Kitabı oku: «Actores sociales, acciones colectivas y transformación social», sayfa 2

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Metodología

Esta propuesta se enmarca en un enfoque cualitativo, entendido desde los planteamientos de Uwe Flick (2007) como el estudio y análisis del conocimiento y las interacciones humanas en general, resaltando la posibilidad de reflexión frente a fenómenos complejos y sus significaciones. Asimismo, incorpora narraciones o perspectivas desde lo local, particular y oportuno, reflejado en el análisis de las metodologías participativas en el contexto educativo específico.

Con el fin de sintetizar las metodologías participativas, en primer lugar se realizó una revisión documental teniendo en cuenta los aportes metodológicos de Barbosa-Chacón et al. (2013), quienes sostienen que “analizar, apropiar, aplicar y contextualizar referentes teóricos y procedimentales sobre estado del arte y revisión sistemática de literatura se constituyen como bases sólidas para la generación de una metodología de [Desarrollo Rápido de Aplicaciones] RAD” (p. 101), y de este modo se ubican los principales paradigmas en la investigación en las ciencias sociales, así como el papel de la Proyección Social junto con la discusión de la IAP.

En segundo lugar, y como se planteó anteriormente, tal revisión permitió situar los hallazgos documentales en el marco de las actividades realizadas en los espacios académicos de Proyecto I, II y III para el desarrollo del análisis final de los desafíos que suponen las metodologías participativas en la investigación e intervención social.

Resultados
Perspectivas para comprender las realidades sociales

Cada grupo social tiene un modo particular de estructurarse, de comprender la realidad social, política y cultural en la que se desenvuelve, junto a sus tipos o las formas generales en las que se constituye. Estos son factores necesarios en marcos teóricos y sistemas de conceptos con los que se pueda articular, interpretar, problematizar y explicar las comunidades humanas desde su contextualización y comprensión.

La investigación, desde la corriente social, siempre ha estado asociada al enfoque cualitativo, ese que es capaz de predecir y medir las acciones y los factores que consolidan a la sociedad, bajo la premisa y bandera del método científico, con características coherentes tales como objetividad, verificación, confiabilidad y validez como condiciones imprescindibles. Posteriormente, se empiezan a conformar otros métodos de investigación enfocados en el aspecto cualitativo, que requieren de un sujeto cognoscente influido por una cultura y unas relaciones sociales particulares. Su comprensión implica el análisis de las formas de sentir, pensar, actuar y percibir de esos sujetos (Cifuentes, 2011).

Se puede evidenciar la conformación de dos maneras de análisis social en función de la investigación: por un lado, la predominancia del racionalismo en cuanto a su poder de aplicación y extensión en una ciencia marcada por la acción humana, que solo considera el universo como tema de progreso de conocimiento (Bachelard, 1971); por otro, la comprensión y aprehensión de las cosas desde el inter-cambio social, lo que implica entender y adentrarse en el contexto del sujeto y analizar cada factor para llegar así a la percepción de lo vivido, partiendo de su esencia.

Desde esta perspectiva, la coherencia del enfoque general depende de la lógica escogida para orientar el proceso de indagación. Principalmente hay tres paradigmas para el desarrollo de la investigación social: el empírico analítico, el histórico hermenéutico y el crítico social, entendiendo además los paradigmas como una “expresión del modo que en un determinado momento tiene una comunidad científica de enfocar los problemas” (López-Noguero, 2002, p. 168), lo que da como resultado la implicación de ciertas metodologías o enfoques investigativos. Cada paradigma amerita una metodología acorde y coherente; en el caso de nuestro interés, el paradigma crítico social se caracteriza por el diálogo y la transformación, que está representada por metodologías participativas que orientan los instrumentos y procedimientos por aplicar.

Por su parte, la proyección social se relaciona directamente con el paradigma crítico social, al referirse a la elaboración de proyectos orientados a la identificación de los problemas y necesidades concretas de la comunidad con el fin de buscar soluciones, puesto que busca constituir una ciencia comprometida para describir, analizar y aplicar el conocimiento para transformar la sociedad (Fals-Borda, 2014).

De acuerdo con lo anterior, al construir metodologías participativas es preciso formularse la pregunta sobre qué se entiende por participación comunitaria, la cual se comprende como una construcción colectiva que implica la comprensión del contexto, en donde se facilita una interacción que trasciende el mecanismo de enseñanza-aprendizaje.

En este orden de ideas, la metodología que más ha conseguido comprender los procesos participativos es la de la IAP, que se constituye bajo los preceptos del pensamiento crítico, la construcción de soberanía y el empoderamiento de las comunidades, al articular la gestión, la planificación, la ejecución y la evaluación de proyectos.

El principal representante de esta metodología fue el sociólogo colombiano Orlando Fals-Borda (1999), quien definió la investigación participativa como “una vivencia necesaria para progresar en democracia, como un complejo de actitudes y valores, y como un método de trabajo que dan sentido a la praxis en el terreno” (p. 82). La IAP conforma una relación entre teoría y práctica, lo que permite un diálogo de saberes mediante el reconocimiento de la práctica social cotidiana de las comunidades, puesto que se genera una convergencia entre el saber popular y el conocimiento académico, con el fin de consolidar un conocimiento propio.

Tal planteamiento da paso a un debate interno en los métodos utilizados por las ciencias sociales; la ciencia de la sociología no escapa a este, en virtud de su naturaleza científica, que agrega sin duda una imparcialidad en sus resultados y permite que el investigador se desenvuelva con autonomía frente a ese entorno. Asimismo, admite la certificación de las acciones políticas y las herramientas empleadas ante las situaciones críticas que se puedan presentar, con la finalidad de generar nuevos pensamientos, transformaciones y aceptación del contexto o situaciones de una comunidad.

Esto enmarca el visible interés de estudiantes, académicos e intelectuales en el análisis de las condiciones de los contextos en los que se encuentran inmersas las comunidades, e involucra a la sociología como una disciplina que, mediante la capacidad creativa, espíritu crítico y reflexión activa, debe responder a las problemáticas y comprender los nuevos escenarios y categorías emergentes.

En este mismo sentido, Franco-Patiño (2012) enfatiza que la crítica de Fals-Borda se orientó en contraposición a las teorías y los métodos asumidos por las comunidades, quienes optaron por la aplicación de modelos europeos y norteamericanos como el racionalismo cartesiano y el positivismo, para la enseñanza, la investigación científica y sistematización del conocimiento científico. Incluso, su surgimiento puede ubicarse en una suerte de crisis a nivel científico respecto a las maneras de entender y desarrollar la investigación, lo que posibilitó dicha crítica por el sociólogo colombiano en la búsqueda por la resignificación de las prácticas y significaciones académicas.

Hay que tener presente que Fals Borda no niega la importancia de estos modelos, sino que analiza sus aportes insuficientes y restrictivos para entender las realidades locales, que imposibilitan la creación de un modelo reflexivo, independiente y propio, especialmente en los fenómenos que se gestan en América Latina. Es a partir de estas evidencias de las actuaciones científicas y la forma de implementarlas que se comienza a restablecer cada experiencia investigativa, y se dirige hacia una corriente más dedicada a las distintas comunidades, lo que implica mucho más que la investigación y se enfoca en las carencias, compromisos y en los saberes, no solo a nivel cognitivo, sino también pragmático, de modo que se concluya en la solución a esos determinados problemas.

De esta manera, es preciso resaltar la importancia de articular la IAP con la Universidad, puesto que se constituye tradicionalmente como institución responsable de la búsqueda de la verdad y de la difusión del conocimiento en el ámbito de la capacitación profesional, teniendo en cuenta que tal representación es aceptada y reproducida por la población en términos generales. Este principio fundacional se cumple mediante la práctica de las funciones propias de la proyección social, la docencia y la investigación.

La interacción de la proyección social con el ámbito académico por medio de la docencia se puede manifestar en el diseño de un currículo en el que esté presente la construcción de análisis y conocimientos multifocales. Con respecto a la investigación, se busca aproximar a la veracidad científica y confrontar las problemáticas con los análisis y propuestas.

Esta capacidad intelectual genera una fortaleza a nivel institucional, que permite vínculos de interrelación con el entorno y los distintos actores que puedan hacer parte del fenómeno en cuestión. De esta circunstancia surge la proyección social como consecuencia y finalidad del rol universitario, ya que el aprendizaje exige prácticas y la investigación de su contexto económico o sociocultural, pues permiten conocer, proponer y evaluar acciones.

La proyección social mediante la metodología de la IAP pretende superar la distancia entre sujeto y objeto, puesto que busca generar una relación horizontal entre el investigador y el investigado, con el propósito de fundar un aprendizaje mutuo y un reconocimiento del aporte de cada uno de los actores involucrados. Adicionalmente, procura desarrollar un compromiso con la transformación y no relegar la investigación a una mera descripción o abstracción, incluso entendiendo que dichos procesos pueden transformar tanto a las comunidades como al equipo de investigación, en cuanto se busca un involucramiento activo y real de todas las partes implicadas.

La sinergia investigación-proyección social en la Universidad Santo Tomás

En este marco, la Universidad Santo Tomás ha buscado incidir, mediante la proyección social, en la mejora de la calidad de vida de los individuos y comunidades, en torno a principios humanísticos. Lo que propicia el fortalecimiento de capacidades y habilidades intelectuales mediante estrategias y dinámicas encaminadas por los docentes, con el propósito de cualificar a los estudiantes en responsabilidad social. De igual manera, la Universidad busca orientar las acciones hacia la mejora de las condiciones o problemáticas de las comunidades, manteniendo un carácter interdisciplinar e interinstitucional (privado y público) para favorecer la pertinencia social y académica, aportando al desarrollo integral.

El objetivo principal de cualquier acción para el desarrollo comunitario es asumir a cada individuo como parte de un todo orgánico e interdependiente con el contexto y, por ende, es preciso producir escenarios de transformación en un ámbito cultural y social. No obstante, es primordial que la producción de estos escenarios se dé a partir de un enfoque ético y transparente.

En la Facultad de Sociología se han concretado estos esfuerzos mediante el espacio académico de Proyecto I, II y III, en donde se busca llevar a cabo una planificación y comprensión de la población objetivo, los recursos por emplear, las áreas de trabajo, las metas que alcanzar, la evaluación y la socialización del informe final de resultados.

Las maneras como se seleccionan las áreas en donde se pueda realizar la proyección social se ejercen por medio de la identificación de las necesidades y demandas de la comunidad, la deducción de propuestas de solución a los problemas referidos y, posteriormente, se conforman redes de apoyo con otras organizaciones. Cabe destacar que los participantes en los proyectos elaborados son miembros de organizaciones sociales de base, instituciones, estudiantes, docentes y algunos administrativos con perspectiva social.

Como se ha evidenciado anteriormente, la proyección social en la Universidad Santo Tomás, especialmente en la Facultad de Sociología, busca fomentar herramientas en los estudiantes que les permitan generar un diálogo entre la academia y los territorios, para así permitir la construcción colectiva de conocimiento y la conformación de alianzas a través de proyectos con comunidades, organizaciones sociales y el sector público-privado, con el fin de estructurar proyectos que den como resultado el mejoramiento de la calidad de vida de las personas y de las comunidades; de este modo, se logra un impacto en el desarrollo social del país.

Las metodologías participativas en investigación social

El uso de metodologías como la IAP conlleva la implementación de nuevas herramientas y paradigmas teóricos para los estudiantes, con lo cual es posible identificar debilidades y fortalezas en su uso dentro del ejercicio propuesto para el espacio académico de Proyecto I, II y III.

Dentro de las debilidades encontradas durante el desarrollo del ejercicio, está el tránsito de la teoría a la praxis y su posterior articulación dentro de un solo escenario que logre la confluencia de la comunidad y la academia. En este punto, los estudiantes deben mantener los criterios de objetividad científica, para ver el conjunto, así como reflexionar y contribuir con teorías que intenten explicar los fenómenos o problemáticas identificadas, evitando caer en tendencias netamente academicistas, ni salir de su papel como investigadores. Dentro de esta fase, también se encuentra la elección de técnicas metodológicas que respondan de forma apropiada a las problemáticas identificadas y la posterior traducción de los hallazgos de un lenguaje científico a uno más sencillo, sin que esto implique su simplificación.

Otra de las debilidades establecidas es el factor temporal, pues el desarrollo de la IAP requiere un tiempo prudente en el que se realicen todas las fases planteadas; por ello, se identificó que el límite de tiempo con el que cuentan los investigadores resulta corto para el desarrollo integral del proyecto, donde la formación de lazos de confianza y el compromiso de participación, tanto del investigador como de la comunidad, resulta esencial; así como puede producirse en poco tiempo, puede ser un proceso demorado e incluso incierto. Asimismo, algunas veces no se logra la continuidad y rigurosidad necesaria para el buen desenvolvimiento de la metodología planteada, sino que, por el contrario, en ocasiones se presentan obstáculos o cruces con las agendas internas de las propias comunidades, lo que en ocasiones no permite llevar a cabo la totalidad de las actividades planteadas.

Por otro lado, identificar la problemática principal desde la cual se traza el desarrollo del proyecto plantea la necesidad de una comunicación constante y efectiva entre comunidad e investigador, donde ambas partes definan un horizonte común desde el cual trabajar. Sin embargo, la problemática planteada en un inicio no siempre es la que se continúa desarrollando, ya que, a medida que se va conociendo y trabajando más a profundidad con la comunidad, es posible que se conozcan nuevas problemáticas de mayor importancia a las identificadas anteriormente, lo que conlleva un redireccionamiento o ajuste metodológico del proyecto.

Las expectativas generadas por parte de la comunidad hacia el trabajo de los estudiantes pueden generar impaciencia frente a los resultados, ya que en ocasiones se esperan resultados de forma inmediata o un impacto más visible en la población. Sin embargo, en ocasiones los investigadores optan por trabajar con proyectos de mediano o largo plazo, que en ocasiones terminan por desalentar a la comunidad y reducir su participación en las actividades. Asimismo, el surgimiento de condiciones y situaciones imprevistas requiere del ingenio y rápida capacidad de reflexión y adaptación del equipo de investigación, para así dar continuidad a los procesos de la mejor manera posible.

Por eso, el diagnóstico de dichas falencias en el proceso formativo en investigación y la determinación de acciones acordes a la proyección social permite identificar una serie de desafíos por abordar dentro y fuera de los espacios curriculares.

Nuevos escenarios metodológicos revisitados

Por otro lado, el desarrollo de habilidades extraacadémicas se presenta como una de las principales fortalezas de este espacio, ya que permite la integración de un nuevo actor —como lo es la comunidad—para el establecimiento y concientización de la problemática desde un inicio, así como la identificación de las necesidades existentes —posibles causantes de la problemática—y la ruta metodológica más adecuada para esta. Este acercamiento de los estudiantes a las comunidades incrementa sus habilidades comunicativas e incentiva la puesta en práctica de la teoría, así como el desarrollo de diversas metodologías de acuerdo con el contexto en que se trabaja.

Dicha participación articulada permite a la vez el desarrollo de nuevas perspectivas en relación con la planificación, la gestión y la intervención, competencias que desde la formación en la Facultad de Sociología de la Universidad Santo Tomás resultan esenciales, especialmente al generar una orientación complementaria con procesos de planeación relacionados con intereses ciudadanos. Además, se resalta el latente esfuerzo que realizan tanto los estudiantes como los docentes que dirigen estos espacios en instalar capacidades en la comunidad, es decir, dejar atrás la lógica extractivista en la investigación para que, por medio del intercambio de conocimientos, se gesten nuevas habilidades.

Por esta razón, la implementación de nuevos escenarios metodológicos permite la formación integral de investigadores capaces de articular teoría y práctica en un solo espacio, en el que se logre dar soluciones a la comunidad a través del trabajo realizado y a su vez aportar al desarrollo de nuevos conocimientos. Igualmente, este campo académico permite ampliar el horizonte metodológico hasta el momento trabajado por los estudiantes, ya que les ofrece el dominio de nuevas herramientas que les permiten recoger otras fuentes de información.

Este espacio también permite el desarrollo de capacidades participativas para negociar y consensuar, habilidades para el trabajo en equipo y la conformación de redes, así como un alto grado de compromiso y corresponsabilidad con las comunidades, que repercute en diversas experiencias profesionales y en la proyección en el campo laboral. Al ser un proceso que parte de la constante retroalimentación entre comunidad e investigador, es necesario tener en cuenta los aportes que los estudiantes dejan en las comunidades con las que realizan los procesos de acompañamiento. Algunos intercambios significativos de los investigadores y la comunidad se relacionan con la generación de habilidades y capacidades técnicas, metodológicas y teóricas, con el fin de ser implementadas en la toma de decisiones para buscar la solución adecuada a sus necesidades.

De este modo, partiendo de un proceso de reflexión sobre necesidades reales existentes en la comunidad y la prioridad de estas, se logra reconocer líneas de acción interna y externa que comprometen directamente a los involucrados para cumplir de forma asertiva con los propósitos y objetivos establecidos colectivamente. Por lo tanto, la labor del investigador no resulta ser efímera; por el contrario, genera un valor o aporte práctico en el manejo y gestión de los recursos, la planeación de los proyectos y las actividades futuras de la comunidad.

Del mismo modo, es posible establecer que los espacios académicos de Proyecto I, II y III permiten un acercamiento de los estudiantes a la perspectiva metodológica de la IAP dentro de sus procesos de formación profesional, en la que pueden desarrollar habilidades que les permiten generar procesos de planificación, gestión e implementación conjunta con las comunidades u organizaciones, además de desarrollar nuevos esquemas procedimentales que permitan dar respuesta a diferentes problemáticas sociales que involucren a todos los actores necesarios para su implementación. En este sentido, la proyección social en la Facultad de Sociología se perfila como un complemento dentro de la formación integral de los sociólogos tomasinos.

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