Kitabı oku: «La flor artificial», sayfa 3
Telón negro.
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MATERIAL PARA UNA BIOGRAFÍA
Carta de Clorinda Lira de Linares a Alina Lestonnat, Arequipa,
21 de diciembre de 1930
Querida prima Alina:
Recurro a ti hoy día como vengo a Dios. Necesito que me ayudes con mi hija Silvia. Tú sabes que no soy de las que suelen quejarse de un destino que siempre he considerado como don del Señor. Pero mi vida nunca ha sido fácil. Me tocó, para empezar, un marido inútil que, luego de años de sacrificios y rezos, logró por fin darme una hija. ¡Y qué hija! Si el demonio fuese mujer, te juro que le hubiera encantado criarla. Ya te hablé, creo, del sufrimiento que fue para mí el embarazo. Por la energía que me demandaba la niña, luego las patadas y el cordón enrollado siete veces alrededor del cuello; yo, mujer activa, tuve que quedarme los tres últimos meses en cama sin poder moverme, y casi me muero al dar a luz. Como reconocimiento, se me nace un 29 de febrero, fecha improbable entre todas y que solo regresa los años bisiestos. Como la bebe no dejaba de llorar sin razón, volviéndome loca, impidiéndome descansar durante nueve meses, y en esa época de vacas flacas, sin nadie para ayudarme, el marido siempre ausente, solo Dios sabe con quién andaba, jugando cartas o seduciendo a mujeres de mala muerte, consulté a una bruja quien relacionó los individuos nacidos un 29 de febrero con los gatos, esas criaturas del diablo. Decía que, como aquellos animales, los individuos nacidos en esa rara fecha tienen siete vidas, porque son repetidas las veces que salen indemnes de situaciones verdaderamente difíciles, que la conciencia de su peculiaridad es absoluta ya que notan desde muy jóvenes que su manera de entender el mundo difiere de la de los demás. Así como su verdadera fecha de nacimiento es un acontecimiento inusual y, por consiguiente, particular, tienden a considerar especiales ciertos aspectos de la vida que para los demás son corrientes. En el peor de los casos, el espíritu rebelde que los anima puede manifestarse en un proceder con marcados visos de infantilismo y desamparo. ¿Te conté entonces que a la niña le dio por darme ferozmente la contra a partir de los dos años de edad, desobedeciendo sin vergüenza y ya usando un vocabulario que Dios sabe dónde lo habría aprendido? Seguro de esa mulata de nombre Casilda que le servía de nana. Andaba con ella días y noches, corriendo por el campo con las ovejas y regresaba sucia y con la piel quemada. Hice todo lo posible para darle la buena educación que una niña de su rango social merecía. La vio el padre Martín en varias ocasiones, intentando imponer con fierro lo que con algodón no entraba. Pero la niña terrible siempre lograba escaparse y hasta desaparecía un día entero. A los cinco años de edad me pidió permiso para vivir sola y jaló de su dormitorio a la granja del frente toda una mudanza. A su padre le parecía gracioso y siempre tuve que luchar contra dos y no uno. A pedido de ella, él le leía a escondidas cuentos de terror e historietas para hombres, y se les escuchaba reírse en la granja hasta horas avanzadas de la madrugada. A los diez años, luego de haber cortado en dos todos los peces de la pileta, me aseguró tener una fascinación por la Condesa de Segur y querer aprender el francés para leer Las desgracias de Sofía en su idioma original porque, según ella, la traducción le habría dado al libro una nota moralista que seguramente no tenía. ¿Te imaginas, querida? Bueno, entonces fue por esa época que acudí a los Braillard-Claussen para que me recomienden a una maestra francesa particular, pues pensé que quizás esa era una posible solución a mis dificultades con Silvia. Además, por las exportaciones que generó la Gran Guerra, la situación económica se veía mejor y a Alberto se le dio por concretizar algunas de sus extravagancias. Puso luces en el patio de la hacienda en una época en que nadie tenía electricidad, y los viernes en la noche invitaba a todos los peones para un espectáculo gratuito de iluminación donde Silvia actuaba en francés las historietas que escribía. A todos les parecía gustar esas fiestas, pero a mí siempre me ha dado una vergüenza sin nombre y me escondía para no tener que presenciar tales manifestaciones de Satán. Debo admitir que el poco consuelo que tuve lo conseguí gracias a las visitas esporádicas en la hacienda de Don Prudencio Paz Soldán, representante y fundador de la Bodega Paz Soldán de Vítor que venía para cantarme las beneficencias del famoso «Brandy de Arequipa», que también se exportaba a toda Europa. Cada vez que venía, me regalaba una botella que degustábamos mientras conversábamos. Era un hombre culto y sensible que escribía poesía, y me hacía más dulces las veladas de mi marido. Pero la imaginación de Silvia parecía no tener límites en cuanto a sabotear planes. Se quejó la maestra francesa, una señorita católica de muy buena educación, de que la niña la maltrataba psicológicamente, contradiciendo cada libro que le hacía leer, con el pretexto de que no era literatura sino adoctrinamiento. Silvia la encerraba en el closet y se iba a hacer travesuras con los niños del pueblo. Un día, el padre Martín la encontró robando una bolsa de ostias en el tabernáculo de la capilla. Otro día la pescaron en la fosa común del cementerio jugando con huesos humanos. Tuve que ponerla de interna casi a la fuerza en el colegio de las monjas francesas Los Sagrados Corazones con la esperanza de que su larga experiencia en el campo de la fe y de los espíritus torcidos fuera eficiente. Por otro lado, te confieso que mis relaciones con su padre ya se habían vuelto más que escasas, no teníamos ningún interés en común salvo esta hija que yo consideraba como una extranjera en mi propia casa. Cuando a él se le ocurría visitarnos luego de largas ausencias, se iba a montar caballos con Silvia o se refugiaba en su habitación para excluirme de sus conversaciones, hablando en francés y riéndose a mis espaldas. En esa época otro escándalo vino a sacudir nuestras tierras como un terremoto: encontraron a Silvia y a la hija de un peón encerradas en un armario en el más simple aparato de Eva. Ella acababa de cumplir catorce años. Obviamente fue a la india a quien despedimos inmediatamente, pero todos sabíamos quién era la culpable. Entonces podrás entender qué alivio me dio la partida de Silvia.
Paso por alto los detalles de su estancia en Los Sagrados Corazones, fueron cuatro años de largas e intensivas negociaciones con la Madre Superiora, un espíritu de acero con corazón de hielo en cuerpo de piedra. Y si a Silvia no la botaron fue gracias a las generosas donaciones que mandábamos, así como a sus excelentes performances en el curso de francés y a las tareas de limpieza y renovaciones del convento que le daban por castigo.
Y allí va el motivo de ese largo preámbulo, querida prima. Ahora que por fin logró Silvia terminar la secundaria, entenderás que el único lugar en donde manifiesta el deseo de vivir es Francia. Tú solo la conociste de niñita, pero ella siempre te ha recordado, y ¡es increíble cómo habla de ti! Pareces ser el modelo de vida que quiere seguir, quizás sea por el carácter rebelde que tienen en común. Sabemos que te va muy bien por allá y que has conseguido, gracias a tu talento y el de Alfonso, una vida a la altura de tus grandes deseos artísticos. Yo también no he dejado de admirarte en secreto desde la infancia que compartimos, y confío en tus posibilidades de tener éxito donde nosotros hemos fracasado con Silvia. Obviamente, seríamos muy generosos contigo y muy al tanto de tus necesidades, hasta podríamos pensar en mandar a su nana con ella para que te ayude. Sabemos todos qué lujo es tener una empleada ahora en Europa. Podríamos hacer un intento de un año para empezar, ¿qué te parece?
En la espera de tu respuesta, me despido de ti, querida prima.
¡Que el Señor te bendiga!
Clorinda Lira de Linares
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OBRA DE SILVIA LI
El jardinero. Revista Hojas Libres, Arequipa, 1927
El 21 de setiembre, en el Colegio Nacional de la Independencia Americana de Arequipa, siendo Director el Dr. Antonio Francisco Urrelo y con la activa participación del Profesor Augusto Prialé, se realizaron los Primeros Juegos Florales con ocasión de celebrarse la primavera. Es la primera vez que se realiza un evento literario de tal magnitud y trascendencia y dicho acontecimiento ha despertado ferviente entusiasmo en toda la provincia; conjuntamente se llevaron también a cabo elecciones para el Reinado de la Primavera.
Entre los trabajos presentados, resultó ganador el de la escolar Silvia Linares Lira del Cuarto Año de Media, en mérito a su poemario titulado El Jardinero.
En medio de una gran actuación artístico-cultural, en el Teatro de la ciudad, le ciñeron la testa con una corona de laureles como en las olimpíadas de la antigua Grecia y le fue entregada la Flor Natural por la señorita Mercedes Garto. Este triunfo de la escolar fue celebrado merecidamente en la ciudad de Arequipa.
EL JARDINERO
Por Silvia Linares Lira
¿Quién habré sido yo?, sin duda un jardinero
Yo no sé si fui hombre bueno o malo, solo fui un jardinero
Solo observé cielos, tierras, lunas y ramificaciones
¿Habré lastimado a algunos, empezando por mis padres?
A mi madre le decían la duquesa, hasta en sus decisiones
De conseguir rosas en épocas de las mimosas
Yo, siempre callada como la tierra, sembrando seres verdes
Ella, con flores de papel en sus grandes recepciones
¿Mis hijos me perdonarán la infamia que les habré causado?
¿O se dedicarán a mantener mi tumba con falso artefacto?
«Ni flor, ni corona», será mi último deseo
Quizás algunos poros y zanahorias creciendo en mi tumba
Para que piensen en mí comiendo ensalada
Ni cruz, ni mármol, una sola rama en un montículo de tierra
O mejor una fogata, y mis cenizas en el jardín detrás de la casa,
Mi cuerpo y alma como fertilizantes de mis amadas plantas,
Un polvito de estómago para que crezcan más verdes mis alcachofas,
Un soplo de corazón mío para que engorden mis tomates de invierno
Todo menos un barco de piedra pulida importada de Italia
Donde solo brillan un guion entre dos números y las letras de un nombre
Que, de hecho, todos habrán olvidado, dentro de poco.
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MATERIAL PARA UNA BIOGRAFÍA Carta de Valentine Hugo a Silvia Li, 24 de noviembre de 1933
Querida Silvia,
Pensaba verla el sábado pasado en la rue du Château pero nos comentó Alicia que el regreso al Perú de su encantador amigo César la dejó tan deprimida que no solo dejó de visitarlos sino que tampoco contesta sus mensajes. No sabía que se había ido César y entiendo su pena: siempre me maravilló el talento innato de ustedes dos jugando con las palabras, la evidente afinidad entre ambos y esa intensa y contagiosa fuerza vital que los animaba. Espero que Man la esté acompañando para aliviar su pena y que pronto podamos disfrutar de nuevo de su presencia.
De haber estado con nosotros este sábado la conversación le habría devuelto algo de alegría pues, justamente, se habló de usted en términos muy elogiosos. Y quien abordó el tema fue nada menos que el mismo André al hacer un balance de las experiencias en las que usted siempre ha participado y poniendo énfasis en el atrevimiento de sus juegos poéticos, en su desbordante imaginación y, sobre todo, en su convicción de que para usted la poesía no es un arte sino una actitud vital. Sabiendo lo crítico e intransigente que suele ser André, sus declaraciones la convierten en la nueva musa del grupo y me agrada que así sea pues se lo merece ampliamente.
Ojalá esta breve nota la encuentre con mejor ánimo. Le ruego no nos deje más tiempo sin noticias pues su alegre juventud es un bálsamo en medio de las diatribas con las que nuestros hombres, demasiado convencidos de su genialidad, envenenan a veces las veladas.
Le abraza con mucho afecto,
Valentine
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OBRA DE SILVIA LI
Cuadernos (1932)
(Traducción y anotaciones de Bárbara Román)
18 de enero
Conversación entre Bonnie y Clyde:
B: Me duele, me duele mucho.
C: ¿Qué es lo que te duele, mi niña? ¿Te golpeaste las rodillas en una mesa?
B: Sí.
C: ¿Y cuál era el sexo de la mesa?
B: Masculino, por supuesto. ¡Las mesas son siempre de sexo masculino, eso todo el mundo lo sabe!
C: No necesariamente, pero si vieras las mesas que yo tengo…
B: Creo que estamos entrampados en un callejón sin salida. ¿Qué será de nosotros?
C: No sé, de veras no tengo la menor idea… Aguzo el oído, pero no oigo ningún tac, tac, tac…
B: No entiendo, tienes que ser más claro conmigo, no jugar con las palabras, es lo menos que puedas hacer para mí…
C: Estoy hablando de las metralletas. ¡Están que vuelven a la carga!
26 de enero
Frases sueltas y apuntes:
–Los amigos son gente cuyo inconsciente se parece.
–Las amistades están hechas de robos sucesivos.
–Quisiera que mi corazón cambiara de llave.
–Número de teléfono de André Breton: Trinité 2833
–Leer a Benjamin Péret.
–Ellos también son tres: Breton, Eluard, Aragon. Los tres mosqueteros del surrealismo.
12 de febrero
Conversación con Clyde:
–Desear un mundo, es el fuego
–Tenerlo, es el humo.
–¿Y tenerlo y renunciar a él?, pregunto yo.
–Es la sabiduría.
–¿Y tenerlo y destruirlo?
–Eso es locura.
13 de febrero
Llueve. Tarde del domingo dedicada a inventar palabras con César en su pensión. Tendríamos que redactar un diccionario con ellas:
Pecufaniar33: (anagrama): esfuerzo mental y material para que Francia valga un Perú.
Tirapadres34: herramienta francesa y lúdica para librarse de padres peruanos.
César es el mejor lector traductor de mi alma. Tendrá que ser el único. Hasta el final.
21 de marzo
Para la llegada de la primavera Man me manda la foto de una flor con el siguiente poema:
Amo la hermosa flor de oro
Para tus cabellos, mi amor,
Y un lirio, para tu corpiño
¿O quieres otra flor?
Mis labios para tu beso.
Por supuesto teníamos cita… Estoy casi segura de que sigue en casa de Lee…
Odio las flores. Son tan… naturales. Haré una, ¡pero artificial! ¡Mataré a Lee y la escupiré en su tumba!
16 de abril
Conversación con Clyde:
Yo: ¿A tu parecer, fue un error acostarme de nuevo con Max35?
Él: No, no es un error, a no ser que le des demasiada importancia al asunto.
(Definición del error: darle demasiada importancia a algo).
Yo: Pero no funciona en el caso del amor (caso en el que se le da más importancia a algo). ¿El amor es un error?
Él: ¡Claro que no! Porque entonces pasas del campo de la moral al del sentimiento. Y en dicho caso se invierte el criterio de verdad y error: la verdad consiste en darle mucha importancia a algo. Amar es apostar a que hay algo tras la pared, una puerta, por ejemplo. El error consiste en golpearse la cabeza contra una pared y lo que se plantea entonces es la capacidad de evaluar si se está frente a una puerta o a un muro. Respecto a Max, sabes de antemano que se trata de una pared, ¿no es cierto?
Yo: Sí.
Él: Y en lo que a mí se refiere, deberías usar el mismo método, determinar si soy una puerta o una pared. Y también se trata de evaluar si las mordeduras son más importantes que las cosquillas…
Yo: Entonces, ya sé: ¡eres una puerta con candado!
25 de mayo
«En avril, ne te découvre pas d´un fil», «En mai, fais ce qu´il te plaît36». ¡Me encantan estos refranes franceses! Me quedan por lo tanto cinco días para hacer lo que me plazca. Le voy a pedir a Alice que experimente este juego que inventé para ella: el poetidiálogo37. Lo probé conmigo en su versión poetimonólogo y salió esto:
Yosilvia: Un corazón verde colgando como un mango
Yolice: todas las voces hembras en la linde del bosque
Yo: el bosque imantado se va a la deriva
Yolice: pechos liberados que voláis y cantáis
Yo: el pájaro de una sola ala ingresó en la casa…
Yolice: Al otro lado encontrarás
El sendero de aquellas praderas de las que te hablé
27 de mayo
Leo Alice en el país de las maravillas. Ahora sé por qué Alice se llama Alice…
«¿Podría decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
–Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar, contestó el gato.
–No me importa mucho el sitio…, dijo Alicia.
–Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes, respondió el gato.
–… siempre que llegue a alguna parte, añadió Alicia a modo de explicación.
–Oh, siempre llegarás a alguna parte —aseguró el gato—, si caminas lo suficiente».
28 de junio
«Pero ¿por qué escriben en francés?» —nos pregunta Alice—. «¡Qué tal manera de complicarse la vida!».
«Justamente por eso» —le contesto yo—. «Para complicarme la vida, es decir, para inventármela».
Igual que César, sé que no me publicarán en Francia porque no soy francesa, y aún menos en Perú porque habría que traducirme, pero a diferencia de César, yo no me quejo. Aún.
12 de setiembre
César se está amargando y eso no me gusta. Insiste en llamar a nuestro continente Cretinoamérica y no es nada bueno para su salud… ¡tampoco para la mía!
26 de noviembre
La pesca milagrosa
La pesca es un ejercicio fascinante. Hace que uno se hunda en una disposición interior, la de la espera silenciosa de un posible milagro. Nos reconcilia con nuestra infancia mediante un hilo.
Luego surge la idea de que todo es pesca y que la vida consiste en buscar la caña de pescar adecuada, el sitio más apropiado, la distancia exacta, el cebo universal y las orillas de un silencio. Y entonces uno se instala en la espera.
Sí, ya sé:
Escribir
Leer
Dictar clase
Soñar
Callarme
Hacer las compras
Imaginar
Festejar
Escuchar a mis amigos
Aconsejar
Preparar una maleta
Escoger un disco
Cocinar
Amar
Hablar en exceso
(Páginas arrancadas).
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SOY NIWE (3)
Historia de Séraphine Le Piège grabada por Bárbara Román,
28 de febrero de 2000
Siete veces, me costaron para ver, hijita, como las vidas de los gatos… siete tomas de un brebaje asqueroso, viscoso, marrón, amargo, que parecía hecho de una sustancia viva crujiente, que no bajaba nunca, se quedaba ahí dando vueltas y vueltas en el estómago, mutando como para torturarlo y recordarle su eficiencia creativa. Nada salía. Por ningún lado. Yo ya solo era un estómago hinchado, inflamado, a punto de reventar. Una mujer estómago, hija. Y así me quedé tres días y tres noches interminables, torcida de dolor en la hamaca húmeda de esa selva mojada, incapaz de ingerir otra cosa que líquidos verdes y amarillos que me preparaba Silvia para hacerme dormir y soñar y evacuar. Al tercer día logré recordar una sensación similar. Tengo siete años, estoy en cama y mi mamá entra, como todos los días desde hace meses, para llevarme mi comida. Me duele el hígado y la cabeza sin parar desde hace un tiempo indefinible. Me he vuelto verde y amarilla. Toda amarilla. Dicen que me enfermé de hepatitis. Tengo que quedarme en cama hasta que se desinfle el órgano culpable y comer sano. Siento mucha cólera. Sin saber por qué. Mi madre aprovecha para molestarme más de lo habitual. Dice que por mi culpa tiene que quedarse en casa, que le hago la vida imposible, que fácil me enfermé a propósito. Está obligada a dictarme clases. No puedo ir a la escuela. Cada día la profesora le manda las tareas. Y como mi mamá no confía en nadie, dice que mejor que se encargue ella misma, ¡qué lástima! y que todo por culpa de mi padre que si bien lo podría hacer no lo haría porque nunca está en casa cuando se le necesita, entonces me tira el cuaderno a la cara y me pide que lo abra rápido y que más valga que haga los ejercicios sin error porque si no, me iré a dormir sin comer. ¡A mí qué me importa dormir sin comer, si no duermo y no como, y si ya estoy en la cama! Entonces hago los ejercicios bien, luego finjo comer y, cuando ella sale del cuarto dejando un apestoso olor a alcohol, saco el cuaderno y arranco las páginas gritando con toda la fuerza que tengo. Siento mucha rabia y mi hígado a punto de reventar.
Y las cinco primeras veces fueron así, hija, cada vez más asqueroso el líquido, cada vez más orgánico, monstruoso, sentía que tomaba su tiempo para volverse animal, para definir sus curvas y pensar la manera en qué me iba a atacar, a penetrarme, a violentarme, a poseerme. Todo era lluvia alrededor. Días y noches de lluvia. Silvia no hablaba mucho, solo decía que era normal, que todo era un proceso, que yo soy una cabeza dura, que con ella había pasado lo mismo, y luego se iba, dejándome sola en la maloca. Y escuchaba su risa de hiena que resonaba a lo lejos. Y la lluvia encima de todo. Y el tiempo que no pasaba.
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