la volvieron a ver. Eso fue hace seis años. Técnicamente el caso estaba “abierto” pero algunas páginas estaban pegadas entre sí porque no habían sido tocadas en mucho tiempo.
Similitudes con Ashley: mujer, después de la escuela, joven.
Similitudes con Evie: mujer, nunca se le volvió a ver, asistía a la escuela elemental.
Keri apartó el archivo y tomó otro. Era de un hombre hispano de cuarenta y cuatro años que había desaparecido hacía dos años. Sus tatuajes indicaban afiliación a pandilla. El archivo era delgado. Nadie había trabajado realmente en él. Keri lo puo a un lado y tomó otro.
Una niña coreana llamada Vanda Kang desapareció del asiento trasero de un auto cuando su madre entró a una pequeña licorería en la Avenida Centinela para comprar un paquete de cigarrillos. Siete años después, a la edad de trece. la chica fue encontrada viva y sana, viviendo con una acomodada pareja blanca que sostenía haberla adoptado.
Un hombre llamado Thomas Anderson, alias El Fantasma, había sido recientemente identificado como el secuestrador, hacía dieciocho meses, de hecho. Había ido a juicio defendiéndose a sí mismo.. El archivo decía que si la evidencia no hubiera sido tan abrumadora él podría haber sido absuelto. Era muy convincente en el tribunal. En la actualidad estaba por cumplir el primer año de una sentencia de diez. Se suponía que debía cumplirla en la Prisión Estatal Folsom, pero debido al hacinamiento permanecía arrestado en el Edificio Correccional Twin Towers en el centro de Los Ángeles. Keri había estado allí en algunas ocasiones. No le gustaba.
Se sentó en su silla, girando de un lado a otro, dándole vueltas a una idea en su mente.
El Fantasma es un secuestrador profesional. Es un negocio. Y un negocio como este requiere clientes, y colegas, e intermediarios. Requería toda una red de conexiones.
Quizás ella había enfocado mal todo esto. Si esto era un trabajo profesional, y el video de la cámara de la oficina del prestamista lo hacía ver así, ¿por qué estaba ella hablando con novios y proveedores de droga?
Si voy a atrapar a un profesional, necesito hablar con un profesional.
Keri se levantó, tomó su bolso, y fue hasta la puerta. Suárez la vio, con ojos de zombie y asintió. El indigente le lanzó un beso. Ella le hizo un guiño salió por la puerta. Eran pasadas la medianoche. Eso significaba que era un nuevo día. Y un nuevo día era un nuevo comienzo. Y qué mejor manera de comenzar que con un fantasma.