La revisión de las consultas da a entender que el Consejo de Indias tenía un listado con perfiles ya establecidos de quienes eran los candidatos a los que, según su rango, carrera y procedencia, correspondía ser considerados para una determinada vacante. Esto explicaría el porqué para un obispado como el de Popayán el listado de candidatos para una prebenda estuviera constituido por los capitulares del cabildo, y dado que no había canónigos ni racioneros, por los clérigos presbíteros del obispado de los cuales el Consejo de Indias tenía conocimiento. A esto hay que agregar otro enunciado descubierto en varias consultas: “ni las otras [iglesias] tienen ascenso a ella [la catedral]”109 o “ni los de otras iglesias [racioneros y canónigos] tienen ascenso a ella”,110 lo cual demuestra que, distinto de la elección de los obispos, no era probable que un prebendado, capitular o dignidad de otro cabildo eclesiástico indiano, fuera designado a la corporación catedralicia payanesa. Además, la ausencia de un colegio seminario en el obispado y canonjías y prebendas menores, como raciones y medias raciones, obstaculizaba el fortalecimiento del clero local y, a la vez, el posible nombramiento de canónigos de otras catedrales indianas. No obstante, este tipo de circulación asignada para el cabildo catedral de Popayán tendría que compararse con la movilidad y la promoción de los prelados de Popayán para saber si se corresponde o si en el caso de los obispos el Consejo de Indias también asignó una política distinta.111
Si bien fue posible establecer una inicial procedencia eclesiástica de los prebendados del cabildo catedral de Popayán (curas beneficiados o clérigos presbíteros/doctrineros), también se descubrió la existencia de patrones de ascenso entre catedrales, lo que debió permitir una conexión más estrecha entre las corporaciones catedralicias y los episcopados indianos. Para el caso del cabildo payanés, este fue considerado en las consultas del Consejo de Indias como una corporación de ascenso al arzobispado metropolitano de Santa Fe112 (“Popayán que es ascenso a la de Santa Fe”). Esto se comprobó con aquellos capitulares que lograron ser promovidos a otras catedrales indianas desde el obispado payanés (tabla 7).
Tabla 7. Promociones a catedrales indianas de capitulares del cabildo eclesiástico de Popayán, 1546-1714
Nombre | Lógica de promoción | Año |
Arcediano Gregorio Rodríguez Franco | Canónigo Catedral de Quito | 1594 |
Tesorero Fernando de Oruña | Canónigo Catedral de Huamanga | 1633 |
Deán Francisco Ramírez Florián | Tesorero Catedral de Arequipa (no aceptó), tesorero Catedral de Quito | 1651 |
Chantre Fernando de Solórzano | Tesorero Catedral de Santa Fe | 1648 |
Deán Gonzalo Guiral | Tesorero y maestrescuela Catedral de Santa Fe | 1669 |
Deán Antonio de Landaeche | Tesorero, maestrescuela y arcediano de la Catedral de Panamá | 1656 |
Tesorero Lucas Fernández de Piedrahíta | Racionero, canónigo, tesorero, maestrescuela y chantre de la Catedral de Santa Fe, obispo de Santa Marta, obispo de Panamá | 1656 |
Maestrescuela Agustín de Olea Salazar | Canónigo, maestrescuela, chantre, arcediano de la Catedral de Santa Fe | 1663 |
Chantre Francisco del Pino | Racionero de la Catedral de Quito | 1653 |
Arcediano Gregorio Belín de Baños | Canónigo y tesorero de la Catedral de Cartagena | 1667 |
Deán Pedro de Herrera Gaitán | Canónigo de la Catedral de Cartagena (no acepta), canónigo de la Catedral de Santa Fe | 1668, 1670 |
Deán Jacinto de Arboleda | Tesorero de Cartagena (no aceptó) | 1673 |
Arcediano Luis de Rojas Páramo | Canónigo de la Catedral de Santiago de Chile | 1684 |
Tesorero Cipriano de Salcedo | Canónigo, maestrescuela, chantre, arcediano y deán de la Catedral de Santa Fe | 1676 |
Chantre Fernando Antonio de Salazar Betancur | Canónigo y chantre de la Catedral de Quito | s. f. |
Fuente: Elaboración propia con datos de las actas capitulares del Archivo General de la Nación, Arzobispal de Popayán, y cartas de los primeros obispos de Popayán del Archivo General de Indias.
A pesar de que fueron pocas las promociones a otras catedrales, las que se presentaron en la tabla 7 muestran una conexión implícita entre la Catedral de Popayán con la Catedral de Santa Fe (con seis promociones), la Catedral de Quito (con cuatro promociones) y la Catedral de Cartagena (con tres promociones, dos de las cuales no son aceptadas). Como demuestran las consultas del Consejo de Indias, si bien al cabildo eclesiástico de la Catedral de Popayán tenían acceso los clérigos presbíteros del obispado, esta corporación también podía promoverse a estas otras tres catedrales, por lo que se puede inferir que existía, además de una clasificación de catedrales según su importancia, una relación de ascenso y promoción entre ellas, lo que permitía que determinadas dignidades y prebendados pudieran ser considerados para las vacantes de determinadas catedrales. Esto evidencia una circulación eclesiástica no estrictamente predeterminada entre catedrales, pero sí con unos patrones establecidos sobre los que valdría la pena indagar de una manera más amplia, y que autores como Óscar Mazín han explicado como un sistema de correlaciones y de intercambios catedralicios activos, por lo menos en el caso de los episcopados novohispanos entre 1670 y 1747.113 Maximiliano Barrio, para el caso de los obispos castellanos, menciona precisamente que el cursus honorum de los candidatos a los episcopados de Castilla evidencia un ingreso inicial de los candidatos eclesiásticos a diócesis “pobres”, para luego ascender “por antigüedad y méritos a los arzobispados y a las mitras mayores”.114 Pensar, entonces, en patrones de promoción eclesiástica entre catedrales permite determinar los dispositivos y procesos de vinculación entre ellas a partir de la circulación y de los ascensos del clero secular (mapa 1).
Lo planteado demuestra que por lo menos para el siglo XVII y las dos primeras décadas del siglo XVIII existían ascensos directos entre catedrales (lo que llevó a un capitular de una catedral de bajo perfil a ser considerado para una catedral metropolitana o de un rol mayor) y perfiles asignados y preestablecidos para los cabildos eclesiásticos según su importancia, clase o sus rentas.115 ¿Qué determinaba esta clasificación para el Consejo de Indias y la Corona? Probablemente, una conjunción de elementos, entre ellos, en primer lugar, las rentas decimales, seguidas del número de dignidades y prebendados de una planta catedralicia, los tipos de eclesiásticos que existían en los episcopados y, en general, como se manifiesta en las consultas del Consejo de Indias para el obispado de Popayán, el conocimiento que tenía la Corona de la situación eclesiástica particular de cada obispado. Esto refleja otro asunto, y es que tanto las Informaciones como las Relaciones de méritos y servicios le servían al rey y al Consejo para conocer y reconocer a los eclesiásticos que vivían, se formaban y transitaban por los distintos reinos que componían la monarquía hispánica; así, en el momento en que se presentaba una vacante y se daba inicio al proceso de elección de un eclesiástico, se echaba mano de un inventario pormenorizado y a lo menos actualizado de curas, sacristanes, capellanes, doctrineros, misioneros, inquisidores, prebendados, obispos y arzobispos que asistían las parroquias, iglesias, ciudades y catedrales del mundo hispánico. El proceso que contenía la consulta traía consigo una correlación entre las partes, que, en palabras de Lucrecia Enríquez, debe ser entendido como una unidad que permite comprender cómo el ejercicio de gobierno monárquico contenía a los territorios, las corporaciones y los sujetos que componían la Corona.116

Mapa 1. Vínculos con catedrales según promociones capitulares, 1547-1714
Fuente: Elaboración propia con información analizada en el Archivo General de Indias.
Fue muy sugerente acercarse al estudio de los años de permanencia de los eclesiásticos que fueron capitulares del cabildo catedral de Popayán, lo que demuestra que, por la falta de clérigos naturales de la tierra, el Consejo de Indias optó por beneficiar en la promoción a aquellos capitulares que ya tenían un cargo en el cabildo payanés. Así, es posible encontrar que un tesorero pasaba por la maestrescolía, la chantría, el arcedianato y el deanato haciendo de su presencia en el obispado un asunto de larga permanencia, que, a fin de cuentas, beneficiaba la continuidad de la carrera eclesiástica en un obispado. En el caso del cabildo catedral de Popayán, la colegialidad pudo estar asegurada no en el número de prebendados que había en el ejercicio de su cargo, sino en la experiencia que acumulaban aquellas dignidades que cumplieron diez, veinte y hasta treinta años en la posesión de su cargo. Estos capitulares hicieron del obispado su proyecto y responsabilidad, con lo cual aseguraron el prestigio y la tradición de esta corporación en el obispado y probablemente mantuvieron la cohesión corporativa en esta.
La tabla 8 sintetiza los datos históricos, muestra por cada capitular los años y cargos ocupados en el cabildo catedral de Popayán, con lo cual se evidencia que hay un recurrente número de prebendados, que, al ser nombrados para esta corporación, hicieron buena parte de su carrera eclesiástica en las prebendas de la catedral payanesa.
Tabla 8. Permanencias y prebendas ocupadas en el cabildo catedral de Popayán, 1546-1714
Nombre | Número de años | Cargos ocupados en el cabildo catedral de Popayán |
Melchor de Henao | 28 | 2 | Canónigo |
Maestrescuela |
Francisco Hernández | Sin información | 2 | Canónigo suplido |
Canónigo |
Juan Álvarez Maldonado | 16 | 2 | Canónigo |
Chantre suplido |
Juan Jiménez de Rojas | 31 | 3 | Canónigo |
Chantre suplido |
Arcediano |
Francisco de Santisteban | 26 | 1 | Deán |
Alonso Ortiz | Sin información | 1 | Maestrescuela |
Gonzalo de Torres y Rivera | Sin información | 2 | Arcediano |
Chantre |
Gregorio Rodríguez Franco | Sin información | 1 | Arcediano |
Juan Montaño | 26 | 1 | Deán |
Juan de Vargas Pecellín | Sin información | 1 | Maestrescuela |
Miguel de Sarcosa | Sin información | 1 | Canónigo |
Miguel de Urdagaya | 19 | 2 | Chantre |
Canónigo |
Hernando Ponce de León | 21 | 3 | Deán |
Arcediano |
Chantre suplido |
Francisco Vélez de Zúñiga | 29 | 4 | Deán |
Arcediano |
Chantre |
Canónigo |
Bartolomé Díaz de Ortega | 26 | 4 | Deán |
Arcediano |
Chantre |
Maestrescuela |
Bartolomé Ruiz | 50 | 2 | Maestrescuela |
Tesorero |
Fernando de Oruña | 13 | 1 | Tesorero |
Antonio de Zúñiga | 31 | 3 | Arcediano |
Chantre |
Maestrescuela suplido |
Francisco Ramírez Florián | 31 | 3 | Deán |
Arcediano |
Maestrescuela |
Fernando de Salazar Betancur | 3 | 1 | Tesorero |
Fernando de Solórzano | 10 | 3 | Arcediano |
Chantre |
Tesorero |
Gonzalo Guiral | 31 | 4 | Deán |
Arcediano |
Chantre |
Maestrescuela |
Juan González Maldonado | 4 | 3 | Deán suplido |
Maestrescuela |
Tesorero |
Antonio Landaeche | 10 | 3 | Deán |
Maestrescuela |
Tesorero |
Lucas Fernández de Piedrahíta | 5 | 1 | Tesorero |
Agustín de Olea | 12 | 1 | Maestrescuela |
Francisco del Pino Argote y Navarrete | 2 | 1 | Chantre |
Gregorio Belín de Baños | 13 | 3 | Arcediano |
Chantre |
Tesorero |
Andrés del Campo Salazar | Sin información | 1 | Chantre |
Lucas del Campo Salazar | 8 | 1 | Chantre |
Juan Dabalos | 1 | 1 | Tesorero |
Pedro de Herrera Gaitán | 13 | 4 | Deán |
Arcediano |
Chantre |
Maestrescuela |
Francisco Sánchez Alvarado | 12 | 3 | Chantre |
Maestrescuela |
Tesorero |
Jacinto de Arboleda | 8 | 4 | Deán |
Arcediano |
Chantre |
Tesorero |
Diego de Ontiveros Hinojosa | 19 | 5 | Deán |
Arcediano |
Chantre |
Maestrescuela |
Tesorero |
Agustín de Barrasa | 18 | 5 | Deán |
Arcediano |
Chantre |
Maestrescuela |
Tesorero |
Luis de Rojas Páramo | Sin información | 4 | Arcediano |
Chantre |
Maestrescuela |
Tesorero |
Cipriano de Salcedo | 3 | 1 | Tesorero |
Gregorio Ibáñez de Caviedes | 33 | 3 | Arcediano |
Chantre |
Tesorero |
Pedro de Arboleda Salazar | 7 | 2 | Deán |
Maestrescuela |
Miguel de Ressa Montoya | 32 | 3 | Deán |
Chantre |
Maestrescuela |
Francisco Javier de Salazar Betancur | 7 | 3 | Arcediano |
Chantre |
Tesorero |
Jerónimo Pérez de Ubillús | 8 | 1 | Arcediano |
Fernando Antonio de Salazar Betancur | 13 | 3 | Chantre |
Maestrescuela |
Tesorero |
Bernardo de Inestrosa Príncipe | 6 | 1 | Chantre |
Fuente: Elaboración propia con datos de las actas capitulares del Archivo General de la Nación, Arzobispal de Popayán, cartas de los primeros obispos de Popayán del Archivo General de Indias y Friede, Fuentes para la Historia del Nuevo Reino de Granada.
Ahora bien, esto demuestra que una de las lógicas de la promoción eclesiástica estuvo definida por la realización de una carrera en la corporación catedralicia, situación que ayuda a explicar la gran cantidad de tiempo en que permanecían algunos capitulares en sus cargos. De los 47 prebendados presentados en la tabla 8, 27 murieron en el ejercicio de su prebenda, un poco más del 50 %, evidencia de que el ascenso eclesiástico no necesariamente estaba vinculado a una movilidad geográfica amplia, sino más bien al fortalecimiento de las élites religiosas locales. Los capitulares ya nombrados eran los candidatos de primera opción para ocupar los cargos de esta corporación, precisamente los capitulares ya nombrados, y en segundo lugar, los clérigos del obispado. Las elecciones del Consejo de Indias y del rey demuestran que la política de la Corona con respecto a los nombramientos catedralicios indianos estuvo dirigida a establecer una predominancia de los capitulares y clérigos de un episcopado por encima de los candidatos eclesiásticos foráneos, decisión que fortaleció a las élites eclesiásticas locales y permitió la transmisión de las tradiciones de la corporación a las nuevas generaciones de capitulares.117
El Consejo de Indias, en el ejercicio de proponer la terna para cargos eclesiásticos y conocer los perfiles de la clerecía, podía vetar a un candidato que no tuviera las cualidades para un ascenso, como pasó con el maestrescuela Agustín de Olea Salazar, de quien escribieron los consejeros no proponerlo en las reuniones de la Cámara “por no tener buena relación de este sujeto”, explicación que se encontró en las consultas del 18 de agosto y el 28 de agosto de 1656.118 Sin embargo, no se identificaron en la documentación los argumentos de tal antipatía que truncó por buen tiempo la circulación eclesiástica de Olea, pues fue maestrescuela del cabildo catedral de Popayán entre 1651 y 1663,119 mientras otros capitulares, como Gregorio Belín de Baños, lograron, en el mismo periodo, ascender en la corporación catedralicia y ser promovidos a otra catedral indiana.120 Olea finalmente fue promovido a canónigo en Santa Fe en 1663.121
Se cierra con un último dato histórico con respecto a la circulación eclesiástica externa de los capitulares que ejercieron su prebenda en la Catedral de Popayán: solo uno, de entre 50, logró ser nombrado obispo dos veces, en Santa Marta y en Panamá: Lucas Fernández de Piedrahíta. Nacido en Santa Fe, según menciona Vicente Restrepo, fue descendiente por vía materna de la princesa inca doña Francisca de Coya. Se graduó de maestro en Artes en el colegio de los jesuitas en Santa Fe y de doctor en Teología en la Universidad de Santo Tomás de la misma ciudad; luego pasó a ser cura de Fusagasugá y Paipa en el arzobispado santafereño. A pesar de ser nombrado tesorero en 1650 del cabildo eclesiástico de Popayán, no se presentó a su prebenda porque recibió rápidamente la promoción a la Catedral de Santa Fe, donde hizo una carrera que lo llevó a ocupar los cargos de racionero, canónigo, tesorero, maestrescuela y chantre. Cuando fue provisor en esta ciudad, colaboró en la edificación del noviciado de la Compañía de Jesús, el Sagrario Metropolitano y la capilla del trascoro de la catedral metropolitana. Su reconocimiento proviene no solo de la brillante carrera eclesiástica que tuvo, sino también por ser autor de la Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada,122 libro dedicado a narrar la conquista, fundación y colonización de Santa Fe y el Nuevo Reino entre 1530 y 1550, y que escribió gracias al perdido Compendio historial, escrito por el conquistador de Santa Fe, Gonzalo Jiménez de Quesada.123
No estaría completo este análisis de la promoción eclesiástica si no se expusieran los argumentos utilizados por un clérigo o capitular en el momento de presentar su candidatura para una vacante. El primer argumento está relacionado con la “remuneración” que el rey debía hacer a partir de su gracia a los méritos y servicios de los ancestros, padres y abuelos, del candidato; esta obligación del monarca para con las familias de conquistadores en Indias ponía de relieve la inversión económica y humana hecha por estos en la empresa de colonización, causa por la cual sus descendientes no podían gozar de prosperidad económica y social. La pobreza de estas familias generada por la inversión conquistadora debía ser, entonces, compensada por la Corona con nombramientos y cargos, en este caso, en el cabildo catedral de Popayán. Así, frases como “y como a tal y en remuneración de los muchos y leales servicios que hizo [su padre] a vuestra alteza”,124 “su padre gastó dinero en la empresa conquistadora y dejó a sus hijos tan pobres que le fue fuerza al suplicante el ir y estar de limosna”,125 “que los méritos y leales servicios que los padres del dicho […] hicieron a su majestad”,126 justificaban el merecimiento de un nombramiento, máxime cuando el rey no había gratificado los servicios prestados, como se presenta en el caso del maestrescuela Agustín de Olea Salazar.127
Fue en las informaciones de Hernán Ponce de León en que se descubrió el argumento más convincente con respecto al derecho que tenían los descendientes de conquistadores a aspirar a cargos y promociones eclesiásticas como pago a los servicios prestados por sus antecesores: “y será dar mucho ánimo a los demás hijos de conquistadores a que con su virtud y buenas costumbres tengan experiencia de que sus méritos y los de sus padres les han de ser gratificados”.128 Esta reciprocidad se debe entender desde una lógica nobiliaria, en que la retribución estaba asociada con los servicios brindados a la Corona, así la devolución regia se podía manifestar en cargos, mercedes y títulos, dependientes de la nobleza de la familia.
Los méritos de abuelos, padres, tíos y hermanos hacen presencia en las Relaciones e Informaciones, pues el merecer para estos capitulares estaba ligado también a los logros obtenidos para la Corona por sus ancestros. Por ejemplo, Francisco Javier de Salazar Betancur, que fue tesorero, chantre y arcediano de la Catedral de Popayán, mencionaba en sus Informaciones que su abuelo había recibido una real cédula extendida a toda su familia para que fueran proveídos de cargos en el gobierno del obispado por sus servicios. Si bien la siguiente cita es extensa, es una muestra de cómo la memoria familiar podía convertirse en el mejor argumento para pedir una promoción:
En favor del capitán Andrés del Campo Salazar, mi bisabuelo, por la cual encarga que el dicho Andrés del Campo como sus descendientes sean ocupados en los oficios y beneficios de este gobierno en cuyo favor [de sus abuelos] y el de su descendencia le sirvió su majestad de despachar una real cédula de recomendación para que los gobernadores en las provisiones de sus oficios acomodasen a los susodichos en remuneración de los grandes y relevantes servicios que hicieron; así el dicho Andrés del Campo como Diego del Campo, su padre en la pacificación y población de estas partes y otras como en dicha real cédula se refiere y el dicho Cristóbal de Mosquera mi abuelo sirvió así mismo mucho en las dichas conquistas y pacificaciones y en especial en las de las provincias de Páez y en esta ciudad fue muchas veces alcalde ordinario y tuvo otras muchas ocupaciones del real servicio en lo militar y el dicho maestre de campo don Fernando de Salazar mi padre sirvió así mismo a su majestad siendo teniente de gobernador en esta ciudad super intendente general muchas veces alcalde ordinario de esta ciudad y ejerciendo en ella otros oficios políticos y en la de militar el de maestro de campo tomando a su cardo el camino del puerto de la Buenaventura por comisión del gobernador don Luis Fajardo con los buenos efectos que se ha reconocido en la población de las minas de la Montaña yendo asimismo a las fronteras de las provincias del Chocó con gente y armas a su costa ayudando a la pacificación de los indios rebeldes de ella que desde entonces pagan tributo, y asimismo soy descendiente legítimo del gobernador Francisco Mosquera de Figueroa persona tan calificada y de tan especiales servicios que en un tiempo siempre le ocuparon así los señores virreyes del Perú como la real audiencia de Quito (donde fue el primer alguacil mayor de corte que hubo en ella) en las cosas de más importancia que se ofrecía siendo muchas particularmente en las guerras continuas del Perú que se ocasionaba por muchos tiranos que hubo en aquellos principios y las continuas rebeliones de los indios recién convertidos dicho conquistador y fue a quien únicamente se debió la última pacificación del reino de Perú en la nombrada batalla de Xaquixaguana ganando la victoria de gran número de indios rebelados que habían puesto en mucho cuidado todo el reino por estar por muchas partes combatido así de los tiranos que pretendían coronarse como de los dichos indios que se habían revelado y por la buena cuenta que siempre dio fue visitador general del distrito de la dicha real audiencia y quien por particular comisión dividió las jurisdicciones de las dos audiencias de Quito y Santa Fe y fue proveído por gobernador de esta provincia a más de otros muchos cargos que obtuvo ocupándose siempre en el servicio de su majestad como es público y notorio.129
En el caso de las Informaciones de Salazar Betancur realizadas en 1689, el peso de los méritos no recae en su persona sino en sus familiares, por eso recurre a enunciar todos los servicios prestados por su familia, sin mencionar los propios. Poniendo atención a lista tan larga, el compromiso de la Corona para recompensarlo es vasto. Ahora bien, hay que destacar cómo este tipo de capitulares mantienen viva la historia familiar, que, en el caso de Salazar de Betancur, se extiende a lo vivido tres generaciones atrás por sus ancestros; esta memoria es un elemento fundante de las viejas familias indianas, elemento que las define identitariamente como élite y que les brinda el argumento para hacer presencia en las corporaciones de poder tanto durante el periodo virreinal como durante el independiente, por lo menos en el caso de Popayán.
Como se enunció, este argumento muestra que se consideraba una obligación para la Corona nombrar y promover a los descendientes de conquistadores y primeros pobladores no solo de Popayán sino de las Indias. Esta obligación aseguraba el prestigio y poder de estas familias tanto en las corporaciones como en las localidades donde habitaban, pero, además, brindaba la posibilidad de que estas pequeñas élites y grupos familiares conquistadores de provincias como las de Popayán tuvieran también presencia informal en la burocracia monárquica.130
Los hijos de oficiales reales y militares también exponen este tipo de argumento relacionado con los servicios prestados y la remuneración esperada por parte de la Corona. Así, tenemos el caso de Miguel de Sarcosa (“gastó [su padre] la mayor parte de su hacienda por lo cual dejó a sus hijos que fueron ocho con suma necesidad y los dichos sus hijos han servido asimismo y el uno de ellos murió en Lisboa”)131 o de Gonzalo Guiral, cuyo padre Pedro de Guiral había servido treinta y siete años a la monarquía dejándolo a él, su madre María de Miranda y sus hermanos sin mayor sustento económico.132 La pertenencia a un linaje que ha prestado servicios a la Corona resulta importante, porque este tipo de vínculos parentales, de redes familiares como primer círculo de recomendación de un candidato, serán determinantes y consideradas por el rey y el Consejo de Indias a la hora de examinar los candidatos a una vacante o a una promoción. Así es como mencionar el historial de servicios familiares se convierte en un dispositivo de ascenso o circulación para los capitulares.
El segundo argumento identificado que justifica la petición de una promoción o un nombramiento está ligado a la pobreza del candidato, quien, además, de no poder sostenerse con las rentas de su parroquia o de su prebenda, debe mantener a su familia, en general, compuesta por mujeres. Este es el caso de Francisco Ramírez Florián, quien decía que no podía sustentarse por “las muchas obligaciones” que tenía con su madre y sus hermanas viudas cargadas de hijas;133 Agustín de Olea pedía una promoción porque tenía madres y hermanas “muy principales”, todas muy virtuosas y necesitadas de sus rentas y de su amparo”,134 y Pedro de Arboleda debía mantener a su numerosa familia, veinticuatro integrantes en total, entre ellos, hermanos, sobrinas y sobrinos, algunos religiosos y casados y con muchos hijos.135
El tercer argumento que figura en las Informaciones y Relaciones de méritos y servicios revisadas está referido a la pobreza del peticionario a la prebenda o promoción, por lo que optar por un cargo con una renta mejor le permitiría mantenerse mejor, como afirma Miguel de Urdagaya, quien no podía sustentarse de la renta que recibía como canónigo de la catedral payanesa y pedía ser ascendido,136 para lo cual apelaba a la importancia de su calidad; en igual situación, se encontró Francisco Hernández, cura beneficiado de Anserma, quien pedía ser nombrado canónigo del cabildo catedral de Popayán por ser tenue y pobre la renta que recibía;137 Juan González Maldonado quien era pobre y viejo,138 y Fernando de Oruña y Quesada, quien, al no poseer dinero para vivir en Popayán con la prebenda que tenía (tesorería), hizo dejación de su cargo y prefirió viajar a la corte en Madrid para abogar personalmente por su promoción,139 que se dio finalmente a una canonjía en la Catedral de Quito. En esta situación de pobreza y dificultad, es posible también encontrar a los prebendados que conformaron la primera planta del cabildo payanés, quienes, haciendo visibles sus labores doctrinales con los indios y la pobreza de la tierra, pedían ser ascendidos con prontitud.140
El cuarto argumento que sustentaba la promoción estuvo ligado al hecho de conocer la vacancia de una prebenda o una dignidad en distintos cabildos indianos, muestra de la circulación de información existente entre los capitulares de la situación de otras catedrales. Gregorio Rodríguez Franco pedía, en 1592, ser nombrado en la maestrescolía en la Ciudad de los Reyes o en el deanato del Cuzco;141 Miguel de Sarcosa, una ración en la iglesia de Tlaxcala o una canonjía en la iglesia de Guadalajara,142 o Juan Álvarez Maldonado, la chantría de Popayán.143 No sobra decir que hubo peticiones en que, independiente del argumento, se solicitaba el nombramiento en una de las iglesias o catedrales mayores del Perú, probablemente, al ser las de mayor prestigio y rentas en la América meridional y al merecer un ascenso por sus méritos y servicios. Así lo requirió Pedro de Arboleda en 1677,144 para luego, en 1681, pedir una prebenda en las catedrales de Quito o de Santa Fe;145 Bartolomé Ruiz pidió se le promoviera al “deanazgo, arcedianazgo, o chantría de Los Charcas o a la tesorería de Cuzco, o a la chantría o tesorería de Lima”;146 de nuevo, el ya mencionado Miguel de Urdagaya solicitó una canonjía en la Ciudad de los Reyes, Charcas o Cuzco,147 y Hernán Ponce de León una promoción a una de las canonjías de la Catedral de Quito.148
El último tipo de argumentos está dedicado al elogio de los méritos y servicios propios de los clérigos y capitulares, lo que los hace idóneos para una prebenda o una promoción tanto en la catedral payanesa como en cualquier otra. Hubo ocasiones en que en los documentos trabajados fue posible encontrar mencionados dos o más de este tipo de argumentos, con lo que se le daba mayor sustento a la petición, como en el caso de Pedro de Herrera Gaitán, de quien uno de sus testigos decía que necesitaba una prebenda por verle pobre, “sin ningún premio los méritos” de sus antepasados, ni los propios por haberse destacado en sus estudios.149
En general, como señalan Fernanda Olival y Nuno Monteiro,150 iniciarse como clérigo y apelar a la carrera eclesiástica y su consabida posibilidad de promoción permitió a muchos curas pretender un posible ascenso social, más si se procedía de una familia de mucho prestigio histórico y social, pero sin recursos para mantener a sus integrantes y aspirar a la obtención de una renta constante de dinero con la cual podía el cura mantenerse y ayudar a su familia, lo cual en sí se constituyó en una de las tantas estrategias que en la época permitieron que los clérigos de origen criollo buscaran la promoción a una prebenda. A partir de esta realidad, es entendible que los méritos, servicios y testigos se convirtieran en un mecanismo acumulativo de información de un candidato a promoción. Otro rasgo adicional se desprende de esta situación, y es que, así como existían aspiraciones individuales, hubo motivaciones familiares que condujeron a que algunas familias y élites posicionaran a sus integrantes en las corporaciones, con lo cual se aseguraban prestigio, poder y presencia en las gobernaciones, los obispados, las audiencias y los virreinatos. Este marco ayudaría a entender la presencia de uno o dos familiares en una corporación en un mismo periodo, como se expone para el cabildo catedral de Popayán en los casos de Jacinto de Arboleda y Pedro de Arboleda, padre e hijo; Lucas del Campo Salazar y Andrés del Campo Salazar, hermanos, y Fernando Antonio de Salazar Betancur y Francisco Javier de Salazar Betancur, hermanos.
La presencia de estos casos fundamenta una hipótesis ya presentada, y es que parte del fortalecimiento de las élites payanesas se debió a la presencia temprana de varios de sus integrantes en distintas corporaciones de poder local, con lo cual se aseguraba, además, el sustento de las familias y el fortalecimiento de su honor y prestigio en la gobernación y el obispado. Olival y Monteiro, para el caso portugués, afirman que estas situaciones son la demostración de una conexión entre las relaciones de parentesco y las carreras eclesiásticas, ambas dinámicas condicionadas a la presencia de la otra.151 Por eso, es de gran relevancia, para muchos capitulares del cabildo de Popayán, enunciar sus vínculos e historias familiares, al ser uno de los más poderosos argumentos y una estrategia en sí para aspirar a una promoción y, por ende, a una posibilidad de ascenso social tanto para ellos como para sus familias.